Charla Sonia Lorente - La salud masculina 28 septiembre 2015

1. Salud masculina
por
Sonia Lorente
Barcelona
28 septiembre de 2015
Cómo potenciarla en las distintas
etapas de la vida del hombre

2. 1
EL MUNDO: UN EQUILIBRIO DE ENERGÍAS
Vamos a explicar un concepto de salud de una forma distinta. Lo
nuevo pide escuchar con atención y con la mente muy abierta.
Hablar de lo masculino y de la salud nos lleva a ver qué es el
hombre y cómo están los hombres hoy. En nuestra sociedad vemos
que hombres bastante jóvenes padecen ictus, enfermedades del
corazón, problemas de próstata y de intestino… ¿Qué está
ocurriendo? En la mejor época de nuestra vida, a partir de los
cuarenta, es cuando se nos escapa el poder y la salud.
Para ello hemos de reconocer qué es la energía masculina. ¿Qué es
lo masculino? ¿Qué aporta al mundo? ¿Qué roles nos está
imponiendo el sistema de consumo, que quitan fuerza y salud al
hombre?
DOS POLOS: MASCULINO Y FEMENINO
Antes hay que tener en cuenta que nada es totalitario: el ser
humano tiene una parte femenina y otra masculina. Lo vemos en la
tierra: tiene dos polos, en medio el Ecuador; tenemos el día y la
noche; amanecer y atardecer… Existen dos polaridades en
equilibrio, que forman una danza donde todo se compensa. En el
hombre y en la mujer también existe esta danza, este equilibrio de
energías.
En el hombre hay una parte femenina, que sería su dulzura, su
armonía, su atención. Esto debe salir de forma natural. La mujer
también tiene su fuerza masculina. Lo vemos ahora, en los países en
guerra, en estas mujeres que salen corriendo y atraviesan campos
para salvar a sus hijos, ¡tienen que ser fuertes! Y sacan su
proyección masculina.
Nuestra cultura occidental ha priorizado la energía masculina y hoy
día la mujer se ha masculinizado mucho, mientras que el hombre se
ha afeminado y ha desarrollado su aspecto más delicado y creativo.
A esto se suma la cantidad de información que nos impacta y nos
llena de muchos conceptos equívocos.

3. 2
MARCANDO TERRITORIO
El niño se gesta en el útero materno y sale al mundo. Cuando el
niño nace, lo primero que reconocemos es su sexo, por sus
genitales. Si la madre ha tenido un parto natural, el bebé se ha
alimentado de la sangre del cordón umbilical y nace con los
testículos bien hinchados, debido al flujo de hormonas de su
madre, que los han dilatado. Luego vuelven a la normalidad.
Antiguamente, cuando nacía un niño producía gran satisfacción a la
familia. ¡Es un niño!, decían, señalando sus genitales. En el mundo
patriarcal era importante reconocer la sexualidad masculina, porque
el padre podría transmitir toda su realización personal como
hombre a este nuevo varón.
La mujer, cuando se casaba, se iba de su casa y se hacía esposa
―se esposaba―. El hombre, en cambio, no se desplazaba de su
hogar: mantenía su familia, su lugar, su ego. De ahí que el hombre
sea territorial. Transmitía a sus hijos toda su sabiduría y sus
propiedades. Esta es una ventaja que han tenido los varones en casi
todas las culturas. Por eso los niños, ya de pequeños, juegan a
marcar territorio, algo que no hacen las niñas. Ahora ya no se da
tanto, porque no tenemos ni tierras, pero en la herencia genética
del varón hay esa tendencia.
El hombre nacía y se predisponía a recoger la sabiduría de su padre.
Los oficios se pasaban de padres a hijos. Se pasaba el relevo
generacional.
Lo masculino ha podido transmitir su sabiduría. Pero esta ventaja
también ha sido un cerraje: el hombre no ha podido elegir ni ha
podido sentirse cómo es él mismo. Esto ya no sucede tanto en
Occidente, pero en muchos países el varón continúa gozando de
ventajas y privilegios, en la herencia, la dote, el patrimonio…
Lo cierto es que reconocemos al hombre por sus genitales. Y, por
naturaleza, reconocemos que tiene más predisposición a tener y
saber.

4. 3
EL NIÑO SE PROYECTA
El hombre tiene sus genitales externos, la mujer los tiene adentro. A
medida que crece y va siendo consciente de su cuerpo, el niño sabe
que su energía se proyecta hacia afuera, porque su órgano marca.
El miembro masculino posee una energía y un movimiento; la
energía masculina es de contención y el movimiento es hacia
adelante. Igual que su genital se lanza adelante, también lo hace su
mente. Cualquier propósito que un hombre se plantee, tenderá a
cumplirlo, pase lo que pase.
La mujer tiene otra energía: es como el agua de un río. Se mueve,
se expande… El hombre es el cauce. Él posee la fuerza para
canalizarla y contenerla. Su presencia es emergente y directa. No se
centra tanto en el sentir, el movimiento y la creatividad, sino en el
propósito y la acción.
EL ADOLESCENTE
Cuando un niño crece y se hace adolescente es consciente de esa
energía. Los niños son mucho más musculares e impulsivos que las
niñas. Antes, cuando los niños no crecían alimentados con exceso
de bollería, azúcares y comidas hiperproteicas, eran mucho más
energéticos: saltaban, corrían, no paraban. Hoy nos encontramos
niños que con siete años ya presentan sobrepeso y poca
musculación. ¡Esto no es natural!
El niño es movimiento expansivo. Necesita jugar a empujar, a
correr, a sentir la fuerza física de su cuerpo. A partir de los catorce o
quince años, cuando la nuez empieza a crecer y la voz cambia, el
niño reconoce que su energía física está cambiando. Se hace más
comunicativo y busca el grupo, los compañeros, porque su fuerza
vital le pide comunicarse, expresarse.
En la adolescencia los chicos se estiran y les crecen los músculos,
pero su desarrollo completo no se da hasta los diecisiete o
dieciocho años.

5. 4
EL HOMBRE JOVEN
Con el cambio de voz, que se hace muy grave, aparece una
tendencia que empuja al joven a imponer su voluntad. Necesita
salir afuera y emprender acciones. La barba, fruto de la activación
hormonal, es otra señal de identidad que se reafirma. El chico se
afeita, cuida su imagen, de alguna manera dice: ya estoy aquí.
Esa misma energía se desarrolla en su parte inferior. El adolescente
empieza a tener eyaculaciones nocturnas y a expulsar semen. Su
posicionamiento es vertical y emergente; su energía siempre sube
hacia arriba. Lo masculino proyecta la energía a través de la mente.
Hoy día, el mundo laboral y económico gira en torno a las
actividades mentales: trabajo con ordenador, pensamiento,
velocidad… Se escribe y se capta información a gran velocidad. Esto
va acorde con la energía masculina, mental, rápida, expansiva. El
hombre se centra, se pone a la tarea y realiza a la velocidad del
pensamiento. De ahí que muchos niños, aún pequeños, muestren
tanta habilidad con los ordenadores y otros aparatos.
Pero toda esta energía de posicionamiento, razonamiento,
visualización y acción inmediata produce un peso, y este peso tiene
que bajar. Ha de asimilarse.
Los hombres tienen una enorme capacidad para ejecutar: van de
una tarea a otra, sin parar, y esto genera un desorden. Si entras en
la habitación de un chico, te preguntas, ¿cómo puede vivir aquí? Sin
embargo, él puede encontrarlo todo sin problemas; ve el orden en
el aparente desorden.
¿Qué ocurre? Hoy los hombres jóvenes se saturan de actividad
mental: entre el trabajo y el ocio, su energía se expande con tal
rapidez y genera tal tensión que necesita un contrapeso emocional
enorme para bajar y descargarse. La mente se carga tanto, con
tanta actividad, tantos juegos, tantas imágenes, que el cuerpo
necesita un gran desahogo. Y lamentablemente existen muchas
sustancias que acompañan esta descarga. ¿Las necesitan los
jóvenes? No, ellos las hacen necesarias. Se apegan al porro, a la

6. 5
marihuana, al alcohol… porque todo esto les hace pasar de la
hiperactividad mental al caos de las emociones. Se descentran y se
descargan.
Un porro de hoy equivale a 15 porros de los años setenta, porque
como lo fabrican a partir de cultivos de invernadero, con luz
eléctrica y forzando su crecimiento, su efecto es 15 veces mayor y
tarda más de 21 días en eliminarse del cuerpo.
Así que hoy encontramos muchos jóvenes hiperactivos, con una
elevada energía mental, que luego pasan al otro extremo, con
sustancias que los descargan. Y si no, acuden al ordenador y se
conectan a páginas pornográficas que les provocan, de manera
virtual, esa descarga.
DERROCHE DE ENERGÍA
El hombre dilapida su energía y su esencia. ¿Qué ocurre cuando
un joven hace el acto sexual estando bebido? Una eyaculación
equivale a una transfusión de un litro de sangre. El esperma lleva
una riqueza de células impresionante: de él saldrá una futura vida.
No se puede comparar una eyaculación con la orina o una hez. Los
médicos solo dejan que a un donante le saquen 4 litros de sangre al
año y, como mínimo, después de una extracción, se necesitan tres
días para recuperarse. Si un joven eyacula diariamente no se va a
morir, pero ¿cómo descansa? ¿Cómo se alimenta? ¿Reposa lo
suficiente? ¿Respira bien?
El líquido seminal lleva un 20 % de líquido cefalorraquídeo. Y este
líquido, para formarse, necesita un mineral, el zinc. Para reponer
este mineral es necesario cuidar la alimentación. Antiguamente se
tomaban muchos alimentos naturales, cultivados en la tierra, con
todos sus nutrientes. Pero hoy, si abrimos la nevera de un hombre,
especialmente si vive solo, ¿qué encontraremos? Casi todo será
comida basura, comida que llena y sacia, pero no alimenta. Si un
hombre lleva una vida estresada y luego, cuando llega a casa, se
alimenta con comida que no le nutre, ¿cómo se va a sentir?

7. 6
SEXUALIDAD Y SALUD
La sexualidad es sagrada. Pero hay que saber vivirla de manera
equilibrada y recuperarse. Un joven de veinte años, pletórico de
energía, puede permitirse derrocharla. Pero si no se cuida, y si
además bebe, toma café, se alimenta mal… ¿cómo llegará a los
cuarenta?
La salud se nos vende a través de las pastillas y en los centros de
salud. Pero no se nos enseña a cuidarnos, a ser conscientes de
nuestra energía vital, a alimentarnos correctamente.
¿Qué ocurre con la próstata? ¿Es feliz ese hombre con su vida
sexual? ¿Pasa muchas horas sentado ante el ordenador, o ante el
televisor, sin caminar, sin moverse? Es importante oxigenar la parte
masculina, ese triángulo que ya los antiguos reconocían como vital
en el hombre. Los egipcios incluso se colocaban ese adorno
triangular bajo la barbilla como una prolongación de su miembro.
La postura básica del hombre no es estar sentado, sino de pie,
caminando, moviéndose. Dejemos tantos ascensores, hay que subir
escaleras, y caminar un trecho hasta el trabajo. Sin moverse, sin vivir
una sexualidad plena, donde todo es rápido y no hay tiempo ni
siquiera de reconocer lo femenino, sin una buena alimentación y un
descanso regenerador, ¿qué sucederá? Que ni el corazón, ni los
intestinos, ni el resto de los órganos van a funcionar bien, porque lo
que hace, lo que se mete en el cuerpo y lo que piensa no está en
armonía. Lo que el cuerpo desecha lo saca de su reserva de energía
y así se va debilitando.
EL HOMBRE ADULTO: DE LOS 30 A LOS 40
El hombre es inmediato e impulsivo, y la cultura lo sabe. Sabe que
puede relajarse de manera más rápida que la mujer. A una mujer le
cuesta relajarse porque lleva mil cosas en la cabeza. Un hombre
lleva dos. Pero son tan profundas que las hace a conciencia. Es su
forma de ser: tiene un contenedor donde caben una, dos o tres
cosas importantes, no más. En la mujer, es como si tuviera cinco o

8. 7
seis contenedores. Se expande y va haciendo, no todo a la vez, sino
gradualmente, mientras se va comunicando. El hombre no es así: se
centra en sus tareas y no las deja hasta que las termina. Aunque
hoy día la cultura que nos rodea tiende a diluir las identidades y el
hombre se ve cada vez más envuelto en la dispersión.
De los treinta a los cuarenta años, el hombre pasa esta fase de gran
actividad mental y sexual, de expansión. Es en esta etapa cuando
muchos hombres deciden compartir su vida y eligen una pareja. Se
casan, forman una familia y normalmente la mujer quiere tener
hijos. El hombre a lo mejor no tiene esa necesidad de paternidad,
porque él ya se proyecta afuera de casa.
Cuando la mujer tiene un niño, el hombre no vive la vinculación tan
estrecha con el bebé que tiene ella. Hasta los veinte meses no se
vinculará con el niño de manera especial. Durante ese tiempo, el
niño usurpará el papel del padre, acaparando toda la atención de
su madre. El hombre puede comprender y querer, pero no mostrará
una pasión desmesurada por su hijo. El estar, cuidar, alimentar, es
propio de la energía femenina. La naturaleza lo ha dispuesto así,
por eso la mujer es la que amamanta al niño.
En cambio, cuando el niño comience a hablar y a caminar, el padre
se implicará mucho más con su hijito. Le enseñará el mundo, y
nacerá la complicidad entre ambos.

9. 8
EL ROMANTICISMO… PARA EL CINE
Las películas donde aparecen esos hombres galantes, que llegan a
casa con ramos de flores y conquistan a su mujer son eso, películas
románticas, hechas para mujeres. Pero la realidad es otra. Los
hombres son como son. No piensan tanto en flores: ellos ya saben
que, cuando llegan a casa, tienen una flor hermosa que les encanta.
La mujer no tiene por qué deprimirse, debe comprender la esencia
masculina y aceptar al hombre tal como es, porque si no enfermará.
Si al hombre se le pide que cambie, que sea más romántico, que
esté por los detalles propios de la mujer, se sentirá agobiado y mal.
Cuando se siente aceptado y pleno, tal como es, podrá manifestar
su amor a la mujer, a su manera. Cuando llega a casa ya sabe que la
mujer está, y quizás no se deshaga en elogios, porque no se fija en
los detalles. Está en el presente, lo vive y lo valora aunque no lo
exprese como lo haría una mujer.
No intentemos cambiar lo masculino. Entendámoslo. De esa falta
de comprensión vienen muchas separaciones. La mujer desearía un
hombre como el de las películas, y está negando su esencia
masculina. Ese hombre ideal no existe.
Si la mujer acepta al hombre como es, y él acepta la maternidad, y
acepta esa soledad mientras su esposa está criando al niño, se
podrá mantener la armonía en el hogar. Si se aman, comprenderán
y aceptarán las peculiaridades del ser masculino y el ser femenino.
EL TRABAJO MANUAL Y FÍSICO
Antes, el hombre vivía la paternidad a una edad más joven. Pasaba
el día afuera, trabajando en el campo, y cuando regresaba al
atardecer los niños reconocían de inmediato su presencia. Apenas
llegaba el padre, lo notaban. Allí estaba.
Hoy esto se ha perdido, pues el trabajo es muy mental. Cuando el
hombre llega a su casa todavía tiene la mente en sus tareas y
preocupaciones; los niños perciben esta dispersión.

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El trabajo mental hoy está sobrevalorado, pero el hombre necesita
el trabajo manual. Cuántos hombres son felices con su rincón, su
casita llena de herramientas y alguna faena por hacer. Necesitan
sentir su capacidad de hacer, de fabricar con las manos, de trabajar
físicamente. Hay que equilibrar la actividad intelectual con la
manual.
Después de un trabajo muy mental, encerrado en oficinas o
despachos, el hombre necesita espacio para caminar, correr, tocar
la tierra, respirar el aire en plena naturaleza. Su energía mental ha
de bajar hasta el suelo.
DESCANSAR Y CUIDARSE
Cuando el hombre llega a casa es bueno que se duche, que se
cambie de ropa, que se oxigene, porque su cuerpo cambia de
estado. Ese cambio aporta salud, en lo emocional, en lo físico y en
lo mental. Después de un baño, de relajarse en casa, de ponerse la
bata… se enfrentará al jefe con mucho mejor ánimo y humor. Si el
hombre no desconecta en casa, llevará toda la tensión al trabajo, se
sentirá peor y volverá a traer toda esa mala energía al hogar.
En casa el hombre ha de sacarse su “personaje”, su vestimenta
exterior; ha de oxigenarse y cambiar. Así rendirá mejor en su trabajo
y mejorará su convivencia familiar.
Si el hombre vive solo, después de toda la semana trabajando hará
bien en quedarse el fin de semana tranquilo, en casa, y cocinarse,
para él. Preparar sus lentejas, sus potajes, es invertir dos o tres
horas para que su corazón, su hígado y sus riñones funcionen bien.
El estado de salud en una casa empieza en la cocina.
Tenemos que comprender que nuestra nevera, por dentro, tiene
que ser de color verde, con muchos otros colores. Las neveras
blancas matan: llenas de quesos, lácteos y pastas procesadas… Son
las neveras de los hombres solteros o separados, y así vemos esas
enormes barrigas hinchadas. No saben prepararse sus ensaladas,
sus potajes… Y necesitan minerales y vitaminas, que están presentes
en estos alimentos.

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EL HOMBRE MADURO
¿Eres hombre y estás solo? Presta atención a tu centro de salud,
que es la cocina. La salud no te vendrá por los medicamentos, sino
por lo que ingieres, cómo lo cocinas, cómo lo masticas. Ve a
comprar, busca tiempo para esto. Los hombres mueren de
enfermedades degenerativas como la hipertensión. Les gustan los
sabores salados, picantes, sustanciosos, y por esto buscan
alimentos grasos que los contengan. Resulta más fácil comprar
jamón, conservas y sopas envasadas, cargadas de sal y de grasas,
que hacerse los propios caldos y potajes. Así es como se obturan
las arterias. ¡Aprended a quereros! Pensad en vuestras madres y
abuelas, cómo cocinaban… O preguntad a las mujeres de vuestro
entorno, de vuestro trabajo. Aprended de ellas. Y si tenéis esposa,
agradecedle lo que cocina.
En edades avanzadas, el hombre debe cuidarse. Además de comer
bien, es importante que trabaje la respiración, que se mueva y que
se divierta de forma sana, también. En la época de la jubilación es
un momento en que el hombre puede preguntarse muchas cosas.
Aparte de los éxitos que ha podido cosechar, aparte de lo que ha
hecho por su mujer, por sus hijos, cabe preguntarse ¿qué he hecho
para mí? ¿Qué círculo he creado de personas que me aman? Si mis
amigos ya no están, ¿puedo crear otro círculo? ¿Puedo expandirme,
fuera de mi casa, de mis familiares? ¿Puedo aportar mi
conocimiento, parte de mi energía, a alguien? ¿Qué puedo dar con
mi generosidad? Mientras haya un corazón latiendo hay vida, y
mientras hay vida hay movimiento. No puede ser que el hombre
acabe su vida en el sofá.
Muchos hombres llegan a los setenta o setenta y cinco años que, a
las cinco de la tarde, enchufan el televisor y se dejan caer en el sofá,
durante horas. Eso es nefasto, porque en la vejez es cuando más
hemos de cuidar la circulación. En vez de apoltronarse, le conviene
pasear, relacionarse con otros, compartir una conversación… es
necesario compartir lo que uno lleva consigo, la experiencia de los
años vividos, lo que se guarda en el corazón.

12. 11
ALGUNAS REFLEXIONES
Como resumen, el hombre tiene que desintoxicarse de lo que le ha
inculcado la cultura: el correr y llenar la mente de tantas cosas.
Como el hombre ya es muy mental y satura su cerebro de
pensamientos, debe bajar esa energía, ¡cuidado cómo la baja y con
qué medios! Las nuevas generaciones lo están haciendo con
sensaciones extremas, provocadas por sustancias tóxicas. El
alcohol, los porros, son normales en el mundo masculino. Parece
que el joven tiene que comer en un McDonalds, beber alcohol y, si
se encuentra una chica, “aquí te pillo aquí te mato”. Hay que
cambiar el concepto de lo masculino. En una relación sexual
apresurada se va muchísima energía, que va debilitando el hígado.
Con este ritmo, el hombre llega a los cuarenta años exhausto y con
los órganos dañados. Querrá ser padre y, como su esperma no es
de calidad, no podrá o tendrá dificultades.
Un muchacho de veinte años debe tener una espalda fuerte, recta, y
los músculos bien formados. Pero esto es una constatación: ¿cómo
caminan los jóvenes hoy? Muchos van encorvados, con la espalda
caída. ¿Cómo llevan los pantalones? ¿Cómo está su cadera y su
coxis? Caído. ¿Y su garganta, su voz? ¿Qué hombres estamos
construyendo?

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En casa, los hombres toman el mando a distancia y se acomodan; el
mando a distancia es una proyección de su miembro, sirve para
marcar, pero no proyecta energía. ¿Tenéis tiempo los hombres para
relajaros, ducharos, cambiaros de ropa, sentir que estáis presentes,
ahí? ¿Tenéis tiempo para comprar, cocinar y degustar vuestra
comida?
Siendo hombres, en la edad que estéis, observaros. Y si tenéis hijos
y nietos es bueno que os sentéis a comentar todas estas cosas y las
compartáis. Así creceréis juntos.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
―Tengo la impresión de que los hombres dejan de ser
hombres, como si el rol masculino les fuera demasiado grande.
Asumir la responsabilidad del varón pesa mucho.
―Esa tendencia innata del hombre a salir hacia fuera y ciertas
adicciones hacen que el hombre sufra un bajón hormonal.
―Jung habla de la parte femenina del hombre, que no significa
que sea mujer, sino de valores femeninos, como la ternura y la
delicadeza. ¿Por qué un hombre no puede llorar, ser delicado o

14. 13
exquisito, o incluso regalar una flor? Mi pregunta es, la
definición de la sexualidad, ya madura, ¿a qué edad se da?
Porque a veces se da una complicidad muy fuerte entre los
chicos sin llegar a ser homosexualidad.
―Esto es complicadísimo. Hay un libro muy interesante del
neurólogo Dick Swaab, Somos nuestro cerebro. En él explica que la
sexualidad no está bien definida porque muchas veces la madre ha
tomado medicamentos que alteran el estado cromosomático ya en
la placenta. Se ha demostrado que las mujeres que han tomado
ciertas medicaciones tienen hijos varones que luego presentan una
dificultad para definir su sexualidad. Los medicamentos que toma
una madre durante el embarazo son cruciales. Hoy las mujeres
toman muchas hormonas, y esto se cree que influye muchísimo en
la indefinición sexual. Además, los hombres que se crían entre
mujeres, sin que esto sea negativo, reciben un impacto que se suma
a la posible alteración durante el embarazo. Si la madre ha tomado
durante mucho tiempo medicación hormonada la sexualidad del
hijo puede estar alterada ya cuando es un feto. Esto hay que tenerlo
en cuenta. El niño recoge todos los tóxicos y secuelas de las
hormonas que ha tomado la madre. Por eso hoy encontramos
muchas personas que no saben definir bien su sexualidad. La
madurez sexual más la influencia externa de las mujeres puede
hacer que un niño desarrolle la homosexualidad, además de una
creatividad expansiva, propia de una personalidad femenina.
Por eso es importante que la madre se alimente bien y vigile qué
medicamentos toma durante el embarazo. Todo lo que hace influirá
en su hijo.
También la hiperactividad parece que es consecuencia de los
tóxicos que el niño absorbe en la placenta. La medicación química
que altera la conducta tarda mucho tiempo en ser excretada del
cuerpo, y esto afecta al bebé. De ahí que haya tanta gente con
problemas psiquiátricos y de déficit cognitivo.
La sexualidad es sagrada, no puede ser una simple descarga del
hombre y una de la mujer.

15. 14
―Mi padre murió a los 97 años, con una salud fantástica, y
bebía cada día una botella de vino. ¿Qué nos dices de esto?
―El alcohol tiene 7 calorías por gramo. El alcohol da calor y su
efecto es inmediato, porque sus azúcares van directos al torrente
sanguíneo y al cerebro, alterando el metabolismo y la conducta.
Beber un vasito de vino bueno está bien, pero una botella al día…
No es muy recomendable. Ahora bien, ¿de qué vino hablamos? Si
era un vino natural, macerado a su tiempo, suave, no es lo mismo
que los vinos cargados de aditivos que encontramos en el
supermercado. Estamos en la cultura del vino y esto nos condiciona.
Pero el alcohol enturbia la mente, y esto es incuestionable. Por otro
lado, el alcohol altera mucho más a la mujer que al hombre, porque
nuestro hígado es más graso y las hormonas nos hacen más
sensibles sensible al alcohol. Un hombre puede vivir muchos más
años siendo alcohólico.
Pero el exceso de alcohol nos hace daños a todos. Una madre que
ha bebido, aunque lo deje durante el embarazo, va a transmitir el
daño a su bebé. Estamos creando una sociedad compulsiva y
enferma, que busca solo placeres fáciles e insanos. A los cuarenta
años, cuando llega la plenitud de la vida, hombres y mujeres llegan
carentes de energía, enfermos y con muchos problemas.
―Sobre el cuidado de los bebés, dices que el padre no
interviene en la crianza del niño. En una sociedad que educa
para la igualdad, veo que cada vez los padres jóvenes
participan más en el cuidado de los niños, desde que nacen, y
esto me parece bien.
―En efecto, y esto está bien. Pero el hombre, aunque colabore,
conscientemente, no tiene el mismo instinto. De forma natural,
innata, el hombre no interfiere tanto entre la madre y el hijo
durante los primeros meses. El hombre no tiene ese instinto que
tiene la madre con su bebé. Claro que es bueno que ambos
cooperen. Pero lo importante es la esencia masculina, y que el niño
la aprenda de su padre. Esta complicidad entre el padre y el hijo se

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da a partir de los veinte meses, cuando el niño ya camina y habla y
el padre lo saca para enseñarle el mundo.
Los vínculos entre la madre y el hijo son impresionantes. La mujer
trabajadora antes tenía cerca a su madre, la abuela, que cuidaba del
niño. Hoy la mujer madre y trabajadora está sola y pide al marido
que esté a su lado. Pero el hombre se proyecta más hacia el
exterior, por tendencia.
Sonia Lorente Teruel
Visita su página: www.sonialorente.org