Este documento presenta resúmenes biográficos de varios cronistas españoles importantes de la época de la conquista del Perú, incluyendo Pedro Cieza de León, Juan de Betanzos, Polo de Ondegardo y Zárate, y Fray Martín de Murúa. Los cronistas recopilaron información valiosa sobre la cultura inca, la conquista española y los eventos posteriores a través de sus observaciones y entrevistas con indígenas. Sus crónicas proporcionaron registros históricos detallados de una
2. Cronistas Españoles
Son aquellos nacidos en España y que llegaron en los años de la Conquista del Perú y después.
Entre los más importantes tenemos:
Pedro Cieza de León:
(Llerena, c. 1520 - Sevilla, 1554) Cronista español de Indias, autor de la Crónica del Perú
(1553). Pedro Cieza de León pertenece a aquel género de hombres que fueron a América como
soldados y a los que el Nuevo Mundo convirtió en
historiadores o geógrafos.
Nacido en el seno de una familia acomodada, con tan
sólo quince años se embarcó hacia Cartagena de
Indias, en el año 1535. Hasta 1551, año en que regresó
definitivamente a España, tuvo una actividad febril.
Participó con Alonso de Cáceres en las expediciones a
San Sebastián de Buenavista (1536) y a Urute (1537),
y fundó, con Jorge Robledo, Santa Ana de los
Caballeros (1539), Cartago (1540) y Antioquia (1541),
en la actual república de Colombia.
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3. Combatió después a las órdenes de Sebastián de Benalcázar, gobernador de Popayán, que le
concedió una encomienda. En 1543 se reunió de nuevo con Robledo, quien, tras una estancia
en España, había regresado a Indias con el propósito de afirmarse en su gobernación de
Antioquia y ampliar sus dominios, lo que motivó un enfrentamiento con Benalcázar. Cieza
intentó que desistiera de sus propósitos, pero fracasó, y Robledo fue derrotado y mandado
ejecutar por Benalcázar en 1546.
Un año después inició un viaje hacia tierras peruanas junto a Pedro de La Gasca en la
expedición de pacificación de Perú. Ejecutado Gonzalo Pizarro en
Xaquixahuana en 1548, Cieza se trasladó a la Ciudad de los Reyes, la
actual Lima, donde fue nombrado cronista oficial de Indias. Entre 1549
y 1550 recorrió los lugares más importantes de Perú: (Cuzco, Potosí y
La Plata, entre otros) recogiendo información con la que compuso su
obra.
En 1551 regresó a España para casarse en Sevilla con Isabel López.
En la misma ciudad publicó la Primera parte de la crónica del Perú
(1553), poco antes de la muerte de su esposa y de la suya, el año
1554. Siglos después se publicó el resto del material que había
escrito: Segunda parte de la crónica del Perú, que trata del señorío de
los incas yupangueis y de sus grandes hechos y gobernación (1871), y
Tercer libro de las guerras civiles del Perú, el cual se llama la guerra
de Quito (1979).
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4. La Crónica del Perú
La importancia de Cieza como cronista consiste en que no se limitó a realizar una mera crónica
de los acontecimientos que veía o vivía, sino que tuvo conciencia de historiador, es decir, de
narrar una gesta más o menos épica, con un estilo discursivo y con la intención de contar
verdades, y esto puede leerse en el prólogo o proemio de la Primera parte de la crónica del
Perú, donde incluso llega a decir que escribirá teniendo como modelo a Cicerón. Lo interesante
de la Crónica del Perú es que analiza un cuadro global de la historia de Perú, principalmente,
dando todo tipo de información tanto sobre la cultura inca, la flora y la fauna andina y amazónica
como del comportamiento de los conquistadores y sus enfrentamientos. En este sentido, Cieza
de León fue el primer cronista moderno.
Desde 1541, Cieza había comenzado a recopilar información sobre los territorios sudamericanos
que recorrió como miembro de distintas expediciones y campañas. El ambicioso objeto de la
obra completa era describir y narrar el acontecer histórico desde los tiempos anteriores al
Imperio Inca hasta los últimos hechos vividos en aquellas tierras por su autor (es decir, hasta
1550). Pese a lo que puede indicar el título por el que se conoce a la Crónica, ésta incluye
también entre las zonas estudiadas a grandes extensiones de la actual Colombia, como
Antioquia o Popayán, bien conocidas por el autor.
La primera parte se ocupa de la descripción de la historia y de los pobladores de las regiones
recorridas por Cieza, desde el golfo caribeño de Urabá hasta Chile, así como de la demarcación
de las primeras provincias conquistadas por los españoles y, especialmente, de la fundación de
las nuevas ciudades. La segunda, que no fue publicada sino hasta 1871, aunque incompleta,
trata de la historia anterior al dominio inca y, primordialmente, la del propio Imperio Inca. La
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5. tercera versa sobre el periodo de descubrimiento y conquista del Perú hasta el inicio de las
guerras civiles entre los propios españoles, y vio la luz en fecha tan tardía como 1979, después
de estar perdida mucho tiempo en la Biblioteca Vaticana. De la cuarta y última parte, que se
refiere a dichas guerras civiles, sólo se conocen los tres primeros libros; no se tiene constancia
de que Cieza escribiera los dos últimos, como anticipaba en el prefacio, que debían finalizar con
la llegada del virrey Antonio de Mendoza.
La obra, muy nutrida de noticias, se caracteriza por sus apreciaciones juiciosas e imparciales y
una exposición sencilla y animada por una gracia espontánea. Las banderías y disensiones que
las luchas civiles originaron no le hicieron perder su ecuanimidad, como muestra el sereno
dictamen que se transparenta en su relato.
Como ocurre con muchas crónicas americanas, una parte importante del material corresponde a
manuscritos o relatos de los propios indígenas. En este caso se recogieron los testimonios
orales de los quipucamayoc, u orejones indígenas, que refieren datos invalorables sobre su
pasado. Aunque no se conoce con seguridad la formación cultural de Cieza, a él se deben
algunas de las informaciones antropológicas más interesantes, no sólo de Perú, sino también de
las poblaciones con las que tuvo contacto desde su llegada a Panamá.
A través de los escritos del cronista se conocieron las reglas de parentesco de la costa del
Pacífico, donde predominaban las líneas maternas, así como las leyes que prohibían el incesto
o las diversas formas del tabú de la virginidad. Sus interesantes observaciones sobre el papel de
la mujer sirvieron para verificar que en muchos de los pueblos del antiguo Ecuador y del Cuzco
las mujeres practicaban la agricultura y el comercio, en tanto que los hombres hilaban y tejían.
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6. Juan de Betanzos:
Su vida está envuelta en la oscuridad. No se sabe con certeza donde nació, pero su apellido
indica sin lugar a dudas que es originario de Betanzos, una de
siete capitales históricas del antiguo reino de Galicia y que
desciende de Fernán Pérez de Andrade, señor feudal de aquellas
tierras conocido por sus obras como "O Bó" El Bueno.
Su nombre completo fue Juan Díez de Betanzos, pero él prefería
firmar como Juan de Betanzos. No sabemos cuando viajó a
América; pero recientes investigaciones de Carmen Martín Rubio
han permitido precisar que estuvo en la Isla del Gallo formando
parte de la expedición dirigida por Pizarro en busca del reino
Inca. Aunque no se encontró en el primer grupo que avanzó
hasta Cajamarca y apresó al Inca Atahualpa en 1533.
Casó con la princesa inca Cuxirimay Ocllo, que había sido mujer
principal de Atahualpa, y -según demostró el Cronista Oficial de
Cuzco, Profesor Villanueva Urteaga- vivió en la casa palacio que
aún se conserva en la plaza de Limacpampa de esta ciudad.
Su matrimonio le unió familiarmente con la nobleza incaica y su conocimiento del quechua le
permitió obtener de primera mano toda la información sobre el origen, la expansión y el trágico
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7. final de aquel imperio inca, que narra en su "SUMA Y NARRACION DE LOS INCAS" , escrita
entre 1551 y 1558 en Cuzco. Constituye el primer legado histórico referido a la genealogía de
los Incas, y uno de los documentos etnográficos más importantes del mundo andino.
Esta obra, se perdió con el paso del tiempo. Y sólo se conocía una pequeña parte de ella -
descubierta hace casi cien años en El Escorial por el historiador español Jiménez de la Espada-
hasta que Carmen Martín Rubio encontró un ejemplar completo en la biblioteca de la Fundación
March en Palma de Mallorca.
El texto constituye el primer legado histórico referido a la
genealogía de los Incas y uno de los documentos etnográficos
más importantes del mundo andino; ya que revela a los
investigadores nuevos y sorprendentes datos sobre la historia y
la cultura inca. Concluye con la despedida de Juan de Betanzos
que parte como mediador para negociar la pacificación del reino
de Vilcabamba, gobernado por el Inca Sayri Túpac, el cual
mantenía su independencia frente a la corona española.
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8. Polo de Ondegardo y Zárate
(Valladolid? - La Plata 1575). Cronista y funcionario colonial español. Polo de Ondegardo era
hijo de Jerónima Díaz de Zárate, hermana del contador y cronista Agustín de Zárate, y de Diego
López de León de Ondegardo, “reçetor de la ynquisición de Granada”, muerto antes de 1538.
Diego López procedía de un mercader milanés establecido en Valladolid a mediados del siglo
XV, y había hecho carrera dentro de la administración del estado. Fruto de este matrimonio
nacieron, que sepamos, el licenciado Polo de Ondegardo (casado después con Jerónima de
Peñalosa), Alonso de Ondegardo (arcediano en Valladolid, canónigo en Toledo, doctor y
catedrático en Valladolid), Lope Díaz de Zárate (también licenciado y canónigo en Osma), Diego
de Zárate (muerto en las Indias), Gerónima de Zárate (esposa de Diego de Argame y Vargas
regidor de Toledo), María de Ondegardo (vecina de Madrid casada con Pedro Díaz Venero de
Leiva, primer presidente de la Audiencia de Nueva Granada y miembro del Consejo Real de las
Indias), y doña Ana de Ondegardo (vecina de Valladolid y esposa de Bartolomé de Santoyo).
Pasó al Perú en la flota que transportó al virrey Blasco Núñez Vela (1543), comisionado por
Hernando Pizarro para que ordenase sus intereses en los territorios conquistados. No obstante,
se inclinó de lado de la Audiencia en el conflicto que tuvo con el Virrey, aunque luego se plegó al
bando del rebelde Gonzalo Pizarro.
Apresado en el Cuzco por Francisco de Carvajal (1546), fue conducido a Lima donde el letrado
logró escapar. Se presentó en Trujillo ante el pacificador La Gasca y participó en Jaquijahuana
(9 de abril de 1548). En seguida, fue enviado a Charcas para apaciguar a los rebeldes,
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9. organizando expediciones hacia Tucumán y La Plata, redactó las ordenanzas para la
explotación de las minas de Potosí, y obtuvo una encomienda en Cochabamba.
Combatió contra el rebelde Francisco Hernández Girón en Chuquinga y Pucará (1554).
Nombrado posteriormente corregidor del Cuzco (1558-1561), descubrió cinco momias de los
incas y estudió las creencias y costumbres de los indios; asesoró al virrey Conde de Nieva en el
nuevo reparto de encomiendas.
Acompañó al virrey Toledo en su visita al país, muriendo en el transcurso de la misma (4 de
noviembre de 1575).
Polo de Ondegardo otorgó testamento el 18 de marzo de 1575 en Potosí.
Obras
Dejó varios tratados y pareceres manuscritos que serían aprovechados por cronistas
posteriores. Destacan:
• Tratado y averiguación sobre los errores y supersticiones de los indios
(1559).
• Informe del Licenciado Polo de Ondegardo al Licenciado Briviesca de
Muñatorres sobre la perpetuidad de las encomiendas en el Perú (1561).
• La relación de los adoratorios de los indios en los cuatro ceques. (1561)
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10. • Ordenanzas de las minas de Guamanca.
• Instrucción sobre las ceremonias y ritos que usan los indios conforme al
tiempo de su gentilidad (1567).
• Relación de los fundamentos acerca del notable daño que resulta de no
guardar a los indios sus fueros (1571).
• Traslado de un cartapacio a manera de borrador que quedó en los papeles
del Licenciado Polo de Ondegardo cerca del linaje de los Incas y como
conquistaron.
• Copia de unos capitulos de una carta del Licenciado Polo, vecino de la
ciudad de La Plata para el doctor Francisco Hernández de Liébana.
También se le atribuye la autoría de la Relación de las cosas acaecidas
en las alteraciones del Perú después que Blasco Núñez Vela entró en él,
escrito entre 1548 y 1550, y que fue ampliamente utilizado por su tío
carnal, Agustín de Zárate, en la composición de la Historia del
descubrimiento y conquista del Perú, publicada por primera vez en
Amberes en 1555.
Firma de Cronista Polo de Ondegardo
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11. Fray Martín de Murúa
Fray Martín de Murúa es un cronista de quien no se tiene muchos datos. Vasco, se presume que
nació en Azpetia; alguien lo hace paisano de San Ignacio de Loyola. Lo que sabemos de él en
tierras peruanas es que fue comendador del pueblo de Yanaca, de la provincia de Angaraes.
Que fue fraile doctrinero de Guamán Poma de Ayala, quien lo acusa de haber tratado de birlarle
la mujer. Que su ministerio lo llevó por tierras de Puno y del Lago: fue cura vicario de Capachica
y Aymaraes. Que gran parte de su crónica la escribió en el convento de La Merced, del Cusco.
Que la terminó entre temblores, cenizas y oscuridades, en Arequipa, cuando la reventazón del
Huaynaputina, el año de 1600. En 1614 se hallaba en Córdoba del Tucumán y Buenos Aires. Y,
finalmente, en 1616, lo encontramos muy atareado en Madrid.
Otra acotación que debe hacerse a la escueta biografía de Murúa es su inocultable y desmedido
entusiasmo, amén de democrática falta de prejuicios por el bello sexo nativo. Se ayuntaba con
doncellas, anota indignado Poma de Ayala. Y para su uso, nos dice, tenía, en la cocina, a la hija
de un indio tributario.
Aún hay algo más del buen Murúa. Registra con minuciosos detalles las cualidades, calidades y
exigencias corporales de las que debían estar dotadas las vírgenes del sol; como los cuidados
para preservarlas de miradas que despertaran apetitos plebeyos. Se preocupa también el
cronista por los hechizos y filtros de amor para revitalizar "la potencia del varón". Como
igualmente se solaza describiendo muslos, pechos y desnudeces femeninas reales: todos
andaban desnudos, tanto mujeres como hombres, cuenta engolosinado. Aunque, luego,
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12. olvidándose, acota que las ñustas no se desnudaban para dormir. Datos calenturientos de una
libido en ebullición que, por cierto, ningún otro cronista registra. Y que Raúl Porras Barrenechea,
en ese insuperable trabajo que es Los cronistas del Perú, destaca con sorna, y buen humor no
exento de malicia.
Murúa llegó a Madrid en 1616, donde pidió licencia para
publicar su "crónica, que traía dibujos groseramente pintados
de los Incas y Coyas y de las armas y costumbres," obra cuyo
título era Historia General de los Quipus de los Indios y otras
antigüedades del Perú, se dice, muy distinta de su Historia de
los Incas.
Lo cierto es que aquí hay un batiburrillo de fechas, citas,
manuscritos perdidos y encontrados y vueltos a perder.
Hipótesis, donde los nombres de los hagiógrafos de Guamán
Poma especulan y pontifican. Acusaciones a Murúa de
conocer la Nueva Corónica y "de haberse aprovechado
impunemente de sus dibujos, datos folclóricos y por lo menos
del plan de la obra".
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13. Sarmiento de Gamboa
(1532-1592) es una de las figuras más sobresalientes del siglo XVI hispano. Navegante,
cosmógrafo, matemático, soldado, historiador y estudioso de las lenguas clásicas, participó en la
expedición de Alvaro de Mendaña que descubrió las Islas Salomón, pero su nombre ha quedado
unido para siempre al Estrecho de Magallanes, donde viajó en dos ocasiones y fue nombrado
gobernador y capitán general de esas tierras. De tales viajes y del desgraciado intento de poblar
las regiones australes, dejó cumplida constancia en sus escritos y memoriales.
Los avatares de su vida aventurera están, en ocasiones, difuminados por el tiempo y la falta de
documentación, y así no es posible establecer con certeza ni su lugar de nacimiento (¿Alcalá de
Henares? ¿Pontevedra?) ni las universidades donde cursó sus estudios. Tampoco puede
afirmarse con seguridad que participara en las guerras de Flandes o del Milanesado ante de
pasar al virreinato de la Nueva España, alrededor del año 1555. Un primer altercado con la
justicia, le hizo huir al Perú en 1557, donde algunos años después volvería a ser acusado por el
Santo Oficio en dos ocasiones.
A partir de su nombramiento como capitán de una de las naves de expedición de Mendaña
(1567), el rastro de su vida puede seguirse con mayor certeza. Entra al servicio del Virrey
Toledo, participa en la Visita General que éste ordena (1570-1575).
Se desata la guerra contra el inca rebelde Túpac Amaru y Sarmiento participará como alférez y
secretario de la expedición. Los españoles, comandados por Martín Hurtado de Arbieto,
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14. sumaban 250 soldados bien pertrechados con armas y caballos, un escogido número de
veteranos capitanes, además de dos mil indios al mando de dos caciques amigos de los
españoles que ya les habían apoyado en otras ocasiones, partían desde Cuzco a mediados de
abril de 1572.
Después de serios enfrentamientos entre indígenas y españoles, al fin estos vencían y
apresaban a Inca Tupac Amarú y a todos sus generales. El 24 de septiembre de 1572 estos
eran ahorcados en la plaza de Cuzco y el Inca sería degollado.
Posteriormente realiza sus viajes al Estrecho (1579-1580, 1581-1586), es capturado por
corsarios ingleses frente a las Azores cuando volvía a España buscando ayuda para las
poblaciones establecidas en el Estrecho, y es trasladado a Londres.
Tras ser liberado por la reina Isabel, en su camino de vuelta es apresado por hugonotes
franceses y permanece tres años en prisión hasta que logra pagar su recate (1590). Regresa,
por fin, a España y es recibido por Felipe II en El Escorial. Poco después es nombrado Almirante
de la armada encargada de escoltar las naves que traen el oro y la plata de América, y en uno
de sus barcos moriría en julio de 1592, frente a las costas de Lisboa.
Además de “Historia de los Incas” y Viaje al Estrecho de Magallanes, Sarmiento de Gamboa fue
prolífico escritor en informes, memoriales, cartas y otros documentos de los cuales se conservan
algunos en diversas instituciones
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15. Miguel de Estete
Conquistador español, nacido en 1507 en la población logroñesa de
Santo Domingo de la Calzada y muerto en Huamanga en fecha
desconocida. Conquistador del Perú, escribió una de las grandes
crónicas sobre este acontecimiento, El descubrimiento y la conquista
del Perú.
Emigró a Indias muy joven, concretamente a Panamá, donde fue
reclutado por Almagro para la expedición conquistadora al Perú. Se
unió a la tropa de Pizarro en Coaque. Sus primeras acciones
presenciales sobre la conquista incaica corresponden a Pasao. Pasó
luego a la isla de Puná y a Tumbes, ciudad que, según escribió,
hallaron abandonada. Fue uno de los ochenta jinetes que
acompañaron a Pizarro en su penetración por el imperio Inca. Estuvo presente en la famosa
batalla de Cajamarca, donde se apresó a Atahualpa y acompañó a Gonzalo Pizarro en su
expedición al famoso santuario inca de Pachacamac (a principios de 1533); Estete describió
pormenorizadamente este viaje, que también Jérez incluye en sus crónicas.
Tras Pachacamac participó en el reparto del botín recogido por el rescate de Atahualpa,
obteniendo 8.980 pesos de oro y 362 marcos de plata. Fernández de Oviedo asegura que
Estete intentó salvar al Inca y realizó una descubierta con otros cuatro conquistadores para
comprobar que no venían indios a liberarle. Estete fue más tarde a Cuzco y estuvo en la
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16. fundación de Trujillo. En 1535 viajó a España, donde estuvo unos meses antes de regresar a
Perú para establecerse en Huamanga, aunque en 1537 se encontraba en Lima y en calidad de
vecino. No sabemos cuanto tiempo estuvo allí, pero sí que regresó a Huamanga, donde desde
luego estaba en 1553. Aquí murió ya anciano, quizá en la década de los sesenta del siglo XVI.
De Estete no se conoció durante siglos mas que su relato sobre la expedición a Pachacamac,
que insertó Jerez en su obra, como "La relación del viaje que hizo el señor capitán Hernando
Pizarro por mandado del señor Gobernador, su hermano, desde el pueblo de Caxamalca a
Pachacamac y de allí a Jauja", que era un diario de dicha entrada, con riqueza de detalles sobre
el paisaje, los indios, sus costumbres, etc. En 1807, sin embargo, apareció su obra «El
descubrimiento y conquista del Perú» en el Archivo General de Indias, un manuscrito de doce
folios que se encontraba entre los papeles del Arca de Santa Cruz. La editó Jijón y Caamaño en
el Boletín de la Academia de la Historia (Quito, 1916) y también Carlos M. Larrea en Quito en
1918. Es una crónica fresca, directa y testimonial, que constituye uno de los mejores relatos
sobre la conquista del Perú. Lamentablemente está inconclusa, pues se perdieron sus últimos
folios.
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17. Cristóbal de Molina
(1529-1585) (apodado El Cuzqueño) es el autor del siglo XVI que
mejor describió la religión incaica. Nació en Baeza, Jaen (España). El
obispo del Cusco, Sebastián Lartaún, le pidió que escribiera la
Relación de las fábulas y ritos de los incas. También por mandato del
obispo, escribió una Historia de los incas, de la cual no hay noticia
hasta ahora.
Gran conocedor de la lengua quechua, Molina sirvió como visitador en
varias misiones de carácter administrativo y religioso. Y durante dos
décadas predicó en quechua en la ciudad del Cusco a las masas
indígenas, transmitiéndoles los rudimentos de la doctrina cristiana.
Estuvo presente en el Tercer Concilio Limense como especialista y
traductor de los textos conciliares. Su autoridad en la materia era indiscutible.
Muchos autores recurrieron a sus textos para describir las tradiciones religiosas y rituales de los
incas. Y entre los más notables, menciónese al padre Bernabé Cobo que llenó generosamente
su Historia del Nuevo Mundo (1653) con sendas páginas hurgadas en los papeles de Molina.
Hernando de Santillán: Ferviente defensor de la causa de los indios oprimidos, autor de
una Relación del origen, descendencia, política y gobierno de los Incas.
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