Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
Libertad espiritual
1. LIBERTAD ESPIRITUAL
He venido al mundo para proclamar la libertad espiritual, para que los mortales tengan la
fuerza de vivir su vida individual con originalidad y libertad ante Dios. No deseo que se
compre la armonía social y la paz fraternal al precio del sacrificio de la personalidad libre y
de la originalidad espiritual. Lo que yo os pido, mis apóstoles, es unidad espiritual —y ésa
podréis experimentar en el regocijo de vuestra dedicación unida a hacer de todo corazón,
la voluntad de mi Padre en el cielo. No hace falta que veáis las cosas de la misma manera
ni que las sintáis de la misma manera ni tampoco que penséis de la misma manera para
ser iguales espiritualmente. La unidad espiritual deriva de la conciencia de que cada uno
de vosotros está habitado, y cada vez más dominado, por el don espiritual del Padre
celestial. Vuestra armonía apostólica ha de crecer del hecho de que la esperanza espiritual
de cada uno de vosotros es idéntica en origen, naturaleza y destino (1591.6)
Yo he venido, no para revelar el Padre a los hijos de Israel, sino más bien para traer este
conocimiento de Dios y la revelación de su amor y misericordia al creyente individual,
como una genuina experiencia personal. Todos los profetas os han enseñado que Yahvé
ama a su pueblo, que Dios ama a Israel. Pero yo he venido entre vosotros para proclamar
una verdad aún más grande, una verdad que muchos de los últimos profetas también
alcanzaron a comprender, o sea, que Dios os ama —a cada uno de vosotros— como
individuos. Durante todas estas generaciones habéis vosotros tenido una religión nacional
o racial; yo he venido ahora para daros una religión personal (1629.6)
Una vez que el hombre discierne esta libertad espiritual, el Padre en el cielo manda que
sus hijos en la tierra comiencen esa ascensión eterna de la carrera hacia el Paraíso que
consiste en la respuesta consciente de la criatura al impulso divino del espíritu residente
por encontrar a su Creador, por conocer a Dios y por esforzarse en llegar a ser como él
(1630.5)
Los individuos espiritualmente ciegos que siguen lógicamente los dictados de la ciencia,
las costumbres sociales y el dogma religioso están en grave peligro de sacrificar su libertad
moral y de perder su libertad espiritual (1458.2)
Aunque la religión de autoridad pueda impartir un sentimiento inmediato de seguridad
establecida, pagáis por esa satisfacción pasajera el precio de la pérdida de vuestra libertad
espiritual y religiosa. Mi Padre no requiere de vosotros como precio para entrar al reino
del cielo que os forcéis a suscribiros a una creencia en cosas que son espiritualmente
repugnantes, profanas y falsas. No se os requiere que vuestro propio sentido de la
misericordia, justicia y verdad sea ofendido por la sumisión a un sistema desgastado de
formas y ceremonias religiosas. La religión del espíritu os deja por siempre libres para
seguir la verdad, dondequiera os lleve la guía del espíritu (1731.4)