1. OBRAS COMPLETAS
GERARDO DIEGO
EL ROMANCERO DE LA NOVIA
ELLA
¿No la conocéis? Entonces
imaginadla, soñadla.
¿Quién será capaz de hacer
el retrato de la amada?
Yo sòlo podría hablaros
vagamente de su lánguida
figura, de su aureola
triste, profunda y romántica.
Os diría que sus trenzas
rizadas sobre la espalda
son tan negras que iluminan
en la noche. Que cuando anda,
no parece que se apoya,
flota, navega, resbala...
Os hablaría de un gesto
muy suyo... de sus palabras,
a la vez desdén y mimo,
a un tiempo reproche y lágrimas,
distantes como en un éxtasis,
como en un beso cercanas...
Pero no: cerrad los ojos,
imaginadla, soñadla,
reflejada en el cambiante
espejo de vuestra alma.
EL ENCUENTRO
Era una noche triste,
una inclemente noche de febrero.
Cruzaba yo las calles
a solas con mi tedio
mientras la lluvia sin cesar caía
2. desde lo alto del cielo.
Ya las devotas, presuroso el paso,
regresaban del templo.
¿Vendrá? No sé por qué te adivinaba
cubierta con tu velo,
atravesando rápida la calle,
envuelta en tu capote ceniciento.
Así nos encontramos de repente.
Mi corazòn dio un vuelco.
El repique sonoro de las gotas
jugueteaba en los paraguas negros.
Tus ojos se encontraron con los míos.
¿Qué relámpago audaz, qué centelleo
brillò acaso un instante
el compás de mi pulso deteniendo?
¿Qué querías decirme?
Dios mío, ¿qué era aquello?
... Y al seguir mi camino
ya era todo distinto, todo nuevo.
Soñando, sin querer soñar, soñaba,
el alma temblorosa de deseos...
Así mi amada fuiste para siempre
una noche lluviosa de febrero.
EL ROMANCERO DE LA NOVIA
EL PASEO
El paseo en la Gran Vía.
Los espléndidos sombreros.
Ilusiones en los ojos.
Blancas flores en el pecho.
Oh, tu furtivo mirar
bajo el ala del sombrero.
Oh, tu florida sonrisa
prometiendo y concediendo.
Y aquel gesto inolvidable,
y aquel aleteo trémulo,
y aquella aguda saeta
toda de burla y "te quiero".
3. Oh, el paseo en primavera
bajo los árboles nuevos,
con la ilusiòn en los ojos
... y el corazòn en el pecho.
EL AMOR
¡Oh, noche blanca y mojada;
oh, noche de primavera!
treinta de mayo; ya hay flores,
ya hay golondrinas; ya tiemblan
en las ramas de los árboles
las hojas verdes y nuevas,
ya está el ambiente aromado
de rosas y de azucenas,
de caricias y de besos,
de agua, de sueño y de seda.
Treinta de mayo: la Madre
del Amor Hermoso... Deja,
deja que llore la noche.
Esta lluvia mansa riega,
satura, embebece, esponja
al alma arrugada y seca.
Y con ella estrujo y huelo,
aspiro y sorbo con ella
el perfume de los campos,
el aliento de la tierra,
la remojada fragancia
de todas las flores nuevas,
y sobre todo, me ha dicho
que sí tu boca de estrella.
Eres mi novia, mi novia...
palabra divina. Suenas
a música, a luz, a labios,
a corazòn, a pureza.
Ya no son sueños mis sueños.
Ya no son penas mis penas.
Ya es todo bueno, ya es todo
aurora, ya es todo fiesta.
4. Ya la rosa de mi alma
se abre a la luz de la estrella.
Treinta de mayo: ¡celestes
alas de mi primavera!
LAS TRES HERMANAS
Estabais las tres hermanas,
las tres de todos los cuentos,
las tres en el mirador
tejiendo encajes y sueños.
Y yo pasé por la calle
y miré... Mis pasos secos
resonaron olvidados
en el vesperal silencio.
La mayor, mirò curiosa,
y la mediana riendo
me mirò, y te dijo algo...
Tú bordabas en silencio
como si no te importase,
como si te diese miedo.
Y después te levantaste
y me dijiste un secreto
en una larga mirada,
larga, larga... Los reflejos
en las vidrieras borrosas
desdibujaban tu esbelto
perfil. Era tu figura
la flor de un nimbo de ensueño.
Tres erais, tres, las hermanas
como en los libros de cuentos.
LA DESPEDIDA
Aquel día -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...
-Me vas a olvidar -dijiste-.
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven... -Presente
5. has de estar siempre en mi alma.
Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiòs, adiòs... -Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emociòn, temblaba.
... Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga...
Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte, notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban de lágrimas.
Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.
Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
...Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.
LA AUSENCIA
En un velo de bruma
la mañana se emboza.
Desde la estaciòn lloro
mi pobre dicha rota.
Otro día cualquiera,
por la calle a esta hora
iría yo olvidado
entre gentes borrosas.
Oh, cuando salga el sol,
qué mañana de gloria.
Como es día del Corpus,
asomada mi novia
verá la procesiòn,
y, al paso de la Forma,
sembrará sobre el palio
su bandeja de rosas
6. deshojadas en pétalos
de seda y sangre roja.
Al ver a mis amigos
mirará melancòlica,
suspirando por mí,
que iré por las tediosas
llanuras de Castilla...
Ay, ya llegò la hora.
Ya la ciudad se aleja...
Ya la oculta una loma.
Ultima vez... Adiòs...
Allí estará ella ahora.
... Todavía a lo lejos
sus agujas asoman
las torres del santuario
de la Virgen Patrona.
"Dios te salve, Reina y
Madre de misericordia..
LA CARTA
Desde lo alto de mi casa
escucho impaciente y miro.
¿Tendré carta hoy? Consulto
a la música, a los libros,
al cielo, a las golondrinas...
(el corazòn es tan tímido...).
Ya pronto vendrá el cartero,
el mensajero divino
de luminosos recuerdos
y ¡ay! de apagados olvidos.
Ya oigo golpes: ya está ahí.
¿Qué dices, corazòn? ¿Sí? ¿No?
Sí; parece que me mira.
"Señor don..." ¡Oh, dulce envío!
¡Oh fragancia de tus manos!...
"Mi inolvidable..." ¡Dios mío!
LA SORPRESA
7. Ya mi corazòn, el pobre,
no puede con su secreto.
¡Oh, corazòn mío, alégrate
que ya se acerca el momento!
Ella estará -tan ajena-
en el mirador leyendo.
Qué susto se va a llevar.
Le va a parecer un sueño...
...Todavía no me ha visto.
Sí... Soy yo... -Pero, ¿qué es esto?
Pero, ¿por dònde has venido?
¡Yo te creía tan lejos!...-.
Junio. Vacaciones. Luz.
Sombrero de paja nuevo.
Golondrinas en la calle.
Y unas flores en tu pecho.
LA PROCESIÓN
Cielo gris. Tarde de luto.
Viejo ambiente medieval.
Una procesiòn recorre
las rúas de la ciudad.
Y tú estás en el balcòn
rodeada de la más
graciosa tropa de niños,
y les das flores y pan
y besos ... qué anacronismo
ponen con su risa agraz
en la tarde húmeda y triste.
Qué tarde tan negra está.
Mas ¿qué importa si en mi alma
hay aroma de azahar
y una alegría fragante
en torno volando va?
Ya la procesiòn ha entrado
por la gran puerta ojival.
Y yo voy a despedirme
porque no te puedo hablar.
8. ¿Qué? ¿Qué dices? ¿Que me quede?
¿Que te espere en el portal?
... Ya estoy contigo. ¡Qué horas
más dulces, más bellas, más...!
¡Oh, las calles medievales
llenas de incienso y de paz!
¡La música de tu charla!...
¡El idilio en el portal!...
NUBE DE PRIMAVERA
No tiene remedio
mi enorme desdicha.
Maldito amor propio...
Vanidad maldita...
Si ella no me quiere
¿qué hacer de mi vida?
...-Se acabò. -Conformes:
es la última cita.
Te daré tus cartas.
Me darás las mías.
¿Es ella? Sí, es ella.
-¿Las traes? -Verás; mira.
Confieso que estuve
duro el otro día.
Te ofendí; lo sé.
Mi orgullo se humilla.
Dime, ¿me perdonas?
...-No lo merecías...
EL RETRATO ROTO
Mi retrato, mi retrato.
¿No te acuerdas? Mi retrato.
Aquella noche subiste
a casa para enseñármelo.
-Míralo. Ciego de rabia
me lo hizo trizas mi hermano.
Pero yo después, con mimo,
lo he ido juntando y pegando.
9. Tú me mirabas los ojos
y yo miraba tus manos,
que guardaban maternales
mi retrato en su regazo.
Y después, mientras hablabas,
distraída, como jugando,
lo estrechabas sobre el pecho,
sobre el corazòn acaso;
luego lo aplicabas a la
garganta, luego a los labios...
Y yo pensaba: cuando esto
hace ahora con mi retrato...
-Sí. Tienes que darme otro,
porque éste el pobre... Aquel bárbaro.
Y yo tierno, contemplaba
mi retrato entre tus manos,
sobre tu pecho, sobre tu
garganta, sobre tus labios...
EN LA ALDEA
Tú aquel día vestías de blanco
y leías un libro de rimas.
Yo vi tu silueta
elegante y fina,
que se recostaba
en la barandilla
de la blanca, suntuosa terraza,
desde el fondo del largo tranvía.
Y aunque tú miraste,
al no verme, ibas
sospechando que yo aquella tarde
faltaba a la cita.
Y pensaste acaso:
-Ya de mí se olvida...-.
Me apeé en la plaza.
"¿Quién es éste?" en el pueblo dirían.
Y tú estabas allí en la azotea
toda pensativa,
toda blanca y triste,
10. siempre abierto tu libro de rimas...
Y mis pasos sonaron vacíos
en el claro silencio del día.
Y tú, al escucharlos,
alzaste la vista;
tu cabeza me dijo un saludo
de gracia exquisita;
apuntaron, al verme, tus labios
una dulce, adorable sonrisa;
tus manos cerraron
el libro de rimas...
y saliste corriendo a mi encuentro
por la puerta trasera y furtiva.
Y en la tarde apacible, serena,
aromada de paz campesina,
conversamos en pláticas dulces
... y vivimos un libro de rimas.
SUEÑOS
Anoche soñé contigo.
Ya no me acuerdo qué era.
Pero tú aún eras mía,
eras mi novia. ¡Qué bella
mentira! Las blancas alas
del sueño nos traen, nos llevan
por un mundo de imposibles,
por un cielo de quimeras.
Anoche tal vez te vi
salir lenta de la iglesia,
en las manos el rosario,
cabizbaja y recoleta.
O acaso junto al arroyo,
allá en la paz de la aldea,
urdíamos nuestros sueños
divinos de primavera.
Quizá tú fueras aún niña
-oh remota y dulce época-
y cantaras en el corro,
a) aire sueltas las trenzas.
11. Y yo sería un rapaz
de los que van a la escuela,
de los que hablan a las niñas,
de los que juegan con ellas.
El sueño es algo tan lánguido,
tan sin forma, tan de nieblas...
¡Quién pudiera soñar siempre!
Dormir siempre ¡quién pudiera!
¡Quién pudiera ser tu novio
(alma, vístete de fiesta)
en un sueño eterno v dulce.
blanco como las estrellas!...
ADIÓS
El porqué me abandonaste
yo no acierto a comprenderlo.
Siempre ha de ser para mí
impenetrable misterio.
Perdòname si el dolor
me hizo torpe o indiscreto.
Te quería tanto, tanto...
El golpe fue tan tremendo...
Te he perdido para siempre.
Bendita seas... El tiempo
que fuimos novios, me hiciste
bienaventurado y bueno.
Unas horas infinitas
bien valen este desprecio.
Ahora vivo solo y triste
y desahogo mis nervios
en estos versos románticos
que me sirven de consuelo.
Si los lees algún día,
sòlo una cosa te ruego:
un pensamiento, un suspiro,
una lágrima, un recuerdo...
Adiòs... Adiòs para siempre...
(... Frío... Soledad... Silencio...)
12. INICIALES
TRILOGÍA DE INSTANTES LÍRICOS
A Ángel Espinosa
FUEGO
Se ha muerto el sol, el mar fue su sepulcro.
Después de despedirle, mudo y grave,
me vuelvo a oriente a contemplar el lento
tránsito de la tarde.
Aún se enrojece el cielo y la campiñ
con las pòstumas gotas de su sangre.
Ronco son de tragedia
alienta en el espacio circunstante
y se presiente el agorero vuelo
de una bandada de siniestras aves.
Una apremiante queja
-angustias y estupores inefables-
me envían las ventanas de las torres
fijas como pupilas vigilantes.
Encendiò el largo agonizar del héroe
lumbraradas de antorcha en sus cristales.
Hasta el sediento verde de los campos
refleja resplandores llameantes
y es el paisaje entero variaciones
sobre un fondo de fuegos siempre unánimes.
Opreso ante el misterio,
el corazòn absorto apenas late.
AIRE
Ya se apagaron los celestes fuegos.
Ahora el paisaje es como un gran latido
palpita un manso anhelo de ternura
en su regazo lírico,
en tanto que con gracia sosegada
se despereza el suelo estremecido.
El labio innumerable de la brisa
me acaricia solícito.
Juego de luces: suave como un bálsamo,
el ámbito humedece de amarillo
temblor la luz difusa
13. del éxtasis muriente vespertino,
y en ella se disuelve
la que derrama tibio
el farol con su pulpa azucarada
y su aureola verdosa. Se oye el tímido
pestañear del lucero de la tarde,
solo en el infinito.
Es todo aéreo, frágil, luminoso.
Todas las cosas son como suspiros
que del alma del mundo, tierna y grande,
se escapasen furtivos.
Y yo siento en mi alma còmo nacen
las alas milagrosas del espíritu.
MAR
El vasto mar es el protagonista.
Ya es la noche señora
y apenas en las lindes de occidente
se esfuma vaga claridad borrosa.
Las estrellas se encienden allá arriba.
Calla la tierra en sombra.
Ya las pálidas luces interiores
prestan a las ventanas veladoras
un rescatado palpitar de vida
sosegada y piadosa.
El amplio mar, titán infatigable,
modula sin cesar la triste estrofa
de su eterna canturía.
Infúndese en las cosas
una impalpable esencia que trasciende
a salobres aromas.
Y ya no sé si el aire
es mar, si el mar es aire, y ondas
me envuelven, me sumergen
y me acarician de invisibles gotas
mientras sobre la playa se amortigua
la candida sonrisa de las olas.
POETA SIN PALABRAS
Voy a romper la pluma. Ya no la necesito.
Lo que mi alma siente yo no lo sé decir.
Persigo la palabra y sòlo encuentro un grito
roto, inarticulado, que nadie quiere oír.
14. ¡Dios mío, tú el Poeta! ¿Por qué no me concedes
la gracia de acertar a decir cosas bellas?
Dame que yo consiga -merced de las mercedes-
interpretar las flores, traducir las estrellas.
Yo escucho sus secretos. Yo entiendo su lenguaje.
No el ser sordo, el ser mudo es mi condenaciòn.
Para mí es como un alma dolorida el paisaje
y el mundo es un sonoro y enfermo corazòn.
Llevo dentro, muy dentro, palabras inefables
y el ritmo en mis oídos baila sus armonías,
mientras vagan perdidas, ciegas e inexpresables
yo no sé qué interiores, soñadas melodías.
Como un niño que tiende sus bracitos desnudos
a las cosas y quiere hablar y no sabe y llora...
así también ante ellas se abren mis labios mudos
de poeta sin palabras que el gran milagro implora.
Tú, Señor, que a los mudos ordenabas hablar,
y ellos te obedecían. Pues mi alma concibe
bellas frases sin forma, házmelas tú expresar.
Ordénale ya: "Habla" al poeta que en mí vive.
AL ETERNO FEMENINO
Eres, mágico ser, alma de seres,
flor del amor de todos los amores,
eres piadoso beso en los dolores,
eres nuevo placer en los placeres.
Ángel de luz y diosa y musa eres,
lumbre y fragancia de astros y de flores,
eres suave esplendor sobre esplendores,
blanca mujer de ensueño en las mujeres.
Huérfano de tu luz ¡padecí tanto!
hasta que ya, vencido del camino,
los ojos torné a ti, secos de llanto,
y el corazòn, errante peregrino,
quedò preso en la malla de tu encanto,
encanto eterno, Eterno Femenino.
ERA UNA VEZ
Era una vez un hombre que amaba a una mujer.
15. El hombre era poeta y ella no lo sabía;
apasionadamente le amaba. Le atraía
su profunda mirada, su terco enmudecer.
Y en una noche íntima, sin poder contener
su ardor, hablò por fin: -"Tu amor, amada mía,
prendiò en mí la celeste llama de la poesía.
Oh, qué maravilloso poema voy a hacer."
Cuando después sus versos le recitò el poeta,
ella, que le escuchaba pensativa e inquieta,
sonriò amargamente y, lenta, se alejò.
Él la miraba atònito: -"¿Por qué me dejas, di?
Y sin volverse, lejos, le contestò ella así:
-"Eres poeta... Sueña. ¿Qué falta te hago yo?
SIRENA
A José de Cirio y Escalante
Tenía la misma voz
que sueño para mi amada,
voz de caricias y arrullos,
frágil, vencida, lejana.
Era una noche purísima,
primaveral, azulada,
llena de suaves rumores,
ebria de imposibles ansias.
Y al entrar en una calle
me dijo ella: "¿Vienes? ¡Anda!..."
Tenía la misma voz
que sueño para mi amada.
Y yo estuve por decirle:
"Sí, ven conmigo, muchacha.
Ven conmigo. Mira: ¿ves
la luz de aquella ventana?
Allí hay un niño que duerme
y hay una madre que canta
dulces tonadas... Familias
felices bajo la lámpara.
Ven conmigo. Habíame tú
con esa tu voz de plata,
16. y en un Jordán milagroso
purificaré tu alma.
Yo le hubiera hablado, pero
no dije ni una palabra,
y continué mi camino
triste y solo... ("¿Vienes? ¡Anda!...")
Tenía la misma voz
que sueño para mi amada.
MEDITACIÓN DE AÑO NUEVO
Un año más. La vida
¿qué me deparará? Yo poco quiero.
Que cierren sòlo espero
otros labios los labios de mi herida.
Aún soy joven. Mi frente
no rubrican arrugas ni orlan venas.
Y unas canas apenas
me han salpicado prematuramente.
Pero en el pecho llevo
un cadáver helado e insensible.
Y es un huésped terrible
para empezar con él el Año Nuevo.
"¡Lázaro, resucita!"
¡Oh, si la voz divina resonara!
La mañana se aclara.
Aguarda, corazòn, la hora bendita.
MIRANDO EL TEJADO
Tejas, sedientas tejas de los tejados,
no estáis tan secas
como mi alma.
Cales, pálidas cales entre ladrillos,
no sois tan ácidas
como mi alma.
Vidrios, cansados vidrios de las guardillas,
no veis tan turbio
como mi alma.
17. Hilos, desnudos hilos de los teléfonos,
no os hiere el viento
como a mi alma.
Musgos, musgos parásitos y generosos,
ni eso siquiera
brota en mi alma.
Ropas, tendidas ropas tomando el sol,
negras tinieblas
cercan mi alma.
Cosas, humildes cosas en los tejados,
en turbio sòtano
yace mi alma.
Todas vosotras luego veis las estrellas,
niebla perpetua
ciñe mi alma.
ESFINGE DE DICIEMBRE
El carmesí del cielo
se destiñe en un leve
tono naranja pálido,
desvanecido y tenue.
Se estiliza el paisaje
decorativamente.
Los palacios, los árboles
sus siluetas ofrecen
de un perfil tan agudo
como si el cielo hendiesen.
El humo gris, ingrávido
se detiene y se pierde.
De un invisible hielo
se satura el ambiente.
Los tejados trasfloran
el rocío del vésper.
Se empañan los cristales
en nieblas de relente,
y se espiritualizan
las chimeneas. Bebe
la media luna pálida
polvo de oro celeste.
18. Y un gato ultra telúrico
filosofa solemne,
y observa con sus ojos
metálicos y verdes
el misterio infinito:
esfinge de diciembre.
LA CARAVANA DE LAS LECHERAS
En las tibias mañanas de mayo, julio, octubre,
por la alameda abajo el paso se descubre
de la reata plácida que los caminos cubre,
acarreando el jugo de la rosada ubre.
Sobre los altos chopos, jilgueros, gorriones
trenzan su algarabía joviales y zumbones.
Un sol recién nacido despierta los balcones
y filtra entre las hojas trémulos medallones.
Solemne y panorámica llega la cabalgata
que viene de la aldea en lenta caminata:
lecheras sollamadas, borricos en reata
que, menuda y ligera, multiplican la pata.
Al vaivén de los trotes, la hojalata y la olla
acompasan su ritmo de sonora bambolla.
En el bache abismada, la carreta se atolla.
Asnos blancos al sol... Un cuadro de Sorolla.
Domésticos, sesudos, van pasando los burros,
letanía asinaria de los nombres cazurros:
Generosos y Estrellas, Rucios, Florindas, Curros.
Llega un sabroso aroma de matinales churros.
Al modo mujeriego sobre la áspera albarda,
asnalgan las lecheras. Y tras la vieja tarda,
como blanca paloma junto a torpe avutarda,
monta la moza esbelta que en las huertas escarda.
El ramal del cabestro en la mano que acopla
caricias de mujer y riesgos de manopla.
Sus faldas rameadas la brisa agita y sopla.
Rasga el aire el aroma de una rústica copla.
Es la escena de égloga, que huele a pan y a heno,
19. a tomillo y a hierba, a maíz y a centeno,
a heno de la cuadra y a pan limpio y moreno,
a borona y a aceña y a troje bien relleno.
Parece un episodio de la vida de Ruth.
En la alameda juega un rapaz, lanza un chut.
Un pajarillo alegre modula su cu-cut,
motivo de una idílica pastoral en ut.
El aire se caldea con un hálito de horno,
con un cálido aliento, preludio del bochorno
que quemará las hojas. Para el visual soborno
han colgado sus muestras las tiendas del contorno.
Entre el polvo y el sol van volando las moscas.
Los asnos se sacuden los tábanos con foscas
contracciones. Y mercan las amazonas roscas
de pan tibio, que cruje entre sus manos toscas.
Los pitos de las fábricas sollozan la señal.
Al azul matutino sube el humo industrial.
Y la última lechera, trabando del ronzal
de su pollino, avanza por el camino real.
PRELUDIO
Las cosas están absortas,
las cosas están calladas
y densamente gravita
la vida sobre las almas.
Vuelan rápidas las nubes,
barridas por bruscas ráfagas,
y una paloma va y viene,
temblorosa y alocada.
Trae el viento como un sueño
lejano son de campanas.
El ambiente se satura
de humedades de borrasca.
Las cosas están absortas,
las cosas están calladas,
como aguardando el milagro,
como esperando la gracia.
Una gota prematura
me ha salpicado la cara.
20. Y como esa niña enfrente
que cuida y mima sus plantas,
yo también en mi balcòn
expongo mi triste alma
-que se me muere de sed-
para que se empape de agua.
QUÍMICA
Poeta, tu dolor de amor
dánoslo en un solo verso.
En el átomo menor
está todo el universo.
La lágrima que rezuma
es todo el goce de amar.
En la gota de la espuma
vive el misterio del mar.
Aprende a mirarlo todo.
Lo grande está en lo pequeño.
Y a veces se abre en el lodo
-flor del infinito- el sueño.
El pájaro es la ilusiòn
y la estrella, la esperanza.
El paisaje del balcòn
que se pierda en lontananza.
Tienes en tu mano el mundo
con sòlo saberlo ver.
El siglo está en el segundo
y el mañana en el ayer.
Conténtate con lo poco
y poetiza lo vulgar.
La gente dirá: "es un loco,
un pobre loco de atar".
Tú ríete de la gente,
y en lo que tienes medita.
El cosmos cabe en tu frente
cual la fruta en la pepita.
Luego sobrio, austero, parco,
da a tu pensamiento forma.
Y no te cuides del marco.
Sea "desnudez" tu norma.
21. Danos el brote, la yema,
que es darnos el universo.
Cántanos todo el poema
-infinito- en sòlo un verso.
SILENCIO
La voz, la blanca voz que me llamaba
ya apenas entre sueños la adivino.
Suena su son angélico
cada día más tímido.
Bajo el agua del lago va enterrándose,
va hundiéndose en el fondo del abismo.
Los años van tejiendo
densas capas de limo.
Ella se esfuerza por romper las ondas,
por dejar su cristal en mis oídos.
Y yo apenas la escucho
como un leve suspiro.
Más que la voz percibo ya el armònico.
Ya más que timbre es vacilante espíritu.
Me ronda helado, mudo,
el silencio infinito.
TENTACIÓN
No. De noche no. De noche
no, porque me miran ellas.
Sería un mudo reproche
el rubor de las estrellas.
Tan inocentes, tan puras,
con sus ojos ignorantes,
latiendo como diamantes
allá arriba en las alturas.
-Entonces, mira. Mañana
bajo el sol viejo y ardiente.
La luz ciega, muerde, aplana.
22. El alma duerme... y consiente.
-¿De día? No. Las estrellas
en el cielo están también.
¿No lo sabías? Sí. Ellas,
aunque invisibles, nos ven.
IMPROMPTU
Cuando me tiendo en la playa
boca arriba,
en estas noches tan hondas
y tan íntimas,
noches de claras, diáfanas
maravillas,
tan evidentes, tan nuevas,
tan antiguas,
la inmensidad se me abre
sin orillas,
sin linderos y sin márgenes,
infinita.
Y qué ansias de hacer cándida
mi vida
para que Dios la contemple
desde arriba.
Qué hermosura. Niño astrònomo.
(Yo tenía
nueve años y estudiaba
de puntillas
torciéndome en el balcòn
Cosmografía:
Sirio, Antares, Betelgeuse...)
Ay, qué líricas
las estrellas, qué profundas
y qué limpias.
Y ver lo que hay más allá,
más arriba,
más detrás de las más altas,
más encima.
Sí, còmo todas me llaman
y me miran.
Parece que dicen: sube,
date prisa.
Còmo se abre el horizonte
y se amplifica
23. como la onda de la piedra
centrífuga.
Còmo crece el corazòn,
còmo rima
con los astros y los ángeles
y palpita
olvidado de la muerte
y de la vida
... cuando me tiendo en la playa
boca arriba.
PALOMAR
Mañana de primavera.
Fumando las chimeneas.
Azul. Libertad. Parejas
de golondrinas valsean.
Paloma en el palomar.
Gata al sol. Alma inmortal.
¿ Qué haces que en casa te estás ?
-No tengo con quién volar.
LOS POETAS SABEN
Los poetas saben muchas cosas,
piedras raras, extrañas flores.
Y en mi jardín no hay más que rosas,
rosas blancas y de colores.
Yo no me atrevo a hacer poesía.
Mi ajuar irrisorio es tan pobre.
Mi hacienda se gasta en un día
como una moneda de cobre.
Remotas memorias fragantes
de lejanos mayos floridos.
Y un puñado de consonantes
para hacer versos doloridos.
La novia imposible y soñada.
Un dolor de renunciaciòn.
Y una música sepultada
en el fondo de mi corazòn.
La ventaja del pobre es ésta:
que nadie le puede robar.
24. Mi poesía es torpe y modesta.
Oh, no me la podréis quitar.
ABANICO
Cuida tus alas, abanico,
cuando abaniques a tu dueño.
No te aproximes demasiado
que yo ya sé que no hay remedio.
No la refresques, no la airees,
aviva más el dulce fuego
y broten férvidas las chispas
y crezca múltiple el incendio.
Cuida tus alas, abanico,
revolotea en cauto cerco,
que ni en tus plumas va la brisa
ni entre tus garras vuela el céfiro.
Y cuando un día, envejecido,
sobre sus manos caigas muerto,
rotas tus alas temblorosas
y desgarrado al fin tu pecho,
que ella te guarde compasiva
en el altar de los secretos
junto a unos pálidos retratos,
entre unas cartas y unos versos.
Y entonces sí. Y entonces calma
su sed con brisas de recuerdos
que agolpen brumas en sus ojos.
Y agua de lluvia manen tiernos.
BALADA DE LAS TRES GRACIAS
Llegáronse a mí las tres
misteriosas y embozadas.
Y adelantándose una
-los ojos rojos de llamas-
me dijo: -Toma mi carne,
mi carne que, tibia y sabia,
tras el velo de alabastro
se despereza y abrasa.-
Yo contesté: -Flor de seda
pronto se mustia y se aja.
25. La otra, de celeste frente
y ojos como estrellas blancas:
-Tendrás -prometiò- mi cuerpo;
pero con el cuerpo, el alma.
Luz de teologales ciencias
me ilumina. Y como hermanas
leerán nuestras almas juntas
los arcanos de la cábala.-
Yo respondí: -De la nieve
nunca he visto surgir llamas.
La tercera se acercò
frágil, perezosa y lánguida.
En sus ojos negros, húmedos,
Melancolía anidaba.
Me hablò así (oh voz divina):
-Soy niña, virgen y pálida.
Seré tuya para siempre,
vida y sueño, cuerpo y alma.
Pero yo te ofrezco algo
que no tienen mis hermanas:
un corazòn de mujer...
¿Verdad? qué cosa tan rara.-
Yo dije: -Fruta engañosa
cuyo jugo nunca sacia.
No, no quiero emponzoñarme.
Eva, guarda tu manzana.
Y cuando se quedò sola
se puso a llorar mi alma.
POETA DE VEINTE AÑOS
Poeta de veinte años, tu canto adolescente
es un triste desfile de enfermizos motivos.
Tiene tu canto un ritmo desmayado, doliente,
y está lleno de gestos displicentes y esquivos.
Y tu vida es risueña, y es goce y alegría,
y para ti se abre siempre nuevo el Oriente.
Ya cantarás triunfante cuando anida en tu frente
el ave negra y mala de la melancolía.
Porque el Arte es la sed y es lo que no se tiene
y es el color complementario y siempre viene
vestido de imposible para nuestra emociòn.
26. Y así sueñas, poeta, tu loco carnaval,
y es tu canto el desquite de tu vida real
y una careta púdica sobre tu corazòn.
FIEBRE OTOÑAL
Tarde precoz de otoño, trabajada y marchita
como una estrofa decadente,
que sòlo ofreces una brisa torpe y maldita
para este plomo de mi frente.
Tarde enferma de siglos, tarde cargada y sucia
de viejas memorias borrosas.
Mi alma febril, calenturienta, se desahucia
al ver mis manos ardorosas.
Tarde con luz violenta, lívida, apuñalada
como en un lienzo de Doménico,
y sin embargo suave, húmeda, equilibrada
en un bello desmayo helénico.
Tarde con sol, con lluvia, con azul, con pizarra,
en una lid de meteoros,
toda confusa y loca, que delira y desbarra,
ronca de risas y de lloros.
Me has traído con tus lágrimas para mi fiebre
la queja de una voz remota,
tus lágrimas que llenan el oro del orfebre
cáliz sediento gota a gota.
PASEO NOCTURNO
Está la noche propicia
a líricas evasiones.
Y nos baja una caricia
desde las constelaciones.
Como una lágrima, el cielo
tiembla suspenso y preciso,
desnudo de todo velo,
diáfano e indiviso.
Noche libre e inaudita.
Ansia de desvanecerse.
Y una expansiòn infinita.
Amar. Morir. Y perderse.
27. Oh, mi señora la luna.
No sé si boga o se mece.
Si esto último, es una cuna,
y si avanza, me parece
una gòndola encantada
de una Venecia celeste
que boga y vaga azorada
de este a oeste.
Las estrellas, ¡qué desnudas!
Còmo tiemblan de emociòn.
Y còmo sus voces mudas
me llegan al corazòn.
Estrellas innumerables,
estrellas, blancas estrellas
virginales, inefables.
Alma, ¡quién fuera una de ellas!
Oh, si alguien me escuchase.
Siento tanta sed de hablar.
(La luna entra en una fase
lunar.)
Ay, ¿a quién le contaría
este gozo y este llanto?
Mi corazòn se extasía.
Ama tanto, tanto, tanto.
De pronto viene a mi frente
una ultra còsmica brisa.
Dulcemente, dulcemente,
me riza en blanda sonrisa.
¿Estoy al borde de un lago?
¿Estoy dentro de un suspiro?
¿Qué es este deseo vago?
¿Por qué tiemblo, por qué giro?
Me llega un olor salino,
no sé de dònde.
Siento un roce cristalino.
¿Las estrellas son de...?
Blancas y verdes espumas.
Venus va a nacer. ¿Y aquella
que arriba brilla entre brumas?
No es Venus, es una estrella.
Oigo un oleaje sonoro
y me excito: el mar, el mar...
28. Y no es el mar, es que lloro,
lloro sin saber llorar.
IMAGEN
POEMAS
(1918-1921)
Madrid, 1922
Al poeta
JUAN LARREA,
Que ha explorado conmigo las rutas de este libro.
EVASIÓN
(1918-1919)
Mis versos ya plumados
aprendieron a volar por los tejados
y uno solo que fue más atrevido
una tarde no volviò a su nido.
JUAN LARREA.
NOCTURNO FUNAMBULESCO
El muelle es el escenario.
Desde allí diviso el vario,
brumario y extraordinario
panorama.
Los luceros se estremecen.
Tan diminutos parecen
margaritas que florecen
en la grama.
Sobre el silencio terrestre
se abre el blanco circo ecuestre
en el paisaje rupestre
de la luna.
Mis visiones de noctámbulo
acrobático sonámbulo
en equilibrio funámbulo
una a una.
La luna en cuarto creciente
29. es como un huevo esplendente.
Todo el cielo se resiente
de su luz.
Los faroles en hilera
son estrellas de primera,
de segunda y de tercera
magnitud.
Se divisa en lontananza
el verde de la esperanza
y el rojo, sobre la panza
de un vapor.
Y con el lunar reflejo
se agitan en el espejo
formando un vivo aparejo
tricolor.
IMAGEN
La guirnalda de las luces
cae en el agua de bruces,
quebrándose en mil chapuces.
Y si arrecia
la brisa sobre el cristal
mòvil, rizado, banal,
baila el agua un carnaval
de Venecia.
AZAR
La ruleta celeste
-blanco, verde, rojo, azul-
gira lenta, lentamente.
Y yo lanzo mi bola imaginaria.
Blanco, verde, rojo, azul.
blanco, verde, rojo, azul,
blanco, verde.
La estrella mía es verde.
Caballitos, caballitos celestiales.
(A Pegaso
le brincan
las patas.)
30. Casiopea está invirtiendo su W
que ya es casi una M.
Según como se mire.
Caballitos, caballitos con sus jockeys.
Oriòn con los tres Reyes
se oculta, se sumerge.
He vuelto a jugar. Al rojo,
Blanco, verde, rojo, azul...
¡No poder ver la Cruz del Sur!
Unos ganan y otros pierden.
Y se paga en estrellas.
Caballitos, caballitos... La ruleta
gira, gira lentamente.
APUNTE
Atardece.
Un oro veneciano
-Giorgione o Tiziano-
en el ambiente.
Más bellas y armoniosas
que nunca las mujeres.
Una música anida
en la casa de enfrente.
El paisaje se alarga
horizontalmente.
Como una mariposa,
el sol se posa
en mi frente.
RETABLO
¿Quién dijo "el teatro de las sábanas"?
Definitivo acierto.
Yo todas las mañanas lo gozo
desde mi lecho.
31. Los cortinones son el suntuoso
telòn. Acto primero.
(La escena se desarrolla
en el techo.)
Ingenuo guiñol metafòrico...
¿Qué es eso?
Una carroza o una litera
que cruza en silencio.
Bravo lujo. Bien por los esclavos
negros.
¿Y ahora?... Que le alcanza, que le pega.
Buenas piernas, mancebo.
Mira, mira Polichinela.
Preñado de espalda y pecho.
Ay, qué graciosa pirueta.
Ole. Ole. Bravo, maestro.
Qué salados, qué granujas
son sus muñecos...
Sutiles hilillos de luz.
El Sol, gran maese Pedro.
RÍA
Parece que el barco avanza
abriendo un surco en la tierra.
Se desliza entre las márgenes.
Un juguete de madera...
Pero hay agua. Ría amarga.
Cordòn umbilical. Tiembla
el agua, ayer virgen. Hoy
parturienta de promesas.
Dos gaviotas turistas
nos traen el mar a la tierra
y ría arriba se pierden.
Aprende, alma volandera.
Para pasar bajo el puente
estorban las chimeneas,
32. y los barcos, en un bello
gesto -zas- se las degüellan.
Nos embarcamos. Seguimos
una diagonal. Estelas.
En el cristal de la ría
los tiesos remos se quiebran.
Las márgenes se nos van.
Bello alarde de cinema.
Un remolino de hélice
nos va a tragar... Rema. Rema.
AHOGO
Déjame hacer un árbol con tus trenzas.
Mañana me hallarán ahorcado
en el nudo celeste de tus venas.
Se va a casar la novia
del marinerito.
Haré una gran pajarita
con sus cartas cruzadas.
Y luego romperé
la luna de una pedrada.
Neurastenia, dice el doctor.
Gulliver
ha hundido todos sus navíos.
Codicilo: dejo a mi novia
un puñal y una carcajada.
ZODIACO
A Rafael Cansinos-Asséns
Zodiaco. Banda de Geos.
Cruces. Medallas. Trofeos.
Gira lenta la correa
de la eclíptica polea.
Se inclina en bello viraje.
Vuela sobre el paralaje.
Blancas teorías de estrellas,
las más firmes, las más bellas.
33. Las doce constelaciones
enlazadas de las manos
cantan celestes canciones
que no entienden los humanos.
Oh, corona sideral
inocente y virginal.
Los coluros y los tròpicos
son aros vacuos, utòpicos.
Tú ciñes de invierno a invierno,
amoroso, mi planeta
Tú, Zodiaco, eres eterno.
A ti te canta el poeta.
ARIES
Intrépidos Argonautas. Jasòn.
La copa de las regatas, el Toisòn,
(En Rodas, Apolonio
os dará testimonio.)
Aries apunta sus cuernos
primaverales,
como los tiernos
recentales.
En cada punta una estrella.
Andròmeda la bella
querría huir galopando sobre Pegaso.
Pero Pegaso
va paso a paso.
Aries. Riqueza. Violencia,
nos pronostica la ciencia
sideromántica, astròloga.
Ebulliciòn biòlogo.
Aries. La doncella hermosa.
En el rosal la rosa.
TAURO
Tauro. Potencia. Vigor.
Sangra, escarba, muge, topa.
Tauro es Júpiter raptor.
Sobre sus lomos, Europa.
(El Buey Apis cruza lento
contra escarnio y contra viento.)
34. El horòscopo adivina
obstinaciòn, lucha, inquina.
Tauro. Fuerza. Sexo. Arde
el macho en celo. El cobarde
de vergüenza palidece.
Tauro todo lo enrojece.
Y, oh paradoja divina:
sobre el sangriento Aldebarán se posa
la mariposa,
la golondrina.
GÉMINIS
Géminis. Los dos hermanos
iguales y paralelos.
Sobre los hombros, las manos.
Castor y Pòlux, gemelos.
Deteniendo su cuadriga
los examina el Auriga.
Géminis, símbolo profundo.
El viudo busca su pareja.
Sobre la corola, la abeja.
Bajo el sol, el amor fecundo.
Los hijos de Géminis son nobles.
Su espíritu alto. Sus amores dobles.
Paraíso de los andròginos.
Infierno de los misòginos.
El águila bicéfala vuela
invulnerable a las balas.
Al alma le nacen dos alas.
y persigue al alma gemela.
CÁNCER
Cáncer. El Sol llega al tròpico
y empieza a andar del revés.
Cáncer. El Sol microscòpico
se abate sobre la mies.
Sombras enanas
y fuegos artificiales.
Reverberan las vestales
humanas.
En el cielo arden hogueras.
Caen estrellas en las eras.
Huele la Luna. Es el gran
35. panselenio de San Juan.
Humor fantástico. Viajes.
Germinaciòn de lunáticos.
Van por celestes parajes
fanáticos.
Cáncer. La Luna princesa.
El Sol la alcanza y la besa.
LEO
Leo. El cuerpo y la cabeza.
(¿Un leòn o un ave coja?)
La melena de Su Alteza
es aromática y roja.
Régulo: la garra en alto,
preludio de heroico asalto.
Pòlux, medroso, se abraza
a Castor. Y todos: ¡Plaza!
-gritan- ¡Plaza al Rey!
Quia nominar... Es la ley.
Leo. Vino, sangre y fuego.
La Rueda de la Fortuna.
Si la bola es oportuna
hay herencia. Pero luego...
Leo. Dormita, bosteza.
...No despertéis a Su Alteza.
VIRGO
Virgo, en las manos de cera
levanta la rubia Espiga.
Y derribada en la era,
dice la virgen: -Mi amiga,
mi amiga casta y sin velo,
la blanca Virgen del cielo.
Quién pudiese ir en un vuelo-.
La mira el Cisne y piensa en Leda.
Como pueda...
-Pon en mis ancas tu raso
-dice Pegaso-.
Virgo, llamas refrenadas.
Mieses. Sol. Dulces miradas.
Horòscopos de demencia.
Peligros de adolescencia.
Sueñan las doncellas
36. amantes;
vuelan las estrellas
errantes.
LIBRA
Libra. Los platillos llenos.
a, y, arriba P,
el clavo que los sujeta.
Los frutos colman sus senos.
Es el fiel. Ni más ni menos.
Libra. Cosechas. Vendimias.
En las retortas de alquimias
y en los magos alambiques
descifran los nigromantes:
-Nadie al amor pone diques.
Mas tened cuidado, amantes-.
La dama de la pelerina
se ha enamorado de Arturo.
Adiòs, golondrina.
El cielo está ya maduro.
ESCORPIO
Escorpio. Se retuerce en los mares
horizontal.
Saluda la rojiza Antares
a la Cruz Austral.
Mordeduras. Baba. Ira.
La Virgen, en el trapecio,
se columpia y le mira
con desprecio.
Se enreda la madeja
de las estrellas. Una se queja.
Y hay un secreto trigonométrico
en su laberinto geométrico.
Algunas se desgajan
y como hojas secas bajan,
haciendo eses,
a posarse sobre los cipreses,
de los cementerios.
Escorpio. Audacia. Adulterios.
Esta mañana
se nos ha muerto la hermana.
37. SAGITARIO
Sagitario. El arco estalla.
Tiembla la aguda saeta.
El bello centauro-atleta
en escorzo de batalla.
Apunta. Salta la flecha.
Parábola. El arco vibra.
Ha herido a Escorpio o a Libra.
Y cae la estrella deshecha.
Dicen todos: -Sagitario-
y hay un temblor extraordinario.
Hasta el Águila se inquieta.
Recoge su cola el cometa.
Sagitario. El gran obstáculo,
dice el oráculo.
Todo bien o todo mal.
Omnipotente o fatal.
Sagitario, ¿es tu saeta
la que malhiriò al poeta?
CAPRICORNIO
Capricornio. Alarga el cuerno.
Corvas y velludas piernas.
Invierno.
Nieves eternas.
Capricornio topa y salta.
Ostenta
la cornamenta
de las cabras de Malta.
Irònico signo
maligno.
El Cisne patina
por la onda cristalina.
Pronòsticos: genio activo.
Fallan las patas de chivo.
Balancea el tallo Sirio.
Inmaculado lirio.
Capricornio. Tus placeres
los mejores.
Rubores
en las mujeres.
ACUARIO
38. Acuario. Ondas de cristal.
Paisaje submarino.
Aurora boreal
sobre el resplandor alpino.
Orion, el gran cazador,
se convierte en nadador.
Ha visto al Delfín
y a las ondinas del Rhin.
Las estrellas, burbujas
somormujas.
Nacen ahora los sinuosos,
movibles y caprichosos.
Verbena
ártica en los bulevares.
Queda presa la Ballena
entre los hielos polares.
PISCIS
Piscis. Juegos. Culebreos.
Las cabecitas biplanas
guiñan los ojos. Mareos.
Trenzadas filigranas.
La Ballena los acecha
y ellos huyen paralelos.
Ha quedado deshecha
la prisiòn de los hielos
Piscis. Espíritu inquieto
propenso al mando y al reto.
El mundo muere. Nace el mundo.
El niño rubicundo
retoza en la cuna.
Se pone su antifaz la Luna.
El Zodiaco vuelve a empezar.
Girar. Girar. Girar.
Dame la mano, hermana:
Vamos a bailar la sardana.
SAN JUAN
Poema sinfònico en el modo wagneriano
A Juan Larrea, en el día de
San Juan (1919).
39. TABLA TEMÁTICA
LA PRIMAVERA
EL ESTÍO
LA FIESTA
PAGANA
LA FIESTA
CRISTIANA
LA RONDA
DE LOS MOZOS
Margarita, novia del grillo.
Dame tu estrella, Margarita.
Amapola, labio de seda.
Bésame, cálida Amapola.
Humo de estrellas en plenilunio.
Dancemos en el rito druídico.
Del agua de gracia, San Juan,
llena tu concha en el Jordán.
Viva la moza. Viva la Juana.
Viva el espliego y la mejorana.
Margarita, novia del grillo.
Dame tu estrella, Margarita.
Margarita, ha venido la golondrina.
Trae una estrella en el pico.
Escucha. Escucha. Cri-cri-cri.
¿Le dirás a tu novio que sí?
Margarita, fíjate bien,
que el pícaro nordeste quiere
abrazarte el talle por detrás.
Margarita, qué linda estás.
Novia de grillos y de luceros.
Dame tu estrella para mi ojal.
La verde cabellera de espigas
-Margarita, novia del grillo-
ha lanzado una idea roja,
seda de labio, sed de Amapola.
Gota de sol tropical.
Dame tu estrella para mi ojal.
Amapola, cálida Amapola,
40. presiento el ardor de tu boca.
La cigarra te quiere aturdir.
No duermas, no, labio de seda.
Bésame, cálida Amapola.
Bésame sedeña y tòrrida.
Margarita, Amapola
novia del grillo, labio de seda.
Se dan la mano las dos hermanas
-sangre de estrellas, beso de luz-
bajo la feria del plenilunio.
Humo de estrellas. Humo de hogueras.
Hogueras en el cielo y en la tierra.
Coro de vírgenes. Surge la diosa.
Dancemos al corro de antorchas.
Dancemos en el rito druídico.
Hagamos el tierno sacrificio.
Llegò la hora del plenilunio
-grillos celestes, llama Amapola-
Sangre de niño. Columnas de humo.
Danza de antorchas. Corro de estrellas.
San Juan. San Juan. San Juan.
La golondrina trae el plenilunio.
Vértice del solsticio de junio.
Se dan la mano las dos hermanas.
Ven a nosotros, concha de gracia.
Humo de estrellas, sangre de hogueras.
Del agua de gracia, San Juan,
llena tu concha en el Jordán.
Y santifica nuestras cabezas
bajo la feria de las estrellas.
La blanca túnica del Precursor,
alba del Sol Redentor.
Huelen los grillos. Luna de gracia.
Concha rizada del agua santa,
bésanos la nuca bautismal.
La paloma del Santo Espíritu
baja a posarse sobre el bautizo.
Agua de gracia del Jordán.
Túnica aurora de San Juan.
Humo de estrellas. Errantes cohetes.
Lunar verbena en el prado verde.
Viva la moza. Viva la Juana.
Viva el espliego y la mejorana.
Ronda de mozos, flor en la oreja,
mejillas rojas de las hogueras.
Arcos de flores. El tamboril
-viva el espliego-repica-crí-crí.
41. Campanero, toca las campanas.
Viva la moza. Viva la Juana.
Danzas druídicas. Corros de estrellas.
Rondas de mozos. Viva la fiesta.
Abren los ojos las margaritas.
Curvan sus alas las golondrinas.
San Juan. San Juan. San Juan.
Grillos. Estrellas. Rondas. Cohetes.
Humo. Amapolas. Tin-tan. Tin-tan.
D'APRÉS DEBUSSY
No hallábamos el nido.
No le hallábamos.
La lluvia devanaba
su moaré de raso
y cuchicheaba
entre los verdes muslos de las hierbas.
El nido estaba pròximo.
No le hallábamos.
Jugamos a las cuatro esquinas.
Jugamos a la gallina ciega.
Nos esponjábamos como sauces
y picoteábamos el granizo.
No le hallábamos.
Pasò silbando un pajarraco negro.
El pequeñín no sabía volar
y se cayò al pozo.
Y el nido
no le hallábamos.
La lluvia abría su abanico tornasol.
En esto...
CREACIONISMO
A mi Virgilio, Eugenio Montes
¿No os parece, hermanos,
que hemos vivido muchos años en el sábado?
Descansábamos
porque Dios nos lo daba todo hecho.
Y no hacíamos nada, porque el mundo
mejor que Dios lo hizo...
Hermanos, superemos la pereza.
Modelemos, creemos nuestro lunes,
nuestro martes y miércoles,
nuestro jueves y viernes
42. ...Hagamos nuestro Génesis.
Con los tablones rotos,
con los mismos ladrillos,
con las derruidas piedras,
levantemos de nuevo nuestros mundos.
La página está en blanco.
"En el principio era..."
IMAGEN MÚLTIPLE
(1919-1921)
Eras tan hermosa
que no pudiste hablar.
VICENTE HUIDOBRO
ROSA MÍSTICA
Era ella
Y nadie lo sabía
Pero cuando pasaba
los árboles se arrodillaban
Anidaba en sus ojos
el ave maría
y en su cabellera
se trenzaban las letanías
Era ella
Era ella
Me desmayé en sus manos
como una hoja muerta
sus manos ojivales
que daban de comer a las estrellas
Por el aire volaban
romanzas sin sonido
Y en su almohada de pasos
me quedé dormido
CAUCE
Una flauta silvestre
hace desfilar los valles
Enzarzadas en los ventiladores
cabelleras de carnaval
olvidaron sus vellones
43. Alguna ruina antigua
ahogada en el río
es una isla sin ancla
Sentadas en lo firme de la vida
las cumbres meditan
PUERTO-CHICO
A Francisco G. Cossío
La nave que dio a luz el horizonte
pliega sus alas como quien
cierra un libro
Al ver a la fragata
todas las chimeneas
se quitan la chistera
He visto en unas redes
los Peces del Zodiaco
Por la noche
cantan los gallos catalépticos
entre los hidroplanos albergados
Y la hija del patròn
desflora las cuatro hojas
del trébol lanceolado de los vientos
De pie sobre las aguas los marinos
que han jurado los remos
los levantan al cielo
Allá arriba
todas las banderas
cantan sus sinfonías marineras
ZORTZIKO
A femando de la Quadra Salcedo
Una mazurka coja
con peluca y sin dientes
me lo dijo
La carretera
estaba sombreada de cirios
44. Y la aldeana
escondía los frutos en el paraguas
En medio de la plaza
vi al zortziko
y era un pañuelo de cinco picos
CARNAVAL
A Adolfo Solazar
Carnaval
De mis mejillas algo va a volar
Los dedos de los árboles
empiezan a ejercitarse en el doigté
Mi cabellera corre como el tren
Carnaval
Rodando sobre los meses
la isla recién parida
viene en su carroza
Sobre el tejado
la última suicida
grita y se alboroza
He guardado la lámpara en el armario
como quien bota un barco
Para qué
si el sol ríe en mis zapatos
y hay en mis ojos melodías vírgenes
Un pájaro modisto
confecciona disfraces con el pico
Sonriendo entre los senos oscilantes
como globos cautivos
fumaba el antifaz
En mi bolsillo
se me ha extraviado la ciudad
Era bello en los mármoles
ver danzar los desfiles de las calles
Era bello y perfecto
como un andamio aéreo de arquitecto
La avenida flotante
fluye solemne entre las dos fachadas
Las citas acumuladas
levantaron el vuelo en los aleros
Y una lluvia de cartas amatorias
sepultò los bancos del paseo
45. Aquel borracho
con el tapòn chistera alicaído
barajaba las losas de la acera
para jugarse el último altercado
Sobre la muchedumbre
las ventanas vuelan
Y la luna esta noche
no reparte esquelas
Pobre corazòn mío
Hoy no le he dado cuerda
Quién podrá sostener
sin quedarse ciego
tantos devotos besos de mujer
Y quién sabrá escanciar
mi sombrero efervescente de soñar
Como si fuesen serpentinas
voy desenrollando las callejas antiguas
Un farol apostado
me pedía limosna con la mano
La cola de la taquilla es un tren detenido.
Hay un arco triunfal
Y después un espejo
que no tiene cristal
En él los viejos retratos
bailan un rigodòn
mientras el álbum llora
Allí me busqué en vano
Pero algo de mí mismo
encontré callejeando
entre las ruinas del escenario
Y para qué callarlo
Las doce campanadas
disputaban mi carne a bofetadas
Un tiro
En guardarropía he caído yo mismo herido
La policía ha desaparecido
Sobre la luz voltaica
sangra el carnaval
TREN
46. Venid conmigo
Cada estaciòn es un poco de nido
El alma llora porque se ha perdido
Yo ella como dos
golondrinas paralelas
Y arriba una bandada de estrellas mensajeras
El olvido deposita sus hojas
en todos los caminos
Sangre
Sangre de aurora
Pero no es más que agua
Agitando los árboles
llueven
llueven silencios
ahorcados de las ramas
TRIUNFO
Sí
Del oriente al ocaso
estalla un arco de triunfo
Elefantes atònitos
pastan en los oasis de mis ojos
Y el viento se ilumina
en el fondo del mar
Mi pecho no se cansa de disparar
La vida
ciudad maldita
empieza a arder
Hagamos de todos los gritos
una sola mujer
TRONO
Detrás del infinito
el acorde perfecto y arraigado
Pasan los años
rezando en su breviario
Un círculo no presentido
se cerrará en torno mío
Pero en la habitaciòn
Nadie Nadie
La butaca es la madre
Y el techo
como un pájaro de museo
inmòvil en su vuelo planeado
47. FE
Gusanos del papel
van hilando los libros con la miel
Aunque todo se pierda
queda un rastro de garganta
y un temblor de agua
No temas
Cuelga tu vida como ropa inútil
y chapú2ate en músicas desnudas
Para los sueños imposibles
la luna se hizo carne
Yo he visto una mujer
modelando su hijo
MESÍAS
Una bandada de ángulos
en un vuelo sin hilos
nace del campanario
La primavera
que aún no sabe mirarse al espejo
espera
Y las praderas novias
danzan en el corro de las bodas
Las flautas virginales
se engalanan de rosas y rosales
Quién sabe si las nubes
sembrarán golondrinas
entre el humo aeronauta
Y si aquí en mi calleja desahuciada
la lluvia caerá de rodillas
LÁMPARA
Azulejos
sobre el regazo de los tiempos
La lámpara florece
todos los inviernos
De su carne rosácea
brota el aroma de los sueños silvestres
Un ave infatigable
abre su vuelo en círculos concéntricos
Algún ídolo roto
se duerme en un rincòn
48. Y el péndulo ahorcado
toca con los pies en el suelo
ÁNGELUS
A Antonio Machado
Sentado en el columpio
el ángelus dormita
Enmudecen los astros y los frutos
Y los hombres heridos
pasean sus surtidores
como delfines líricos
Otros más agobiados
con los ríos al hombro
peregrinan sin llamar en las posadas
La vida es un único verso interminable
Nadie llegò a su fin
Nadie sabe que el cielo es un jardín
Olvido
El ángelus ha fallecido
Con la guadaña ensangrentada
un segador cantando se alejaba
MITO
A Enrique Díez-Canedo
Reflejada en mis arterias
la nube es un arroyo
Remos de oro
baten sus alas
entre la luz ungida de gracia
Dios
siembra el rocío sobre los ciervos
que le elevan el humo de sus cuernos
Las villas rurales
tocan los panderos de sus plazas
Esta tarde
tuve el sol en mis dedos
Todos creyeron que era un mancebo
Las doncellas enamoradas
le despidieron en la estaciòn
El profesor de geografía
ha encendido una nueva constelaciòn
49. CÍRCULO
Este recòndito fastidio
anida todos los años en mi oído
Y este motor que nada mueve
siempre zumbando su estribillo agreste
Gota a gota
las abejas
van quemando el zumo de mis venas
Sangre de ríos
discurre por mi lecho
Curada de su parálisis
ha vuelto a andar la vida
Mi corbata
rueda con su rumor de catarata
HOMBRE
Quién mueve nuestras ramas
nuestras ramas elásticas
Quién agita las noches apiñadas
Sòlo una flecha negra
supo abatir el vuelo en mi costado
Y mis manos
palomas disecadas
hacen el aire agua
Un sueño transversal
se repliega en el vacío mural
Bajo las alas eléctricas
las estrellas cautivas
iban gritando mueras y vivas
El hombre respiraba con los párpados
Y dentro de sus círculos
los mártires estaban anclados
ESTRIBILLO
(1919-1921)
A tu paso
las palabras eran gestos.
ESTÉTICA
A Manuel de Falla
Estribillo Estribillo Estribillo
50. El canto más perfecto es el canto del grillo
Paso a paso
se asciende hasta el Parnaso
Yo no quiero las alas de Pegaso
Dejadme auscultar
el friso sonoro que fluye la fuente
Los palillos de mis dedos
repiquetean ritmos ritmos ritmos
en el tamboril del cerebro
Estribillo Estribillo Estribillo
El canto más perfecto es el canto del grillo
HOY
A J. Rivas Panedas
Quiero inaugurar
el encendido espejismo del símbolo
que ya tiembla de verse frente al mar
En sus carnes
los pájaros nocturnos croan
y los balandros
se despiden dejándose violar
de este viento que silba
motivos de centauros vírgenes
Las locuras se abrazan a sus piernas
y aunque sabe que no puede nadar
quiere sembrar caricias
Ya las horas más agrias que limones
no exprimen su zumo de canciones
Habrá que ir recogiendo
todos los trozos de espejo
que ladran sin saber si tienen dueño
Y en este gran balido universal
quién me sabrá encontrar
esta calle sin nombre en mi recuerdo
Sí Hoy hay que inaugurar
el encendido símbolo sin símbolo
Hoy hay que prometer
y aventar las pavesas
aunque luego al abrir nuestra mano
Dios haya volado
y nos quede solamente
un tembloroso deseo de envejecer
Después de todo
en este viaje no estaremos solos
51. REBAÑO
Los balcones de mi alma
están llenos de lluvia
Yo a las lluvias
las distingo
por sus tactos colores y sabores
lo mismo que a las frutas
Pero el gran caseròn está desierto
y la agonizante cosa que me alumbra
no entiende el telégrafo de banderas
que urgentemente la llama desde fuera
Y ella
se morirá
Y en busca
de otros balcones volarán las lluvias
COLUMPIO
A caballo en el quicio del mundo
un soñador jugaba al sí y al no
Las lluvias de colores
emigraban al país de los amores
Bandadas de flores
Flores de sí
Flores de no
Cuchillos en el aire
que le rasgan las carnes
forman un puente
Sí No
Cabalga el soñador
Pájaros arlequines
cantan el sí cantan el no
MADRIGAL
A Juan Ramòn Jiménez
Estabas en el agua
estabas que yo te vi.
Todas las ciudades
lloraban por ti
Las ciudades desnudas
balando como bestias en manada
A tu paso
las palabras eran gestos
como estos que ahora te ofrezco
52. Creían poseerte
porque sabían teclear en tu abanico
Pero
No
Tú
no estabas allí
Estabas en el agua
que yo te vi
VERBOS
A Pedro Salinas
Un gato ha hilado la abuela
y era una media la rueca
Yo amo tu amas él ama
De mis labios
vuela una bandada de balandros
Legite o legttote legunto
Y esa sonora melena
me salpica desde el balcòn
Nous serons vous serez ils seront
En mis ojos
la yerba invertida llueve
Tithemi tithesi titheti
Ya está el páramo de mis noches
bien aromado de faroles
Inqatalta inqatalti inqatalto
Y en el libro de texto ha hecho su nido
un pájaro recién nacido
Tiqtoli tiqtolna niqtol
El bulevar se ha suicidado
y sangra versos por el costado
Chinomi chinoxi chinoti
Mosca de alcoba o baúl sin intestinos
Es lo mismo
Springen Sprang gesprungen
BARRIO
Luz de prendería
para que el alma ría
Aquella bicicleta
jugando a la ruleta
El cascabel de Dios
53. llama al sol el poeta
Las prendas oblicuas
desnudan sus carnes en la orilla
Luz de prendería
para que el alma ría
Un rojo de monago
y un glissando de cántaro en la fuente
bajan retozando por el arroyo
La plaza loca
se ha puesto a jugar al corro
Y el cielo es un gran circo
del que los trapecios cuelgan al unísono
Luz de prendería
para que Dios sonría
CARTEL
El cartel de la escuela
desgarra sus harapos en la aldea
La mañana es tan triste
que el humo es de papel
A rastras
el viento cojo viene blasfemando
Y disputan beodos
el sol sin sol y el oropel
Las letras se han sentado de través
El cartel se deshoja
Y en el banco recostado
el otoño sonríe y se sonroja
ESTÉRIL
A Rafael Calleja
Cabelleras de llanto
54. resbalaban sus mantos
Y los difuntos se iban apagando
Empecé a comprender
que mi vida es un seno de mujer
Las ventanas de mi alma
se han cruzado de brazos
Y el viento
Me ha dejado sin plumas y sin besos
Con llanto de tranvía descarriado
lloro por los muertos
Dònde han volado mis manos
Vacías mis axilas
ayer sonoras de golondrinas
Cabelleras de llanto
enjugaban mis cánticos
JACULATORIA
Dame una rosa una rosa
para pasar las hojas
La luna se ha sonreído
porque la Virgen estrena hoy un vestido
Le di mi carta deshojada
para que la luna
recite mis baladas
Dame la luna Ruega por nos
para tocar el pandero
La luna en el bardal
para pasar las hojas del rosal
dámela
MOTIVO
Desfilaron por mi silencio
los rebaños celestes en un blanco atropello
Oh qué hartura de ritos y de rezos
Toda la noche la pasé contando
Y decía
Para vencer un remo
Para vencer dos remos
Para vencer tres remos
Y contaba los remos con los dedos
Toda la noche la pasé rezando
Para cantar un vastago
Para cantar dos vastagos
Para cantar
Y al despertar volaron todos los pájaros
55. ANTIPOEMA
Qué pocos cantos sabe el ruiseñor
Se aprenden en seguida Cuéntalos
Ay Señor Señor Señor
En el Paraíso hubiéramos estado mejor
VERBO ALARIDO
Verbo alarido
verbo rugido
magnolias explosivas
muerden las estrellas de los hielos
y hay una única virgen
a lo largo del cielo
Seguid adelante
Las noches se cobijan bajo mi estandarte
Afirmando las raíces en lo negro
será gloria de luz el pensamiento
y nuestras hojas vegetales
volarán por encima de los puertos
cubrirán a los muertos
Despacio
Silencio
No despertéis al
péndulo
Los minutos son polvillo de centellas
y mi rosario va encendiendo las estrellas
Estas pisadas que oísteis en mi oreja
yo no sé si son verdes o son negras
yo no sé de quién son
Yo canto
Ésta es mi voz
Me reconozco en el espejo lento
y este ferrocarril que me explora el costado
cansado de roer ha resbalado
Las lluvias son mis brazos
Solo yo voy ascendiendo
desnudo como el sol
En el fondo ronca el reloj
El mundo está lleno de negros
Cielos blancos y amarillos
me tejerán un manto parabòlico
Mis pies serán uno solo
Y de espaldas a los ríos
incendiaré en la hoguera mineral
56. este verbo alarido
REFLEJOS
A Pedro Garfias
En este río lácteo
los navíos no sueñan sobre el álveo
Como un guante famélico
el día se me escapa de los dedos
Me voy quedando exhausto
pero en mi torso canta el mármol
Una rueda lejana
me esconde y me suaviza
las antiguas palabras
Cae el líquido fértil de mi estatua
y los navíos cabecean
amarrados al alba
MOVIMIENTO PERPETUO
No canta el agua en la rueda
que se muriò en la alameda
La luna abre la sombrilla
camino de la alameda
La sortija la sortija
Dame la mano dice mi hija
El agua muerta no canta
La luna llora en mi garganta
Todos los pájaros piden limosna
En mi garganta rueda la rueda
El agua ha muerto en la alameda
El agua ha muerto hija
La enterrarán en una sortija
EPIGRAMAS
A José de Ciria Escalante
CHIMENEA
Sobre el cielo color de muerto
se olvidaron ayer un abanico abierto
Los gatos saltan a él de tejado en tejado
La torre huérfana
se tronchò en mi pecho
57. GUITARRA
Habrá un silencio verde
todo hecho de guitarras destrenzadas
La guitarra es un pozo
con viento en vez de agua
ABANICO
El vals llora en mi ojal
Silencio
En mi hombro se ha posado el sueño
y es del mismo temblor que sus cabellos
LIBRO DE LOS NIÑOS
No No hurguéis en las viñetas
porque el vestido rosa
tiene a veces ataques de rabia
y aquel pájaro grande
podría arrebatarnos nuestra casa
CINE
El diluvio aletea
entre una algarabía de iniciales
Las aspas del molino
se escapan rodando por la tangente
PARAGUAS
Pájaros de cien alas
picotean la danza de las espadas
Una sonrisa irònica
hace juegos de agua con mis lágrimas
Colgados de tus melenas
juegan al corro los romances rotos
BANDEJA
Nada más
Dejar la cabeza
58. sobre la mesilla
Y dormir con el sueño de Holofernes
MANUAL
DE ESPUMAS
(1924)
CUADERNOS LITERARIOS
Madrid, 1924
PRIMAVERA
A Melchor-Fernández Almagro
Ayer Mañana
Los días niños cantan en mi ventana
Las casas son todas de papel
y van y vienen las golondrinas
doblando y desdoblando esquinas
Violadores de rosas
Gozadores perpetuos del marfil de las cosas
Ya tenéis aquí el nido
que en la más bella grúa se os ha construido
Y desde él cantaréis todos
en las manos del viento
Mi vida es un limòn
pero no es amarilla mi canciòn
Limones y planetas
en las ramas del sol
Cuántas veces cobijasteis
la sombra verde de mi amor
la sombra verde de mi amor
La primavera nace
y en su cuerpo de luz la lluvia pace
El arco iris brota de la cárcel
Y sobre los tejados
mi mano blanca es un hotel
para palomas de mi cielo infiel
MIRADOR
A Ramòn Gòmez de la Serna
De balcòn a balcòn
los violines de ciego
59. tienden sus arcos de pasiòn
Es algo irremediable
cortar con las tijeras estas calles
Las cartas nacidas de mi regazo
aprenden a volar algo mejor
y a un peregrino arrepentido
se le ha visto bajar en ascensor
En el bazar
las banderas renuevan el aire
y el caballo de copas lleva el paso
mejor que un militar
Y tú manso tranvía
gusano de mis lágrimas
que hilas mi llanto en tus entrañas
Condúceme a tu establo
y sácame del pozo en que te hablo
Yo te prometo que esta primavera
tu vara florezca en todos los tejados
tejados olvidados
en los que ya no pastan los ganados
y a los que nunca sube el surtidor
Dejemos al Señor
que arranque las estrella
y durmámonos
sin consultar con ellas
EMIGRANTE
El viento vuelve siempre
aunque cada vez traiga un color diferente
Y los niños del lugar
danzan alrededor de las nuevas cometas
Canta cometa canta
con las alas abiertas
y lánzate a volar
pero nunca te olvides de tus trenzas
Las cometas pasaron
pero sus sombras quedan colgadas de las puertas
y el rastro que dejaron
fertiliza las huertas
Por los surcos del mar
ni una sola semilla deja de brotar
Chafadas por los vientos y los barcos
las espumas reflorecen todos los años
Pero yo amo más bien
los montes que conducen sobre sus lomos ágiles
las estrellas expulsadas del harem
Pastor marino
60. que sin riendas ni bridas
guías las olas a su destino
No me dejes sentado en el camino
El viento vuelve siempre
Las cometas también
Gotas de sangre de sus trenzas llueven
Y yo monto en el tren
MESA
A Wtddemar George
Yo recorrí los mares
embarcado en tu mano
y en los manteles puse un sabor de océano
Los peces giran en torno de mi faro
Pero los barcos naufragaban en el mapa
y el rumor de las olas desplegaba mi capa
El mar ya no se cuida de ser redondo
No penséis en la muerte
No es fácil llegar al fondo
ni hacer de nuestra alfombra la rueda de la suerte
El sol nace en la mesa
y el árbol del poniente pierde las hojas viejas
Ésta es la cruz del mar
Nunca crece ni mengua
Esperad que la lámpara se oriente
Y entonces nuestros platos
girarán bellamente
a la música exacta de los astros
FUENTE
Mecanismo de amor
Mi grifo versifica mejor que el ruiseñor
Y eras tú y tu vestido
lo que todos los días he bebido
camino de la noche
junto al árbol real
mientras el viento espera
la hora de abrir el hospital
Pero tus ojos ya no vuelan
y las últimas ventanas están muertas
El agua en el balcòn
como un perro olvidado
Mi corazòn y el baño se vacían
Puedes dormir tranquila
61. No hay cuidado
PARAÍSO
A Moreno Villa
Danzar
Cautivos del bar
La vida es una torre
y el sol un palomar
Lancemos las camisas tendidas a volar
Por el piano arriba
subamos con los pies frescos de cada día
hay que dejar atrá
las estelas oxidadas
y el humo casi florecido
Hay que llegar sin hacer ruido
Bien saben los remeros
con sus alas de insecto que no pueden cantar
y que su proa no se atreviò a volar
Ellos son los pacientes hilanderos de rías
fumadores tenaces de espumas y de días
Danzar
Cautivos del bar
Porque las nubes cantan
aunque estén siempre abatidas las alas de la mar
De un lado a otro del mundo
los arcoiris van y vienen
para vosotros todos
los que perdisteis los trenes
Y también por vosotros
mi flauta hace girar los árboles
y el crepúsculo alza
los pechos y los mármoles
Las nubes son los pájaros
y el sol el palomar
Hurra
Cautivos del bar
La vida es una torre
que crece cada día sobre el nivel del mar
CANCIÓN FLUVIAL
A Juan Gris
Por las praderas giratorias
pasa sòlo una vez el río taciturno
62. cuando la noche toca su disco de gramòfono
y los pájaros cuelgan de los árboles mustios
Aún las últimas gotas de luna
perfuman de alcoholes los mantos de la bruma
y el tren que iba bendiciendo el panorama
no perdiò los kilòmetros ni el compás de la ruta
Pero dejemos esto
y descifremos bien este libro de texto
que el sol nos ha legado
con una sola página herida en el costado
La araña telegráfica
distribuye la noche
y mientras en su jaula de cristal
reposa el pozo vecinal
yo veo que la estrella y el multicopiador
enojan al poeta que ha volado al portal
Hay que cambiar de rumbo
y como quien se lleva las flores del paisaje
cargar sobre los hombros el lírico equipaje
Surtidores maduros
que ofrecéis en las márgenes
vuestros intactos frutos
Es preciso pasar como los vientos castos
sin coger de los árboles los astros
Mirad las lavanderas
nutriendo de colores las limpias faltriqueras
La espuma que levantan
sube a la misma altura
que esa copla que cantan
La luna muele estrellas
sin música y sin agua
y el amor aburrido
sube y baja
La marea es tu vientre
traspasado de gracia
y el amor desde el nido
rueda rueda
como el molino turbio
de la arboleda
Y por todo recuerdo
en el bolsillo mío el rumor de la presa
y un sabor de jabòn en el remanso
Los puentes fatigados
sobre la orilla derecha
duermen en espiral como los gatos
Tan sòlo los devotos pescadores
se arrodillan y esperan
que de su caña broten flores y banderas
La noche se derrama
63. y rompe el horizonte
Estamos terminando el drama
Los puentes de resorte
caminan de sur a norte
Y mi barca se ha dormido
sin hacer ruido
Una hora sube al cielo
Y en la cruz hacen su nido
la golondrina y mi pañuelo
Son las brisas del mar
las que cierran la noche y mi cantar
RIMA
Homenaje a Bécquer
Tus ojos oxigenan los rizos de la lluvia
y cuando el sol se pone en tus mejillas
tus cabellos no mojan ni la tarde es ya rubia
Amor Apaga la luna
No bebas tus palabras
ni viertas en mi vaso tus ojeras amargas
La mañana de verte se ha puesto morena
Enciende el sol Amor
v mata la verbena
OTOÑO
A J. Chabás Martí
Mujer densa de horas
y amarilla de frutos
como el sol de ayer
El reloj de los vientos te vio florecer
cuando en su jaula antigua
se arrancaba las plumas el terco atardecer
El reloj de los vientos
despertador de pájaros pascuales
que ha dado la vuelta al mundo
y hace juegos de agua en los advientos
De tus ojos la arena fluye en un río estéril
Y tantas mariposas distraídas
han fallecido en tu mirada
que las estrellas ya no alumbran nada
Mujer cultivadora
de semillas y auroras
64. Mujer en donde nacen las abejas
que fabrican las horas
Mujer puntual como la luna llena
Abre tu cabellera origen de los vientos
que vacía y sin muebles
mi colmena te espera
NOCHE DE REYES
A J. Díaz Fernández
El niño y el molino
han olvidado su único estribillo
Se ha callado la rueda en mi bemol
alrededor del pozo
por donde sube el agua y baja el sol
La mano en la mejilla
piensan las chimeneas que volarán un día
Hoy no vendrá la luna
ni pasará el borracho
entre el portal abierto y la canciòn de cuna
Aquí al pie del muro
fatigado del viaje
el viento se ha sentado
El policía lleno de fe
apunta las estrellas nuevas en el carnet
Y sin lograr atravesar el barrio
las fluviales carretas
cabecean en vano
Sòlo cantan alegres las veletas
Las casas melancòlicas
se peinan los tejados
Y una de ellas se muere
sin que nadie se entere
Esta noche no viene la luna
ni el farol al borracho le sirve de cuna
BAHÍA
A Luis Corona
Las semanas emergen
del fondo de los mares
y las algas decoran los bares
Para que tú te alejes y yo pueda cantar
esperaremos el regreso
del viento de artificio y de la pleamar
65. Por eso
y con un ruido que no es el de otras veces
en la bahía ha anclado
tu melena enmohecida
violín para los peces
y para los suicidas
Venid a ver las nubes familiares
en mi taller todas las tardes
Son los naipes del cielo que nadie ha marchitado
El humo de la fábrica
hizo su nido en mi tejado
para los fumadores
que en la cartera llevan
en muestrario completo de habituales colores
Y mientras yo modelo mi retrato columna
sobre los montes delicados
pisa desnuda la lluvia
En las manos me deja
su corona de espinas
y cantando se aleja
sobre los techos y los climas
Tu cabellera gime sin poder levar anclas
Embárcame contigo
timonel de las galernas
Que el enjambre goloso de tus lluvias
se me pose en el hombro y en la pierna
RECITAL
Por las noches el mar vuelve a mi alcoba
y en mis sábanas mueren las más jòvenes olas
No se puede dudar
del ángel volandero
ni del salto de agua
corazòn de la pianola
La mariposa nace del espejo
y a la luz derivada del periòdico
yo no me siento viejo
Debajo de mi lecho
pasa el río
y en la almohada marina
cesa ya de cantar el caracol vacío
ALDEA
66. Del campanario va a volar el día
pero las nubes mías no han vuelto todavía
Ni han regresado los corderos
de su viaje a la luna sin pacer los luceros
Aplicando el oído sobre el césped
en vez del tren o el grillo
se oye una pieza de organillo
Y el pastor no sabe
que en su cabaña está la noche
y que el molino es el motor del baile
Las vacas del establo
quieren lamer el sol
plato del día
que sirven los pintores de fantasía
Es la hora del cigarro y de la jaula
Sin mirar al reloj pernocta el gallo
y las estrellas tristes contemplan al caballo
HOTEL
A Alfonso Reyes
La frente sin laurel y sin sombrero
y el corazòn para el color de moda
A cada nuevo baile
el reloj pierde el paso
y se equivoca de hora
El viento nace de tu manto
y acaricia las frutas
desgajadas del tango
Vendimia de las nubes pisoteadas
y de las músicas amadas
Y el ritmo de los suspiros
hace girar las parejas
y acercarse a nosotros el vestíbulo
Cerrando bien los ojos
pienso en las travesías
y en los hoteles que anclan la quilla envejecida
67. Son las islas trasatlánticas donde crecen los mástiles y dan frutos de
invierno donde los tísicos respiran el oxígeno tierno Al izar la bandera
esparce por los aires plumas de cazadores y aromas de maderas E1
otoño marchita corbatas y sombreros y de la alfombra brota la
primavera Ruleta del azar y de las temporadas Los jockeys de la moda
sortean sus colores Y aquel que pierde la jugada tiene derecho a un vals
para mudar de amores Yo amo el buen tiempo y el hotel y yo he visto
mujeres de rizos calcinados Las olas las rociaban de espumas de
cocktail
CANCIÓN DE CUNA
A Céline Arnauld
El viento de ida y vuelta y el abanico en calma
El tren ha muerto en la estaciòn de enfrente
y mi pañuelo cuelga de la rama más alta
Dejad que pasen los arroyos
Dejad que vuelen mis lágrimas
No permitáis en cambio que se acerquen
las ventanas lejanas
La noria seguirá
lavando los panales
y la playa acunando
los náufragos triviales
VENDIMIA
Leñador del ocaso
que perfumas los astros a tu paso
Guarda bien el compás buen leñador
y ten piedad del sol caído
unico salvavidas del rubio nadador
Guarda bien el compás
pero no cantes jamás
Canciòn bajo los árboles sin sangre
y frente al mar de luto
En el parque hay un árbol desleal
y mi poema en flor ya se ha hecho fruto
Leñador musical
68. Tu canciòn la ha aprendido mi loro pasional
y a su medida justa desfilan los minutos
Quién no sabe el secreto del color
Rasgar la túnica del viento
y arrancar del humo pòstumo
la fruta del amor
Pero tú leñador de las estrellas
no derribes sus hojas sobre el mar
que cuando el sol rescate la antigua primavera
se han de secar tu brazo y tu cantar
ADIÓS
Olvidados de la lluvia
se marchitarán mis dedos
No han de producir más flores
mis arrugados cabellos
ni la luna bajará
a coronarme el sombrero
Desde mañana
el sol ya no visita sus enfermos
Mujer
Lavandera fragante
del vinoso atardecer
que grabaste en la luna tantas veces
los emblemas nupciales
y en un pico del mar mis iniciales
Mujer
Cuando te alejes lenta sobre tu propia vida
veremos caer el sol
y las frutas podridas
Mientras tú bebas tus risas
balará mi acordeòn
buscando entre los arbustos
ritmos de tu corazòn
Los grillos contarán tus paso diminutos
Ni la luna se hará llena
aunque me digas
te quiero
ni ha de bajar ya la nieve
69. a bendecirme el sombrero
NOVELA
A Paul Dermée
La verja del jardín se ha cruzado de brazos
El viento ladra entre los troncos
El auto que pasaba se llevò los sollozos
y apaciguò el estanque
Diríase que el sol
se ha burlado del parque
He aquí los tres policías
a investigar el rapto
buscando huellas de la huida
por las teclas del piano
A cada nuevo indicio
un pájaro falso traspone el edificio
y sometida al interrogatorio
una estrella muda marcha al suplicio
Prosigamos adelante
La infatigable carretera
va y viene sin cesar por la ladera
Son las cinco de la tarde
Junto al arroyo el agua
y a muy pocos kilòmetros la primavera
La luna corre para llegar antes
Dònde están los amantes
Apenas las esquinas ciudadanas
se despidieron
hasta mañana
cuando se vio saltar de un coche
del brazo del traidor
la inesperada noche
El reloj de la torre dilatò su pupila
Y los gallos despistados
cuentan una hora más de las precisas
En todos los rincones hay un bulto
y una luz cuelga del balcòn
70. A cada paso del transeúnte
la luz cede y el cielo se resiente
Henos por fin ante el ladròn
El reloj ingenuo canta el crimen
Y entre el llorar de las cortinas
la luna estalla de pasiòn
La ciudad duerme en el sitio de costumbre
Y en el lugar del suceso
el farol asustado contempla al árbol preso
NIEVE
La noche marchò en tren
y el ala de mi verso se abre y se cierra bien
Hoy los corderos amontonan la risa
Es el día sin mar
Nunca estuvo tan cerca
la mujer hermosa
y el árbol escolar
La nieve sube y baja
y las orugas hilan la mortaja
PANORAMA
El cielo está hecho con lápices de colores
Mi americana intacta no ha visto los amores
Y nacido en las manos del jardinero
el arco iris riega los arbustos exteriores
Un pájaro perdido anida en mi sombrero
Las parejas de amantes marchitan el parquet
Y se oyen débilmente las òrdenes de Dios
que juega consigo mismo al ajedrez
Los niños cantan por abril
La nube verde y rosa ha llegado a la meta
Yo he visto nacer flores
entre las hojas del atril
71. y al cazador furtivo matar una cometa
En su escenario nuevo ensaya el verano
y en un rincòn del paisaje
la lluvia toca el piano
NUBES
A Eugenio D'Ors
Yo pastor de bulevares
desataba los bancos
y sentado en la orilla corriente del paseo
dejaba divagar mis corderos escolares
Todo habfa cesado
Mi cuaderno única fronda del invierno
y el kiosko bien anclado entre la espuma
Yo pensaba en los lechos sin rumbo siempre frescos
para fumar mis versos y contar las estrellas
Yo pensaba en mis nubes olas tibias del cielo
que buscan domicilio sin abatir el vuelo
Yo pensaba en los pliegues de las mañanas bellas
planchadas al revés que mi pañuelo
Pero para volar
es menester que el sol pendule
y que gire en la mano nuestra esfera armilar
Todo es distinto ya
Mi corazòn bailando equivoca a la estrella
y es tal la fiebre y la electricidad
que alumbra incandescente la botella
Ni la torre silvestre
distribuye los vientos girando lentamente
ni mis manos ordeñan las horas recipientes
Hay que esperar el desfile
de las borrascas y las profecías
Hay que esperar que nazca de la luna
el pájaro mesías
Todo tiene que llegar
72. El oleaje del cine es igual que el del mar
Los días lejanos cruzan por la pantalla
Banderas nunca vistas perfuman el espacio
y el teléfono trae ecos de batalla
Las olas dan la vuelta al mundo
Ya no hay exploradores del polo y del estrecho
y de una enfermedad desconocida
se mueren los turistas
la guía sobre el pecho
Las olas dan la vuelta al mundo
Yo me iría con ellas
Ellas todo lo han visto
No retornan jamás ni vuelven la cabeza
almohadas desahuciadas y sandalias de Cristo
Dejadme recostado eternamente
Yo fumaré mis versos y llevaré mis nubes
por todos los caminos de la tierra y del cielo
Y cuando vuelva el sol en su caballo blanco
mi lecho equilibrado alzará el vuelo
CUADRO
A Maurice Raynal
El mantel jiròn del cielo
es mi estandarte
y el licor del poniente
da su reflejo al arte
Yo prefiero el mar cerrado
y al sol le pongo sordina
Mi poesía y las manzanas
hacen la atmòsfera más fina
Enmedio la guitarra
Amémosla
Ella recoge el aire circundante
Es el desnudo nuevo
venus del siglo o madona sin infante
73. Bajo sus cuerdas los ríos pasan
y los pájaros beben el agua sin mancharla
Después de ver el cuadro
la luna es más precisa
y la vida más bella
El espejo doméstico ensaya una sonrisa
y en un trasporte de pasiòn
canta el agua enjaulada en la botella
CAMINO
A Jorge Guillén
Yo ya sé que es estéril
la rueda indagatoria
pero esta puerta de aspas será siempre mi noria
Las manos vacías suben
Las estrellas se van
Mis monedas son flores
y un día se mustiarán
Desde aquel día ya no habrá pastores
La calle cambia de postura
como mi barca semanal
La misma luna vive
de un ritmo vegetal
Dejemos el compés para el joven poeta
y a los astrònomos la ruleta
Las mariposas de hoy aman la oficina
Y esto no se interpreta
Nuevo día
Sin embargo yo soy el que ayer se moría
cuando cada farol era una herida mía
En la estaciòn del alba
han fijado el cartel
El sol consulta diariamente su ruta
y se provee de miel
A la orilla gastada del camino
mi sombra y yo nos despedimos
74. Y el tren que pasaba
ha dejado mis manos colmadas de racimos
ALEGORÍA
Vedme aquí caminando sobre mi propio verso
como el barco de la tarde
que deja sobre el mar un reguero de sangre
No os acerquéis vosotros a escucharme
ganadores del pan
y del licor de amor
Ya muriò el último intérprete
Llevaba en la mano la flor natural
Belleza sin jornal
Belleza clásica
de mi violín estival
Los pájaros aprenden mis endecasílabos
y la lluvia afina su guitarra enmohecida
Pasan bailando los días
Cada uno inventa una nueva figura
Y no creáis que esto es un juego
Es el verso sin humo
o el mar que se inaugura
Mi llave abre los trajes
y les extrae la carne interior
Corazòn del vestido
Guardarropa y poesía sin dolor
NOCTURNO
A Manuel Machado
Están todas
También las que se encienden en las noches de moda
Nace del cielo tanto humo
que ha oxidado mis ojos
Son sensibles al tacto las estrellas
No sé escribir a máquina sin ellas
75. Ellas lo saben todo
Graduar el mar febril
y refrescar mi sangre con su nieve infantil
La noche ha abierto el piano
y yo las digo adiòs con la mano
PASIÓN PENÚLTIMA
En su trineo bien atado
las golondrinas traen el viento
que encontraron en el pozo durmiendo
Probablemente hoy cantaran los amantes
y harán vivo el espacio las estrellas errantes
Hoy se siente romántico
el reloj en mi pecho
Y mientras pasa el marino
fumando su destino
el viento hace nacer las alas de mi lecho
Es la hora decisiva
La única hora todavía viva
Arboles del camino
Mañana ensayaréis vuestro saludo en vano
Sin embargo
algo queda
La estela de mi verso conduce al aeroplano
y los corderos llenan de humo la alameda
ECO
A Rodolfo Halffter
Repertorio del mar
Todos los días muda de programa y de traje
Cuánta música apòcrifa
Cuánto color teñido
Y còmo copia el cielo
su tela y su oleaje
Un velero naufraga
y Canta y canta y canta mi pañuelo
76. Se va alejando el mar
A veces se inclina un poco a la derecha
Pero siempre son nuevos sus versos de romance
mar exangüe de tantos mástiles y flechas
Los peces laboriosos
trenzando y destrenzando estelas
Está ya viejo el mar
Ya no puede cantar
y los navíos que cruzan
se deshojan de malestar
El color es ya aroma
y la música brisa
El último naufragio hoy a las seis
Mi flauta y la luna
hacen la espuma
LLUVIA
A G. Jean-Aubry
Puente arriba puente abajo
la lluvia está paseando
Del río nacen mis alas
y la luz es de los pájaros
Nosotros estamos tristes
Vosotros lo estáis también
Cuándo vendrá la primavera
a patinar sobre el andén
El invierno pasa y pasa
río abajo río arriba
Le ha visto la molinera
cruzar con la cabeza pensativa
El árbol cierra su paraguas
y de mi mano nace el frío
Pájaros viejos y estrellas
se equivocan de nido
Cruza la lluvia a la otra orilla
No he de maltratarla yo
Ella acelera el molino
77. y regula el reloj
El sol saldrá al revés mañana
y la lluvia vacía
volará a refugiarse en la campana
A José Bergamín
El violín descorre la cortina
Pende de un clavo la ventana
Aún esté clausurado el paisaje
El sol balòn de oxígeno
mantiene puro el cuadro
y la lluvia hace el barnizaje
Esta casa está viva
Dos veces por minuto
la ventana respira
Y de mis manos surge
esta humareda votiva
En la pared el cuadro muere todos los años
Yo soy el pianista otoñal
Yo abro y cierro la noche como un libro
e interpreto la música
de mi cielo manual
Podéis elegir
La hora y la puerta
Pero después de amar hay que morir
El viento deja de nuevo en blanco mi cuaderno
Otra vez a empezar
No busquéis en el techo al planeta paterno
ESPECTÁCULO
A Francisco Vighi
A la derecha un resplandor
78. Es el rubor del cielo
o el calcetín inmaculado
arco iris del suelo
Todo está intacto
El pichòn aprende el canto
y las reglas del vuelo
Hoy se renueva el río y el amor sin pacto
La música dirige el concilio de dioses
y la luna hace el entreacto
Otra vez el mar
Se ha declarado en huelga
y no quiere acompañar
El piloto descuida la estrella y el violín
y mi mano abanica los veleros cansados
Es como un solo de jardín
entre el murmullo de los prados
Buenos días
Es la primera vez que sale el sol sin hacer ruido
Y yo consulto en la guía
dònde se hace el trasbordo sin cambiar de vestido
Pasan las horas llevando mi equipaje
No sé si llegaré a tiempo al desenlace
Las estrellas se relevan por turno
Ultimá hora
Un instante se ha visto
Era el astro anular
o la aureola de Cristo
El bosque y la orquesta lloran
En mi reloj son las cuatro
Cae sobre el mar la lluvia
como un telòn de teatro
79. VERSOS
HUMANOS
(1919-1924)
RENACIMIENTO
Madrid, 1925
A José María de Cossío,
profesor de entusiasmo.
SONETOS
TEORÍA
Sòlo tres veces mi mirada ilusa
te contemplò. Y en mi álbum, pertinaces
tres siluetas precisas y fugaces
grabaste. A tu esquivez ya no hay excusa.
Si aunque lejana, efímera y confusa,
si aunque invisible eterna, no deshaces,
no oscureces la impronta, hagan las paces
mis ojos y tu imagen inconclusa.
Tu femenil curiosidad querría
saber quién soy. Yo soy aquel que un día
-Ille ego qui quondam-. Pero creo
que el secreto es mejor. A su princesa
el paladín del cisne no confiesa.
su nombre, ni yo el mío a tu deseo.
Mi nombre es la bandera jamás vista
impaciente de entrar en el combate.
El nacido cautivo que el rescate
año tras año espera. Ya optimista
pregöna mundos nuevos la conquista,
y el extraño argonauta va en su yate,
clavado en el costado el acicate,
al vellocino que quizás no exista.
Yo le veo avanzar sobre las ondas,
unánimes las velas y redondas,
abriendo un haz de líquidas centellas.
Mi nombre espera. Un día y otro día
80. lo están fraguando en lírica aljamía
con perdurables signos las estrellas.
¿Orgullo? No. Tú sabes que el poeta
vive de tres amores. Musa esquiva.
Gloria imposible para mientras viva.
Tornadiza mujer de ardua saeta.
Musa y gloria ¿qué importan si a la meta
la frente amarga de laurel y oliva
no halla una mano fresca y compasiva
que humanice su òrbita indiscreta?
Mujer: tú puedes ser las tres mujeres,
los tres amores, tres distintos seres
en una única estatua eterna y viva.
Que al menos cuarta vez mi vida cruces
y dejes a tu paso nuevas luces
de tu perpetua imagen fugitiva.
A veces simplemente un leve gesto,
una mirada apenas permitida
justifican de pronto nuestra vida
y un sino la señalan manifiesto.
Interviene el análisis. ¿Qué es esto?
Y abandonada al divagar la brida,
se ensancha el horizonte de la herida
frente a la irradiaciòn de lo supuesto.
Y aquellos ojos casi no aprendidos
relumbran con isòcronos latidos
en el cielo tenaz de la memoria.
Aquellos ojos tal vez inocentes
de que iluminan cándidos y ausentes
los rasgos de una fábula ilusoria.
Ilusiòn. Realidad. Ay, es preciso
que nos salga al encuentro una silueta
de mujer -carne y alma- que someta
nuestro voluble espíritu insumiso,
que haga fulgir en acerado viso
nuestra turbia mirada, que al poeta
le haga salir de sí, de esa su quieta
estéril experiencia de narciso.
Qué fácil es soñar después de verte
81. cuando cruzas tan lejos mi camino.
Y qué difícil este sueño abstracto,
cerrados bien los ojos al sol fuerte
y abiertos a aquel rastro peregrino
que aún de tu paso luce ardiente, intacto.
Pero es lo mismo. Lo que pretendemos,
lo que un día intuimos o soñamos
es la sola verdad. Somos los amos
de nuestros sueños. Ciegos Polifemos,
entrambas manos firmes en los remos,
el corvo litoral solicitamos,
y las núbiles frutas en los ramos
avariciamos lánguidos y extremos.
¿Quién nos podré quitar la no sabida
gloria de nuestro espíritu? Celosos
disimulos. Callemos. Los profanos
ojos nunca sabrán de su guarida.
E irá filtrando silenciosos posos
el licor de la vida en nuestras manos.
Y así el sueño y la vida son dos fieles
amigos en constante paralaje
y emprendemos unánimes el viaje,
puestos de acuerdo ya los dos rieles.
Y así, mujer, aunque ahora te receles,
como en verdad te vi, mi pupilaje
pagué a la realidad. Gusté el brebaje
e hice el milagro de volverlo mieles.
Con tus tenues, lejanos beneficios
voy atendiendo a taponar resquicios
de esta fábrica frágil de entresueño.
Y aunque tú no me ayudes con tu arrimo,
yo he de seguir velándola con mimo,
y encubriéndola al riesgo más pequeño.
Sin descifrar el íntimo acertijo
van devanando su destino exacto
-ellos qué saben del autodidacto-
los mendigos de espíritu. Yo exijo
mi raciòn de infinito. Yo dirijo
mi representaciòn y mi entreacto
y modelo febril, dòcil al tacto,
la ímproba flor que de mi sueño erijo.
82. Lírica voluntad de mi camino
contra la pauta impresa del destino.
Burla soberbia del azar artero.
Pero tú eres mis alas. Vuelve pronto.
Pero no alzaré sin ti el vuelo rastrero
y quebraré la curva del tramonto.
Y pues que tú mi oscuro nombre ignoras,
yo he de guardar el tuyo en el secreto.
Nadie lo ha de saber.
Yo pondré el veto
a las curiosidades avizoras.
No faltará quien piense que decoras
-poético pretexto- mi soneto,
cuando es tu realidad la que interpreto
en estas rimas transfiguradoras.
Tú me diste tu luz. De tu contorno
he vestido mi verso y mi destino
y en escorzo apresado a ti lo torno.
Mas no apuro el perfil. Lo difumino.
Toma mis versos. Ríndete al soborno
y haz tu estela tangente a mi camino.
(EPILOGO)
Por fin mis ojos áridos de sueño
te han vuelto a ver. Y ha sido una mañana,
como la vez primera tan lejana
que se me borra casi aquel diseño.
Soplaste de mi frente el torvo ceño
que anudaran la fiebre y la desgana,
y eres ya en tu presencia meridiana
la flor tenaz de mi imposible empeño.
¿Còmo pedirte más? Ya es excesivo
pago para mis versos ser tú el vivo
pasto celeste de mis ojos lentos.
No me niegues los tuyos, que se abreva
en ellos ya, sin que otras fuentes beba,
mi rebaño de ardientes pensamientos.
VOCACIÓN
83. Yo te invité a bailar. Y tú sumisa
te colgaste indolente de mis brazos.
Y estrechando sus giros y sus lazos
nos unía una rítmica precisa
en un latir confuso de regazos.
Grave, muda, ibas tú; ni una sonrisa,
ni una sombra en tu frente, clara, lisa,
ni una presiòn gradual en tus abrazos.
Y yo pensaba entonces: alma, instinto.
y añadía: mujer. Y te auscultaba
tus trémulas, secretas voluptades.
Pero no era eso, no. Era distinto.
Era que tras tus ropas palpitaba
un casto anhelo de maternidades.
HOJA DE ÁLBUM
Un álbum de mujer. Hoja tras hoja,
mariposas del arte labran huellas
frágiles, luminosas como estrellas
que sangran luz pálidamente roja.
Frivolidad profunda. Paradoja
que es una ciencia bella entre las bellas.
Licor de álbum. Herida de botellas
que un corazòn más que unos labios moja.
Pero cuando eres tú la catadora,
que sabes el sabor de cada hora
destilado en la miel de lo perfecto.
sus falsas lentejuelas no sacude
mi mariposa híbrida de insecto,
y en su pudor todo contacto elude.
ENVÍO
Como hoy empieza abril y nada esperas
de una amistad que hacia el desdén deslizas,
quiero enviarte estas flores primerizas.
Cuídalas bien, mujer. Si tú supieras...
Allá van a tus brazos prisioneras,
con la ilusiòn de ver si tú las brizas,
por ver si compasiva las bautizas
84. de lágrimas que en vano prohibir quieras.
Las guardarás después en tu museo,
junto a las otras ¿no? Yo así lo creo.
Nunca te dije las verás marchitas.
Levanta el rostro y mira en las praderas
celestes las perennes primaveras
de aquellas inmortales margaritas.
CANTO DE BODA
A P. S. y J. M. del C.
Por festejar, amigos, vuestra boda
se corona de flores mi barbecho,
y arrebolado el pájaro del pecho
mide su canto en el compás de moda.
La vida, esposos nuevos, vuestra es toda
y a vuestro entrelazado vuelo estrecho
el techo será cielo, el cielo techo
y árbol de luz que nunca sufre poda.
Cuando crucéis, las manos en las manos,
en los ojos, los profanos
paisajes florecidos, yo quisiera
robar a vuestro amor sòlo un minuto.
Pedid que al torpe célibe -flor, fruto-
le contagie y le salve primavera.
CONCHA ESPINA Y SU JARDÍN
Que la luna lo sepa y no lo cuente.
Que lo aprenda la estrella y no lo diga.
Y tú tampoco, hermana, novia, amiga:
no descubran los labios a la frente.
Pasa tú en paz, oreo del relente;
tu vuelo en muda discreciòn prosiga.
Y tú a quien vieja tentaciòn instiga,
murmuradora, charlatana fuente.
Dejadme a mf la gloria del secreto.
Este jardín umbrío y recoleto
no es, por cierto, el jardín de Concha Espina.
Es ella misma. Escucha còmo late
85. su corazòn, còmo la brisa bate
su amarga cabellera femenina.
EL CIPRÉS DE SILOS
A Ángel del Río
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegò a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú vuelto en cristales,
como tú negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
NUEVO CUADERNO
DE SORIA
CIGÜERA
Cigüeña, vieja amiga de las ruinas,
la del pico de tabla y el vuelo campeador.
Cigüeña que custodias las glorias numantinas.
Cigüeña de las peñas de Calatañazor.
Amiga mía yo te vi en un cuento,
alado laberinto sobre una sola huella,
y aplaudí contra el zorro tu astucia en el comento
del plato y la botella:
Yo soñaba contigo, roja y blanca
sobre el nido de leña;
o en el vuelo extendida -pico, cuello, ala y zanca-
pero tú no bajabas a mi ciudad costeña.
Tú eras entonces milagrosa y buena,
hada madrina de los campanarios.
Cuando la nube amaga y la tormenta truena
86. guardabas del pedrisco los tesoros agrarios.
Ahora ya conozco tu apostura,
tu lento vuelo sesgo, tu paso señoril,
cigüeña de San Blas que nos augura
el luminoso abril.
Y así siempre te busco cuando voy de camino
y detengo mi ruta para verte volar,
y te envidio, cigüeña, tu bifronte destino,
tus inquietudes nòmadas, tu constancia de hogar.
Pero dime ¿por qué a Soria no llegas?,
¿por qué adusta la excluyes de tu decoraciòn?
Posa en ella tu casa. Tus alas aldeaniegas
humanicen la torre del Espino,
arrodeen la ermita cimera del Miròn.
Veríante los chicos al salir de la escuela
-lecciòn flexible de tu vuelo a vela-.
Veríante mis ojos
-magisterio de estilo, aventura y tutela-.
En ti como en esfinge lentamente maduro
mis sentidos cordiales del burgo y la meseta,
e inscribo mi futuro
en tu perfil que todo lo interpreta.
Todo. También, mocitas, vuestros sueños devana.
Vuelto de espaldas teje recuerdos el poeta,
mientras hiláis vosotras el prudente mañana.
Ques os vele el sosiego la esfinge castellana.
ROMANCE DEL VIENTO
Viento que el Urbiòn desata,
que el Moncayo nos envía
cuando la mañana asciende,
cuando la tarde declina,
cuando escoltada de estrellas
que su carromato aguijan,
la larga noche fecunda
de tumbo en tumbo camina.
Viento frío, entre las nieves,
pañales de tus puericias,
jugabas a la pelota
87. contra las rocas macizas.
Y ya adulto abofeteas
las invencibles encinas,
y los caminos arañas
y los astros esmerilas.
Nos arrebatas las flores
nos violas crudo las brisas,
y de mármoles que robas
esculpes nubes bravías.
Yo te odio si de los chopos
arrancas arpegios de ira,
si en los hilos telegráficos
ensayas tus chirimías.
Maldito seas. La frente
tú me la dejas barrida
y me avientas de los ojos
un rescoldo de cenizas.
Seas maldito, Molinos
no diviertan tus fatigas.
No rasguen libres veletas
tus entrañas de delicias.
No halles frondas cuyas telas
desgarren tus uñas lívidas,
frondas en el mayo verdes
o en el octubre cobrizas.
Sigue esclavo dando vueltas
a la turbina infinita,
sigue afanoso en la noria
de las noches y los días.
LA SOMBRA DE LAS ROCAS
La sombra de las rocas sobre el río en remanso
baja en escala aérea como a velar su sueño.
Las manos en la nuca, entre juncos descanso
con la mirada alta en el vuelo aguileño.
La sierra al otro lado la curva fluvial ciñe
y refleja en el río su piedra gris y malva.
Sobre el nivel preciso de la sombra se tiñe
de zumo de sol viejo su dolorosa calva.
88. Una barca a la orilla está invitando al viaje.
A lo lejos trabaja y discurre la presa.
Alguna vez en sueños yo me embarqué. El paisaje
era éste lo recuerdo- y la barca era ésa.
Las peñas eremíticas a través de una gasa
flotante y luminosa en el aire cernido,
y un teològico cuervo que hacia la izquierda pasa,
en el pico la hogaza en lugar del graznido.
Dejemos que la vida mansamente nos fluya.
Dejemos que la sangre resbale de la herida.
Que el hondo pensamiento en aire se diluya
y se lo lleve el aire trabado de la brida.
Y así mientras ajena nuestra conciencia flote,
las manos en la nuca y lejanos los pies,
desfilará en su barca de encanto don Quijote
o en su cuna de mimbres el infante Moisés.
PLAZUELAS
Plazuelas solitarias.
En diagonal de urgencia
os cruza el caballero,
la dama os atraviesa.
Sòlo los chicos ágiles,
las recientes doncellas,
juegan en vuestros ángulos,
en vuestros bancos sueñan.
Desde mi piso alto
te contemplo, plazuela,
desnuda de jardines,
florecida de arenas,
las seis acacias -llanto
de las seis cabelleras
compuestas y rizadas
que el viento no despeina-.
Soledad de once meses
soñando con las fiestas.
Columpios y charangas
y luces de la feria.
89. LA ESTACION DE LOS SUEROS
Y LOS TRENES
Disimulada y frágil como un nido
eres desde la paz de tus andenes,
libre de humo y carbòn, limpia de ruído
la estaciòn de los sueños y los trenes.
Emigran y regresan por tus vías
vagones con aperos de labranza,
locomotoras de olvidados días
dulces viajeras rumbo a la esperanza.
Tú a todos muda y casta los acoges,
los despides, sensible al desconsuelo,
y grabas en su alma íntimos bojes-
la sonrisa, la lágrima, el pañuelo.
Por ti se va, no a la ciudad doliente
sino al largo, torcido laberinto
del mundo. Soledades del ausente
vendrán luego a morir en tu recinto.
Viajeros del amor y la fortuna
de ti hicieron la llave de sus sueños.
Crujiò la cerradura. En parte alguna
vieron cuajar los sueños halagüeños.
No, tren mansueto de orden e ironía
que vas rezando el hilo del trayecto.
Tu eres cauce ejemplar de la poesía,
motivo a la presiòn del intelecto.
Los entresueños de la madrugada
son tus leves, divinos acarreos
entre pinos de línea torsionada,
por las trincheras de color burdeos.
Sobre la recta esbelta del viaducto
cuyo fragor avisa el fin del viaje,
invitando a gozar breve usufructo-
los líricos abismos del paisaje.
Momento que el zagal contempla absorto
desde el arroyo, la cabeza alzada:
el verde de hojalata del tren corto,
puente violeta y piedra sonrosada.
90. Estaciòn de la paz. Viajes beatos
de luminosa, inmarcesible estela.
En mi álbum de paisajes y retratos
los vuestros guardo en múltiple acuarela.
LETRILLA
Canta siempre y todavía
agua del Duero delgada.
En el recodo la umbría
te pule como a una espada,
camino del mar baldío.
Tardes de hastio
junto a las márgenes del riò.
Arriba el castillo viejo
se va tornando teatral del amarillo
al bermejo, del bermejo al cardenal.
Pronto morirá de frío.
Tardes de hastio
junto a las márgenes del río.
La tarde se queda yerta
entre las rocas macizas.
Es más morada la huerta.
Más verdes las hortalizas.
Y más blanco el caserío.
Tardes de hastío
junto a las márgenes del río.
Cantaba la lavandera
de un amor que al viento duda.
Suda el árbol de madera.
El santo de piedra suda.
Y el sudor es el rocío.
Tardes de hastío
junto a las márgenes del río.
Noche ya. Atravieso el puente,
puente de color de harina,
entre el cristal del relente
y el halo de la neblina.
Vendrá otro tiempo mejor.
Mañanas de amor
bajo los árboles en flor.
RETRATOS
91. MARIANO IÑIGUEZ
Este señor de barbas vegetales
y de mirada entre risueña y dura
gusta de orzar la proa a la aventura
sin miedo a los posibles vendavales.
Siega muslos, trepana parietales
y los huesos encaja en coyuntura.
Mas vedle diseñando con dulzura
los mapas y las gráficas puntuales.
Arbitrista de espíritu, proyecta
magnánimos ensueños no aprendidos
sobre la fauna de los libros raros,
y aunque libre y rebelde a toda secta,
se le humanizan tiernos los sentidos
viendo crecer al hijo de ojos claros.
MARIANO GRANADOS
¿De quién la libre frente y la sonora risa?
¿De quién es ese cuello de altivez española
que le vierais, surtiendo de almidonada gola,
tan suelto como hoy brota de la abierta camisa?
Es Mariano Granados. Una musa insumisa
le inspira cada hora el gesto irreparable.
En crisis de naufragio, suyo seria el cable
pues suya es la esperanza y la fe que improvisa.
En el mitin llamea su apostòlica blusa.
El foro cordializa su generosa toga.
Su estela de bencina deja fragante el Duero.
Por prieto el horizonte de Castilla rehúsa,
y un día, la mirada libre y abierta, boga
rumbo largo a las Indias por el oro y el fuero.
PEPE TUDELA
La dehesa estrenaba el verde de su sayo.
Era, tras de la misa, el domingo de mayo.
92. Una silueta aguda de pronto se revela
-esbelto canon gòtico-. Dije: Ése es Pepe Tudela.
Sin conocerle era la identidad bien clara.
Mil que con él vinieran, nunca le equivocara.
Bermeja y satinada le ardía la mejilla
del color que la piedra toma al sol de Castilla.
Sus ojos revelaban un perenne estupor
y era su risa un gozo de hermanito mayor.
Su hablar tenía un dejo agudo de honradez franca,
como el de don Miguel, rector de Salamanca.
Después viví a su lado la ciudad y el paisaje,
y el sentido del árbol y del mueble y del traje.
Su apasionada charla se abría en la tertulia
y era el claro fermento de la indolente abulia.
Huraño y silencioso, a su lado aprendí
a empezar a amar todas las cosas porque sí,
porque todas son buenas como el Dios que las hizo
y hay que estudiar sus gestos y sorprender su hechizo
y -alterno apostolado de biología andante-
canjear las estampas del mundo circundante.
La risa sin sentido de las niñas precoces
que rezuman sus labios impacientes de roces.
La sabrosa malicia de los adolescentes,
el modesto apetito de glorias inocentes
que el pequeño grande hombre apenas disimula,
el egoísmo magnífico con que sacia su gula
un menudo heliogábalo de tres años rollizos,
la niña que aún no muda los dientes primerizos
y sabe ya que es niña y se prueba collares
y se atusa en las sienes húmedos aladares.
Sòlo el amor desata el propio laberinto
porque la vida es santa y es sagrado el instinto
y el corazòn que ama -Fr. Luis lo dice- sabe
93. abrir y cerrar cielos y tierra con su llave.
Alado verso mío, a Soria la alta vuela
y un despierto saludo lleva a Pepe Tudela.
CARNAVAL DE SORIA
A Bernabé Herrero
Carnaval, triste alegría
de los corazones viejos.
Vacaciòn y algarabía
de estudiantillos vencejos.
Carnaval, sueño de un día
para la niña pintada
que se mira en los espejos.
Recelo de la casada
que oye el bullicio a los lejos.
Mísera carnavalada
sobre la tierra apagada
que se olvidò de soñar.
Carnaval de Soria helada,
yo te quería cantar.
El carnaval callejero
es rico en literatura.
Buen día para el prendero.
Mejor para la pintura.
(Carnavales de Evaristo
Valle, tintos de licores.
Los mascarones que ha visto
transfiguran sus colores.
Los peleles de badana.
El marica, el charlatán.
Lira de José Solana.
Paleta de Valle Inclán.)
Pobres ensueños grotescos
de la cotidiana arcilla.
Carnavales pintorescos
de los pueblos de Castilla.
También en Soria el absurdo
triunfa en gritos de color.
Pero hay junto a lo palurdo
un aroma de folklor.
94. Una alusiòn romeril,
una fragancia aldeana
en aquel verde mandil,
en aquel pañuelo grana.
Es la misma alma modesta
del pueblo que danza y grita
cuando celebra la fiesta
en el prado de la ermita.
Recelada en su rebozo,
la anciana, desde el portal,
contempla el agrio alborozo
y no entiende el Carnaval.
Ríe la mocita inquieta
de mejillas coloradas
mirando al cielo violeta
que se alza entre las fachadas.
Y arcoiris de papel
desde balcòn a balcòn
tienden un puente babel
de rizada ondulaciòn.
Carnaval del casino. Señoritas
que charlan y que ríen bajo el techo
pintado de bucòlicas marchitas,
de humo de tabaco. Y un maltrecho
piano de cola muestra sus extremas
teclas graves y agudos amarillas,
del color que adolecen en las yemas
los dedos barnizados de colillas.
Es la noche de gala del casino.
Inaugura la orquesta su programa
(hay fado portugués, tango argentino)
y entra indecisa la primera dama.
El baile luego se contagia y crece.
Maja, odalisca, apache y holandesa.
Y un negro capuchòn conduce y mece
a una frágil, pintada japonesa.
Bellas horas de cándida mentira.
Bella ilusiòn de no ser uno mismo,
de abrazar en el talle que suspira