1. LECCIÓN 1
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1. Ya que vamos a estudiar la Biblia quizás te pueda interesar
saber que la palabra BIBLIA viene del griego. Ésta era la lengua
que más se hablaba hace dos mil años en los países del área del
Mediterráneo oriental. Era un idioma que, más o menos bien,
casi todos conocían, algo así como el inglés hoy día. En griego
para decir libro se dice "biblos". Esta palabra, biblos, está en
"biblioteca", que quiere decir "lugar donde se guardan los
libros". Para decir librito los griegos dicen "biblíon". Fíjate
dónde cae el acento. El plural, libritos, es "biblía", con acento en
"bli". De ahí viene nuestra palabra Biblia que hemos hecho un
poco más suave a nuestros oídos adelantando el acento a "bi".
La conclusión es que BIBLIA quiere decir colección de libritos.
Y es verdad porque en total son nada menos que 73 libros. 46
de ellos pertenecen al Antiguo Testamento, o sea, al tiempo
antes de Jesucristo, y 27 al Nuevo Testamento, al tiempo
después de Jesucristo.
2. Abre tu Biblia y mira el índice. El primer libro de la Biblia se
llama Génesis. En nuestra versión de la Biblia el libro del
Génesis cubre 73 páginas. No es mucho y, si lo imprimiésemos
solo, verdaderamente sería un librito. Hay otros un tanto más
largos, por ejemplo el libro de los Salmos, pero los hay muy
cortos. El más breve de todos es una carta de San Pablo a un tal
Filemón. Mira en el índice Carta a Filemón y búscala. Verás lo
cortita que es.
3. Cada libro de la Biblia está dividido en capítulos y
versículos. Ve de nuevo al principio del Génesis, el primer libro
de la Biblia, y verás el número uno escrito muy grueso. Indica el
capítulo. Luego verás que siguen números pequeñitos. Son los
versículos. Cuenta cuántos versículos hay en el primer capítulo
y verás que son 31. Después del 31 verás el número dos, que
indica el segundo capítulo. Siguen los 25 versículos del capítulo
dos. Y así sucesivamente. Cuando citamos la Biblia ponemos el
texto sagrado siempre entre comillas y a continuación el libro, el
capítulo y el versículo. Por ejemplo: "Al principio creo Dios el
cielo y la tierra" (Génesis 1,1).
4. Esto de dividir toda la Biblia en capítulos y versículos se
hizo ya hace algún tiempo. Dicen que fue un cierto Esteban
Langton quien allá por el año 1226 tuvo la feliz idea de dividir la
2. Biblia entera en capítulos. La división en versículos vino más
tarde, en 1551. Fue el trabajo de un francés por nombre Robert
Estienne de oficio impresor. Iba de viaje desde Lyón a París y se
entretuvo dividiendo los capítulos en versículos. Todos
estuvieron de acuerdo y lo aceptaron. Era evidente que citando
el libro, el capítulo y el versículo se llegaba a un texto de la
Biblia con gran rapidez, pero, comprenderás, esta división no
pasa de ser una ayuda para encontrar textos y no puede
considerarse Palabra de Dios.
5. La Biblia que tienes en tus manos es una traducción. En
nuestro idioma hay muchas más traducciones. Tal vez conozcas
la Biblia de Nacar-Colunga, la de Bover-Cantera, la Biblia
Latinoamericana, la Biblia de Jerusalén, la Biblia de Nuestro
Pueblo u otra. Hoy día no hay mucha diferencia en la
interpretación del texto original, pero cada una difiere de las
otras por el vocabulario que usa, las introducciones a cada
libro, las notas más o menos amplias y las referencias
históricas.
6. Una nota común, y que verás a vuelta de las tapas, es que
todas ellas son católicas. Llevan una aprobación por parte de la
Iglesia. Las que no tengan esta aprobación, no son católicas. Es
sencillo: se ha encargado a unos señores que miren si hay
errores de doctrina en la traducción y, si no los hay, se permite
la impresión. De sentido común, ¿no?
7. Además de una aprobación por parte de la Iglesia, la
Biblia tiene anotaciones a pie de página. La razón es hacer
frente a la idea de la libre interpretación de la Biblia según se
crea que el Espíritu sopla a cada uno. Hay textos de la Biblia
que son difíciles y sobre los que hay una interpretación segura
dada por el Magisterio de la Iglesia. En ese caso, a pie de página
se dice al lector qué significa o cómo hay que interpretar de
modo correcto lo que está leyendo. Un criterio para dudar de
una Biblia es que no tenga anotaciones a pie de página. Las
Biblias no católicas no las llevan. Además, tienen menos libros
que las católicas.
8. Los originales de los libros que componen la Biblia
fueron escritos en hebreo, en arameo y en griego. Estoy seguro
que sabes la palabra "amén" con la que acaban muchas
oraciones. Pues bien, "amén" es hebreo y quiere decir "así sea".
También es hebreo la palabra "aleluya", que significa "alabad al
Señor". No sé si sabrás que cuando Jesús rezaba se dirigía a su
Padre con la palabra "abba" que es arameo y tiene un
3. significado todo especial que se queda entre nuestro padre y
papá con un matiz muy entrañable y hasta casero. También es
aramea la palabra "hosanna" que significa "salvarnos ahora".
La palabra "gólgota" también es aramea y quiere decir "el lugar
de la calavera". ¿Quién no ha oído nunca "Kyrie eleison"? Es
griego y quiere decir "Señor, ten piedad".
9. Observa que ningún libro de la Biblia se escribió en latín o
en la lengua que tú hablas. Lo que hay en estas lenguas son
traducciones. Por cierto, hay ingleses a quienes les cuesta creer
esto. Su traducción del siglo XVI es tan bonita y entró tanto en
el alma inglesa que algunos llegaron a pensar que la suya es la
lengua original de la Biblia.
10. Podíamos preguntarnos qué es la Biblia. Si la miras por
encima es la historia de los hebreos, israelitas y judíos. Para
algunos es una interminable relación de batallas sin fin. Hay
quienes la admiran como literatura o como un libro que ha
calado en el alma de muchos hombres y que ha impactado en
su manera de ser y pensar. Pero escucha lo que en realidad es
la Biblia. La Biblia es la más extraordinaria historia de amor
jamás escrita. Habla del inmenso amor que Dios nos tiene. Es la
Palabra de Dios y hay que leerla con fe. Leerla sin fe es como
leer cualquier otro libro.
11. La Biblia nos habla de Dios, de cómo es y de qué ha
hecho y hace por nosotros. Nos dice que Dios nos ha creado
para una vida eterna. Nos dice que Dios nos ama y quiere que
vivamos en Él. Habla también, y mucho, del hombre. Habla de
nuestra dignidad, de nuestra caída, de nuestros pecados y
debilidades y habla, sobre todo, de nuestro futuro, que no es
precisamente la muerte.
12. Habla también de la mano que Dios nos extendió cuando,
en vez de abandonarnos al destino que nosotros nos habíamos
creado y que no nos llevaba a ninguna parte, se hizo hombre,
como uno de nosotros, vivió, como uno de nosotros, y se
empeñó y sigue empeñado en sacarnos adelante y llevarnos a la
vida eterna para la cual nos creó. Claro que a todo esto
podemos decir que sí o que no. Y lo hacemos con la misma
libertad que Dios nos dió. Dios jamás fuerza. Y lo que hagamos
lo hacemos bajo nuestra responsabilidad.
13. Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen
al conocimiento de la verdad" (1ª Timoteo 2,4), es decir, de
Jesucristo. Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos
4. los hombres, según su mandato: "Id y haced discípulos de
todos los pueblos" (Mateo 28,19). Esto se lleva a cabo mediante
la Tradición Apostólica. La Tradición Apostólica es la
transmisión del mensaje de Cristo llevada a cabo, desde los
comienzos del cristianismo, por la predicación, el testimonio,
las instituciones, el culto y los escritos inspirados. Los
Apóstoles transmitieron a sus sucesores, los obispos y, a
través de éstos, a todas las generaciones hasta el fin de los
tiempos todo lo que habían recibido de Cristo y aprendido del
Espíritu Santo.
14. La Tradición Apostólica se realiza de dos modos: con la
transmisión viva de la Palabra de Dios, también llamada
simplemente Tradición, así a secas, y con la Biblia que es el
mismo anuncio de la salvación puesto por escrito. La Tradición
y la Biblia están íntimamente unidas y compenetradas entre sí.
En efecto, ambas hacen presente y fecundo en la Iglesia el
Misterio de Cristo, y surgen de la misma fuente divina. Juntas
constituyen un solo sagrado depósito de la fe, del cual la Iglesia
saca su propia certeza sobre todas las cosas reveladas. Nunca
habrá contradicción entre la Biblia y la Tradición ya que ambas
tienen un mismo origen que es Dios.
Vamos a hacer un poco de práctica buscando libros,
capítulos y versículos en tu Biblia.
Observa que primero ponemos el nombre del libro que vas a
buscar en el ÍNDICE. Siguen el número del capítulo y una coma.
A continuación está el número del versículo. Si buscas más de
un versículo, se pone un guión entre el primero y el último.
Toma tu reloj y vamos a ver cuánto tiempo necesitas para
buscar cada uno de estos textos:
1) Génesis 6,11. ¿Lo has encontrado? ¿Qué te parece?
Ninguna novedad, ¿no?
2) Deuteronomio 8,11-14. ¿A que es una verdad como un
templo?
3) Juan 3,16. Y esto cuando Dios nos podría haber dejado de
la mano de ... Dios.
4) Apocalipsis 21,1-5. Para lo que somos cristianos, la vida
eterna.
Recuerda que primero tienes que buscar la página del libro
en el índice. Los títulos de los libros te van a aparecer un tanto
raros hasta que te habitúes a ellos. Poco a poco ganarás
5. práctica.
Éstas son las preguntas que te sugerimos para esta primera
sesión. Al responder, en el apartado Asunto, escribe
"Respuestas Lección 1". Por favor, incluye las preguntas en tus
respuestas.
1) ¿De dónde viene la palabra Biblia?
2) La división de la Biblia en capítulos y versículos, ¿es una
verdad revelada?
3) ¿En qué se diferencian las Biblias católicas de las no
católicas?
4) ¿Por qué crees que Dios quiso revelarse al hombre?
5) ¿Por qué Dios se hizo hombre?
6) ¿Qué se entiende por la Tradición Apostólica?
6. LECCIÓN 2
1. Una pregunta que podríamos hacernos es quién es el autor
de la Biblia. La respuesta es ésta: el autor de la Biblia es Dios.
Los hombres que la escribieron fueron instrumentos de los que
Dios se valió para manifestar todo lo que Él quiso y sólo eso.
Nos habló por medio de unos hombres que tenían una lengua
concreta, que escribían condicionados por una cultura y
mentalidad específica, muy distintas de la nuestra. De tal modo
que, para leer la Biblia, hemos de entender primero a los
hombres que la escribieron: su mentalidad y modo de ver las
cosas, sus expresiones y literatura, sus costumbres e historia
(Catecismo de la Iglesia 110). Dios escogió a esos hombres para
esa precisa tarea respetando siempre su talento, inteligencia y
modo de ser. Esto es evidente cuando estudiamos la manera de
escribir de cada uno de ellos, su estilo y lengua, la cultura y el
ambiente en que vivieron. Pero la misma asistencia de Dios hizo
que entendieran e interpretaran correctamente lo que Dios
quería revelar. Por eso decimos que Dios es el autor de la Biblia
(Catecismo de la Iglesia 105-108). Ahora nos toca a nosotros
hacer lo mismo: leerla o escucharla bajo el prisma de la fe.
2. En la Biblia se palpa cómo Dios ha ido revelándose al
hombre, recordándole quién es y para qué ha sido creado. Se ve
cómo Dios escoge a un pueblo y dirige su historia. Al principio
ese pueblo se cierra en sí mismo, pero, poco a poco, se va
dando cuenta de que posee un mensaje de vida eterna, se va
abriendo a él y acaba incluyendo a todas las naciones. Se
descubre también el sentido que Dios ha querido dar a ciertos
acontecimientos, a las vidas y las actuaciones de ciertas
personas. Se nos invita a mirar todo esto con los mismos ojos
de Dios.
3. Si no descubrimos el sentido que Dios ha querido dar a lo
que la Biblia dice, el libro no pasará de ser una obra literaria. Si,
en cambio, descubrimos el mensaje que Dios ha querido
transmitirnos, las cosas toman otro cariz. Los hombres que
escribieron la Biblia lo hicieron como creyentes. Lo mismo
quienes leen sus escritos. Lo que ellos dicen cobra un sentido
especial porque lo leemos y escuchamos como creyentes, a
través del prisma de la fe.
4. Dios es el autor de la Biblia, por eso decimos que no
contiene errores en lo que Dios nos quiere revelar o decir
7. (Catecismo de la Iglesia 107). Esto no significa que el hombre
que escribió un libro de la Biblia, como hombre que era, no se
haya equivocado al redactar. Todo escrito refleja bien al escritor
y en la Biblia pasa igual. Vas a encontrar a veces una manera de
expresarse rudimentaria; estilos que van desde la literatura más
encumbrada a la más elemental; información histórica y
topográfica que a veces asombra por su exactitud, pero que
otras no es tan exacta. Es lo humano de la Biblia. Leemos en el
Catecismo de la Iglesia (109: "En la Sagrada Escritura, Dios
habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto para
interpretar bien la Escritura es preciso estar atento a lo que los
autores humanos quisieron verdaderamente afirmar y a lo que
Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (Dei Verbum
12,1)".
5. Por eso, siempre hay que tener en cuenta los diferentes
géneros literarios, el estilo, la cultura , el ambiente, las
circunstancias que rodeaban al escritor y su personalidad
reflejada en lo que escribe. De todo eso se sirve Dios que nunca
anula a la persona. A través del redactor inspirado, Dios nos va
pasando su mensaje y eso es lo que vale. Ahí te darás cuenta
del poder de su Palabra inspirada por el Espíritu Santo
(Catecismo de la Iglesia 110). Lo que sería un grave error es
pensar que un día Dios se apareció, por ejemplo, a un tal Lucas
y le dijo: "Oye, Lucas. Toma lápiz y papel que te voy a dictar un
par de páginas. A ver si me lo haces bien y sin equivocarte", y
que de ahí nos saliese el evangelio de San Lucas. De eso nada.
6. El Concilio Vaticano II señala tres criterios que se deben
tener en cuenta para interpretar correctamente la Sagrada
Escritura (Catecismo de la Iglesia 111, 113 y 114): a) Prestar
gran atención "al contenido y a la unidad de toda la Escritura".
b) Leer la Escritura en la tradición viva de toda la Iglesia". c)
Estar atento "a la analogía de la fe". Se entiende por analogía de
la fe la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el
proyecto total de la revelación.
7. Vas a ver que la Biblia está dividida en dos partes. La
primera se llama el Antiguo Testamento y la segunda, el Nuevo
Testamento. El Antiguo Testamento es casi dos veces el Nuevo.
Obsérvalo en tu Biblia. Aquí testamento quiere decir alianza,
pacto, y no el documento que expresa la voluntad de una
persona respecto a sus bienes. A veces se oye decir que el
Antiguo Testamento es la historia de Israel y el Nuevo
Testamento es la historia de la Iglesia. Esta afirmación está
equivocada. Ni los redactores del Antiguo Testamento querían
8. hacer una historia del pueblo judío, ni los del Nuevo Testamento
querían escribir una biografía de Jesús. Los dos Testamentos
son escritos religiosos, testimonio de la fe de sus autores y del
pueblo del que formaban parte. En el fondo nos están contando
su Credo. Dicho de otro modo, no narran la historia sino que
explican la intervención de Dios en la historia. Esta división es
lógica y llena de significado. El Antiguo Testamento nos lleva
desde la creación del hombre, su caída, la promesa de un
salvador, promesa que se va reiterando a través de la historia de
un pueblo, hasta un poco antes de cuando Dios mismo se hizo
hombre, hecho que abre la puerta al Nuevo Testamento.
8. Éste es el acontecimiento más transcendental de toda la
historia. Dios vino a este mundo para hablarnos de sí y para
aclararnos las ideas de qué somos y para qué se nos ha creado.
Aún no podemos explicarnos cómo se le ocurrió hacer lo que
hizo en vez de dejarnos empozoñarnos la vida unos a otros y
gastarnos en rivalidades, miserias y pecados, llegando hasta
conflictos y guerras y muertes sin sentido. Vio algo en nosotros,
que, después de todo, hechura suya somos, y nos amó. Y eso
es lo que nos salva.
9. Parece imposible, pero Dios se hizo hombre y vivió entre
nosotros y se le conoció con el nombre de Jesús. Él es el centro
de la historia humana. El testimonio de fe de quienes creyeron
en Él nos dirá que Jesús era Dios hecho hombre, que murió por
salvarnos y que resucitó. Jamás podremos agradecer bastante a
Dios lo que hizo por nosotros. Se cuentan los años desde su
venida a este mundo. Antes de Él tenemos el Antiguo
Testamento. Después de Él tenemos el Nuevo Testamento. San
Juan Evangelista, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice:
«Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que
tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en él»
(Juan 3,16). Como cristianos proclamamos a los cuatro vientos
nuestra fe en esta verdad.
Éstas son las preguntas que te sugerimos para esta sesión.
Al responder, en el apartado Asunto, escribe "Respuestas a la
lección 2". Por favor, incluye las preguntas en tus respuestas.
1) ¿Cómo explicarías que Dios sea el autor de la Biblia?
2) Cuando los escritores de los libros de la Biblia escribían,
¿dejaban a un lado su carácter y personalidad para dar paso a la
inspiración de Dios?
3) ¿Qué tipo de errores pueden darse en la Biblia?
4) ¿Qué periodo de la historia comprende el Antiguo
9. Testamento?
5) ¿Cuál es el hecho más importante ocurrido en el mundo?
LECCIÓN 3
1. Abre tu Biblia y vete al primer capítulo del primer libro, el
Génesis. Esta palabra, "génesis", viene del griego y quiere decir
"origen, nacimiento". El libro se llama así porque empieza con el
origen de todo lo que existe. Los judíos llaman a este libro
Beresit, una palabra hebrea que significa "al principio", la
primera del Génesis en su lengua. El Génesis representa varias
tradiciones orales, todas antiquísimas, y se puso por escrito
hacia el año 1000 antes de Jesucristo. Es el primer libro del
Pentateuco, que es como se llama a los cinco primeros libros de
la Biblia; de "penta", cinco y "teuco", libro, instrumento.
También se llama en sentido estricto la Torá que en hebreo
significa "ley".
2. Por favor, lee ese primer capítulo del Génesis, desde el
versículo 1 hasta el 31, o sea hasta el final, y, a continuación, el
capítulo 2, desde el versículo 1 hasta el 4 incluido. ¿Qué te
parece el estilo? Ciertamente no es el que se da hoy día, pero es
muy claro e incisivo. Ten en cuenta que esta redacción fue
realizada hace muchísimos siglos. El redactor ha vertido su
doctrina en un lenguaje popular, figurativo, lleno de plasticidad
y de simbolismo. De la misma manera que nosotros empleamos
frases como "de tal palo tal astilla" o "el golpe me hizo ver las
estrellas" que no expresan su significado literal, los redactores
emplean ciertos giros y modos de expresión típicos de sus
idiomas, llamados aproximaciones, que tal vez puedan
sorprendernos (Divino Afflante Spiritu 41; Dei Verbum 12).
3. Las primeras palabras son impresionantes: "Al principio
creó Dios el cielo y la tierra". De un plumazo se declara que todo
lo que existe ha sido creado por Dios. Observa que no habla de
la teoría tal o de la teoría cual. Sencillamente se dice que Dios
ha creado todo lo que existe, con todas las leyes que todas y
cada una de las cosas tienen. Antes ni la materia ni el espacio ni
el tiempo existían y ahora, por voluntad de Dios, existen. El
mensaje que este primer versículo quiere enviar es que Dios es
el autor de todo lo que existe (Catecismo de la Iglesia Católica
296-298).
4. El segundo versículo dice: "La tierra era un caos informe;
sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía
10. sobre la faz de las aguas". Una expresión que parece un tanto
misteriosa, pero que en hebreo es un juego de palabras.
Muchos Padres de la Iglesia han visto en este "aliento de Dios"
al Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad. Al
poner juntas imágenes como caos, abismo, tinieblas y viento, el
texto nos dice que Dios ha creado todas las cosas de la nada.
Verás que menciona los días uno por uno y así se va
descorriendo como una cortina que deja ver la belleza de la
creación y la sabiduría de Dios. Se percibe un conjunto
armonioso y ordenado, con unas leyes que los hombres de
ciencia van descubriendo y usando y que siempre nos dejan
atónitos (Catecismo de la Iglesia Católica 299).
5. ¿Te has fijado en la repetición tan insistente de "Dijo
Dios"? Seguro que dirás que parece como si Dios crease
hablando. No te equivocas. Es una verdad como un templo. Ese
estribillo, "Dijo Dios", se repite con ritmo de letanía, de lo que se
deduce la influencia que tuvieron en la redacción del texto las
ceremonias del templo de Jerusalén. Ya verás cómo esa Palabra
de Dios resulta ser nada menos que la Segunda Persona de la
Santísima Trinidad. Pues, sí. Dios crea por medio de su Palabra.
Dios dice y las cosas existen. Después de crearlas, da la
impresión de que Dios observa lo que ha hecho y se recrea en
su vista. Le gustan las cosas que ha hecho y las quiere. Todo lo
creado le parece bueno. No olvides el detalle: "Y vio Dios que
era bueno".
6. Y, ¿qué nos dices de las palabras "Pasó una tarde, pasó
una mañana" que se van repitiendo machaconamente en este
capítulo? Ni se te ocurra pensar en una tarde o en una mañana a
nuestro estilo, aunque la traducción está bien hecha. La idea es
otra. La tarde y la mañana evocan algo que es completo en sí,
pero incompleto en un conjunto; entero si lo tomamos
individualmente, pero imperfecto en la totalidad. A la creación
se le van sumando cosas en el tiempo.
7. Lo mismo ocurre con la palabra "día". Sería injusto decir al
escritor que un día tiene 24 horas y que eso de la creación en 6
días es un cuento. La intención del escritor ha sido otra. La
enseñanza es que el trabajo dignifica al hombre, pero no debe
esclavizarlo. El hombre necesita un tiempo de descanso que le
permita la reflexión y la recuperación. Descanso se dice "sabat"
en hebreo que más exactamente quiere decir "cesar" de todo
trabajo. En otras palabras el redactor nos dice que, por favor, a
ver si trabajamos 6 días a la semana y descansamos el séptimo
día y lo ha hecho muy bien. Ha dividido la creación en siete días
11. para poner delante de nuestros ojos un modelo a seguir. Por
eso ha descrito así la creación (Catecismo de la Iglesia Católica
345-349).
8. Hay también un tanto de ironía en este capítulo. Lee de
nuevo los versículos 14, 15 y 16 y dime una cosa: ¿A qué
lumbreras se refieren? Me dirás que al sol y a la luna, a quienes,
por cierto, ni menciona por nombre. La razón es sencilla. El
paganismo reinante en la antigüedad había divinizado a estos
astros. Se adoraba al sol y a la luna y no sólo sino que además
se adoraba a los animales. La Biblia nos dice que todos estos
astros han sido creados por Dios y que, por lo tanto, no
merecen nuestra adoración y, para el autor, no merecen ni que
se mencione su nombre.
9. Vete a los versículos 26 y 27 y léelos atentamente. Notarás
que parece como si el texto cambiase de ritmo. Se habla nada
menos que de la creación del hombre. El mensaje que recibimos
es que Dios creó al hombre de una manera completamente
diferente de las demás criaturas y único en su especie. Le hace
a su "imagen y semejanza" y le pone al mando de todo lo
creado. La palabra "semejanza" parece atenuar la de "imagen",
para que no nos creamos que somos dioses (Catecismo de la
Iglesia Católica 355-361).
10. Al decir "Y creó Dios al hombre" (Génesis 1,27), el
redactor usa la palabra "adán", que no es el nombre de una
persona como pueden serlo José o Beatriz, sino que indica a
toda la especie humana, a todos los hombres en general. De
hecho adán, "adam" en hebreo, no quiere decir más que un ser
humano, el hombre, y más exactamente significa "rojo", el color
de barro del que todos estamos hechos. Incluye a la mujer. Sólo
más tarde la palabra Adán empezará a usarse como nombre
propio y se refiere a una persona concreta. Nuestra diferencia
de las demás criaturas es haber sido creados a la imagen y
semejanza de Dios. Quita eso y adivina en qué quedamos.
11. Por haber sido hechos a "imagen y semejanza" de Dios,
tenemos la dignidad de persona; no somos algo sino alguien.
No ocurre así con las demás criaturas. Tú puedes conocer,
conocerte, darte libremente y relacionarte. Dios creó todo para
el hombre y el hombre fue creado para relacionarse con Dios y
con otras personas. Él ha querido que los hombres constituyan
una sola familia y se traten entre sí como hermanos.
Convéncete, todos hemos sido creados a imagen y semejanza
de Dios, quien hizo de un primer hombre todo el linaje humano
12. que poblará toda la tierra (Catecismo de la Iglesia Católica 360).
Estamos llamados a un solo e idéntico fin, esto es, Dios mismo
y a una vida que va a ser eterna.
12. Mucho se ha escrito sobre la poca base científica de este
primer capítulo del Génesis cuando habla de la creación del
mundo. Pero, todos entendemos muy bien la intención del
escritor y el mensaje que, a través de él, Dios nos da. Aquí no
hay ningún tratado de física sino una enseñanza religiosa. Lo
que Dios nos transmite en estos relatos inspirados sirve para
nuestra salvación, no para enseñarnos verdades científicas
sobre el origen del universo. Nuestros antecesores, y no pocos
de nuestros contemporáneos, no hubiesen entendido nada si
Dios se hubiese revelado con fórmulas como E = mc², hubiese
hablado de fotones o haciéndonos entender lo que son las
cromatinas. De locos. Mejor y más claro es como lo ha hecho.
Éstas son las preguntas que te sugerimos para esta sesión.
Al responder, en el apartado Asunto, escribe "Respuestas a la
lección 3". Por favor, incluye las preguntas en tus respuestas.
1) ¿Cuál crees que fue la intención del redactor al decir "Al
principio creó Dios el cielo y la tierra"? (Génesis 1,1)
2) ¿Qué implica la expresión "Dijo Dios"?
3) ¿Es justo decir que el relato de la creación en seis días no
concuerda con la física moderna? ¿Por qué?
4) ¿De qué manera es la creación del hombre diferente de las
demás criaturas?
5) ¿Por qué crees que nos ha creado Dios?