Ejercicio para alumnos de 2º ESO de Religión Católica. Se trata de descubrir a un personaje oculto del Nuevo Testamento que se encuentra con Jesús, pero visto desde una forma policiaca.
1. B S I:
BIBLE SCIENCE INVESTIGATIONBIBLE SCIENCE INVESTIGATION
2. El inspector Vélmez tamborilea los dedos de la mano
izquierda sobre la mesa de la sala de interrogatorios. El
brazo derecho, doblado sobre el respaldo de la silla, la
pierna izquierda cruzada de manera casual sobre la
derecha. Definitivamente, sus manera nunca son las más
ortodoxas.
- Bien, repítame su nombre y nacionalidad –dice.
- Bien claro lo tiene ahí en su libreta. Está usted
poniéndose algo nervioso, creo –contesta el hombre,
tranquilamente-. No hay motivos. Ya le he dicho que yo no
sé nada más de lo que ya les dije a sus agentes el otro
día.
3. El inspector mira de nuevo al hombre que tiene delante.
Podría ser ese u otro cualquiera, claro, pues nada en sus
rasgos parece sobresalir: raza blanca, pelo oscuro, más
bien marrón, algo revuelto y necesitado de un buen corte,
ojos y piel también oscuros… De algún punto de la costa
mediterránea, sin duda; vestido como estaba, con unos
sencillos vaqueros, zapatillas deportivas y camisa clara
sin adornos, podría proceder de cualquier ciudad media
de alguno de los malditos países europeos del sur…
-Ya veo, ya. Declaró a los agentes que usted estaba de
paso por aquella ciudad. Y por lo que sabemos, ha ido
varias veces allí.
- Así es. Mi destino final era la capital. Quería visitar a
unos viejos amigos antes de las fiestas…
4. -Cuando los agentes le preguntaron por su oficio, les
respondió… -continúa Vélmez, girándose levemente
sobre la silla y haciendo como que lee una de las páginas
del informe. Acabará teniendo que usar gafas graduadas
o de esas de vista cansada…
-Que un poco de esto y de aquello –responde el hombre,
con voz tranquila-. Ya sabe, cuando uno procede de un
pueblo, tiene que saber arreglárselas con lo que hay.
-Claro. Su padre tendría algo que ver, digo yo… -apunta
el inspector. A él los pueblos, la verdad, es que…
- Evidentemente. Aprendí su oficio de pequeño, pero ya le
digo que sé un poco de todo.
5. ¿Con quién está hablando el inspector Vélmez?
¿En qué ciudad estaba de paso este hombre?
¿Cómo se llama la ciudad a la que realmente se dirigía?
Lc 18, 35 Lc 19, 1
Mt 16, 21 Mt 1, 16
¿Cuál es el oficio que aprendió de pequeño este hombre?
Dice que sabe un poco de todo, así que…
Jn 21, 6
Mc 6, 3
Lc 15, 4
6. El hombre mira a Vélmez mientras este pasa rápidamente
las hojas de su informe. Nada en él parece mostrar
tensión o preocupación. Sonríe al inspector cuando este
se gira bruscamente hacia él, mientras cierra la carpeta
con los papeles.
-La Interpol nos ha derivado un caso importante del que
parece usted una pieza clave, pero aún no tengo muy
claro su papel en él.
-Usted dirá…
El inspector Vélmez abre de nuevo su carpeta y extiende
sobre la mesa una pequeña foto plastificada.
7. -¿Lo reconoce? –pregunta
al hombre, arqueando la
ceja derecha.
- Claro. Es evidente.
Aunque no se ven bien los
detalles…
8. -Lo cierto es –continúa Vélmez, mientras recoge la
imagen y la vuelve a guardar descuidadamente en la
carpeta- que la Interpol está convencida de que usted
aparece en esta foto, pero, como ha dicho, no se aprecian
bien los detalles.
-Así es. Además, anote usted que me gusta pasear por el
campo con mis amigos. La naturaleza me relaja, ¿sabe?
Y no me va mucho lo del transporte público. Vamos, que
no tengo ni carnet de conducir –añade, sonriendo al
inspector, mientras le mira a los ojos…
9. ¿Por qué dice este hombre que le gusta el campo, ir
con sus amigos y que la naturaleza le relaja?
Mt 24, 3
Lc 22, 39
Mt 13, 32
Mt 4, 18
Mc 3, 7
Mc 6, 46
10. El inspector Vélmez se levanta, apartando la silla con la
pierna derecha. Lleva varias horas en la Comisaría, y
sobre la mesa de la sala están los restos de su té –tres
cucharadas de azúcar, su concesión a su única debilidad:
el dulce- y la taza de café del hombre que tiene delante,
aún intacta.
Da un par de vueltas por la sala. El hombre le sigue con la
mirada, tranquilo. Mueve su café con leche y da un par de
sorbos.
- Hemos investigado a sus amigos, supongo que lo sabe.
Están todos limpios, dicen que no tienen nada que ver,
pero que estuvieron también delante cuando ocurrió.
11. -Ya se lo expliqué a sus agentes. No me muevo por las
redes sociales. No tengo perfil en Twitter, no me interesa
Facebook y paso de Tuenti. Lo mío es mucho más sencillo:
hablar con la gente, escuchar, pasear.
-Lo de toda la vida, vamos –apunta Vélmez en un susurro.
-Eso. Me preocupo por mis amigos y por la gente que
estos conocen. Yo no veo nada extraño en esto.
-Hombre, eso lo dirá usted… ¡No tiene ni teléfono!
-Ya. Pero eso facilita mucho la comunicación: cuando
alguien me necesita de verdad, me busca –responde el
hombre, en una media carcajada.
12. ¿Quiénes son los amigos de este hombre?
Mt 10, 3
Mt 27, 56
Lc 6, 14
Lc 8, 3
Lc 10, 39
Jn 11, 5
Si ya tienes claro quién es este hombre, seguro que
puedes poner más nombres de otros amigos suyos…
Revisa tu cuaderno.
13. -¡Ahí quería llegar yo! –dice Vélmez, sentándose de nuevo,
mientras se apoya en la mesa. Se sienta ladeado en la silla
y se acerca rápidamente al hombre-. Ya nos vamos
entendiendo. Le vieron en aquella ciudad por la que dice
que iba de paso.
-Exacto.
-Alguien le hizo esta foto, aunque aparece deteriorada.
-Eso es.
-Y se invitó sin más a la casa de unos de los que andaba
por ahí. Esa persona no sale en la foto.
14. -Todo es cierto, inspector.
-¿Y no le parece extraño que alguien decida invitarse
porque sí a casa de otro?
-En absoluto, señor. Ese hombre estaba deseoso de
conocerme. Es más: me necesitaba -dice el hombre,
acercando su rostro al del inspector. Recalca cada una de
las sílabas-: me ne-ce-si-ta-ba. Por eso fui a su casa.
Vélmez se reclina sobre su silla. Su teléfono móvil se
ilumina y vibra dos veces en la mesa.
- Ese hombre del que habla… Hay sobre él orden de
búsqueda y captura.
15. -Ya no será necesario, inspector. Pueden retirar todos los
cargos sobre él… -dice brevemente el hombre.
-Extorsión, blanqueo de dinero, estafa pública,… -Vélmez
enumera rápidamente, tras abrir la carpeta y mostrar al
hombre una de las hojas-. Por no extendernos mucho.
-Usted no me conoce, inspector –dice el hombre, poniendo
a un lado su taza de café, ya frío-. Porque si me conociera
o supiera algo más sobre mí, tiraría ese papel, olvidaría los
cargos que tiene contra ese hombre y me habría marchado
ya hace tiempo de su Comisaría.
- Ese hombre del que hablamos ha desaparecido. Y usted
es la última persona que lo vio… con vida –contesta el
inspector.
16. El hombre contiene la respiración durante un segundo. O
dos: el inspector no está seguro, pero juraría que el
hombre que tiene delante se está riendo de él por lo bajo,
o a escondidas. Su móvil se ilumina y vibra de nuevo. Mira
la pantalla rápidamente y lo deja sonar quedamente.
-¿Y bien? ¿No dice nada? –pregunta el inspector.
- No tengo nada que decir. Le repito lo que llevo contando
desde que me llamaron: olvídense de ese hombre. O no.
Llame a sus amigos de la Interpol o barran la ciudad con
perros. No lo encontrarán, porque ha cambiado de vida, se
ha arrepentido y ya no es el mismo hombre… - dice, dando
un último sorbo rápido al café frío- Y si no tiene nada más
que preguntarme…
17. El inspector Vélmez se encuentra en su despacho,
sentado en su viejo sillón de orejeras, los pies
descansando en el reposapiés que encontró en el desván
de su casa. Nadie en la Comisaría, habituados al mal
humor y las extrañas costumbres del inspector, se atreve
a cuestionar el mobiliario de su despacho.
En el móvil tiene varias llamadas perdidas de su
secretaria. No ha respondido a ninguna, pues ya sabe lo
que la siempre muy eficaz Ketty Blam le va a decir: que
alguien de muy arriba de la Administración ha retirado los
cargos contra el desaparecido y ha dado orden de
abandonar la búsqueda. El sospechoso, si es que lo era,
había sido devuelto a las calles.
18. ¿Cuál de estas personas podría haber sido acusada de
los cargos que enumera el inspector Vélmez?
Lc 18, 18- 25
Lc 18, 35- 43
Mt 22, 15- 22
Lc 19, 1-10
19. - Dígame, ¿cómo es posible que la investigación se haya
quedado cerrada? –pregunta el Comisario Jefe.
Vélmez se acomoda en el asiento, mientras cierra su libreta
con las anotaciones del último caso.
-No teníamos caso, señor. Órdenes de arriba –responde-.
De todas formas, y fíjese en lo que le digo, una suerte de
intuición me dice que el hombre al que estábamos
interrogando ha tenido mucho que ver en esto. Y que es
posible que volvamos a saber de él. Acuérdese de lo que le
digo…
21. NOMBRE DEL HOMBRE AL QUE INTERROGAN:
CIUDAD POR LA QUE IBA DE PASO:
¿POR QUÉ EL HOMBRE DESAPARECIDO TENDRÍA
TANTOS CARGOS PENDIENTES?
¿POR QUÉ DICE EL HOMBRE AL QUE INTERROGAN
QUE EL DESAPARECIDO HA CAMBIADO DE VIDA?
¿QUÉ APARECE EN LA FOTO QUE VÉLMEZ MUESTRA
AL HOMBRE AL QUE INTERROGAN?