2. Señor, ¿cuándo te vimos con
hambre y te alimentamos, o
con sed y te dimos de beber?,
¿cuándo te vimos forastero y
te hospedamos, o desnudo y
te vestimos?, ¿cuándo te
vimos enfermo o en la cárcel y
fuimos a verte?
Y el rey les dirá: Os aseguro
que cada vez que lo hicisteis
con uno de estos, mis
humildes hermanos, conmigo
lo hicisteis.
Mateo 25, 31-46
3. Termina el año litúrgico
Con la fiesta de Cristo Rey
culminamos un ciclo. A
lo largo del año hemos
profundizado en el
misterio de la salvación
hasta proclamar a Jesús
como rey del universo.
Esta fiesta es un
preludio de la gloria de
Cristo que un día
contemplaremos. En el
evangelio Jesús nos da
una última enseñanza a
fin de prepararnos.
4. Dios no nos examinará de teología. Tampoco nos preguntará
si hemos ido a misa todos los domingos o cuánto dinero
hemos dado en limosna. No nos preguntará si hemos
evangelizado lo suficiente o si hemos convertido a mucha
gente. La entrada a su Reino no está condicionada por la
eficacia de nuestro trabajo…
5. Al atardecer de la vida
te examinarán del
amor…
Lo único que contará
ante Dios, en el
momento decisivo, será
esto: ¿has amado lo
suficiente?
6. La fe y el amor son obras
La fe y el amor son acciones, no meras palabras bonitas.
No basta ser buenos predicadores, hay que encarnar su
amor, especialmente hacia los más desvalidos y
olvidados. Las llaves para entrar en el Reino de Dios son
las obras de misericordia.
7. Hoy muchos se lamentan
de la fuerte
secularización de la
sociedad y la pérdida de
la fe.
Preguntémonos más bien
si no nos habremos
limitado a predicar, a
cumplir, a hacer cosas…
cayendo en la rutina o en
el racionalismo. Quizás
hemos encerrado la
revelación en un discurso
demasiado intelectual.
8. Lo esencial y genuino del Cristianismo es el amor.
Los grandes obstáculos son la comodidad, la rutina y el
miedo, que alimentan el egoísmo y la desconfianza. El
miedo nos paraliza y nos hace estériles.
La entrega a los demás no es un discurso bien elaborado.
Pide asumir el riesgo con pasión y coraje.
9. No seamos miopes ante la realidad.
La crisis, hoy, está generando miles de pobres que viven
junto a nosotros y que piden una respuesta. ¿Estamos
tan ensimismados en nuestros asuntos que no vemos lo
que ocurre alrededor? El gemido de los pobres clama a
Dios. ¿Pasaremos de largo ante ellos?
10. Dar calor, acogida, ropa, techo. Ofrecer pan, consejo y
una sonrisa. ¿Tanto nos cuesta?
Es cierto que hay que saber ayudar con criterio. Pero
atención, porque el evangelio nos habla de un amor de
caridad. No basta una atención profesional. Dios ama y
da sin mesura…
11. Solo quien vive y practica las obras de misericordia será
bendito de Dios y tendrá abiertas de par en par las
puertas del cielo.
Ojalá Dios sea el verdadero rey de nuestra vida.
Ojalá sepamos ver en cada una de estas personas, que
necesitan auxilio, su vivo retrato.