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MECANICISMO Y VITALISMO:
                            PARADIGMAS DEL SABER MÉDICO
                    PRESENTES EN LA COMPRENSIÓN DEL CÁNCER
                                                                                   Carolina Wiesner C., MD*


                                                                                            INTRODUCCIÓN


                          La palabra “cáncer” fue utilizada por Galeno (129-201 D.C.) cuando realizó la
                    primera cirugía de un tumor maligno de seno y en su magistral descripción lo comparó
                    con un cangrejo, por la tenacidad con que este tumor se aferraba a los tejidos vecinos
                    (1). Hoy en día el cáncer es un concepto que describe un complejo y heterogéneo grupo
                    de estados patológicos cuyo rasgo fenotípico común es el crecimiento desmedido de
                    una población de células neoplásicas. El cáncer se considera además una enfermedad de
                    carácter genético, en la mayoría de los casos adquirida, que se produce al ser eliminadas
                    las restricciones que limitan la división celular en las células de los tejidos (2). Entre la
                    denominación de Galeno y la definición del carácter genético del cáncer es posible
                    identificar toda una gama de paradigmas consecutivos, a veces opuestos o superpuestos
                    del saber médico.

                          Según el conocido historiador de las ciencias T.S. Kuhn, (1962) un paradigma es
                    un patrón o modelo intelectual que regula una etapa en el desarrollo de una ciencia o de
                    un campo científico y respecto del cual todo durante esta etapa parece ser “obligado” y
                    “normal” (3). De acuerdo con este autor la ciencia socialmente aceptada en un momento
*
    Médica          histórico, o en sus propios términos, la “ciencia normal” favorece el desarrollo de las
    Salubrista.
    Coordinadora    teorías que están de acuerdo con ella y dificulta o se convierte fácilmente en obstáculo
    Grupo área      para el desarrollo de nuevas ideas que por su innovación hacen tambalear las certezas
    Promoción y     hasta ese momento dominantes. De acuerdo con este concepto, Laín Entralgo (1978)
    Prevención,
    Instituto       definió los siguientes paradigmas científicos que han gobernado el saber médico moderno:
    Nacional de     por una parte, el mecanicismo, el vitalismo y el empirismo racionalizado, como formas
    Cancerología.   de pensamiento propios del espíritu liberal y burgués de los siglos XVII y XVIII; por
    Investigadora
    Centro sobre    otra parte, el evolucionismo, el positivismo y el eclecticismo de los siglos posteriores,
    Dinámica        definidos en relación con los acontecimientos culturales, científicos y tecnológicos de la
    Social,         revolución industrial (4).
    Universidad
    Externado
    de Colombia.           Desde sus orígenes el mecanicismo planteó que los seres vivos debían ser entendidos
                    como máquinas sometidas a leyes físicas y químicas (5), lo que en la actualidad se ha
                    traducido en dar una primacía al desciframiento del código genético y la síntesis de
                    proteínas. Los vitalistas, por el contrario, consideraron inaceptable reducir las explica-
                    ciones de la vida a las leyes mecánicas. A partir de este debate inicial generado por los
                    vitalistas que abarcó el siglo XVIII y parte del XIX -y que hoy en día vuelve a tener
                    resonancia- la química y la biología se constituyeron como ciencias e iniciaron una
                    carrera vertiginosa de descubrimientos; el punto máximo de este proceso fue el descu-
                    brimiento que el ADN era una doble hélice, por Watson y Crick en 1953; este descu-
                    brimiento implicó al vitalismo entrar en contradicción con sus principios iniciales,




                                                                                                                                          5
                                                                             REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍAPARADIGMAS DEL SABER 5 NO. 2
                                                                                       MECANICISMO Y VITALISMO: - AGOSTO 2001, VOL. MÉDICO
haciendo que los científicos se sumergieran en el mecanicismo dominante del siglo XX.
(6).

       El evolucionismo recogió los problemas fundamentales estudiados dentro de los
paradigmas anteriores y añadió un nuevo rasgo al estudio de la naturaleza viva, como es
el hecho de la selección natural y la supervivencia de las especies a partir de las carac-
terísticas hereditarias de sus miembros. Dentro de esta secuencia para el evolucionismo
actual el problema de la vida se ha reducido al análisis de los genes, puesto que la
unidad fundamental de la vida ya no es el organismo sino el flujo vivo de la herencia (7).

       Este artículo tiene como objetivo realizar un análisis sobre el mecanicismo y el
vitalismo como un punto de reflexión sobre los orígenes de sus fundamentos científicos
y las formas de inferencia causal como posturas que tenemos frente al estudio del cáncer.
Dentro del presente artículo no se discute de manera explícita el impacto cultural del
evolucionismo ni del positivismo, que también están presentes en el saber médico
contemporáneo.


                                                                     EL    MECANICISMO



       El mecanicismo es un capítulo clásico de la historia de las ciencias, pues es la conse-
cuencia filosófica de las obras de Galileo y de Newton, entre otros, que transformaron
radicalmente la cultura científica europea al explicar la dinámica del universo heliocéntrico
y la fuerza de gravedad que lo sostiene. En la filosofía mecánica, la realidad se reduce a
una relación de cuerpos en movimiento y esta relación resulta interpretable mediante las
leyes de la estática y la dinámica lineal. Bajo la influencia de estos dos grandes físicos de
la astronomía planetaria y de la mecánica terrestre, empezaron a surgir nuevas ciencias
como la óptica, el magnetismo y las teorías químicas, que bajo los mismos principios
filosóficos lograron pasar del estudio de las cosas observables a las no observables, para
encontrar propiedades distintas a las de las de los cuerpos macroscópicos (8). La física de
Newton no sólo define las leyes del movimiento de los astros sino, además, la naturaleza
corpuscular de la materia. Según él, la materia está compuesta de un número ilimitado de
diferentes partículas y no es un sustrato homogéneo divisible hasta el infinito, como se
creía anteriormente. Con Newton es posible entonces entender la coherencia del universo
gracias al concepto de “atracción” en las diferentes partículas que conforman una red de
átomos, que tienen además la cualidad de unirse y separarse. Esta atracción es explicada
dentro de la ciencia moderna del siglo XVIII ya no por un principio mágico, sino por una
propiedad universal que es la atracción’. Gracias a esta concepción del mundo nace
posteriormente la química con su técnica, su lenguaje y sus conceptos propios.

      La expresión filosófica de las obras de Galileo y de Newton se hace explícita con
Descartes, quien conquistó las grandes universidades europeas, de tal manera que la
filosofía y la física cartesianas constituían el núcleo central de la cultura académica.
Con Descartes, la teoría de los animales máquinas se convierte en una adecuada y veraz
alternativa de comprensión de los seres vivos mediante la identificación de sus unidades
constitutivas, sus propiedades invisibles, sus movimientos y sus leyes mecánicas. La
fisiología comienza a desprenderse de las teorías metafísicas y, así como había sucedido
con la astronomía y la física, se inicia un nuevo estudio experimental con la aplicación
de las leyes de la matemáticas y la geometría a la “máquina” del cuerpo humano. Esta
máquina se pone en movimiento gracias al estudio de los desplazamiento locales; la
función de cada órgano fue comparada con las máquinas de aquel tiempo, como la




                                                                                                6
                                  REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
famosa descripción del corazón y la circulación como un sistema hidráulico hecha por
William Harvey en 1628 cuando descubrió la circulación mayor. Para conocer cómo
funciona una máquina es necesario conocer su estructura. Esta necesidad de comprender
lo biológico como máquinas orgánicas se convierte en un nuevo punto de partida para
las investigaciones anatómicas y surge así una indagación sobre la anatomía microscópica
para buscar sus propiedades invisibles sobre la base de la introducción del microscopio
en el estudio de la materia viva con Robert Hooke, Antony van Leeuwenhoeck y Marcelo
Malphighi, entre otros. Sin embargo, la biología del siglo XVII no estaba preparada
teóricamente para entender los hallazgos observados por el microscopio desde una
perspectiva orgánica y por lo tanto hubo que esperar 200 años para que la palabra célula,
pronunciada por Hooke en 1661, pudiese ser entendida dentro del confuso sentido vitalista
del siglo XIX, como concepto de estructura.

      Durante este período, la patología y la terapéutica estaban completamente al margen
de las discusiones de la ciencia moderna y seguían siendo entendidas desde los
planteamientos antiguos como un desequilibrio de los humores tal como lo había descrito
Hipócrates. Dentro de este contexto el cáncer, se consideraba un exceso de bilis negra
producida por el bazo y el estómago. Los dos más importantes estudios sobre cáncer
realizados en el siglo XVIII, que iniciaron una primera fisura con el saber hipocrático,
fueron los trabajos de Ramazini y Pott (9). Ramazini publicó en 1713 que el cáncer de
seno era más frecuente entre las monjas y sugirió que se debía a su condición de celibato.
Percival Pott describió en 1775 la relación entre el cáncer escrotal con la actividad de
limpiar las chimeneas. Ambos trabajos se consideran propios del paradigma mecanicista,
pues al igual que los estudiosos de la química y la física, estos médicos querían encontrar
comunes denominadores, asociaciones causales que les permitieran llegar a leyes univer-
sales mediante la observación minuciosas de sus pacientes. En esta aplicación del método
inductivo llegaron a romper con el paradigma antiguo y a establecer relaciones absolu-
tamente novedosas. Sin embargo, estas descripciones, a pesar de su hallazgos veraces,
no se pueden considerar como verdaderos estudios epidemiológicos, pues utilizaban un
método puramente inductivo. Este método considerado el método científico de la época
con el que se pretendía encontrar relaciones causales a partir de la observación repetitiva
de una secuencia particular de eventos, fue inicialmente criticado por Hume en 1739 y
luego, más radicalmente, por Bertrand Rusell en 1945 (10).

      En resumen, el mecanicismo, según Andrade (6), se fundamenta en los siguientes
presupuestos: primero, considera que la vida es explicable en términos de sus unidades
constitutivas últimas, sean éstas células o macromoléculas; segundo, considera que las
explicaciones de la naturaleza, incluyendo la vida, se encuentran en la descripción de
los componentes fundamentales de la materia, es decir los átomos; tercero, considera
que la vida se rige también por leyes físicas eternas e inmutables y cuarto, identifica la
realidad con lo físicamente mensurable y cuantificable, es decir que lo cualitativo es
reducible a lo cuantitativo.


                                                                         EL    VITALISMO



     En el siglo XVIII el mecanicismo clásico apareció como insuficiente para explicar
funcionamiento de los organismos, pues frente a los objetos inanimados lo viviente, con
su materia en permanente transformación, no podía ser entendido únicamente en términos
de engranajes, poleas y palancas. Se empezó a reconocer que los fenómenos no son sólo
más complejos en los seres vivos, sino además más perfectos (5). Lo que antes y según




                                                                                                                        7
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                                                                     MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2
la tradición era denominado dynamis, fuerza espiritual, “Alma” y más tarde “Inteligencia”
se convertirá en el siglo XVII en la “fuerza vital”. A diferencia de los conceptos anteriores,
ya no se trata de un poder único centralizado en el corazón, sino de una cualidad particular
de la materia viva, que se encuentra en cada músculo, cada nervio, cada parte y le otorga
sus propiedades específicas. En sus observaciones, los vitalistas buscaban demostrar la
presencia de una fuerza vital para liberar al estudio de la materia viva de las interpre-
taciones mágicas y misteriosas y transformarlas en objetos de ciencia. La “fuerza vital”
era para el vitalista ontológica y operativamente superior a las otras fuerzas de la naturaleza
como son la mecánica, la térmica, la eléctrica, la magnética y la química y, por lo tanto,
es irreducible a ellas.

      Los que directamente estaban enfrentados a la complejidad de la materia viva eran
los médicos y los químicos que comenzaron a oponerse a la concepción de hombre-
máquina y a la tranquilidad de la generalización de la física. Stahl, padre del vitalismo,
afirmaba que las leyes universales sólo se aplicaban a los seres vivientes en términos de
un principio de conservación de su organización interna; en otras, de un “orden estructural”
que asegura la sobrevivencia de los organismos en la naturaleza; según los vitalistas,
cuando éstos pierden su organización interna están condenados a la destrucción y a la
muerte. Otro representante de la postura vitalista es Albrecht Von Haller, médico del
siglo XVIII, quien plantea los conceptos de sensibilidad e irritabilidad propios de las
fibras nerviosas y musculares, respectivamente. De acuerdo con este autor, diferentes
tipos de estímulos –químicos, mecánicos o eléctricos– podían producir la irritación muscu-
lar. Las ideas de Haller se difundieron por toda Europa y algunos seguidores llegaron a
comparar la irritabilidad con una fuerza vital similar a la fuerza gravitacional. Sin
embargo, Haller se oponía a dar explicaciones mecanicistas a esta fuerza, pues según él,
reflejaba el conjunto de la organización interna del organismo, que era en sí misma
irreducible a elementos mecánicos o de otro tipo.

      En términos generales, la idea de fuerza vital, se definió de múltiples maneras,
particularmente en el ámbito de las teorías químicas, pues éstas se movían en el límite
que separa lo inorgánico de lo orgánico. El vitalismo fue una corriente importante antes
de ser posible la síntesis de los compuestos orgánicos y la comprensión de los mecanismos
de sus reacciones. Cuando fue posible dicha síntesis, los químicos no necesitaron más
de la fuerza vital y poco a poco el vitalismo fue perdiendo sus fundamentos científicos
(11). El desinterés creciente por el estudio de la estructura del cuerpo se explica por el
surgimiento de la química como ciencia, la cual se centró en la comprensión de las
reacciones químicas de los organismos vivientes. Para dicha comprensión sólo es nece-
sario entender las características del medio y no la particularidad de las estructuras (12).

       En el siglo XIX y parte del XX la mayoría de los biólogos y médicos que estudiaban
el fenómeno de la vida tuvieron que volver a asumir tanto una como la otra postura,
cuando las explicaciones mecanicistas de los organismos vivientes no eran suficientes
para explicarlas, entonces tenían que llegar a reflexiones de tipo vitalista. Tal fue el caso
de Hans Driesch (1867-1941) quién insistía que la función del protoplasma no podía ser
explicada mecánicamente. El concepto de medio interno descrito por Claude Bernard
en 1865, hizo que definitivamente las discusiones vitalistas y el interés por el estudio de
lo estructural se perdieran dentro del panorama científico (12). Es así como los científicos
preferían observar el músculo como resultado de un acortamiento de la proteína muscular
en vez de mirar las características de su tejido bajo el microscopio. La estructura micros-
cópica sólo empezó a tener importancia en los círculos restringidos de la Alemania
experimental después que Rudolph Virchow(1821-1902), sin ser un anatomopatólogo
puro, demostró que el tejido canceroso estaba formado por células (13).




                                                                                                 8
                                   REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
En resumen, el vitalismo se convirtió en un modelo de interpretación de lo vivo, y
en oposición a los rasgos esenciales del mecanicismo, tiene los siguientes presupuestos:
primero, el objeto de estudio no se puede descomponer por cuanto deja de presentar las
características que lo especifica. Segundo, el conocimiento científico consiste ante todo
en conocer los cambios cualitativos visibles e invisibles de las cosas y su real deter-
minación; tercero, los objetos de estudio no se pueden reducir a leyes físicas dadas por
la mecánica, y cuarto, la naturaleza viviente tiene unos propósitos naturales.


                                               LA   COMPRENSIÓN DEL CÁNCER
                                      DESDE LOS DIFERENTES PARADIGMAS



       Para la comprensión del cáncer se dispone en la actualidad de tres tipos de
investigación: la básica, la epidemiológica y la clínica, a través de las cuales se busca
conocer la génesis y la evolución de los tumores malignos. A pesar del acúmulo de datos
clínicos, experimentales y epidemiológicos, hoy en día tenemos una comprensión muy
rudimentaria de la génesis del cáncer. Esta ignorancia se debe parcialmente, a que en
realidad es un grupo de enfermedades que sólo hasta hace unos 150 años aproximadamente
se convirtiera en un problema de salud pública y por ello solo en el siglo XX se empezó
realmente a estudiar como un fenómeno predominante. Por otra parte, hay problemas
inherentes al estudio de la biología del tumor, cuyos estudios se realizan cuando ya el
tumor está diagnosticado, es decir, cuando las células neoplásicas han sufrido muchas
divisiones y probablemente adquirido características y anormalidades que originalmente
no estaban presentes; otra razón que dificulta su estudio es la etiología multicausal. Dentro
de los tres tipos de investigación podemos asumir posiciones tanto mecanicistas como
vitalistas que son importantes de reconocer para poder tener una mirada crítica sobre los
fundamentos de nuestro quehacer en el control y el conocimiento sobre el cáncer.


                          LA   INVESTIGACIÓN EPIDEMIOLÓGICA Y CLÍNICA



      En relación con la epidemiología moderna del cáncer, históricamente se define su
inicio con los estudios de Doll y Hill en 1954 (14) en los que se estableció la relación
entre el cigarrillo y cáncer pulmonar; adicionalmente, los trabajos de Case y Pearson
(15) establecieron el cáncer de vejiga como consecuencia a la exposición de agentes
químicos. La investigación epidemiológica en cáncer ha sido posible mediante el estudio
de las estadísticas vitales y su comparación entre diferentes regiones. Gracias a la clasifi-
cación internacional de las enfermedades se han podido comparar incidencias entre dife-
rentes países y se han logrado hacer asociaciones estadísticas entre éstas y ciertos hábitos
de vida (9). Se considera que la epidemiología es mecanicista y positivista cuando analiza
la sociedad desde un modelo biológico. Es decir, como un conjunto de factores de riesgos
químicos, biológicos y físicos inmersos en un medio ambiente natural y se abstiene de
entender la sociedad como un espacio político, económico y cultural, con redes institu-
cionales y relaciones sociales que determinan la distribución de dichos riesgos(16). Gra-
cias al desarrollo de la epidemiología se ha enriquecido el conocimiento que se tiene
sobre cáncer permitiendo el planteamiento de ciertas hipótesis causales. Sin embargo, la
idea que se tiene de la sociedad como un sistema abierto que tiende al equilibrio ha
comenzado a ser rebatida no sólo por el desarrollo del materialismo histórico, sino además
por los nuevos conceptos que surgen desde la química y la física, como los procesos de




                                                                                                                         9
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                                                                      MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2
evoluciones internas hacia un mundo de no equilibrio planteados por Prigogine. Según
él, hay procesos de evolución hacia el desorden que hacen imposible encontrar relaciones
universales entre todos los fenómenos, pues son consecuencia de procesos únicos, locales
muchos de ellos, irreversibles e irrepetibles (17). Actualmente, la teoría de los sistemas
complejos de adaptación de las especies vivientes ha permitido cambiar la visión que se
tiene del estudio del comportamiento de las sociedades(18).

      En la clínica encontramos una actividad mecanicista cuando se descompone la
realidad del enfermo en sus unidades constitutivas, sean estos órganos, tejidos, moléculas
o átomos para encontrar allí un ejemplo más de leyes universales; se es mecanicista
cuando lo real no es el enfermo que se tiene en frente sino lo físicamente medible y
cuantificable en sus oscilaciones, por debajo o por encima de lo normal, que son sufi-
cientes para entender la enfermedad. Por el contrario, se es vitalista cuando todos los
cambios cualitativos que presenta el enfermo, tanto los visibles como cuantitativos del
laboratorio, son tenidos en cuenta para reconstruirlos en la historia clínica mediante un
detallado recuento basado en descripciones particulares y no universales; se es vitalista
cuando se asume sin temor que dicha actividad clínica es necesariamente un proceso
único y subjetivo y se hace un esfuerzo de análisis y de síntesis mediante la comunicación
y el consenso con el enfermo.

      Si se hace parte del hecho de que en los sujetos no siempre hay leyes universales y
que es necesario llegar a consensos entre los diferentes tipos de subjetividad, es necesaria
la investigación clínica como una actividad esencial para que los resultados que se obtienen
de los datos individuales no se queden en la repetición empírica de hechos sino que
comiencen a formar parte de un cuerpo de evidencias teóricas sobre la cual se puede
alimentar tanto la investigación básica como la epidemiológica. Para crear un cuerpo
teórico de evidencias científicas, la epidemiología clínica utiliza un concepto de inferencia
causal basada en los planteamientos de Popper (19). Este filósofo observó que los argu-
mentos científicos sólo se pueden probar en su sentido lógico puesto que una misma
observación puede ser consistente con varias hipótesis, haciendo que entre ellas mismas
sean inconsistentes. Según él, la única manera de probar algo es partir del hecho de que
la hipótesis planteada sea falsa y lo que se busque es rechazarla. De acuerdo con Popper,
la investigación ha avanzado mediante un proceso de eliminación denominado “conjetura
y refutación”. Es así como dentro de los estudios epidemiológicos se busca rechazar la
hipótesis nula, en la que se considera que no hay diferencia entre los dos fenómenos que
se intentan comparar. Este sistema de refutación tiene implicaciones metodológicas
importantes porque rompe con la idea de las leyes naturales universales, sobre las cuales
a veces se sienten tan tranquilos muchos científicos y médicos. La idea de la permanente
refutación impulsa a los médicos a considerar múltiples hipótesis y a buscar las pruebas
más apropiadas para empezar a rechazarlas. Dado que la meta es la falsación de una o
más teorías, se incentiva la despersonalización de las mismas y el cuestionamiento
permanente sobre la realidad única del enfermo (10).


                                                       LA    INVESTIGACIÓN BÁSICA



      En relación con la investigación básica, uno de los aspectos centrales en el estudio
del cáncer tiene que ver con el hecho de que es un desorden clonal, convirtiéndolo en
una enfermedad genética. Adicional a éste hecho, se encuentra que los tumores se
relacionan no sólo con un medio de tejidos estromales subyacentes, sino con una respuesta
sistémica inmune con la que se tienen que enfrentar. En este sentido, el estudio del




                                                                                              10
                                  REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
cáncer es un capítulo especial de la biología y la inmunología. Los tumores malignos
asociados a anormalidades cromosómicas específicas han permitido entender el carácter
genético de la enfermedad como la LMC en el que el 98% de los pacientes tienen una
traslocación de un gen del cromosoma 22 con otro del cromosoma 9 t(9;22), la t(15;17)
de la LMA, la t(8;14) en el linfoma de Burkitt y la t(14;18) en el linfoma no Hodgkin.

      Sin embargo, teniendo en cuenta que cerca del 80% de todas las patologías malignas
son consecuencia de estilos de vida y exposición a agentes genotóxicos y no genotóxicos,
se puede afirmar que las evidencias del daño genético no constituyen la causa sino la
consecuencia de la enfermedad (20). Según varios autores citados por Johansson y cols
(21), los neoplasmas son el resultado de una mala adaptación de los tejidos al medio
ambiente y una pérdida en los mecanismos defensivos epigenéticos. En consecuencia,
las mutaciones no son la causa sino la razón de la preservación del estado neoplásico.
Según este autor la complejidad cariotípica en las que ocurren pérdidas o ganancias de
ciertas regiones genómicas no específicas a alguna enfermedad, parecen estar reflejando
un estado avanzado de actividad neoplásica determinado por el momento de la detección
clínica. En este sentido podemos decir que cuando consideramos que el cáncer es
explicable en términos de sus unidades constitutivas últimas, es decir, cuando pretendemos
buscar en el genoma la causa única de la génesis del cáncer, estamos asumiendo una
actitud mecanicista en el sentido de causalidad unidireccional y determinista. El estudio
genético del cáncer no sólo tiene un interés científico, sino una importancia clínica indis-
cutible porque los tumores malignos con diferentes alteraciones cromosómicas primarias
tienen un significado diagnóstico y un pronóstico diferente. Sin embargo, el hecho de
que se identifique una aberración citogenética como único cambio en un tumor, no prueba
que este cambio haya sido instrumental en su iniciación.

      En contraposición, y de manera complementaria, se es vitalista cuando el cáncer
se estudia en relación con la dinámica orgánica del cuerpo, su entorno y su devenir; es
decir, cuando se comprende el orden relacional entre los constituyentes moleculares,
sus redes de regulación y sus cambios en el tiempo. El uso del término “evolución” es la
consideración de que las neoplasias malignas son el resultado de mutaciones subsecuentes
y selección de nuevos subclones celulares que contienen mutaciones diferentes con mayor
capacidad de adaptación. El hecho de considerar la evolución cariotípica ha sido muy
importante para empezar a realizar estudios citogenéticos secuenciales de las neoplasias;
esto con el fin de diferenciar los cambios cariotípicos primarios y específicos, que
generalmente son submicroscópicos, de los secundarios en los que se presenta pérdida o
ganancia de ciertas regiones cromosómicas sin que éstas sean específicas de la neoplasia
en cuestión. En este sentido, los avances en el estudio de la biología del tumor, la morfo-
logía de las células las características inmunológicas están dando nuevas herramientas y
orientaciones dentro de la investigación, el diagnóstico y el tratamiento. Por eso la impor-
tancia de tener un acercamiento multidisciplinario, como es, por ejemplo la clasificación
MIC (morfología, inmunología y genética) para la clasificación de las leucemias igual-
mente podría ser el desarrollo de una epidemiología molecular y genética, en la que se
rompe con el método inductivo basado en establecer inferencias causales mediante la
sola coincidencia de eventos (10). El vitalismo ha renacido no sólo en el reconocimiento
que los organismos son algo más que máquinas de supervivencia cuyo código esta deter-
minado genéticamente, sino además por el reconocimiento de que los mecanismos regula-
torios están basados en un flujo de comunicación que rompe con las leyes del determi-
nismo (17).

     Según Rottman, muchos científicos experimentales plantean que los estudios
epidemiológicos nunca llegan a ser demostrativos y sólo llegan a sugerir teorías y que es




                                                                                                                      11
                                                        REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA :- PARADIGMAS DEL VOL. 5MÉDICO
                                                                     MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2
en el laboratorio en donde se pueden encontrar relaciones de causa-efecto(10). Sin
embargo, según este autor, aún dentro de la más radical postura mecanicista de disección
de las unidades estructurales se puede probar nada diferente a simples asociaciones.
Según él, “todos los frutos del trabajo científico, en epidemiología como en las otras
disciplinas, hacen lo mejor cuando plantean formulaciones tentativas en la descripción
de la naturaleza, aún cuando el trabajo se realiza sin errores. Nuestro conocimiento
deber ser escéptico y crítico no solo frente al trabajo de los otros sino además y sobre
todo, frente al nuestro”. Para el caso particular del estudio del cáncer, los estudios
experimentales como los no experimentales difícilmente han llegado a demostraciones
definitivas.

      Considero necesario entender el resurgimiento del vitalismo en la medida en que
permite centrar la atención en la organización interna de los seres vivos sin fragmentarla,
analizar su coherencia formal y funcional, así como los mecanismos de regulación. La
proliferación de las células cancerosas depende en general de las características de una
sociedad, de la organización de las instituciones, de las formas de vida que ofrece a los
individuos; de esta manera el énfasis que debemos dar al control del cáncer está directa-
mente relacionado con los cambios históricos que determinan la estructura y organización
de la sociedad. Frente al enfermo, lo importante es que no lo perdamos de vista dentro
del infinito universo de reacciones químicas y funciones orgánicas, ni que tampoco espe-
remos encontrar leyes universales ni formulas terapéuticas para acabar con la inmortalidad
de las células. Debemos ante todo aceptar nuestra inevitable subjetividad, abrirnos a la
comunicación interdisciplinaria para encontrar los mejores elementos que le ayuden a
luchar con dignidad contra una única fuerza que intenta romper su estructura y organi-
zación: la muerte.




                     REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


1.  Abaunza, H. El cáncer mamario. Sociedad Colombiana de Cirugía. Avanzar editores
    Ltda, 1987.
2. Izquierdo, M. Biología molecular del cáncer. Ciencias Biomédicas. 1993.
3. Kuhn, TS. The structure of scientific revolution, 2nd ed. Chicago: University of
    Chicago Press, 1962.
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    Salvat Editores S.A. Primera Edición. Barcelona, 1978.
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    Barcelona, 1970.
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    de Filosofía de las Ciencias. 1 (2-3): 35-53.2000.
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    Barcelona, 1998.
8. Rossi, P. El nacimiento de la ciencia moderna. Filosofía mecánica. Crítica. Grijalbo
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                                                                                             12
                                 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
11. Leicester, HM. Development of Biochemical Concepts from Ancient to Modern
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13. Long, E. A history of Pathology. London, Tindan & Coll, 1928.
14. Doll R, Hill, AB(1954) The mortality of doctors in relation to their smoking habits.
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15. Case RAM, Pearson JT. (1954) Tumours of the urinary bladder in workmen engaged
    in the manufacture and use of certain dyestuff intermediates in the British chemical
    industry. Part II. Further consideration of the role of anilina and the manufacture
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16. Quevedo E. Hacia una epidemiología y clínica no positivista. En Cardona, A.
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18. Patiño JF. Caos y complejidad: Las ciencias del siglo XXI. En: Patiño JF. El
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19. Miller D. (Compilador) Popper. Escritos selectos. Fondo de cultura económica.
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    Nacional de Quilmes. Buenos Aires, 1998.
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                                                                                                                    13
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                                                                   MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2

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  • 1. MECANICISMO Y VITALISMO: PARADIGMAS DEL SABER MÉDICO PRESENTES EN LA COMPRENSIÓN DEL CÁNCER Carolina Wiesner C., MD* INTRODUCCIÓN La palabra “cáncer” fue utilizada por Galeno (129-201 D.C.) cuando realizó la primera cirugía de un tumor maligno de seno y en su magistral descripción lo comparó con un cangrejo, por la tenacidad con que este tumor se aferraba a los tejidos vecinos (1). Hoy en día el cáncer es un concepto que describe un complejo y heterogéneo grupo de estados patológicos cuyo rasgo fenotípico común es el crecimiento desmedido de una población de células neoplásicas. El cáncer se considera además una enfermedad de carácter genético, en la mayoría de los casos adquirida, que se produce al ser eliminadas las restricciones que limitan la división celular en las células de los tejidos (2). Entre la denominación de Galeno y la definición del carácter genético del cáncer es posible identificar toda una gama de paradigmas consecutivos, a veces opuestos o superpuestos del saber médico. Según el conocido historiador de las ciencias T.S. Kuhn, (1962) un paradigma es un patrón o modelo intelectual que regula una etapa en el desarrollo de una ciencia o de un campo científico y respecto del cual todo durante esta etapa parece ser “obligado” y “normal” (3). De acuerdo con este autor la ciencia socialmente aceptada en un momento * Médica histórico, o en sus propios términos, la “ciencia normal” favorece el desarrollo de las Salubrista. Coordinadora teorías que están de acuerdo con ella y dificulta o se convierte fácilmente en obstáculo Grupo área para el desarrollo de nuevas ideas que por su innovación hacen tambalear las certezas Promoción y hasta ese momento dominantes. De acuerdo con este concepto, Laín Entralgo (1978) Prevención, Instituto definió los siguientes paradigmas científicos que han gobernado el saber médico moderno: Nacional de por una parte, el mecanicismo, el vitalismo y el empirismo racionalizado, como formas Cancerología. de pensamiento propios del espíritu liberal y burgués de los siglos XVII y XVIII; por Investigadora Centro sobre otra parte, el evolucionismo, el positivismo y el eclecticismo de los siglos posteriores, Dinámica definidos en relación con los acontecimientos culturales, científicos y tecnológicos de la Social, revolución industrial (4). Universidad Externado de Colombia. Desde sus orígenes el mecanicismo planteó que los seres vivos debían ser entendidos como máquinas sometidas a leyes físicas y químicas (5), lo que en la actualidad se ha traducido en dar una primacía al desciframiento del código genético y la síntesis de proteínas. Los vitalistas, por el contrario, consideraron inaceptable reducir las explica- ciones de la vida a las leyes mecánicas. A partir de este debate inicial generado por los vitalistas que abarcó el siglo XVIII y parte del XIX -y que hoy en día vuelve a tener resonancia- la química y la biología se constituyeron como ciencias e iniciaron una carrera vertiginosa de descubrimientos; el punto máximo de este proceso fue el descu- brimiento que el ADN era una doble hélice, por Watson y Crick en 1953; este descu- brimiento implicó al vitalismo entrar en contradicción con sus principios iniciales, 5 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍAPARADIGMAS DEL SABER 5 NO. 2 MECANICISMO Y VITALISMO: - AGOSTO 2001, VOL. MÉDICO
  • 2. haciendo que los científicos se sumergieran en el mecanicismo dominante del siglo XX. (6). El evolucionismo recogió los problemas fundamentales estudiados dentro de los paradigmas anteriores y añadió un nuevo rasgo al estudio de la naturaleza viva, como es el hecho de la selección natural y la supervivencia de las especies a partir de las carac- terísticas hereditarias de sus miembros. Dentro de esta secuencia para el evolucionismo actual el problema de la vida se ha reducido al análisis de los genes, puesto que la unidad fundamental de la vida ya no es el organismo sino el flujo vivo de la herencia (7). Este artículo tiene como objetivo realizar un análisis sobre el mecanicismo y el vitalismo como un punto de reflexión sobre los orígenes de sus fundamentos científicos y las formas de inferencia causal como posturas que tenemos frente al estudio del cáncer. Dentro del presente artículo no se discute de manera explícita el impacto cultural del evolucionismo ni del positivismo, que también están presentes en el saber médico contemporáneo. EL MECANICISMO El mecanicismo es un capítulo clásico de la historia de las ciencias, pues es la conse- cuencia filosófica de las obras de Galileo y de Newton, entre otros, que transformaron radicalmente la cultura científica europea al explicar la dinámica del universo heliocéntrico y la fuerza de gravedad que lo sostiene. En la filosofía mecánica, la realidad se reduce a una relación de cuerpos en movimiento y esta relación resulta interpretable mediante las leyes de la estática y la dinámica lineal. Bajo la influencia de estos dos grandes físicos de la astronomía planetaria y de la mecánica terrestre, empezaron a surgir nuevas ciencias como la óptica, el magnetismo y las teorías químicas, que bajo los mismos principios filosóficos lograron pasar del estudio de las cosas observables a las no observables, para encontrar propiedades distintas a las de las de los cuerpos macroscópicos (8). La física de Newton no sólo define las leyes del movimiento de los astros sino, además, la naturaleza corpuscular de la materia. Según él, la materia está compuesta de un número ilimitado de diferentes partículas y no es un sustrato homogéneo divisible hasta el infinito, como se creía anteriormente. Con Newton es posible entonces entender la coherencia del universo gracias al concepto de “atracción” en las diferentes partículas que conforman una red de átomos, que tienen además la cualidad de unirse y separarse. Esta atracción es explicada dentro de la ciencia moderna del siglo XVIII ya no por un principio mágico, sino por una propiedad universal que es la atracción’. Gracias a esta concepción del mundo nace posteriormente la química con su técnica, su lenguaje y sus conceptos propios. La expresión filosófica de las obras de Galileo y de Newton se hace explícita con Descartes, quien conquistó las grandes universidades europeas, de tal manera que la filosofía y la física cartesianas constituían el núcleo central de la cultura académica. Con Descartes, la teoría de los animales máquinas se convierte en una adecuada y veraz alternativa de comprensión de los seres vivos mediante la identificación de sus unidades constitutivas, sus propiedades invisibles, sus movimientos y sus leyes mecánicas. La fisiología comienza a desprenderse de las teorías metafísicas y, así como había sucedido con la astronomía y la física, se inicia un nuevo estudio experimental con la aplicación de las leyes de la matemáticas y la geometría a la “máquina” del cuerpo humano. Esta máquina se pone en movimiento gracias al estudio de los desplazamiento locales; la función de cada órgano fue comparada con las máquinas de aquel tiempo, como la 6 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
  • 3. famosa descripción del corazón y la circulación como un sistema hidráulico hecha por William Harvey en 1628 cuando descubrió la circulación mayor. Para conocer cómo funciona una máquina es necesario conocer su estructura. Esta necesidad de comprender lo biológico como máquinas orgánicas se convierte en un nuevo punto de partida para las investigaciones anatómicas y surge así una indagación sobre la anatomía microscópica para buscar sus propiedades invisibles sobre la base de la introducción del microscopio en el estudio de la materia viva con Robert Hooke, Antony van Leeuwenhoeck y Marcelo Malphighi, entre otros. Sin embargo, la biología del siglo XVII no estaba preparada teóricamente para entender los hallazgos observados por el microscopio desde una perspectiva orgánica y por lo tanto hubo que esperar 200 años para que la palabra célula, pronunciada por Hooke en 1661, pudiese ser entendida dentro del confuso sentido vitalista del siglo XIX, como concepto de estructura. Durante este período, la patología y la terapéutica estaban completamente al margen de las discusiones de la ciencia moderna y seguían siendo entendidas desde los planteamientos antiguos como un desequilibrio de los humores tal como lo había descrito Hipócrates. Dentro de este contexto el cáncer, se consideraba un exceso de bilis negra producida por el bazo y el estómago. Los dos más importantes estudios sobre cáncer realizados en el siglo XVIII, que iniciaron una primera fisura con el saber hipocrático, fueron los trabajos de Ramazini y Pott (9). Ramazini publicó en 1713 que el cáncer de seno era más frecuente entre las monjas y sugirió que se debía a su condición de celibato. Percival Pott describió en 1775 la relación entre el cáncer escrotal con la actividad de limpiar las chimeneas. Ambos trabajos se consideran propios del paradigma mecanicista, pues al igual que los estudiosos de la química y la física, estos médicos querían encontrar comunes denominadores, asociaciones causales que les permitieran llegar a leyes univer- sales mediante la observación minuciosas de sus pacientes. En esta aplicación del método inductivo llegaron a romper con el paradigma antiguo y a establecer relaciones absolu- tamente novedosas. Sin embargo, estas descripciones, a pesar de su hallazgos veraces, no se pueden considerar como verdaderos estudios epidemiológicos, pues utilizaban un método puramente inductivo. Este método considerado el método científico de la época con el que se pretendía encontrar relaciones causales a partir de la observación repetitiva de una secuencia particular de eventos, fue inicialmente criticado por Hume en 1739 y luego, más radicalmente, por Bertrand Rusell en 1945 (10). En resumen, el mecanicismo, según Andrade (6), se fundamenta en los siguientes presupuestos: primero, considera que la vida es explicable en términos de sus unidades constitutivas últimas, sean éstas células o macromoléculas; segundo, considera que las explicaciones de la naturaleza, incluyendo la vida, se encuentran en la descripción de los componentes fundamentales de la materia, es decir los átomos; tercero, considera que la vida se rige también por leyes físicas eternas e inmutables y cuarto, identifica la realidad con lo físicamente mensurable y cuantificable, es decir que lo cualitativo es reducible a lo cuantitativo. EL VITALISMO En el siglo XVIII el mecanicismo clásico apareció como insuficiente para explicar funcionamiento de los organismos, pues frente a los objetos inanimados lo viviente, con su materia en permanente transformación, no podía ser entendido únicamente en términos de engranajes, poleas y palancas. Se empezó a reconocer que los fenómenos no son sólo más complejos en los seres vivos, sino además más perfectos (5). Lo que antes y según 7 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA :- PARADIGMAS DEL VOL. 5MÉDICO MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2
  • 4. la tradición era denominado dynamis, fuerza espiritual, “Alma” y más tarde “Inteligencia” se convertirá en el siglo XVII en la “fuerza vital”. A diferencia de los conceptos anteriores, ya no se trata de un poder único centralizado en el corazón, sino de una cualidad particular de la materia viva, que se encuentra en cada músculo, cada nervio, cada parte y le otorga sus propiedades específicas. En sus observaciones, los vitalistas buscaban demostrar la presencia de una fuerza vital para liberar al estudio de la materia viva de las interpre- taciones mágicas y misteriosas y transformarlas en objetos de ciencia. La “fuerza vital” era para el vitalista ontológica y operativamente superior a las otras fuerzas de la naturaleza como son la mecánica, la térmica, la eléctrica, la magnética y la química y, por lo tanto, es irreducible a ellas. Los que directamente estaban enfrentados a la complejidad de la materia viva eran los médicos y los químicos que comenzaron a oponerse a la concepción de hombre- máquina y a la tranquilidad de la generalización de la física. Stahl, padre del vitalismo, afirmaba que las leyes universales sólo se aplicaban a los seres vivientes en términos de un principio de conservación de su organización interna; en otras, de un “orden estructural” que asegura la sobrevivencia de los organismos en la naturaleza; según los vitalistas, cuando éstos pierden su organización interna están condenados a la destrucción y a la muerte. Otro representante de la postura vitalista es Albrecht Von Haller, médico del siglo XVIII, quien plantea los conceptos de sensibilidad e irritabilidad propios de las fibras nerviosas y musculares, respectivamente. De acuerdo con este autor, diferentes tipos de estímulos –químicos, mecánicos o eléctricos– podían producir la irritación muscu- lar. Las ideas de Haller se difundieron por toda Europa y algunos seguidores llegaron a comparar la irritabilidad con una fuerza vital similar a la fuerza gravitacional. Sin embargo, Haller se oponía a dar explicaciones mecanicistas a esta fuerza, pues según él, reflejaba el conjunto de la organización interna del organismo, que era en sí misma irreducible a elementos mecánicos o de otro tipo. En términos generales, la idea de fuerza vital, se definió de múltiples maneras, particularmente en el ámbito de las teorías químicas, pues éstas se movían en el límite que separa lo inorgánico de lo orgánico. El vitalismo fue una corriente importante antes de ser posible la síntesis de los compuestos orgánicos y la comprensión de los mecanismos de sus reacciones. Cuando fue posible dicha síntesis, los químicos no necesitaron más de la fuerza vital y poco a poco el vitalismo fue perdiendo sus fundamentos científicos (11). El desinterés creciente por el estudio de la estructura del cuerpo se explica por el surgimiento de la química como ciencia, la cual se centró en la comprensión de las reacciones químicas de los organismos vivientes. Para dicha comprensión sólo es nece- sario entender las características del medio y no la particularidad de las estructuras (12). En el siglo XIX y parte del XX la mayoría de los biólogos y médicos que estudiaban el fenómeno de la vida tuvieron que volver a asumir tanto una como la otra postura, cuando las explicaciones mecanicistas de los organismos vivientes no eran suficientes para explicarlas, entonces tenían que llegar a reflexiones de tipo vitalista. Tal fue el caso de Hans Driesch (1867-1941) quién insistía que la función del protoplasma no podía ser explicada mecánicamente. El concepto de medio interno descrito por Claude Bernard en 1865, hizo que definitivamente las discusiones vitalistas y el interés por el estudio de lo estructural se perdieran dentro del panorama científico (12). Es así como los científicos preferían observar el músculo como resultado de un acortamiento de la proteína muscular en vez de mirar las características de su tejido bajo el microscopio. La estructura micros- cópica sólo empezó a tener importancia en los círculos restringidos de la Alemania experimental después que Rudolph Virchow(1821-1902), sin ser un anatomopatólogo puro, demostró que el tejido canceroso estaba formado por células (13). 8 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
  • 5. En resumen, el vitalismo se convirtió en un modelo de interpretación de lo vivo, y en oposición a los rasgos esenciales del mecanicismo, tiene los siguientes presupuestos: primero, el objeto de estudio no se puede descomponer por cuanto deja de presentar las características que lo especifica. Segundo, el conocimiento científico consiste ante todo en conocer los cambios cualitativos visibles e invisibles de las cosas y su real deter- minación; tercero, los objetos de estudio no se pueden reducir a leyes físicas dadas por la mecánica, y cuarto, la naturaleza viviente tiene unos propósitos naturales. LA COMPRENSIÓN DEL CÁNCER DESDE LOS DIFERENTES PARADIGMAS Para la comprensión del cáncer se dispone en la actualidad de tres tipos de investigación: la básica, la epidemiológica y la clínica, a través de las cuales se busca conocer la génesis y la evolución de los tumores malignos. A pesar del acúmulo de datos clínicos, experimentales y epidemiológicos, hoy en día tenemos una comprensión muy rudimentaria de la génesis del cáncer. Esta ignorancia se debe parcialmente, a que en realidad es un grupo de enfermedades que sólo hasta hace unos 150 años aproximadamente se convirtiera en un problema de salud pública y por ello solo en el siglo XX se empezó realmente a estudiar como un fenómeno predominante. Por otra parte, hay problemas inherentes al estudio de la biología del tumor, cuyos estudios se realizan cuando ya el tumor está diagnosticado, es decir, cuando las células neoplásicas han sufrido muchas divisiones y probablemente adquirido características y anormalidades que originalmente no estaban presentes; otra razón que dificulta su estudio es la etiología multicausal. Dentro de los tres tipos de investigación podemos asumir posiciones tanto mecanicistas como vitalistas que son importantes de reconocer para poder tener una mirada crítica sobre los fundamentos de nuestro quehacer en el control y el conocimiento sobre el cáncer. LA INVESTIGACIÓN EPIDEMIOLÓGICA Y CLÍNICA En relación con la epidemiología moderna del cáncer, históricamente se define su inicio con los estudios de Doll y Hill en 1954 (14) en los que se estableció la relación entre el cigarrillo y cáncer pulmonar; adicionalmente, los trabajos de Case y Pearson (15) establecieron el cáncer de vejiga como consecuencia a la exposición de agentes químicos. La investigación epidemiológica en cáncer ha sido posible mediante el estudio de las estadísticas vitales y su comparación entre diferentes regiones. Gracias a la clasifi- cación internacional de las enfermedades se han podido comparar incidencias entre dife- rentes países y se han logrado hacer asociaciones estadísticas entre éstas y ciertos hábitos de vida (9). Se considera que la epidemiología es mecanicista y positivista cuando analiza la sociedad desde un modelo biológico. Es decir, como un conjunto de factores de riesgos químicos, biológicos y físicos inmersos en un medio ambiente natural y se abstiene de entender la sociedad como un espacio político, económico y cultural, con redes institu- cionales y relaciones sociales que determinan la distribución de dichos riesgos(16). Gra- cias al desarrollo de la epidemiología se ha enriquecido el conocimiento que se tiene sobre cáncer permitiendo el planteamiento de ciertas hipótesis causales. Sin embargo, la idea que se tiene de la sociedad como un sistema abierto que tiende al equilibrio ha comenzado a ser rebatida no sólo por el desarrollo del materialismo histórico, sino además por los nuevos conceptos que surgen desde la química y la física, como los procesos de 9 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA :- PARADIGMAS DEL VOL. 5MÉDICO MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2
  • 6. evoluciones internas hacia un mundo de no equilibrio planteados por Prigogine. Según él, hay procesos de evolución hacia el desorden que hacen imposible encontrar relaciones universales entre todos los fenómenos, pues son consecuencia de procesos únicos, locales muchos de ellos, irreversibles e irrepetibles (17). Actualmente, la teoría de los sistemas complejos de adaptación de las especies vivientes ha permitido cambiar la visión que se tiene del estudio del comportamiento de las sociedades(18). En la clínica encontramos una actividad mecanicista cuando se descompone la realidad del enfermo en sus unidades constitutivas, sean estos órganos, tejidos, moléculas o átomos para encontrar allí un ejemplo más de leyes universales; se es mecanicista cuando lo real no es el enfermo que se tiene en frente sino lo físicamente medible y cuantificable en sus oscilaciones, por debajo o por encima de lo normal, que son sufi- cientes para entender la enfermedad. Por el contrario, se es vitalista cuando todos los cambios cualitativos que presenta el enfermo, tanto los visibles como cuantitativos del laboratorio, son tenidos en cuenta para reconstruirlos en la historia clínica mediante un detallado recuento basado en descripciones particulares y no universales; se es vitalista cuando se asume sin temor que dicha actividad clínica es necesariamente un proceso único y subjetivo y se hace un esfuerzo de análisis y de síntesis mediante la comunicación y el consenso con el enfermo. Si se hace parte del hecho de que en los sujetos no siempre hay leyes universales y que es necesario llegar a consensos entre los diferentes tipos de subjetividad, es necesaria la investigación clínica como una actividad esencial para que los resultados que se obtienen de los datos individuales no se queden en la repetición empírica de hechos sino que comiencen a formar parte de un cuerpo de evidencias teóricas sobre la cual se puede alimentar tanto la investigación básica como la epidemiológica. Para crear un cuerpo teórico de evidencias científicas, la epidemiología clínica utiliza un concepto de inferencia causal basada en los planteamientos de Popper (19). Este filósofo observó que los argu- mentos científicos sólo se pueden probar en su sentido lógico puesto que una misma observación puede ser consistente con varias hipótesis, haciendo que entre ellas mismas sean inconsistentes. Según él, la única manera de probar algo es partir del hecho de que la hipótesis planteada sea falsa y lo que se busque es rechazarla. De acuerdo con Popper, la investigación ha avanzado mediante un proceso de eliminación denominado “conjetura y refutación”. Es así como dentro de los estudios epidemiológicos se busca rechazar la hipótesis nula, en la que se considera que no hay diferencia entre los dos fenómenos que se intentan comparar. Este sistema de refutación tiene implicaciones metodológicas importantes porque rompe con la idea de las leyes naturales universales, sobre las cuales a veces se sienten tan tranquilos muchos científicos y médicos. La idea de la permanente refutación impulsa a los médicos a considerar múltiples hipótesis y a buscar las pruebas más apropiadas para empezar a rechazarlas. Dado que la meta es la falsación de una o más teorías, se incentiva la despersonalización de las mismas y el cuestionamiento permanente sobre la realidad única del enfermo (10). LA INVESTIGACIÓN BÁSICA En relación con la investigación básica, uno de los aspectos centrales en el estudio del cáncer tiene que ver con el hecho de que es un desorden clonal, convirtiéndolo en una enfermedad genética. Adicional a éste hecho, se encuentra que los tumores se relacionan no sólo con un medio de tejidos estromales subyacentes, sino con una respuesta sistémica inmune con la que se tienen que enfrentar. En este sentido, el estudio del 10 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
  • 7. cáncer es un capítulo especial de la biología y la inmunología. Los tumores malignos asociados a anormalidades cromosómicas específicas han permitido entender el carácter genético de la enfermedad como la LMC en el que el 98% de los pacientes tienen una traslocación de un gen del cromosoma 22 con otro del cromosoma 9 t(9;22), la t(15;17) de la LMA, la t(8;14) en el linfoma de Burkitt y la t(14;18) en el linfoma no Hodgkin. Sin embargo, teniendo en cuenta que cerca del 80% de todas las patologías malignas son consecuencia de estilos de vida y exposición a agentes genotóxicos y no genotóxicos, se puede afirmar que las evidencias del daño genético no constituyen la causa sino la consecuencia de la enfermedad (20). Según varios autores citados por Johansson y cols (21), los neoplasmas son el resultado de una mala adaptación de los tejidos al medio ambiente y una pérdida en los mecanismos defensivos epigenéticos. En consecuencia, las mutaciones no son la causa sino la razón de la preservación del estado neoplásico. Según este autor la complejidad cariotípica en las que ocurren pérdidas o ganancias de ciertas regiones genómicas no específicas a alguna enfermedad, parecen estar reflejando un estado avanzado de actividad neoplásica determinado por el momento de la detección clínica. En este sentido podemos decir que cuando consideramos que el cáncer es explicable en términos de sus unidades constitutivas últimas, es decir, cuando pretendemos buscar en el genoma la causa única de la génesis del cáncer, estamos asumiendo una actitud mecanicista en el sentido de causalidad unidireccional y determinista. El estudio genético del cáncer no sólo tiene un interés científico, sino una importancia clínica indis- cutible porque los tumores malignos con diferentes alteraciones cromosómicas primarias tienen un significado diagnóstico y un pronóstico diferente. Sin embargo, el hecho de que se identifique una aberración citogenética como único cambio en un tumor, no prueba que este cambio haya sido instrumental en su iniciación. En contraposición, y de manera complementaria, se es vitalista cuando el cáncer se estudia en relación con la dinámica orgánica del cuerpo, su entorno y su devenir; es decir, cuando se comprende el orden relacional entre los constituyentes moleculares, sus redes de regulación y sus cambios en el tiempo. El uso del término “evolución” es la consideración de que las neoplasias malignas son el resultado de mutaciones subsecuentes y selección de nuevos subclones celulares que contienen mutaciones diferentes con mayor capacidad de adaptación. El hecho de considerar la evolución cariotípica ha sido muy importante para empezar a realizar estudios citogenéticos secuenciales de las neoplasias; esto con el fin de diferenciar los cambios cariotípicos primarios y específicos, que generalmente son submicroscópicos, de los secundarios en los que se presenta pérdida o ganancia de ciertas regiones cromosómicas sin que éstas sean específicas de la neoplasia en cuestión. En este sentido, los avances en el estudio de la biología del tumor, la morfo- logía de las células las características inmunológicas están dando nuevas herramientas y orientaciones dentro de la investigación, el diagnóstico y el tratamiento. Por eso la impor- tancia de tener un acercamiento multidisciplinario, como es, por ejemplo la clasificación MIC (morfología, inmunología y genética) para la clasificación de las leucemias igual- mente podría ser el desarrollo de una epidemiología molecular y genética, en la que se rompe con el método inductivo basado en establecer inferencias causales mediante la sola coincidencia de eventos (10). El vitalismo ha renacido no sólo en el reconocimiento que los organismos son algo más que máquinas de supervivencia cuyo código esta deter- minado genéticamente, sino además por el reconocimiento de que los mecanismos regula- torios están basados en un flujo de comunicación que rompe con las leyes del determi- nismo (17). Según Rottman, muchos científicos experimentales plantean que los estudios epidemiológicos nunca llegan a ser demostrativos y sólo llegan a sugerir teorías y que es 11 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA :- PARADIGMAS DEL VOL. 5MÉDICO MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2
  • 8. en el laboratorio en donde se pueden encontrar relaciones de causa-efecto(10). Sin embargo, según este autor, aún dentro de la más radical postura mecanicista de disección de las unidades estructurales se puede probar nada diferente a simples asociaciones. Según él, “todos los frutos del trabajo científico, en epidemiología como en las otras disciplinas, hacen lo mejor cuando plantean formulaciones tentativas en la descripción de la naturaleza, aún cuando el trabajo se realiza sin errores. Nuestro conocimiento deber ser escéptico y crítico no solo frente al trabajo de los otros sino además y sobre todo, frente al nuestro”. Para el caso particular del estudio del cáncer, los estudios experimentales como los no experimentales difícilmente han llegado a demostraciones definitivas. Considero necesario entender el resurgimiento del vitalismo en la medida en que permite centrar la atención en la organización interna de los seres vivos sin fragmentarla, analizar su coherencia formal y funcional, así como los mecanismos de regulación. La proliferación de las células cancerosas depende en general de las características de una sociedad, de la organización de las instituciones, de las formas de vida que ofrece a los individuos; de esta manera el énfasis que debemos dar al control del cáncer está directa- mente relacionado con los cambios históricos que determinan la estructura y organización de la sociedad. Frente al enfermo, lo importante es que no lo perdamos de vista dentro del infinito universo de reacciones químicas y funciones orgánicas, ni que tampoco espe- remos encontrar leyes universales ni formulas terapéuticas para acabar con la inmortalidad de las células. Debemos ante todo aceptar nuestra inevitable subjetividad, abrirnos a la comunicación interdisciplinaria para encontrar los mejores elementos que le ayuden a luchar con dignidad contra una única fuerza que intenta romper su estructura y organi- zación: la muerte. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Abaunza, H. El cáncer mamario. Sociedad Colombiana de Cirugía. Avanzar editores Ltda, 1987. 2. Izquierdo, M. Biología molecular del cáncer. Ciencias Biomédicas. 1993. 3. Kuhn, TS. The structure of scientific revolution, 2nd ed. Chicago: University of Chicago Press, 1962. 4. Laín Entralgo, P. Historia de la Medicina. Mecanicismo Vitalismo y empirismo. Salvat Editores S.A. Primera Edición. Barcelona, 1978. 5. Jacob, F. La lógica de lo viviente. Una historia de la herencia. Editorial Laia. Barcelona, 1970. 6. Andrade E. La Introducción del sujeto en las ciencias naturales. Revista Colombiana de Filosofía de las Ciencias. 1 (2-3): 35-53.2000. 7. Goodwin, B. Las manchas del leopardo. La evolución de la complejidad. Metatemas, Barcelona, 1998. 8. Rossi, P. El nacimiento de la ciencia moderna. Filosofía mecánica. Crítica. Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1997:133. 9. Dos Santos Silva, I. Cancer Epidemiology. Principles and Methods. IARC. WHO. Lyon, 1999. 10. Rothman KJ, Greenland S. Causation and Causal Inference. In: Rothman KJ, Greenland S. Modern Epidemiology. Lippincott-Raven. Philadelphia, 1998. 12 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA - AGOSTO 2001, VOL. 5, NO. 2
  • 9. 11. Leicester, HM. Development of Biochemical Concepts from Ancient to Modern Times. Harvard University Press, Cambridge MA 1974: 150-159. 12. Piccolino, M. Biological machines: from mills to molecules. Molecular cell biology (1): 149-152, 2000. 13. Long, E. A history of Pathology. London, Tindan & Coll, 1928. 14. Doll R, Hill, AB(1954) The mortality of doctors in relation to their smoking habits. A preliminary report. Br. Med. J., i 1451-1455. 15. Case RAM, Pearson JT. (1954) Tumours of the urinary bladder in workmen engaged in the manufacture and use of certain dyestuff intermediates in the British chemical industry. Part II. Further consideration of the role of anilina and the manufacture of auramine and magenta (fuchine) as posible causative agents. Br J Int Med 44, 289-291. 16. Quevedo E. Hacia una epidemiología y clínica no positivista. En Cardona, A. 17. Prigogine I. Tan sólo una ilusión? Una exploración del caos al orden. Tusquets Editories S.A. Barcelona, 1993. 18. Patiño JF. Caos y complejidad: Las ciencias del siglo XXI. En: Patiño JF. El computador, la cibernética y la teoría de la información: La Biomedicina a la infomedicina. En proceso de impresión, 2001. 19. Miller D. (Compilador) Popper. Escritos selectos. Fondo de cultura económica. México, 1995. 20. Gómez DE, Alonso DF. Introducción a la Oncología molecular. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos Aires, 1998. 21. Johansson B, Mertens F, Mitelman F. Primary vs secundary neoplasia associated with chromosomal abnormalities-Balanced Rearrangements vs Genomic Imbalances? Genes, Chromosomes & Cancer. Cancer 16:155-163, 1996. 13 REVISTA COLOMBIANA DE CANCEROLOGÍA :- PARADIGMAS DEL VOL. 5MÉDICO MECANICISMO Y VITALISMO AGOSTO 2001, SABER NO. 2