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SOBRE EL AUTOR
Hola mi nombre es Mariano Cabrera
Lanfranconi, Licenciado en Publicidad, Creador
de MarianoCabrera.com, CoFundador de
TuMercadazo.com y de Grupo Hemisferios,
entre otras cosas.
A lo largo de los últimos años aparte de trabajar
como consultor para diferentes empresas, tuve
la suerte de haber capacitado más de 30.000
personas por medio de diferentes cursos, talleres y conferencias hablando
sobre temas de marketing, publicidad, redes sociales, ventas, negocios y
temas similares.
Si quieres conocer un poco más sobre mí, te invito a contactarme por los
siguientes canales.
• Web: www.marianocabrera.com
• Twitter: www.twitter.com/mclanfranconi
• Facebook: www.fb.com/marianocabreralanfranconi
• LinkedIn: www.linkedin.com/in/mclanfranconi
• Correo: mariano@marianocabrera.com
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AGRADECIMIENTO
Como en todo lo que hago, a mi esposa Kharen. Mi mejor amiga,
compañera y socia, que siempre esta presente en todo momento.
A mi familia y mis padres, Andrea, Pedro y Ricardo (Tengo la suerte de tener
2 padres increíbles). Especial agradecimiento a mi padre, Pedro Cabrera, por
revisar los cuentos, ayudarme en varias correcciones y detalles, para que
queden perfectos.
Finalmente a todos mis amigos, comunidad y seguidores. Son tantos, que no
alcanzaría un solo eBook para mencionar y agradecer a todos.
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INTRODUCCIÓN
Desde que tengo uso de la memoria, siempre me gustó escribir cuentos,
historias y hasta poemas. Ya de grande aprendí a aprovechar el poder de la
escritura para crecer y hacer marca, tal es el caso de mi blog,
MarianoCabrera.com.
Sin embargo, desde hace un buen tiempo tenía ganas de escribir algo que no
sea sobre marketing, publicidad, tecnología, redes sociales y temas similares.
Y se me prendió la lamparita.
Decidí escribir unos pequeños relatos de terror que compile en este libro (Me
encantan los libros y películas de terror). Así fue como durante unos meses,
comencé a pensar historias, guardar las ideas en mi teléfono móvil y
finalmente terminé escribiendo este eBook gratuito que denominé: “Cuentos
de terror para fanáticos del marketing”
En este libro encontrarás 10 historias de terror, suspenso y miedo, que tienen
una temática en común: El Marketing.
Espero que disfrutes mucho el eBook y agradecería mucho los compartas con
tus amistades (Especialmente si son fanáticos del marketing también).
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ÍNDICE
EL ASCENSOR .......................................................................................................................... 6
EL BRIEF................................................................................................................................... 10
EL CHE PIBE............................................................................................................................ 13
EL JINGLE ................................................................................................................................ 15
EL MEME................................................................................................................................... 19
EL PACTO................................................................................................................................. 23
EL PASANTE............................................................................................................................ 28
EL WEBMASTER..................................................................................................................... 32
LA JEFA..................................................................................................................................... 34
LA SECRETARIA..................................................................................................................... 39
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EL ASCENSOR
Diez de la noche de un viernes en la oficina y Ramiro seguía
diseñando… Nuevamente se había olvidado del mundo mientras
preparaba un anuncio gráfico y escuchaba a todo volumen en sus
auriculares a Babasónicos, su banda favorita. Ramiro padecía un tipo
de autismo leve que hacía que por momentos se concentre demasiado
en su trabajo, de forma tal que se olvidaba y abstraía de todo lo que
sucedía a su alrededor.
De pronto, al ver el reloj tomó conciencia de que hacía más de
tres horas que todo el personal de la agencia publicitaria se había
retirado. Hora de ir a casa, pensó. Guardó los diseños, apagó la
computadora, cerró con llave su cajón y se dirigió al ascensor ubicado
en el piso 13 de un gran edificio de oficinas en pleno centro de Buenos
Aires.
Mientras esperaba que suba el ascensor recordó que le gustaba
observar los números rojos en la pantalla del viejo cubículo y contar
•
7
en voz baja cuando pasaba por cada piso (otro de sus hábitos o quizás
otra de las manifestaciones de su autismo). Finalmente, el ascensor
llegó, se abrió la puerta automática y para su sorpresa, el ascensor no
estaba vacío. Una joven esbelta dueña de un hermoso cabello rizado
dorado, lo miraba fijamente. Durante un instante Ramiro se quedó
petrificado. No era lo que se dice uno de esos chicos que se anima a
hablar de golpe a las mujeres. En realidad no era de hablar mucho.
—¿Vas a subir? — preguntó la joven del ascensor.
Antes de que la puerta del ascensor se cierre, Ramiro ingresó
rápidamente y sonriendo tímidamente, sin mirarla, respondió:
—Sí, perdón —mientras la puerta se cerraba y el ascensor comenzaba
a descender.
13, 12, 11… como siempre Ramiro contaba los pisos. Sin
embargo estaba incómodo. Nunca había estado tan cerca de una joven
hermosa… cuando de repente el ascensor se detuvo, apagaron las luces
y encendieron las de emergencia.
—No, por favor, de nuevo no —. Exclamó ella mientras apretaba con
nerviosismo los botones del ascensor.
—¿Cómo otra vez? —. Preguntó extrañado Ramiro.
—Sí, últimamente este viejo ascensor está fallando, especialmente de
noche. —le comentó — Por cierto, me llamo Silvana — mientras
extendía su mano para saludarlo.
Ramiro nunca había palpado piel más suave, y esos pocos segundos
que duró el apretón de manos, bastaron para que comenzará a sentir
algo por aquella mujer. Por un instante -como nunca- se sintió
relajado, cómodo y agradecido de que accidentalmente el ascensor se
hubiera detenido en el piso 11. Desde lo más profundo de su ser
•
8
esperaba que el ascensor jamás volviera a funcionar. Deseaba detener
el tiempo en ese sublime momento y conocer más a Silvana.
—Mucho gusto, soy Ramiro Cortella, diseñador gráfico —dijo.
—Bueno, Ramiro, creo que va a ser una larga noche. Viernes a la
noche, nadie en el edificio, ni siquiera el portero. Aprovechemos el
momento, esperemos que regrese la energía y conversemos un rato
para distraernos. ¿Así que eres diseñador?
—Sí, trabajo en Galileo Publicidad, una agencia que está en el piso 13.
—Qué bien. Yo trabajo en un despacho de abogados, piso 7.
—¿Piso 7? — preguntó Ramiro desconcertado—¿Y qué hacías entonces
en el piso 13?
—Soy un poco despistada. Bajé, subí y ahora estoy acá con vos… me
pasa cada tanto.
—Tranquila, te entiendo. También me ocurren situaciones parecidas. A
veces me aislo mentalmente del mundo y no me doy cuenta de nada.
—Me imagino —dijo Silvana riendo—A ver, contarme más sobre vos,
me gusta conocer a las personas.
Detenido en pleno piso 11 dentro del ascensor y sumado a su autismo,
Ramiro se concentró como nunca en dialogar con Silvana. Hablaron
mucho. Ramiro estaba feliz, tanto que en su loca cabeza sintió que por
primera vez se estaba enamorando.
—Wow —exclamó Silvana al chequear su reloj— Son casi las 12 de la
noche, debo irme…
—Silvana –dijo Ramiro- estamos atrapados en este ascensor desde
hace horas y por lo visto no hay cómo sepan que estamos aquí y que
nos rescaten hasta que regrese la electricidad a este edificio.
•
9
—Lo sé, pero insisto en irme— Luego Silvana tomó las manos de
Ramiro, lo miró fijamente y le dio un beso en la frente. —Me encantó
hablar contigo esta noche, espero encontrarnos de nuevo.
Ramiro no comprendía nada. ¿Cómo pensaba ella salir del
ascensor? Toda la situación desde ya lo tenía confundido… la belleza
de Silvana, y ahora en especial, reconocer sus manos frías, tanto como
el beso en la frente.
Silvana le dio una última mirada e inexplicablemente, como por
arte de magia, atravesó las puertas del ascensor y desapareció a la vez
que el edificio recuperaba la energía eléctrica.
10, 9, 8, 7… mientras el ascensor bajaba, Ramiro se encerró de nuevo
en su hermético mundo, continuó escuchando a los Babasónicos y
recordó que hace un mes atrás mientras subía las escaleras del edificio,
alguien comentaba la insólita muerte de una joven despistada, bella
como ninguna, que había caído por el hueco del antiguo ascensor.
•
10
EL BRIEF
Susana escuchó a lo lejos la risa de una pequeña niña, abrió sus ojos,
enfocó un poco su visión, sacudió la cabeza levemente y logró ver la
hora. Eran las 02:45 de la madrugada. Hacía más de ocho horas que
estaba redactando el brief que su jefe le solicitó a última hora, en
ocasión del inminente lanzamiento del nuevo producto de uno de los
clientes más importantes de la agencia de publicidad. En total, ya iban
a ser más de veinte horas trabajando sin parar, energizantes de por
medio, por supuesto.
El brief había quedado perfecto. Hizo las investigaciones
necesarias, preparado el FODA, la situación inicial, compilado
anteriores campañas, establecido los objetivos, definido la línea gráfica
básica y otros detalles, en tiempo récord. Finalmente, guardó el archivo
Word y cerró la tapa de su laptop. Fue cuando notó la presencia de
alguien más…
•
11
Detrás del monitor de la computadora portátil que estaba frente
a su escritorio, había una niña a la que le faltaba la mitad del cráneo.
Susana estaba paralizada de terror. Mientras la extraña niña sonreía,
observó que le faltaban varios dientes y otros estaban partidos como
si algo hubiera explotado en su boca. Luego, entre risas, comenzó a
ahogarse. Sus ojos se salían de órbita. Y al desatorarse salió de su
boca un vómito de sangre que manchó todo el escritorio. Presa aún del
miedo, Susana logró ver que en el vómito existían unas pequeñas
canicas negras, muy parecidas a los perdigones de una escopeta.
De repente la niña se levantó y comenzó a caminar hacia Susana.
En ese momento pudo notar que la nuca sangrienta de la niña parecía
una flor abierta. Pedazos de seso, hueso y cuero cabelludo colgaban
del cráneo. Y lo más inquietante, es que traía en sus manos una
escopeta.
- ¿Quieres jugar conmigo? — le preguntó a Susana quien estaba
paralizada de pavor —Pero no le digas a mi papá. Él no quiere que
toque sus juguetes.
Sentada y sin poder moverse, Susana siguió con la vista a la
niña, quien caminando lentamente se colocó detrás de ella. Luego,
sintió una respiración jadeante en su oído. Los pelos del cuerpo se le
erizaron y escuchó la susurrante voz de la niña diciendo:
— Mira para abajo…
Cuando bajó la mirada, como si se hubiera duplicado, vio a la
niña sonriente agachada a sus pies. También observó la boca del cañón
de una escopeta recortada que apuntaba a su rostro. La niña lanzó una
carcajada, jaló el gatillo y Susana sintió un fuerte impacto que la
derribó de la silla. Mientras agonizaba en el suelo y se preguntaba por
qué, pudo observar que el reloj de su oficina marcaba las 02:47 am.
Luego cerró los ojos y la invadió una interminable oscuridad.
•
12
Cuando despertó y palpó el rostro, Susana sintió un tremendo
alivió al darse cuenta de que tuvo una horrible pesadilla. Allí en su
laptop, pudo ver que aún estaba el documento guardado del brief
confeccionado durante incansables horas. Realmente, el stress y la
fatiga le habían jugado una mala pasada. Se incorporó como pudo,
sentó de nuevo en su silla y quedó inmóvil tratando de calmarse del
susto.
Pero la paz no duró mucho. Porque a las 02:46 de la madrugada,
Susana escuchó una risa infantil proveniente de la parte trasera de
computadora portátil.
•
13
EL CHE PIBE
Así se le dice cariñosamente al nuevo pasante de las agencias de
publicidad en Argentina. Recibe este simpático nombre, porque al
tratarse del más novato y servicial, todo el mundo termina dándole
órdenes, entre ellas, que realice fotocopias, lleve esto de aquí para allá
o que traiga el café. Obviamente, todo esto acompañado siempre de la
frase “ché pibe”. Carlos –protagonista de este cuento- era uno de ellos.
—¡Abran la puerta, por favor, se los pido por Dios, soy claustrofóbico!—
gritaba Carlos desesperado y llorando desde adentro del pequeñísimo
cuarto que usaban como despensa en la cocina de la agencia.
—Chicos, por favor… no puedo respirar, me está faltando el aire —
confesaba con desesperación mientras trataba de abrir la puerta
sacudiendo el pomo de la misma de un lado a otro. Además, Carlos se
asustó más al comprobar el temblor de su cuerpo, en especial sus
•
14
manos. Fue cuando empezó a patear la puerta y gritar en un tono de
desgarrador impotencia.
—¡Abran la puerta, hijos de puta… los odio a todos!
Cuando escuchó los ruidos estridentes en la puerta y el grito enojado
de Carlos, Carolina –que estaba del otro lado de la puerta en la cocina
preparándose un café- se asustó tanto que fue a buscarlo a Joaquín,
su colega de redacción.
—¿Qué pasó Carolina? ¿Por qué gritaste?
Carolina sin dejar de temblar, lo llevó hasta la cocina y apuntó con su
dedo a la puerta de la pequeña despensa. Y dijo casi susurrando…
—Alguien está tratando de abrir esa puerta, hay alguien encerrado ahí
adentro…
—¿Vos estás loca, no?— le dijo Joaquín mientras se reía y se dirigía a
la puerta —Esta es una puerta de decorado, no hay nada adentro—
despegó el pestillo, abrió la pequeña puerta y le mostró a Carolina la
sórdida pared de ladrillos que estaba detrás de la misma.
•
15
EL JINGLE
—“Tú y yo… yo y tú… siempre juntos es mejor. Con Unión y alegría,
toma lo mejor de la vida”— cantó Valeria —“Chocolate Unión, porque
compartir es mejor” — dijo intentando imitar la voz masculina de un
locutor —¿Qué le parece? —
—Una cagada, Valeria. Muy ñoña tu canción — comentó Orlando, su
jefe en la agencia de publicidad.
— ¿Ñoña? ¿No era para niños? Es más, ustedes me pidieron algo
divertido, que suene bien, alegre. No veo nada malo en mi propuesta
—dijo ella molesta.
—¿Sabes qué, Valeria? Me tenés cansado con tu lloriqueo de siempre.
Estás despedida.
—¿Despedida? Pero… — dijo a punto de llorar.
•
16
—Sí, des-pe-di-da, hija. Lo tuyo no son los jingles. No sé, quizás como
secretaria o recepcionista te vaya mejor.
— ¿Sabe qué? Usted es un viejo machista. No soporta que una mujer
pueda hacer un buen trabajo. ¿Despedida? — preguntó Valeria —Nada
de despedida, yo me voy solita —mientras se alejaba del despacho
gerencial y azotaba la puerta.
Valeria era una joven Italiana de 25 años que se había mudado
a la ciudad cansada de vivir en un pequeño pueblo al norte de Milán.
Durante su infancia le apasionaba escuchar durante horas la radio, el
único medio accesible que había en esa época para una familia modesta
económicamente. Amaba los jingles –canciones publicitarias- y
siempre se los memorizaba cantándolos una y otra vez. Desde muy
pequeña Valeria demostró gran habilidad con la música, tocaba
diferentes instrumentos e inclusive creaba sus propias canciones. Pero
su sueño –cuando sea grande, decía- era convertirse en toda una
creadora de jingles radiales.
Con los años se dio cuenta de que su sueño estaba cada vez más
lejos. No lograba conseguir trabajo, por algún u otro motivo le
rechazaban sus jingles y sabía que en plena década del 60, convertirse
en una importante creativa de la industria publicitaria, no era para
nada sencillo.
Dos semanas después de haber sido despedida, Valeria tomó
coraje y decidió volver a encarar una vez más su sueño. Sin embargo,
a la hora de la verdad, la alegría le duró poco. Valeria estaba quebrada
económicamente, no podía (ni quería) volver a su pueblo natal y ya
casi no quedaba comida en la despensa. Tomó unas pocas verduras,
comenzó a preparar una sopa, y como era costumbre encendió la radio.
Pudo escuchar –de fondo- que el presentador del programa radial
invitaba a los oyentes a quedarse en sintonía ya que volverían tras
unos anuncios comerciales. Mientras cortaba una zanahoria, una
•
17
melodía conocida hizo que Valeria pierda la concentración culinaria y
dirigiese toda su atención al enorme aparato que sonaba en lo alto de
un mueble de su cocina.
“Tú y yo, yo y tú, siempre juntos es mejor. Con Unión y alegría, toma
lo mejor de la vida. Chocolate Unión, porque compartir, es mejor”
—¡Pero qué reverendo hijo de puta! — gritó Valeria —Ése es mi jingle,
mi canción— dijo mientras comenzaba a llorar y a destrozar todo lo
que encontraba a su paso. Vasos, platos y fuentes de cerámica volaron
por los aires. Llena de ira quiso destruir la radio. Estaba cegada del
odio. Tanto que no pudo ver un pedazo de vidrio que se clavó en su
pie y atravesó la chinela. La primera reacción fue levantar el pie… luego
perdió el equilibrio y cayó pesadamente al piso. Y en su afán de
incorporarse, se agarró del viejo mueble de madera de la cocina, el
cual crujió, cedió y se le vino encima. Desde el piso, aterrada, Valeria
observó –como si fuera una película en cámara lenta- que la enorme
radio le iba a aplastar la cabeza. Mientras se desangraba inmóvil y
desfigurada en el suelo, Valeria escuchaba de fondo su jingle… murió
odiando a Orlando.
Esa misma noche, Orlando dejó el libro que estaba leyendo sobre
su mesa de luz, bajó un poco el volumen de la radio, apagó la luz de
su velador y se acomodó en la cama. El hombre tenía la extraña
costumbre de dormir con la radio encendida, por alguna razón
necesitaba escuchar algo mientras dormía. Justo cuando estaba por
conciliar el sueño, un dolor lo hizo levantar de la cama. Era como si un
alfiler se hubiera clavado en su pie. Adormilado comenzó a buscar con
su mano el interruptor del velador. Al encenderlo la bombilla hizo un
fogonazo y todo se sumió en oscuridad. Sin embargo, Orlando observó
algo que lo paralizó. Le pareció ver el rostro de una mujer, asomarse
por el borde extremo de su cama, donde descansan los pies.
-¿Quién está ahí? – preguntó con la voz temblorosa. Nadie respondió.
•
18
De pronto sintió que algo comenzaba a reptar hacia él por debajo
de las sábanas. Lo que fuera pasó entre sus piernas y fue subiendo…
Algo se había metido en su cama y gateaba. Mientras más se acercaba
a él esa extraña cosa, comenzó a escuchar que cantaba
lastimeramente: “Tú y yo, yo y tú, siempre juntos es mejor”
Él conocía esa melodía. Fue cuando el rostro pálido y desfigurado de
Valeria le apareció de frente emergiendo por debajo de las sábanas.
Su cabeza parecía aplastada. Y sus ojos… esos ojos que siempre
transmitían alegría, ahora eran blancos como fría nieve. Paralizado de
terror, a pocos centímetros de su cara, lo que ahora era Valeria le cantó
por última vez…
Al otro día de la accidental muerte de Valeria, la policía también
encontró el cadáver de Orlando, su jefe. Estaba recostado en la cama,
con los ojos cerrados y la boca abierta, desencajada, como si hubiera
visto al mismo demonio. Infarto nocturno, pensaron todos. Lo extraño
–comentaban los detectives- era ese mensaje escrito con sangre en la
sábana: “Siempre juntos es mejor”.
•
19
EL MEME
Carolina era Community Manager de DigitalPlace, una pequeña
agencia de manejo de redes sociales en Bolivia que venía operando
desde el año 2012. DigitalPlace se había convertido -en poco tiempo-
en un sonado caso de éxito tras manejar las redes sociales de varias
marcas importantes, e inclusive, haber realizado estrategias efectivas
para algunos políticos. Carolina amaba trabajar de noche. Tenía su
propio ritual de los sábados: Curar contenidos de 19:00 hs. en
adelante, planificar los contenidos luego de las 20:00 hs., comenzar
con los diseños a eso de las 20:30 hs., cenar y quedarse trabajando
hasta tarde para dejar todo programado en Facebook. Sin embargo,
esa noche –sin saberlo- sería diferente.
En la esquina inferior de su pantalla, apareció una notificación de
Chrome indicando que alguien había mandado un mensaje a la cuenta
de Facebook de la agencia. Como a ella no le molestaba atender a altas
horas de la noche (algo que pocas empresas hacen), decidió abrir la
•
20
notificación y ver qué es lo que necesitaba ese usuario o quizás posible
nuevo cliente. Abrió la bandeja de entrada de mensajes y le causó
gracia ver que un usuario de nombre “U-Stalker” había escrito a la
cuenta de la agencia. Seguro es el típico troll que quiere joder de
noche, pensó ella. Veamos qué quiere…
Al abrir el mensaje, le llamó la atención lo escrito, ya que no era
un texto común y corriente:
01001000 01101111 01101100 01100001 00100000 01000011
01100001 01110010 01101111 01101100 01101001 01101110
01100001 00101100 00100000 01110100 01100101 00100000
01101000 01101001 01100011 01100101 00100000 01110101
01101110 00100000 01101101 01100101 01101101 01100101
Carolina no era novata en el tema. Había realizado cursos sobre
manejo de redes sociales, algunos sobre programación, SEO, Black Hat
y hasta HTML, por lo que era obvio que ese mensaje estaba cifrado en
código binario. Entonces, abrió una nueva pestaña en el navegador y
escribió en la barra del mismo www.traductorbinario.com, luego copió
el texto, lo pegó y finalmente hizo “clic” en el botón “Traducir”. Tras
unos segundos apareció en la pantalla el mensaje descifrado:
“Hola Carolina, te hice un meme”
Por un momento se le congeló la sangre —¿Cómo es que sabe mi
nombre? — pensó mientras seguía mirando atónita el mensaje
traducido. Seguramente debe ser uno de los chicos de la oficina
tratando de asustarme. Voy a seguirle el juego y así descubriré quién
es. Cambió nuevamente de pestaña para volver a la bandeja de
entrada de Facebook y notó que en el mensaje había un archivo
adjunto. Era una imagen con el nombre CP-bXVlcmUgZWw-
101118.jpg. Ante los ojos de cualquier persona, ese nombre de archivo
hubiese pasado desapercibido. Pero no para Carolina. Tras unos
segundos se dio cuenta que “CP” hacía referencia a su nombre
•
21
“Carolina Pariaga” y que “101118” se trataba de una fecha en
particular, era ese mismo día: 10 de noviembre del año 2018. ¿Pero
qué significaba “bXVlcmUgZWw”? Ese detalle no dejaba de rondarle
por la cabeza. Carolina sabía que era un tipo de código, pero binario
no era, tampoco hexadecimal, ASCII tampoco.
—¡Base64!— exclamó recordando haber visto en alguno de sus cursos
online los diferentes sistemas de programación y codificación a lo largo
del tiempo.
Nuevamente, abrió otra pestaña en su navegador y tipeó la
dirección web www.ascii2hex.com, una herramienta para convertir de
diferentes códigos, entre ellos a Base64. Al igual que antes, copió el
texto “bXVlcmUgZWw”, lo pegó en el recuadro de texto que indicaba
BASE64 e hizo clic en el botón de “Convert”. Apenas apareció la
traducción en pantalla, Carolina sintió latir fuertemente su corazón y lo
primero que pensó fue que la broma se estaba tornando oscura.
Durante unos segundos, se quedó mirando en la pantalla la palabra
“Muere el”. No le parecía para nada gracioso que ese usuario extraño
le haya mandado una imagen que en su nombre escondiese la frase:
“Carolina Pariaga muere el 10 de noviembre de 2018”
—Esto es una tontería, una broma de mal gusto— pensó mientras
miraba el archivo adjunto en el mensaje de Facebook. —No pienso
seguir este estúpido juego. No voy a descargar esa imagen— dijo
mientras alejaba el puntero del mouse del archivo. Pero Carolina sabía
que no era de las que se quedaban con la duda. En el fondo, sabía que
no podría dormir durante días si no resolvía el misterio de una vez por
todas. También sabía que quizás, si descargaba la imagen, podría
encontrar alguna pista en la misma o analizando los datos EXIF dentro
del archivo jpg, o que posiblemente al abrir la imagen vería un meme
gracioso indicando que había caído en la broma de alguno de sus
compañeros. Así que juntó coraje, respiró hondo e hizo clic en el
•
22
archivo. A los pocos segundos, ya estaba en el escritorio de su
computadora.
—Bueno Carolina, es ahora o nunca— Minimizó su navegador, buscó el
archivo en su escritorio e hizo doble clic en él. Carolina comenzó a llorar
mientras su piel se ponía de gallina y se tornaba de un color blanco.
Era una foto de ella, pero no cualquier foto. Era una foto tomada desde
la cámara de su laptop hacía unos 20 minutos antes, mientras cenaba
frente a la computadora y veía un capítulo de Big Mouth en Netflix.
Pero no fue el hecho de que quizás un hacker le haya tomado una foto
vulnerando la seguridad de su cámara o que habían investigado sobre
ella lo que la espantó. Lo que la aterró realmente era que en la imagen
notó una extraña figura parada detrás de ella, con una horrenda
máscara que parecía la cara derretida de un payaso que sostenía un
cuchillo en una mano y en la otra un cartel que decía:
“No te des vuelta”
•
23
EL PACTO
María se sentía una fracasada. Era consciente de que la mayoría de las
cosas de la vida le habían salido mal. Trabajaba como directora creativa
en una agencia de publicidad mediocre, soltera y sin hijos, ganaba mal
y estaba cansada de todo. Su vida era un desastre.
Una noche, mientras tomaba solitariamente una copa de vino en
su casa y miraba por la ventana de su monoambiente en Madrid, sintió
detrás una extraña presencia. Como que alguien la miraba fijamente.
Se dio vuelta y del susto dejó caer la copa al comprobar que allí estaba
un hombre vestido con un traje rojo que la miraba sonriendo.
—¿Qué haces acá? ¿Quién sos? ¿Qué querés? —exclamó María con una
voz titubeante, tratando de disimular el miedo que recorría su cuerpo.
—María, tranquila. Vine a ayudarte —respondió el extraño.
•
24
—Andate de mi casa, loco de mierda. —María tomó la botella y la
apuntó de forma amenazante contra el extraño, amagando lanzar la
misma.
—¿Loco de mierda? —cuestionó el extraño— Acá la única mierda que
veo sos vos y tu patética vida. ¿Por qué no te lanzas de una vez por la
ventana? Yo sé que estabas pensando en eso…
María quedó atónita. Era imposible que esa persona adivinase lo que
ella estaba pensando minutos atrás. Incrédula y con cierto grado de
curiosidad le preguntó:
—¿Cómo sabes eso? ¿Quién sos?
—Soy Satán, Satanás, Belcebú o el Diablo como muchos gustan
llamarme. ¿No te diste cuenta? ¿O prefieres que me ponga el disfraz
rojo con cuernos y patas de cabra? Eso es un cliché estúpido a causa
de “cierta religión” que tomó elementos de varias culturas y me
dibujaron de esa estúpida forma. Cuernos del Dios Celta Cernunnos,
tridente del Hades, y patas de cabra como Pan, Dios Griego. ¿Una
locura, no?
—No me interesa —dijo María mientras se le cortaba la voz —¿Acaso
viniste a llevarte mi alma? ¡Llevátela, carajo! ¿No ves que mi vida es
una mierda?
—María, María, María. En honor a la verdad vine a ofrecerte un trato —
exclamó el diablo sonriendo.
—¿Un trato? ¿Cómo es eso?
—Mira, es muy simple. Te ofrezco todo lo que sueñas y deseas… a
cambio de tu patética y quebrada alma.
—¿Por mi alma? ¿Estás loco?
•
25
—¿Loco? —exclamó el diablo mostrando una expresión de
desconcierto. —Decime ¿De qué te sirve tu alma en tu vida? ¿Acaso te
ayudó a progresar? ¿A ser millonaria? ¿A tener tu propio imperio
publicitario?
—No, pero es mi alma.
—¿Al menos decime si alguna vez viste tu alma?
—No claro, nunca la vi.
—¿Y alguna vez viste el alma de alguien? ¿Quizás cuando murió tu
padre? ¿Viste su alma?
—No, nunca vi un alma. No sé siquiera si sirve de algo.
—Claro que sirve. Pero no te preocupes. Cuando te mueras no te va a
servir de nada. Pero a mí me sirve. Es que con “el de arriba” —el diablo
apuntó al cielo— tenemos una competencia y el que más almas tenga
se queda con la Tierra. Pero no te preocupes, que cuando la tierra sea
mía, al menos eso parece, vos no va a estar acá.
El diablo miró fijamente a María y le preguntó con su resonante voz
—Entonces María ¿Qué deseas a cambio de tu alma?
María por primera vez en su vida tomó conciencia que por fin podría
tener todo lo que quisiera, y entregar su alma por ello, era un excelente
trato.
—Quiero poder, mucho poder. Quiero ser dueña de un holding de
agencias de marketing y de publicidad. Quiero que mis colegas me
respeten, admiren e idolatren. Quiero convertirme en la mayor figura
de la historia de la publicidad de estos tiempos. Quiero ganar premios
y mucho pero mucho dinero.
—Buena chica, dame tu mano — El diablo tomó la mano de María y con
la uña de su dedo índice pincho su pulgar, una pequeña gota de sangre
•
26
brotó de él. Luego de esto el diablo sacó su lengua y la pasó por el
pulgar de María.
—Listo, ya está —dijo el diablo.
—¿Eso es todo? —preguntó incrédula María.
—Eso es todo. Nos vemos en 50 años.
—¿50 años? Espera, no me dijiste que vendrías… —María no terminó
de hablar, cuando el diablo se desvaneció.
Misteriosamente, esa noche María durmió como una bebé recién
nacida. Por extraño que parezca, sintió por dentro paz interior y algo
le decía que todo saldría bien. A fin de cuentas, había hecho un pacto
con el diablo y esperaba ansiosa comenzar su nueva vida, dejando toda
la mediocridad atrás.
Con el tiempo, María se convirtió en presidenta de Adlanding el mayor
holding publicitario del mundo. También apareció como “Mujer Exitosa”
en las portadas de importantes revistas como People, Advertising Age,
Newsweek y Times. Su vida era perfecta. Finalmente se había
convertido en “una marca persona” de renombre internacional.
Cualquier persona que hablase de marketing o publicidad, la tenía en
mente. Decidió no casarse ni tener hijos, simplemente quiso disfrutar
su fama y riqueza. Eso es lo que ella quería… y que ahora tenía.
Pasaron 50 largos años hasta que María volvió a encontrarse con el
diablo.
Por suerte estaba lista, había agendado la fecha y preparado todo.
Tenía 95 años, sabía que su vida mortal ya estaba en retirada, así que
se sentó a esperar a su cobrador mientras bebía una botella de
AurumRed de la Bodega Las Pedroñeras.
•
27
Finalmente apareció el diablo. Para envidia de María, estaba tal cual
había desaparecido medio siglo atrás. No había envejecido ni un solo
minuto.
—De haberlo sabido te hubiese pedido también belleza eterna o no
envejecer nunca —exclamo María con su voz de abuela.
—Veo que has tenido una buena vida, María. Me alegro de todo
corazón. Bueno, me alegro en realidad ya que no tengo corazón—
exclamó el diablo soltando una pequeña carcajada.
—Así es. Disfruté mucho estos años. Pero ya me estaba aburriendo.
Suerte que no te pedí vida eterna. Por cierto, estoy lista para que te
lleves mi alma.
—Con respecto a eso, María, hay algo que debo confesarte —dijo el
diablo con una mirada especial —La verdad es que nunca existió un
pacto entre nosotros.
—¿Cómo que nunca hubo un pacto? —preguntó desconcentrada.
—Bueno, en realidad en parte —respondió el diablo— Tú me vendiste
el alma. Pero tengo que confesarte, reitero, que nunca cumplí con el
acuerdo.
—¿Qué estas diciendo? —preguntó asustada María mientras sentía su
corazón palpitar más rápido de lo normal.
—María, todo lo que lograste fue por cuenta propia. Te convertiste es
una estrella de la publicidad por tus propios medios. Yo nunca hice
nada. Pero de todas formas, tú me ofreciste el alma. Así que nos vemos
en el infierno.
Y el corazón de María dejó de latir.
•
28
EL PASANTE
Marcus estaba harto de su trabajo como pasante en MC
Advertising & Co, una de las agencias de publicidad más prestigiosas
de Londres, fundada en 1968. Hacía un buen tiempo que había
conseguido -gracias a un amigo- la posibilidad de ingresar como
pasante. Sin embargo ya comenzaba a sentir la rutina del día a día y a
perder la esperanza de poder ascender a “un cargo de verdad”, de
importancia. Todos los días era lo mismo, servir café, llevar informes
de un área a otra, hacer fotocopias e inclusive comprar material de
escritorio, en especial cuando se lo pedía Arthur, el presidente de la
agencia. A diario mientras realizaba sus labores pensaba diferentes
formas de tomar coraje y animarse a abandonar la agencia. Era tan
monótono su trabajo que ya había perdido la cuenta de la cantidad de
días que estaba allí estancado, sin avanzar un centímetro.
Un día, Marcus tomó el coraje necesario y se dijo a sí mismo:
Hoy dejo esta empresa de porquería de una vez por todas, odio estar
•
29
aquí. Su plan era sencillo. Esperaría que todo el personal se vaya de la
oficina a sus casas, y aprovechando que Arthur siempre era el último
en irse, hablaría con él. En realidad no era un plan complicado ni
atrevido. El único obstáculo había sido el de siempre: La falta de coraje.
Cuestión, aparentemente, ya superada.
Esa tarde, la hora de salida se hizo eterna. Las manecillas del
reloj parecían no avanzar. Poco a poco la agencia se iba vaciando y
Marcus sentía dentro de su estómago miles de mariposas revolotear
mientras se acercaba el momento esperado. Cuando el reloj marcó las
ocho de la noche, la agencia estaba vacía y Arthur –como siempre- en
su oficina. Marcus se levantó de su asiento y dirigió con paso firme
hasta el despacho de su jefe. Tocó la puerta tres veces y escuchó del
otro lado la resonante voz de Arthur que preguntaba quién era.
—Señor Arthur, buenas noches, soy Marcus ¿Quisiera hablar con usted
unos minutos?
—¿Marcus?— dijo tras un breve silencio —Sí, pase, que sea breve por
favor.
Marcus ingresó a la oficina, y Arthur sin siquiera mirarlo, apuntó con
su mano al asiento de cuero que estaba frente a su escritorio pidiéndole
que tome asiento. Con cada paso que daba, Marcus sentía ya no
solamente las mariposas en su estómago sino también hasta su propio
corazón palpitar como redoble de tambor en clima de guerra. Se sentó
y antes de poder decir algo, Arthur le preguntó:
—¿Qué es lo que deseas conversar, Marcus?
La cabeza de Marcus daba mil vueltas. Las palabras comenzaron a
mezclarse dentro de su mente mientras se desesperaba para poder
armar una frase que tenga sentido. Podía ver flotar las palabras por
todo el despacho, girando y voleando como las mariposas que sentía
•
30
en su estómago. Hasta que finalmente, con la voz algo apagada,
titubeante y débil, dijo:
—Señor Arthur, quiero renunciar —.
Tras esa frase sintió un alivio extremo. Las mariposas cesaron de volar
alocadas y su corazón comenzó a latir normalmente. Sin duda disfrutó
el momento. Por fin se sentía liviano, sin la pesada carga de su
monótono oficio.
—Imposible, no puedes renunciar, Marcus –respondió su jefe- Nos
vemos mañana.
Marcus se quedó atónito. No esperaba esa respuesta. Ni siquiera la
había imaginado
—Creo que no me entendió, renuncio a mi trabajo —respondió Marcus
con un tono intimidante.
—Y yo te digo que no puedes, Marcus. Por favor, no me molestes más
y nos vemos mañana.
—¿Pero qué le pasa a usted? ¿Cómo es que no puedo renunciar? Usted
no puede decidir eso. Es mi decisión- dijo Marcus mientras se paraba
de su asiento.
—Tienes razón Marcus, pero no puedes renunciar.
—Mire, si es por un tema de dinero en indemnizaciones, quédese con
su cochino dinero, no me interesa. Estoy cansado de venir día tras día
a esta oficina, hacer lo mismo una y otra vez durante meses que
parecen años. Esta no es la vida que quiero. Así que se lo repito,
renuncio- insistió el empleado.
—Marcus, te entiendo. Y también te lo repito, no puedes renunciar.
—¿Pero es que no entiende? — preguntó Marcus levantando sus brazos
en señal de impotencia y furia.
•
31
Arthur por primera vez levantó la mirada y fijó sus ojos en los de
Marcus. Luego tomó un periódico que estaba en su escritorio y se lo
entregó. Marcus observó detenidamente la portada del impreso, y en
especial, la fotografía de un gran incendio en un importante edificio en
Londres. Cuando leyó el titular se quedó atónito, sin poder articular
palabra. Sintió náuseas y su cuerpo comenzó a temblar…
—Marcus, no puedes renunciar porque estamos muertos.
Mientras dejaba caer el periódico al piso, no pudo quitarse de la cabeza
el titular del periodico: “Gran incendio en MC Advertising & Co, ni un
solo sobreviviente”.
•
32
EL WEBMASTER
—¿Cómo que vas a renunciar? —preguntó Edmundo.
—Me quiero ir, no quiero trabajar más acá— exclamó Juan Carlos con
sus ojos vidriosos a punto de llorar.
—Es que no te podés ir. Sos el mejor webmaster que tenemos. Te
aumento el sueldo si querés o te damos vacaciones pagas, así lo pensás
bien— insistió Edmundo.
—No me interesa nada de eso, quiero irme, no quiero trabajar más
acá.
—¿Pero vos me estás jodiendo? ¡Tenés todo! —reclamó Edmundo —Se
te paga bien, te pagamos la comida y gasolina, cobrás un sueldo de
lujo y encima trabajás cuando se te da la gana. ¡Por favor, no me hagas
esto!
—Perdoname, Edmundo, pero me voy. No te puedo explicar.
•
33
—Oye, somos amigos hace años. Explicame, por favor —dijo
Edmundo—No nos podés dejar colgado con tantos clientes. Vas a
mandar todo a la mierda y nos vas a arrastrar con vos. ¿No podés
quedarte unas semanas más, aunque sea?
—¡Que no! —gritó Juan Carlos —Perdoname, me voy.
Juan Carlos salió de la oficina de su jefe sin poder quitarse de la mente
lo que había ocurrido la noche anterior. No podía quitarse de la mente
a esa sonriente anciana que lo llamaba del otro lado de la ventana
dando golpecitos en el vidrio con su bastón. A él le encantaba su
trabajo en GrupoDigital, era inmensamente feliz. Pero esa anciana lo
había cambiado todo. Nunca más volvería a pisar esa agencia. Salió
del edificio, se detuvo en la calle, dio media vuelta y miró la ventana
de su oficina ubicada en el piso 6 del Edificio Centenario.
—Nunca más vuelvo a pisar este edifcio —dijo para sí mismo.
•
34
LA JEFA
—Es hermosa— dijo Rubén a su colega en referencia a la Directora de
la agencia de publicidad donde trabajaban.
—Sí, ya me lo dijiste cien veces— respondió Antonio con cierta actitud
de molestia.
—Es que realmente siento que tenemos una conexión— comentó
Rubén mientras miraba la figura de Patricia detrás del vidrio de la
oficina -Me doy cuenta que me mira, pero no se anima a hablar
conmigo.
—Amigo, hace ocho años que venís diciendo lo mismo. Vos estás
obsesionado con Patricia y eso no es sano.
—¿Obsesionado? ¡Estás loco! Yo sé que estamos destinados a estar
juntos.
•
35
—De todas formas es nuestra jefa, así que andá olvidándote de ella.
Nunca va a pasar nada — le respondió.
—Vas a ver que estás equivocado— dijo Rubén mientras le dedicaba
una mirada desafiante.
Lo que nadie sabía es que Rubén se sentía afortunado. Había
planificado y esperado la oportunidad de poder quedarse hasta tarde
en la oficina y coincidir en horarios con Patricia. Durante los últimos
meses, había notado que todos los martes ella se quedaba hasta las
nueve de la noche porque tenía su “Noche de chicas” junto a las amigas
de universidad. El plan era simple. Al ser el Director Creativo de la
agencia, había orquestado poder quedarse a cargo de toda la campaña
publicitaria de una importante empresa que comercializaba productos
para el hogar. Era un trabajo pesado, pero si eso le permitía quedarse
horas extras y poder aprovechar ese tiempo para hacerle algunas
consultas a Patricia, realmente valía la pena.
Y el plan de Rubén funcionó. Esa tarde, luego de que el personal
de la agencia se marchó, agarró unos bocetos y se dirigió a la oficina
de Patricia. Como la puerta estaba abierta, se asomó por un costado y
dijo:
—Patricia, ¿tenés unos minutos? Necesito tu ayuda con unos diseños
para Retailer, la empresa de masivos— le preguntó.
—Por supuesto, Rubén, pasá— respondió diligentemente.
Con cada paso hacia ella que daba Rubén, sentía su corazón
palpitar. Patricia era una mujer alta, de piel canela y con un hermoso
cabello negro azabache. Su rostro era perfecto. Cejas depiladas, piel
tersa, dos grandes ojos color café y la boca siempre pintada de un rojo
sangre, que por alguna razón excitaba de sobremanera a Rubén, tanto
que sintió que estaba teniendo una erección. Así que aceleró el paso y
se sentó frente a la Directora.
•
36
—Rubén ¿en qué te puedo ayudar? — preguntó Patricia.
—Quería mostrarte unos bocetos que hice para Retailer y conocer tu
opinión —dijo mientras apoyaba unas grandes láminas sobre el
escritorio.
—Perfecto, mostrame…— dijo ella mientras arrastraba su silla hasta
ponerse al lado de Rubén, quien comenzó a sudar. El perfume de
Patricia era realmente delicioso, pensó, era una mezcla de rosas, con
un toque cítrico combinados de forma perfecta. Ni muy fuerte ni muy
suave.
—Rubén ¿me vas a explicar o no? —dijo Patricia sonriendo —te
quedaste tildado.
—Perdón Patricia, estaba pensando en algo.
A continuación, durante varios minutos, Rubén se dedicó a explicarle
el concepto creativo de la campaña. Le mostró los diferentes insigths
que habían obtenido mediante un estudio de mercado y también los
diferentes formatos que serían parte de la campaña crossmedia.
—Esto es todo, ¿qué te parece? —preguntó titubeando y esperando
que Patricia le sugiera varias correcciones.
—Tomame… — dijo Patricia
—¿Qué cosa? — preguntó Rubén confundido.
—Tomame ahora mismo, Rubén. Haceme lo que quieras— Patricia lo
agarró del cuello de la camisa, lo atrajo hacia ella y amagó darle un
beso, aunque en realidad mordió y estiró con cierta rudeza el labio
inferior del sorprendido hombre.
Rubén estaba desconcertado. Dentro suyo había una mezcla de
sentimientos: excitación, desconcierto, nerviosismo. Se sintió
confiado, sabía que durante todo ese tiempo había tenido razón.
•
37
Patricia estaba loca por él, y finalmente tras años de duda, su fantasía
se convertía en realidad.
—Quiero que seas rudo, así me gusta— le indicó Patricia mientras se
le sentaba encima con las piernas abiertas.
Él la tomó por la cintura, de un impulso se incorporó de la silla y la
recostó sobre el escritorio mientras que –como ocurría en las películas
eróticas- despejaba todo lo que había sobre el mueble. En ese
momento se sentía todo un semental, prueba de ello es que se dio el
gusto de hacer todo lo que había soñado con ella durante tantas
solitarias noches.
—A ella le gusta rudo, es toda mía— pensó mientras violentamente la
recostaba en el sillón de la oficina, veía su espalda y jaloneaba el
cabello. Rubén estaba en la gloria, siguió y siguió haciéndole el amor
hasta que sintió que el cuerpo no daba para más. Pensó que había
valido la espera de ocho años por intimidar Patricia. Le pareció delicioso
y la vez excitante haberse guardado sólo para ella. Los dos se quedaron
recostados en el suelo, exhaustos, mirando el techo como si fuera un
cielo plagado de estrellas.
—Rubén, tenés que irte— le dijo Patricia de golpe.
—¿Cómo? —preguntó él mientras la miró de costado.
—Sí, quiero que te vayas. Déjame sola. Esto nunca pasó— Ahora,
Patricia estaba seria, ni siquiera lo miraba a los ojos. Pensó que quizás
sentía vergüenza de lo sucedido o que era un mecanismo de defensa
para no enamorarse… o puede que quizás simplemente se aprovechó
de él, sexo casual, le dicen. De todos modos, Rubén había cumplido su
fantasía.
—Bueno, me voy. Nos vemos mañana— dijo Rubén alzando la ropa que
estaba tendida en el piso.
•
38
—Sí, nos vemos mañana. Andate, por favor, y cerrá la puerta—
respondió ella secamente.
Esa noche Rubén durmió plácido como nunca. Era la primera noche en
ocho años que no se masturbaba. Pero como todas las noches se
durmió pensando en Patricia. Salvo que no ideó fantasías, sino que
repasó una y otra vez, lo que para fue “el mejor sexo de su vida”.
Eran las tres de la madrugada cuando Rubén despertó asustado tras
escuchar cómo abrían de forma violenta la puerta de su casa. De
pronto, la habitación se iluminó con luces de color rojo que se colaban
por su ventana y apuntaban su cuerpo. También escuchó los pasos de
botas caminar y acercarse a su cama. Cuando por fin pudo enfocar su
visión, varios agentes de policía lo apuntaban con sus armas.
—Rubén Albeira, manos arriba –dijo un oficial mientras le colocaba
esposas- Queda arrestado por los cargos de asesinato y necrofilia
contra Patricia Viruez. Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que
diga puede ser usado en su contra.
—¿Asesinato? ¿Necrofilia? ¿Pero qué carajo están diciendo? No hice
nada de eso, debe ser una confusión— gritó Rubén mientras lo
levantaban por la fuerza de la cama.
—¡Callate, degenerado! — le respondió un policía mientras le daba un
culatazo en la nuca —¿Cómo vas a matar a una mujer y después tener
sexo con su cadáver? ¡Enfermo de mierda! —
Desde aquella noche hasta el día de hoy, los enfermeros del Hospital
Psiquiátrico de Pueblo Alto, cuentan que escuchan una y otra vez, todas
las noches antes de dormir, al paciente Rubén Albeira diciendo:
“Vos estás obsesionado con Patricia y eso no es sano”
“Vos estás obsesionado con Patricia y eso no es sano”
“Vos estás obsesionado con Patricia y eso no es sano”
•
39
LA SECRETARIA
A Leandro le explotaba su cabeza. La migraña estaba en su punto
máximo, seguramente a causa del stress de ese ajetreado día. No era
fácil ser el Director de su propia agencia de publicidad, peor sabiendo
que era un perfeccionista.
Temprano había llegado de viaje y realizado un desayuno de
trabajo con una tienda de electrodomésticos que necesitaba una
campaña promocional para difundir en televisión. Luego de la reunión,
un poco más tarde, tuvo un almuerzo para presentar la nueva
estrategia de publicidad para una marca de ropa deportiva.
Posteriormente, una vez en la agencia, pasó unas horas corrigiendo los
textos que sus redactores habían preparado para una campaña política.
Y al final de la tarde había tenido que negociar con un cliente que
amenazaba dejar la agencia. Así era el típico día de Leandro. Repleto
de situaciones estresantes y migrañas, dicho de otra forma, nada que
no estuviese acostumbrado a soportar.
•
40
Pero lo que realmente estaba sacando de quicio a Leandro, eran
esos estúpidos intercomunicadores que habían recibido “a modo de
intercambio” como pago por el trabajo realizado para un cliente.
Siempre pasaba lo mismo, si la otra parte no colgaba bien el
intercomunicador... se podía escuchar todo.
De todas formas, Leandro aprovechaba ese pequeño defecto
para supervisar a Silvia, su secretaria y recepcionista. Y esta mañana,
más allá de la insoportable migraña, no ayudaba para nada que Silvia
estuviese tarareando una y otra vez la misma canción. Era una melodía
irritable, algo fuera de armonía y encima como un constante murmullo
que no cesaba hacía más de media hora. Parecía un disco rayado,
pensó.
Leandro explotó. Se levantó del sillón, sintió un leve mareo a
causa de la migraña y se dirigió a paso acelerado a la puerta de su
oficina. La abrió y gritó:
—¡Por Dios, Silvia! ¿Podés dejar de cantar esa canción de mierda? —.
En el fondo, a Leandro no le preocupaba ofender a Silvia. Lo que
realmente le preocupó fue ver que ya no había nadie en la agencia,
que las luces estaban apagadas y que el intercomunicador de Silvia
estaba perfectamente colgado.

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Cuentos de terror para fanaticos del marketing

  • 2. • 2 SOBRE EL AUTOR Hola mi nombre es Mariano Cabrera Lanfranconi, Licenciado en Publicidad, Creador de MarianoCabrera.com, CoFundador de TuMercadazo.com y de Grupo Hemisferios, entre otras cosas. A lo largo de los últimos años aparte de trabajar como consultor para diferentes empresas, tuve la suerte de haber capacitado más de 30.000 personas por medio de diferentes cursos, talleres y conferencias hablando sobre temas de marketing, publicidad, redes sociales, ventas, negocios y temas similares. Si quieres conocer un poco más sobre mí, te invito a contactarme por los siguientes canales. • Web: www.marianocabrera.com • Twitter: www.twitter.com/mclanfranconi • Facebook: www.fb.com/marianocabreralanfranconi • LinkedIn: www.linkedin.com/in/mclanfranconi • Correo: mariano@marianocabrera.com
  • 3. • 3 AGRADECIMIENTO Como en todo lo que hago, a mi esposa Kharen. Mi mejor amiga, compañera y socia, que siempre esta presente en todo momento. A mi familia y mis padres, Andrea, Pedro y Ricardo (Tengo la suerte de tener 2 padres increíbles). Especial agradecimiento a mi padre, Pedro Cabrera, por revisar los cuentos, ayudarme en varias correcciones y detalles, para que queden perfectos. Finalmente a todos mis amigos, comunidad y seguidores. Son tantos, que no alcanzaría un solo eBook para mencionar y agradecer a todos.
  • 4. • 4 INTRODUCCIÓN Desde que tengo uso de la memoria, siempre me gustó escribir cuentos, historias y hasta poemas. Ya de grande aprendí a aprovechar el poder de la escritura para crecer y hacer marca, tal es el caso de mi blog, MarianoCabrera.com. Sin embargo, desde hace un buen tiempo tenía ganas de escribir algo que no sea sobre marketing, publicidad, tecnología, redes sociales y temas similares. Y se me prendió la lamparita. Decidí escribir unos pequeños relatos de terror que compile en este libro (Me encantan los libros y películas de terror). Así fue como durante unos meses, comencé a pensar historias, guardar las ideas en mi teléfono móvil y finalmente terminé escribiendo este eBook gratuito que denominé: “Cuentos de terror para fanáticos del marketing” En este libro encontrarás 10 historias de terror, suspenso y miedo, que tienen una temática en común: El Marketing. Espero que disfrutes mucho el eBook y agradecería mucho los compartas con tus amistades (Especialmente si son fanáticos del marketing también).
  • 5. • 5 ÍNDICE EL ASCENSOR .......................................................................................................................... 6 EL BRIEF................................................................................................................................... 10 EL CHE PIBE............................................................................................................................ 13 EL JINGLE ................................................................................................................................ 15 EL MEME................................................................................................................................... 19 EL PACTO................................................................................................................................. 23 EL PASANTE............................................................................................................................ 28 EL WEBMASTER..................................................................................................................... 32 LA JEFA..................................................................................................................................... 34 LA SECRETARIA..................................................................................................................... 39
  • 6. • 6 EL ASCENSOR Diez de la noche de un viernes en la oficina y Ramiro seguía diseñando… Nuevamente se había olvidado del mundo mientras preparaba un anuncio gráfico y escuchaba a todo volumen en sus auriculares a Babasónicos, su banda favorita. Ramiro padecía un tipo de autismo leve que hacía que por momentos se concentre demasiado en su trabajo, de forma tal que se olvidaba y abstraía de todo lo que sucedía a su alrededor. De pronto, al ver el reloj tomó conciencia de que hacía más de tres horas que todo el personal de la agencia publicitaria se había retirado. Hora de ir a casa, pensó. Guardó los diseños, apagó la computadora, cerró con llave su cajón y se dirigió al ascensor ubicado en el piso 13 de un gran edificio de oficinas en pleno centro de Buenos Aires. Mientras esperaba que suba el ascensor recordó que le gustaba observar los números rojos en la pantalla del viejo cubículo y contar
  • 7. • 7 en voz baja cuando pasaba por cada piso (otro de sus hábitos o quizás otra de las manifestaciones de su autismo). Finalmente, el ascensor llegó, se abrió la puerta automática y para su sorpresa, el ascensor no estaba vacío. Una joven esbelta dueña de un hermoso cabello rizado dorado, lo miraba fijamente. Durante un instante Ramiro se quedó petrificado. No era lo que se dice uno de esos chicos que se anima a hablar de golpe a las mujeres. En realidad no era de hablar mucho. —¿Vas a subir? — preguntó la joven del ascensor. Antes de que la puerta del ascensor se cierre, Ramiro ingresó rápidamente y sonriendo tímidamente, sin mirarla, respondió: —Sí, perdón —mientras la puerta se cerraba y el ascensor comenzaba a descender. 13, 12, 11… como siempre Ramiro contaba los pisos. Sin embargo estaba incómodo. Nunca había estado tan cerca de una joven hermosa… cuando de repente el ascensor se detuvo, apagaron las luces y encendieron las de emergencia. —No, por favor, de nuevo no —. Exclamó ella mientras apretaba con nerviosismo los botones del ascensor. —¿Cómo otra vez? —. Preguntó extrañado Ramiro. —Sí, últimamente este viejo ascensor está fallando, especialmente de noche. —le comentó — Por cierto, me llamo Silvana — mientras extendía su mano para saludarlo. Ramiro nunca había palpado piel más suave, y esos pocos segundos que duró el apretón de manos, bastaron para que comenzará a sentir algo por aquella mujer. Por un instante -como nunca- se sintió relajado, cómodo y agradecido de que accidentalmente el ascensor se hubiera detenido en el piso 11. Desde lo más profundo de su ser
  • 8. • 8 esperaba que el ascensor jamás volviera a funcionar. Deseaba detener el tiempo en ese sublime momento y conocer más a Silvana. —Mucho gusto, soy Ramiro Cortella, diseñador gráfico —dijo. —Bueno, Ramiro, creo que va a ser una larga noche. Viernes a la noche, nadie en el edificio, ni siquiera el portero. Aprovechemos el momento, esperemos que regrese la energía y conversemos un rato para distraernos. ¿Así que eres diseñador? —Sí, trabajo en Galileo Publicidad, una agencia que está en el piso 13. —Qué bien. Yo trabajo en un despacho de abogados, piso 7. —¿Piso 7? — preguntó Ramiro desconcertado—¿Y qué hacías entonces en el piso 13? —Soy un poco despistada. Bajé, subí y ahora estoy acá con vos… me pasa cada tanto. —Tranquila, te entiendo. También me ocurren situaciones parecidas. A veces me aislo mentalmente del mundo y no me doy cuenta de nada. —Me imagino —dijo Silvana riendo—A ver, contarme más sobre vos, me gusta conocer a las personas. Detenido en pleno piso 11 dentro del ascensor y sumado a su autismo, Ramiro se concentró como nunca en dialogar con Silvana. Hablaron mucho. Ramiro estaba feliz, tanto que en su loca cabeza sintió que por primera vez se estaba enamorando. —Wow —exclamó Silvana al chequear su reloj— Son casi las 12 de la noche, debo irme… —Silvana –dijo Ramiro- estamos atrapados en este ascensor desde hace horas y por lo visto no hay cómo sepan que estamos aquí y que nos rescaten hasta que regrese la electricidad a este edificio.
  • 9. • 9 —Lo sé, pero insisto en irme— Luego Silvana tomó las manos de Ramiro, lo miró fijamente y le dio un beso en la frente. —Me encantó hablar contigo esta noche, espero encontrarnos de nuevo. Ramiro no comprendía nada. ¿Cómo pensaba ella salir del ascensor? Toda la situación desde ya lo tenía confundido… la belleza de Silvana, y ahora en especial, reconocer sus manos frías, tanto como el beso en la frente. Silvana le dio una última mirada e inexplicablemente, como por arte de magia, atravesó las puertas del ascensor y desapareció a la vez que el edificio recuperaba la energía eléctrica. 10, 9, 8, 7… mientras el ascensor bajaba, Ramiro se encerró de nuevo en su hermético mundo, continuó escuchando a los Babasónicos y recordó que hace un mes atrás mientras subía las escaleras del edificio, alguien comentaba la insólita muerte de una joven despistada, bella como ninguna, que había caído por el hueco del antiguo ascensor.
  • 10. • 10 EL BRIEF Susana escuchó a lo lejos la risa de una pequeña niña, abrió sus ojos, enfocó un poco su visión, sacudió la cabeza levemente y logró ver la hora. Eran las 02:45 de la madrugada. Hacía más de ocho horas que estaba redactando el brief que su jefe le solicitó a última hora, en ocasión del inminente lanzamiento del nuevo producto de uno de los clientes más importantes de la agencia de publicidad. En total, ya iban a ser más de veinte horas trabajando sin parar, energizantes de por medio, por supuesto. El brief había quedado perfecto. Hizo las investigaciones necesarias, preparado el FODA, la situación inicial, compilado anteriores campañas, establecido los objetivos, definido la línea gráfica básica y otros detalles, en tiempo récord. Finalmente, guardó el archivo Word y cerró la tapa de su laptop. Fue cuando notó la presencia de alguien más…
  • 11. • 11 Detrás del monitor de la computadora portátil que estaba frente a su escritorio, había una niña a la que le faltaba la mitad del cráneo. Susana estaba paralizada de terror. Mientras la extraña niña sonreía, observó que le faltaban varios dientes y otros estaban partidos como si algo hubiera explotado en su boca. Luego, entre risas, comenzó a ahogarse. Sus ojos se salían de órbita. Y al desatorarse salió de su boca un vómito de sangre que manchó todo el escritorio. Presa aún del miedo, Susana logró ver que en el vómito existían unas pequeñas canicas negras, muy parecidas a los perdigones de una escopeta. De repente la niña se levantó y comenzó a caminar hacia Susana. En ese momento pudo notar que la nuca sangrienta de la niña parecía una flor abierta. Pedazos de seso, hueso y cuero cabelludo colgaban del cráneo. Y lo más inquietante, es que traía en sus manos una escopeta. - ¿Quieres jugar conmigo? — le preguntó a Susana quien estaba paralizada de pavor —Pero no le digas a mi papá. Él no quiere que toque sus juguetes. Sentada y sin poder moverse, Susana siguió con la vista a la niña, quien caminando lentamente se colocó detrás de ella. Luego, sintió una respiración jadeante en su oído. Los pelos del cuerpo se le erizaron y escuchó la susurrante voz de la niña diciendo: — Mira para abajo… Cuando bajó la mirada, como si se hubiera duplicado, vio a la niña sonriente agachada a sus pies. También observó la boca del cañón de una escopeta recortada que apuntaba a su rostro. La niña lanzó una carcajada, jaló el gatillo y Susana sintió un fuerte impacto que la derribó de la silla. Mientras agonizaba en el suelo y se preguntaba por qué, pudo observar que el reloj de su oficina marcaba las 02:47 am. Luego cerró los ojos y la invadió una interminable oscuridad.
  • 12. • 12 Cuando despertó y palpó el rostro, Susana sintió un tremendo alivió al darse cuenta de que tuvo una horrible pesadilla. Allí en su laptop, pudo ver que aún estaba el documento guardado del brief confeccionado durante incansables horas. Realmente, el stress y la fatiga le habían jugado una mala pasada. Se incorporó como pudo, sentó de nuevo en su silla y quedó inmóvil tratando de calmarse del susto. Pero la paz no duró mucho. Porque a las 02:46 de la madrugada, Susana escuchó una risa infantil proveniente de la parte trasera de computadora portátil.
  • 13. • 13 EL CHE PIBE Así se le dice cariñosamente al nuevo pasante de las agencias de publicidad en Argentina. Recibe este simpático nombre, porque al tratarse del más novato y servicial, todo el mundo termina dándole órdenes, entre ellas, que realice fotocopias, lleve esto de aquí para allá o que traiga el café. Obviamente, todo esto acompañado siempre de la frase “ché pibe”. Carlos –protagonista de este cuento- era uno de ellos. —¡Abran la puerta, por favor, se los pido por Dios, soy claustrofóbico!— gritaba Carlos desesperado y llorando desde adentro del pequeñísimo cuarto que usaban como despensa en la cocina de la agencia. —Chicos, por favor… no puedo respirar, me está faltando el aire — confesaba con desesperación mientras trataba de abrir la puerta sacudiendo el pomo de la misma de un lado a otro. Además, Carlos se asustó más al comprobar el temblor de su cuerpo, en especial sus
  • 14. • 14 manos. Fue cuando empezó a patear la puerta y gritar en un tono de desgarrador impotencia. —¡Abran la puerta, hijos de puta… los odio a todos! Cuando escuchó los ruidos estridentes en la puerta y el grito enojado de Carlos, Carolina –que estaba del otro lado de la puerta en la cocina preparándose un café- se asustó tanto que fue a buscarlo a Joaquín, su colega de redacción. —¿Qué pasó Carolina? ¿Por qué gritaste? Carolina sin dejar de temblar, lo llevó hasta la cocina y apuntó con su dedo a la puerta de la pequeña despensa. Y dijo casi susurrando… —Alguien está tratando de abrir esa puerta, hay alguien encerrado ahí adentro… —¿Vos estás loca, no?— le dijo Joaquín mientras se reía y se dirigía a la puerta —Esta es una puerta de decorado, no hay nada adentro— despegó el pestillo, abrió la pequeña puerta y le mostró a Carolina la sórdida pared de ladrillos que estaba detrás de la misma.
  • 15. • 15 EL JINGLE —“Tú y yo… yo y tú… siempre juntos es mejor. Con Unión y alegría, toma lo mejor de la vida”— cantó Valeria —“Chocolate Unión, porque compartir es mejor” — dijo intentando imitar la voz masculina de un locutor —¿Qué le parece? — —Una cagada, Valeria. Muy ñoña tu canción — comentó Orlando, su jefe en la agencia de publicidad. — ¿Ñoña? ¿No era para niños? Es más, ustedes me pidieron algo divertido, que suene bien, alegre. No veo nada malo en mi propuesta —dijo ella molesta. —¿Sabes qué, Valeria? Me tenés cansado con tu lloriqueo de siempre. Estás despedida. —¿Despedida? Pero… — dijo a punto de llorar.
  • 16. • 16 —Sí, des-pe-di-da, hija. Lo tuyo no son los jingles. No sé, quizás como secretaria o recepcionista te vaya mejor. — ¿Sabe qué? Usted es un viejo machista. No soporta que una mujer pueda hacer un buen trabajo. ¿Despedida? — preguntó Valeria —Nada de despedida, yo me voy solita —mientras se alejaba del despacho gerencial y azotaba la puerta. Valeria era una joven Italiana de 25 años que se había mudado a la ciudad cansada de vivir en un pequeño pueblo al norte de Milán. Durante su infancia le apasionaba escuchar durante horas la radio, el único medio accesible que había en esa época para una familia modesta económicamente. Amaba los jingles –canciones publicitarias- y siempre se los memorizaba cantándolos una y otra vez. Desde muy pequeña Valeria demostró gran habilidad con la música, tocaba diferentes instrumentos e inclusive creaba sus propias canciones. Pero su sueño –cuando sea grande, decía- era convertirse en toda una creadora de jingles radiales. Con los años se dio cuenta de que su sueño estaba cada vez más lejos. No lograba conseguir trabajo, por algún u otro motivo le rechazaban sus jingles y sabía que en plena década del 60, convertirse en una importante creativa de la industria publicitaria, no era para nada sencillo. Dos semanas después de haber sido despedida, Valeria tomó coraje y decidió volver a encarar una vez más su sueño. Sin embargo, a la hora de la verdad, la alegría le duró poco. Valeria estaba quebrada económicamente, no podía (ni quería) volver a su pueblo natal y ya casi no quedaba comida en la despensa. Tomó unas pocas verduras, comenzó a preparar una sopa, y como era costumbre encendió la radio. Pudo escuchar –de fondo- que el presentador del programa radial invitaba a los oyentes a quedarse en sintonía ya que volverían tras unos anuncios comerciales. Mientras cortaba una zanahoria, una
  • 17. • 17 melodía conocida hizo que Valeria pierda la concentración culinaria y dirigiese toda su atención al enorme aparato que sonaba en lo alto de un mueble de su cocina. “Tú y yo, yo y tú, siempre juntos es mejor. Con Unión y alegría, toma lo mejor de la vida. Chocolate Unión, porque compartir, es mejor” —¡Pero qué reverendo hijo de puta! — gritó Valeria —Ése es mi jingle, mi canción— dijo mientras comenzaba a llorar y a destrozar todo lo que encontraba a su paso. Vasos, platos y fuentes de cerámica volaron por los aires. Llena de ira quiso destruir la radio. Estaba cegada del odio. Tanto que no pudo ver un pedazo de vidrio que se clavó en su pie y atravesó la chinela. La primera reacción fue levantar el pie… luego perdió el equilibrio y cayó pesadamente al piso. Y en su afán de incorporarse, se agarró del viejo mueble de madera de la cocina, el cual crujió, cedió y se le vino encima. Desde el piso, aterrada, Valeria observó –como si fuera una película en cámara lenta- que la enorme radio le iba a aplastar la cabeza. Mientras se desangraba inmóvil y desfigurada en el suelo, Valeria escuchaba de fondo su jingle… murió odiando a Orlando. Esa misma noche, Orlando dejó el libro que estaba leyendo sobre su mesa de luz, bajó un poco el volumen de la radio, apagó la luz de su velador y se acomodó en la cama. El hombre tenía la extraña costumbre de dormir con la radio encendida, por alguna razón necesitaba escuchar algo mientras dormía. Justo cuando estaba por conciliar el sueño, un dolor lo hizo levantar de la cama. Era como si un alfiler se hubiera clavado en su pie. Adormilado comenzó a buscar con su mano el interruptor del velador. Al encenderlo la bombilla hizo un fogonazo y todo se sumió en oscuridad. Sin embargo, Orlando observó algo que lo paralizó. Le pareció ver el rostro de una mujer, asomarse por el borde extremo de su cama, donde descansan los pies. -¿Quién está ahí? – preguntó con la voz temblorosa. Nadie respondió.
  • 18. • 18 De pronto sintió que algo comenzaba a reptar hacia él por debajo de las sábanas. Lo que fuera pasó entre sus piernas y fue subiendo… Algo se había metido en su cama y gateaba. Mientras más se acercaba a él esa extraña cosa, comenzó a escuchar que cantaba lastimeramente: “Tú y yo, yo y tú, siempre juntos es mejor” Él conocía esa melodía. Fue cuando el rostro pálido y desfigurado de Valeria le apareció de frente emergiendo por debajo de las sábanas. Su cabeza parecía aplastada. Y sus ojos… esos ojos que siempre transmitían alegría, ahora eran blancos como fría nieve. Paralizado de terror, a pocos centímetros de su cara, lo que ahora era Valeria le cantó por última vez… Al otro día de la accidental muerte de Valeria, la policía también encontró el cadáver de Orlando, su jefe. Estaba recostado en la cama, con los ojos cerrados y la boca abierta, desencajada, como si hubiera visto al mismo demonio. Infarto nocturno, pensaron todos. Lo extraño –comentaban los detectives- era ese mensaje escrito con sangre en la sábana: “Siempre juntos es mejor”.
  • 19. • 19 EL MEME Carolina era Community Manager de DigitalPlace, una pequeña agencia de manejo de redes sociales en Bolivia que venía operando desde el año 2012. DigitalPlace se había convertido -en poco tiempo- en un sonado caso de éxito tras manejar las redes sociales de varias marcas importantes, e inclusive, haber realizado estrategias efectivas para algunos políticos. Carolina amaba trabajar de noche. Tenía su propio ritual de los sábados: Curar contenidos de 19:00 hs. en adelante, planificar los contenidos luego de las 20:00 hs., comenzar con los diseños a eso de las 20:30 hs., cenar y quedarse trabajando hasta tarde para dejar todo programado en Facebook. Sin embargo, esa noche –sin saberlo- sería diferente. En la esquina inferior de su pantalla, apareció una notificación de Chrome indicando que alguien había mandado un mensaje a la cuenta de Facebook de la agencia. Como a ella no le molestaba atender a altas horas de la noche (algo que pocas empresas hacen), decidió abrir la
  • 20. • 20 notificación y ver qué es lo que necesitaba ese usuario o quizás posible nuevo cliente. Abrió la bandeja de entrada de mensajes y le causó gracia ver que un usuario de nombre “U-Stalker” había escrito a la cuenta de la agencia. Seguro es el típico troll que quiere joder de noche, pensó ella. Veamos qué quiere… Al abrir el mensaje, le llamó la atención lo escrito, ya que no era un texto común y corriente: 01001000 01101111 01101100 01100001 00100000 01000011 01100001 01110010 01101111 01101100 01101001 01101110 01100001 00101100 00100000 01110100 01100101 00100000 01101000 01101001 01100011 01100101 00100000 01110101 01101110 00100000 01101101 01100101 01101101 01100101 Carolina no era novata en el tema. Había realizado cursos sobre manejo de redes sociales, algunos sobre programación, SEO, Black Hat y hasta HTML, por lo que era obvio que ese mensaje estaba cifrado en código binario. Entonces, abrió una nueva pestaña en el navegador y escribió en la barra del mismo www.traductorbinario.com, luego copió el texto, lo pegó y finalmente hizo “clic” en el botón “Traducir”. Tras unos segundos apareció en la pantalla el mensaje descifrado: “Hola Carolina, te hice un meme” Por un momento se le congeló la sangre —¿Cómo es que sabe mi nombre? — pensó mientras seguía mirando atónita el mensaje traducido. Seguramente debe ser uno de los chicos de la oficina tratando de asustarme. Voy a seguirle el juego y así descubriré quién es. Cambió nuevamente de pestaña para volver a la bandeja de entrada de Facebook y notó que en el mensaje había un archivo adjunto. Era una imagen con el nombre CP-bXVlcmUgZWw- 101118.jpg. Ante los ojos de cualquier persona, ese nombre de archivo hubiese pasado desapercibido. Pero no para Carolina. Tras unos segundos se dio cuenta que “CP” hacía referencia a su nombre
  • 21. • 21 “Carolina Pariaga” y que “101118” se trataba de una fecha en particular, era ese mismo día: 10 de noviembre del año 2018. ¿Pero qué significaba “bXVlcmUgZWw”? Ese detalle no dejaba de rondarle por la cabeza. Carolina sabía que era un tipo de código, pero binario no era, tampoco hexadecimal, ASCII tampoco. —¡Base64!— exclamó recordando haber visto en alguno de sus cursos online los diferentes sistemas de programación y codificación a lo largo del tiempo. Nuevamente, abrió otra pestaña en su navegador y tipeó la dirección web www.ascii2hex.com, una herramienta para convertir de diferentes códigos, entre ellos a Base64. Al igual que antes, copió el texto “bXVlcmUgZWw”, lo pegó en el recuadro de texto que indicaba BASE64 e hizo clic en el botón de “Convert”. Apenas apareció la traducción en pantalla, Carolina sintió latir fuertemente su corazón y lo primero que pensó fue que la broma se estaba tornando oscura. Durante unos segundos, se quedó mirando en la pantalla la palabra “Muere el”. No le parecía para nada gracioso que ese usuario extraño le haya mandado una imagen que en su nombre escondiese la frase: “Carolina Pariaga muere el 10 de noviembre de 2018” —Esto es una tontería, una broma de mal gusto— pensó mientras miraba el archivo adjunto en el mensaje de Facebook. —No pienso seguir este estúpido juego. No voy a descargar esa imagen— dijo mientras alejaba el puntero del mouse del archivo. Pero Carolina sabía que no era de las que se quedaban con la duda. En el fondo, sabía que no podría dormir durante días si no resolvía el misterio de una vez por todas. También sabía que quizás, si descargaba la imagen, podría encontrar alguna pista en la misma o analizando los datos EXIF dentro del archivo jpg, o que posiblemente al abrir la imagen vería un meme gracioso indicando que había caído en la broma de alguno de sus compañeros. Así que juntó coraje, respiró hondo e hizo clic en el
  • 22. • 22 archivo. A los pocos segundos, ya estaba en el escritorio de su computadora. —Bueno Carolina, es ahora o nunca— Minimizó su navegador, buscó el archivo en su escritorio e hizo doble clic en él. Carolina comenzó a llorar mientras su piel se ponía de gallina y se tornaba de un color blanco. Era una foto de ella, pero no cualquier foto. Era una foto tomada desde la cámara de su laptop hacía unos 20 minutos antes, mientras cenaba frente a la computadora y veía un capítulo de Big Mouth en Netflix. Pero no fue el hecho de que quizás un hacker le haya tomado una foto vulnerando la seguridad de su cámara o que habían investigado sobre ella lo que la espantó. Lo que la aterró realmente era que en la imagen notó una extraña figura parada detrás de ella, con una horrenda máscara que parecía la cara derretida de un payaso que sostenía un cuchillo en una mano y en la otra un cartel que decía: “No te des vuelta”
  • 23. • 23 EL PACTO María se sentía una fracasada. Era consciente de que la mayoría de las cosas de la vida le habían salido mal. Trabajaba como directora creativa en una agencia de publicidad mediocre, soltera y sin hijos, ganaba mal y estaba cansada de todo. Su vida era un desastre. Una noche, mientras tomaba solitariamente una copa de vino en su casa y miraba por la ventana de su monoambiente en Madrid, sintió detrás una extraña presencia. Como que alguien la miraba fijamente. Se dio vuelta y del susto dejó caer la copa al comprobar que allí estaba un hombre vestido con un traje rojo que la miraba sonriendo. —¿Qué haces acá? ¿Quién sos? ¿Qué querés? —exclamó María con una voz titubeante, tratando de disimular el miedo que recorría su cuerpo. —María, tranquila. Vine a ayudarte —respondió el extraño.
  • 24. • 24 —Andate de mi casa, loco de mierda. —María tomó la botella y la apuntó de forma amenazante contra el extraño, amagando lanzar la misma. —¿Loco de mierda? —cuestionó el extraño— Acá la única mierda que veo sos vos y tu patética vida. ¿Por qué no te lanzas de una vez por la ventana? Yo sé que estabas pensando en eso… María quedó atónita. Era imposible que esa persona adivinase lo que ella estaba pensando minutos atrás. Incrédula y con cierto grado de curiosidad le preguntó: —¿Cómo sabes eso? ¿Quién sos? —Soy Satán, Satanás, Belcebú o el Diablo como muchos gustan llamarme. ¿No te diste cuenta? ¿O prefieres que me ponga el disfraz rojo con cuernos y patas de cabra? Eso es un cliché estúpido a causa de “cierta religión” que tomó elementos de varias culturas y me dibujaron de esa estúpida forma. Cuernos del Dios Celta Cernunnos, tridente del Hades, y patas de cabra como Pan, Dios Griego. ¿Una locura, no? —No me interesa —dijo María mientras se le cortaba la voz —¿Acaso viniste a llevarte mi alma? ¡Llevátela, carajo! ¿No ves que mi vida es una mierda? —María, María, María. En honor a la verdad vine a ofrecerte un trato — exclamó el diablo sonriendo. —¿Un trato? ¿Cómo es eso? —Mira, es muy simple. Te ofrezco todo lo que sueñas y deseas… a cambio de tu patética y quebrada alma. —¿Por mi alma? ¿Estás loco?
  • 25. • 25 —¿Loco? —exclamó el diablo mostrando una expresión de desconcierto. —Decime ¿De qué te sirve tu alma en tu vida? ¿Acaso te ayudó a progresar? ¿A ser millonaria? ¿A tener tu propio imperio publicitario? —No, pero es mi alma. —¿Al menos decime si alguna vez viste tu alma? —No claro, nunca la vi. —¿Y alguna vez viste el alma de alguien? ¿Quizás cuando murió tu padre? ¿Viste su alma? —No, nunca vi un alma. No sé siquiera si sirve de algo. —Claro que sirve. Pero no te preocupes. Cuando te mueras no te va a servir de nada. Pero a mí me sirve. Es que con “el de arriba” —el diablo apuntó al cielo— tenemos una competencia y el que más almas tenga se queda con la Tierra. Pero no te preocupes, que cuando la tierra sea mía, al menos eso parece, vos no va a estar acá. El diablo miró fijamente a María y le preguntó con su resonante voz —Entonces María ¿Qué deseas a cambio de tu alma? María por primera vez en su vida tomó conciencia que por fin podría tener todo lo que quisiera, y entregar su alma por ello, era un excelente trato. —Quiero poder, mucho poder. Quiero ser dueña de un holding de agencias de marketing y de publicidad. Quiero que mis colegas me respeten, admiren e idolatren. Quiero convertirme en la mayor figura de la historia de la publicidad de estos tiempos. Quiero ganar premios y mucho pero mucho dinero. —Buena chica, dame tu mano — El diablo tomó la mano de María y con la uña de su dedo índice pincho su pulgar, una pequeña gota de sangre
  • 26. • 26 brotó de él. Luego de esto el diablo sacó su lengua y la pasó por el pulgar de María. —Listo, ya está —dijo el diablo. —¿Eso es todo? —preguntó incrédula María. —Eso es todo. Nos vemos en 50 años. —¿50 años? Espera, no me dijiste que vendrías… —María no terminó de hablar, cuando el diablo se desvaneció. Misteriosamente, esa noche María durmió como una bebé recién nacida. Por extraño que parezca, sintió por dentro paz interior y algo le decía que todo saldría bien. A fin de cuentas, había hecho un pacto con el diablo y esperaba ansiosa comenzar su nueva vida, dejando toda la mediocridad atrás. Con el tiempo, María se convirtió en presidenta de Adlanding el mayor holding publicitario del mundo. También apareció como “Mujer Exitosa” en las portadas de importantes revistas como People, Advertising Age, Newsweek y Times. Su vida era perfecta. Finalmente se había convertido en “una marca persona” de renombre internacional. Cualquier persona que hablase de marketing o publicidad, la tenía en mente. Decidió no casarse ni tener hijos, simplemente quiso disfrutar su fama y riqueza. Eso es lo que ella quería… y que ahora tenía. Pasaron 50 largos años hasta que María volvió a encontrarse con el diablo. Por suerte estaba lista, había agendado la fecha y preparado todo. Tenía 95 años, sabía que su vida mortal ya estaba en retirada, así que se sentó a esperar a su cobrador mientras bebía una botella de AurumRed de la Bodega Las Pedroñeras.
  • 27. • 27 Finalmente apareció el diablo. Para envidia de María, estaba tal cual había desaparecido medio siglo atrás. No había envejecido ni un solo minuto. —De haberlo sabido te hubiese pedido también belleza eterna o no envejecer nunca —exclamo María con su voz de abuela. —Veo que has tenido una buena vida, María. Me alegro de todo corazón. Bueno, me alegro en realidad ya que no tengo corazón— exclamó el diablo soltando una pequeña carcajada. —Así es. Disfruté mucho estos años. Pero ya me estaba aburriendo. Suerte que no te pedí vida eterna. Por cierto, estoy lista para que te lleves mi alma. —Con respecto a eso, María, hay algo que debo confesarte —dijo el diablo con una mirada especial —La verdad es que nunca existió un pacto entre nosotros. —¿Cómo que nunca hubo un pacto? —preguntó desconcentrada. —Bueno, en realidad en parte —respondió el diablo— Tú me vendiste el alma. Pero tengo que confesarte, reitero, que nunca cumplí con el acuerdo. —¿Qué estas diciendo? —preguntó asustada María mientras sentía su corazón palpitar más rápido de lo normal. —María, todo lo que lograste fue por cuenta propia. Te convertiste es una estrella de la publicidad por tus propios medios. Yo nunca hice nada. Pero de todas formas, tú me ofreciste el alma. Así que nos vemos en el infierno. Y el corazón de María dejó de latir.
  • 28. • 28 EL PASANTE Marcus estaba harto de su trabajo como pasante en MC Advertising & Co, una de las agencias de publicidad más prestigiosas de Londres, fundada en 1968. Hacía un buen tiempo que había conseguido -gracias a un amigo- la posibilidad de ingresar como pasante. Sin embargo ya comenzaba a sentir la rutina del día a día y a perder la esperanza de poder ascender a “un cargo de verdad”, de importancia. Todos los días era lo mismo, servir café, llevar informes de un área a otra, hacer fotocopias e inclusive comprar material de escritorio, en especial cuando se lo pedía Arthur, el presidente de la agencia. A diario mientras realizaba sus labores pensaba diferentes formas de tomar coraje y animarse a abandonar la agencia. Era tan monótono su trabajo que ya había perdido la cuenta de la cantidad de días que estaba allí estancado, sin avanzar un centímetro. Un día, Marcus tomó el coraje necesario y se dijo a sí mismo: Hoy dejo esta empresa de porquería de una vez por todas, odio estar
  • 29. • 29 aquí. Su plan era sencillo. Esperaría que todo el personal se vaya de la oficina a sus casas, y aprovechando que Arthur siempre era el último en irse, hablaría con él. En realidad no era un plan complicado ni atrevido. El único obstáculo había sido el de siempre: La falta de coraje. Cuestión, aparentemente, ya superada. Esa tarde, la hora de salida se hizo eterna. Las manecillas del reloj parecían no avanzar. Poco a poco la agencia se iba vaciando y Marcus sentía dentro de su estómago miles de mariposas revolotear mientras se acercaba el momento esperado. Cuando el reloj marcó las ocho de la noche, la agencia estaba vacía y Arthur –como siempre- en su oficina. Marcus se levantó de su asiento y dirigió con paso firme hasta el despacho de su jefe. Tocó la puerta tres veces y escuchó del otro lado la resonante voz de Arthur que preguntaba quién era. —Señor Arthur, buenas noches, soy Marcus ¿Quisiera hablar con usted unos minutos? —¿Marcus?— dijo tras un breve silencio —Sí, pase, que sea breve por favor. Marcus ingresó a la oficina, y Arthur sin siquiera mirarlo, apuntó con su mano al asiento de cuero que estaba frente a su escritorio pidiéndole que tome asiento. Con cada paso que daba, Marcus sentía ya no solamente las mariposas en su estómago sino también hasta su propio corazón palpitar como redoble de tambor en clima de guerra. Se sentó y antes de poder decir algo, Arthur le preguntó: —¿Qué es lo que deseas conversar, Marcus? La cabeza de Marcus daba mil vueltas. Las palabras comenzaron a mezclarse dentro de su mente mientras se desesperaba para poder armar una frase que tenga sentido. Podía ver flotar las palabras por todo el despacho, girando y voleando como las mariposas que sentía
  • 30. • 30 en su estómago. Hasta que finalmente, con la voz algo apagada, titubeante y débil, dijo: —Señor Arthur, quiero renunciar —. Tras esa frase sintió un alivio extremo. Las mariposas cesaron de volar alocadas y su corazón comenzó a latir normalmente. Sin duda disfrutó el momento. Por fin se sentía liviano, sin la pesada carga de su monótono oficio. —Imposible, no puedes renunciar, Marcus –respondió su jefe- Nos vemos mañana. Marcus se quedó atónito. No esperaba esa respuesta. Ni siquiera la había imaginado —Creo que no me entendió, renuncio a mi trabajo —respondió Marcus con un tono intimidante. —Y yo te digo que no puedes, Marcus. Por favor, no me molestes más y nos vemos mañana. —¿Pero qué le pasa a usted? ¿Cómo es que no puedo renunciar? Usted no puede decidir eso. Es mi decisión- dijo Marcus mientras se paraba de su asiento. —Tienes razón Marcus, pero no puedes renunciar. —Mire, si es por un tema de dinero en indemnizaciones, quédese con su cochino dinero, no me interesa. Estoy cansado de venir día tras día a esta oficina, hacer lo mismo una y otra vez durante meses que parecen años. Esta no es la vida que quiero. Así que se lo repito, renuncio- insistió el empleado. —Marcus, te entiendo. Y también te lo repito, no puedes renunciar. —¿Pero es que no entiende? — preguntó Marcus levantando sus brazos en señal de impotencia y furia.
  • 31. • 31 Arthur por primera vez levantó la mirada y fijó sus ojos en los de Marcus. Luego tomó un periódico que estaba en su escritorio y se lo entregó. Marcus observó detenidamente la portada del impreso, y en especial, la fotografía de un gran incendio en un importante edificio en Londres. Cuando leyó el titular se quedó atónito, sin poder articular palabra. Sintió náuseas y su cuerpo comenzó a temblar… —Marcus, no puedes renunciar porque estamos muertos. Mientras dejaba caer el periódico al piso, no pudo quitarse de la cabeza el titular del periodico: “Gran incendio en MC Advertising & Co, ni un solo sobreviviente”.
  • 32. • 32 EL WEBMASTER —¿Cómo que vas a renunciar? —preguntó Edmundo. —Me quiero ir, no quiero trabajar más acá— exclamó Juan Carlos con sus ojos vidriosos a punto de llorar. —Es que no te podés ir. Sos el mejor webmaster que tenemos. Te aumento el sueldo si querés o te damos vacaciones pagas, así lo pensás bien— insistió Edmundo. —No me interesa nada de eso, quiero irme, no quiero trabajar más acá. —¿Pero vos me estás jodiendo? ¡Tenés todo! —reclamó Edmundo —Se te paga bien, te pagamos la comida y gasolina, cobrás un sueldo de lujo y encima trabajás cuando se te da la gana. ¡Por favor, no me hagas esto! —Perdoname, Edmundo, pero me voy. No te puedo explicar.
  • 33. • 33 —Oye, somos amigos hace años. Explicame, por favor —dijo Edmundo—No nos podés dejar colgado con tantos clientes. Vas a mandar todo a la mierda y nos vas a arrastrar con vos. ¿No podés quedarte unas semanas más, aunque sea? —¡Que no! —gritó Juan Carlos —Perdoname, me voy. Juan Carlos salió de la oficina de su jefe sin poder quitarse de la mente lo que había ocurrido la noche anterior. No podía quitarse de la mente a esa sonriente anciana que lo llamaba del otro lado de la ventana dando golpecitos en el vidrio con su bastón. A él le encantaba su trabajo en GrupoDigital, era inmensamente feliz. Pero esa anciana lo había cambiado todo. Nunca más volvería a pisar esa agencia. Salió del edificio, se detuvo en la calle, dio media vuelta y miró la ventana de su oficina ubicada en el piso 6 del Edificio Centenario. —Nunca más vuelvo a pisar este edifcio —dijo para sí mismo.
  • 34. • 34 LA JEFA —Es hermosa— dijo Rubén a su colega en referencia a la Directora de la agencia de publicidad donde trabajaban. —Sí, ya me lo dijiste cien veces— respondió Antonio con cierta actitud de molestia. —Es que realmente siento que tenemos una conexión— comentó Rubén mientras miraba la figura de Patricia detrás del vidrio de la oficina -Me doy cuenta que me mira, pero no se anima a hablar conmigo. —Amigo, hace ocho años que venís diciendo lo mismo. Vos estás obsesionado con Patricia y eso no es sano. —¿Obsesionado? ¡Estás loco! Yo sé que estamos destinados a estar juntos.
  • 35. • 35 —De todas formas es nuestra jefa, así que andá olvidándote de ella. Nunca va a pasar nada — le respondió. —Vas a ver que estás equivocado— dijo Rubén mientras le dedicaba una mirada desafiante. Lo que nadie sabía es que Rubén se sentía afortunado. Había planificado y esperado la oportunidad de poder quedarse hasta tarde en la oficina y coincidir en horarios con Patricia. Durante los últimos meses, había notado que todos los martes ella se quedaba hasta las nueve de la noche porque tenía su “Noche de chicas” junto a las amigas de universidad. El plan era simple. Al ser el Director Creativo de la agencia, había orquestado poder quedarse a cargo de toda la campaña publicitaria de una importante empresa que comercializaba productos para el hogar. Era un trabajo pesado, pero si eso le permitía quedarse horas extras y poder aprovechar ese tiempo para hacerle algunas consultas a Patricia, realmente valía la pena. Y el plan de Rubén funcionó. Esa tarde, luego de que el personal de la agencia se marchó, agarró unos bocetos y se dirigió a la oficina de Patricia. Como la puerta estaba abierta, se asomó por un costado y dijo: —Patricia, ¿tenés unos minutos? Necesito tu ayuda con unos diseños para Retailer, la empresa de masivos— le preguntó. —Por supuesto, Rubén, pasá— respondió diligentemente. Con cada paso hacia ella que daba Rubén, sentía su corazón palpitar. Patricia era una mujer alta, de piel canela y con un hermoso cabello negro azabache. Su rostro era perfecto. Cejas depiladas, piel tersa, dos grandes ojos color café y la boca siempre pintada de un rojo sangre, que por alguna razón excitaba de sobremanera a Rubén, tanto que sintió que estaba teniendo una erección. Así que aceleró el paso y se sentó frente a la Directora.
  • 36. • 36 —Rubén ¿en qué te puedo ayudar? — preguntó Patricia. —Quería mostrarte unos bocetos que hice para Retailer y conocer tu opinión —dijo mientras apoyaba unas grandes láminas sobre el escritorio. —Perfecto, mostrame…— dijo ella mientras arrastraba su silla hasta ponerse al lado de Rubén, quien comenzó a sudar. El perfume de Patricia era realmente delicioso, pensó, era una mezcla de rosas, con un toque cítrico combinados de forma perfecta. Ni muy fuerte ni muy suave. —Rubén ¿me vas a explicar o no? —dijo Patricia sonriendo —te quedaste tildado. —Perdón Patricia, estaba pensando en algo. A continuación, durante varios minutos, Rubén se dedicó a explicarle el concepto creativo de la campaña. Le mostró los diferentes insigths que habían obtenido mediante un estudio de mercado y también los diferentes formatos que serían parte de la campaña crossmedia. —Esto es todo, ¿qué te parece? —preguntó titubeando y esperando que Patricia le sugiera varias correcciones. —Tomame… — dijo Patricia —¿Qué cosa? — preguntó Rubén confundido. —Tomame ahora mismo, Rubén. Haceme lo que quieras— Patricia lo agarró del cuello de la camisa, lo atrajo hacia ella y amagó darle un beso, aunque en realidad mordió y estiró con cierta rudeza el labio inferior del sorprendido hombre. Rubén estaba desconcertado. Dentro suyo había una mezcla de sentimientos: excitación, desconcierto, nerviosismo. Se sintió confiado, sabía que durante todo ese tiempo había tenido razón.
  • 37. • 37 Patricia estaba loca por él, y finalmente tras años de duda, su fantasía se convertía en realidad. —Quiero que seas rudo, así me gusta— le indicó Patricia mientras se le sentaba encima con las piernas abiertas. Él la tomó por la cintura, de un impulso se incorporó de la silla y la recostó sobre el escritorio mientras que –como ocurría en las películas eróticas- despejaba todo lo que había sobre el mueble. En ese momento se sentía todo un semental, prueba de ello es que se dio el gusto de hacer todo lo que había soñado con ella durante tantas solitarias noches. —A ella le gusta rudo, es toda mía— pensó mientras violentamente la recostaba en el sillón de la oficina, veía su espalda y jaloneaba el cabello. Rubén estaba en la gloria, siguió y siguió haciéndole el amor hasta que sintió que el cuerpo no daba para más. Pensó que había valido la espera de ocho años por intimidar Patricia. Le pareció delicioso y la vez excitante haberse guardado sólo para ella. Los dos se quedaron recostados en el suelo, exhaustos, mirando el techo como si fuera un cielo plagado de estrellas. —Rubén, tenés que irte— le dijo Patricia de golpe. —¿Cómo? —preguntó él mientras la miró de costado. —Sí, quiero que te vayas. Déjame sola. Esto nunca pasó— Ahora, Patricia estaba seria, ni siquiera lo miraba a los ojos. Pensó que quizás sentía vergüenza de lo sucedido o que era un mecanismo de defensa para no enamorarse… o puede que quizás simplemente se aprovechó de él, sexo casual, le dicen. De todos modos, Rubén había cumplido su fantasía. —Bueno, me voy. Nos vemos mañana— dijo Rubén alzando la ropa que estaba tendida en el piso.
  • 38. • 38 —Sí, nos vemos mañana. Andate, por favor, y cerrá la puerta— respondió ella secamente. Esa noche Rubén durmió plácido como nunca. Era la primera noche en ocho años que no se masturbaba. Pero como todas las noches se durmió pensando en Patricia. Salvo que no ideó fantasías, sino que repasó una y otra vez, lo que para fue “el mejor sexo de su vida”. Eran las tres de la madrugada cuando Rubén despertó asustado tras escuchar cómo abrían de forma violenta la puerta de su casa. De pronto, la habitación se iluminó con luces de color rojo que se colaban por su ventana y apuntaban su cuerpo. También escuchó los pasos de botas caminar y acercarse a su cama. Cuando por fin pudo enfocar su visión, varios agentes de policía lo apuntaban con sus armas. —Rubén Albeira, manos arriba –dijo un oficial mientras le colocaba esposas- Queda arrestado por los cargos de asesinato y necrofilia contra Patricia Viruez. Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra. —¿Asesinato? ¿Necrofilia? ¿Pero qué carajo están diciendo? No hice nada de eso, debe ser una confusión— gritó Rubén mientras lo levantaban por la fuerza de la cama. —¡Callate, degenerado! — le respondió un policía mientras le daba un culatazo en la nuca —¿Cómo vas a matar a una mujer y después tener sexo con su cadáver? ¡Enfermo de mierda! — Desde aquella noche hasta el día de hoy, los enfermeros del Hospital Psiquiátrico de Pueblo Alto, cuentan que escuchan una y otra vez, todas las noches antes de dormir, al paciente Rubén Albeira diciendo: “Vos estás obsesionado con Patricia y eso no es sano” “Vos estás obsesionado con Patricia y eso no es sano” “Vos estás obsesionado con Patricia y eso no es sano”
  • 39. • 39 LA SECRETARIA A Leandro le explotaba su cabeza. La migraña estaba en su punto máximo, seguramente a causa del stress de ese ajetreado día. No era fácil ser el Director de su propia agencia de publicidad, peor sabiendo que era un perfeccionista. Temprano había llegado de viaje y realizado un desayuno de trabajo con una tienda de electrodomésticos que necesitaba una campaña promocional para difundir en televisión. Luego de la reunión, un poco más tarde, tuvo un almuerzo para presentar la nueva estrategia de publicidad para una marca de ropa deportiva. Posteriormente, una vez en la agencia, pasó unas horas corrigiendo los textos que sus redactores habían preparado para una campaña política. Y al final de la tarde había tenido que negociar con un cliente que amenazaba dejar la agencia. Así era el típico día de Leandro. Repleto de situaciones estresantes y migrañas, dicho de otra forma, nada que no estuviese acostumbrado a soportar.
  • 40. • 40 Pero lo que realmente estaba sacando de quicio a Leandro, eran esos estúpidos intercomunicadores que habían recibido “a modo de intercambio” como pago por el trabajo realizado para un cliente. Siempre pasaba lo mismo, si la otra parte no colgaba bien el intercomunicador... se podía escuchar todo. De todas formas, Leandro aprovechaba ese pequeño defecto para supervisar a Silvia, su secretaria y recepcionista. Y esta mañana, más allá de la insoportable migraña, no ayudaba para nada que Silvia estuviese tarareando una y otra vez la misma canción. Era una melodía irritable, algo fuera de armonía y encima como un constante murmullo que no cesaba hacía más de media hora. Parecía un disco rayado, pensó. Leandro explotó. Se levantó del sillón, sintió un leve mareo a causa de la migraña y se dirigió a paso acelerado a la puerta de su oficina. La abrió y gritó: —¡Por Dios, Silvia! ¿Podés dejar de cantar esa canción de mierda? —. En el fondo, a Leandro no le preocupaba ofender a Silvia. Lo que realmente le preocupó fue ver que ya no había nadie en la agencia, que las luces estaban apagadas y que el intercomunicador de Silvia estaba perfectamente colgado.