El documento narra una batalla entre cuatro guerreros (el narrador de 8 años, un hombre fuerte, Vivian y un hombre encapuchado llamado Kaín) contra un poderoso enemigo llamado Kirós en el interior de un templo. Vivian resulta herida protegiendo al narrador y más tarde muere atravesada por un cristal lanzado por Kirós. Tras una ardua lucha, el hombre fuerte y Kaín logran derrotar a Kirós.
2. Prólogo
cor fin había llegado a mi destino. Aquellas inmensas
puertas de madera, tan perfectamente cuidadas eran las que me
separaban de aquello para lo que me habían preparado. Yo ni
siquiera sabía que era aquello, solo me dieron un punto y las
herramientas necesarias para llegar hasta él: Mis dos espadas.
Acababa de salir ileso de un sangriento campo de batalla, un lugar
donde aun se escuchaban los gritos de los que no tenían la misma
suerte que yo. A mis espaldas se oía tronar constantemente el
metálico ruido de la batalla. Nada de mi incumbencia, esa batalla ya
no formaba parte de mi presente, tan solo era la parte más cercana
de mi pasado. Me dirigí a aquel doble portón dispuesto a entrar,
hasta que encontré otras tres figuras apoyadas en la pared,
mirándome. Parecía que me esperaban. Miré a los ojos de cada uno
de ellos: Un hombre fuerte, de los pocos capaces de aguantar mi
mirada sin vacilar, sostenía su inmenso espadón de acero en una
mano, como si se tratase de una pluma. A su lado derecho, una
extraña figura encapuchada de forma que era imposible ver su
rostro, pero su forma de vestir decía bastante sobre él, parecía una
persona bastante fría… Me recordaba a mí. Por último, reconocí
aquellos inconfundibles cabellos cobrizos en contraste con sus ojos
verdes. Una mujer alta, delgada, pero a la vez de complexión fuerte.
Era Vivian, la persona que se había ocupado de mí desde que tenía
uso de razón. Sentí cierta alegría al verla, y se me escapó una ligera
sonrisa que ella no tardó en devolverme. Solo nosotros cuatro
habíamos logrado mantenernos vivos hasta aquí.
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3. -Te estábamos esperando. –El hombre fuerte habló pocos
segundos después de verme. –Espero que estés listo, no sabemos lo
que pasará ahí dentro. –Como única respuesta, me limité a
acercarme a la puerta, ansioso de ver que nuevo reto se me
impondría.
El hombre se dio la vuelta y abrió la puerta de aquel
inmenso edificio. Poco a poco podía ver su interior, dejando cada
vez más claro que ese edificio no era otra cosa que un templo. El
suelo estaba cubierto de baldosas que parecían formar una imagen,
la cual solo podría apreciarse desde un lugar centrado y elevado; los
bancos, todos en fila perfectamente colocados se iban dejando ver
uno a uno conforme se abría la puerta. Una elegante alfombra roja
recorría el pasillo dejado entre ambas filas de bancos, marcando el
camino hacia... El altar. Allí se encontraba aquello a lo que habían
ido a buscar. Una figura excesivamente iluminada por los ventanales
y vidrieras del fondo, con toda la ropa completamente blanca y
aparentemente desarmado permanecía allí, inmóvil, mirándonos.
Yo di el primer paso, pero el hombre fuerte me paró con el brazo y
se adelantó.
-Yo iré primero, es lo más seguro. Kaín –Se dirigía al tipo de
la capa negra- Tu defiende la puerta, que no entre nadie. –Mientras
hablaba, caminaba lentamente hacia aquella figura, seguido de
cerca por Vivian y por mí. Ella me miró y susurró.
-No te precipites, es solo uno, pero si él es quien ha armado
esta batalla, no debe de ser tan débil. Recuerda, menospreciar a un
enemigo puede suponer el fin. –Asentí sin dejar de caminar mirando
a aquel extraño hombre de blanco. Cuando íbamos más o menos
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4. por la mitad de la sala, pareció salir de un trance, y levantó las
manos. Inmediatamente, todo el grupo desenfundó sus armas y se
puso en guardia: Vivian apuntó con su larga y estrecha lanza
metálica hacia delante, el otro hombre levantó sin esfuerzo su
espadón y se preparó para usarlo, y yo simplemente, flexioné
ligeramente mis rodillas, ya que mis pequeñas espadas llevaban
preparadas para cortar desde antes de entrar.
-Vaya, que forma de saludar tan elegante. ¿Es así como los
de vuestra clase os presentáis cuando se os invita a una casa ajena?
–El hombre de la capa blanca dejó ver su cara. Una fina y ondulada
cabellera rubia asomaba a ambos lados de su blanco y perfecto
rostro, en el cual se dibujó una media sonrisa nada más terminar de
pronunciar aquellas palabras.
-No hemos sido invitados por nadie, hemos llegado hasta
aquí despachando a los tuyos por el camino. –Vivian parecía furiosa.
-Que dama tan grosera. Voy a tener que enseñarte modales.
–La figura desapareció al instante, sorprendiendo a todo el grupo,
incluyéndome a mí mismo, y fue a parar detrás de Vivian. Tenía una
espada larga y delgada en las manos, y la dirigió directamente a su
cuello, pero un inmenso espadón se interpuso en la trayectoria,
desviando así aquel golpe mortal.
-Ni se te ocurra tocarla. –El hombre fuerte estaba serio, y
sus ojos brillaban de furia.
-Interesante, creía que los vuestros no se enamoraban. Es
un sentimiento demasiado puro para los de vuestra especie. Pero
me equivocaba… Bueno, eso hará de este combate algo más
4
5. entretenido. –Cansado de escucharle hablar, me lancé hacia él con
ambas espadas, y pese a mi agilidad, solo conseguí hacerle un leve
rasguño superficial en la mejilla, y como respuesta, recibí un fuerte
golpe en el pecho, que me mandó a varios metros de distancia de
él. Era el primer ser que había logrado alcanzarme, su agilidad era
increíble. –Me has herido… Has derramado gotas de mi sangre pura,
tú, un crío de menos de diez años. –Tenía razón, yo solo tenía 8
años. -¿Cómo osas? Eres inferior a mí, tu raza no merece vivir. –Se
me acercaba mientras hablaba. Intenté ponerme en pie para
defenderme, pero algo me lo impedía. Magia. Nunca me había
gustado la magia, era algo que no lograba entender ni esquivar. De
golpe, vi como una afilada punta metálica de unos treinta
centímetros traspasaba el cuerpo del hombre de blanco… Pero no
había sangre. El hombre se había disipado como la neblina, y Vivian
retiró de nuevo su lanza, preparada para atacar nada mas
apareciese aquel tipo materializado, pero no le dio tiempo
reaccionar, el hombre apareció tras ella y le atravesó el vientre con
su espada. Ella gritó de dolor y cayó al suelo, retorciéndose.
-Aun no es tarde para vuestra retirada, ella vivirá, pero si no
recibe atención médica durará poco. Volved por donde habéis
venido, o quedaos aquí para siempre. –El hombre de blanco
mantuvo su fría expresión en el rostro, hablando con cierta
desgana.
-Kiros, maldito demonio… -El hombre del espadón dudó un
momento entre matarlo o socorrer a Vivian, pero se decidió por lo
segundo definitivamente. –Kaín, llévatela, el chico y yo acabaremos
con él. –Kaín asintió y, tras murmurar extrañas palabras en un
idioma desconocido para mi, el cuerpo de Vivian se desplazó
5
6. levitando hacia él, apoyándose posteriormente en su cuerpo para
poder caminar, a la vez que noté como el hechizo que me retenía
desaparecía, y un extraño humo negro emanaba de mis pequeñas
espadas. Kaín dejó ver su sonrisa complacida y marchó hacia un
rincón de la inmensa habitación, donde comenzó a susurrar más
extrañas palabras que mi oído ya no apreciaba por la distancia.
Supuse que trataba de curarla. Mientras, el hombre levantó su
inmensa y pesada arma y la dirigió con una agilidad sorprendente
hacia Kirós, quien no necesitó más que apartarse un poco para
evitar el golpe. –Chico, tú ocúpate de defender a Kaín y Vivian por si
se me escapa, yo lo entretendré. –Hablaba a duras penas, ya que su
oponente no le dejaba ni respirar entre ataque y ataque.
Yo odiaba esperar. Había venido aquí para acabar con ese hombre,
no para proteger a nadie, pero era Vivian, lo único que me quedaba
en esta tierra aparte de mí mismo, y necesitaba mi ayuda, así que
preparé mis afiladas hojas recientemente mejoradas por la magia
de Kaín para usarlas cuando fuese necesario, momento que llegó
antes de lo que esperaba.
Kiros esquivó un ataque de mi compañero, y en lugar de contratacar
como había hecho hasta entonces, se lanzó en picado a por mí. Yo
ya estaba preparado, por lo que miré sus piernas y adiviné sus
movimientos, y me anticipé a ellos. Giré sobre mí mismo para
esquivar un golpe dirigido justo al punto en el que me encontraba
un segundo antes, y en el mismo movimiento pasé mis hojas por
donde debería estar su pecho, pero fallé… ¿Fallé? Era la primera vez
que me pasaba. Claro, olvidaba que él no era un tipo corriente, lo
había subestimado, y me saldría caro. Kirós se había detenido una
fracción de segundo antes, lo suficiente como para evitar el
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7. contacto directo de mi hoja, pero el extraño humo que emanaba de
ella sí penetró directamente en su pecho, quemándole parte de él.
Pese al dolor que sentiría por las quemaduras, ni siquiera se inmutó,
y no dudó en alzar la mano que le quedaba libre de armas. Dudé un
momento. ¿Magia de nuevo? ¿Cómo debía yo responder a ello?
Traté de golpearlo otra vez para matarlo antes de que pudiese
usarla, pero él fue más rápido, y saltó hacia atrás. El hombre del
espadón corría hacia mí, pero no llegaría a tiempo, y Kaín estaba
demasiado concentrado curando a Vivian. Su mano comenzó a
brillar, y un cristal afilado se formó en su palma, apuntando hacia
mí. ¿Era mi fin? Apenas había vivido lo suficiente como para morir
ahora… Pero no podía hacer nada para evitarlo. Yo no. Fue entonces
cuando vi pasar una sombra roja a mi lado. Era Vivian. Ella no dudó
un segundo y se interpuso en el recorrido del cristal ya lanzado, el
cual atravesó sin piedad su pecho, para acabar clavado
superficialmente en el mío. Ambos caímos al momento. No podía
respirar, el cristal no me había herido mortalmente, pero dolía
mucho, hasta tal punto que sentí nauseas, y mi vista empezó a
nublarse. Estaba perdiendo mucha sangre. El circulo de visión
comenzó a estrecharse, pero pude ver parte de la batalla. Kaín se
unió al combate, aunque él luchaba a distancia, utilizando una
especie de sustancia viscosa y negra que salía del suelo como arma.
El hombre del espadón parecía haber aumentado su fuerza y
velocidad de forma notable a causa de nuestra caída. Luchaba sin
parar siquiera para respirar, golpe tras golpe. Kirós no dejaba de
defenderse, no tenía apenas tiempo para responder a los ataques
de ambos, pero en un descuido, lanzó un rayo de luz hacia Kaín, el
cual dio de lleno en la parte derecha de su cara, quemándole hasta
el ojo. Él se tiro al suelo, retorciéndose de dolor por la grave herida,
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8. mientras el hombre seguía sin dar tregua a su rival. Poco a poco
Kirós fue flaqueando.
-No solucionarás nada vengando su muerte. Lo único que
puedes hacer ahora es huir, salvar tu vida. Ella no volverá. –Kirós
consiguió el efecto contrario del que pretendía, pues no recibió
tregua alguna a partir de ese momento, y cada vez los golpes
llegaban con más fuerza y precisión. De golpe, el hombre del
espadón hizo un amago y saltó por encima de Kirós, dirigió su
inmensa espada hacia su cabeza, aunque este logró interponer su
delgada pero resistente espada entre medias… Quizás ya era tarde.
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