Este poema anima al lector a no rendirse y a seguir persiguiendo sus sueños, a pesar de los obstáculos como el miedo o el frío. Aconseja aceptar las sombras del pasado, soltar el lastre que impide volar, y vivir la vida al máximo extendiendo las manos y las alas para intentarlo de nuevo. Incluso cuando el sol se oculte y el viento se calle, la vida y los sueños perduran en el alma de quien se niega a rendirse.