Próxima Conferencia de Carlos Eduardo Sierra en la Sociedad Julio Garavito Armero en el 2016
Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia
Miembro Sociedad Julio Garavito Armero para el Estudio de la Astronomía
Resumen de la Charla: Ciencia y Tecnología en el Imperio Bizantino. Por Carlos Eduardo Sierra
1. CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN EL IMPERIO BIZANTINO
Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia
Miembro de la Sociedad Julio Garavito
En la célebre trilogía cinematográfica de Back to the future, aparece un ejemplo
paradigmático de científico con elevada estatura ética: Emmett Lathrop Brown, encarnado
por el actor Christopher Lloyd. De facto, la apariencia y los gestos de tal personaje tienen su
inspiración en Leopold Stokowski y Albert Einstein. A poco de comenzar la primera parte de
la trilogía, justo cuando Emmett está con su gran amigo Marty McFly, interpretado por
Michael J. Fox, en el parqueadero de un centro comercial a altas horas de la noche para poner
a prueba su singular máquina del tiempo, Marty queda tremendamente sorprendido al ver
que Emmett la ha fabricado con un lujoso automóvil deportivo DeLorean DMC-12. Ante esta
sorpresa, Emmett le dice a Marty que, a la hora de hacer ciencia, hay que hacerla con estilo,
una declaración que connota una enorme carga ética que está reflejada a lo largo de toda la
trilogía. Justo por esto, encuentro muy evocadora la que fue la ciencia y la tecnología en el
sofisticado Imperio Bizantino, uno de los focos culturales altamente ilustrados en medio del
oscurantismo que se cernió sobre los reinos germánicos que invadieron los territorios que
habían sido parte del Imperio Romano Occidental. Recordemos que el otro gran foco de
cultura altamente ilustrada estuvo en al-Andalus, esto es, la España islámica medieval.
Tapa de manuscrito bizantino en oro (https://archivoshistoricoschihuahua.wordpress.com/2011/05/13).
2. En efecto, el Imperio Romano de Oriente, o Imperio Bizantino, dio muestras de una gran
exquisitez en cuestiones culturales, incluidas la ciencia y la tecnología, de lo cual tenemos
unas muestras fascinantes con el fuego griego, la poliorcética y otras artes militares, la
navegación, la teología, la filosofía, etc., etc. En especial, en lo que a las ciencias del cielo
concierne y otras que les son afines, dicho Imperio contó con un conspicuo estadista que
escribió sobre historia natural, astronomía y filosofía, a saber: Teodoro Metoquites, autor de
una introducción al estudio de la astronomía de Ptolomeo (Stoicheiosis astronomike), la que fue
una gran suma astronómica que tuvo el mérito de poner la astronomía de nuevo en el centro
de atención de los eruditos imperiales, en especial por medio de sus discípulos Nicéforo
Grégoras y Barlaam di Seminara. Cosa curiosa, sorprende sobremanera la mayor dificultad
para hallar información a propósito de la dimensión estética concomitante, sobre todo por el
hecho que Bizancio brinda muestras elocuentes de sofisticación tanto en las artes decorativas
como en las artesanías, en las que sus artistas alcanzaron elevadas cotas de perfección. Esto lo
vemos en el caso de la elaboración de los libros bizantinos, unos objetos preciosos como los
que más, incluidos los libros científicos, como De Materia Medica, del médico, farmacólogo y
botánico griego Pedanio Dioscórides Anazarbeo. Incluso, en el siglo X, el emperador
bizantino Constantino Porfirogéneta le remitió este libro como obsequio al califa andalusí
Abderramán III, una traducción al árabe pergeñada por el monje Nicolás con la ayuda del
judío Hasdai ibn Shaprut. Después de todo, el Imperio Bizantino descolló en la transmisión
de la cultura escrita, uno de cuyos centros importantes de copia fue la Universidad Imperial
de Constantinopla, considerada la primera del mundo.
Ilustración medieval del fuego griego (http://www.gloriaderoma.com/bizancio.htm).
Así las cosas, resulta todo un anacronismo pretender que el Imperio Romano dizque cayó
en el año 476 de nuestra era, una afirmación bastante audaz que no resiste un buen análisis,
máxime cuando existimos millones de sus descendientes en el mundo actual aquí y en
Vladivostok. Por supuesto, el Imperio Romano siguió con vida durante otros diez siglos en la
parte oriental, con su capital en la fastuosa Constantinopla, la ciudad de Constantino. En la
actualidad, una buena parte del ritual vaticano es de origen bizantino y los ritos de
coronación de los monarcas británicos le deben en gran medida su inspiración al Imperio
Bizantino, el Imperio olvidado como lo denomina con gran tino el celebérrimo Isaac Asimov.
3. Por cierto, para poder explicar el alto nivel tecnocientífico alcanzado por los bizantinos no
es menester invocar teorías peregrinas basadas en alienígenas ancestrales, un tema que no
pasa de ser un lamentable conocimiento contra-histórico de tres al cuarto. Ante todo,
hagamos un buen uso de la navaja de Ockham.