2. Con el Adviento, que significa “venida”, comenzamos un
nuevo año litúrgico y consideramos que Cristo vino,
viene y vendrá.
3. Comenzar no significa
que hemos fracasado.
En lo material a veces las
cosas no van bien y
conviene comenzar con
nuevos bríos. En lo
espiritual la Iglesia nos
invita cada año a recorrer
el camino marcado por
Cristo con la ilusión que
se pone en el primer
encuentro, con el encanto
ante algo bello y
desconocido.
4. En este tiempo de adviento se
nos invita a “levantarnos”, a
despertar, a tener la verdadera
alegría, porque viene el Señor.
13. Para levantarse espiritualmente, para comenzar
una nueva vida, un nuevo periodo de un año
con nuevo vigor, hace falta esperanza.
Solamente
empiezan
aquellos
que tienen
esperanza.
14. Porque desgraciadamente hay muchas personas
como acabadas, incapaces de empezar de nuevo
y de elevarse por encima de su propio
desencanto.
Hay muchos jóvenes
convertidos en
viejos, aburridos,
drogados y
voluntariamente
marginados del resto
de la humanidad.
15. Hay también ancianos sin ilusión, separados de
los suyos. Hay parejas que se resquebrajan,
hijos que no se desean, amores que se apagan
sin dejar apenas rescoldo.
16. Hace falta tener este nuevo vigor y esperanza que nos da
el Adviento para poderse levantar en el espíritu y estar
con Dios siempre, cada vez más. Porque Dios llega, Jesús
llega.
17. Jesús llegó en la primera Navidad; Jesús llega constante-
mente para estar a nuestro lado; y Jesús llegará al final de
los tiempos. En este primer domingo, en cuanto a las
lecturas, se insiste más en esta última venida de Jesús.
18. Estamos en el ciclo C.
Quiere decir que en la
mayoría de los
domingos los mensajes
del evangelio nos
vendrán por medio del
evangelista san Lucas.
Dice así el evangelio
de este domingo:
Lucas 21, 25-28. 34-36.
19. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá
signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra
angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo
del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento
por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene
encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube,
con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder
esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra
liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente
con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os
eche encima de repente aquel día; porque caerá como
un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad
siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de
todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el
Hijo del Hombre".
20. Como se trata de
momentos grandiosos,
san Lucas emplea el
lenguaje que se llama
apocalíptico, lleno de
poesía y simbolismos. Era
propio de aquel tiempo
para algunos libros
bíblicos, como el
Apocalipsis y el libro de
Daniel, o sólo partes
especiales.
21. Quiere infundir la esperanza por la presencia e
intervención de Dios, que siempre es Amor. En este
mundo donde hay tanta violencia, miedos y fracasos, Dios
es amor.
Este estilo
apocalíptico
parece infundir
miedo y terror a
alguno; pero no
es lo que
pretende la
Biblia, sino lo
contrario.
22. Estas palabras quieren reafirmar la convención de que
Dios vela por nosotros, nos acompaña en todo momento,
en medio de las dificultades, contratiempos y
sufrimientos.
Y que un día, al
fin del mundo
vendrá el Señor
a liberarnos. Y
quiere llenarnos
de esperanza
para cuando
todos salgamos
a su encuentro.
31. Cuando se habla del fin del mundo, es necesario
considerar que en realidad el fin del mundo para cada uno
es el día del encuentro definitivo con el Señor, el día de
nuestra muerte. A alguno le parece algo tremendo; pero
Jesús hoy en el evangelio nos alienta y nos dice:
“levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación”.
32. Estas palabras de Jesús nos invitan a ser optimistas. Ya
sabemos que en este vida hay cosas muy angustiosas:
desgracias, catástrofes, enfermedades dolorosas,
heridas mortales en el alma, millones de personas que
tienen que ir de un sitio a otro, refugiados quizá por el
terrorismo.
No podemos
echar fuera la
responsabilidad
que tenemos.
33. Pero también a nuestro alrededor hay muchos signos de
esperanza: Muchas personas son portadoras de “buenas
noticias” con su palabra y con su vida, muchos ancianos
debilitados que dan testimonio de su fe ante el mundo,
miles de personas integradas en movimientos y
asociaciones que luchan por la paz y la justicia,
34. Hay muchos signos de esperanza: movimientos
de unidad en las “iglesias”, familias
responsables y misioneras, comunidades que
viven sinceramente la providencia de Dios,
jóvenes que viven con verdadera
responsabilidad su compromiso de vida,
enfermos y ancianos que sonríen y esperan.
35. La esperanza es un signo del Adviento. Esperanza
porque viene la liberación. Pero una cosa es la libertad
de espíritu y otra el libertinaje que abunda por el mundo.
Aquellos que sienten la paz de Dios, que buscan la
rectitud y la verdadera justicia, son los que sienten la
verdadera libertad de espíritu en su corazón.
36. En verdad que mirando a Jesús en el adviento, se debe
ensanchar nuestro corazón en una viva esperanza,
porque la luz de la Navidad no ha muerto. Sabemos que
hay situaciones muy difíciles en esta vida. Sabemos
también que habrá otra vida, donde brillará plenamente la
luz;
pero nuestra
esperanza nos
dice que
vendrá una
nueva luz
sobre la tierra,
ha de venir la
verdadera
libertad.
45. La esperanza del Adviento tiene
cuatro notas características: energía,
alegría, compromiso y oración.
Podemos verlas
reflejadas en las
cuatro velas de
la “Corona” de
Adviento.
46. 1) Energía. La esperanza necesita la energía,
como un enfermo que espera curarse o el
peregrino que anhela la patria prometida o la
mujer cuando espera al hijo que va a nacer.
Sacan fuerza de flaqueza.
47. O también cuando el labrador espera el fruto de
sus desvelos, o el atleta que se esfuerza para
ganar una medalla, o el soldado que espera en la
victoria. Así pues, la esperanza es verdadera
cuando emplea energía.
48. 2) La alegría. El rostro de quien espera es un
rostro iluminado. Cuando uno ve un rostro
opaco, difuminado, como oscuro, es porque le
falta la esperanza. En el Adviento se habla de la
alegría, principalmente cuando llega el domingo
tercero.
49. 3) Compromiso. La esperanza no vive de sueños,
no es ciega, sabe de las dificultades. Es realista,
Por eso se compromete con Dios. Hace
compromisos. O comienza con nuevo vigor a
cumplir los compromisos hechos quizá tantas
veces.
50. 4) La oración. La
esperanza no confía
en sus fuerzas sino en
las de Dios. Por eso
debe orar. “El que
espera ora, el que
espera intensamente
suplica, el que espera
ansiosamente gime, y
el que espera
vitalmente no deja de
llorar”. La oración
capacita el poder
alcanzar el bien
esperado.
51. Para poder tener esperanza, hoy nos dice Jesús
en el evangelio que debemos tener la mente
despejada.
Nos dice: “no se os
embote la mente”.
Es que hay mucha
gente como vacía.
o está llena de
cosas que nos
apartan de Dios.
52. En algún lugar lo simplifica por: “el dinero”. Con
ello no se puede discernir claramente el horizonte,
se confunden los términos, no se saben buscar y
encontrar las soluciones de la vida.
Jesús mismo
nos dice qué
cosas
pueden
embotar la
mente: “el
vicio, la
bebida y los
agobios de la
vida”.
53. Dios nos invita a
esa esperanza
por medio de
sus profetas,
como aparece en
la 1ª lectura de
hoy. El profeta
Jeremías, en
medio de las
dificultades de
su pueblo, invita
a la esperanza
porque va a
venir el
Salvador.
Con la
mente
embotada
con estos
vicios no
puede
haber una
verdadera
esperanza.
54. "Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que
cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la
casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David
un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la
tierra.
En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén
vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-
justicia".
Jeremías 33, 14-16
55. No basta con que Dios nos prometa una salvación. Para
que sea más provechosa, debemos pedirla. Por eso,
después de la 1ª lectura, viene el salmo responsorial para
decirle a Dios, de corazón: “A Ti, Yaveh (o Señor) elevo
mi alma”.
65. Si oramos con
toda fe, nuestra
vida se irá
convirtiendo en
un verdadero
adviento: venida
del Señor.
En este sentido pleno de “venida
del Señor” el Adviento es una
realidad espiritual que debe llenar
toda nuestra vida, preparándonos
para la unión perfecta con Dios en
la eternidad.
67. Nos lo ha dicho hoy san Pablo en la 2ª lectura, que
comenzaba así: “Que el Señor os colme y os haga
rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que
nosotros os amamos”.
68. Terminamos pidiéndole a Jesús que venga, a nosotros y
al mundo, porque, si Él no viene, seguiremos metidos
en los pecados y no podremos ser una familia de
hermanos.