la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
Parabolas sesiones
1. EL SEMBRADOR
Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando Él
en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas,
diciendo: «He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó
junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había
mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se
quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la
ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a
treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
El buen pastor
Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Si alguno de vosotros pierde una oveja de las cien que
tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió,
hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar
a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la
oveja que se me había perdido”. Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por
un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de
convertirse»
Parábola de los talentos.
Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que al emprender un viaje largo, llamó
a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada
uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos. Inmediatamente, el que había recibido cinco
talentos se fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. De la misma manera, el que había
recibido dos ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y
escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y
arregló cuentas con ellos. Cuando se presentó el que había recibido cinco talentos, trajo otros
cinco talentos y dijo: “Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco
talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Y cuando se presentó el que había recibido dos talentos,
dijo: “Señor, me entregaste dos talentos; he aquí he ganado otros dos talentos.” Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu
señor.” Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: “Señor, yo te conozco
que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Y
como tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.” Su señor
respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo
donde no esparcí? Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo,
habría recibido lo que es mío con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene
diez talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera.” Allí
habrá llanto y crujir de dientes.
2. Parábola de las diez vírgenes.
Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y
salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Cuando las
insensatas tomaron sus lámparas, no tomaron cons igo aceite; pero las prudentes tomaron aceite
en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y como tardaba el novio, todas cabecearon y se
quedaron dormidas. A la media noche se oyó gritar: “¡He aquí el novio! ¡Salid a recibirle!”
Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y alistaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron
a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.” Pero las
prudentes respondieron diciendo: “No, no sea que nos falte a nosotras y a vosotras; id, más bien,
a los vendedores y comprad para vosotras mismas.” Mientras ellas iban para comprar, llegó el
novio; y las preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta. Después vinieron también
las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” Pero él respondiendo dijo: “De cierto os
digo que no os conozco.” Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
-San Mateo, 25:1-13
Parábola del hijo pródigo.
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los
fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús
les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame
la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el
hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo
como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y
comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país,
que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que
comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de
mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré,
iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo
tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él
todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El
hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el
padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y
unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,
porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y
comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa,
oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le
dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado
sano." El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre:
"Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado
un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha
devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo:
"Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y
3. alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha
sido hallado."
-Lucas, 15, 1-3.11-32
Parábola de Jesús: "Los dos hijos".
Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ´Hijo, vete hoy a
trabajar en la viña.´Y él respondió: ´No quiero´, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al
segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ´Voy, Señor´, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad
del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las
rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de
justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en Él. Y vosotros,
ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él.
Parábola del sembrador.
Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se reunió ante él una multitud muy grande; de
manera que él entró en una barca mar adentro y se sentó allí, y toda la multitud estaba en la
playa, frente al mar. Y les enseñaba muchas cosas en parábolas. Les decía en su enseñanza:
“¡Oíd! He aquí un sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, aconteció que parte de la
semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la devoraron. Otra parte cayó en pedregales,
donde no había mucha tierra, y en seguida brotó; porque la tierra no era profunda. Y cuando
salió el sol se quemó, y porque no tenía raíces se secó. Otra parte cayó entre los espinos. Y los
espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Y otras semillas cayeron en buena tierra y
creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta, sesenta y ciento por uno.” Y
decía: “El que tiene oído para oír, oiga.” Cuando estuvo solo, los que estaban alrededor de él
junto con los doce le preguntaban en cuanto a las parábolas. Y él les decía: “A vosotros se os ha
dado el misterio del reino de Dios; pero para los que están fuera, todas las cosas están en
parábolas, para que viendo vean y no perciban, y oyendo oigan y no entiendan; de modo que no
se conviertan y les sea perdonado.” Luego les dijo: “¿No comprendéis esta parábola? ¿Cómo,
pues, entenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la palabra. Primero están estos que
caen junto al camino donde se siembra la palabra. Y cuando la oyen, en seguida viene Satanás y
quita la palabra que había sido sembrada en ellos. También los que son sembrados en pedregales
son aquellos que, cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con gozo; pero no tienen raíz en
sí, sino que son de poca duración. Entonces, cuando viene la tribulación o la persecución por
causa de la palabra, en seguida tropiezan. Y otros son los que son sembrados entre espinos. Ellos
son los que oyen la palabra, pero las preocupaciones de este mundo, el engaño de las riquezas y
la codicia de otras cosas se entrometen y ahogan la palabra, y queda sin fruto. Y aquellos que
fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y producen fruto a
treinta, a sesenta y a ciento por uno.” -San Marcos, 4:3-9
LA PARABOLA DE LA CASA SOBRE LA ROCA
21 No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien
entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. 22 Aquel día muchos me dirán: ¡Señor,
Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado
4. muchos milagros. 23 Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mí ustedes
que hacen el mal! 24 Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí
tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca. 25 Cayó la lluvia, se
desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se
derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca. 26 Pero dirán del que oye estas palabras mías,
y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó su casa sobre arena. 27 Cayó la
lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra esa casa: la casa se
derrumbó y todo fue un gran desastre.»
Parábola del Banquete Nupcial
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es
semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los
invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid
a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales
cebados, y todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su
campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.
Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su
ciudad. Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.
Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." Los siervos
salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas
se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no
tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó
callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de
fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son llamados, mas pocos
escogidos».