2. • Requerimos de un concepto clave con el cual nos ocuparemos de buscar
en la red.
• En Google nos posicionamos en el filtro de “imágenes” y tecleamos la
palabra base: Árbol.
1. Rápidamente aparecerán distintas imágenes de árboles: naturales,
animados, genealógicos, estilizados, caricaturizados, etc. Podemos
incluso revisar varias páginas para seleccionar el que cumpla con las
características deseadas. Si nuestra búsqueda requiere de otros insumos
entonces añadiremos otra palabra que conduzca la indagación.
• Continuando en el filtro de “imágenes” añadimos un adjetivo calificativo:
Árbol alto.
2. Nuevamente aparecen árboles con la característica añadida, son menos
opciones a elegir que las que se nos ofrecen en el primer paso: árboles
altos naturales, dibujados, comparativos por tamaño, incluso específicos
por regiones. Si lo anterior nos incita a profundizar la búsqueda podemos
hacerlo con un tercer paso.
• Nuevamente en el filtro añadimos una tercera palabra con implicación de
cantidad: Árbol más alto.
3. Las opciones que ahora se presentan son menores, las imágenes
presentan copas de árboles que sobresalen de otros, acercamientos de
troncos inmensos que nos dan una idea de la altura que tienen que
sostener, observándose comparaciones con objetos como un auto combi.
3. 4. Una vez más tecleamos el juego de palabras anteriores especificando
lugar: Árbol más alto del mundo.
• Las posibilidades son menores, sobresalen la fotografías de altitud,
incluso aparece un cuadro comparativo en donde se reconocen árboles
con estas características que especifican clasificación, nombres, altura,
ubicación y sobresale el general Sherman.
5. Por última vez precisamos la búsqueda tecleando un calificativo más:
Árbol más alto y viejo del mundo.
• Aparecen diversas fotografías de un mismo árbol: el general Sherman;
también se cita un árbol antiquísimo pero que no cumple con el requisito
de altura.
