Uso del dibujo_en_una_intervencion_breve_de_trauma
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Uso del dibujo en una intervención breve de trauma1
William Steele
Este capítulo presenta un modelo de intervención estructurada de un
trauma, basada en la reexposición a recuerdos traumáticos a través del dibujo,
desarrollando un relato del trauma y la reelaboración cognitiva. La intervención
discutida se basa en un programa en terreno, probado y estudiado como parte de un
proyecto subvencionado de dos años (Steele y Raider, 2001), desarrollado por el
Instituto Nacional para Trauma y Pérdida en la Infancia (TLC). La investigación
demostró una significativa reducción de reacciones específicas de un trauma a través
de las tres categorías del DSM IV: reexperimentación, evitación y arousal (Steele y
Raider, 2001). Se observó una reducción tanto en los casos más severos (traumas tipo
II), como también en los menos severos, (Tipo I) (Terr, 1991).
Estos resultados fueron corroborados no sólo por los niños participantes,
sino también por los padres, a través de evaluaciones realizadas pre, post y después de
tres meses. La prueba en terreno se llevó a cabo en la escuela y en los settings de la
agencia, con la intención de desarrollar un programa que pudiera ser implementado
por consejeros escolares y profesionales de la salud mental. Actividades estructuradas
de dibujos y reelaboración cognitiva fueron los primeros medios empleados para la
reexperimentación e iniciación del relato del trauma. Sin embargo, antes de iniciar una
discusión de intervención de trauma, es necesario comprender qué es un trauma,
como se produce y cómo se manifiesta en los niños.
Reacciones traumáticas en los niños
En 1994, la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos reconoció que los
niños podían, de hecho, experimentar trastornos de estrés post traumático (TEPT),
estableciendo los siguientes criterios:
1. La persona experimentó, fue testigo o fue confrontada a un acontecimiento o
acontecimientos que involucraban la muerte real, o amenaza de ella, o herida grave,
o amenaza a la integridad propia o ajena. Un evento no necesita terminar en muerte
para provocar TEPT. Es más, no es necesario que la herida ocurra realmente; ya
que la amenaza a la seguridad personal puede ser suficiente para producir un
trauma.
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Traducción libre de Capella, C., Escala. C. y Núñez, L., docentes Curso de Actualización de Post título
Intervención Psicoterapéutica con niños y niñas que han sido víctimas de agresiones sexuales:
Profundización en el uso de técnicas (curso impartido en el mes de Enero del año 2008 en la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Chile).
Texto original: STEELE, W. (2003). Using drawing in short term trauma resolution. En: MALCHIODI, C.
(ED). Handbook of art therapy. New York: The Guilford press.
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2. La respuesta de la persona contiene un miedo intenso, impotencia, horror. El miedo
intenso y la indefensión (impotencia) son las reacciones claves del trauma. Algunos
hijos de divorciados, dada la indefensión de su situación en el momento del
divorcio, pueden sufrir un severo TEPT.
Pynos y Nader(1990); Black, Hendriks y Kaplan (1992); Dykman y Buka
(1997) y otros han confirmado que el abuso sexual, asesinato, violencia intrafamiliar,
hechos de violencia en general y otras formas de agresión, exponen a los niños a todas
las reacciones que algunas vez se atribuyeron sólo a adultos sobrevivientes de guerra.
La Asociación de Psiquiatría de E. Unidos no incluía a niños en los estudios en terreno
para elaborar las categorías de TEPT, lo que por, consiguiente, las limitaba.
Además de los criterios antes señalados, los profesionales deberían
considerar las reacciones observadas por Pynos y Nader (1988), Johnson (1993) y
Peterson y Straub (1992) y la clasificación ICD-9 de la Organización Mundial de la
Salud (1992). El TEPT puede producirse en cualquier víctima infantil. Eth y Pynos
(1985), fueron dos de los primeros investigadores en corroborar que los testigos de
hechos violentos eran vulnerables a reacciones traumáticas. A una mayor cercanía al
sitio del evento corresponde una mayor intensidad en las reacciones experimentadas.
Sin embargo, existe otro nivel de exposición para los que no son víctimas
sobrevivientes, ni testigos, pero sí están relacionados con la víctima: se puede generar
vulnerabilidad al trauma si se es miembro de la familia, amigo, compañero o alguien
que asiste a la misma escuela, o vive en su misma comunidad. Schuartz y Kowalski
(1991) sugieren que el estado emocional, en el momento del incidente, puede llevar a
que una persona genere recuerdos recurrentes asociados al hecho ocurrido. Saigh y
Bremmer (1999) y otros afirman que la “conexión percibida” (con la víctima), junto a
una vulnerabilidad personal pueden dejar a alguien expuesto a reacciones de TEPT.
Durante una capacitación para profesores de pre-escolares, realizada seis
meses después del bombardeo del Edificio Federal de Oklahoma, uno de los profesores
relató una situación en que los niños se dividieron, por sí solos, en dos grupos. Uno
tomó las colchonetas de su siesta y las llevó a un lado de la sala. Se cubrieron con
ellas como si estuvieran enterrados. El otro grupo tomó dos redes de fútbol de sala y
las llevó al otro extremo; estos niños, formando parejas iban, una a una, al rincón de
los niños escondidos bajo las colchonetas, sacaban a un compañero y lo ponían sobre
la red, luego lo llevaban al otro lado de la sala. Cuando todo el grupo estuvo “a salvo”,
cambiaron los roles y los que actuaron como “rescate” se enterraron, a su vez, bajo las
colchonetas y fueron “rescatados” por los del otro grupo. Estos niños, por propia
iniciativa, estaban ensayando su habilidad para rescatar a otros. Ellos se habían
expuesto al terror del trauma como testigos del bombardeo de Oklahoma a través de la
televisión y se percibieron a sí mismos como cercanos a las víctimas, porque tenían
una edad semejante y estaban en un entorno similar.
Se plantea una interrogante: “¿Qué tipo de intervención será la de mayor
provecho para niños expuestos a acontecimientos traumatizantes?”
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Intervención de trauma en niños
Los principales componentes de una intervención con niños que han sufrido
un trauma, son los siguientes: reexperimentación de recuerdos y experiencias
traumáticas, elaboración de un relato del trauma o narración de la historia y
reelaboración cognitiva. Exteriorizar la historia a través de una representación visual
de los elementos de esa experiencia y la reelaboración cognitiva de la experiencia en
otra que sea más manejable, son los objetivos de una exitosa intervención de trauma.
El dibujo es un elemento crucial tanto en la reexperimentación como en el relato de la
historia, por ello se discutirá sobre dicha actividad más adelante en este capítulo. El
lugar físico donde se realiza la intervención es también un elemento que produce
seguridad y debe mantenerse durante todo el proceso, para que el niño participe
activamente en la intervención del trauma.
Reexperimentación
Volver a exponer a las víctimas de trauma a sus experiencias es el elemento
central en la intervención de un trauma. Existe la certeza que la reexperimentación es
un procedimiento necesario para ayudar a las víctimas a traer a su conciencia las
experiencias traumáticas, con el objeto que puedan ser reordenadas de una manera
que resulte manejable. Rachman (1966), Marks (1972), Saigh (1987) y otros, han
usado la reexperimentación como un procedimiento central para ayudar a las víctimas
de traumas a integrar su experiencia en la conciencia. Bessel van der Kolk (van der
Kolk, Mc Farlane y Weisaeth, 1996, p. 420) plantea:
“Los recuerdos traumáticos necesitan convertirse en recuerdos de la vida cotidiana,
es decir, necesitan modificarse y transformarse al ser colocados en su propio contexto y
reestructurados en un relato que tenga sentido. El propósito de una reexperimentación
completa, es hacer que los fragmentos del evento traumático pierdan su poder para actuar
como estímulos condicionados que reactivan aquellos afectos y conductas que son relevantes
para el trauma, pero irrelevantes para la experiencia actual.”
Likewise, Foa y Kozak (1985) indican que se requieren dos condiciones para
el tratamiento de TEPT y la reducción del miedo:
1. Los recuerdos traumáticos deben ser reactivados para que puedan modificarse.
La habilidad para disminuir el miedo o la ansiedad va a depender de un
controlado revivir del miedo, en un entorno seguro capaz de hacer disminuir la
respuesta.
2. Se debe entregar a la víctima una información correctiva, de modo que ella
pueda formar un nuevo relato o darle un nuevo significado que coloque el
recuerdo traumático en el lugar y en el momento que ocurrió, esto como una
experiencia opuesta a la generalización de la experiencia en la vida diaria.
Las técnicas de reexperimentación están diseñadas para ayudar a la víctima de
trauma a comprender que las respuestas condicionadas ya no son peligrosas y
que no es necesaria la evitación. La habilidad para aprender a tolerar el miedo
intenso y las reacciones emocionales ante el evento traumático, constituye un
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elemento decisivo para la recuperación (Rothchild, 2001) Es así como la
experiencia puede modificarse o reordenarse de un modo que sea aceptable y
manejable para la víctima a través de una reestructuración cognitiva en un relato
integrador, con significado. Cuando los recuerdos traumáticos no están integrados
a la conciencia, continúan gatillando el estado traumático o respuestas
condicionadas de evitación y arousal.
Terapia Cognitiva y Reelaboración
La terapia cognitiva (Beck, 1972, 1976; Marks, 1972) facilita la integración
de los recuerdos traumáticos con los recuerdos conscientes y experiencias de la
vida actual. La reelaboración cognitiva tiene como tarea ocuparse de la
modificación de los pensamientos traumáticos.
Cuando un trauma se expresa bajo la forma de un relato que incluye los
detalles de la experiencia, se pueden ordenar de manera que sean manejables.
Una vez que lo son, la víctima se transforma en sobreviviente de la experiencia,
controlándola y no reaccionando ante ella. Un ejemplo, en lugar de: “esta
experiencia arruinó mi vida y no tengo opciones posibles”, la reelaboración
cognitiva cambia la expresión de la víctima a “sobreviví a esta experiencia y
sobreviviré a otras, porque tengo oportunidades”. La reelaboración cognitiva
ayuda, además, a eliminar las emociones y conductas que son resultado de
pensamientos disfuncionales despertados por el trauma.
La reelaboración cognitiva debe enfrentar tanto temas específicos del
trauma como la traumatización secundaria que puede presentarse si las
reacciones de los niños son ignoradas, minimizadas o inapropiadamente
respondidas por los padres y profesionales. El interventor debe estar preparado
para reelaborar la reacción del niño ante los principales temas del trauma:
sentimientos de miedo, terror, preocupación, dolor, ira, venganza, responsabilidad
y victimización.
El dibujo
Se usa el dibujo como una forma de reexperimentación para ayudar a los
niños a construir el relato del trauma mientras se les ayuda a revivir recuerdos
traumáticos. La psicología cognitiva conductual ha demostrado que “los recuerdos
determinan la interpretación del presente, aun cuando no sean conscientes”
(Mihaescu y Baettig, 1996, p. 243). Los niños sufren el trauma en un nivel
sensorio motor, luego cambia a “una representación perceptual (icónica), en un
nivel simbólico (Mihaescu y Baettig, 1996, p. 246). “Más tarde, en su vida adulta,
estos recuerdos se ordenan lingüísticamente. Cuando se sufre un una experiencia
aterradora como un trauma y no se ubica en un recuerdo contextual, se establece
un nuevo recuerdo o disociación” (van der Kolok, 1987, p.289). Cuando un
recuerdo no puede conectarse lingüísticamente con un marco contextual,
permanece en un nivel simbólico para el que no existen palabras cómo describirlo.
Para recuperar este recuerdo, de modo que pueda ser codificado, se le asigne un
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lenguaje y se integre a la conciencia, es necesario rescatarlo y exteriorizarlo en su
forma simbólico-perceptual (icónica).
Dibujar es una manera de establecer conexión entre los recuerdos
disociados y su recuperación en la conciencia, después de lo cual la experiencia
puede ser traducida a una forma narrativa y luego reintegrada a la experiencia
vital del pasado, presente y futuro del niño. Malchiodi (1990, 1998, 2001) plantea
que el dibujo proporciona a los niños el impulso necesario para contar sus
historias y un medio para traducir sus experiencias traumáticas en relatos. Riley
(1997) sostiene que el acto de dibujar es una forma de interiorización, una
proyección visible de sí mismo, de sus pensamientos y sentimientos.
Pynoos y Eth (1986) confían plenamente en el dibujo como la
intervención fundamental con niños traumatizados por la violencia. Ellos
sostienen que el dibujo “invariablemente, conecta la preocupación inconsciente
del niño con el recuerdo traumático” (p.316). El dibujo permite la exteriorización
de la experiencia y a través de acciones motoras (dibujar) y verbales (hacer un
relato) ayuda al niño a moverse desde una “presencia” pasiva e impotente (interna)
dentro del trauma, a un activo (externo) control de la experiencia. Una vez que el
niño traumatizado puede realizar el relato del trauma y exteriorizarlo de un modo
simbólico, será capaz de encontrar no sólo un alivio al terror que aquello provocó,
sino también obtener “poder” sobre ello de modo que en adelante las energías no
sean consumidas evitando o reaccionando ante todos los desencadenantes y
síntomas creados por el trauma.
El dibujo tiene, por otra parte, una ventaja adicional. Tanto en niños
como en adultos, los recuerdos traumáticos están codificados en imágenes, puesto
que el trauma es una experiencia sensorial más que cognitiva. Para que los
terapeutas puedan comprender a fondo el impacto de un hecho traumático en un
niño e identificar las graves consecuencias del trauma para ese niño, es necesario
que se conviertan en testigos de su experiencia. Debemos ser capaces de ver lo
que los niños ven ahora, en relación a sí mismos y al mundo exterior, como un
resultado de su reexperimentación. El dibujo nos proporciona la oportunidad de
mirar la experiencia y verla tal como el niño la ve, además entrega al niño el
estímulo necesario para contar su historia y, en definitiva, nos hace testigos de su
miedo, terror, preocupación, pena, rabia, venganza, responsabilidad y,
principalmente, victimización.
Al tratar un trauma, es esencial proteger a los niños traumatizados de
la pérdida del control. Volver a “visitar” el trauma a través del dibujo debe
experimentarse de manera controlada, de modo que los niños sientan que, de
hecho, pueden retomar el control de lo que hasta ahora ha sido una gran variedad
de reacciones incontrolables interiorizadas. No sólo las actividades de dibujo
tienen que ser estructuradas, sino que también los materiales usados deben estar
“controlados”. Por ejemplo, una hoja de papel de 22 x 35 cms., es más controlable
que una de 90 x 120 cms. A mayor formato, más posibilidades de perder el
control. Un lápiz de color, punta fina, por ejemplo, es más controlable que un
tarro para pintar con los dedos, lo que podría llevar a los niños a pintar no sólo el
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papel sino también las paredes, o el mismo interventor. ¡Esto lo descubren un
poco tarde los profesionales novicios!
Componentes claves de la intervención
• La intervención de un trauma debería enfrentar temas de miedo, terror,
preocupación, dolor (emocional y físico), rabia, venganza, responsabilidad y
víctima, versus pensamiento de sobreviviente. Al focalizar estos temas como
opuestos a los reales síntomas del trauma, tales como los recuerdos
desagradables, la intervención desactiva los síntomas y grado de severidad
de la respuesta disfuncional, gatillados por los recuerdos sensoriales y
cognitivos de la experiencia traumática.
• La reexperimentación, el relato del trauma y la reelaboración cognitiva son
los fundamentos teóricos de la intervención con niños y adolescentes; la
reexperimentación se realiza a través del dibujo. Las preguntas específicas
sobre el trauma facilitan y promueven el relato (contar la historia). La
reelaboración cognitiva tiene que ver con la manera cómo los niños se
conectan con las principales tesis del trauma.
• Las preguntas específicas del trauma deben estar relacionadas con la
experiencia vivida, no necesariamente con el incidente mismo. Dichas
preguntas son: ¿Qué recuerdas al mirar, escuchar o tocar? ¿A veces piensas
en lo que sucedió aunque no lo desees? Algunos sonidos, visiones, olores,
etc., de repente ¿te hacen recordar lo que sucedió? ¿Qué te gustaría que le
pasara a la persona (o cosa) que hizo que aquello sucediera? ¿Has pensado,
alguna vez, si tu podrías estar en su lugar? A lo largo del proceso de
intervención, las preguntas deben ser pertinentes al tema que se está
enfrentando. La importancia que éste tiene para el niño lo mantiene
focalizado en el tema específico, estimula el relato (historia) que corresponde
a cada uno de los temas y le ayuda a poner atención a los detalles. Los
pormenores de la experiencia sensorial del trauma son primordiales para
lograr restablecer el control, para que el terapeuta tenga oportunidad de
corregir alguna información equivocada (fantasías) del niño y entregue
nueva información. De este modo, el procesamiento de los detalles no sólo
ayuda a recuperar el control, sino también facilita la reelaboración
cognitiva.
• La reexperimentación del acontecimiento debe estar estructurada de
manera que la reexposición a los detalles y recuerdos no se convierta en
una oleada insoportable para la conciencia. El terapeuta organiza en forma
lenta y progresiva el recuerdo de los detalles, lo hace a través de una
presentación estructurada de las preguntas específicas del trauma y de la
realización de dibujos de tareas que enfrentan un tema por vez (ver “caso
ejemplo”). Las preguntas específicas del trauma están destinadas a facilitar
la reexperimentación y, también, “un lento y seguro” relato de la historia.
• Las actividades de dibujo deberían relacionarse con los principales temas
del trauma. Por ejemplo, se pide a los niños dibujar “lo que sucedió” y
“cómo se veía la víctima en ese momento”. El propósito del dibujo no es
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analizar o evaluar, sino gatillar los recuerdos sensoriales del trauma.
Cuando el niño exterioriza y “concreta” las experiencias de modo que nos
convierte en testigos de ellas, se hace posible para el niño recobrar el poder
sobre los recuerdos y reordenarlos de manera que sean manejables. Los
dibujos se inician en un orden secuencial y en relación con temas y
actividades específicas. La instrucción no es: “dibuja lo que desees”, sino
muy específica: “Haz un dibujo de cómo ves tu dolor”.
Estudio de caso
Johnny tenía diez años cuando su hermana mayor, Sally, fue brutalmente
asesinada por un asesino en serie. Su cuerpo se descubrió alrededor de seis
meses después de su muerte. Su novio fue testigo del crimen, ya que se
encontraba fuertemente amarrado e imposibilitado de ayudarla.
Alrededor de un año después del asesinato, Johnny tenía frecuentes peleas
en el colegio y vivía obsesionado por personajes terroríficos como Freddie Krueger,
además sus notas habían bajado. Su madre informó que antes del asesinato
Johnny era el “mejor” hermano menor de sus cuatro hijos. Aunque no fue testigo
presencial del asesinato, hasta ahora permanecía comprensiblemente afectado,
tanto por la cercana relación con la víctima como por la extensa cobertura dada
por los medios a tan bullado caso.
Trajeron a Johnny a consulta más o menos un año después del asesinato.
Había sido atendido por un profesional de la Asistencia Social y asistido a varias
sesiones con un psiquiatra. Estos profesionales no analizaron directamente el
trauma, tampoco lo hicieron dibujar.
El terapeuta pidió a Johnny, en primer lugar, que contara lo que había
sucedido. Al realizar su relato, a veces, le costaba muchísimo encontrar las
palabras que necesitaba para hacerlo. Tampoco podía describir las imágenes que
estaba “viendo” en su mente al contar la historia. Por primera vez, en cinco meses
pudo llorar. Las reacciones físicas y emocionales de Johnny eran aún muy
intensas, como si el evento acabara de suceder. Su manera de reaccionar, había
hecho que varios adultos bienintencionados le dijeran que era mejor no hablar o
pensar sobre sus sentimientos. Aunque la reacción adulta es comprensible, cabe
señalar que con ella los adultos “se protegen” del impacto que, sobre ellos mismos,
podría tener la expresión de terror o sentimiento de impotencia de Johnny.
Para convertirnos en “testigos” de la experiencia de un niño, debemos ser
capaces de ver cómo el niño define visualmente su experiencia y, a la vez, ver
cómo él se ve ahora a sí mismo y al mundo circundante.
Se pidió a Johnny que realizara un dibujo de su experiencia y contara la
historia. Su dibujo (fig. 11.1) resultó ser bastante primitivo, además se demoró
cerca de 20 minutos en describir los acontecimientos de la última tarde que pasó
con su hermana. Él fue el último de la familia que la vio viva. (No es importante lo
que dibuja la víctima del trauma, o cómo dibuja, lo importante es el acto de
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dibujar. Es la actividad psicomotora de dibujar la que gatillará los recuerdos
sensoriales de la experiencia traumática).
Johnny dibujó el living donde él, su hermana y el novio de ésta estaban
viendo televisión, comiendo pizza y pasándolo bien la noche que ella salió y no
volvió más. Es el punto inicial de la historia, un lugar seguro para Johnny de
donde partir.
En un trabajo posterior (fig. 11.2) Johnny se dibujó a sí mismo, antes que
su hermana fuera asesinada. Cuando se le preguntó acerca de de la expresión de
su boca, él respondió: “Se supone que estoy sonriendo, necesito convertir esto en
una sonrisa”. Tomó un lápiz de color e intentó volver las comisuras de los labios
hacia arriba, pero no lo logró. Muchos profesionales empezarían a analizar esta
conducta e intentarían averiguar su significado. Sin embargo, el análisis y la
interpretación detienen el proceso que el niño vive ahora y lo llevan a un nivel
cognitivo. El trauma no es una experiencia cognitiva sino sensorial. Es importante
intervenir en un nivel sensorial. Es más, sólo el niño puede decirnos qué significa
el dibujo en el proceso.
Como el dibujo (fig. 11.2) era sobre sí mismo antes que su hermana fuera
asesinada, se pidió a Johnny que se dibujara después de la muerte de su
hermana (fig. 11.3). En la intervención de un trauma siempre estamos lidiando
con “entonces” y “ahora”. “¿Qué fue lo que más te asustó entonces?, ¿Qué es lo
que más te asusta ahora?”, son ejemplos de este moverse entre “entonces” y
“ahora”. Una vez más, evitamos interpretar el dibujo. Es Johnny quien describe
FIGURA 11.1. Dibujo del living de su casa, donde Johnny
vio a su hermana por última vez.
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cómo se siente ahora: poderoso aún bajo el impacto del miedo a personajes
terroríficos como Freddie Krueger y Candyman.
La rabia producida por el trauma o las peleas con sus compañeros son una
respuesta para recuperar la sensación de poder que el trauma arrebató. Es una
manera de no experimentar la insoportable sensación de vulnerabilidad e
impotencia que el trauma suele acarrear.
FIGURA 11.2. Imagen de sí mismo antes que su
hermana fuera asesinada
FIGURA 11.3. Imagen de sí mismo después que su
hermana fue asesinada
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Cuando le pidieron a Johnny que dibujara (fig. 11.4) a su hermana muerta,
no pudo hacerlo con exactitud. En vez de ello, la dibujó en la situación de ser
asesinada. Las dos líneas que vemos atravesando el cuerpo son los brazos del
asesino en serie. En este punto se detuvo y dijo que no quería dibujar al asesino.
Más tarde, cuando le preguntaron: “¿Qué es lo que más te duele ahora?”,
dijo que al ver al asesino por corto tiempo durante el juicio siente el temor que
éste pueda escapar de la cárcel y matar al resto de la familia. ¿Podría caber
alguna duda acerca de por qué Johnny necesita verse y sentirse como alguien
poderoso?
Como Johnny no había dibujado a su hermana muerta, se le pidió
nuevamente que lo hiciera. Su dibujo (fig. 11.5) es el recuerdo que mantiene de su
hermana. El dolor es un tema crucial a enfrentar en la intervención de un trauma.
FIGURA 11.4. Dibujo de la hermana al ser asesinada
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De acuerdo a este dibujo, se le preguntó a Johnny: “Al saber lo de tu hermana por
primera vez, ¿en que parte del cuerpo sentiste el mayor dolor?”.
Su respuesta fue que “sintió un fuerte dolor de cabeza”. Johnny no tuvo
dolores de cabeza posteriormente, pero cuando piensa en su hermana “aún le
duele por todas partes”.
Cuando los miembros del equipo vieron la entrevista grabada de la sesión de
Johnny, observaron que su voz ya no parecía ahogada. Estaba animado, capaz de
reír, entregando muchos detalles sin llanto ni reacciones vehementes. Hay un
cambio importante entre los cinco primeros minutos de la entrevista y esta parte
del proceso, 45 minutos más tarde. El terror, el miedo, la resistencia sensorial ya
no eran evidentes.
El interventor, entonces, le pide a Johnny que describa a qué se parecía su
dolor. En verdad, no logró describirlo … veinte minutos más tarde, el profesional
empieza a cerrar la entrevista, Johnny dice: “Espere, ¿sabe de cuál dolor
estábamos hablando?”. En ese momento, toma un lápiz de color y,
tranquilamente, realiza otro dibujo (fig. 11.6). Cuando termina dice: “Así es como
se ve ese dolor”.
FIGURA 11.5. Dibujo de la hermana de Johnny según
su recuerdo
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Este proceso conecta enérgicamente al niño con su propia curación. Así
como los recuerdos sensoriales de la experiencia de Johnny están retratados en el
dibujo y empieza a desarrollar el relato del trauma, también experimenta una
liberación de las sensaciones cargadas de horror de su experiencia, al mismo
tiempo que logra un control sobre ella.
La madre informó, algunas semanas después, que Johnny era “casi el
mismo de antes”. Es necesario recalcar que nunca hablé con él acerca de sus
peleas con compañeros u otros síntomas conductuales, sólo hablamos de sus
sentimientos de miedo, terror, preocupación, dolor, rabia, vergüenza y culpa.
Cuando se conversó sobre este proceso en el Instituto, fue difícil para
clínicos experimentados dejar de analizar e intentar una comprensión por
“insight”. Ellos quieren reflejar, explorar e interpretar los sentimientos que
sacaron a Johnny de su historia, muchos profesionales postulan que, en una
primera sesión, no se puede pedir al niño que haga un dibujo de la persona que
murió, fue asesinada o fue terriblemente herida. Este enfoque puede ser más
seguro para el profesional, pero los niños que están viviendo un trauma, necesitan
desesperadamente tener otros testigos de su experiencia. La reexperimentación a
través del dibujo y de preguntas específicas del trauma hace posible esta
oportunidad de “tener otros testigos”. (Steele y Raider, 2001).
FIGURA 11.6. Así es como se ve ese dolor
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Conclusión
Hay muchas razones claras para que el dibujo constituya una importante
modalidad en la intervención de un trauma.
• Dibujar es una actividad psicomotora. Como el trauma es una experiencia
sensorial y no únicamente cognitiva, la intervención debe incluir elementos
que aprovechen los recuerdos sensoriales del trauma.
• El dibujo proporciona un vehículo seguro para comunicar aquello que para
los niños, incluso para los adultos, resulta muy difícil de expresar en
palabras.
• El dibujo compromete a los niños en una activa participación de su propia
curación. Esto les permite pasar de reacciones pasivas, internas e
incontrolables de su trauma a una exteriorización activa y controlada de las
experiencias traumáticas.
• El dibujo proporciona una representación simbólica de la experiencia
traumática, en un lenguaje y formato que es externo, concreto y, además,
manejable.
• El formato mismo del dibujo es efectivo: el papel actúa como un contenedor
del trauma. El trauma contenido puede ahora ser manejado en un nivel
sensorial, táctil, por el niño, el cual puede manejarlo como quiera y, por lo
tanto, lograr un sentido de empoderamiento sobre el trauma.
• El dibujo proporciona un foco visual de los detalles que anima a los niños, a
través de preguntas específicas sobre el trauma, a contar su historia y a
hacerlo en un “lenguaje” que puede ser registrado de una manera que
también es manejable.
• El dibujo ayuda a la disminución de la reactividad (ansiedad) ante estos
recuerdos, a través de reexperimentación visual repetida en un medio que
es percibido y sentido cómo “seguro” para el niño.
No es posible describir en extenso este modelo de intervención de trauma en
sólo un capítulo. La información que aquí se entrega es un marco de trabajo y
ofrece líneas de orientación para tratar a niños traumatizados. Esto subraya la
importancia de tener un proceso estructurado para crear un entorno seguro. En
este lugar seguro los niños pueden reexperimentar los detalles de sus traumas y
contar sus historias para encontrar alivio a los terrores de sus experiencias y
recuperar un sentido de dominio y poder sobre sí mismos y su entorno.