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DELIMITACIONES CONCEPTUALES
El desarrollo de la médula espinal no sólo
proporciona la información necesaria para
conocer en sus sucesivas secuencias el tiempo
y el estadio en los que se produjeron sus mal-
formaciones congénitas, sino que también
nos permite interpretar las complejas interre-
laciones de las estructuras involucradas.
Durante la segunda semana del período em-
brionario se originan las tres hojas germinati-
vas, es decir: el ectodermo, el cordamesodermo
y el endodermo.
En la etapa 7 (16 días), el ectodermo medial
sufre una inducción química del mesodermo
subyacente y se origina la placa neural, que, a
su vez, se transforma en el canal neural duran-
te la etapa 8. Durante la etapa 10 (22 días),
el canal neural, mediante inducción dorsal,
se convierte en el tubo neural (neurulación
primaria). La fusión dorsal del canal neural
se inicia en la región cervical rombencefálica
y se extiende en forma bidireccional, pero
probablemente el ciere se lleva a cabo en va-
rios lugares del canal. En consecuencia, la
neurulación primaria origina el cerebro y la
mayoría de la médula espinal funcional, es
decir, los segmentos cervicales, torácicos y
lumbares. Durante el cierre del canal neural,
la médula sigue creciendo en dirección cau-
dal, porque nuevas porciones del ectoblasto
se van transformando en placa y canal ner-
vioso. De este modo, la médula forma un
tubo cuya luz es el epéndimo. Durante la eta-
pa 11 (24 días) acontece el cierre del neuro-
poro anterior, y en la etapa 12 (26 días) se cie-
rra el neuroporo posterior en la región lumbo-
sacra. Este proceso finaliza con la disyunción
del ectodermo superficial del tubo neural.
Posteriormente, tejidos mesenquimatosos
migran y se interponen entre el neurectoder-
mo posterior y el ectodermo cutáneo, perma-
neciendo, de este modo, toda la médula ente-
rrada debajo de un ancho estrato del que, en
última instancia, se forman las meninges, los
arcos vertebrales dorsales y los músculos pa-
raespinales.
El tubo neural caudal se desarrolla durante la
neurulación secundaria, después que haya fi-
nalizado hacia el día 25 la neurulación pri-
maria, a partir de la masa de células caudales,
que es un grupo de células pluripotenciales
formado por los restos de la notocorda caudal
del nódulo de Hensen. A partir de este rode-
te caudal del embrión se forma un cordón só-
lido de células ectoblásticas que, tras sufrir un
proceso de vacuolización, conecta con el ca-
nalis centralis de la médula suprayacente. La
parte cefálica de este rodete caudal origina la
punta del cono medular, a cuyo nivel se obser-
va una dilatación del canalis centralis llamada
ventriculus terminalis, mientras que la porción
distal forma el filum terminale, que es un cor-
dón fibroso que une el cono medular al vérti-
ce del cóccix. La circunstancia de que la
masa de células caudales no sólo origine el
mesénquima precursor del sacro y del cóccix,
sino que se localice adyacente a las partes
más distales en desarrollo del intestino y me-
sonefros, explica el porqué son tan frecuentes
las malformaciones congénitas que asocian
© Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente.
Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
Espina bífida
Juan Manuel Aparicio Meix
Sección de Nuropediatría. Hospital Ramón y Cajal, Madrid
18
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Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
130 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica
anomalías tanto del cono medular, filum ter-
minale y sacro, como de las regiones ano-rec-
tal, renal y genital.
A partir de la 12ª semana la columna verte-
bral crece en longitud más que la médula, lo
que ocasiona un desplazamiento en dirección
craneal del cono medular, conocido como
“ascenso de la médula”. En el 6º mes el cono
medular se sitúa a nivel de S1, en el naci-
miento en L3 y en el adulto entre L1-L2.
Las alteraciones de la inducción dorsal se de-
ben al fracaso de la fusión del canal neural,
persistiendo, en consecuencia, la continui-
dad entre el neurectodermo posterior y el ec-
todermo cutáneo, que en su forma completa
se denomina disrafismo.
El término "disrafismo espinal" comprende
un grupo heterogéneo de malformaciones
congénitas de la médula espinal que se carac-
teriza por la fusión imperfecta de las estructu-
ras neurales, óseas y mesenquimatosas de la
línea media. En casi todos los casos de disra-
fismo espinal se objetiva una espina bífida, es
decir, un disrafismo de las estructuras óseas
debido al cierre incompleto de los arcos ver-
tebrales.
La malformación más sutil, limitada al defec-
to vertebral, se denomina espina bífida ocul-
ta. Cuando a esta anomalía se asocian mal-
formaciones subyacentes de la médula
espinal sin discontinuidad de la piel, el com-
plejo malformativo se designa como disrafis-
mo espinal oculto. Este término incluye un
amplio espectro clínico de malformaciones, a
saber: quistes dermoides o epidermoides,
quistes entéricos intraespinales, lipomas lum-
bosacros, la diastematomielia, el mielocisto-
cele terminal y el síndrome de la médula an-
clada, que es la anomalía más frecuente.
La siringomielia, el síndrome de regresión
caudal y los quistes aracnoideos intradurales
representan otras alteraciones relacionadas
con el disrafismo espinal.
La espina bífida quística, en la que las estruc-
turas neurales (meninges, raíces y médula) es-
tán abiertas al exterior, sin revestimiento cu-
táneo que las recubra, incluye la mielosquisis,
el mielomeningocele y el meningocele.
ESPINA BÍFIDA ABIERTA Y
QUÍSTICA
Constituye el tipo más frecuente y complejo
de disrafismo espinal, siendo la mielosquisis
la forma más grave de esta malformación, ya
que se produce antes de los 28 días de gesta-
ción. La médula se observa abierta y aplana-
da en la región toracolumbar.
El mielomeningocele es un defecto más tardío,
siendo de localización dorsolumbar o lumbar
en más del 50% de los casos, lumbosacro en el
25% y cervical o dorsal en sólo el 10%.
A la inspección, se observa una tumoración
quística cubierta por una delgada membrana
meníngea que se desgarra con facilidad, lo
que conlleva un elevado riesgo de infección.
La médula espinal está involucrada en ambas
malformaciones, así como las raíces, las me-
ninges, los cuerpos vertebrales y la piel.
En los meningoceles la herniación a través
del defecto óseo está limitada a las meninges,
siendo la médula espinal normal.
La incidencia suele ser de 1 a 2 casos por
1000 nacidos vivos, pero varía según los paí-
ses. En los primogénitos el riesgo es más alto.
El riesgo de recurrencia de los defectos del
tubo neural después del nacimiento de un
hijo afectado es del 4-8%, y aumenta tras dos
hijos afectados al 10%.
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Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
Espina bífida 131
La etiología del mielomeningocele es multi-
factorial y poligénica, aun cuando en algún
caso se ha descrito una herencia autosómica
recesiva e incluso ligada al X.
Se han descrito deleciones en 22q11 en de-
fectos del tubo neural asociados a cardiopatí-
as congénitas.
Existe evidencia de que la deficiencia de áci-
do fólico, el tratamiento materno con ácido
valproico, carbamacepina y etetrinato, la ex-
posición a los rayos X durante el embarazo,
así como ciertos factores ambientales (ma-
dres adolescentes, bajo nivel socioeconómico
y antecedentes de aborto anterior) incre-
mentan el riesgo de tener hijos con defectos
del tubo neural.
Las manifestaciones clínicas dependen del
nivel del mielocele y consisten en diversos
grados de paraplejía fláccida y arrefléxica, al-
teraciones de la sensibilidad (táctil y doloro-
sa) y trastornos de los esfíntes (disfunción ve-
sical e incontinencia fecal).
Asimismo, se evidencian úlceras tróficas de
los miembros inferiores con periostitis u oste-
omielitis subyacentes, deformidades ortopé-
dicas (pies zambos, subluxación de las cade-
ras, escoliosis) e incluso fracturas óseas.
El nivel sensitivo es más constante que el
motor y permite una delimitación más exac-
ta del límite superior de la lesión:
– En los casos más severos por encima de L3
la paraplejía es completa con imposibilidad
para la deambulación.
– En lesiones lumbares más bajas están con-
servadas la flexión y adducción de la cade-
ra y la extensión de la rodilla, siendo posi-
ble la marcha con ayuda.
– Las lesiones de las raíces sacras superiores
permiten al niño caminar con mínima ayu-
da, pero existen deformidades de los pies.
– Por último, en las lesiones sacras por deba-
jo de S3 la función de las extremidades in-
feriores es normal y hay anestesia en "silla
de montar".
En la mayoría de los niños con mielomenin-
gocele existen trastornos de los esfínteres.
– En las lesiones por debajo de S3 los esfínte-
res anal y vesical están paralizados. La veji-
ga estará distendida y permitirá con facili-
dad la expresión urinaria mediante
compresión suprapúbica.
– En el grupo más numeroso de niños con le-
siones más altas, aun cuando la vejiga tam-
bién está dilatada, existe retención urina-
ria, que está provocada por la
incoordinación entre las contracciones dé-
biles del detrusor y la contracción volunta-
ria o refleja del esfínter externo. En estos
casos se produce subsecuentemente una hi-
dronefrosis.
Son frecuentes las infecciones de orina de re-
petición y la evolución a una pielonefritis
crónica.
La hidrocefalia asociada a una malformación
tipo II de Chiari está ya presente al nacer en
el 85-95% de los casos, como se observa me-
diante ultrasonografía. En el Chiari tipo II, al
descenso de las amígdalas cerebelosas, que re-
basan el plano del foramen magnum, se aña-
de la elongación y la distorsión del tronco del
encéfalo, y el descenso del IV ventrículo.
La sintomatología de la hidrocefalia progresi-
va en estos casos suele ser lenta e insidiosa
con aumento del perímetro craneal, o bien se
puede manifestar de forma aguda con irritabi-
lidad y vómitos. No es infrecuente observar
síntomas de afección de pares craneales bajos
y de compresión del tronco cerebral: dificul-
tad para la alimentación, estridor, parálisis de
las cuerdas vocales, disfagia y bradicardia.
Es típico un patrón de disfunción ventilato-
ria central consistente en obstrucción de las
vías aéreas superiores, respiración irregular y
apnea, que se confirma mediante un registro
poligráfico de sueño. Los síntomas referidos
pueden requerir adenoidectomía, traqueoto-
mía e incluso descompresión quirúrgica de la
fosa posterior.
No suele existir retraso mental, salvo en ca-
sos de hidrocefalia, que precise varias revisio-
nes del shunt, complicada con meningitis o
ventriculitis.
En estos niños se pueden observar crisis epi-
lépticas.
En los meningoceles el examen neurológico
es normal. A la inspección se observa una
masa fluctuante que produce una protrusión
de la piel, que habitualmente está cubierta
por un angioma plano. Los meningoceles no
se asocian con hidrocefalia.
Entre las malformaciones asociadas puestas
de manifiesto con la resonancia magnética
medular destacan la siringomielia y la diaste-
matomielia.
El diagnóstico prenatal de los defectos del
tubo neural (DTN) se lleva a cabo mediante
la ecografía, y la determinación en el líquido
amniótico de la alfa-fetoproteína (AFP) y de
la acetilcolinesterasa que estarán elevadas en
los DTN abiertos.
La determinación de la AFP en el suero ma-
terno entre la 13 y la 16 semana de gestación
se recomienda, en la actualidad, como “scre-
ening” de los DTN, aun cuando existe un
elevado número tanto de falsos positivos
como de negativos. Los niveles de AFP ma-
yores de 1000 ng/mL indican una alta proba-
bilidad de un DTN (el valor normal de la
AFP durante la gestación es de hasta 500
ng/mL).
El tratamiento con ácido fólico (4mg /día du-
rante dos meses antes y después de la concep-
ción) no sólo es eficaz en la prevención pri-
maria, sino que también reduce el riesgo de
recurrencia de los DTN.
El tratamiento del mielomeningocele es mul-
tidisciplinario, precisándose la intervención
del pediatra, neuropediatra, neurocirujano,
cirujano ortopédico, urólogo infantil, fisiote-
rapeuta y psicólogo.
En la actualidad, la reparación quirúrgica
precoz del mielomeningocele (dentro de las
24-36 horas del nacimiento) está indicada en
todos los casos. En estos pacientes operados,
la mortalidad inicial es del 1%, y la supervi-
vencia del 80-95% en los dos primeros años
de vida, pero con secuelas graves en el 75%.
En la mayoría de los casos, habrá que instau-
rar una derivación V-P para corregir la hidro-
cefalia.
El síndrome de la médula anclada, en el que
el cono medular está fijado por debajo de L1-
L2, se objetiva en el 10% de los casos tras la
intervención quirúrgica del mielomeningo-
cele, requiriendo en ocasiones una nueva in-
tervención (sección del filum). Otras etiolo-
gías de este síndrome son la
diastematomielia, el lipomeningocele, el li-
poma del filum y, en sentido estricto, el filum
terminale corto y engrosado. La sintomatolo-
gía se manifiesta de forma insidiosa en forma
de debilidad, atrofia y deformidades ortopé-
dicas de los miembros inferiores, así como
trastornos motores, sensitivos y de los esfín-
teres.
La valoración de los problemas urológicos
reviste especial importancia. Hay que man-
132 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica
© Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente.
Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
tener mediante la compresión suprapúbica o
los sondajes vesicales un escaso volumen de
orina residual en la vejiga, para evitar las in-
fecciones urinarias de repetición, el reflujo y,
en consecuencia, la pielonefritis y la hidro-
nefrosis. Se deben realizar periódicamente
urocultivos y estudios de la función renal. En
casos seleccionados la incontinencia urina-
ria se puede tratar implantando un esfínter
artificial.
ESPINA BIFIDA OCULTA
Acontece en al menos un 5% de la pobla-
ción. Es asintomática, se localiza habitual-
mente a nivel lumbosacro, y se pone de ma-
nifiesto mediante una radiografía de columna
en la que se evidencia el cierre incompleto
del arco vertebral posterior. No tiene rela-
ción con la enuresis nocturna monosintomá-
tica; sin embargo, cuando la enuresis es poli-
sintomática se deben excluir alteraciones
subyacentes de la médula espinal propias del
disrafismo espinal oculto.
En estos casos, suelen observarse a nivel lum-
bosacro alteraciones cutáneas, tales como
áreas de piel atrófica o hiperpigmentada, he-
mangiomas, lipomas subcutáneos, o bien hi-
pertricosis localizada, apéndices cutáneos,
fístulas o senos dérmicos. El disrafismo espi-
nal oculto puede ser asintomático o bien se
puede sospechar por la presencia de manifes-
taciones clínicas comunes más o menos evi-
dentes: cifoescoliosis, lumbociática, pies
equinovaros, asimetría de las extremidades
inferiores, signo de Babinski, pérdida parche-
ada de la sensibilidad, úlceras tróficas y tras-
tornos de los esfínteres. En ocasiones, cuando
la malformación oculta está en comunica-
ción con el exterior a través de fístulas o se-
nos dérmicos puede ser la causa de meningi-
tis recurrente. Mediante la ultrasonografía, la
TAC y la RMI se puede deducir el nivel de la
lesión y su relación con el tejido funcional.
Las pruebas preoperatorias pertinentes en es-
tos casos son el EMG, los PESS y la urodiná-
mica. Considerando que en estos pacientes
no se puede predecir la evolución, los neuro-
cirujanos pediátricos, en la actualidad, son
partidarios de la intervención profiláctica
precoz, para evitar alteraciones irreparables,
liberando la médula espinal de la lesión don-
de esté anclada. La cirugía se lleva a cabo uti-
lizando láser de CO2.
Los lipomas medulares son colecciones de
grasa y tejido conectivo parcialmente encap-
sulados. Son de tres tipos:
– Lipomas intradurales: representan menos
del 1% de los tumores medulares. Se pue-
den localizar a nivel cervical, dorsal o lum-
bar, y aunque tienen un componente extra-
dural, no se objetivan a simple vista en la
espalda.
– Lipomielomeningoceles: consisten en un
lipoma que por un lado está unido a la su-
perficie dorsal de una médula abierta y no
neurulada y por el otro se funde con la gra-
sa subcutánea protruyendo en la región
lumbosacra. Se suele asociar un meningo-
cele al lipoma.
– Lipomas del filum terminale: se localizan
habitualmente en la región extradural del
filum, pero también pueden involucrar la
parte intradural. Se puede asociar un pe-
queño quiste.
Con las técnicas actuales se recomienda en
estos casos el tratamiento quirúrgico cuida-
doso y precoz para evitar la tracción y la com-
presión que producen estas malformaciones,
siendo habitualmente suficiente la resección
parcial del lipoma.
El síndrome de regresión caudal se caracte-
riza por agenesia sacra, anomalías complejas
de la médula espinal, paraplejia fláccida,
amiotrofia de los miembros inferiores, artro-
griposis y vejiga neurógena.
Espina bífida 133
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Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
La diastematomielia es una malformación
que consiste en una hendidura sagital que di-
vide a la médula espinal en dos hemimédulas
cada una envuelta en su propia pía madre. Es-
tán separadas por un espolón óseo, cartilagi-
noso o fibroso. La hendidura se localiza habi-
tualmente entre D9 y S1. Es más frecuente en
mujeres y los pacientes están asintomáticos
en el 20% de los casos. Los síntomas más fre-
cuentes son escoliosis, dolor de tipo lumbar o
ciático, debilidad, atrofia, deformidades orto-
pédicas y trastornos sensitivos de una extre-
midad inferior e incontinencia urinaria o fe-
cal. La liberación del espolón es el
tratamiento quirúrgico indicado.
La siringomielia es una enfermedad caracte-
rizada por la presencia de cavidades tubulares
dispuestas longitudinalmente dentro de la
médula espinal, pero habitualmente fuera del
canal central. Las cavidades siringomiélicas
están tapizadas de células gliales, a diferencia
de la dilatación central de la médula (hidro-
mielia) que está revestida de epéndimo. Las
cavitaciones están repleccionadas de LCR
proveniente del IV ventrículo en las siringo-
mielias comunicantes, cuya etiología obedece a
malformaciones de la fosa posterior (Chiari
I) o bien a anomalías de la unión cráneo-ver-
tebral (platibasia, impresión basilar o defor-
midad de Klippel-Feil). La etiopatogenia de
las siringomielias comunicantes se explica
aunando dos teorías, a saber; la teoría hidrodi-
námica de Gardner que postula que las cavita-
ciones medulares se forman merced a un
cono de presión que impele el LCR desde el
suelo del IV ventrículo al epéndimo a través
del pico del cálamo y el ventrículo de Aran-
cio, y la teoría descrita por Williams que conje-
tura que la maniobra de Valsalva por disten-
sión de los plexos venosos aracnoideos
impele el LCR subaracnoideo hacia arriba,
pero la amígdalas cerebelosas herniadas me-
diante un mecanismo valvular impiden el re-
torno del LCR, y, en consecuencia, se crea
una presión diferencial craneoespinal que
ocasiona un mecanismo de succión del LCR
dentro del epéndimo. En estos casos es muy
eficaz la descompresión quirúrgica de la fosa
posterior. Las siringomielias no comunicantes
pueden manifestarse como consecuencia de
un traumatismo medular, una aracnoiditis
postmeningitis o un tumor medular. La sinto-
matología en los niños se manifiesta casi
siempre como una escoliosis evolutiva con
piramidalismo (siringomielia motora pura),
siendo la sintomatología sensitiva (disocia-
ción termoalgésica) menos frecuente.
BIBLIOGRAFÍA
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childhood. 2ª edición. Cambridge: Mac
Keith Press, 1998.
2. Swaiman KF. Ashual S, Ferreiro DM (eds)
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phia, Missouri: Mosby-Elsevier, 2006.
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gía Pediátrica. 3ª Edición, Buenos Aires:
Panamericana; 2007.
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fects and deletions of 22q11. Am J Med Ge-
net 1996; 66: 25-27
5. Choux M, Di Rocco C, Hockley AD and
Walker ML. Pediatric Neurosurgery. London:
Churchill Livingstone, 1999.
6. Wehby MC, O´Hollaren PS, Abtin K, Hume
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syndrome: Results of surgical untethering.
Pediatr Neurosurg 2004; 40: 51-57.
134 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica
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  • 1. DELIMITACIONES CONCEPTUALES El desarrollo de la médula espinal no sólo proporciona la información necesaria para conocer en sus sucesivas secuencias el tiempo y el estadio en los que se produjeron sus mal- formaciones congénitas, sino que también nos permite interpretar las complejas interre- laciones de las estructuras involucradas. Durante la segunda semana del período em- brionario se originan las tres hojas germinati- vas, es decir: el ectodermo, el cordamesodermo y el endodermo. En la etapa 7 (16 días), el ectodermo medial sufre una inducción química del mesodermo subyacente y se origina la placa neural, que, a su vez, se transforma en el canal neural duran- te la etapa 8. Durante la etapa 10 (22 días), el canal neural, mediante inducción dorsal, se convierte en el tubo neural (neurulación primaria). La fusión dorsal del canal neural se inicia en la región cervical rombencefálica y se extiende en forma bidireccional, pero probablemente el ciere se lleva a cabo en va- rios lugares del canal. En consecuencia, la neurulación primaria origina el cerebro y la mayoría de la médula espinal funcional, es decir, los segmentos cervicales, torácicos y lumbares. Durante el cierre del canal neural, la médula sigue creciendo en dirección cau- dal, porque nuevas porciones del ectoblasto se van transformando en placa y canal ner- vioso. De este modo, la médula forma un tubo cuya luz es el epéndimo. Durante la eta- pa 11 (24 días) acontece el cierre del neuro- poro anterior, y en la etapa 12 (26 días) se cie- rra el neuroporo posterior en la región lumbo- sacra. Este proceso finaliza con la disyunción del ectodermo superficial del tubo neural. Posteriormente, tejidos mesenquimatosos migran y se interponen entre el neurectoder- mo posterior y el ectodermo cutáneo, perma- neciendo, de este modo, toda la médula ente- rrada debajo de un ancho estrato del que, en última instancia, se forman las meninges, los arcos vertebrales dorsales y los músculos pa- raespinales. El tubo neural caudal se desarrolla durante la neurulación secundaria, después que haya fi- nalizado hacia el día 25 la neurulación pri- maria, a partir de la masa de células caudales, que es un grupo de células pluripotenciales formado por los restos de la notocorda caudal del nódulo de Hensen. A partir de este rode- te caudal del embrión se forma un cordón só- lido de células ectoblásticas que, tras sufrir un proceso de vacuolización, conecta con el ca- nalis centralis de la médula suprayacente. La parte cefálica de este rodete caudal origina la punta del cono medular, a cuyo nivel se obser- va una dilatación del canalis centralis llamada ventriculus terminalis, mientras que la porción distal forma el filum terminale, que es un cor- dón fibroso que une el cono medular al vérti- ce del cóccix. La circunstancia de que la masa de células caudales no sólo origine el mesénquima precursor del sacro y del cóccix, sino que se localice adyacente a las partes más distales en desarrollo del intestino y me- sonefros, explica el porqué son tan frecuentes las malformaciones congénitas que asocian © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/ Espina bífida Juan Manuel Aparicio Meix Sección de Nuropediatría. Hospital Ramón y Cajal, Madrid 18
  • 2. © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/ 130 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica anomalías tanto del cono medular, filum ter- minale y sacro, como de las regiones ano-rec- tal, renal y genital. A partir de la 12ª semana la columna verte- bral crece en longitud más que la médula, lo que ocasiona un desplazamiento en dirección craneal del cono medular, conocido como “ascenso de la médula”. En el 6º mes el cono medular se sitúa a nivel de S1, en el naci- miento en L3 y en el adulto entre L1-L2. Las alteraciones de la inducción dorsal se de- ben al fracaso de la fusión del canal neural, persistiendo, en consecuencia, la continui- dad entre el neurectodermo posterior y el ec- todermo cutáneo, que en su forma completa se denomina disrafismo. El término "disrafismo espinal" comprende un grupo heterogéneo de malformaciones congénitas de la médula espinal que se carac- teriza por la fusión imperfecta de las estructu- ras neurales, óseas y mesenquimatosas de la línea media. En casi todos los casos de disra- fismo espinal se objetiva una espina bífida, es decir, un disrafismo de las estructuras óseas debido al cierre incompleto de los arcos ver- tebrales. La malformación más sutil, limitada al defec- to vertebral, se denomina espina bífida ocul- ta. Cuando a esta anomalía se asocian mal- formaciones subyacentes de la médula espinal sin discontinuidad de la piel, el com- plejo malformativo se designa como disrafis- mo espinal oculto. Este término incluye un amplio espectro clínico de malformaciones, a saber: quistes dermoides o epidermoides, quistes entéricos intraespinales, lipomas lum- bosacros, la diastematomielia, el mielocisto- cele terminal y el síndrome de la médula an- clada, que es la anomalía más frecuente. La siringomielia, el síndrome de regresión caudal y los quistes aracnoideos intradurales representan otras alteraciones relacionadas con el disrafismo espinal. La espina bífida quística, en la que las estruc- turas neurales (meninges, raíces y médula) es- tán abiertas al exterior, sin revestimiento cu- táneo que las recubra, incluye la mielosquisis, el mielomeningocele y el meningocele. ESPINA BÍFIDA ABIERTA Y QUÍSTICA Constituye el tipo más frecuente y complejo de disrafismo espinal, siendo la mielosquisis la forma más grave de esta malformación, ya que se produce antes de los 28 días de gesta- ción. La médula se observa abierta y aplana- da en la región toracolumbar. El mielomeningocele es un defecto más tardío, siendo de localización dorsolumbar o lumbar en más del 50% de los casos, lumbosacro en el 25% y cervical o dorsal en sólo el 10%. A la inspección, se observa una tumoración quística cubierta por una delgada membrana meníngea que se desgarra con facilidad, lo que conlleva un elevado riesgo de infección. La médula espinal está involucrada en ambas malformaciones, así como las raíces, las me- ninges, los cuerpos vertebrales y la piel. En los meningoceles la herniación a través del defecto óseo está limitada a las meninges, siendo la médula espinal normal. La incidencia suele ser de 1 a 2 casos por 1000 nacidos vivos, pero varía según los paí- ses. En los primogénitos el riesgo es más alto. El riesgo de recurrencia de los defectos del tubo neural después del nacimiento de un hijo afectado es del 4-8%, y aumenta tras dos hijos afectados al 10%.
  • 3. © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/ Espina bífida 131 La etiología del mielomeningocele es multi- factorial y poligénica, aun cuando en algún caso se ha descrito una herencia autosómica recesiva e incluso ligada al X. Se han descrito deleciones en 22q11 en de- fectos del tubo neural asociados a cardiopatí- as congénitas. Existe evidencia de que la deficiencia de áci- do fólico, el tratamiento materno con ácido valproico, carbamacepina y etetrinato, la ex- posición a los rayos X durante el embarazo, así como ciertos factores ambientales (ma- dres adolescentes, bajo nivel socioeconómico y antecedentes de aborto anterior) incre- mentan el riesgo de tener hijos con defectos del tubo neural. Las manifestaciones clínicas dependen del nivel del mielocele y consisten en diversos grados de paraplejía fláccida y arrefléxica, al- teraciones de la sensibilidad (táctil y doloro- sa) y trastornos de los esfíntes (disfunción ve- sical e incontinencia fecal). Asimismo, se evidencian úlceras tróficas de los miembros inferiores con periostitis u oste- omielitis subyacentes, deformidades ortopé- dicas (pies zambos, subluxación de las cade- ras, escoliosis) e incluso fracturas óseas. El nivel sensitivo es más constante que el motor y permite una delimitación más exac- ta del límite superior de la lesión: – En los casos más severos por encima de L3 la paraplejía es completa con imposibilidad para la deambulación. – En lesiones lumbares más bajas están con- servadas la flexión y adducción de la cade- ra y la extensión de la rodilla, siendo posi- ble la marcha con ayuda. – Las lesiones de las raíces sacras superiores permiten al niño caminar con mínima ayu- da, pero existen deformidades de los pies. – Por último, en las lesiones sacras por deba- jo de S3 la función de las extremidades in- feriores es normal y hay anestesia en "silla de montar". En la mayoría de los niños con mielomenin- gocele existen trastornos de los esfínteres. – En las lesiones por debajo de S3 los esfínte- res anal y vesical están paralizados. La veji- ga estará distendida y permitirá con facili- dad la expresión urinaria mediante compresión suprapúbica. – En el grupo más numeroso de niños con le- siones más altas, aun cuando la vejiga tam- bién está dilatada, existe retención urina- ria, que está provocada por la incoordinación entre las contracciones dé- biles del detrusor y la contracción volunta- ria o refleja del esfínter externo. En estos casos se produce subsecuentemente una hi- dronefrosis. Son frecuentes las infecciones de orina de re- petición y la evolución a una pielonefritis crónica. La hidrocefalia asociada a una malformación tipo II de Chiari está ya presente al nacer en el 85-95% de los casos, como se observa me- diante ultrasonografía. En el Chiari tipo II, al descenso de las amígdalas cerebelosas, que re- basan el plano del foramen magnum, se aña- de la elongación y la distorsión del tronco del encéfalo, y el descenso del IV ventrículo. La sintomatología de la hidrocefalia progresi- va en estos casos suele ser lenta e insidiosa con aumento del perímetro craneal, o bien se puede manifestar de forma aguda con irritabi- lidad y vómitos. No es infrecuente observar síntomas de afección de pares craneales bajos
  • 4. y de compresión del tronco cerebral: dificul- tad para la alimentación, estridor, parálisis de las cuerdas vocales, disfagia y bradicardia. Es típico un patrón de disfunción ventilato- ria central consistente en obstrucción de las vías aéreas superiores, respiración irregular y apnea, que se confirma mediante un registro poligráfico de sueño. Los síntomas referidos pueden requerir adenoidectomía, traqueoto- mía e incluso descompresión quirúrgica de la fosa posterior. No suele existir retraso mental, salvo en ca- sos de hidrocefalia, que precise varias revisio- nes del shunt, complicada con meningitis o ventriculitis. En estos niños se pueden observar crisis epi- lépticas. En los meningoceles el examen neurológico es normal. A la inspección se observa una masa fluctuante que produce una protrusión de la piel, que habitualmente está cubierta por un angioma plano. Los meningoceles no se asocian con hidrocefalia. Entre las malformaciones asociadas puestas de manifiesto con la resonancia magnética medular destacan la siringomielia y la diaste- matomielia. El diagnóstico prenatal de los defectos del tubo neural (DTN) se lleva a cabo mediante la ecografía, y la determinación en el líquido amniótico de la alfa-fetoproteína (AFP) y de la acetilcolinesterasa que estarán elevadas en los DTN abiertos. La determinación de la AFP en el suero ma- terno entre la 13 y la 16 semana de gestación se recomienda, en la actualidad, como “scre- ening” de los DTN, aun cuando existe un elevado número tanto de falsos positivos como de negativos. Los niveles de AFP ma- yores de 1000 ng/mL indican una alta proba- bilidad de un DTN (el valor normal de la AFP durante la gestación es de hasta 500 ng/mL). El tratamiento con ácido fólico (4mg /día du- rante dos meses antes y después de la concep- ción) no sólo es eficaz en la prevención pri- maria, sino que también reduce el riesgo de recurrencia de los DTN. El tratamiento del mielomeningocele es mul- tidisciplinario, precisándose la intervención del pediatra, neuropediatra, neurocirujano, cirujano ortopédico, urólogo infantil, fisiote- rapeuta y psicólogo. En la actualidad, la reparación quirúrgica precoz del mielomeningocele (dentro de las 24-36 horas del nacimiento) está indicada en todos los casos. En estos pacientes operados, la mortalidad inicial es del 1%, y la supervi- vencia del 80-95% en los dos primeros años de vida, pero con secuelas graves en el 75%. En la mayoría de los casos, habrá que instau- rar una derivación V-P para corregir la hidro- cefalia. El síndrome de la médula anclada, en el que el cono medular está fijado por debajo de L1- L2, se objetiva en el 10% de los casos tras la intervención quirúrgica del mielomeningo- cele, requiriendo en ocasiones una nueva in- tervención (sección del filum). Otras etiolo- gías de este síndrome son la diastematomielia, el lipomeningocele, el li- poma del filum y, en sentido estricto, el filum terminale corto y engrosado. La sintomatolo- gía se manifiesta de forma insidiosa en forma de debilidad, atrofia y deformidades ortopé- dicas de los miembros inferiores, así como trastornos motores, sensitivos y de los esfín- teres. La valoración de los problemas urológicos reviste especial importancia. Hay que man- 132 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
  • 5. tener mediante la compresión suprapúbica o los sondajes vesicales un escaso volumen de orina residual en la vejiga, para evitar las in- fecciones urinarias de repetición, el reflujo y, en consecuencia, la pielonefritis y la hidro- nefrosis. Se deben realizar periódicamente urocultivos y estudios de la función renal. En casos seleccionados la incontinencia urina- ria se puede tratar implantando un esfínter artificial. ESPINA BIFIDA OCULTA Acontece en al menos un 5% de la pobla- ción. Es asintomática, se localiza habitual- mente a nivel lumbosacro, y se pone de ma- nifiesto mediante una radiografía de columna en la que se evidencia el cierre incompleto del arco vertebral posterior. No tiene rela- ción con la enuresis nocturna monosintomá- tica; sin embargo, cuando la enuresis es poli- sintomática se deben excluir alteraciones subyacentes de la médula espinal propias del disrafismo espinal oculto. En estos casos, suelen observarse a nivel lum- bosacro alteraciones cutáneas, tales como áreas de piel atrófica o hiperpigmentada, he- mangiomas, lipomas subcutáneos, o bien hi- pertricosis localizada, apéndices cutáneos, fístulas o senos dérmicos. El disrafismo espi- nal oculto puede ser asintomático o bien se puede sospechar por la presencia de manifes- taciones clínicas comunes más o menos evi- dentes: cifoescoliosis, lumbociática, pies equinovaros, asimetría de las extremidades inferiores, signo de Babinski, pérdida parche- ada de la sensibilidad, úlceras tróficas y tras- tornos de los esfínteres. En ocasiones, cuando la malformación oculta está en comunica- ción con el exterior a través de fístulas o se- nos dérmicos puede ser la causa de meningi- tis recurrente. Mediante la ultrasonografía, la TAC y la RMI se puede deducir el nivel de la lesión y su relación con el tejido funcional. Las pruebas preoperatorias pertinentes en es- tos casos son el EMG, los PESS y la urodiná- mica. Considerando que en estos pacientes no se puede predecir la evolución, los neuro- cirujanos pediátricos, en la actualidad, son partidarios de la intervención profiláctica precoz, para evitar alteraciones irreparables, liberando la médula espinal de la lesión don- de esté anclada. La cirugía se lleva a cabo uti- lizando láser de CO2. Los lipomas medulares son colecciones de grasa y tejido conectivo parcialmente encap- sulados. Son de tres tipos: – Lipomas intradurales: representan menos del 1% de los tumores medulares. Se pue- den localizar a nivel cervical, dorsal o lum- bar, y aunque tienen un componente extra- dural, no se objetivan a simple vista en la espalda. – Lipomielomeningoceles: consisten en un lipoma que por un lado está unido a la su- perficie dorsal de una médula abierta y no neurulada y por el otro se funde con la gra- sa subcutánea protruyendo en la región lumbosacra. Se suele asociar un meningo- cele al lipoma. – Lipomas del filum terminale: se localizan habitualmente en la región extradural del filum, pero también pueden involucrar la parte intradural. Se puede asociar un pe- queño quiste. Con las técnicas actuales se recomienda en estos casos el tratamiento quirúrgico cuida- doso y precoz para evitar la tracción y la com- presión que producen estas malformaciones, siendo habitualmente suficiente la resección parcial del lipoma. El síndrome de regresión caudal se caracte- riza por agenesia sacra, anomalías complejas de la médula espinal, paraplejia fláccida, amiotrofia de los miembros inferiores, artro- griposis y vejiga neurógena. Espina bífida 133 © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
  • 6. La diastematomielia es una malformación que consiste en una hendidura sagital que di- vide a la médula espinal en dos hemimédulas cada una envuelta en su propia pía madre. Es- tán separadas por un espolón óseo, cartilagi- noso o fibroso. La hendidura se localiza habi- tualmente entre D9 y S1. Es más frecuente en mujeres y los pacientes están asintomáticos en el 20% de los casos. Los síntomas más fre- cuentes son escoliosis, dolor de tipo lumbar o ciático, debilidad, atrofia, deformidades orto- pédicas y trastornos sensitivos de una extre- midad inferior e incontinencia urinaria o fe- cal. La liberación del espolón es el tratamiento quirúrgico indicado. La siringomielia es una enfermedad caracte- rizada por la presencia de cavidades tubulares dispuestas longitudinalmente dentro de la médula espinal, pero habitualmente fuera del canal central. Las cavidades siringomiélicas están tapizadas de células gliales, a diferencia de la dilatación central de la médula (hidro- mielia) que está revestida de epéndimo. Las cavitaciones están repleccionadas de LCR proveniente del IV ventrículo en las siringo- mielias comunicantes, cuya etiología obedece a malformaciones de la fosa posterior (Chiari I) o bien a anomalías de la unión cráneo-ver- tebral (platibasia, impresión basilar o defor- midad de Klippel-Feil). La etiopatogenia de las siringomielias comunicantes se explica aunando dos teorías, a saber; la teoría hidrodi- námica de Gardner que postula que las cavita- ciones medulares se forman merced a un cono de presión que impele el LCR desde el suelo del IV ventrículo al epéndimo a través del pico del cálamo y el ventrículo de Aran- cio, y la teoría descrita por Williams que conje- tura que la maniobra de Valsalva por disten- sión de los plexos venosos aracnoideos impele el LCR subaracnoideo hacia arriba, pero la amígdalas cerebelosas herniadas me- diante un mecanismo valvular impiden el re- torno del LCR, y, en consecuencia, se crea una presión diferencial craneoespinal que ocasiona un mecanismo de succión del LCR dentro del epéndimo. En estos casos es muy eficaz la descompresión quirúrgica de la fosa posterior. Las siringomielias no comunicantes pueden manifestarse como consecuencia de un traumatismo medular, una aracnoiditis postmeningitis o un tumor medular. La sinto- matología en los niños se manifiesta casi siempre como una escoliosis evolutiva con piramidalismo (siringomielia motora pura), siendo la sintomatología sensitiva (disocia- ción termoalgésica) menos frecuente. BIBLIOGRAFÍA 1. Aicardi J. Diseases of the nervous system in childhood. 2ª edición. Cambridge: Mac Keith Press, 1998. 2. Swaiman KF. Ashual S, Ferreiro DM (eds) Pediatric Neurology. 4ª edición. Philadel- phia, Missouri: Mosby-Elsevier, 2006. 3. Fejerman N y Fernández Álvarez E. Neurolo- gía Pediátrica. 3ª Edición, Buenos Aires: Panamericana; 2007. 4. Nickel RE and Magenis RE. Neural tube de- fects and deletions of 22q11. Am J Med Ge- net 1996; 66: 25-27 5. Choux M, Di Rocco C, Hockley AD and Walker ML. Pediatric Neurosurgery. London: Churchill Livingstone, 1999. 6. Wehby MC, O´Hollaren PS, Abtin K, Hume JL, Richards BJ: Occult tight filum terminale syndrome: Results of surgical untethering. Pediatr Neurosurg 2004; 40: 51-57. 134 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/