La comunicación científica en la Red empezó en parte como un deseo de los editores para ahorrarse dinero (papel y distribución). Hoy la difusión de las revistas científicas en internet ha aumentado exponencialmente la visibilidad. Las descargas de los artículos suponen un nuevo valor. A ello ha contribuido el sistema de acceso abierto ("open access").
1. revistas científicas
Que quince años no son nada
por Javier Badía
Socio de honor de la UNE
Son quince años, prácticamente, los que
han transcurrido desde que a mediados
de la década de los noventa se produjo el
despegue de las revistas electrónicas en
España. Entonces había muchas dudas,
pues el soporte inspiraba desconfianza. Por
ejemplo, la garantía de perdurabilidad. Este
asunto de la edición electrónica era más
un empeño del editor, que supuestamente
perseguía ahorrarse un dinero (gastos de
imprenta y distribución), que un deseo de
los investigadores, para los que la revista en
papel aseguraba continuidad, permanencia
y prestigio.
Hoy, este no es un proceso ni mucho menos
cerrado. El camino de la transformación
a soporte electrónico desde el papel, muy
claro y completamente inevitable, avanza
con lentitud. De hecho, lo que prevalece
en este momento es la doble versión papel/
electrónico. Se trata por un lado de negociar
entre el editor y la dirección de las revistas los
pasos a dar (no se quiere imponer), y por otro
lado de pisar con cautela en lo que significa
tomar decisiones a futuro, pues puede ocurrir
que las cosas no son como parecen.
Un notable ejemplo de la situación que
tenemos ahora en España en lo que a las
revistas científicas se refiere lo tenemos
en el Departamento de Publicaciones
del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC). Empezaron en 2004 el
proceso de transformación, siempre bajo la
política de negociación y no enfrentamiento
con los directores. El que no se suprimiera
el papel facilitó los acuerdos. El CSIC
cuenta con 36 revistas (11, de Ciencia y
Tecnología, y 25 de Ciencias Humanas y
Sociales). El siguiente paso fue la adhesión
en 2006 a la Declaración de Berlín sobre
el llamado acceso abierto (open access),
es decir, que el lector no debe pagar para
acceder al conocimiento (en esta línea
están los centros públicos de investigación
en Europa e importantes universidades en
Estados Unidos). Aunque en un principio, y
para proteger las suscripciones, se empezó
aplicando un periodo de embargo de seis
meses sobre la versión electrónica (distinto
ISSN que la de papel), la tendencia es a que
desaparezca (las revistas de Humanidades
son las más reticentes). Según explica Ramón
Rodríguez, responsable del Servicio de
Publicaciones, el acceso libre a los artículos
desde el último número aparecido apenas ha
supuesto una mínima caída de suscripciones.
Y sin embargo, la plena disponibilidad para
acceder en la Red a los artículos a texto
completo a partir de 2007 ha significado
en tres años la espectacular cifra de nueve
millones y medio de descargas. A las visitas
no se les da un valor relevante.
En 2003 yo era todavía director del Servicio
de Publicaciones de la Universidad
Complutense de Madrid, con un catálogo
de cuarenta y nueve cabeceras, el
mayor volumen de revistas científicas
para una editorial pública en España.
Trabajábamos en un doble proceso, también
complementario: el de conseguir el mayor
número de indicadores de calidad para
nuestras publicaciones (con importantes
déficits entonces en la periodicidad) y el de
empezar el proceso de edición electrónica.
Recuerdo muy bien la resistencia y
desconfianza de directores y autores hacia
este cambio. Sí que pudimos llevar a cabo
la digitalización de las colecciones de las
revistas en papel, que quedaban disponibles
en CD. Lo de la Red era otra cosa. Ahora, en
la distancia del tiempo, es curioso observar
cómo han cambiado —y sustancialmente—
algunas ideas que entonces barajábamos
con gran ahínco. Era el caso de una librería
virtual, desde la que se podrían vender
los artículos de las revistas. Esta visión
de entonces (tan solo hace ocho años) se
puede disculpar. Que se lo digan si no
a los cronistas que en la década de los
ochenta, cuando solo había dos canales de
TV, auguraban que la competencia entre
emisoras aumentaría la calidad y se llegaría
a un altísimo nivel intelectual (!) gracias a la
competitividad entre unas y otras.
n corto
Un centenar de libros
para la Universidad de
Concepción (Chile)
Fue la directora del Sistema de
Bibliotecas de la Universidad
de Concepción, Olga Mora Mardones,
a través de una carta remitida al
presidente de la UNE, la encargada de
agradecer la donación, por parte de las
editoriales universitarias españolas, de
111 libros, correspondientes a distintas
áreas de conocimiento. La iniciativa
surgió en el marco del I Foro Editorial
de Estudios Hispánicos y Americanistas
y del I Salón del Libro Universitario
organizado del 21 al 23 de abril de
2010 en la Universidad Jaume I
de Castellón, en conmemoración del
Bicentenario de las Independencias.
La directora agradeció a la UNE
y a las editoriales «la excelente
donación», que «será incorporada a
la Colección y puesta a disposición
de nuestra comunidad universitaria».
Fueron los servicios de publicaciones
de 19 universidades y centros de
investigación españoles los que
realizaron la donación para
solidarizarse con este centro de estudios
ubicado en la región más afectada por
el terremoto del 27 de febrero de 2010.
Vea las editoriales donantes en
www.une.es / Sala de Prensa /
Notas de Prensa
Adhesión al Pacto
por la Cultura
La Unión de Editoriales Universitarias
Españolas (UNE) ha comunicado a
la Federación Estatal de Gestores
Culturales su adhesión al Pacto
por la Cultura, que ha promovido
dicha organización bajo el lema «Un
compromiso con la sociedad de los
sectores profesionales y empresariales de
la cultura». La propuesta se dirige a la
administración pública y a la sociedad.
Lea el texto íntegro del documento
suscrito en www.une.es
libros N.º 22 Primavera 2011
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