1. MARÍA, ASUNTA AL CIELO
CICLO A
Festividad de la Asunción de María
Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador,
porque ha mirado la humildad de su sierva. Desde ahora me llamarán feliz
todas las generaciones, porque el Todopoderoso ha obrado maravillas en mí.
Su nombre es santo, y su misericordia se extiende de generación en
generación…
Lc 1, 39-56
PONERSE EN CAMINO
En el corazón del verano, celebramos la fiesta mariana más importante:
la Asunción de María, madre de Dios, de la humanidad y de la Iglesia.
María es la mujer que pone su vida, su libertad y todo cuanto tiene en
manos de Dios. Por eso él la elige como madre.
Después de la visita del ángel anunciador, María se pone en camino para
ir a visitar a su prima Isabel. ¡Qué importante es ponerse en camino!
Emprender el camino simboliza la actitud propia del que despierta, sale
de sí mismo e inicia una andadura que cambiará su vida. Pero nosotros,
hoy, ¿hacia dónde caminamos? No se trata de salir para correr hacia la
frivolidad, o a perseguir metas vanas y vacías, sino de dar los primeros
pasos para cumplir la voluntad de Dios. María ya se había puesto en
camino mucho antes de partir hacia las montañas de Judá.
Y nos cuenta el evangelista que va aprisa, a buen paso, sin demorarse.
Cuando alguien nos pide ayuda, nuestra respuesta debe ser así:
inmediata. Hay que correr para atender a quienes nos necesitan.
SALUDOS LLENOS DE GOZO
San Lucas sigue narrando el encuentro entrañable entre ambas primas
en una escena bella y llena de simbolismos. No sólo son parientes:
también son amigas y están unidas por la fe. Isabel forma parte de ese
pequeño resto del pueblo de Israel que aún vive, fiel y expectante,
esperando las promesas del Señor. María lleva esa promesa dentro de
sí, en su vientre.
2. Por eso cuando la ve, Isabel se llena del Espíritu Santo y grita: ¡Bendita
tú entre las mujeres! Reconoce en ella su apertura total a Dios; la
reconoce como elegida y llena de gracia. También reconoce al fruto de
sus entrañas como el liberador de su pueblo, el Mesías esperado. De ahí
su alborozo.
Su hijo también salta de alegría en el seno materno. Estas líneas destilan
una gran emoción: los bebés ya perciben, en las entrañas de la madre,
el amor y la calidad de sus relaciones, sus alegrías y sus sentimientos.
¡Qué importante es que los niños, ya en el vientre, capten que sus padres
se aman, que en la familia hay amor! El hijo de Isabel percibe la felicidad
de su madre y el afecto entre las dos mujeres.
La Iglesia, a imagen de María, también tiene la misión de aportar alegría
al mundo. Quiere la felicidad del ser humano y su plenitud. Preñada de
Dios, nos ofrece el gozo del Espíritu Santo.
DIOS SIEMPRE SALVA
María, llena de Dios, responde a las palabras de Isabel con un cántico
exultante. “Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador”. ¡Cuán grande es el
gozo de sentir que Dios nos ama! Nunca nos abandonará ni dejará que
caigamos en el abismo. Es nuestro protector y nos envuelve en su
ternura.
Continúa María: El Señor “se ha fijado en la humildad de su sierva” y la
ha enaltecido. En estas palabras podemos encontrar una semejanza a
la primera lectura de hoy, del Apocalipsis. San Juan nos presenta la
imagen de la mujer coronada de estrellas, envuelta de luz y de pie sobre
la luna. Esta mujer se enfrenta a un dragón temible que ansía devorarla,
a ella y a su hijo. Es una clara imagen de María: reina de todos los
pueblos del mundo, simbolizados por las doce estrellas que
representaban las doce tribus de Israel; vencedora sobre la muerte y
también victoriosa sobre el dragón del mal. La mujer parturienta es
también símbolo de la Iglesia, y el hijo que va a nacer es Cristo. El mal,
pese a sus coletazos, no podrá vencerla ni devorar al niño.
DIOS ENGRANDECE AL PEQUEÑO
“Su misericordia se extiende a sus fieles de generación en generación”.
Somos testigos del amor a los fieles a Dios. Pese a que hoy creer no “se
lleva”, continuamos firmes. Sin Dios no podemos vivir, nos hundimos en
3. el vacío del egoísmo y el narcisismo. La fe nos hace seguir a flote y nos
da fortaleza para vivir más plenamente.
“Él hace proezas con su brazo. Dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. Estas líneas
nos interpelan rotundamente. Tendemos a rebelarnos contra la voluntad
de Dios, queremos ser dueños absolutos de nuestro destino y nos
erigimos en dioses. ¡Qué orgullo más grande! Pero los poderosos, tarde
o temprano son derribados. En la historia de la humanidad lo vemos una
y otra vez. Los tiranos, usurpadores de poder, corruptos y dominadores,
han acabado sucumbiendo. Nadie es inmune a la justicia de Dios, y
muchas veces tampoco a la humana. Estas líneas deberían recordar a
los políticos y gobernantes que su misión es servir al pueblo, y no
aprovecharse de él.
Dios, en cambio, colmará de bienes a los pobres. Esta promesa ya se
cumple aquí, en la tierra. Las personas humildes que se ponen en sus
manos reciben innumerables bienes y el regalo sin precio del reino de
los cielos, la eternidad.
NUESTRO MAGNÍFICAT
Vemos que María hace dos gestos hermosos: atiende a Isabel, que está
encinta, y alaba a Dios, por todas sus bondades. Son dos gestos que
constituyen un ejemplo para los cristianos: todos estamos llamados a
ayudar y socorrer a quienes necesitan de nuestro apoyo, y todos hemos
recibido dones abundantes para alabar a Dios y proclamar su amor bien
alto.
En la medida que decimos sí a Dios, también podemos entonar ese
cántico por todos los regalos que hemos recibido de él, a través de la
Iglesia. Su presencia nos llega por los sacramentos y el mayor de todos
es su mismo Hijo, Jesucristo, que recibimos en la Eucaristía.
SABER CORRER, SABER PARAR
María permaneció tres meses con Isabel, nos cuenta el evangelio, y
luego volvió a su casa. Estuvo con ella y no se apresuró para marchar.
Cuando estamos ayudando a alguien es preciso olvidarse de las prisas
y poner toda nuestra dulzura y dedicación. Cuántas veces corremos sin
saber muy bien adónde, como huyendo, ¡tan inútilmente! Es importante
que aprendamos a disfrutar de la amistad y la compañía de los demás y
sepamos ayudarles con calma y el tiempo necesario.