Edad Media: Mester de clerecía y prosa didáctica castellana. Teoría y activid...
Literatura todos los génerosdel modernismo a la actualidad
1. LA LÍRICA DEL SIGLO XX HASTA 1939
1. EL MODERNISMO
El modernismo literario surgió en Hispanoamérica hacia 1880, primero en prosa y después en verso, como una
reacción rebelde e inconformista ante todo lo establecido. Lo encabezan el cubano José Martí (1853-1895) y el
nicaragüense Rubén Darío (1867-1916). Los modernistas buscan distanciarse del casticismo español y afirmar sus
raíces americanas: preconizan una independencia literaria de Hispanoamérica hacia la supremacía de España. Para
ello, se inspiran en dos movimientos literarios franceses, el simbolista y el parnasiano. El parnasianismo rechaza el
sentimentalismo romántico, por lo que busca la perfección formal y el equilibrio clásico. El simbolismo (vertiente
poética del impresionismo) busca la musicalidad y el intimismo, sustituyendo la realidad por un conjunto de
sensaciones y de emociones que la sugieran.
1.a) Características
De los románticos adoptan el descontento ante la vida, el culto a la muerte y el gusto por la soledad, la
melancolía, la nocturnidad, lo misterioso, lo exótico, la imaginación, la sensualidad y la fantasía.
De inspiración parnasiana son la búsqueda de la belleza absoluta y de la perfección formal, la evocación de la
Antigüedad grecolatina y la idea del arte por el arte.
La idea de la evocación y la musicalidad (ritmo, rima interna, etc.) proceden del simbolismo.
La belleza se consigue a través de las imágenes visuales, el color, la música y los efectos sonoros.
Entre los metros preferidos destacan el alejandrino medieval y el dodecasílabo. Abundan las modificaciones
de las estrofas clásicas y de composiciones como el soneto o el romance.
Gran riqueza léxica: se buscan en la palabra todas sus posibilidades expresivas.
1.b) Rubén Darío : Su verdadero nombre era Félix Rubén García Sarmiento y nació en Nicaragua. Fue diplomático y
periodista, por lo que visitó numerosas ciudades de Europa y América. En París conoció a parnasianos y simbolistas
y se introdujo en el mundo de la literatura francesa. Su obra –en prosa y en verso– sirvió, junto con sus viajes por
Europa y América, para difundir y consolidar el modernismo. Destacan tres obras:
Azul (1888), donde se ponen de manifiesto las directrices de la nueva estética.
Prosas profanas (1896), donde alcanza su apogeo la línea elegante y refinada, de "torre de marfil".
Cantos de vida y esperanza (1905) supone un cambio en su poesía, más intimista y más profunda; además
exalta el componente hispano de las tierras americanas.
1.c) El modernismo en España : No fue tan brillante, exótico y atrevido como en Hispanoamérica, sino más sensual
e intimista: adopta la estética fundamental, pero se rechaza el escapismo típico de Rubén Darío. Los principales
poetas modernistas españoles fueron Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y Manuel Machado.
Manuel Machado (1874-1947), hermano del también poeta Antonio Machado, fue autor de numerosas
composiciones, recogidas en Alma (1902), Caprichos (1905), Cantares (1907), Cante Hondo (1912), etc. En su
poesía se combina el andalucismo con la visión cosmopolita de la vida. Junto a ligeras composiciones populares –
dedicadas a los toros, la guitarra o el cante hondo–, aparecen obras de contenido más profundo y religioso. Escribió,
además, algunas obras de teatro en colaboración con su hermano.
2. LA GENERACIÓN DEL 98
A partir del desastre colonial de 1898 –la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas–, surge la conciencia de la
pobreza, la injusticia social, la desidia económica y política, etc., y con ella el deseo urgente de un cambio en la
estructura del poder, pues la Restauración (el régimen vigente) no satisfacía a nadie. En este contexto aparece un
movimiento puramente español formado por un grupo de jóvenes escritores que se caracterizan por proponer la
renovación estética de la literatura anterior y la regeneración de la cultura del país, y que serán conocidos como
generación del 98: Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Ramón del Valle-Inclán y Antonio Machado. Se ha
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2. planteado en muchas ocasiones si realmente existe una diferencia clara entre generación del 98 y Modernismo,
pues se desarrollaron casi simultáneamente tras la crisis de fin del siglo XIX que afectó a toda Europa, los límites
entre ellos son difusos y además es evidente la influencia de Rubén Darío y del simbolismo en los autores del 98.
Los rasgos que caracterizan a la generación del 98 son:
• Europeísmo y gusto por lo castizo:
• En un principio hubo un intento de elevar España a la altura de Europa (europeizar España). Esto
significaba abrirse a las corrientes modernas de pensamiento y vivir en un espacio sin fronteras.
• El amor a España llevó a los noventayochistas a profundizar en el conocimiento de lo español. Ven la
autenticidad de España en la Castilla medieval, libre, poderosa e invicta. Se sienten atraídos por descubrir
el alma nacional, la esencia del país. Se produce así la interiorización del problema de España, la
proclamación de lo castizo.
• Sobriedad: huyen de la grandilocuencia retórica y buscan la máxima claridad y llaneza. Su afán de expresividad
les lleva a buscar términos poco frecuentes o arcaísmos.
• Subjetivismo: la evolución del problema de España hacia posturas intimistas los lleva a la subjetividad y a una
visión introspectiva de la realidad.
• Idealización del paisaje: el paisaje castellano se convierte en el símbolo del alma española.
• La preocupación por los problemas de España les hace subordinar la forma al contenido, por lo que recurren
preferentemente al ensayo.
• Reflexiones filosóficas: al producirse una interiorización de la crisis general del país, reflexionan sobre el sentido
de la vida, la religión, la existencia de Dios, el tiempo, etc.
Los principales poetas de este movimiento son Antonio Machado y Miguel de Unamuno.
Antonio Machado: Nacido en Sevilla en 1875, es considerado uno de los grandes poetas españoles del siglo XX y
un ejemplo de equilibrio entre compromiso personal y exigencia artística. Estudió en la Institución Libre de
Enseñanza y junto a su hermano Manuel pasó una larga temporada en París como traductor de la editorial Garnier.
Obtuvo la cátedra de Francés en el Instituto de Soria; allí conoció a Leonor, una joven de dieciséis años con la que se
casó en 1909. Tres años después ella murió y Machado se trasladó a Baeza. Regresó a Castilla y en 1928 se
enamoró de Pilar Valderrama («Guiomar»). Al final de la Guerra Civil tuvo que exiliarse; murió en el pueblo francés de
Colliure en enero de 1939.
Su trayectoria poética está marcada por la evolución del “yo” al “nosotros”, del individualismo a la solidaridad:
• Soledades, galerías y otros poemas : Este libro (1907) proclama una poesía llena de emociones y sentimientos
donde predomina la experiencia vivida sobre la imaginación creadora. En él se evoca en tono melancólico la
meditación sobre el paso del tiempo y la juventud perdida y sin amor. El Modernismo de Machado se observa en
el ritmo, la rima y la herencia simbolista (el sueño, la tarde, el crepúsculo, la fuente, el agua, etc.); pero al
mismo tiempo se encuentran ya los nuevos símbolos que caracterizan toda su poesía (camino = vida, jardín =
intimidad, río = paso del tiempo, etc.).
• Campos de Castilla (1912, ampliado en Poesías completas de 1917): Machado abandona la melancolía intimista
anterior y se adentra en las preocupaciones de la generación del 98. En este libro ofrece una gran
heterogeneidad de materiales y temas:
• El paisaje castellano, descrito con imágenes memorables, asociado en numerosas ocasiones al dolor por la
pérdida de su esposa: desde Baeza, Machado recuerda con nostalgia el paisaje soriano, sublimado con la
distancia y por el recuerdo de Leonor. Como Unamuno o Azorín, utiliza el paisaje como vehículo para
descubrir el alma de España. Machado distingue entre la España épica y gloriosa del pasado y la
contemporánea, sumida en el desencanto.
• La crítica social contra la España ignorante, inmovilista y tradicional. Como otros noventayochistas,
Machado denuncia los defectos del campesino castellano y del hombre provinciano (vengativo, envidioso,
ocioso) y, en general, la “España de charanga y pandereta”.
• Proverbios y cantares: Son breves meditaciones acerca de los enigmas del hombre y del mundo, donde se
combina lo filosófico y lo popular.
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3. • Elogios: Sección formada por catorce poemas autónomos donde homenajea a literatos y pensadores.
• Nuevas canciones (1924) y Cancionero apócrifo: Recuerda en alguna de sus partes el tono nostágico de la
primera época. Las tierras sorianas están presentes, evocadas desde lejos, y también el paisaje de Baeza.
Además, continúa la línea sentenciosa de Proverbios y cantares.
La concepción de Machado sobre la claridad y la sencillez en el estilo se explica perfectamente en Juan de Mairena
(obra en prosa publicada en 1936 que recogía ensayos aparecidos en la prensa madrileña), donde un profesor -Juan
de Mairena- diserta sobre temas como el ser y la realidad, la cultura o las relaciones entre poesía y filosofía.
Miguel de Unamuno: Su poesía trata con un lenguaje cargado de sinceridad y de fuerza el mismo tema que en el
resto de su producción: la angustia espiritual que causa la precocupación por la muerte, el más allá, la religión y la
existencia. Se sintió atraído por la métrica tradicional, y aunque en las primeras composiciones procura eliminar la
rima, más tarde recurre a ella. Entre sus obras destaca sobre todo El Cristo de Velázquez (1920) y, junto a ésta,
Rosario de sonetos líricos (1911), Andanzas y visiones españolas (1922), Romancero del destierro (1928) y
Cancionero (obra póstuma, 1953).
3. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) nació en el seno de una familia acomodada de Moguer (Huelva). Desde pequeño
mostró una vocación poética obsesiva y excluyente y un extraordinario talento para componer versos. El repentino
fallecimiento de su padre le sumió en constantes depresiones y le dejó un miedo obsesivo a la muerte y un anhelo
de inmortalidad que impregnan su obra . En 1916 viaja en barco a Nueva York para casarse con Zenobia Camprubí;
comienza así una etapa de plenitud creadora, encabezando los principales movimientos de renovación poética. Pero
su carácter susceptible le llevó al resentimiento hacia quienes -en su opinión- no apreciaban suficientemente su obra,
por lo que se enemistó con algunos de los poetas del 27, quienes hasta los comienzos de los años 30 lo habían
considerado su maestro. Al estallar la Guerra Civil (1936) se exilió a Cuba, Miami, Washington y Puerto Rico, donde
se instaló definitivamente en 1951. En 1956 obtuvo el premio Nobel de Literatura, y en ese mismo año murió su
esposa.
El estilo de Juan Ramón Jiménez se encuentra en el extremo opuesto al de Antonio Machado: su poesía se alimenta
de la experiencia interior, en perpetua búsqueda de la perfección, de la expresión de la belleza y de su propia
plenitud. Extendió ese individualismo incluso a la ortografía (especialmente en el uso de "j" por "g"). Juan Ramón
creía en la unidad de lo que llamaba su «Obra», a la que ofrece una dedicación absoluta: concebía sus escritos
como un todo orientado hacia la perfección. De ahí que para conseguir la pureza poética retocara constantemente
sus composiciones. También fue un prosista excepcional, como lo atestiguan Platero y yo (su obra más famosa) o
Españoles de tres mundos (semblanzas de diversos personajes publicada en 1942).
Cabe distinguir cuatro etapas en su producción poética:
• Etapa sensitiva (1898-1915): Está marcada por la inspiración romántica (en especial, de Bécquer), del simbolismo
y del modernismo. Se trata de una poesía emotiva y sentimental, con paisajes otoñales y melancólicos, solitarios,
con ensueños de amor y tristeza, en un tono cercano al decadentismo, donde se trasluce la sensibilidad del poeta
a través de una estructura formal perfecta. Pertenecen a esta etapa Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines
lejanos (1904) y La soledad sonora (1911), entre otros. En 1915, el libro Estío inicia el camino hacia la sencillez.
De esta primera etapa es también Platero y yo (1914), escrito en un género no muy cultivado en España,
denominado relato poético.
• Etapa intelectual (1916-1936): La contemplación de la inmensidad del mar y del cielo (frente a la pequeñez de su
propio ser) en su primer viaje a América constituye un hecho trascendental en su vida. El mar simboliza el eterno
presente y es la belleza que le pone en contacto con lo eterno: en su exaltación, Juan Ramón intenta identificarse
con él. Se inicia una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia. Suprime toda la musicalidad y la
aparatosidad ornamental anterior para adentrarse en la depuración poética: es la poesía desnuda, a la que podría
definirse como el deseo de expresar exactamente lo sentido, de forma sencilla, breve, prescindiendo de todo
adorno innecesario. Entre sus obras destacan Diario de un poeta recién casado (1916), Primera antolojía poética
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4. (1917) y Eternidades (1918). La Estación total (1923-1936) recoge los últimos poemas escritos en España, antes
de marchar al exilio.
• Etapa americana (1937-1948): Pertenece a esta época lo escrito durante su exilio. El poeta se repliega en sí
mismo en busca de la belleza y la perfección. Su ansia por la trascendencia lo lleva a identificar con el nombre de
dios el conglomerado de eternidad, belleza y plenitud que siente en su interior. Su poesía se hace más hermética,
y tras un periodo de relativo silencio, publica Animal de fondo (1948) y Dios deseado y deseante (1948-1949).
• En los años finales (1949-1958) concluye el largo poema Espacio, que es una sucesión de recuerdos nostálgicos
de sus momentos de plenitud. Su último libro, Ríos que se van (1951-1953), es un homenaje lleno de amor a
Zenobia, ya gravemente enferma. La Tercera antolojía poética se publicó en 1957.
4. LAS VANGUARDIAS
Tras la Primera Guerra Mundial (1914 -1918) surgen en Europa nuevas formas de entender el arte; el nombre de
«vanguardias» muestra el carácter combativo de estos movimientos, que se rebelan contra las normas tradicionales.
La ruptura total con las anteriores formas de concebir la creación artística y el intento de desligarse de cualquier
referencia a la realidad las convierten en una actividad para una minoría selecta. En España, estas nuevas
tendencias habían sido anunciadas por el intelectualismo de los novecentistas y por los experimentos de Ramón
Gómez de la Serna. Las inquietudes vanguardistas europeas llegaron en 1918 de la mano del poeta chileno Vicente
Huidobro (que procedía de París) y tuvieron su representación, si bien con matizaciones: algunos movimientos,
(como el futurismo) apenas llegaron a cuajar, mientras otros se desarrollaron con mayor intensidad (creacionismo) o
sufrieron importantes adaptaciones (surrealismo). Incluso se inventó algún «ismo» nuevo, como el ultraísmo.
• El futurismo proclama la superación de la cultura tradicional, rechaza el sentimentalismo y aboga por los avances
técnicos, la velocidad, el dinamismo, el belicismo, la aventura y el deporte. Propone el infinitivo como única forma
verbal, la destrucción de la sintaxis, la supresión de los adjetivos, adverbios y signos de puntuación y la
deshumanización de la obra evitando cualquier referencia personal.
• El cubismo literario deriva del pictórico de Picasso, Braque o Juan Gris, que realiza la descomposición geométrica
de objetos que deben ser mentalmente reconstruidos por el destinatario de la obra. Los caligramas, creados por
Guillaume Apollinaire, reflejan la importancia de los aspectos visuales en la literatura: por medio de la disposición
de los versos se reconstruye un dibujo al que alude el contenido del poema.
• El dadaísmo fue un movimiento fugaz, pero importante porque sentó las bases del surrealismo. El nombre "dada"
alude al balbuceo de los niños pequeños: para romper con las ataduras burguesas y conseguir la liberación del
«yo» creador, el poeta dadaísta se sirve de la espontaneidad, la inocencia, el azar y la falta de lógica de la infancia.
• El surrealismo (o superrealismo) se dio a conocer con el Manifiesto Surrealista (1924) de André Breton. Es el
movimiento de vanguardia de mayor importancia y casi el único que ha pervivido. Proclama la liberación del
hombre y de su actividad creadora a través de la exploración de los sueños y del inconsciente. Se produce de este
modo la ruptura de cualquier vínculo lógico, la mezcla de conceptos que la conciencia mantiene aislados y la
entrada de imágenes oníricas, metáforas atrevidas, etc. En España, el surrealismo se divulga con la obra de Juan
Larrea y con la influencia cultural de la Residencia de Estudiantes. Además de artistas como Dalí o cineastas como
Buñuel, lo cultivaron numerosos poetas, entre ellos buena parte de los de la generación del 27.
• El creacionismo, fundado por el chileno Vicente Huidobro, aboga por la autonomía completa del poema, el cual
debe huir de cualquier representación o imitación de la realidad para crear su propia realidad mediante la
supresión de lo anecdótico y la imágenes sorprendentes. En España fue seguido por Gerardo Diego y Juan Larrea.
• El ultraísmo es un movimiento vanguardista de origen español, creado por Cansinos-Assens en 1919 y cultivado
por Guillermo de Torre y por el argentino Jorge Luis Borges. La sede del movimiento es la tertulia de Gómez de la
Serna en el Café Pombo, y las revistas que le sirven de vehículo son Cervantes y Ultra (de la que toma su nombre
el movimiento). Pretende una renovación total del lenguaje poético y propugna el maquinismo, lo deportivo, la falta
de signos de puntuación, la ausencia de rima y de enlaces sintácticos, la disposición visual de los versos, la
supresión del sentimentalismo y la subjetividad, etc. Se considera que en 1923 este movimiento ya está extinguido.
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5. 5. LA GENERACIÓN DEL 27
En torno a la segunda década del siglo XX surge un nuevo grupo de poetas jóvenes que rechazan la poesía de moda,
dominada por los malos imitadores de Rubén Darío. Son rasgos comunes a todos ellos la formación universitaria, el
origen familiar más bien acomodado, las actitudes progresistas en política y, en especial, el deseo de modernizar la
poesía española. Los miembros de la generación del 27 son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Luis
Cernuda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Federico García Lorca y Rafael Alberti. A esta lista suelen añadirse Emilio
Prados, Manuel Altolaguirre, Juan José Domenchina y Miguel Hernández. El centro aglutinador del 27 como
generación fue la Residencia de Estudiantes de Madrid, creada por la Institución Libre de Enseñanza, de la que Juan
Ramón Jiménez fue Jefe de Estudios por unos años; allí convivían también estudiantes de diversas disciplinas, de
los que algunos alcanzaron fama universal, como Buñuel o Dalí. Además, participaron en numerosos actos
comunes, como el homenaje a Góngora celebrado en 1927 en el Ateneo de Sevilla.
5.a) Etapas:
• 1922-1928: Etapa marcada por el dominio de la poesía pura y la admiración por Juan Ramón Jiménez. Se
caracteriza por: - La supresión del sentimentalismo y el encomio de la inteligencia.
- La búsqueda absoluta de la belleza y la predilección por los factores estéticos: la poesía ha
de ser fiel a sí misma y no convertirse en vehículo transmisor de problemas sociales,
morales o ideológicos.
- El rigor en la construcción poética y la depuración del lenguaje.
- La tendencia a la creación de poemas breves.
• 1928-1936: La cohesión del grupo empieza a resquebrajarse. Algunos de sus miembros, como Guillén y
Salinas, permanecen fieles a la poesía pura de Juan Ramón, mientras que Gerardo Diego, Vicente
Aleixandre, Rafael Alberti, Luis Cernuda y García Lorca buscan nuevas formas de expresión a través de las
vanguardias, sobre todo del surrealismo, del que aceptan la rebeldía, la antirreligiosidad, la libertad
imaginativa, el mundo de los sueños, pero rechazan la escritura automática.
La Guerra Civil (1936-1939) supone el final de la generación del 27. La mayoría de sus componentes han de
exiliarse: Salinas, Guillén, Cernuda, Alberti, etc.; otros, como Gerardo Diego, Aleixandre y Dámaso Alonso, se quedan
en España; y otros son víctimas del régimen franquista: García Lorca y Miguel Hernández.
5.b) Características poéticas:
• Tradición y vanguardia: Muchos escritores del 27 protagonizan los movimientos vanguardistas, utilizando el verso
libre y considerando la metáfora como el elemento central del poema. Pero, a la vez, enlazan con la tradición
literaria y toman como modelo la poesía popular, la lírica tradicional castellana (sobre todo, el Romancero), a
autores clásicos (como Góngora) o más recientes (en especial, Béccquer) y a determinados poetas en activo,
como Juan Ramón Jiménez, del que admiran el ideal de la poesía pura. Sin embargo, la llegada en 1934 del
poeta chileno Pablo Neruda (que fundó la revista Caballo verde para la poesía, en cuyo primer número publicó
un manifiesto en favor de la poesía "impura") orientó a los del 27 hacia un mayor compromiso social, dejando a
Juan Ramón relegado.
• Lenguaje común: Importancia del lenguaje y cultivo de la metáfora. De ahí la admiración por Góngora, al que
consideran uno de los autores más originales en el manejo de la lengua.
5.c) La poesía pura y las vanguardias entre los poetas del 27 : De toda la generación del 27, fueron Pedro Salinas y
Jorge Guillén -junto con las primeras obras de Dámaso Alonso- los que se mantuvieron más próximos a la «poesía
pura» de Juan Ramón Jiménez. En cambio, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda son figuras claves del
vanguardismo español.
Pedro Salinas (1891-1951) fue profesor en las universidades de Sevilla y Cambridge. En 1936 fijó su residencia en
Estados Unidos. Además de algunas novelas y obras de teatro, escribió diversos ensayos sobre literatura. Salinas
siempre ha sido considerado el poeta del amor por excelencia. Su estilo es formalmente sencillo (versos cortos, sin
rima ni apenas adjetivos), pero junto al lenguaje cotidiano destacan las metáforas sorprendentes. Su obra poética
suele dividirse en tres etapas:
- Etapa inicial (1923-1931): Está marcada por la influencia de la poesía pura de Juan Ramón. Se aprecia
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6. también alguna influencia futurista, con poemas dedicados a la máquina de escribir o a la bombilla.
- Etapa de plenitud (1933-1939): Está formada por la trilogía amorosa La voz a ti debida (1933), Razón de
amor (1936) y Largo lamento (1939). En ella, Salinas se revela como poeta del amor, un amor real entre
dos seres anónimos «tú y yo», que dota de sentido a la existencia.
- Etapa del exilio (1940-1951): Tras la guerra, desarrolla una poesía existencial de mayor dramatismo, con
temas que van de la reflexión moral a la preocupación por el destino de la humanidad.
Jorge Guillén (1893-1984). Durante su juventud viajó por diversos países europeos; enseñó literatura en las
universidades de Murcia y Oxford. Volvió a España en 1931 y, al estallar la Guerra Civil (1936), decidió exiliarse, pero
fue detenido. Siete años después consiguió la documentación para salir del país y estableció su residencia en
Estados Unidos. Tras la muerte de Franco (1975) regresó a España.
La obra de Guillén merece realmente el nombre de poesía pura, desnuda, esencial: el poeta hace abstracción de
todo lo anecdótico para llegar a la esencia, y para conseguirlo tiende a eliminar los verbos y a escribir los nombres
sin artículo. A los treinta y cinco años publica su primer libro, Cántico (1923), que será ampliado en diversas
ediciones; es una obra que exalta el goce de existir, la armonía del cosmos, la luminosidad, la plenitud del ser y la
integración del poeta en un universo perfecto donde muchas veces se confunden amada y paisaje. A éste sucederán
Clamor y Homenaje, donde toma conciencia de la temporalidad y da entrada a elementos negativos de la historia,
como la violencia, la injusticia o el autoritarismo; no obstante, no es un libro angustioso o pesimista: en él domina
su deseo de vivir y de superar las fuerzas del mal. Pero toda su obra aparece compilada en Aire nuestro (1968).
Dámaso Alonso (1898- 1990), profesor de Lengua y Literatura de las universidades de Valencia y Madrid, impartió
numerosos cursos en diversas universidades europeas y americanas. Miembro de la Real Academia Española desde
1945, fue su director entre 1968 y 1982. Además de su actividad poética desarrolló una intensa labor crítica y
filológica. Su contribución más importante es la revalorización de la figura de Góngora. Como autor, sólo las obras
de su primera etapa, influidas por Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, se inscriben en la estética del 27. En su
segunda etapa destaca Hijos de la ira (1944), perteneciente a la «poesía desarraigada» de los años cuarenta y
cincuenta.
Gerardo Diego (1896- 1987) fue catedrático de instituto; en 1925, se le concedió el premio Nacional de Literatura.
En 1948 fue nombrado miembro de la Real Academia Española y en 1979 obtuvo el premio Cervantes. Su obra
poética sigue dos líneas, que son simultáneas a lo largo de toda su producción:
- Poesía tradicional: comprende los poemas de corte tradicional y clasicista, donde recurre con frecuencia al
romance, a la décima y al soneto, con temas muy variados: el paisaje, la religión, la música, etc. A esta línea
pertenecen, entre otras obras: Iniciales (1918), Soria (1923) y Alondra de verdad (1941).
- Poesía vanguardista: su inclinación por el nuevo arte le lleva a iniciarse en el ultraísmo y en el
creacionismo. Desarrolla la poesía como juego intrascendente. Marcadamente creacionistas son sus obras:
Limbo (1919- 1921), Imagen (1922), Manual de espumas (1924) y Fábula de Equis y Zeda (1932).
Vicente Aleixandre (1898- 1984), natural de Sevilla, pasó la infancia en Málaga y a los trece años se trasladó a
Madrid. Ejerció de profesor de derecho mercantil hasta 1925, y a partir de entonces se dedicó de lleno a la
literatura. Obtuvo el premio Nacional de Literatura de 1933. En 1944 fue nombrado miembro de la Real Academia
Española. En 1977 se le concedió el premio Nobel de Literatura. Su obra está consagrada desde el principio a la
indagación trascendental del conocimiento. La trayectoria poética de Aleixandre suele dividirse en tres etapas:
- Poesía pura: se aprecia la influencia de Juan Ramón, Salinas y Guillén. El hermetismo, la depuración léxica
y estilística, el metro corto, la asonancia y la naturaleza como marco poético caracterizan esta primera
etapa. A ella pertenece su obra Ámbito (1927).
- Etapa surrealista: con mayor libertad en la expresión y en la selección de los materiales poéticos, sus
poemas surrealistas están recopilados en Poesía superrealista (1971).
- Poesía antropocéntrica: en ella, el hombre se convierte en el centro de atención del universo poético. Esto
se puede observar en sus obras Historia del corazón (1954) y En un vasto dominio (1962).
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7. Luis Cernuda (1902-1963). Toda su poesía se halla reunida en un volumen titulado La realidad y el deseo, (1936-
1964) donde el autor condensa el sentimiento de desencanto de la vida, la tristeza, el pesimismo y la eterna
oposición entre la realidad y el deseo, provocada, en parte, por su condición de homosexual en una sociedad
opresora. Los dos temas centrales son la soledad y el amor, que se desvela como la unión de placer y dolor.
5.d) La poesía popular entre los poetas del 27 : Federico García Lorca, Rafael Alberti y Miguel Hernández aúnan la
tradición, el popularismo y la fuerza trágica, tanto en poesía como en teatro.
Federico García Lorca (Granada, 1898-1936) se licenció en Derecho y en Filosofía y Letras. En 1919 se trasladó a
la Residencia de Estudiantes de Madrid y se introdujo en los círculos literarios más activos del momento. Viajó a
Nueva York, Canadá y Cuba. Fundó la compañía teatral La Barraca. En vísperas de la Guerra Civil regresó a
Granada, donde, dos meses más tarde, fue fusilado. Su obra poética sigue una clara evolución desde la sencillez de
sus primeros poemas a la fuerza del Romancero y por último al atrevimiento vanguardista de Poeta en Nueva York :
• Libro de poemas (1921), Canciones (1927) y Poema del cante jondo (escrito entre 1922-1926) son obras de
juventud que recrean la poesía popular del cancionero y dan entrada al folclore andaluz.
• Romancero gitano (1928) mezcla lo popular y lo culto, lo espontáneo y lo reflexivo. Consta de dieciocho
romances que giran en torno al mundo gitano, con sus fatalismos, presentimientos, despechos y venganzas.
• Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), largo lamento por la muerte de su amigo torero.
• Poeta en Nueva York (1940) comprende los poemas surrealistas de denuncia social escritos durante su
estancia en esa ciudad, en los que crea una imagen inquietante del mundo moderno que olvida o desprecia a
minorías como los negros o los homosexuales.
Rafael Alberti (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1902-1999), fue a estudiar a Madrid en 1917; dejó los estudios
por su vocación de pintor; se exiliò tras la Guerra Civil, regresando en 1977. Su obra poética consta de:
• La lírica popular española inspira sus primeros libros, como Marinero en tierra (de 1924, que desarrolla el
conflicto interior del poeta, que se debate entre el mar y la tierra adentro) o El alba del alhelí (de 1927).
• Poesía vanguardista: el afán gongorino que surgió en torno a 1927 influye en el clasicismo, el hermetismo y la
belleza formal de Cal y canto (1929). Sobre los ángeles (1929) sigue la estética surrealista y muestra una
profunda crisis personal: en la búsqueda del paraíso perdido surge un pavoroso drama interior, la lucha con las
fuerzas del inconsciente, simbolizadas por ángeles vengativos y crueles. Otros libros surrealistas son Sermones y
moradas (1929-1930) y Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929), colección de poemas
de carácter humorístico dedicados a cómicos de cine.
• A partir de 1931, la poesía social y política se incorpora vigorosamente a sus obras, descuidando su calidad
estética: El poeta en la calle (1931- 1935) y Madrid, capital de la gloria (1936-1938). En el exilio continúa esta
tendencia, al tiempo que escribe poemas nostálgicos de la niñez, la juventud y el paisaje.
Miguel Hernández (1910-1942), de familia humilde, tuvo una formación prácticamente autodidacta. Al final de la
Guerra Civil fue detenido y condenado a muerte; murió de pulmonía en la prisión. Se suele le considerar como
miembro de la generación del 27 porque comparte con ellos el gusto por la poesía popular, el uso de las formas
clásicas, la admiración por Góngora y las influencias surrealistas. Su trayectoria poética se divide en cuatro etapas:
pura, en su primer libro de poemas, Perito en lunas (1933), que desarrolla escenas de la vida cotidiana y
• Poesía
temas como la muerte, los toros y el sexo, en una mezcla de elementos cultos y populares.
neorromántica: El rayo que no cesa (1936), obra de madurez, conjuga el neogongorismo con sentimientos
• Poesía
amorosos. En ella se incluye su famosa «Elegía» a Ramón Sijé.
• Poesía comprometida durante la Guerra Civil: Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939).
• Exploracióninterior: Tras la muerte de su primer hijo y ya en la cárcel escribe Cancionero y romancero de
ausencias (1938-1941), testimonio de la pérdida de lo que da sentido a la vida (la libertad, la familia, etc.).
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8. LA LÍRICA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70
1. LA POESÍA DEL EXILIO
La Guerra Civil acabó con el espléndido panorama de la poesía española; sus efectos se notaron ya con los
enfrentamientos entre los escritores que se alinearon con uno de los dos bandos; algunos incluso encontraron la
muerte, como García Lorca a manos de los falangistas o José Mª Hinojosa a las de los anarquistas.
Juan Ramón Jiménez, muchos de los poetas de la generación del 27 (como Salinas, Guillén o Cernuda), y otros
como León Felipe, Juan Chabás, Manuel Altolaguirre o Juan Gil-Albert, partieron al exilio; dispersos en distintos
países, siguen trayectorias diversas.
2. LA POESÍA DE LOS AÑOS CUARENTA
Conocida también como generación del 36, primera promoción de la posguerra y como generación escindida, está
constituida por poetas que padecieron la Guerra Civil, sufriendo, en muchos casos, la cárcel o el exilio, exterior o
interior. Casi todos los autores habían realizado estudios universitarios y se habían criado literariamente con los
poetas de la generación del 27 o de la anterior. Esta generación se divide en dos grandes grupos, que se
corresponden, inicialmente, a los dos bandos de la Guerra Civil. Dámaso Alonso llamó a la poesía del un grupo
arraigada, y a la otra, desarraigada.
• Poesía arraigada: Fue la escrita por los poetas del bando vencedor, que se agruparon en torno a dos revistas de
Madrid: Escorial (de 1940 a 1950, dirigida por Dionisio Ridruejo y Luis Rosales) y Garcilaso (de 1943 a 1946,
dirigida por José García Nieto -fundador del grupo "Juventud creadora"- y Pedro Lorenzo). Estos poetas abogaban
por una poesía «humana» y tenían una visión del mundo como algo ordenado en torno a una serie de valores
inmutables (el amor a la novia o a la esposa, la familia, una religiosidad que se apoya en un Dios comprensivo y
la exaltación de la Patria como un Imperio). En cuanto al estilo, eran partidarios de las formas clásicas, la rima
consonante, un lenguaje abundante de adjetivos y de metáforas y, en resumen, de un "buen gusto" alejado de la
realidad social -tan dura- del momento. De entre los poetas arraigados destacan:
Leopoldo Panero cuyo primer libro, La estancia vacía (1944), ya manifiesta los temas íntimos y existenciales
en torno a los que giran sus obras: el paisaje, su familia y Dios.
Luis Rosales (Granada, 1910-1992) comenzó publicando Abril (1935), poemario de corte clasicista, pero en
1949 su libro La casa encendida influyó en la mayoría de los poetas de los años cincuenta y setenta.
• Poesía desarraigada: Frente a las revistas sufragadas por el régimen, aparecieron otras como Proel (1944),
Corcel (1943) y Espadaña (1944-1950), la más importante de las tres. Contienen una poesía de la
desesperación, la duda, la angustia, entroncada con la filosofía existencialista, más apegada al mundo y a sus
problemas; para ellos, el mundo estaba mal hecho y por eso increpan a su Creador. Su estilo huye del
virtuosismo, buscan un mensaje sincero y directo con un lenguaje agrio y gandilocuente, cargado de
exclamaciones; abandonan los esquemas métricos tradicionales y usan los versículos. Las dos obras que
abrieron esta tendencia y que ejercieron mayor influencia se publicaron en 1944: Hijos de la ira de Dámaso
Alonso y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre.
Frente a estas dos corrientes, la revista Cántico (1941)pretendía crear una lengua poética elaborada que engarzase
con la generación del 27 y con el modernismo. Cántico fue un grupo aislado pero de interés extraordinario. Estaba
formado, básicamente, por Pablo García Baena (1923), Ricardo Molina (1917-1969), Julio Aumente (1924-2006) y
Juan Bernier (1911-1989). Los poemas de Juan Bernier se caracterizan por la riqueza expresiva y sensorial; entre
sus principales libros están Aquí en la tierra (1948) y Los muertos (1986).
El postismo –abreviatura de postsurrealismo– fue otro movimiento marginal que pretendía apartarse de las poéticas
del momento: se mueve en una zona confusa entre la tradición, los surrealistas y la poesía social. Sus impulsores
fueron el poeta Carlos Edmundo de Ory (1923) y el pintor Eduardo Chicharro (1905-1964), más reconocidos por su
poesía extravagante que por su influencia.
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9. 3. POESÍA SOCIAL Y COMPROMETIDA
En la década de los cincuenta, un grupo de poetas conciben la poesía como un medio para dar testimonio de la
situación política española y para denunciar las injusticias sociales, para conseguir que el pueblo tomara conciencia
de los problemas sociales y también para transformar el mundo. Entre los temas que tratan se incluyen la reflexión
sobre España, la defensa de la libertad y la solidaridad o las eternas inquietudes humanas (como el amor o la
muerte). En cuanto al estilo, oscilan entre la versificación cuidada (en especial, el soneto) y el verso libre; el léxico
persigue la claridad a través de un tono coloquial y directo. Sus más destacados representantes fueron:
Gabriel Celaya (Guipúzcoa, 1911-1991): Sus libros más importantes como «poeta social» son Las cartas boca
arriba (1951) y Cantos Íberos (1955).
Blas de Otero (Bilbao, 1916-1979) escribió en su juventud influido por los poetas místicos españoles: Ángel
fieramente humano (1950) es un poemario que expresa una profunda crisis religiosa. Otros libros son
Redoble de conciencia (1951), Pido la paz y la palabra (1955) -en el que sus inquietudes se abren a los
problemas sociales- y Que trata de España (1964).
José Hierro (Madrid, 1922-2002) perteneció al grupo creado en torno a la revista Proel . Publicó su poesía con
el título Cuanto sé de mí (1974). De gran importancia fueron Con las piedras, con el viento (1950), Quinta del
42 (1951) y Libro de las alucinaciones (1964). Poeta social «a medias», es uno de los mejores poetas de la
segunda mitad del siglo. También sobresale su actividad como ensayista.
4. LA GENERACIÓN DE LOS CINCUENTA
También llamado grupo de los años cincuenta, segunda promoción de posguerra o grupo de los niños de la guerra,
estos autores nacieron aproximadamente entre 1925 y 1934 y vivieron la Guerra de niños. Tienen en común con la
generación anterior el realismo (pero sin caer en la fealdad de la crudeza), la propensión narrativa, la actitud crítica y
el compromiso cívico, moral o político. Se diferencian en la concepción de la poesía como experiencia y no como
comunicación, con reflexiones líricas sobre la amistad, el paso del tiempo o el amor. Algunos de los autores de la
generación de los cincuenta (Gil de Biedma, Barral, Costafreda, Goytisolo) formaron el grupo teórico y práctico
llamado Escuela de Barcelona, que tuvo gran repercusión y difusión a través de la editorial Seix-Barral, la revista
Laye y la colección Colliure. Es importante notar que en la segunda mitad del siglo XX, gracias a la longevidad de
algunos de sus componentes, han convivido o coexistido a la vez distintas generaciones de escritores: junto a
algunos de la del 27 y del 36, surgen nuevas generaciones (en los cincuenta, los setenta, los ochenta). Entre los
poetas de la generación de los cincuenta destacan:
Ángel González (1925-2008), premio Príncipe de Asturias en 1985. Palabra sobre palabra (1985) recoge toda
su obra poética anterior:
JoséManuel Caballero Bonald (1928) ha recibido el premio de la Crítica en tres ocasiones, dos como poeta y
uno como novelista. Son antologías de su obra Vivir para contarlo (1969), Poesía (1979), Selección natural
(1983) y Doble vida (1989).
José Ángel Valente (1929-2000). Reunió en la antología Punto cero (1972) su obra anterior, de la que destaca
El inocente (1970). En los libros siguientes el poeta escribe una poesía del silencio, cercana a san Juan de la
Cruz, con una continua discusión personal y dialéctica sobre la poesía.
José Agustín Goytisolo (1929-1999) maneja motivos autobiográficos en su extensa obra poética, reunida en
Palabras para Julia y otras canciones (1977).
Jaime Gil de Biedma (1929-1990) ha influido mucho sobre las generaciones de los setenta y los ochenta. Ente
sus obras destacan Moralidades (1966) y Poemas póstumos (1968, 1970). En Las personas del verbo (1968,
1970) recogió su obra anterior.
ClaudioRodríguez (1934-1999) miembro de la Real Academia, recopiló su obra hasta ese momento en Desde
mis poemas (1983) y después publicó Casi una leyenda (1991) y Elogio de la sombra (1992).
Francisco Brines (1932) obtuvo el Premio Nacional de Poesía por El otoño de las rosas (1987).
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10. LA LÍRICA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTRO DÍAS
1. LA GENERACIÓN DE LOS SETENTA
Los jóvenes poetas de los setenta acentúan el aspecto verbal y la huida de la realidad. También se les conoce como
novísimos a partir de la antología de Josep María Castellet, titulada Nueve novísimos poetas españoles. Los
principales rasgos de su poesía son:
• Reserva sentimental: el "yo" del autor prácticamente desaparece para que su lugar lo ocupe otro inventado por el
poeta. De ahí que con frecuencia busquen personajes de otras épocas en los que se representan.
• El existencialismo negativo, que se manifiesta en la incapacidad de creer, como hacía la generación anterior, en
la poesía como un acto de conocimiento.
• Lectura restrictiva de la tradición: entre sus modelos, escogieron el 27, el simbolismo, el modernismo, el
surrealismo y mucha cultura camp, pop y folk (cine, tebeos, Marilyn, Bogart, música, etc.)
• Esteticismo: Buscaron una lengua poética exuberante y unas ambientaciones exóticas y lujosas, de procedencia
principalmente modernista.
Algunos de los poetas de los setenta son:
JuanLuis Panero (1942), hijo de Leopoldo Panero; sus poemarios más importantes son A través del tiempo
(1968), Antes de que llegue la noche (1985) y Galería de fantasmas (1988).
Guillermo Carnero (1947). Su obra más significativa es Dibujo de la muerte (1967). Con Ensayo para una teoría
de la visión (1979) realizó una antología de sus propios poemas.
Gimferrer (1945), además del emblemático Arde el mar (1966), publicó Mensaje del tetrarca (1963) y La
Pere
muerte en Beverly Hills (1968). Posteriormente ha expresado su poesía en catalán.
Luis
Antonio de Villena (1951) ha sentido atracción especial por los «malditos», los marginales, el dandismo y el
decadentismo. Su poemario Huir del invierno (1981) recibió el premio de la Crítica.
2. LA POESÍA DESDE LOS OCHENTA
A mediados de los setenta se advierte una dispersión de las tendencias de los escritores de la generación anterior.
Otros más jóvenes rechazan los aspectos más extremos de la estética «novísima» y vuelven a la poética de los años
cincuenta. Las principales corrientes poéticas de los últimos años han sido:
• Poetas neosurrealistas: Juan Carlos Mestre y Blanca Andreu cuyo libro De una niña de provincias que se vino a
vivir en un Chagall (1980) tuvo gran repercusión entre la crítica y en los poetas jóvenes.
• Poetas del silencio o del minimalismo , como Jaime Siles : partiendo de que el lenguaje es incapaz de transmitir
la experiencia poética, intentan hacer una poesía en la que lo esencial es el objeto y no el «yo».
• Poetas esteticistas, caraterizados por la exaltación de la sensualidad, el goce, la belleza y la juventud. Admiran a
Cavafis. Entre ellos están Ana Rosetti, Luis Antonio de Villena y Francisco Bejarano.
• Poetas intimistas: defienden un concepto humanista, con primacía de la comunicación y la recuperación de
temas como la memoria o el amor. Se cuentan entre ellos Miguel D'Ors y Abelardo Linares.
• Poetas herméticos: consideran la poesía como el camino para huir de la masificación y despersonalización del
mundo actual. El lenguaje es la vía para acceder a dimensiones escondidas de la realidad. Retoman los recursos
de las vanguardias y depuran la forma de cualquier barroquismo para alcanzar la desnudez poética. Entre otros,
cultivan esta poesía Andrés Sánchez Robayna , Olvido García Valdés o Miguel Casado.
• Poetas de la experiencia: Se consideran seguidores de la tradición clásica, buscan la claridad y se distancian de
los herméticos porque aspiran a una poesía comprensible. Retornan a la métrica tradicional. Tratan temas
cotidianos, a veces vivencias del propio autor, a menudo con humor. Abundan las ambientaciones urbanas,
aunque sean de provincias. Este grupo es el más numeroso en la actualidad: Luis Alberto de Cuenca (La caja de
plata de 1985), Jon Juaristi, Andrés Trapiello, Felipe Benítez Reyes (La mala compañía de 1989 o Vidas
improbables de 1995), Luis García Montero (premio Nacional de Poesía por Habitaciones separadas de 1983).
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11. LA NARRATIVA DEL SIGLO XX HASTA 1939
1. LA GENERACIÓN DEL 98
Aparece una corriente innovadora en la forma de entender y construir una novela. Las nuevas propuestas surgen,
principalmente de Unamuno, Baroja y Azorín.
Miguel de Unamuno: Renueva la técnica narrativa en lo que él llama «nivolas». Destacan Niebla (1914), Abel
Sánchez (1917), La tía Tula (1921) y San Manuel Bueno, mártir (1930), caracterizadas por:
• Renunciar a cualquier preparación previa.
• Suprimir descripciones y situaciones.
• Presentar al protagonista en su lucha existencial, que suele ser un reflejo de la del propio autor.
• Promover el diálogo hasta el punto de que adquiera una importancia fundamental en la narración.
Pío Baroja: Para Baroja, la novela es una pieza literaria en la que cabe absolutamente todo. En sus textos
encontramos, por tanto, reflexiones filosóficas, confesiones políticas, humorismo, aventuras y duras críticas sociales.
Su técnica para construir la novela se basa en la espontaneidad y la observación de la realidad inmediata. El
argumento suele ser la evolución existencial de un solo personaje protagonista y, junto a él, otros personajes
secundarios que aportan datos acerca del central. La estructura principal es simple y la falta de conflicto se subsana
por medio de frecuentes diálogos, descripciones de lugares e historias particulares de los personajes secundarios.
Su estilo, breve, claro y preciso, contrasta claramente con la prolijidad retórica de la generación literaria anterior. Una
de sus características más destacadas es su capacidad de crear personajes y la fuerza con la que los presenta:
indóciles, errabundos, inquietos, abocados, en su mayoría, al fracaso. Por eso se ha dicho que son antihéroes. Al
igual que el propio Baroja, los protagonistas de sus novelas suelen ser misóginos, anticlericales y anarquistas.
Azorín: Pretende que la novela se limite a describir el ambiente y las sensaciones de los personajes. Por eso,
busca la descripción minuciosa, la frase escueta y el estilo sobrio. Algunas de sus novelas son: La voluntad (1902);
Las confesiones de un pequeño filósofo (1904); Doña Inés (1925); El escritor (1941) y María Fontán (1943).
Valle-Inclán: Su producción narrativa se inicia dentro de la estética modernista con las Sonatas (cuatro, una para
cada estación del año), que relatan los amores del marqués de Bradomín, un don Juan «feo, católico y sentimental».
Las siguientes novelas son de temática histórica: La guerra carlista (1908-09), en la Galicia rural y supersticiosa, y El
ruedo ibérico (1926-36), caricatura de la España de Isabel II. En Tirano Banderas se relata la caída de un dictador
suramericano y la sociedad que lo rodea.
2. EL NOVECENTISMO
En torno a 1914 aparece el novecentismo, un movimiento artístico y literario impulsado por un grupo de
intelectuales. Tiene su auge durante la década de los años veinte y empieza a declinar hacia 1930 (cuando las
vanguardias van dejando paso a la literatura más comprometida política y socialmente). Sus rasgos son:
• Tienen una sólida formación intelectual, sistematizan sus propuestas y muestran interés por las novedades
extranjeras.
• Propugnan la europeización, frente al tradicionalismo rural español.
• Desean reformar la sociedad, y se incorporan a la vida activa y oficial para aprovechar los resortes del poder en
la transformación del país. Esto les llevó a apoyar el advenimiento de la República.
• Son defensores de las minorías egregias dirigentes de la sociedad, frente al apasionamiento de las masas. Son
partidarios de una revolución desde arriba, al estilo del despotismo ilustrado.
• Desde el punto de vista estético, proclaman la deshumanización de la obra de arte y el intelectualismo frente a
sentimentalismo y al irracionalismo, lo que favorece la penetración de las vanguardias en España.
• Se preocupan por la perfección de la forma y por el arte puro, cuya única finalidad es el goce estético de la obra
bien construida, frente al sentimentalismo, la espontaneidad o el ensimismamiento de algunos autores del 98.
• Recuperan el Clasicismo, la serenidad de los modelos griegos y latinos.
En el afán de explorar nuevos caminos y de adaptar nuestra literatura a la europea, la novela incorpora elementos
propios de las vanguardias poéticas, cargando el lenguaje de metáforas. Por ello, los textos son de alto valor artístico
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12. pero alejados de los lectores por el intelectualismo que olvida las emociones humanas y por el escaso valor
concedido al argumento.
Gabriel Miró (1879-1930), publicó novelas que se caracterizan por su prosa poética (de gran riqueza plástica y un
lirismo intenso), la melancolía, las descripciones minuciosas de sensaciones y ambientes, el estatismo y, en
consecuencia, por la relativa falta de acción. Su primera novela, La mujer de Ojeda (1901), obra de juventud, está
inscrita en la técnica naturalista. Sus siguientes obras se acercan a la estética modernista, inclinándose por los
personajes y ambientes decadentistas y neorrománticos. Posteriormente consolida un estilo marcado por la estética
novecentista, adoptando una actitud más crítica; alcanza la cima con Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo
leproso (1926), novelas complementarias que tratan el conflicto de la libertad y las inevitables convenciones sociales
a través de la historia de un matrimonio de conveniencia con el trasfondo de las guerras carlistas.
Ramón Pérez de Ayala (1881-1962) cultivó la poesía, la crítica, el ensayo, la novela larga, el relato breve y el
periodismo. Prevalece en sus escritos la tendencia a exponer ideas, incluso en las novelas, con lo que se rompe en
ocasiones el ritmo narrativo. Su estilo se caracteriza por una prosa elegante y precisa. En una primera etapa, su
narrativa fue principalmente realista, crítica con la incultura y la falta de aspiraciones de los españoles; destacan
Tinieblas en la cumbre (1907), A.M.D.G. (1910), y Troteras y danzaderas (1913). En obras posteriores trata temas
generales como el amor o el honor, como en Belarmino y Apolonio (1921) y Tigre Juan (1926), entre otras.
Wenceslao Fernández Flórez (1879- 1964), trabajó como comentarista político y crítico literario. Sus principales
novelas son Volvoreta (1917), Las siete columnas (1926), Relato inmoral (1928) y El malvado Carabel (1931). Sus
obras presentan una visión humorística, irónica y ecléctica de la moral del hombre.
Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) fue un escritor de prodigiosa fecundidad y originalidad. Le gustaban los
argumentos folletinescos y truculentos, pero despojados de patetismo y con grandes dosis de humor absurdo y un
lenguaje cargado de asociaciones semánticas que hacen olvidar la trama. Algunas de sus novelas son El torero
Caracho, El secreto del Acueducto, La viuda blanca y negra o El chalet de las rosas. Su principal invento es la
greguería (que definió con la ecuación "metáfora + humor = greguería"), sentencia breve, chocante e ingeniosa que
se obtiene por distintos medios, como la asociación visual de dos imágenes («La luna es el ojo de buey del barco de
la noche»), la asociación de sonidos («Las gallinas son tartamudas»), la inversión de una relación lógica («El polvo
está lleno de viejos y olvidados estornudos») o la asociación libre de conceptos contrapuestos («Lo más importante
de la vida es no haber muerto»).
2.e) OTRAS TENDENCIAS NARRATIVAS DEL PRINCIPIO DEL SIGLO XX:
• Prolongación del realismo naturalista, especialmente por parte de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), que
publicó en esta época novelas como Sangre y arena, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, La vuelta al mundo de un
novelista o El Papa del mar.
• Novela corta y popular, publicada en colecciones baratas y con gran éxito. Dentro de esta tendencia, destacan las
novelas eróticas y galantes de Eduardo Zamacois.
• Algunos autores, como Max Aub, Francisco Ayala o Rosa Chacel son contemporáneos de los poetas de la
generación del 27, aunque la mayor parte de sus obras las publicaron a partir de los años 40.
• Novela social: En reacción al escapismo de las vanguardias y al arte deshumanizado, algunos autores como
César Arconada , recuperan el realismo para denunciar las injusticias.
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13. LA NARRATIVA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70
1. LOS NOVELISTAS DEL EXILIO
Sus obras fueron poco conocidas o tergiversadas en España a causa de la censura. Se trata, pues, de una corriente
literaria que evoluciona de una manera autónoma y paralela respecto a la narrativa que se va desarrollando en
España.
Ramón J. Sender (1902-1982) es el autor más representativo de la novela en el exilio. Su obra, caracterizada por
el compromiso ideológico y por el uso de una personal técnica realista, es muy extensa y variada. Comenzó su
carrera novelística en los años treinta (antes de la Guerra Civil), con títulos como Imán (1930), Siete domingos rojos
(1932) o Mr.Witt en el cantón, premio Nacional de Literatura de 1935. En el exilio escribió decenas de novelas en
torno a tres grandes temas: la evocación autobiográfica (Crónica del alba, 1942), la Guerra Civil (Réquiem por un
campesino español, 1953, que es su obra maestra) y la América española (Epitalamio del Prieto Trinidad, 1942).
Francisco Ayala (1906-2009): Antes de la guerra participó en los movimientos vanguardistas de los años veinte,
con una narrativa deshumanizada y experimental. Ya en el exilio, publicó dos colecciones de relatos breves, Los
usurpadores (1948) y La cabeza del cordero (1949), ambientados en diversos momentos de la historia de España.
Son importantes también dos novelas que analizan críticamente una ficticia dictadura hispanoamericana: Muertes
de perro (1958) y El fondo del vaso (1962).
Rosa Chacel (1898-1995) también siguió las tendencias deshumanizadoras y vanguardistas en sus primeras
obras. En el exilio publicó unas cuantas novelas realistas, de estilo muy cuidado y ritmo lento, que se centran en el
minucioso análisis psicológico de los personajes femeninos; destacan: Teresa (1941), basada en la vida de la
amante de Espronceda, y Memorias de Leticia Valle (1946), que narra el despertar amoroso de una adolescente.
Max Aub (1906-1972) comenzó su carrera literaria como dramaturgo vanguardista, pero lo mejor de su obra son
las novelas que escribió en el exilio, agrupadas en el ciclo El laberinto mágico, dedicado a la Guerra Civil, y escrito
con técnica realista. Jusep Torres Camalans (1958) es la biografía de un pintor imaginario amigo de Picasso.
Cultivó también el cuento, como en la colección La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco (1960).
Arturo Barea (1897-1957) escribió la trilogía La forja de un rebelde (1951), el mejor relato sobre la Guerra Civil.
2. LA NOVELA DE LA INMEDIATA POSGUERRA
La novela no se vio afectada de la misma manera que la poesía por la Guerra Civil, ya que la narrativa de los años
anteriores a ésta no se encontraba en una situación tan favorable. Por el contrario, la novela experimentó un
resurgimiento a partir de este momento por ser el género más apropiado para reflejar la terrible situación que el país
acababa de vivir. Las principales tendencias narrativas de estos años son:
2.a) La visión de los vencedores: la novela de después de la Guerra Civil desde la perspectiva ideológica del bando
vencedor. Es el caso de La fiel infantería de Rafael García Serrano.
2.b) Los continuadores del costumbrismo: se centró en la descripción de los ambientes de la burguesía. Juan
Antonio Zunzunegui denuncia la falsa moral de la sociedad en ¡Ay, estos hijos! y Esta oscura desbandada. Por su
parte, Rafael Sánchez Mazas publicó La vida nueva de Pedrito de Andía.
2.c) El recurso al humorismo: la novela de humor satisfizo la demanda de literatura evasiva que hiciera olvidar la
dura realidad social.
2.d) El realismo existencial: estas novelas se centran en un personaje antiheroico o enfrentado a una sociedad
indiferente u hostil; se plantean temas como la amargura de la vida cotidiana, la soledad, la frustración o la muerte.
Esta corriente comienza con La familia de Pascual Duarte (1942) de Cela y con Nada, de Carmen Laforet (1945) y
continúa con La sombra del ciprés es alargada (1947) de Miguel Delibes.
Camilo José Cela (La Coruña, 1916 – Madrid, 2002). Realizó estudios de Medicina y Derecho, que no llegó a
terminar. Participó en la Guerra Civil en el bando nacional y trabajó algún tiempo como funcionario. En 1957
ingresó en la Real Academia y en 1989 le fue concedido el premio Nobel. Su primera novela, La familia de
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14. Pascual Duarte (1942), supone una novedad en el panorama literario de los años cuarenta. El argumento
truculento, la violencia gratuita y la ambientación en un atrasado mundo rural suscitaron gran polémica. La
visión del mundo subyacente no está muy lejos del existencialismo francés o del neorrealismo italiano de la
época. A ésta siguieron Pabellón de reposo (1943) y Viaje a la Alcarria (1948). La obra más importante de
Cela, La colmena (1951), inaugura el realismo social de los años cincuenta; cada uno de sus seis capítulos
consta de una serie de secuencias breves, que desarrollan episodios que están mezclados con otros que
ocurren simultáneamente; esta fragmentación en anécdotas que conforman un conjunto de vidas cruzadas,
como las abejas de una colmena, trata de reflejar objetivamente la realidad social de la posguerra; el
tratamiento de los personajes, sin esperanzas, muestra un pesimismo existencial constante en Cela.
Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) se inició como dramaturgo con obras que no tuvieron éxito por su
complejidad. Entre sus primeras novelas destacan la trilogía Los gozos y las sombras (1957-1962) en la que
plantea el conflicto entre el caciquismo tradicional y el progreso en Galicia y Don Juan (1963). En 1973 tuvo
un gran éxito su novela experimental La saga/fuga de J.B. , verdadero compendio de las técnicas renovadoras.
Carmen Laforet (1921-2004) ganó el premio Nadal en 1945 con Nada, novela emparentada con el
existencialismo europeo y que narra en primera persona las vivencias de Andrea, que llega a la ciudad para
estudiar en la Universidad y se encuentra con el sórdido ambiente de sus familiares; frente al estilo retórico y
clasicista de la época, Nada está escrita con una prosa fresca, directa, espontánea. Otras de sus obras son La
mujer nueva (1955) y La insolación (1963).
Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) de costumbres sencillas y gran aficionado a la caza, ha mostrado
siempre su preocupación por la defensa de la naturaleza y ha criticado la sociedad deshumanizada y
consumista. Se dio a conocer con La sombra del ciprés es alargada (Premio Nadal 1947), a la que siguieron
El camino (1950), La hoja roja (1959) y Las ratas (1962). Cinco horas con Mario (1966), su obra maestra,
consiste en el monólogo interior de Carmen, una mujer de clase media que está velando el cadáver de su
esposo; el contraste entre Mario, un profesor solidario y progresista, y Carmen, de mentalidad cerrada y
convencional, refleja el de la España tradicional y el de la progresista. Con Parábola del náufrago (1969),
Delibes se introdujo en el experimentalismo formal, pero retomó sus temas y su estilo en las novelas
siguientes. Otras novelas importantes son Las guerras de nuestros antepasados (1975), El disputado voto del
señor Cayo (1977), Los Santos inocentes (1981) y El hereje (1998).
3. LA NOVELA DE LOS AÑOS CINCUENTA: EL REALISMO SOCIAL
El cambio de rumbo que había marcado La colmena (1951) se manifiesta de manera espectacular en 1954, año en
que se publican varias novelas de un grupo de escritores nacidos entre 1924 y 1931, que tienen en común el afán
de mostrar críticamente la sociedad española de su tiempo, aunque no de una forma global (como la novela del
siglo XIX), sino centrándose en el mundo rural, la clase obrera o la burguesía. Este realismo social se divide en dos
grandes tendencias: el realismo objetivista y el realismo crítico.
3.a) La novela objetivista, próximo al "nouveau roman" francés, se basa en la psicología conductista y en el lenguaje
del cine, por lo que sus principales técnicas narrativas son:
• Reducción al mínimo de la presencia del autor.
• Limitación del protagonismo de los personajes (personaje colectivo).
• Eliminación de la introspección y el análisis psicológico.
• Disolución del argumento en una sucesión de anécdotas.
• Concentración temporal y espacial.
• Sencillez estructural y estilística.
Los autores más destacados son:
Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927) es autor de El Jarama, la mejor plasmación de la estética objetivista.
El autor desaparece, asumiendo el punto de vista de una cámara que se limita a filmar todo lo que tiene
delante. Por ello, el peso fundamental de la obra descansa en los diálogos.
Juan Goytisolo (Barcelona, 1931). Su primera etapa (Juegos de manos de 1954 y Duelo en el Paraíso de
1955) tiene un fuerte sentido subjetivo que presenta la infancia como un paraíso perdido. En su segunda etapa
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15. (1956-1962) se percibe el compromiso político y la denuncia social, en obras como La resaca (1958) o Fin de
fiesta (1962). En la tercera etapa (a partir de 1966) abandona la crítica social y reivindica las culturas y
minorías oprimidas, en especial la musulmana (Señas de identidad, 1966; Reivindicación del conde don Julián,
1970; Makbara, 1980).
Ignacio Aldecoa (Vitoria 1925 - Madrid 1969). Sus novelas El fulgor y la sangre (1954) y Con el viento
solano (1956) están basadas en un crimen rural. Aldecoa narra desde un distanciamiento objetivista, pero
solidario con los humildes. Asimismo, son muy valiosos sus cuentos.
Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925 - Madrid, 2000) obtuvo el premio Nadal con Entre visillos (1957),
crítica visión de las chicas de una ciudad de provincias, obsesionadas con casarse.
Juan García Hortelano (1928-1994) describe la pequeña burguesía en Nuevas amistades y Tormenta de
verano.
Jesús Fernández Santos (1926-1988) dio voz a los campesinos en Los bravos y En la hoguera.
Ana María Matute (Barcelona, 1926) muestra la realidad desde la mirada infantil o adolescente en obras
como Fiesta al noroeste (1953) o Los soldados lloran de noche (1964).
José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) entró en el panorama literario como poeta, pero
también alcanzó el éxito en la novela, como con Dos días de septiembre (1962).
3.b) El realismo crítico, cercano al neorrealismo italiano, adopta una postura más comprometida que el objetivismo,
ya a que la mayoría de estos escritores fueron militantes comunistas en la clandestinidad; su visión es más parcial
para resaltar las causas y efectos de las injusticias sociales. Son característicos los personajes representativos de
una clase social: el campesino esclavizado, el obrero explotado, el terrateniente o patrono sin escrúpulos. Huyen de
cualquier complicación formal y la narración es sencilla, lineal; por tanto, su estilo es más pobre y descuidado. Son
obras representativas de esta tendencia La zanja de Alfonso Grosso, y Central eléctrica de Jesús López Pacheco.
4. LA NARRATIVA DE LOS AÑOS SESENTA Y SETENTA
A partir de la publicación en 1962 de Tiempo de silencio de Luis Martín Santos, se generaliza entre los novelistas
españoles (incluidos los veteranos como Cela, Torrente Ballester o Delibes) el experimentalismo, cuyas causas
principales fueron el agotamiento de la novela social y la incapacidad de la técnica realista para dar cuenta de la
transformación de la sociedad. La principal novedad de la novela experimental consiste en que el lector debe asumir
un papel activo, realizando su propia interpretación de la obra; esta participación del lector se busca a través de:
• Punto de vista múltiple: frente al narrador omnisciente o el personaje interpuesto que eran el punto de vista
exclusivo hasta ahora, varios personajes compartan la narración (Tiempo de silencio de Luis Martín Santos).
• Limitación de la importancia del argumento que, en muchas ocasiones, apenas existe, no es más que un
pretexto para elaborar artificiosos juegos formales (Oficio de tinieblas, de C. J. Cela).
• Estructura compleja: se rompe con la tradicional estructura de planteamiento, nudo y desenlace, basada en la
linealidad temporal; el espacio y el tiempo se rompen con retrospecciones o anticipaciones ( La saga/fuga de J.B.
de Torrente Ballester). La división por capítulos da paso a la sucesión de secuencias ( San Camilo 1936, de Cela)
• Monólogos interiores con los que los personajes expresan libre y desordenadamente el fluir de sus pensamientos,
mezclando el estilo directo con el indirecto (Cinco horas con Mario de Delibes).
• Estilo y lenguaje se manejan con total libertad: frases de gran extensión, ausencia o uso libre de la puntuación,
ruptura de la sintaxis, etc. (Parábola del náufrago de Delibes y Señas de identidad, de Juan Goytisolo).
Algunos autores significativos de la novela experimental son:
Juan Benet (1927-1993), el máximo representante de la tendencia formalista, crea un espacio mítico, Región,
representativo del conjunto de España: Volverás a Región (1967) y Herrumbrosas lanzas (1983-1986).
Juan Marsé (1933) ambienta sus obras en los barrios populares de Barcelona: Encerrados con un solo
juguete (1961), Últimas tardes con Teresa (1966), La oscura historia de la prima Montse (1970), Si te dicen
que caí (1973), El embrujo de Shangai (1993).
Francisco Umbral (1935-2007) usa una prosa muy trabajada, barroca y expresiva: Memorias de un niño de
derechas (1972), Mortal y rosa (1975).
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16. LA NARRATIVA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS
En la década de los setenta llegó la democracia y, con ella, una libertad creativa que ha propiciado una multiplicidad
de orientaciones en lugar de una dirección única. En los temas se vuelve a la subjetividad, lo íntimo, por encima del
análisis de la sociedad. En las técnicas abunda el eclecticismo, la mezcla de técnicas tradicionales y vanguardistas.
Las obras son de lectura más asequible que las de los años sesenta, y los argumentos vuelven a tener relevancia, lo
que ha redundado en una amplia difusión entre el público. Las principales tendencias son:
• Novelas policíacas o de intriga: El género policial ha experimentado un gran desarrollo. Quien más éxito de público
ha alcanzado en este género es Arturo Pérez Reverte con obras como La tabla de Flandes o El club Dumas. A este
mismo género pertenecen El invierno en Lisboa, Beltenebros y Plenilunio de Antonio Muñoz Molina y El misterio de
la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y Las aventuras del tocador de señoras de Eduardo Mendoza,
que da un toque humorístico a la intriga.
• Novelas históricas: La recreación del pasado es una de las fuentes argumentales más importantes. Por ejemplo,
La verdad sobre el caso Savolta o La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza recrean la Barcelona de
principios del siglo XX. La serie sobre El capitán Alatriste de Pérez Reverte está ambientada en nuestro Siglo de
Oro. En los últimos años este subgénero ha alcanzado gran éxito, con obras de calidad como Las dos muertes de
Sócrates de Ignacio García-Valiño. Numerosas obras centran su mirada en la Guerra Civil y el franquismo:
Herrumbrosas lanzas de Juan Benet, 377A madera de héroe de Delibes, Luna de lobos de Julio Llamazares o Los
girasoles ciegos de Alberto Méndez.
• Novelas intimistas centradas en la evocación del pasado, como La lluvia amarilla de Julio Llamazares, y algunas
obras de Francisco Umbral y de Soledad Puértolas.
• Novelas neocostumbristas que describen la existencia cotidiana de gente corriente y la vida provinciana, como
Diario de un jubilado de Delibes, La soledad era esto de Juan José Millás, Escenas de cine mudo de Llamazares o
El otro barrio de Elvira Lindo. Una modalidad dentro de este grupo es la de las novelas urbanas, como Las hitorias
del Kronen de José Ángel Mañas.
• Novelas autobiográficas que describen nuestra sociedad a través de las peripecias personales, como Coto vedado
de Juan Marsé o Ardor guerrero y El viento de la Luna de Muñoz Molina.
• Metanovelas o relatos metaficcionales en las que el tema es la literatura o la creación de la propia obra que el
lector tiene en las manos, como en Beatus Ille de Muñoz Molina, Juegos de la edad tardía de Luis Landero o El
desorden de tu nombre de Millás. En ocasiones el mismo autor se incorpora a la novela como un personaje más,
como hace Javier Cercas en Soldados de Salamina.
• Novelas femeninas escritas por mujeres que ofrecen una visión del mundo desde una perspectiva propia de su
condición. Podemos incluir aquí autoras de distintas generaciones: Carmen Martín Gaite (Nubosidad variable),
Soledad Puértolas (Queda la noche), Almudena Grandes (Las edades de Lulú o Atlas de Geografía Humana ), Lucía
Etxebarría (Beatriz y los cuerpos celestes o De todo lo visible y lo invisible) o Espido Freire (Melocotones helados).
• El cuento: El relato corto ha sido tradicionalmente considerado un género menor en comparación con la novela.
Sin embargo, tras la Guerra Civil se han escrito numerosos y muy valiosos cuentos, y apenas hay novelista en la
actualidad que no haya cultivado el género y publicado una selección de relatos: Juan Marsé sacó Teniente Bravo
en 1987, Muñoz Molina Las otras vidas en 1988 y Nada del otro mundo en 1993 y Luis Mateo Díez publicó Los
males menores también en 1993.
La relación entre la narrativa y el periodismo se han estrechado en los últimos años: muchos novelistas colaboran
de manera asidua en la prensa (Javier Marías, Millás, Muñoz Molina, etc.), y suelen recoger sus artículos en
antologías como La vida por delante de Muñoz Molina o Algo que te concierne de Millás; además, son frecuentes las
aportaciones literarias de conocidos periodistas, como Manuel Leguineche, Maruja Torres o Rosa Montero (que ha
publicado novelas de éxito como Te trataré como a una reina o Historia del rey transparente). Todo esto ha dado
lugar a que surja un nuevo género: el reportaje novelado (como Hay algo que no es como me cuentan de Millás).
Otros autores contemporáneos destacados son Manuel Vázquez Montalbán (Los mares del sur, Galíndez), Javier
Marías (Corazón tan blanco), Álvaro Pombo (El metro de platino iridiado), Juan Manuel de Prada (Las máscaras del
héroe), Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento), etc.
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17. EL TEATRO DEL SIGLO XX HASTA 1939
1. LA GENERACIÓN DEL 98
1.a) Valle-Inclán (Ramón María del Valle y Peña, 1866-1936) tuvo una vida muy agitada: se marchó a México para
trabajar como periodista, se enroló en el ejército, frecuentó los ambientes bohemios, perdió el brazo izquierdo en
una reyerta, participó en protestas contra Primo de Rivera y en 1931 fue nombrado director de la Academia
Española en Roma. La personalidad excéntrica de Valle-Inclán se ve reflejada en la originalidad de sus textos. Por su
antagonismo a la estética burguesa vigente, rompe con los movimientos precedentes e inicia, prácticamente solo,
toda un revolución en el teatro. Sus obras suelen dividirse en cinco periodos:
• Ciclo modernista, con obras como El marqués de Bradomín (1906) y El yermo de las almas (1908).
• Ciclo mítico, creado a partir de su Galicia natal, en la que la fuerza que mueve a los personajes es el mal: la
trilogía Comedias bárbaras y Divinas palabras.
• Ciclo de la farsa, que presenta un contraste entre lo sentimental y lo grotesco ( Tablado de marionetas para
educación de príncipes, de 1909 a1920).
• Ciclo esperpéntico: Luces de bohemia (1920) y Martes de carnaval (1930) se sirven del esperpento, una
manera de ver el mundo que deforma y distorsiona la realidad para presentarnos lo que se oculta tras ella.
Valle-Inclán utiliza la parodia, humaniza los objetos y los animales y animaliza o cosifica a los humanos.
Presentados así, los personajes carecen de humanidad y son como marionetas y fantoches.
• Ciclo final, en el que Valle-Inclán lleva a su extremo las propuestas dramáticas anteriores, en torno a tres temas
básicos, la avaricia, la lujuria y la muerte: Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte (1927).
1.b) Unamuno: Quiso plasmar en los escenarios las mismas ideas que en sus ensayos y novelas, pero con poca
fortuna, puesto que sus obras ( Fedra, La venda, El otro, El hermano Juan, etc.) ofrecen una extrema sencillez
argumental y escenográfica en las que los personajes se limitan a expresar las inquietudes del autor.
1.c) Los hermanos Machado: Antonio Machado escribió en colaboración con su hermano Manuel siete obras
dramáticas de gran éxito, siguiendo la estética tradicional dominante en la escena española: Desdichas de la fortuna,
Juan de Mañara, La Lola se va a los puertos, etc.
2. LA GENERACIÓN DEL 27
2.a) Federico García Lorca: Su vocación dramática fue temprana y orientada al teatro poético-modernista. Sin
embargo, al regreso de Nueva York (1931) manifestó su intención de emprender una profunda renovación del género;
contaba con el precedente de Valle-Inclán, cuyos esperpentos admiraba. Su intento de acercar el teatro al pueblo se
plasmó en la creación de la compañía La Barraca, con la que difundió por los pueblos las comedias clásicas del
Siglo de Oro. Su producción puede agruparse así:
• Farsas y poemas dramáticos, emparentados con ciertas obras de Valle-Inclán. Son textos sencillos en los
que ya aparece como tema central el conflicto de la libertad. El maleficio de la mariposa (1920) es su
primera incursión en el teatro. Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita y Retablillo de don Cristóbal
son farsas para guiñol. La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín son farsas
para personas, en las que se representan los instintos del hombre y la sociedad.
• Dramas surrealistas "irrepresentables" (según el autor), que indagan sobre el hecho del teatro y el sentido
de la vida, como El paseo de Buster Keaton (1928), Así que pasen cinco años (1931) y El público (1930),
esta última su obra más avanzada y ambiciosa: partiendo del argumento de El sueño de una noche de
verano de Shakespeare, aborda el tema del amor como fenómeno que escapa a la voluntad y que se
manifiesta de formas diversas, incluida la homosexual.
• Tragedias, cuyas protagonistas son mujeres que viven en un ambiente opresivo. Estas obras presentan un
elevado dramatismo y combinan la prosa y el verso y elementos cultos y folclòricos. Su lenguaje es sencillo y
directo, pero muy poético en algunos pasajes. Mariana Pineda (1927), su primer éxito teatral, es una historia
- 17 -
18. de amor, fidelidad y sacrificio, en la que la protagonista muere por la causa liberal y por no delatar a su
marido. Bodas de sangre, estrenada en 1933, desarrolla la tragedia de una pasión irrefrenable donde se
desatan el amor, el odio y la muerte. Yerma, estrenada en 1934, presenta el drama de una mujer rural
estéril. Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) trata la insatisfacción amorosa de la
protagonista, que envejece aguardando al novio de su juventud. La casa de Bernarda Alba (1936) desarrolla
el tema de la autoridad y la libertad, en una casa donde Bernarda exige a sus hijas un luto de ocho años
tras la muerte de su marido.
2.b) Rafael Alberti: Su obra dramática está formada por un auto vanguardista (El hombre deshabitado, 1930); teatro
político, como Fermín Galán (1931), De un momento a otro (1939), Noche de guerra en el museo del Prado (1956);
y teatro poético: El trébol florido (1940), El adefesio (1944), La Gallarda (1945).
3. OTRAS CORRIENTES EN EL TEATRO DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Aparte de las formas innovadoras representadas por Valle-Inclán, García Lorca y Rafael Alberti, antes de 1936 el
teatro español conoció tres corrientes:
• La comedia burguesa refleja los vicios y las virtudes de esta clase social. Su máximo representante fue Jacinto
Benavente (Madrid, 1866-1954), el autor español del siglo XX más representado., cuyas primeras obras (Los
intereses creados, 1907) analizaban críticamente las clases medias y supusieron una innovación frente al teatro
grandilocuente de José Echegaray (1832- 1916). Después fue adoptando una actitud más complaciente hacia el
público burgués, lo que le proporcionó una enorme popularidad con obras como Señora ama (1908) o La
malquerida (1924). Recibió el premio Nobel en 1922.
• Elteatro poético, modernista, como reacción contra el realismo, generalmente histórico y en verso, con gran
musicalidad y ambientaciones exóticas. Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa fueron los autores con mayor
éxito.
• El teatro cómico, con tres variedades:
• El astracán, caracterizado por los despropósitos de las situaciones y el chiste fácil. La venganza de don Mendo
de Pedro Muñoz Seca es una ridiculización de los dramas históricos modernistas.
• La comedia grotesca, que, sin abandonar el humor, plantea con crudeza los problemas de la sociedad ya
tratados por los autores del 98. Un ejemplo de esta tendencia es La señorita de Trevélez de Carlos Arniches.
• Teatro costumbrista, que continúa la línea del sainete, en el que destacaron Carlos Arniches y los hermanos
Serafín y Joaquín Álvarez Quintero; estos últimos llevaron a los escenarios una Andalucía bonita y superficial en
la que todos los problemas encuentran solución.
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19. EL TEATRO DESDE 1940 A NUESTROS DÍAS
1. EL TEATRO DE POSGUERRA
El panorama teatral en la inmediata posguerra es bastante pobre. Las innovaciones anteriores a la Guerra Civil
desaparecen junto con sus autores, muertos (Lorca, Valle-Inclán) o exiliados (Alberti). En las salas triunfa un teatro
tradicional y evasionista: se siguen representando las comedias burguesas de Benavente, junto a la "alta comedia",
trivial y entretenida. A la vez, surge el teatro humorístico de Mihura y Jardiel Poncela.
1.a) La alta comedia: Concede una especial importancia a la obra bien elaborada en la construcción de la trama, los
diálogos o los juegos escénicos. El ambiente es siempre el de la clase burguesa acomodada, y su objetivo es
simplemente el entretenimiento del público, con un argumento muy repetido centrado en el adulterio o la infidelidad;
el final feliz defiende la ideología dominante, y triunfan la fidelidad, la honradez y el amor. Junto a las obras
fundamentalmente humorísticas aparecen también dramas de tesis y piezas históricas. Los principales autores
fueron:
Edgar Neville (1899-1967), nacido en una familia noble, ejerció como diplomático en Washington. Al estallar la
Guerra Civil viajó por diferentes ciudades europeas. Durante la posguerra trabajó para el cine y se dedicó a
escribir. Cultivó casi todos los géneros literarios y colaboró en diversas revistas, entre ellas La Codorniz. Su
trayectoria literaria evoluciona desde el vanguardismo de juventud, pasando por el teatro comprometido durante
la guerra, hasta la alta comedia en obras como El baile (1952). Ofrece una visión amable de la vida y tiene
como finalidad la evasión de la realidad. Suele utilizar escenarios madrileños, con personajes de clase alta,
elegantes y distinguidos, que suelen obedecer a arquetipos: el hombre triunfador, la gran dama, el marido
aburrido... La originalidad de Neville se basa en el humor irónico y en la hipérbole con intención desmitificadora,
y también en las situaciones absurdas.
José María Pemán (1898-1981) destaca tanto por sus dramas como por sus artículos, conferencias y poemas. A
través del teatro histórico, Pemán ofrece una visión simplista de la historia, en la que rezuma la ideología
conservadora: Cisneros (1934), Por la Virgen Capitana (1940).También cultivó el teatro costumbrista y de tesis
(Hay siete pecados, 1943; La verdad, 1947), pero tuvo más éxito con las comedias ligeras de ambiente andaluz
(Los tres etcéteras de don Simón, 1958; La viudita naviera 1960).
Juan Ignacio Luca de Tena (1897-1975), cultivó la comedia de costumbres, la farsa, la comedia psicológica,
histórica y de enredo. Entre sus títulos sobresalen ¿Quién soy yo? (1935), Dos mujeres (1948), Don José, Pepe y
Pepito (1952), ¿Dónde vas Alfonso XII? (1957) y ¿Dónde vas, triste de ti? (1959).
Alfonso Paso (1926-1978) ensayó una fórmula intermedia entre el cambio y el gusto del público. Finalmente,
acabó cediendo y amoldándose a lo que el público pedía. Con ello, condenó su teatro a ser un objeto de
consumo. En sus numerosas obras demuestra una gran habilidad para enlazar y desenlazar la intriga, crear
situaciones sorprendentes y manejar el diálogo con gracia. Sus obras se clasifican en:
· Teatro social se caracteriza por denunciar la injusticia, poner al descubierto los trapos sucios de la alta
sociedad y ensalzar la clase media: Los pobrecitos (1957), La corbata (1963).
· Teatro policíaco tiene como única misión entretener al público y hacerle pasar un buen rato: Usted puede
ser un asesino (1958) y Receta para un crimen (1959).
1.b) El teatro humorístico : Se caracteriza por las situaciones inverosímiles y los diálogos regidos por una lógica poco
convencional. Sus cultivadores fueron Jardiel Poncela y Mihura.
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), inicia su carrera literaria como novelista de éxito. Sus obras de teatro más
importantes son Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), Un marido de ida y vuelta (1939), Eloísa
está debajo de un almendro (1940), Los ladrones somos gente honrada (1941) y Los habitantes de la casa
deshabitada (1942). Pretendió romper con las formas tradicionales de lo cómico, demasiado verosímiles y
sujetas a la realidad, pero se vio obligado a hacer concesiones para satisfacer al público. Su originalidad reside
en la creación de situaciones grotescas, ridículas o inverosímiles, por medio de ironías, diálogos vivaces o
equívocos. En obras como Angelina o el honor de un brigadier (1934) o Madre (el drama padre) realiza una dura
crítica a la sociedad mediante el disparate más absurdo.
- 19 -
20. Miguel Mihura (1906-1977) fue durante un tiempo dibujante de la revista satírica Gutiérrez, y en 1941 fundó la
revista de humor La Codorniz. Empezó a escribir antes de la guerra, pero sólo estrenó con regularidad a partir
de la década de los cincuenta. Tres sombreros de copa, escrita en 1932 y estrenada veinte años después, está
considerada como una de las obras maestras del teatro humorístico; por su originalidad, supone una ruptura
completa con el teatro cómico anterior. A partir de la década de los cincuenta, la sátira se impone sobre el
humor en obras como El caso de la señora estupenda (1953), Ninette y un señor de Murcia (1964) o Maribel y
la extraña familia (1959).
2. EL TEATRO SOCIAL
Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre marcan dos hitos históricos en el teatro social y político de esta época.
Movidos por su instinto de rebelión, muestran su disconformidad con el sistema vigente. Son dos formas diferentes
de entender la protesta: política, en el caso de Sastre; social, en el de Buero Vallejo.
Antonio Buero Vallejo (1916-2000): En la guerra, su padre fue fusilado y él condenado a muerte por ser soldado
de la República. En 1946 se le conmutó la pena y quedó en libertad provisional. Cuando Buero estrena Historia
de una escalera en 1949 nace un nuevo drama que, arraigado en la realidad inmediata, busca la verdad y
pretende remover la conciencia española. El tema común que liga toda su producción es la tragedia del
individuo, analizada desde un punto de vista social, ético y moral. La mayoría de sus personajes presentan
alguna tara física o psíquica; aparecen siempre bien delimitados y no se reducen a simples esquemas o
símbolos: son caracteres complejos que experimentan un proceso de transformación a lo largo de la obra. En
los dramas de Buero se puede distinguir entre personajes activos y pasivos (los que nada hacen para que las
cosas cambien). Su obra se clasifica en:
• Teatro simbolista: En la ardiente oscuridad, La tejedora de sueños, El tragaluz, Diálogo secreto .
• Teatro de crítica social, que analiza las injusticias, mentiras y la violencia: Historia de una escalera, Hoy es
fiesta (1956), Las cartas boca abajo (1957), La fundación (1964) y El tragaluz (1967).
• Dramas históricos, que utilizan la historia como «espejo» de situaciones del presente: Un soñador para un
pueblo (1960), El concierto de San Ovidio (1962) y El sueño de la razón (1970).
Alfonso Sastre (Madrid, 1926), funda en 1945 Arte Nuevo, grupo cuya intención es renovar el teatro español.
Después fundó otros grupos como La Vaca Flaca, Grupo de Teatro Realista y, en 1977,Teatro Unitario de la
Revolución Socialista, con claro compromiso revolucionario activo. Para Sastre, el teatro debía ser un
instrumento de agitación y transformación de la sociedad. Escuadra hacia la muerte (1953) supone su
consagración como dramaturgo. En ella, como en El pan de todos o La mordaza, Sastre escribe un teatro con
tintes existencialistas. En otras obras (El cubo de basura,Tierra roja o Muerte en el barrio) se inclina por el
realismo crítico de denuncia. Los dramas de entre 1965 y 1972 están recogidos en Teatro penúltimo. Se
caracterizan por una renovación en la puesta en escena y porque la acción se desarrolla en épocas anteriores.
Debido a razones políticas, muchas de sus obras no se representaron.
3. TEATRO POÉTICO
En el extremo contrario, pero también como muestra de rechazo hacia la sociedad contemporánea, autores como
Alejandro Casona y Antonio Gala llenaron sus obras de poeticidad y simbolismo.
Alejandro Casona (1903-1965) dirigió el Teatro Ambulante o Teatro del Pueblo (1931). Al estallar la Guerra Civil
huyó a Buenos Aires, donde vivió hasta su regreso a España en 1962. Los rasgos poéticos y la expresión lírica
están más o menos presentes en todas sus obras, que se pueden dividir en dos bloques:
• Teatro fantástico: Crea una atmósfera irreal y mágica a través del lenguaje poético, donde se analiza la relación
entre realidad y fantasía, el misterio y los sueños: La sirena varada (1933), Prohibido suicidarse en primavera
(1937) y Los árboles mueren de pie (1937), La llave del desván, Siete gritos en el mar, Otra vez el diablo y La
barca sin pescador.
• Teatro pedagógico: Casona intenta comunicar ideas de índole pedagógica. Así, Nuestra Natacha (1935) es un
cántico al amor y a la comprensión como método de enseñanza para los jóvenes conflictivos.
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21. Antonio Gala nació en 1936. Ha cultivado todos los géneros: la poesía ( Enemigo íntimo, Sonetos a Zubia), la
novela (El manuscrito carmesí, La pasión turca), el guión televisivo y el periodismo ( Charlas con Troylo, etc.),
además del teatro. Los temas recurrentes en la obra de Gala son la frustración y la soledad. Su primera obra fue
Los campos del Edén (1963). Otras obras importantes son: Noviembre y un poco de yerba (1967), que recoge el
drama de la Guerra Civil; El caracol en el espejo (1970), donde analiza el sentimiento de frustración; Los buenos
días perdidos (1972); y Anillos para una dama (1973), drama histórico en el que recrea la vida de doña Jimena,
una vez muerto el Cid.
4. EL TEATRO REALISTA DE DENUNCIA
Continúa el camino emprendido por el teatro social de los años cincuenta. Los motivos centrales de estas obras son
la injusticia social, la explotación del hombre o las condiciones de vida de la gente trabajadora. Los personajes son
siempre víctimas de la sociedad. Frente al lenguaje pulcro y cuidado de la comedia oficial, aparece el lenguaje
barriobajero, directo, sin eufemismos. Los principales autores de este tipo de teatro son:
José María Rodríguez Méndez (1925): Vagones de madera (1958) y La batalla de Verdún (1961).
Carlos Muñiz (1927-1994): El grillo o El precio de los sueños.
Lauro Olmo (1923-1994). Evolucionó de un realismo cruel hacia formas alegóricas y esperpénticas: La camisa
(1962), Mare Nostrum (1966).
José Martín Recuerda (1925-2007). Sitúa sus dramas en una Andalucía trágica y violenta: Las salvajes en
Puente San Gil (1961), Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipcíaca (1970).
5. EL TEATRO EXPERIMENTAL
Desde finales de los sesenta y a lo largo de los años setenta surge un grupo de dramaturgos y de «compañías» que
se rebelan contra el teatro comercial que triunfa en escena. Sus obras encuentran serias dificultades: la censura por
un lado y los empresarios, que no se arriesgan a montar obras dirigidas a un público minoritario, por otro. A finales
de los setenta la situación mejora notablemente, y empieza a conocerse la obra de dramaturgos silenciados.
5.a) Teatro experimental: Se propone la búsqueda de nuevas formas teatrales experimentando con los recursos
de que dispone el actor. El resultado puede ser desde la falta misma de un texto para ser recitado en las tablas
hasta la imprecación dirigida al espectador. Los principales autores de este tipo de teatro son Diego Salvador,
Luis Mantilla y, sobre todo, Fernando Arrabal (1932), quien tras la crítica adversa por Los hombres del triciclo
(1958) se marchó a Francia (donde reside) ya que consideró que el público español no estaba preparado para
su teatro experimental e inconformista. Otras obras son Pic-nic, El laberinto, etc.
5.b) Teatro puesto en cuestión: Durante los años setenta algunos autores dramáticos escriben obras en las que
se plantea el hecho teatral, y presentan alternativas a la representación tradicional. Los principales autores son
Luis Riaza, Miguel Romero Esteo y Francisco Nieva (1927) cuya producción suele dividirse en «teatro de farsa y
calamidad» (Tórtolas, crepúsculo y... telón, El paño de injurias ) y «teatro furioso» (Es bueno no tener cabeza,
Pelo de tormenta, Nosferatu).
5.c) Teatro hermético:
José
Ruibal (1925). Su teatro se caracteriza por el antidramatismo, dobles sentidos y una simbología
animal difícil de descifrar: Los mendigos (1955), El asno (1962).
Antonio Martínez Ballesteros (1929). Comenzó con teatro realista, para evolucionar hacia la alegoría y,
posteriormente, la parábola: El país de Jauja (1963), El camaleón (1967).
Manuel Martínez Mediero (1938). Con El último gallinero (1969) se interna en el teatro alegórico: El
convidado (1971), Las planchadoras (1971).
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22. 6. LOS GRUPOS INDEPENDIENTES
En 1975 existían alrededor de ciento cincuenta agrupaciones teatrales no comerciales, que aspiraban a que su
repertorio fuese la «expresión» del grupo, a conseguir una conciencia ideológica y estética que los definiera.
Deseaban aproximarse a los públicos populares, y para eso realizaban seminarios y rompían con la convención
comercial de representar en un espacio y con un precio determinados. Los grupos pueden ser de:
• Teatro amateur: realizado por aficionados y con representaciones esporádicas.
• Teatro de cámara: reduce al máximo la expresión escénica y depura la escritura para crear la unión entre actor y
espectador.
• Teatro universitario: teatro popular que desea llegar a amplios sectores de la población.
• Teatro experimental: representa obras marginadas y crea escuelas de actores siguiendo el método de
Stanislawski.
Algunos de los grupos independientes de teatro que aparecieron -e incluso se integraron en los circuitos comerciales-
son el TEI (Teatro Estable Independiente), el Teatro Tábano, Cómicos de la Legua y Los Goliardos, en Madrid;
Esperpento y La Cuadra (bajo la dirección de Salvador Távora) en Andalucía; o Teatro de la Ribera, en Zaragoza. Pero
los que más éxito alcanzaron fueron los grupos catalanes:
Els Comediants: especializado en teatro de calle, verbenas y espectáculos con iconografía popular en los que se
requiere la participación del público: Moros y cristians (1975), Dimonis (1983), etc.
La Fura dels Baus: Hacen teatro urbano con improvisación y provocación del espectador: Accions (1984), Tier
Mon (1988), F@ust 3.0 (1998), etc.
Els Joglars, bajo la dirección de Albert Boadella aporta una visión corrosiva y desenfadada de la sociedad
española y catalana, con títulos como El Nacional, Yo tengo un tío en América, La increible historia del Dr. Floyd
y Mr. Pla.
Otros grupos catalanes son Dagoll-Dagom, Tricicle y La Cubana.
7. ÚLTIMA GENERACIÓN DE DRAMATURGOS
José Sanchís Sinisterra (1940). Entre sus obras destacan Demasiado frío (1985), Algo así como Hamlet (1970) y
¡Ay, Carmela! (1985).
José Luis Alonso de Santos (1942). Algunas de sus obras son: La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro o La
sombra del Tenorio.
Fernando Fernán Gómez (1921-2007). Destaca como actor y director de cine ( El extraño viaje) y de teatro y
como novelista. Sus obra teatral más importante es Las bicicletas son para el verano (1984).
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