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Las 10 lecciones que aprendí de Rafa Nadal
Por Chema Cepeda el 30 enero, 2013 en Conocimiento Personal
Quizás una de las mejores formas para mejorar como personas y alcanzar
grandes metas, sea fijarnos en cómo lo han hecho otras personas que ya lo
han conseguido.
Foto de chascow vía Flickr
Rafael Nadal es uno de mis deportistas favoritos. Posee una buena
combinación de fuerza, intensidad y un amplio abanico de recursos en
su juego que le permiten salvar cualquier situación complicada.
Configura un estilo propio que le ha llevado a ser durante mucho tiempo el
nº1 en su deporte y más en un momento histórico en el que ha coincidido
con tenistas de la talla de Roger Federer, el que es por muchos considerado
el mejor tenista de la historia.
De su juego y de la forma que tienen de encarar las lesiones y dificultades
podemos sacar varias lecciones que nos pueden valer a nivel personal.
Vamos a destacar las 10 más importantes:
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1. Vive cada momento con la misma intensidad y lo pelea con
independencia de que sea más o menos importante: Rafa Nadal juega
cada punto con la misma intensidad como si fuera el último, pero sin
perder de vista otros objetivos de mayor relevancia como son el partido,
o el campeonato. Parece que le da exactamente lo mismo que sea un
punto intrascendente, que una bola de partido. Siempre pone lo mejor de
sí mismo encima de la pista.
2. Va a lo suyo y no le importa lo que hagan los demás, sino que el
siempre intenta jugar su juego. Esta es una característica típica de las
personas con éxito, que son capaces de poner el modo ‘visión túnel‘ y no
miran a los lados, marcan tendencias y estilo de juego.
3. Tiene mentalidad de equipo. Rafa es consciente de que gran parte de su
éxito depende de las personas que tiene alrededor, su entrenador y coach
y cada preparador que utiliza para mejorar cada aspecto de su juego.
4. Intenta ser un profesional completo, entrenando aquellos aspectos de
su juego que no son sus puntos fuertes. Sabe que el valor diferencial con
sus rivales está en sus fortalezas, pero mejorando sus debilidades sube el
nivel de juego y disminuye el margen de errores.
5. Es generoso en su esfuerzo. A estas alturas nadie duda que Rafael Nadal
está en el top gracias a su esfuerzo y por eso las marcas comerciales se
pegan por contratar sus servicios. En alguna ocasión ha manifestado que
su tío ha sido demasiado duro con él en algunos momentos de su carrera.
¿Qué hacía Rafa mientras sus amigos estaban tomando cañas? Entrenar.
6. Acepta con naturalidad los fallos. Sabe que estos forman parte de su
deporte y les da una importancia relativa, porque sabe que son la base
para mejorar. Conoce sus debilidades y aprende de sus fallos. Si estuviera
pendiente de los fallos que ha tenido durante el partido no sería capaz de
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mantener la concentración y tendría más posibilidades de sufrir el Factor
Wallenda.
7. Sabe que no son los partidos sino la regularidad. Para estar arriba hay
que ganar muchos partidos, pero no le importa perder alguno siempre
que de lo mejor de sí mismo.
8. Busca la motivación en cada paso. No pierde de vista su gran objetivo
que quizás sea conseguir el nº1. Es posible que si su objetivo hubiera sido
menor, no hubiera llegado tan alto, pero a la vez se motiva con pequeños
retos: 1 juego, 1 set, un partido, un torneo,…
9. Enorme capacidad para decir no a otras muchas vidas. Como decía
Steve Jobs, para vivir su vida tuvo que renuncia a muchas otras vidas.
Rafael ha tenido que renunciar a muchas cosas para alcanzar el éxito en
su profesión.
10. Juega fuera de su zona de confort. Tony Nadal, tío y entrenador de Rafa
decidió que era bueno para su juego que jugara con la mano izquierda
porque con esta golpeaba la bola más fuerte. Le sacó de su zona de
confort y tuvo que aprender a jugar de nuevo con la otra mano, pero
recibió a cambio la posibilidad de ponérselo más complicado a sus
rivales. Además, juega en todo momento al límite, buscando las líneas
para poner la bola allí donde el contrario no pueda llegar.
En definitiva 10 lecciones que pueden hacernos reflexionar y aplicar a
nuestra vida personal. Intentaremos poner alguna en práctica.
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Abraza el fallo y evita el Factor Wallenda
Por Chema Cepeda el 16 mayo, 2012 en Conocimiento Personal
Ya hemos hablado en otras ocasiones de cómo nuestra actitud ante los
retos condiciona nuestro éxito o fracaso y de que a veces somos nosotros los
que nos limitamos.
Hoy quiero hablar de un curioso efecto que conocí hace unos días gracias a
@Manyez , al que a su vez conocí gracias a un proceso de Serendipia. Se trata
del Factor Wallenda.
“Estar sobre el alambre es vivir. Todo lo demás es
esperar”. Karl Wallenda
Foto adaptada de Kevint 3141
Karl Wallenda era un gran equilibrista conocido en el mundo por sus
arriesgadas acrobacias en la cuerda floja, buscando el más difícil todavía y a
menudo sin red de seguridad. Era famoso por sus números de bicicleta sobre
el alambre, o sus pirámides haciendo equilibrios.
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Después de una vida plagada de éxitos, Karl falleció en San Juan de Puerto
Rico al precipitarse desde una cuerda situada a 22 metros de altura.
Tras la muerte del equilibrista su mujer hizo unas declaraciones en las que
pudo estar la clave de su caída. Relataba como en los últimos meses su
marido no pensaba en otra cosa que en una posible caída. Incluso
revisaba personalmente la instalación de los cables por donde cruzaba, algo
que nunca antes había hecho.
Lo que sucedió fue que Wallenda dejó de centrar sus esfuerzos en cruzar
la cuerda y empezó a enfocarlos en no caerse. Y fue entonces cuando
realmente se cayó.
El factor Wallenda es algo que marca la diferencia entre las personas que
consiguen sus objetivos y las que no lo hacen.
Cuando ponemos todo nuestro corazón y empeño en el desarrollo de las
tareas y tenemos un horizonte a la vista es cuando tenemos éxito en lo que
hacemos. Por el contrario si empleamos toda nuestra energía en no fallar,
será más fácil que fracasemos.
Imagínate a Karl sobre la cuerda a 30 metros de altura en su etapa de éxito.
Seguro que en algún momento sufrió algún traspiés que le hizo perder
momentáneamente la situación de equilibrio. Esos pequeños fallos o fracasos
no le hicieron caer, porque los asumió como parte de su aprendizaje y le
ayudaron a superar otras situaciones complicadas (no tenía
mucho margen de error).
Ahora imagina la situación en el día de su caída, tras varios meses pensando
en que se podía caer y atenazado por el miedo al fracaso. El mismo traspiés
que otras veces había superado, le llevó al fracaso.
Esto no quiere decir que para conseguir nuestros propósitos no tengamos
que fallar. El fallo es muy importante y algo que tiene que suceder y
debemos abrazarlo como oportunidad de aprendizaje. Pero debemos fallar
sin dejar de poner la vista en el horizonte y tener siempre en mente cuál es
nuestro objetivo final, para enfocar los fallos adecuadamente.
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Los niños son auténticos especialistas en evitar el Factor Wallenda. No
tienen miedo a caer, siempre están probando cosas nuevas y asumiendo
riesgos. Ponen todo su empeño en aprender y se olvidan de todo lo demás,
haciéndolo además divertido. Conforme nos hacemos mayores, vamos
cargando nuestra espalda con miedos e inseguridades y evitamos el fallo a
toda costa.
Es nuestra actitud ante los fallos la que determina qué pasará después. Si
pensamos en los errores como oportunidades de mejora, aprenderemos de
ellos y avanzaremos en nuestros objetivos. Si los visualizamos como
obstáculos que se interponen delante de nosotros, quizás los evitemos, pero
habremos gastado gran parte de nuestros esfuerzos y será más fácil que
fracasemos.
Actitud positiva + confianza + perseverancia
¿Algún ingrediente más para tener éxito?
Reflexiona y escribe tus pensamientos / opinión al respecto: