Oración. Banco de materiales MJD.
24 de septiembre de 2014.
Oración preparada por fray Vicente Niño para el grupo del Olivar.
Todo cambia y todo empieza de nuevo. Comienza nuevo curso, y lleno de muchos cam- bios. Las vidas cambian, nacen proyectos, otros terminan, llegan nuevas situaciones, acaban otras.
1. Oración Grupo MJD El Olivar. 24.Sept.2M14
Yo te pido que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo, porque yo soy tu Dios, y te ayudaré por dondequiera que vayas. Josue, 1, 9
1. Nuevos comienzos
Todo cambia y todo empieza de nuevo. Comienza nuevo curso, y lleno de muchos cam- bios. Las vidas cambian, nacen proyectos, otros terminan, llegan nuevas situaciones, acaban otras. Se nos va Fer, se casan Julia y Maro, Moxi tiene nueva casa, Santi y Teresa inauguran vida y piso, Vicente empieza vida sacerdotal… Esos son los cambios llamativos, pero en todas las vidas hay otros cambios quizás más imperceptibles, pero igual de importantes… nuevos retos, nuevas res- ponsabilidades, nuevos sueños, ideas a sacar ade- lante, cosas que queremos hacer…
Los cambios piden arriesgarse. Tanto en los que parecen significativos, como los que son de orden más interno, en los que parece que no mucho cambia en nuestra vida ordinaria… Y siempre hay miedo en los cambios. Nervios, in- quietud, miedo a cómo irán las cosas, la posibili- dad del fracaso…
Pero es más la pasión y la fuerza de la vida que sale adelante, que no se detiene, que nos exige caminar y seguir... es en cierto modo la dinámica de estar vivo. El agua estancada se pudre… estar vivo es siempre caminar e ir cambiando.
Cambiar siendo quien uno es. Cambiar para ser cada día más quien uno es y quién quiere ser. Cambiar para ir acercándonos al sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros…
Todos los cambios exigen esfuerzo. Res- ponsabilidad. No son fáciles, y nos exigen entre- garnos por entero. Sacar adelante proyectos, impli- carse, exige dejarnos parte de lo que somos, para ser más quien queremos ser. Exige exponerse, a veces dejarse herir, saber que heriremos sin que- rer. Cambiar trae dolor también, dejar lo conocido, dejar atrás cosas que nos daban seguridad…
¿Dónde nos sostenemos para los cambios? ¿Cómo alimentamos la esperanza que vence al miedo? ¿Qué nos mueve en lo hondo para sacar adelante las nuevas situaciones?
2. Del evangelio según Juan (3, 7-21)
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?
Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maes- tro de Israel, y no sabes esto?
En verdad, en verdad te digo, que de lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
Si os he dicho cosas terrenales, y no cre- éis, ¿cómo creeréis si os dijere las celes- tiales?
Nadie subió al cielo, sino el que descen- dió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, abo- rrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Si (Rudyard Kipling) Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor todos la pierden y te echan la culpa; si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de tí, pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda; si puedes esperar y no cansarte de la espera, o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras, o siendo odiado no dar cabida al odio, y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria...
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen; si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo; si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre) y tratar a estos dos impostores de la misma manera; si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho: tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios, o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas...
Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta, y perder, y comenzar de nuevo por el principio y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida; y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza, excepto La Voluntad que les dice "!Continuad!".
Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser; si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte, si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado; si puedes emplear el inexorable minuto recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.
2. 3. Cuento
Había una vez, un maravilloso jardín, situado en el centro de un campo. El dueño acos- tumbraba pasear por él al sol de mediodía.
Un esbelto bambú era el más bello y estimado de todos los árboles de su jardín. Este bambú crecía y se hacía cada vez más hermoso. El sabía que su Señor lo amaba y que él era su alegría.
Un día, su dueño pensativo, se aproximó a su amado bambú y, con sentimiento de pro- funda veneración el bambú inclinó su imponente cabeza. El Señor le dijo: -"Querido bambú, necesito de ti."
El bambú respondió: -"Señor, estoy dispuesto; haz de mí lo que quieras."
El bambú estaba feliz. Parecía haber llegado la gran hora de su vida: su dueño necesitaba de él y él iría a servirle.
Con su voz grave, el Señor le dijo: -"Bambú, sólo podré usarte podándote."
-"¿Podar? ¿Podarme a mí, Señor? ¡Por favor, no hagas eso! Deja mi bella figura. Tú ves cómo todos me admiran."
-"Mi amado bambú," -la voz del Señor se volvió más grave todavía.- "No importa que te admiren o no te admiren... si yo no te podara, no podría usarte."
En el jardín, todo quedó en silencio... el viento contuvo la respiración.
Finalmente el bello bambú se inclinó y susurró: -"Señor, si no me puedes usar sin podar, entonces haz conmigo lo que quieras."
-"Mi querido bambú, también debo cortar tus hojas..."
El sol se escondió detrás de las nubes... unas mariposas volaron asustadas... El bambú temblando y a media voz dijo: -"Señor, córtalas..."
Dijo el Señor nuevamente: -"Todavía no es suficiente, mi querido bambú, debo además cortarte por el medio y sacarte el corazón. Si no hago esto, no podré usarte."
-"Por favor Señor" -dijo el bambú- "yo no podré vivir más... ¿Cómo podré vivir sin co- razón?"
-"Debo sacarte el corazón, de lo contrario no podré usarte."
Hubo un profundo silencio... algunos sollozos y lágrimas cayeron. Después el bambú se inclinó hasta el suelo y dijo: -"Señor, poda, corta, parte, divide, saca mi corazón... tómame por entero."
El Señor deshojó, el Señor arrancó, el Señor partió, el Señor sacó el corazón. Después llevó al bambú y lo puso en medio de un árido campo y cerca de una fuente donde brotaba agua fresca.
Ahí el Señor acostó cuidadosamente en el suelo a su querido bambú; ató una de las extre- midades de su tallo a la fuente y la otra la orientó hacia el campo.
La fuente cantó dando la bienvenida al bambú. Las aguas cristalinas se precipitaron ale- gres a través del cuerpo despedazado del bambú... corrieron sobre los campos resecos que tanto habían suplicado por ellas. Ahí se sembró trigo, maíz, soja, arroz y se cultivó una huerta. Los días pasaron y los sembradíos brotaron, crecieron y todo se volvió verde... y vino el tiempo de cosecha.
Así, el tan maravilloso bambú de antes, en su despojo, en su aniquilamiento y en su humildad, se transformó en una gran bendición para toda aquella región.
Cuando él era grande y bello, crecía solamente para sí y se alegraba con su propia ima- gen y belleza. En su renuncia, en su entrega, él se volvió un canal del cual el Señor se sirvió para hacer fecundas sus tierras. Y muchos, muchos hombres y mujeres encontraron la vida y vivieron de este tallo de bambú podado, cortado, arrancado y partido.
4. Compartimos.
Nuestros pies Señor, se han puesto en marcha y tu Espíritu es su aliento;
Nuestros pasos, Señor, están guiados por tu Palabra;
Ante nosotros se abren las puertas de una nueva humanidad;
Y se llena el corazón de gozo a medida que el pueblo avanza.
...y sandalias, unas de quita y pon, bien ajusta- das, para que no hagan callo las cosas, andar ligero y no olvidarme del suelo que piso cuan- do tu Espíritu me levanta, me mece libre, al viento, me lleva y me arrastra...
5. Rezamos juntos: Dale vida a los sueños
Dale vida a los sueños que alimentan el alma,
no los confundas nunca con realidades vanas.
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.
Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,
no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.
Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,
tocarás las estrellas y el viento, susurrando,
te contará secretos que para ti ha guardado
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del alma que despierta para estar a tu lado.
Dale vida a los sueños que tienes escondidos,
descubrirás que puedes vivir estos momentos
con los ojos abiertos y los miedos dormidos,
con los ojos cerrados y los sueños despiertos
6. Padre Nuestro
7. Bendición final
Que alcances la paz entre las movedizas olas
Que alcances la paz entre el soplo del viento
Que alcances la paz en la tranquila tierra
Que alcances la paz de las fulgurantes estrellas
Que alcances la paz de la noche sosegada
Que la luna y las estrellas derramen sobre ti su curativa luz
y alcances la más profunda paz.