Piketty y El Capital en el Siglo XXI. ¿El Marx de los nuevos tiempos? (II de III)
1. 13
PIKETTY Y EL CAPITAL EN EL SIGLO XXI.
¿EL MARX DE LOS NUEVOS TIEMPOS? (II de III)
Francisco José Fernández-Cruz Sequera
Marzo 2015.
Publicado en: http://lagranpartida.blogspot.com.es
Thomas Piketty ✆ A.d.
2. 14
Una de las dificultades a la que se ha enfrentado el autor francés, ha sido
encontrar una forma de medir de forma objetiva la productividad de los
trabajadores. En su análisis postula que cuando un trabajo es replicable, por
ejemplo el trabajo realizado por un trabajador en una cadena de montaje,
resulta relativamente sencillo medir el valor aportado por cada trabajador, pero
cuando la posibilidad de replicar el trabajo de un trabajador no existe o no es
fácilmente mensurable, la posibilidad de medir la productividad desaparece. De
ahí que afirme que sólo la productividad de los trabajadores que realizan
trabajos mecánicos o elementales, y por lo tanto los de más bajos ingresos,
puede ser medida de forma objetiva y fiable.
Si partimos de la validez de la fórmula r > g que relaciona el rendimiento anual
del capital con el crecimiento económico, llegaremos a la conclusión de que los
que controlan el capital tomarán cada vez más de lo que genera la economía y,
como consecuencia, el resto de los partícipes en el proceso productivo,
especialmente los trabajadores, recibirán cada vez menos. Por lo que partiendo
de esta premisa, se puede llegar a la conclusión de la inevitabilidad del aumento
de la desigualdad como resultado del modo de producción capitalista, y de su
organización del trabajo.
Piketty está convencido de que el capitalismo tiene virtudes innegables como es
la óptima asignación de los recursos existentes, pero es tremendamente
ineficiente distribuyendo la renta. Por ello, las disfunciones del mercado
capitalista deben ser corregidas para evitar la concentración de la riqueza
mundial en unas pocas manos. Si se aplican estas medidas correctoras, se podrá
combinar la eficiencia en la asignación de los recursos y la función en la
asignación de precios que realiza el mercado, con el funcionamiento de la
meritocracia y la movilidad social, al permitir que reciba más quien más lo
merece. Todo ello ordenado de forma tal, que la intervención del Estado no
suponga un desincentivo para el crecimiento económico, clave necesaria del
equilibrio entre el rendimiento anual del capital y el objetivo de acabar con la
desigualdad como un objetivo en sí mismo. En resumen, la conclusión a la que
llega el estudio es que la parte que se llevan los ricos de los ingresos está
3. 15
aumentando en todos los países desarrollados acercándonos paulatinamente a
una situación de empobrecimiento generalizado semejante a la del siglo XIX, y a
una acumulación de la riqueza que se transmitirá por herencia permitiendo a
las élites económicas vivir de las rentas del capital sin trabajar, y que sin una
intervención extraordinaria del Estado esta situación será inevitable.
Las soluciones propuestas por Piketty para reducir la extrema
desigualdad.
¿Cómo puede corregirse la deriva actual del capitalismo? El profesor ofrece su
solución: "Lo que defiendo es un impuesto progresivo, un impuesto global, basado
en la imposición a la propiedad privada. Es la única solución civilizada. Las otras
son, en mi opinión, mucho más bárbaras; y me refiero al sistema oligárquico ruso,
en el que no creo, y a la inflación, que en realidad sólo es un impuesto sobre los
pobres"14. Es decir, propone un esfuerzo coordinado a nivel mundial para
gravar la riqueza a través de los impuestos.
A) El impuesto global sobre la riqueza.
Tanto Marx como Piketty han analizado el funcionamiento del capitalismo, pero
mientras que el judío alemán propuso su sustitución violenta por el comunismo,
Piketty no defiende que haya una manera mejor de crear riqueza que el capitalismo,
por lo que cree que habría que corregir las disfunciones del sistema en la distribución
de la riqueza a través de la fiscalidad, que debería ser especialmente dura con los más
ricos. Así, la solución de Piketty para corregir el proceso de acumulación de la
riqueza por los capitalistas aumentando la presión fiscal a las rentas más altas.
Pero que resulta de imposible aplicación si los capitalistas pueden evitar fácilmente
el impacto impositivo cambiando de residencia y moviendo los capitales por distintos
refugios del planeta, por lo que esta receta socialdemócrata de progresividad fiscal
sólo sería eficaz si la aplicase un gobierno mundial con verdadero poder a nivel
global.
14http://www.lavanguardia.com/cultura/20140611/54409823263/capitalism
o-piketty.html#ixzz3RNvaBiQc
4. 16
Ciertamente, no es la primera vez que la cuestión de los impuestos se sitúa en el
centro del debate político, según el análisis histórico de Piketty, sobre la
cuestión de los impuestos se han proyectado las ideas políticas a lo largo del S.
XX, experimentado una evolución a lo largo de este paralela a la de la propia
concepción del papel del Estado. Una evolución en la que podemos encontrar
tres distintas etapas:
La primera abarca el período en el que primó la concepción liberal del
papel del Estado desde finales del siglo XIX hasta la Primera Guerra
Mundial. A lo largo de estas décadas los impuestos apenas consumían un
10% de la renta nacional. El resultado fue un “Estado mínimo” que se
limitaba a las labores básicas de mantenimiento del status quo político
interno, gestionando la seguridad pública, la administración de justicia,
la organización militar, y no siempre, y por último los asuntos exteriores;
La segunda se corresponde con un dilatado período de tiempo, que
abarca desde el final de la Gran Guerra hasta 1980. Durante estas
décadas, el esfuerzo bélico primero y la necesidad de contención política
de los procesos revolucionarios después, hizo que los impuestos se
multiplicaran hasta alcanzar entre el 35 y el 50 por ciento de la renta
nacional según el caso de cada país. Este proceso resultó favorecido por
un crecimiento económico sostenido de casi un 5% anual como media. El
resultado fue la creación del “welfare state”15, un “Estado del bienestar o
Estado social” en el que se financiaron y garantizaron a las masas de
ciudadanos el acceso a la educación, a la sanidad con el correlativo
aumento de la esperanza de vida, a un sistema de pensiones que
garantizaba una vejez segura y a la protección contra el desempleo. El
nuevo estado de cosas supuso una redistribución de la riqueza, que
generó la aparición de una clase media que estabilizó el sistema
capitalista generando una conciencia de irreversibilidad del sistema, que
ahora que apunta su final produce frustración e incredulidad a partes
iguales;
La tercera dio comienzo con la ofensiva neoliberal de la Escuela de
Chicago, Reagan y Thatcher a finales de los setenta hasta el comienzo de
la Gran Recesión de 2008, en la que comenzó la reducción de impuestos a
los ricos pero sin reducir la presión fiscal total, estabilizada para
mantener los “gastos sociales”, pero sin que el Estado y el sistema fiscal
cumplieran una función de reducción de la desigualdad mediante la
redistribución de la riqueza.
Ahora, ante una desigualdad creciente, Piketty propone llegar a detraer de las
rentas más altas el 80% de sus beneficios de forma directa con un impuesto
progresivo conforme a una tarifa del 0% para las fortunas que no alcancen el
millón de dólares, un 1% para quienes tengan entre 1 y 5 millones de dólares y
un 2% para quienes tengan activos valorados en más de 5 millones, para el
resto, el impuesto se determinaría sobre el valor de mercado de todos los
activos no financieros, especialmente la vivienda, y el valor neto de la deuda.
15 Estado del bienestar.
5. 17
A este impuesto sobre la renta, habría que añadir un impuesto “sobre la
riqueza”16 que llegaría al 10% anual entre las principales fortunas de cada país a
nivel mundial o del 20% una única vez en patrimonios altos, previniendo así la
fuga de capitales y preservando la libertad de circulación de los mismos. Como
resultado encontraríamos que el Estado administraría hasta el 66% del PIB de
cada país afectando en la Unión Europea al 2,5% de la población
aproximadamente y reportaría cada año el equivalente a 2% del PIB europeo.
Teniendo en cuenta el elevado volumen que los patrimonios de los ricos en
Europa en lo que llevamos vivido del siglo XXI, un impuesto progresivo directo
anual sobre los patrimonios más importantes, sujeto a tarifas relativamente
moderadas, podría proporcionar unos importantes ingresos. En este contexto, el
riesgo de evasión de capitales es muy importante, de ahí que los países que
aplican un impuesto sobre el patrimonio, en la práctica han vaciado a estos
tributos de buena parte de su contenido, al introducir numerosas excepciones
en su tributación, sobre todo para los activos en grandes compañías y, en la
práctica, para los propietarios de las grandes empresas.
Pero esta es una solución que parece irrealizable, pues para llevarla a cabo
habría que establecer un sistema de valoración de las fortunas individuales
único a nivel mundial, para poder gravarlas después. En la práctica, el
establecimiento de un sistema tributario como el propuesto por Piketty,
supondría desmontar el sistema bancario tal y como está concebido, al obligar a
16 El equivalente al conocido impuesto sobre el patrimonio en versión española,
que la derecha liberal del Partido Popular ha reducido hasta hacerlo
insignificante, y que los sucesivos gobiernos del PSOE, la llamada “izquierda
caviar”, ha mantenido intacto en su vacuidad.
6. 18
los bancos a una transparencia desconocida hasta la fecha, porque resultaría
imprescindible compartir la totalidad de la información bancaria entre todos los
países, para que cada Estado tuviera toda la información sobre el patrimonio de
cada capitalista, con independencia del lugar en que estuvieran situados los
activos de sus residentes. Si pudiera aplicarse este sistema fiscal con éxito, el
resultado sería la reducción de las rentas del capital hasta que su retorno neto
agregado (después de impuestos), se situase por debajo del crecimiento
económico, reduciendo así de forma drástica la desigualdad. Y aunque el
resultado de la solución del profesor Piketty parece deseable, carece de
realismo y tiene defectos, como lo son no indicar el sistema de valoración de
activos no monetarios a efectos de la tributación, o no indicar cómo se pagarían
los impuestos sobre la riqueza existente en activos no monetarios. En el fondo
de la solución que propone Piketty, subyace sin él saberlo la prueba de la
insuficiencia de la socialdemocracia para corregir los resultados nocivos del
capitalismo. La corrección fiscal de la inequidad que propone es irrealizable, y
sin embargo no advierte que la cuestión no es sólo la extensión mundial de la
injusticia o la necesidad del establecimiento de un sistema fiscal global para
corregirla, lo que no significaría sino una mutación del problema a escala global,
sino la subordinación de la política al poder del dinero, que es una premisa
necesaria para establecer un sistema como el propuesto. ¿O de verdad alguien
piensa que los capitalistas, verdaderos detentadores del poder en nuestras
plutocracias17 lo permitirían sin resistencia?
B) Las retribuciones de los superdirectivos (CEO’ s18) en la sociedad
“hipermeritocrática”.
Pero la causa de la mitad del aumento de la desigualdad en la distribución de la
renta desde finales de los setenta, no son sólo las dinámicas intrínsecas al
capitalismo que describe Piketty en la primera mitad de su libro, sino al
aumento de la desigualdad en las rentas salariales, en lo que llama sociedad
“hipermeritocrática”, en la que gran parte de la riqueza va a parar a las
retribuciones a los gerentes del capital, sin que el importe que las mismas no
guarden ninguna relación con la productividad de su trabajo, ni con los
resultados de la empresa.
17 Una plutocracia (del griego πλουτοκρατία, ploutos “riqueza” y kratos
“gobierno”) es un sistema de gobierno en el que el poder lo ostentan quienes
poseen las fuentes de riqueza. Suele incluirse como un tipo de oligarquía en su
visión clásica promovida por las experiencias de algunas ciudades griegas y
ciudades-estados en la Italia medieval (Génova, Venecia y Florencia). No hay que
confundir la plutocracia con los sistemas de sufragio censitario, en los que el
ejercicio de la ciudadanía está vinculado a una riqueza mínima,
correspondiendo este hecho a un supuesto interés para la colectividad, por
ejemplo, los sufragios censitarios típicos del S. XIX que exigían una contribución
mínima a las finanzas públicas (censo) para el ejercicio de los derechos
políticos.
18 CEO es el acrónimo de Chief Executive Officer, un cargo gerencial utilizado en
las empresas estadounidenses, cuya traducción al español sería algo así como
Jefe Ejecutivo.
7. 19
La teoría dominante entre los economistas es que en todos los casos los salarios
dependen de la productividad marginal del trabajador y que ésta depende
exclusivamente, a su vez, del nivel de formación del trabajador y de la tecnología
disponible en una sociedad: a más educación y mejor tecnología, mayor
productividad y salarios más elevados. Y la explicación que se da usualmente al
aumento salarial de los trabajadores más cualificados, además de las anteriores,
es que también se ha incrementado sustancialmente el número de horas
laborales semanales que trabajan los más cualificados, de ahí que hayan
aumentado sus retribuciones por encima de la media. Piketty no niega la
incidencia en los salarios de la tecnología, de la educación o de las horas
trabajadas, pero considera que hay otros factores especialmente relevantes a la
hora de determinar los salarios, a los que denomina “factores institucionales”,
concepto en el que engloba al conjunto de normativas, hábitos culturales o
estructuras de poder vigentes en una sociedad, y dado que no siempre es
posible determinar la productividad marginal de un trabajador, y mucho menos
el de los CEO’s, los salarios de estos se estarían fijando fijándose por estos
factores institucionales prescindiendo de un dato real: el valor de su aportación
a la producción de bienes y servicios. Un ejemplo de estos factores
institucionales que contribuyen a determinar los salarios, en este caso de los
trabajadores de baja cualificación, son las leyes de salario mínimo, que Piketty
considera que dentro de determinados límites que no sobrepasen la
productividad marginal de los trabajadores, pueden contribuir a incrementar
los sueldos más bajos reduciendo así una desigualdad salarial que en caso de no
existir estas normas se tornaría extrema. Un salario mínimo más elevado
significa mayores salarios para las personas menos cualificadas y de menor
renta del mercado laboral, por lo que dentro de las soluciones para invertir la
tendencia a una mayor desigualdad, se impone, en opinión de Piketty, elevar el
salario mínimo, lo que por otra parte sería escasamente distorsionador.
8. 20
Pero la crítica más dura de Piketty no es contra la determinación de los salarios
a través de la productividad marginal, no se centra en los bajos salarios en los
que acepta parcialmente que el salario mínimo pueda tener el efecto adverso de
generar paro en los tramos de trabajadores pocos cualificados y de escaso valor
añadido, sino sobre todo en los salarios de lo que él llama superdirectivos., que
son los “altos ejecutivos de grandes empresas que han logrado obtener
remuneraciones extraordinariamente elevadas por su trabajo”. Según Piketty, el
surgimiento de esta clase de superdirectivos es uno de los principales factores
que explica el aumento de la desigualdad en las rentas salariales a partir de la
década de los setenta, dos terceras partes del aumento del peso del 10% de los
trabajadores mejor pagados sobre la totalidad de la masa salarial, se
corresponde con el aumento de peso del 1% mejor retribuido, un pequeño
grupo en el que los superdirectivos tienen una notable presencia. Pero, ¿cómo
ha sido posible que desde la década de los ochenta los superdirectivos hayan
visto incrementar de
manera tan rápida
sus remuneraciones?
Piketty afirma que la
fijación de los
salarios de los
superdirectivos no es
el resultado de la
productividad
marginal de su
trabajo: “Dado que es
imposible estimar
específicamente la
contribución de cada
directivo a la
empresa, es inevitable que su salario se fije mediante mecanismos arbitrarios y
dependientes de las relaciones jerárquicas y del poder relativo de negociación de
cada parte”. Y la razón por la que los directivos comenzaron a fijarse salarios tan
elevados a partir de los años ochenta, encuentra su explicación en las fortísimas
rebajas fiscales en el tipo marginal sobre la renta que tuvieron lugar en la
mayoría de países anglosajones como EEUU, Reino Unido o Nueva Zelanda para
los más ricos, que descendieron su tipo impositivo nominal del 90% al 20%. Y
este aumento salarial no es consecuencia de su superior productividad, dado
que no es posible medirla, sino que los superdirectivos han logrado incrementar
sus retribuciones gracias al mayor poder de negociación alcanzado tras las
fuertes rebajas impositivas vividas a partir de los ochenta. Quienes realizan
objeciones a la crítica de Piketty al aumento desproporcionado e injustificado de
las retribuciones de los CEO’s, aducen que los principales beneficiarios de
regresar a tipos impositivos más elevados que eliminaran el poder de
negociación y redujeran los salarios de los superdirectivos, serían los
accionistas de las empresas que los contratan. Pero esto no es verdad, ya que los
dividendos de dichos accionistas se verían igualmente gravados con los mismos
tipos impositivos. La realidad es, que en el escenario actual el debate sobre los
altos salarios de los superdirectivos, no es más que un conflicto redistributivo
del excedente generado entre capital y trabajo entre los superdirectivos y los
capitalistas.
9. 21
Así, la mayoría de los CEO’s que controla la dirección de las mercantiles que
dirigen, se asignan retribuciones elevadísimas, tanto inmediatas como diferidas,
con independencia de que las empresas arrojen pérdidas o den beneficios. El
caso más claro es el de los directivos de las instituciones financieras y bancarias,
que en el caso español, por cierto, se cuentan entre los mejor pagados del
mundo.
Estas retribuciones introducen en el análisis de los salarios en general un
elemento de confusión y de distorsión sobre la estadística que refleja la
evolución de los salarios en general, puesto que cuando se añaden al resto de los
salarios elevan de forma muy importante el valor promedio. Por lo que
cuantificados los salarios sin tener en cuenta los de los ejecutivos y directivos de
las empresas, ya sean financieras o productivas, puede apreciarse como se
acentúa de forma muy acusada el declinar de los salarios de los trabajadores
con independencia de su productividad marginal, incluso más allá de lo que
indican las estadísticas oficiales. Y es que la codicia de los capitalistas y de los
CEO’s y su deseo de obtener el mayor beneficio posible en el menor tiempo
posible, ha conducido a la economía capitalista a una nueva perversión, como es
la de que los accionistas valoren más la cotización del valor en el mercado
bursátil con el abanico de posibilidades especulativas que esto ofrece, que el
potencial beneficio que se pudiera obtener por el cobro del introduciendo, en el
sistema económico un sesgo completamente especulativo. Esto hace que, la
productividad de los directivos con altos ingresos sea más difícil de medir y que
las retribuciones que perciben los ejecutivos resulten arbitrarias y respondan
más al reflejo de la ideología liberal capitalista, más que a los méritos que
concurren en estos gestores. El resultado último de esta nueva mentalidad en el
capitalismo lo estamos sufriendo: la sucesión de burbujas especulativas que
culminan en crisis económicas de la llamada economía real.
10. 22
En realidad, sostiene Piketty, las actuales retribuciones de los directivos de las
grandes compañías son un robo19, aunque su codicia les ha conducido mucho
más lejos, al embarcarse en una feroz competencia con los propios capitalistas,
cuya riqueza sigue creciendo a un ritmo más rápido que el crecimiento de la
propia economía, creando una carrera permanente en pos de la acumulación de
riqueza, en el que el daño colateral lo sufren los asalariados. Piketty denuncia
que los CEO’s no se merecen sus sueldos porque en realidad no poseen ninguna
habilidad especial que justifique unas retribuciones tan elevadas que se alzan
por encima de los intereses de las compañías que dirigen, de los accionistas de
las mismas y de toda la sociedad en general, diciendo: "Una de las grandes
fuerzas divisivas que existen hoy es lo que llamo el extremismo meritocrático. Es el
conflicto entre multimillonarios, cuya renta procede de la propiedad y los activos,
como en el caso de un príncipe saudí, y los superdirectivos. Ninguna de esas dos
categorías hace o produce nada salvo su propia riqueza; en realidad, se trata de
una superriqueza separada por completo de la realidad cotidiana del mercado,
que rige la vida de la mayoría de las personas ordinarias. Peor aún, ambos grupos
compiten entre sí para incrementar su riqueza; y el peor de todos los escenarios es
el modo en que los superdirectivos, cuya renta se basa realmente en la codicia,
siguen subiéndose los sueldos al margen de la realidad del mercado. Es lo que
sucedió con los bancos en el 2008, por ejemplo"20.
Los superdirectivos han “secuestrado” el poder de dirección de las empresas que
dirigen suplantando a las juntas de accionistas, para otorgarse salarios
multimillonarios de forma arbitraria y al margen de los resultados
empresariales mientras se rebaja el salario mínimo y se recortan sueldos a los
trabajadores. Un aumento de la desigualdad entre ricos y pobres, que ha abierto
una brecha salarial, que en España ha significado que el 1% de los grandes
millonarios haya pasado, de controlar un 5% de la riqueza nacional en 1980 a
controlar más del 7% en 2010.
Las críticas a la estructura de la UE.
Piketty también se ha ocupado del proceso de creación de la moneda única
europea y de la arquitectura de la Unión. Afirma que siendo el PIB de la
eurozona casi la cuarta parte del PIB mundial, el devenir de Europa es una
cuestión de interés general.
19 A veces en el sentido literal de la expresión, como recientemente se ha
conocido que ocurría en el caso de la entidad española BANKIA, el banco
resultante de la fusión de varias entidades de crédito de carácter público
dirigidas por políticos de todos los partidos, sindicalistas y algún alto
funcionario de la Casa Real estrecho colaborador del rey cesante, que mientras
quebraban las entidades que dirigían retiraban fondos para su uso personal en
fraude de la propia entidad y de la Hacienda pública, por medio de las tarjetas
de crédito llamadas “black”.
20http://www.lavanguardia.com/cultura/20140611/54409823263/capitalism
o-piketty.html#ixzz3RNvaBiQc
11. 23
Piketty señala que: “Si en 1992 Europa decidió crear una moneda sin Estado no
fue sólo por pragmatismo, sino también porque este acuerdo institucional se
concibió en los últimos años de la década de 1980 y los primeros de la de 1990, en
un momento en que se pensaba que la única función de los bancos centrales era
ver pasar los trenes, es decir, asegurarse de que la inflación no subiera. Después de
la estanflación de los años setenta, los gobiernos y la opinión pública se dejaron
convencer de que primeramente los bancos centrales debían ser independientes
del poder público y tener como objetivo único, una inflación baja. Así se llegó a la
creación de una moneda sin Estado y de un banco central sin gobierno”21
La cuestión del papel del
banco central no pasa
desapercibida al autor
francés, que señala el papel
que juega el Banco Central
en Europa (BCE) respecto de
la moneda única, es una
copia del papel que jugaba el
Banco Central Alemán
respecto del marco. Un
papel que otorga al emisor
de moneda la prioridad de
controlar la inflación por
encima de objetivos como el
de alcanzar el pleno empleo
y del crecimiento
económico, que son el
resultado de la ideología
neoliberal que alumbró el
proyecto de la moneda
única.
Además de la restricción a los objetivos señalados al BCE, también ha jugado un
importante papel la prohibición de prestar dinero a los gobiernos, debe dejar
que los bancos privados adquieran la deuda pública de los gobiernos europeo,
generalmente a una tasa más elevada que aquella a la que presta el BCE a los
bancos, y después comprar la deuda de los Estados en el mercado secundario
convirtiendo el sistema en un negocio fabuloso para los banqueros privados.
Con este diseño de la moneda única, cuando llegó la Gran Recesión de 2008, “la
unión monetaria europea carecía y carece de dispositivos estabilizadores
esenciales, los Estados que habían perdido su soberanía en política monetaria con
la entrada en la moneda única, se vieron profundamente afectados. La zona euro
se creó de manera que se eliminaban los amortiguadores naturales de los Estados
participantes en la moneda común, haciéndoles imposible absorber las
fluctuaciones económicas a través de la devaluación de la propia moneda”22, y
21 Piketty, Thomas. El Capital en el Siglo XXI, Fondo de Cultura Económica,
Madrid, 2014, página 623.
22 http://lagranpartida.blogspot.com.es/2013/07/la-trampa-de-la-moneda-
unica-la.html
12. 24
para los países del sur de Europa esta combinación fue letal. Este sistema tuvo
una consecuencia la especulación sobre la deuda pública, respecto de lo que
Piketty dice que: “la especulación sobre las tasas de interés nacionales es, en
cierta forma, aún más desestabilizadora que las especulaciones de antaño sobre
los tipos de cambio intraeuropeos, en la medida que en que los balances bancarios
internacionales son de tal alcance , que basta con un movimiento de pánico en un
puñado de operadores de mercado para crear movimientos de gran amplitud en
el ámbito de un país como Grecia, Portugal o Irlanda e incluso como España e
Italia. Lógicamente, la contraparte de la pérdida de soberanía monetaria debería
ser el acceso a una deuda pública
segura y a tasas bajas y
previsibles”23. La solución que
propone Piketty es sencilla: “Sólo
mancomunar las deudas públicas de
la zona euro, o cuando menos las de
aquellos países que la integran y que
lo deseen, permitiría acabar con
estas contradicciones”24 pues a
pesar de tener una moneda
comunitaria, los 19 países que la
comparten cuentan cada uno con
su propio sistema fiscal y políticas
en esta materia que nunca han sido
armonizadas. Dice: "Necesitamos
una unión fiscal y una armonización
presupuestaria. Necesitamos para
Europa un fondo común de
amortización de la deuda, cada país
sería responsable de pagar su parte
de la deuda, pero habría un tipo de
interés común para los eurobonos
con los que se refinancia la deuda"25. En una entrevista publicada por el
semanario alemán Der Spiegel26 en este mes de Marzo, el economista francés en
consonancia con lo expuesto en su obra, insistía en la necesidad de la unión
fiscal y la armonización presupuestaria de la zona euro, y decía que con la
moneda única “hemos creado un monstruo”, y que el pacto estabilidad del euro
es una “verdadera catástrofe”.
Piketty ha señalado los defectos en la arquitectura de la UE y los serios déficits
de funcionamiento en la misma, diciendo que: “Hoy en día tenemos un
Parlamento Europeo en el que están representados 28 países y, por otra parte, el
Consejo Europeo de Jefes de Estado o de Gobierno y el Consejo de Asuntos
Económicos y Financieros (integrado por los ministros de Economía y Finanzas).
23 Piketty, op. cit. página 624.
24 Piketty, op. cit. página 624.
25http://www.eleconomista.es/economia/noticias/6535768/03/15/Piketty-
llama-monstruo-a-la-eurozona-y-aboga-por-la-union-fiscal.html
26http://www.spiegel.de/international/europe/thomas-piketty-interview-
about-the-european-financial-crisis-a-1022629.html&prev=search
13. 25
Son varios los problemas de esta arquitectura democrática. El primero es que no
todos los 28 países representados en el Parlamento Europeo quieren avanzar
hacia una mayor integración política, fiscal y presupuestaria. El segundo, que el
Parlamento Europeo no representa en absoluto a las instituciones de los Estados
nación y, en concreto, a los Parlamentos nacionales (…). Por eso creo que hace
falta, en paralelo al actual Parlamento Europeo, una Cámara parlamentaria de la
zona euro o, en todo caso, una Cámara formada por los países de la zona euro que
quieran avanzar hacia una unión política, presupuestaria y fiscal, y que tendría
que construirse a partir de los diferentes Parlamentos nacionales. Cada país
estaría representado en proporción a su población, ni más ni menos, lo mismo
Alemania y Francia que los demás. El cometido de esta nueva Cámara consistiría
en votar cuestiones tales como un impuesto común sobre sociedades o el nivel de
déficit comunitario”27.
Obviamente, en una situación económica extrema para los países europeos y la
moneda única como ha sido la Gran Recesión de 2008, según el economista, el
comportamiento de Europa en la crisis ha sido "simplemente catastrófico"28. El
propio Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció hace tres años que "se
había ido demasiado lejos con las políticas de austeridad" y que la obligación de
los países afectados de reducir en poco tiempo su déficit ha tenido
"consecuencias terribles" para el crecimiento, porque los Estados no pueden
reducir su déficit si la economía no crece. Piketty también ha recordado que ni
Alemania ni Francia, altamente endeudados después de 1945, pagaron jamás la
totalidad de su deuda29. Pero que ahora son "precisamente estos países dicen
ahora a los europeos del sur que tienen que liquidar sus deudas, euro por euro" lo
que tendrá" de "graves consecuencias". "Nosotros los europeos, mal organizados
como estamos, hemos convertido la crisis económica, que originariamente surgió
en Estados Unidos, en una crisis de la deuda por culpa de nuestros instrumentos
políticos impracticables. Trágicamente, esto se ha convertido en una crisis de
27http://www.eldiario.es/economia/abismo-crisis-politica-economica-
financiera_0_326168028.html
28
http://www.publico.es/economia/piketty-eurozona-hemos-creado-monstruo.html
29
http://www.publico.es/economia/piketty-eurozona-hemos-creado-monstruo.html
14. 26
confianza a nivel europeo"30. Según Piketty, "las pequeñas reformitas
estructurales de las que todos esperan que vayan a contribuir al crecimiento poco
pueden cambiar", Europa debería invertir más en la formación de sus jóvenes,
en la innovación y la investigación como "el objetivo más importante de una
iniciativa europea para el crecimiento". Porque “hay que acostumbrarse a vivir
con un crecimiento débil. Insisto en que un crecimiento débil que se mantiene en el
tiempo es compatible con el progreso. Hace treinta años no disponíamos de las
actuales tecnologías de la información, por ejemplo. Si se organizan bien, si nos
dotamos de las instituciones adecuadas para que todo el mundo se pueda
beneficiar, estas tecnologías constituyen una enorme fuente de riqueza”31. Pero
duda de que el crecimiento pueda producirse si no se proponen alternativas
rápidamente, y si estas no se dan “el retorno a las monedas nacionales será un
escenario cada vez más difícil de descartar”32.
En conclusión, Piketty está convencido de que “estamos realmente al borde del
abismo de una crisis política, económica y financiera. De acuerdo en que la crisis
es responsabilidad de todos los países, pero no entiendo que Alemania siga
pensando que tiene interés en mantener esta visión tan rígida de la austeridad.
(…) Creo en el progreso técnico y en la mundialización. El problema es que,
después de la caída del Muro de Berlín, nos imaginamos por un momento que era
suficiente con basarse en las fuerzas naturales del mercado para que el proceso de
mundialización y de competencia beneficiase a todos. Creo que ahí está el error.
Hay que repensar los límites del mercado, los límites del capitalismo, y repensar
también las instituciones democráticas”. Quizás, más que repensar los límites del
capitalismo, habría que replantearse el capitalismo como límite.
30
http://www.eleconomista.es/economia/noticias/6535768/03/15/Piketty-llama-
monstruo-a-la-eurozona-y-aboga-por-la-union-fiscal.html
31
http://www.eldiario.es/economia/abismo-crisis-politica-economica-
financiera_0_326168028.html
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financiera_0_326168028.html