Proyecto didáctico higiene en alumnos de preescolar
LA REPLICA CHINA: LA DEVALUACION DEL YUAN.
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LA REPLICA CHINA.
Manfred Nolte
La reciente réplica de las autoridades chinas a la amenaza de aplicación de nuevos
aranceles americanos a 300.000 millones de dólares de importaciones del país
asiático, aludiendo a dejar caer la cotización del yuan (o renminbi) en los
mercados internacionales de divisas, ha abierto la puerta a posibles medidas
devaluatorias por parte de otros países. A esta sucesión de acciones y reacciones
depreciativas se la conoce en política económica con el nombre de guerra de
divisas. La mera caída del precio de una moneda no conforma la guerra. Para que
esta tenga lugar debe producirse una concatenación de acciones devaluatorias
por parte de distintos países sobre sus signos monetarios.
La historia se inicia a principios de la semana pasada cuando un deslizamiento a
la baja del yuan – 7,02/dólar comparado con 6,88/dólar el viernes anterior-
produce la reacción de Donald Trump que fuerza al secretario del tesoro
americano a calificar a China como ‘manipulador de divisas’. A recordar que la
ultima vez que la moneda china superó las 7 unidades por dólar fue en 2008, en
plena efervescencia de la gran crisis global.
Seguidamente, el jueves de la semana pasada, el Banco Popular de China ha fijado
su tipo diario de referencia para el yuan en 7,0039 dólares. Dado que los
mercados esperaban una depreciación algo superior, del orden de 7,01 y esta no
se ha producido, la decisión ha tenido una interpretación conciliadora y ha
contribuido a serenar momentáneamente la tensión que el mundo vive como
consecuencia de la confrontación comercial chino-americana. Al espectador que
trata de interponer una cierta distancia entre los fundamentales de la economía
y las finanzas y los avatares diarios que se producen en los mercados, estos
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frenazos repentinos al igual que los acelerones que periódicamente se producen,
lo llenan de perplejidad. Es importante no desatender la línea de tendencia y no
dejarse engañar por los vaivenes puntuales, por alegres o descorazonadores que
estos puedan resultar. Lamentablemente la efímera paz transitoria del jueves se
ha visto enturbiada por la decisión de Salvini de dar por rota la coalición de
Gobierno en Italia y la exigencia de nuevas elecciones. La escalada del Brexit ha
hecho lo demás y los mercados financieros y de divisas han vuelto a sumirse en
una nebulosa de recelo e incertidumbre.
¿Ha manipulado China su divisa? ¿Qué significa en realidad manipular el signo
monetario propio por parte de las autoridades de un país? La respuesta es la
siguiente: Manipular o intervenir cualquier mercado, y en consecuencia también
el mercado de la moneda doméstica consiste en comprar más alto que el precio
fijado en el libre mercado o vender más bajo que el precio fijado, igualmente, en
el libre mercado. Dada la ilimitada capacidad del Banco Popular Chino de emitir
yuanes, este puede comprar dólares a un sobreprecio sobre el mercado.
Haciéndolo, procede paralelamente a desvalorizar el precio del yuan en relación
con el dólar. El Banco Popular Chino podría igualmente revalorizar el yuan
exigiendo un precio menor por los dólares vendidos. Dado que las reservas chinas
ascienden a tres billones de dólares tiene capacidad para hacerlo. Al pasar de 6,88
a 7,0039 yuanes el cambio oficial chino se produce una moderada devaluación de
la divisa asiática que irrita al máximo dignatario estadounidense, dado que la
medida abarata las exportaciones chinas y encarece sus importaciones, algo que
se contrapone frontalmente a la estrategia que Trump sigue en su guerra
comercial con China.
La evolución histórica del yuan marca que China manipuló su divisa entre 2003
a 2013, interviniendo, como se ha señalado, el Banco Popular de China en la
compra de dólares a precios sucesivamente más altos. Pero según todas las
apariencias la tendencia se revirtió a partir de entonces y en no pocas ocasiones
las autoridades chinas han vendido dólares para evitar el excesivo debilitamiento
del yuan que tampoco convenía para respetar los intereses de los inversores
extranjeros y mantener precios idóneos en las necesarias importaciones
realizadas por el país.
Pero el tema de fondo en modo alguno es si China es o no es un manipulador de
su divisa, -la opinión mayoritaria se inclina a estimar que no lo es- sino el de las
consecuencias económicas adversas de una cadena de reacciones en sentido
contrario, como se conceptúa una guerra de divisas. Y las consecuencias
económicas vuelven a ser una vez más, y es la enésima, gravemente injustas para
los ahorradores, y muy peligrosas ante la eventualidad de futuras crisis, al no
haber margen para ulteriores rebajas.
Y ello porque la réplica no va a venir tanto de la manipulación de las divisas sino
de uno de sus equivalentes, la nueva reducción de los tipos de interés. No hay más
que reseñar lo sucedido el miércoles de la semana pasada. Con el aumento de la
tensión entre los dos gigantes mundiales los bancos centrales de la India, Nueva
Zelanda y Tailandia recortaron sus tipos básicos de interés, que como se ha dicho
es una forma alternativa de devaluación. Después de todo, invertir en una divisa
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con un interés más bajo, resulta menos atractivo, y la divisa al ser menos
demandada se cotizará sucesivamente a la baja. Aunque la sabiduría
convencional de la profesión económica no catalogue dichas acciones de
devaluaciones o de manipulaciones de moneda. Sin embargo, con carácter previo
a calificar a China de manipulador de divisa, Trump ya había acusado
recientemente a la Unión Europea de “competir de una forma fácil e injusta
contra los Estados Unidos” como consecuencia de su utilización masiva de
estímulos monetarios. En la actualidad, el propio Trump presiona a Jerome
Powell para que prosiga la senda de reducción de tipos que con tanto ahínco
critica.
Trump olvida adicionalmente que es difícil desvalorizar el dólar y que la política
de presión y miedo ante terceros se vuelve contra sus intereses. Le guste o no, el
dólar de los Estados Unidos es la moneda refugio mundial y cuanto mas cunda el
pánico más monedas buscarán su canje por la americana que experimentará una
presión alcista.
Un tecnicismo puede cerrar los comentarios anteriores al diferenciar las medidas
arancelarias de la devaluatorias. Mientras las primeras pueden intentar acotar el
espacio bilateral de su incidencia, las segundas lo son frente a todos los países en
general. Una posible continuidad en la política devaluatoria del yuan afectaría
negativamente a España, que exporta 6.000 millones de euros anuales al gigante
asiático mientras que sus importaciones ascienden a 30.000 millones.