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LO QUE PROBABLEMENTE QUIERE EL REINO UNIDO
Manfred Nolte
Al cabo de una semana de Brexit, el primer inventario de destrozos en las Islas
no ha sido excesivo. Quizá la rebaja en la calificación crediticia internacional sea
el hecho más destacable. El varapalo inicial a tipos de cambio, bolsas y primas
de riesgo, sorprendentemente, se ha reconducido.
Las consecuencias a medio plazo en la economía real, o sea en el PIB y en el
empleo, ya se verán, aunque aquí los augurios oscilan entre malos y muy malos.
Me refiero al pronóstico del propio Banco de Inglaterra, del BCE o del FMI.
Naturalmente que toda la artillería anticíclica del planeta (en particular los
Bancos centrales y sus cañones de liquidez) ha apuntado a territorio Albión no
para aniquilarlo, sino para protegerlo, y así también aliviar a terceros países, a
los que paradójicamente el Brexit está dejando inicialmente peor parados. La
globalización, ese paradigma que ha dominado el escenario económico mundial
en los últimos treinta años no vive su momento de mayor popularidad, pero
mientras los populistas no inventen algo alternativo y manifiestamente mejor,
sigue afectando directa y asimétricamente a todos los moradores de este
planeta.
El paso está dado. Dicho lo cual, ¿qué quiere el Reino Unido en este primer y
particular momento tras un Brexit irreversible?
Tal vez habría que contestar señalando lo que no quiere, o lo que no querría o
no hubiese querido, aunque la cuestión ya no tenga remedio. Porque está claro
que lo que no quería el Reino Unido era justamente el resultado del referéndum:
la desanexión de Europa. Me refiero, como es lógico, al Reino Unido
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Institucional representado en su Gobierno y su primer ministro David Cameron.
El líder conservador hizo dejación de su responsabilidad política convocando
una consulta popular en el convencimiento absoluto de que lograría la victoria
del ‘remain’ (permanencia) y con ella consolidaría la cadena de privilegios
arrancada por aquí y por allá a Bruselas desde su entrada en la UE. Pero es
sabido que los excesos de confianza pasan factura y que la práctica de las
consultas directas está extremadamente debatida. El discurso convencional
sustenta que las decisiones graves no se pueden contar sino que se deben pesar
en la balanza de los especialistas, siendo el Gobierno quien debe recabar de ellos
los criterios y soluciones sólidamente fundamentadas para luego aplicarlas en
primera persona.
Este mensaje puede sin embargo ser negado. Se atribuye al secesionista Michael
Gove la frase de que “la gente de este país está harta de expertos”, y en ese
sentido esta expresión representa el epitafio del argumento autoridad. La
sociedad británica ha abandonado los ejes verticales de confianza, representada
por aquellas personas que merecen autoridad y ha sustituido dichos ejes por
otros horizontales del criterio moda o frecuencia fundamentalmente apoyada en
grupos o redes sociales. La moda estadística y el grupo hacen de criterio de
veracidad.
Interesaba a Cameron el ‘remain’ para consolidar un Reino Unido con
extraordinarios privilegios y diferencias sobre el resto de los países de la Unión
Europea. Volvemos a recordarlo. Gran Bretaña se hallaba ya excluida de los
hitos políticos más importantes de la UE: el euro, La zona Schengen y la carta de
derechos fundamentales de la UE. A principios de 2016, David Cameron logró
ampliar el catálogo de exenciones: el Reino Unido podría limitar las
prestaciones sociales a inmigrantes comunitarios durante cuatro años; la UE no
lo discriminaría por no sumarse al proyecto de la moneda única y estaría
dispuesta a aceptar una normativa diferenciada para su sector financiero; los
Parlamentos nacionales podrían vetar normativas comunitarias siempre que se
alcanzase el acuerdo del 55% de ellos; y en particular, el Reino Unido quedaba
excluido del objetivo genérico comunitario de una Unión Económica cada vez
más cooperativa e integradora. Esta última cláusula era sencillamente
demoledora.
Con el Brexit todo eso se ha perdido. Los británicos han votado abandonar la
Unión y ahora tienen que negociar un nuevo marco de relaciones contractuales
con sus antiguos colegas. Naturalmente lo que ahora pretende el Reino Unido
es revertir el Brexit mediante una fórmula de negociación favorable a sus
intereses y recuperar la situación de privilegio que disfrutaba, sin tener que
aceptar contrapartidas indeseadas que se exigirían a cualquier país, llamémosle
‘normal’.
Todo esto va a llevar mucho tiempo. Y como compensación va a acarrear mucha
incertidumbre, que es lo peor que le puede ocurrir a un escenario económico.
Dejando los sentimientos de lado, interesa a todos un proceso de desconexión y
renegociación civilizado y ordenado. Porque sigue siendo más importante lo que
une a Europa con las Islas que lo que las separa: los flujos de bienes, servicios,
capitales y mano de obra que definen un mercado común.
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Nadie ha dicho que el Reino Unido vaya a llevarse la peor parte. Ahora quiere
recuperar sus conquistas.
Comunicado de los Jefes de Estado de la UE27 en su cita del 29 de Junio de 2016
We, the Heads of State or Government of 27 Member States, as well as the Presidents of the
European Council and the European Commission, deeply regret the outcome of the referendum
in the UK but we respect the will expressed by a majority of the British people. Until the UK
leaves the EU, EU law continues to apply to and within the UK, both when it comes to rights and
obligations.
2. There is a need to organise the withdrawal of the UK from the EU in an orderly fashion.
Article 50 TEU provides the legal basis for this process. It is up to the British government to
notify the European Council of the UK's intention to withdraw from the Union. This should be
done as quickly as possible. There can be no negotiations of any kind before this notification has
taken place.
3. Once the notification has been received, the European Council will adopt guidelines for the
negotiations of an agreement with the UK. In the further process the European Commission and
the European Parliament will play their full role in accordance with the Treaties.
4. In the future, we hope to have the UK as a close partner of the EU and we look forward to the
UK stating its intentions in this respect. Any agreement, which will be concluded with the UK as
a third country, will have to be based on a balance of rights and obligations. Access to the Single
Market requires acceptance of all four freedoms.
5. The outcome of the UK referendum creates a new situation for the European Union. We are
determined to remain united and work in the framework of the EU to deal with the challenges of
the 21st century and find solutions in the interest of our nations and peoples. We stand ready to
tackle any difficulty that may arise from the current situation.
6. The European Union is a historic achievement of peace, prosperity and security on the
European continent and remains our common framework. At the same time many people
express dissatisfaction with the current state of affairs, be it at the European or national level.
Europeans expect us to do better when it comes to providing security, jobs and growth, as well
as hope for a better future. We need to deliver on this, in a way that unites us, not least in the
interest of the young.
7. This is why we are starting today a political reflection to give an impulse to further reforms, in
line with our Strategic Agenda, and to the development of the EU with 27 Member States. This
requires leadership of the Heads of State or Government. We will come back to this issue at an
informal meeting in September in Bratislava.