JOSE URBINA - Presentacion Sistema Endeudamiento.pptx
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FERRAGOSTO: DOS PINCELADAS.
Manfred Nolte
La conveniente molicie que rodea a las vacaciones veraniegas, ahora que
cruzamos el tórrido epicentro agosteño, cuando todo lo urgente se paraliza, no
invita a reflexiones sesudas ni a muchas cifras o porcentajes excesivos. Más aun,
cuando el merecido descanso estival ha venido precedido de una profunda
sensación de hastío en lo referente a los temas políticos y una resignación
cercana al desahucio, en lo que hace a los económicos. Lo de Rivera y las seis
arias del regeneracionismo ético nacional pueden ser el hilo del ovillo que acabe
por desmadejar la intriga de la investidura. O tal vez solo coplas de opereta.
Hasta ahora todo ha sido una pesadilla, una película al estilo de aquellas chinas
de Fu-Manchú de mediados del siglo pasado. Películas de malos, muy malos.
Hay miles de cristales en el saco de la política y el mal llamado arte de lo posible
produce más sarna que uñas con las que después apaciguar picazones y curar
resquemores.
Nosotros, naturalmente, a lo nuestro, que no es la política sino la economía,
aunque hasta la noble disciplina fundada por aquel moralista escocés de
nombre Adam Smith se haya contagiado posteriormente de las perversiones de
aquella y haya dado en llamarse economía política. Algo así como pinceladas de
economía ‘light’, aunque sin renunciar a un moderado contenido en cafeína.
La primera pincelada se refiere al cierre del expediente de sanción europea,
ahora que la nave cruza el ferragosto ibérico con el timón automático y la
tripulación al completo, desde el capitán en funciones al meritorio grumete con
contrato temporal, han desparecido de cubierta y nadie sabe a ciencia cierta si
volverán y con que cargos y en qué condiciones. Sabemos, porque así consta en
las actas de Bruselas, que el fantasma de la multa por el incumplimiento del
déficit se ha esfumado. Los socios europeos aprueban la nueva senda de déficit
para España, que tiene dos años para dejar los desequilibrios en sus cuentas por
debajo del 3%, pero han avisado que estrecharán la vigilancia sobre nuestra
economía. Lo que no me queda claro es a quien van a vigilar en concreto.
El Consejo europeo nos ha marcado un objetivo de déficit del 4,6% para 2016,
del 3,1% en 2017 y el 2,2% en 2018. Como partimos del 5% al cierre de 2015 nos
enfrentamos a un duro ajuste de 28.000 millones de enjuague presupuestario
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de aquí a finales de 2018. Claro que primero viene la fijación del techo de gasto
y a continuación, si ello fuera posible, de la aprobación de nuevos presupuestos
o prórroga de los actuales. Son tantas las probabilidades de que los acuerdos
políticos no fragüen, que el paquete de nuevas medidas que hay que entregar a
Bruselas para demostrar que nos hemos tomado en serio el tema del déficit no
tenga quien lo redacte.
Circula por ahí con grandes titulares la contingencia de una nueva multa
astronómica de 5.000 millones de euros y la congelación de 1.100 millones en
fondos estructurales si se llega al 15 de octubre sin Presupuestos. En esa fecha,
el Gobierno constituido deberá presentar un Plan Presupuestario de Ingresos y
Gastos a Bruselas que demuestre el propósito de la enmienda de nuestro déficit
fiscal. Dicho plan precisaría, para ser creíble, integrarse en el proyecto de Ley de
Presupuestos de 2017 que, a su vez, solo será posible si hay un Gobierno
operativo en septiembre. Tengo para mí que la nueva ‘supermulta’ es una
posibilidad remota ya que malamente se puede juzgar y condenar a quien no
existe o no está constituido legalmente. Pero, ciertamente, el argumento de esta
novela inacabable que es la recomposición del déficit presupuestario español
está que arde.
La segunda pincelada se refiere a un tema puntual y menos generalista que
el recién referido de la Casa de la Troya de la política española. Se trata de una
nueva medalla cosechada por España, no en las Olimpiadas 2016, en las que no
nos va ni muy bien ni muy mal, sino en el ranking de cotización de la deuda
pública a 10 años. Ya nos hacíamos eco de las consecuencias de los tipos bajos la
semana pasada, pero desde el lunes asistimos a un desencanto más. En efecto, el
interés ofrecido en el mercado secundario por los bonos españoles con
vencimiento a diez años se ha situado por debajo del 1 por ciento (0,990%) por
primera vez en la historia. Paralelamente la rentabilidad de la deuda a 30 años
baja por primera vez del 2%. Como ya es sabido, ello se debe a que el Banco
Central Europeo (BCE) prosigue sus compras de deuda pública europea, a un
ritmo de unos 80.000 millones de euros mensuales. Sólo en el mes de julio, el
organismo dirigido por Mario Draghi adquirió 8.500 millones de deuda
española rebajando artificialmente su tipo de interés.
No quiero amargarles el día de asueto. Pero de proseguirse en esta línea de tipos
arbitrariamente bajos, el ahorro de los españoles, el suyo, el de las personas en
activo y sobre todo el de los pensionistas, estará seriamente amenazado. Los
fondos de inversión y de pensiones, incluido el de la Seguridad Social están
abocados a pérdidas incomprensiblemente injustas. Asistimos desde hace ya
tiempo a la exacción de un nuevo impuesto lapidario al que se somete a los
millones de personas en nuestro país que se esforzaron y siguen esforzándose
por posponer su consumo y hacer un hueco previsional para el ahorro. La
antigua virtud cardinal ha quedado laminada mientras los deudores de toda
índole, en particular los que gestionan el Tesoro público, se frotan las manos de
gusto. Falta redactar el manifiesto e iniciar la revolución silenciosa: la de los
ahorradores desfalcados. Yo me apunto.