El autor admite haber votado dos veces en las elecciones (un delito democrático) motivado por buscar placer, emoción y recuerdos en su pasado. Al compartir dolor e incertidumbre con otra persona, la llevó a dejar sus responsabilidades para ver noticias parciales, redes sociales llenas de enojo y luego ir a votar por guerra y odio.