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EL VIAJE
Tenía que ser así: empecé a viajar a las pocas semanas de ser conce-
bida y con menos de un mes ya estaba cruzando el Atlántico. Estrené
muy temprano la lista de países que quería visitar, y aún antes me di
cuenta del sinsentido de tal enumeración: ¡el mundo está para explo-
rarlo, y no quiero perderme ni un pedazo! Con planes, sin ellos, sola,
en grupo, verano o invierno. Cada día sabe a reto, sueños y promesas
y a mí me gusta la cocina fusión. Así pues, con una mochila a mis
espaldas, todas las ganas, algunas ideas y pocas expectativas, África
estrena mi primera vuelta al mundo
ZIMBABWE
Victoria Falls
Foto y Texto por:
PILU CELORIO
Pilu es de aquí y de allá. Diferentes países de América, Europa, Asia y
África donde ha vivido han esculpido su espíritu ecléctico que siempre
demanda aventura. En la actualidad combina su trabajo como arquitecta
y fotógrafa con una vuelta al mundo e investigación en cooperación al
desarrollo. Planea sus viajes con meticuloso detalle para luego dejarse
llevar por toda improvisación, mimetizándose con la gente local vivien-
do entre ellos y adoptando su ritmo y cultura. Le apasiona caminar bajo
las tormentas de verano y saltar en charcos de agua para salpicar a los
despistados que estén a su alrededor. Partes de su trabajo han sido ex-
puestas y recogidas en publicaciones en Barcelona, Oviedo, Cape Town
y Montpellier.
www.pilucelorio.com
cheers@pilucelorio.com
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ZIMBABWE
Son las ocho de la mañana, y el día promete. Amaneció a las 4:30 en
Johannesburgo y la salida del sol acompañaba a la amalgama de emo-
ciones que pinta la idea de Zimbabwe en mi cabeza. Me esperan cinco
horas de autobús hasta alcanzar la frontera de Beitbridge, tiempo su-
ficiente para que Honest, con quien comparto asiento en este trayecto,
me colme de historias y anécdotas que harán desvanecer mis nervios
ocasionados por las ganas de conocer este país. Semanas después me
daré cuenta de que mi nuevo amigo, residente en Inglaterra desde
hace veinte años, trabajador, paternal y con gran sentido del humor,
representa una parte importante de la sociedad zimbabwense.
Al llegar a Bulawayo, Linda y Ntombie me dan la bienvenida. Es
tarde, cerca de medianoche, y aún así madre e hija -familiares de un
amigo de una amiga- me abrazan. Madrugan a diario pero su día no
acabará hasta después de darme comida y conversación. Al agradecer
su hospitalidad me regalan la más bella de las respuestas: pausada y
sinceramente, lejos de los automatismos a los que estoy acostumbra-
da, dicen que la gratitud es suya por tenerme en su casa.
Al recorrer Zimbabwe me pregunto ¿hasta qué rincón de los más de
treinta millones de kilómetros cuadrados de este continente alcanzará
la exuberancia de imágenes, ruidos, sabores y olores que incluso a las
nubes puede cautivar? Algún espíritu africano debe haberme metido
en una máquina del tiempo mientras dormía. Despierto en el Matobo
National Park, localizado a 40 kilómetros al oeste de Bulawayo. Cantos
rodeados de granito se apilan y mantienen equilibrios imposibles que
esconden la mayor concentración de arte rupestre en Zimbabwe y que
resaltan una inimaginable diversidad de aves. Los insectos parecen
bichos de ciencia ficción y la abundancia de vida resulta una delicio-
sa pieza musical cuyos crescendos y decrescendos tan sólo pueden
dirigirse al sol. No es de extrañar que Cecil Rhodes -quien colonizó
Zimbabwe en 1888- pidiera expresamente ser enterrado aquí.Atardecer en las Eastern Highlands
Gusano para unos, comida para otros
Huellas del pasado colonial en las Eastern Highlands
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Agradezco que mis sentidos em-
pezaran a aclimatarse a la sobre-
dosis de estímulos cuando des-
cubro una de las siete maravillas
naturales del mundo: las Victoria
Falls. Livingstone apadrina mi
espíritu aventurero que se res-
bala de arcoíris en arcoíris por
los 1708 metros de espectáculo.
Las cataratas llueven adrenali-
na y me invitan a saltar al vacío
amarrada a una cuerda desde el
Victoria Falls Bridge. Perder el es-
tómago entre caídas libres y ve-
locidad en el rafting del río Zam-
beze y sobrevolar en helicóptero
este escenario que separa Zimba-
bwe de Zambia es algo común en
este lugar.
Zimbabwe también tiene espacio
para saciar el hambre cultural.
Emprendo carretera en auto-
buses locales en busca de Great
Zimbabwe, la poderosa capital
de los Shona hasta el siglo XV.
Compartir asiento con otras tres
personas y nuestras respectivas
maletas no es impedimento para
disfrutar de las vistas y los jue-
gos de los caprichosos primates,
vacas, cabras o elefantes que se
cruzan por nuestro camino. El
llanto monótono del motor y el
olor a gasolina se mezclan con la
esencia de la lluvia. La tierra se
vuelve comestible, tan deliciosa
como los sabores de las frutas
que podemos degustar en cada
parada y transbordo hasta lle-
gar a destino. ¡Calles de muros
que en su día superaron los cin-
co metros de altura hechos de
ladrillos apilados sin mortero!
Algunos creen que este es el ori-
gen de Zimbabwe -dzimba dza ma-
bwe significa casas de piedra en
shona-. El hechizo que ambienta
esta antigua ciudad disipa todas
mis dudas.
El camino hacia las Eastern
Highlands, frontera natural con
Mozambique que me sumerge en
un estado contemplativo. Vuel-
vo a perder la noción del tiempo
recorriendo los innumerables
senderos con esencia a plátanos,
té y café de estas laderas a veces
verdes, a veces rocosas, que es-
conden ríos y cascadas ajenos a
los turistas. La suerte vuelve a
guiñarme un ojo al hacer cumbre
en el pico más alto de Zimbabwe:
Mount Nyangani. Desde los 2 592
metros de altitud observo cómo
Mozambique despierta entre
bostezos de nubes y caricias de
sol. Sé, entonces, que es por ahí
por donde deberé continuar mi
periplo.
GUÍA DE ZIMBAWE
Pese a su mala fama es un país se-
guro para viajar. Durante la cam-
paña electoral la situación puede
complicarse.
Fresco y seco de mayo a octubre.
Húmedo y Cálido de noviembre a
abril.
GTM/UTC+2.
Mayoritariamente cristianos.
Acompaña el “hola” con un
¿cómo estás? y un ¿cómo están
los demás? Siempre que comas
en público ofrece a quien tienes a
tu lado. Evita preguntas demasia-
do directas o personales y entien-
de los silencios como negaciones.
Zimbabwe tiene tres aeropuertos
que reciben vuelos internaciona-
les: Harare, Bulawayo y Victoria
Falls, siendo el primero el más
usado.
Zimbabwe es fronterizo con Zam-
bia, Botswana, Sudáfrica y Mo-
zambique. En todas las fronteras
terrestres se puede obtener un
visado de una o dos entradas y
la mayoría de ellas opera de 6:00
AM a 6:00 PM con excepción de
Beitbridge (a Sudáfrica, 24h), y
Victoria Falls (a Zambia, 6:00 AM
a 6:00 PM ).
Si quieres moverte por Zimbabwe
sin contratar un tour organizado,
tu mejor opción es rentando un
coche. El estado de las carrete-
ras generales es muy bueno pero
conviene usar un vehículo alto
para evitar complicaciones en las
carreteras secundarias o parques
naturales.
Matobo National Park
Camp Amalinda.
T. +263 964868/9 o 263 9243954
M. reservations@amalindacollec-
tion.co.zw
www.campamalinda.com
Sobran las razones para tomar
aire aquí tras una excursión en
Matobo: exclusivas cabañas entre
las rocas, una alberca que mira
hacia el abrevadero de su propia
reserva natural y la posibilidad de
recibir un masaje contemplando
la puesta de sol. Es también una
opción excelente para cenar o to-
mar una copa, previa reservación.
Victoria Falls
Victoria Falls Hotel.
www.victoria-falls-hotels.net
T. +263 1344751,
M. reservations1@tvfh.africansun.
co.zw
Un clásico colonial con vistas al
Victoria Falls Bridge donde por lo
menos hay que parar para tomar
el té de media tarde.
Safari Lodge Hotel.
www.victoria-falls-safari-lodge.com
T. +263 1343211/20,
M. saflodge@saflodge.co.zw
Una buena opción para dormir,
cenar, o tomar una copa. Su bar y
alberca están expuestos a un deli-
cioso paisaje donde se pueden ver
animales reuniéndose en busca
de agua al atardecer.
Great Zimbabwe
Lodge at the Ancient City. www.an-
cientcitylodge.co.zw
T. +263 39265120 o +263 773382369
M. reservations@ancientcitylodge.
co.zw
Servicio exclusivo y la opción más
cercana a las ruinas en un am-
biente que rememora el pasado
de Great Zimbabwe.
Eastern Highlands
Leopard Rock. www.lonrhohotels.
com/content/leopard-rock-hotel
T. +27 214273422, +27 11514 0810
Las vistas a los picos de Mozam-
bique, su campo de golf privado,
excelente restaurante y casino,
son sobradas razones para hacer
merecedora una estancia aquí.
La oferta gastronómica de Zimba-
bwe es limitada salvo en las gran-
des ciudades y en Victoria Falls.
Abunda la carne y es imprescindi-
ble probar un plato de sadza con
el condimento que ofrezcan.
Boma
(En Victoria Falls).
T. +263 1343211/20
www.thebomarestaurant.com
Para una noche de espectáculos
tradicionales y buffet libre de cual-
quier tipo de carne ofertada en
África. Aunque suena muy turísti-
co, los locales también acuden. Es
necesario reservar.
Tony’s Coffee Shop
(en Eastern Highlands).
T. +263 2062536.
D. Bvumba Rd, km28.
¿Qué mejor plan después de reco-
rrer el valle de Vumba que ver la
puesta de sol acompañado por el
mejor té y pasteles de todo Zim-
babwe?
SEGURIDAD
CLIMA
HUSO HORARIO
CÓMO MOVERSE
DÓNDE COMER
DÓNDE DORMIR
RELIGIÓN
CONSEJOS ÚTILES
TRANSPORTE DE ENTRADA
Y SALIDA
destinationH4
Familia de elefantes en Victoria Falls (pueblo)
Atardecer en Matobo