🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
Hombre en medium shot (c. y a.)
1. HOMBRE EN MEDIUM SHOT
Luis Alberto Marín
1. Lo miro atemporal y solo, arrinconado en su
propio muro como un árbol: el espacio que ocu-
pa es inversamente proporcional a su presencia
diluida en la penumbra apenas amarillenta. Su
rostro tiene el tono magro y macilento de la ic-
tericia. Si no fuera por el haz de luz a su izquier-
da, diría que apenas lo conozco de lejos o de al-
gún lado. Su imagen está en el centro, de medio
cuerpo, vestido como paisano, pero no se ad-
vierte ninguna intención de resaltar parte algu-
na. En realidad, parece una instantánea mal he-
cha. Una de esas selfies poco afortunadas de pi-
xeles baratos. De hecho, el marco y la silueta
conforman una imagen plana. Su nombre, sin
embargo, en medio de otros nombres, es ya al
menos una referencia, su nombre y su sonrisa
forzada a lo ‘Gioconda’. Lo conozco de alguna
forma, es cierto, y los otros nombres vinculados
a él como algo aleatorio, completan “el todo que
es posible” con sus partes: su pasado incomple-
to y parte del presente. Lo que sé de él “ahora”
es sólo lo que va dejando de sí mismo en las pa-
labras, en la sombra que ahora es, o en otras
sombras: sus mujeres, sus hijos, sus delirios su-
marios; y también en su intento de llegar a ser
virtual cada mañana en un mundo real que no
da tregua, y que no permite la nostalgia. Lo que
sé de él “de antes”, ya no importa tanto. Su vida
fue un extrañamiento sin puntos álgidos. El
tiempo se ha encargado de pasarlo todo a “tabla
2. rasa”. Contra la pared, la sombra minimiza
aquellos rasgos suyos que de alguna forma me
parecen familiares. Está fijo como la sombra fi-
ja. Casi es uno con la sombra. Y digo casi, por-
que sus ojos no pueden esconder ese desgaste
de lucecitas híbridas que oscila en sus pupilas,
lo cual es suficiente para darme cuenta que,
aunque lejos de esta hora y de este tiempo, de
este aquí y ahora, está vivo como siempre.
Algo me dice que ese hombre podría ser mi
hermano.
2. Mientras lo miro sobre el pálido muro raso,
trato de explicarme el arcaico gesto de su rostro,
y el vulnerable punto medio que gesta en su na-
riz la inconfundible mácula aguileña. Aún ahora
me parecen enigmáticos -no obstante la mirada
simple-, sin resabios de ninguna clase, que
muestra a través de la penumbra. A simple vista
parece como un hombre en el exilio. No ese exi-
lio de conciencia, de los perseguidos, sino el exi-
lio prosaico y pedestre de la vida hecha sin sen-
tido. Podría estar equivocado. Podría mirarlo en
ese muro, en ese instante fijo todo el día y estar
equivocado. Asumir, así fuera desde lejos, lo
que él dice: que tener el mismo padre sólo fue
uno de esos accidentes demográficos, un capri-
cho de la vida, un defecto del hombre irreflexivo
que nos dio la vida en madres separadas.
De otros hechos que se encuentren o se di-
gan, no me hago responsable.