La ira es una emoción humana normal que puede tener efectos físicos como aumento del ritmo cardíaco y la presión arterial. El sistema límbico, incluyendo la amígdala cerebral, procesa emociones como la ira. Aunque la ira a veces es adaptativa, puede volverse destructiva si pierde el control, lo que puede causar problemas. El manejo de la ira busca reducir los sentimientos de ira a través de técnicas como la relajación y reestructuración cognitiva.
1. Roza Fava CI 14.241.971
Expediente: HPS-163-00055V
UNIVERSIDAD YACAMBU
FACULTAD DE HUMANIDADES
FISIOLOGÍA Y
CONDUCTA
2. La ira, rabia, enojo o furia es una emoción que se expresa a través del
resentimiento o de la irritabilidad.
Los efectos físicos de la ira incluyen:
• Aumento del ritmo cardíaco.
• Aumento de la presión sanguínea.
• Aumento de los niveles de adrenalina y
noradrenalina.
amenazante de otra fuerza externa. La ira puede tener muchas
consecuencias físicas y mentales.
La ira se vuelve el sentimiento predominante en
el comportamiento, cognitivamente, y
fisiológicamente cuando una persona hace la
decisión consciente de tomar acción para
detener inmediatamente el comportamiento
3. El sistema límbico es un sistema formado por varias estructuras
cerebrales que regulan las respuestas fisiológicas frente a
determinados estímulos. Es decir, en él se encuentran los instintos
humanos. Entre estos instintos encontramos la memoria involuntaria,
el hambre, la atención, los instintos sexuales, las emociones (por
ejemplo placer, miedo, agresividad), la personalidad y la conducta.
Está formado por partes del tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala
cerebral, cuerpo calloso, septo y mesencéfalo.
4. La amígdala forma parte del sistema límbico y su papel principal
es el procesamiento y almacenamiento de reacciones
emocionales, tales como: la rabia, el miedo o el instinto de
supervivencia.
5. El equilibrio emocional
incrementa el aprendizaje.
Resaltar que es el equilibrio, y
no su ausencia o exceso
emocional. Pues estados de
ánimo bajo (depresión) o
demasiados intensos (ira),
conducen a dificultar el
aprendizaje.
Esta es la base de la Ley de
Yerkes-Dobson (1908).
Estos autores demostraron matemáticamente la relación entre la emoción y el
aprendizaje representándola en una U invertida: a poca activación emocional, poco
aprendizaje. Muestra que si la activación emocional se incrementa se eleva el
aprendizaje hasta un punto óptimo a partir del cual, si se sigue aumentando el
aprendizaje disminuye.
6. La ira es una emoción humana completamente normal y, en
ocasiones, resulta adaptativa. Pero cuando escapa del control de la
persona y se vuelve destructiva, puede conducir a situaciones
problemáticas; en el trabajo, en las relaciones personales, etc.
Afecta a la calidad global de la vida de la persona y la puede hacer
sentir como si esta a merced de una emoción impredecible y
poderosa.
Expresar la ira
La manera instintiva, natural de
expresar la ira es responder
agresivamente. La ira es una
respuesta natural, de adaptación a
las amenazas, que inspira poder,
agresividad, sentimientos y
conductas, que permiten luchar y
defender. Una cierta cantidad de
ira, por lo tanto, es necesaria para
nuestra supervivencia.
7. Por otra parte, no podemos agredir a cada persona u objeto que nos
irrita o nos molesta. Las leyes, las normas sociales, y el sentido
común establecen los límites sobre nuestras expresiones de rabia.
Las personas utilizan una variedad de procesos conscientes e
inconscientes para lidiar con sus sentimientos de enfado. Los tres
principales son expresar, reprimir y calmarse. Expresar los
sentimientos de enfado de manera asertiva es lo más adecuado. Para
ello hay que aprender a dejar claro cuáles son nuestras necesidades,
y cómo conseguir resolverlas sin herir al otro. Ser asertivo no
significa ser agresivo o exigente, significa ser respetuoso con uno
mismo y con los demás.
La ira puede ser suprimida, para poder convertirla o redirigirla. Esto
ocurre cuando dejamos de focalizar nuestro sentimiento de enfado y
tratamos de centrarnos en algo positivo. El objetivo es inhibir o
reprimir la rabia y convertirla en un comportamiento más
constructivo. El peligro en este tipo de respuesta es que si no se
permite su expresión externa, la ira puede volverse contra uno
mismo. La ira hacia adentro puede causar hipertensión, presión
arterial alta o depresión.
8. Manejo de la Ira
El objetivo del manejo de la ira es reducir los sentimientos y el
despertar fisiológico que provoca. A veces no podemos deshacernos
de las cosas o las personas que nos enfurecen, ni se pueden cambiar,
pero podemos aprender a controlar nuestras emociones.
Estrategias para mantener el control
Relajación
Técnicas sencillas de relajación como el control de la respiración y
la visualización de imágenes agradables, se han demostrado muy
eficaces así como, ejercicios de control como el yoga y la
meditación.
La reestructuración cognitiva
Es una estrategia general de las terapias cognitivo-conductuales,
destinada a modificar el modo de interpretación y valoración
subjetiva, mediante el diálogo socrático, la modelación y la práctica
de hábitos cognitivos nuevos.
9. CAMINO HACIA LA SERENIDAD
La ira es la puerta o el canal a través del cual emergen la rudeza, la
crueldad, el daño, el dolor, la venganza, la violencia, y por lo tanto
también la guerra y la destrucción.
Cuando se controla la ira, el entendimiento se vuelve más claro y se
activa el discernimiento. Se está entonces capacitado para escoger
entre lo correcto y lo equivocado. Se podrá avanzar entonces por el
estrecho sendero del equilibrio, la armonía y el bienestar.
RECOMENDACIONES PARA VIVIR SIN IRA
1- Comprender que la ira es un signo de debilidad mental.
2- Si se controla la ira, se tiene una reserva ilimitada de energía.
3- La ira actúa como un bumerang dañando a la persona que la
presenta.
10. Trastorno explosivo intermitente.
El trastorno explosivo intermitente (abreviado TEI) es un trastorno del
comportamiento caracterizado por expresiones extremas de enfado, a
menudo hasta el punto de rabia incontrolada, que son
desproporcionadas respecto a las circunstancias en que se producen.
Actualmente, dentro del Manual
diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (DSM-IV TR) se
categoriza dentro de los trastornos
del control de impulsos, junto a la
cleptomanía (robo de objetos
llamativos para la persona
afectada), la piromanía
(provocación de incendios), la
tricotilomania (descontrol en
comerse y arrancarse el cabello) y
al juego patológico antes conocido
como ludopatía, entre otros.
11. Diagnóstico
Los criterios del DSM-IV para el TEI incluyen:
La ocurrencia de episodios aislados de fracaso al resistir los impulsos
agresivos, y que tienen como consecuencia asaltos violentos o
destrucción de la propiedad.
El grado de agresividad expresada durante un episodio es
desproporcionada con relación a la provocación sufrida o al estresor
psicosocial precipitante, y debe haberse descartado la presencia de
otros trastornos mentales que puedan causar comportamientos
violentos, como el trastorno antisocial de la personalidad, el trastorno
límite de la personalidad o el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad. Además, los actos de agresión no pueden estar
provocados por algún tipo de condición médica (por ejemplo, un dolor
de cabeza, la enfermedad de Alzheimer, etc.) o por el efecto de un
abuso de sustancias o de un medicamento. El diagnóstico se realiza
mediante una entrevista psiquiátrica, durante la que se comprueba el
ajuste de la sintomatología comportamental y afectiva a los criterios
listados en el DSM-IV.
12. Tratamiento
El tratamiento puede conllevar una mezcla de terapia cognitivo-
conductual y tratamiento farmacológico. La terapia puede ayudar al
paciente a reconocer los impulsos para facilitar la adquisición de un mayor
nivel de conciencia y control de los accesos de ira, así como a tratar el
estrés emocional que acompaña estos episodios. Existen diversos
tratamientos farmacológicos indicados para este tipo de pacientes. Los
antidepresivos tricíclicos y los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS) como la fluoxetina, la fluvoxamina y la sertralina
parecen aliviar algunos de los síntomas psicopatológicos. Los
estabilizadores de ánimo gabaérgicos y las drogas anticonvulsivas como la
gabapentina, el litio y la carbamazepina parecen ayudar a controlar la
aparición de los accesos de ira. Los ansiolíticos ayudan a aliviar la tensión
y pueden favorecer la reducción de los ataques de ira mediante el
incremento de la tolerancia a los estímulos que los provocan, y están
especialmente indicados en pacientes que también sufren de un trastorno
obsesivo-compulsivo, u otros trastornos de ansiedad.