2. • El libro de la Sabiduría, escrito relativamente
breve de 19 capítulos y de agradable lectura,
constituye el último fruto literario del Antiguo
Testamento,
• siendo el eslabón de unión entre la reflexión
sapiencial en la dirección emprendida por Job y
sobreentendida por Qohélet y la revelación
neotestamentaria,
• que encuentra en la Cruz de Cristo, «fuerza de
Dios y sabiduría de Dios» (1 Co 1,24), la
explicación sapiencial definitiva del amor de Dios.
3. • Si el libro de Job introduce la idea de un Dios
trascendente y misterioso, omnisciente, ante el
cual el hombre debe reconocer sus límites y
acatar sus designios con confianza plena,
• y si Qohélet muestra la insuficiencia de una razón
que no sabe dar el verdadero sentido a la vida
presente, porque ignora la esencia de lo que el
hombre es,
• el libro de la Sabiduría, superando esas
perspectivas, ofrece una clave de lectura más
amplia y completa de la existencia humana.
4. • El libro, haciendo uso de una refinada retórica
filosófica y de una luminosa hermenéutica
bíblica,
• clarifica el misterio del hombre a la luz de la
verdad revelada de una vida ultraterrena
perdurable, para siempre en Dios o alejada de
Dios.
5. • De este modo, ofrece una perspectiva
admirable para que el hombre oriente su vida
a una comunión con Dios en el horizonte de la
verdadera sabiduría,
• que está en Dios, habla de Dios a través de las
cosas creadas y la historia de la salvación, y es
plenitud de vida en Dios.
8. • En los antiguos manuscritos griegos, lengua en
la que fue escrito el libro como sugiere la
misma tradición manuscrita, la obra lleva por
título “Sophía Salômônos” (Sabiduría de
Salomón), pero sucesivamente se impuso el
título hoy más conocido, «Libro de la
Sabiduría»,
• con que lo designaron las más antiguas
versiones latinas y, posteriormente, la Vulgata.
9. • El mismo título se aplicaba también a
Proverbios y al Eclesiástico (Sirácide),
• pero, con el transcurrir del tiempo, la
denominación se reservó solo a nuestro libro
por su carácter eminentemente sapiencial,
superior al de los demás escritos del mismo
género.
11. Deuterocanónico
• El libro de la Sabiduría no pertenece al canon
hebreo, motivo por el que se le enumera entre
los libros deuterocanónicos.
• Su redacción en lengua griega, aunque con
evidentes influjos semíticos, y su origen en época
reciente en una localidad con toda probabilidad
fuera de Palestina,
• fueron seguramente las razones principales por
las que el libro no entró a formar parte de la
colección de escritos sagrados del pueblo de
Israel.
12. • Sin embargo, aparece en todos los
manuscritos de los LXX y fue acogido en el
canon cristiano,
• Entre los protestantes, aunque el libro de la
Sabiduría fue inicialmente reconocido como
inspirado por los reformadores, terminó por
ser excluido del canon y caer bajo sospecha de
inexactitudes doctrinales.
14. • El texto del libro de la Sabiduría se encuentra en los más
grandes e importantes códices unciales (B, S, A)[131].
• Para la reconstrucción del texto original, resulta de gran
utilidad la versión latina llamada Ítala (siglo II d.C.), tanto
porque representa la más antigua versión existente del
libro, como por su elevada fidelidad al texto original,
aunque su lenguaje no resulte siempre del todo claro.
• Esta versión fue incluida directamente en la Vulgata debido
a que san Jerónimo, por las dudas que mantenía sobre la
canonicidad del libro, no acometió la tarea de enmendar el
texto latino tradicional ni realizó traducción directa alguna
del texto griego.
17. • Una antigua opinión, documentada en la tradición
manuscrita griega, atribuía el libro a Salomón,
apoyándose, entre otras cosas, sobre el hecho de que
el autor se presenta con distintivos que lo asocian al
gran rey sabio
• Sin embargo, ya en el siglo IV, san Jerónimo, consciente
de la lengua en que había sido escrito el libro, y san
Agustín, quien, a diferencia de san Jerónimo, admitía la
inspiración del libro de la Sabiduría, se expresan a favor
de una tradición que excluía con determinación la
paternidad salomónica.
18. Un escritor judío, alejandrino
• De hecho, la redacción del libro en griego, el
estilo de la obra, las citas que hace el autor
siempre conformes a la versión griega de los
LXX (siglos III-II a.C.), el conocimiento que
manifiesta del mundo egipcio y de la cultura
greco-helenista, platónica y estoica
19. Que valora la tradición de su pueblo
• favorecen decididamente la opinión que atribuye la
obra a un escritor alejandrino de época tardía, buen
conocedor del griego y con amplios conocimientos de
la cultura y literatura helenista.
• Habría sido, además, un judío de profunda religiosidad,
como evidencia su familiaridad con la historia y la
cultura del pueblo de Israel (cf. cc. 10-19) y la
veneración con la que acude en sus reflexiones a la
religión y tradición hebreas (cf. 9,1-3; 10,1-21, etc.).
• Con toda probabilidad habría pertenecido a la
importante comunidad judía de Alejandría de Egipto.
20. Pero está abierto críticamente a la
cultura circundante
• Es necesario advertir, sin embargo, que el
autor manifiesta una mentalidad abierta, con
gran capacidad de diálogo con la cultura
circunstante,
• por la que se deja influenciar
conscientemente, tanto en el léxico como en
las categorías conceptuales, aunque no
comparta las corrientes de pensamiento de su
tiempo incompatibles con su fe.
21. • En este sentido, es posible que el autor del
libro de la Sabiduría, movido por un interés
pedagógico-religioso,
• hubiera querido expresar la tradición judía a
través de las categorías de la filosofía griega
del tiempo, buscando defender la integridad
de la primera ante los límites intelectuales de
la segunda, es decir, de la cultura pagana.
22.
23. • Hoy día existe un acuerdo cada vez mayor en
reconocer la unicidad de autor.
• Los argumentos de crítica literaria a favor de
esta opinión son múltiples y de índole variada:
24. Argumentos para afirmar la unicidad
del autor
• la unidad temática de la obra, su precisa finalidad
teológica,
• la uniformidad de lengua y estilo, el recurso a
procedimientos literarios semejantes,
• las significativas repeticiones de palabras y de
ideas características que recorren el escrito, etc.;
• motivos que, considerados en su conjunto,
revelan una personalidad literaria bien definida.
25. ¿El autor es Salomón?
• La atribución a Salomón debe ser considerada,
con toda seguridad, un recurso literario, un
fenómeno de pseudo-epigrafía
probablemente común en la época del autor
del libro,
• utilizado con la finalidad de dar autoridad a
una enseñanza que podía resultar novedosa.
26. No fue Filón de Alejandría
• No parece verosímil la opinión que atribuye el libro a
Filón de Alejandría (s. I d.C.), pues esta hipótesis
• no consigue explicar ni las diferencias doctrinales,
lingüísticas y estilísticas existen entre el libro de la
Sabiduría y los demás escritos del célebre filósofo
alejandrino,
• ni las razones de la aceptación canónica por parte
cristiana de un libro escrito por un hebreo fuertemente
vinculado con su religión en una época de neta
separación entre cristianismo y judaísmo.
27. Ni Onías ni Apolo
• Otros nombres propuestos, como Onías IV,
hijo de Onías III, el sobrino de Ben Sirá autor
de la versión griega de Sirácide, Apolo, etc.,
son igualmente difíciles de aceptar.
28.
29. • Del examen interno del escrito se puede
deducir, con gran probabilidad, que el libro
estuvo dirigido primariamente a los judíos de
la importante comunidad de Alejandría de
Egipto,
• que vivían en un mundo culturalmente
surcado por el atractivo de la cultura helenista
y no siempre favorable a las minorías hebreas.
30. • El autor se dirige a ellos, y en primer lugar a los
que sufrían vejados por su fidelidad religiosa,
animándoles a reforzar su fe seguros del valor
perenne de la tradición de sus antepasados y en
la esperanza del justo juicio divino;
• también se dirigía a aquellos otros judíos que
tendían a aceptar de modo acrítico el proceso de
asimilación a los modelos culturales y religiosos
del mundo helenista.
• A estos intentaba mostrarles la grandeza de la
propia fe y tradición.
31. • De la lectura del libro se desprende, en efecto,
que en algunos sectores del mundo hebreo
alejandrino existía un difuso sincretismo
cultural-religioso,
• que había llevado a una degradación moral y
al consiguiente abandono de la fe de los
padres, poniendo en marcha un proceso de
persecución contra aquellos otros judíos que
buscaban una vida de plena fidelidad religiosa.
32. • Desde esta perspectiva se explica el cuadro
sombrío que traza el autor de las abominables
obras de los impíos, cuyas acciones condena,
• y las exhortaciones que dirige a los justos para
que vivan según las enseñanzas de la sabiduría
divina con la esperanza en el más allá, meta
alcanzable como premio a la perseverancia en
la fe (cc. 2-5).
33. • El autor del libro de la Sabiduría se dirige a
estos con una invitación acuciante para que
reaccionaran y lucharan con la fuerza de la fe,
considerando las bendiciones que Dios
concede a quienes son fieles y la actuación
divina en la historia castigando el mal y
protegiendo al justo que en él confía (cc. 10-
19).
34. • Además de los destinatarios hebreos, es probable, sin
embargo, como hoy opina gran parte de los
comentaristas, que el autor del libro hubiera querido
entablar un diálogo con el mundo pagano-helenista
que le rodeaba,
• para ofrecer, en un intercambio abierto, a través de un
escrito agradable y de calidad,
• una enseñanza sapiencial que permitiera superar los
prejuicios existentes y persuadir a los lectores de la
magnificencia de la religión judía, proponiéndola como
válida y auténtica elección de vida.
35. • El autor, en concreto, habría hecho una invitación a
reflexionar sobre la vanidad de la idolatría, ironizando
sobre el comportamiento inmoral y degradante de las
antiguas poblaciones egipcias y cananeas (cc. 13-15).
• Esto explicaría el motivo por el que desarrolla su
argumento utilizando términos y conceptos tomados
del mundo helenista, por ejemplo, «inmortalidad» e
«incorruptibilidad» (1,15; 3,4; 6,18-19; 8,17),
• impregnándolos de las categorías religiosas de la
tradición bíblica, para ilustrar los puntos
fundamentales de la ley mosaica.
37. • En nuestros días, la inmensa mayoría de los
estudiosos considera como posible fecha de
redacción del libro la última mitad del siglo I a.C.,
como parece confirmarlo el uso que el autor hace
de la versión griega de los LXX,
• terminada casi en su totalidad hacia el 150 a.C.
(término a quo),
• y el hecho de que el libro no menciona la
conquista romana de Egipto por parte de
Augusto, que tuvo lugar hacia el año 30 a.C.
(término ad quem).
40. • Caracterizado por una profunda unidad de
lengua y estilo, como hoy, generalmente,
todos admiten, en el libro de la Sabiduría
emergen algunas características lexicales y
lingüísticas que no se encuentran en otros
textos del Antiguo Testamento:
41. • un vocabulario selecto (de las 1734 palabras
del libro, 1303 aparecen una sola vez), con
muchos términos peculiares (el 20% del
vocabulario no aparece en ningún otro libro
del Antiguo Testamento),
42. • un abundante uso de procedimientos
retóricos propios de la lengua griega y hebrea
(aliteraciones, paronomasias, asonancias,
antítesis, quiasmos, paralelismos, etc.)
43. • y la utilización de algunos modelos filosóficos
tomados del mundo helenístico, como el
esquema de las cuatro virtudes cardinales
(8,7) y el análisis racional de la existencia de
Dios a partir de las cosas creadas (13,1-9).
44. • Todo este aparato lingüístico, retórico y filosófico
ha sido empleado con suma pericia, con la
finalidad de transmitir ideas pertenecientes tanto
a la tradición hebrea, en general,
• como al esquema teológico de la literatura
apocalíptica judía (inmortalidad, juicio, premio,
castigo, vida futura), y promover así un diálogo
entre la fe bíblica y la situación de los lectores,
embebidos en las corrientes culturales y
filosóficas de su tiempo.
45. • En este sentido se puede afirmar que el autor
del libro ha sabido utilizar la potencialidad del
vocabulario y del instrumento de la retórica y
la filosofía helenista, lo mismo que las
posibilidades del lenguaje midrásico-alegórico,
para comunicar su mensaje religioso
46. • Sobre el estilo de la obra, aunque el libro sea
difícilmente clasificable en un único estilo,
algunos estudiosos, siguiendo a Larcher, han
sostenido que, originariamente, el autor
pretendió elaborar un escrito poético,
imitando la poesía bíblica y adaptando la
forma literaria de los versos hebreos con gran
libertad.
47. • Sucesivamente se habría producido una
evolución literaria que habría conducido a una
redacción que, con mayor propiedad, se
puede considerar prosa.
48. • Al autor gusta, en particular, enlazar una sección
de la argumentación con la siguiente;
procedimiento al que recurre explícitamente,
según Gilbert, al comienzo y al final del elogio a la
sabiduría: anunciado explícitamente en 6,22, ya
estaba presupuesto en 6,9.11, y comienza,
efectivamente, en 7,1, continuando hasta 9,18.
• A partir de 10,1 comienza una amplificación
histórica, versículo que se apoya en 9,18, al que
casi prevé.
50. • El género literario sería, el del «encomio» o «elogio»,
forma literaria perteneciente al género epidíptico o
demostrativo, uno de los tres géneros literarios de la
retórica griega, cuya función principal es la de
impresionar al lector más que convencerlo, mostrando,
por ejemplo, la grandeza de una virtud y las acciones
que inspira.
• De hecho, en la obra que estudiamos parece que el
autor intenta delinear el «elogio de la sabiduría»,
considerada no tanto como virtud que hay que adquirir
con las propias fuerzas, sino como atributo que Dios
concede al hombre como don gratuito.
52. • En nuestros días, es opinión común que el
autor del libro de la Sabiduría intentó
armonizar su personal percepción religiosa
sapiencial de la realidad con los motivos
apocalípticos que impregnaban el ambiente
judío alejandrino.
53. • Ciertamente, entre los dos géneros literarios
existe una diferencia fundamental: mientras
que la tradición sapiencial tiende a reconocer
las huellas de la sabiduría dentro de la
creación y de la historia de Israel;
54. La apocalíptica,
• en su sentido más amplio, se desinteresa de
algún modo de este mundo, considerando, a
veces, incluso como insensato el orden que se
da en él,
• para atender solo o principalmente a verdades
celestes sobrehumanas, como el juicio último,
la trasformación del cosmos o las teofanías
divinas que se manifiestan a través de
especiales revelaciones.
55. • El acercamiento entre ambas concepciones en el libro
de la Sabiduría se basaría, según los comentaristas, en
que la obra presenta un universo que,
• si por un lado está gobernado por el principio de la
justicia divina, que desde lo alto conduce a quienes se
guían por ella hasta la inmortalidad y la salvación
última,
• por otro lado, ese mismo universo, creado por la
palabra y la sabiduría divinas (9,1-2), es aprehendido
como sede privilegiada de la revelación.
56. • En este sentido se puede notar que, en la
trama del libro, la sabiduría concedida al
pseudo-Salomón se recibe como un don, en
respuesta a su oración (7,7),
• pero el don recibido no es la infusión de un
conocimiento preconfeccionado o exotérico,
sino la capacidad misma de comprender el
orden existente en la creación.
57. • No se trata, por tanto, de una visión
apocalíptica que solo mira hacia arriba, sino
de una fe vivida en este mundo con la
conciencia de la existencia de un más allá.
58. • En definitiva, en el libro de la Sabiduría
encontramos «un tipo de sabiduría
escatológica, es decir, de literatura sapiencial
que incorpora creencias escatológicas,
• distinguiéndose de la literatura apocalíptica, a
pesar de haber sido, probablemente,
influenciada por esta».
61. • A diferencia de otros escritos sapienciales, en
el libro de la Sabiduría se descubre una
estructura sustancialmente bien precisa,
organizada en tres partes.
• De acuerdo con la mayoría de los
comentaristas, la segunda y la tercera parte
comenzarían, respectivamente, en 6,22 y 10,1.
62. • En lo que se refiere a la conclusión de la segunda
parte, parece preferible, como opina la mayor
parte de los estudiosos, situarla en 9,18,
haciendo comenzar en 10,1 la tercera parte.
• Sb 10,1-21 y 19,10-22 serían, por tanto, la
introducción y conclusión de un gran fresco
histórico-salvífico que ilustraría la fe de los
antepasados fundadores de la tradición religiosa
de Israel. Se otorgaría así un fuerte relieve a la
intencionalidad teológica del autor.
63. B) DIVISIÓN DEL LIBRO
Siguiendo la opinión más común, el libro se puede dividir, por tanto, en
las siguientes tres partes:
64. • — El libro de la escatología (1, 1-6, 21).
• — El elogio de la sabiduría (cc. 6, 22-9, 18). Es
la sección central del libro.
• — La sabiduría en la historia (cc. 10-19).
65. — El libro de la escatología (1, 1-6, 21).
• Esta primera parte es una exhortación dirigida
principalmente a los reyes y jueces de la tierra
para que busquen la verdadera sabiduría.
• El autor destaca con diversas imágenes los
beneficios que reciben quienes siguen la
enseñanza sapiencial y las consecuencias
funestas para quienes rechazan el don de la
sabiduría, poniendo de relieve el enorme
contraste entre la suerte actual y futura de justos
e impíos (3,1-12).
66. • Los diversos temas que se suceden en esta parte
comienzan con una exhortación a amar la justicia (1,1-5) y
una advertencia sobre el hecho que nada escapa a la
sabiduría de Dios (1,6-16).
• Sigue a continuación una reflexión sobre el error de los
impíos (2,1-24) y sobre la felicidad prometida a los buenos
(3,1-9), a lo que se añade un texto sobre la infeliz suerte de
los incrédulos (3,10-12), un elogio a la castidad (3,13-19) y
una reflexión sobre el contraste entre la virtud y el vicio
(4,1-20).
• El conjunto se cierra con un magnífico cuadro sobre el
juicio universal y el triunfo de los justos (c. 5), a lo que sigue
una nueva exhortación a buscar la sabiduría (c. 6).
67. — El elogio de la sabiduría
(cc. 6, 22-9, 18).
• Es la sección central del libro.
• Contiene un conjunto de enseñanzas sobre el
origen, naturaleza y propiedades de la sabiduría.
La sabiduría se encuentra junto a Dios (7,22-30) y
es un don de Dios (7,17-21).
• Su posesión es fruto de una actitud religiosa y de
la oración (7,7-10).
• Es un «tesoro inagotable» (7,14), del que
proceden todos los bienes (7,11-12; 8,1-8), entre
los que se encuentra, y no en el último lugar, el
conocimiento del significado de la realidad (7,21).
68. • La naturaleza de la sabiduría se describe en el célebre
texto 7,22-30, donde se detallan un conjunto de
atributos que la convierten en una persona casi divina.
En 7,22-23, en concreto, se enumeran veintiún
atributos de la sabiduría.
• El hombre está llamado a tener con ella una relación
de amor (8,9-21), de acuerdo con el modelo enraizado
en la tradición sapiencial bíblica (Pr 4,8; 9,1-6; Si 6,26-
28).
• La oración con la que el pseudo-Salomón invoca la
sabiduría (Sb 9) pone de relieve la necesidad de poseer
ese don para lograr vivir de un modo justo.
69. — La sabiduría en la historia
(cc. 10-19).
• Estos capítulos han sido elaborados, muy
probablemente, o con el recurso al género
midrásico (actualización del sentido de la
Escritura según las técnicas de la tradición
rabínica) o adoptando el género literario
comparativo de los históricos del último
período helenista.
70. • En su configuración constituyen una verdadera
teología de la historia, en la que el autor,
recorriendo algunos eventos de especial relieve
relacionados con el pueblo de Israel (se alude a
las figuras de Adán, Noé, Abrahám, Lot, Jacob,
José y Moisés), sin mencionarlos explícitamente,
• muestra que todo en la historia se ha
desarrollado de acuerdo con el designio
providencial de Dios.
71. • Se trata, por tanto, de una relectura teológica, de
gran originalidad, realizada sobre un amplio
sustrato escriturístico y orientada a mostrar las
maravillas que la sabiduría ha realizado en Israel
–el modo maravilloso en que ha dirigido su
historia–,
• en contraste con la historia de otros pueblos
(egipcios y cananeos, especialmente) que,
carentes de ella por haberla rechazado, se han
desviado, sufriendo enormes males.
72. • Con respecto a la perspectiva de Si 44-50, esta
teología de la historia representa un desarrollo
posterior, pues la sabiduría no solo aparece
vinculada a la historia humana, sino también
orientándola hacia la salvación y realización
plena.
• De la reflexión teológico-histórica emerge
también una clara condena de la religión pagana,
especialmente, de la práctica de la idolatría (Sb
13-15).
73. • Las tres partes del libro tratan, en definitiva,
de la sabiduría desde tres perspectivas
teológicas diferentes:
• como don del Espíritu que guía al hombre
justo hacia la inmortalidad en Dios;
• como atributo divino personificado y como
fuerza que guía la historia,
• siendo la fuente de los innumerables bienes
que se difunden en la vida de los hombres.
75. • El elemento teológico central del libro, como
se ha indicado, es la perspectiva que el autor
ofrece del concepto de sabiduría y de su
acción en la historia y en el mundo
(especialmente, 6,22-8, 8).
76. • Del término «sabiduría» se hace
explícitamente una última mención en 10, 21,
• quedando sustituido posteriormente por la
mención directa de Dios o de sus imágenes
teológicas:
• la «palabra» de Dios (16,12.26; 18, 15), su
«mano» (11,17; 14,6; 16,15; 19,8), su «brazo»
(11,21; 16,16), etc.
77. • En concomitancia con el concepto de
sabiduría, el libro desarrolla otros temas,
relacionados, sobre todo, con el destino
inmortal del hombre y el significado
escatológico de la vida del justo.
79. • El libro presenta, en primer lugar, la sabiduría
como atributo divino y como manifestación de la
soberanía de Dios sobre el cosmos y sobre la
historia, expresando con amplitud el modo con
que Dios gobierna e interviene en todos los
acontecimientos de la creación.
• La sabiduría estaba ya en el origen de la creación
como artífice de todas las cosas (7,21; 9,9), y es el
principio de unidad de todo lo creado, que
conserva, renueva (7,27) y gobierna (8,1).
80. • Ante ella, todo está al descubierto (7,21), las
cosas pasadas y las futuras, las sutilidades de los
discursos y las soluciones de los enigmas, las
vicisitudes de los tiempos y las épocas (8,8). Por
su presencia en la obra de la creación, toda la
creación es un canto de alabanza a Dios.
• Este último tema adquiere una fuerza especial en
Sb 13, texto que lleva a cabo una aguda crítica a
la insensatez de la idolatría:
81. • «Son necios por naturaleza todos los hombres que han
desconocido a Dios y no fueron capaces de conocer al
que es a partir de los bienes visibles, ni de reconocer al
Artífice, atendiendo a sus obras, sino que tuvieron por
dioses, señores del mundo, al fuego, al viento, al aire
ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a
los astros del cielo. Si, cautivados por su belleza, los
tomaron por dioses, sepan cuánto les aventaja su
Señor, pues los creó el autor de la belleza. Y si
admiraron su poder y energía, deduzcan de ahí cuánto
más poderoso es quien los hizo; pues por la grandeza y
hermosura de las criaturas se descubre, por analogía, a
su Creador» (Sb 13,1).
82. • La misma creación, obra de Dios, conduce al
hombre al conocimiento de Dios, por lo que,
como afirma el texto que acabamos de citar, son
vanos los hombres que viven en la ignorancia de
Dios,
• ya que por los bienes visibles –a través de las
maravillas de la creación– habrían debido
conocer al Artífice de todas las cosas, es decir,
reconocer la existencia de un Dios único,
trascendente y creador de todo lo que existe (cf.
Hch 14, 17; Rm 1, 19-20).
83. • A través de las manifestaciones de lo creado, la
realidad divina trascendente se hace inteligible
para el hombre, que puede, con el correcto uso
de la razón, descubrir la existencia de un Dios
único, su eterno poder y divinidad.
• En este sentido, la idolatría se muestra fruto de la
insensatez, la cual, al alejar al hombre de la
verdad sobre Dios, le hace errar también en el
comportamiento humano, sumergiendo al
hombre en toda clase de desórdenes morales (Sb
14,22-31; Rm 1,24-32).
85. • Si la sabiduría está presente en todo lo creado, es,
sobre todo, con el hombre con quien ha establecido
una relación íntima, llena de atenciones, porque sus
delicias son estar con los hijos de los hombres (cf. Pr 8,
31).
• El autor del libro anima por esto a buscarla: (Sb 8,3-9).
86. • La presencia de la sabiduría se extiende a los
eventos humanos, siendo la fuerza que anima
toda la historia salvífica.
• En la tercera parte del libro (cf. Sb 10-19), en
particular, el autor realiza una relectura de la
historia de la humanidad, desde Adán hasta el
éxodo, mostrando cómo todos los
acontecimientos se han desarrollado según el
sabio designio de Dios.
88. • En el contexto en el que nos encontramos se
inserta un conjunto de ideas sobre el ser del
hombre, su destino y el dramático enigma,
humanamente inexplicable, del sufrimiento que
pesa no rara vez sobre los justos y, por contraste,
del éxito de los impíos (cc. 2-5).
• El libro de la Sabiduría ofrece una respuesta de
gran amplitud a estas graves preguntas que
atormentan al hombre, enseñando cuál es el fin y
la recompensa de los justos.
89. • En el contexto de la tradición bíblica, la
originalidad del libro consiste precisamente en
el desarrollo teológico que hace de algunas
categorías escatológicas, apenas esbozadas en
otros textos sapienciales y, en general, en los
libros veterotestamentarios;
90. La inmortalidad del alma
• especialmente, el significado de la muerte
como realidad introducida en el mundo por el
pecado (1,13-16; 2,23-24, etc.),
• el hecho de la inmortalidad del alma (1,14-15;
2,23; 3,1-4; 5,15)
91. El juicio
• y del juicio público y universal de Dios al final
de los tiempos con una sanción definitiva (c.
5),
• en la que los justos pasarán a gozar de la vida
eterna en comunión personal con Dios (3,1-9;
5,15-23),
• mientras que para los impíos será un juicio de
condena (3,10-12).
92. • Para el autor del libro, en particular, «Dios
creó al hombre para la incorruptibilidad y lo
hizo a imagen de su mismo ser; pero la
muerte entró en el mundo por envidia del
diablo, y la experimentan los que le
pertenecen» (Sb 2,23-24).
93. • Se trata de un modo original de exponer la
doctrina genesíaca sobre la imagen de Dios en
el hombre (Gn 1,26-27) y la introducción del
pecado en el mundo por obra del diablo (Gn
3):
• la muerte que el diablo introdujo fue,
ciertamente, la muerte espiritual, si bien su
consecuencia es la muerte física (cf. Sb 1,13;
Rm 5,12-13).
94. • En el modo con que el autor del libro de la
Sabiduría habla de la inmortalidad del alma
(2,23; 3,1-4), muestra innegables influencias
griegas,
• pero su antropología se encuentra lejos del
pensamiento dualista de origen platónico.
95. • De acuerdo con la visión antropológica que se
desprende del libro, el hombre es percibido
como un ser unitario, aunque compuesto
armónicamente por un alma y un cuerpo (cf.
16,4).
96. • En este sentido, la antropología del libro se
muestra conforme con la tradición bíblica más
antigua, la cual, si, de un lado, confesaba la
unidad del hombre, creado a imagen y
semejanza de Dios, por otro lado,
• distinguía entre el «polvo de la tierra», del que
el hombre había sido formado, y el «aliento de
vida» que Dios le infundió para constituirle en
un «ser viviente» (Gn 2,7).
97. • Junto al concepto de inmortalidad, en el que
encuentra una primera explicación la pregunta
de por qué vivir rectamente y el valor del
sufrimiento,
98. • el libro parece proponer en algunos textos, al
menos implícitamente, la doctrina de la
resurrección corporal, y así afirma que los
justos «en el día del juicio resplandecerán»
(3,7); y que después de los sufrimientos de
esta vida «viven para siempre; encuentran su
recompensa en el Señor» (5,15-16).
99. ¿Resurrección corporal?
• Ciertamente, la doctrina de la resurrección
corporal se expresa de modo más explícito en
otros textos bíblicos, probablemente, más
antiguos (Dn 12, 2-3; 2 M 7,9), en pasajes de
la literatura judía apocalíptica y, ciertamente,
en el Nuevo Testamento (cf. Mt 22,23-33 par.),
y en ella se funda la doctrina de san Pablo
sobre la resurrección de los muertos.
100. • Cristo, nuevo Adán, y la resurrección de los
cuerpos (cf. 1 Co 15,21).
• Sin embargo, parece posible afirmar que
también para el autor del libro de la Sabiduría
es la persona del justo, alma y cuerpo, quien
recibe la recompensa definitiva.
101. • Según el autor del libro, por otra parte, la
realización del juicio escatológico de Dios
puede ser clarificada a la luz de los
acontecimientos de la historia pasada, que
ilustran paradigmáticamente la lógica de la
intervención divina en cada tiempo y lugar.
• El libro sitúa toda la historia, sagrada y
profana, bajo la guía omnipotente de Dios
102. • Dios guía con su sabiduría toda la historia
humana hacia una realización final,
simbólicamente representada por la
perspectiva del éxodo, imagen de la liberación
final de los justos (10,15-21).
103. Centralidad de la justicia divina
• Una convicción prevalente del libro de la
Sabiduría está constituida por la centralidad
de la justicia divina, que no deja nada al azar
ni al determinismo histórico, respetando
siempre, no obstante, la libertad humana.
104. • Se afirma así una justicia radical divina en
orden al juicio definitivo, pero que hay que
comprenderla en el contexto de la historia de
la salvación,
• en la que se contempla la contraposición
entre la actuación misericordiosa de Dios, que
llama a la conversión y al arrepentimiento, y la
voluntad humana tantas veces obstinada en
un rechazo ciego del actuar divino,.
105. • El mensaje de la Sabiduría invita a vivir en
conformidad con los preceptos de la Torá
(6,18), rechazando toda forma de idolatría,
raíz de todo mal, sobre todo, la zoolatría (cc.
13-15), y siguiendo el modelo de fe expresado
en el camino del desierto por el pueblo en su
íntima relación con Dios (11, 1-14).