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ESCENA. Revista de las artes
E-ISSN: 2215-4906
escena.iiarte@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica
Rodríguez, Ramonet
LA CATEDRAL SUMERGIDA DE DEBUSSY: UNA VISIÓN INNOVADORA
ESCENA. Revista de las artes, vol. 66, núm. 1, 2010, pp. 49-55
Universidad de Costa Rica
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=561158768005
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49
ARTES MUSICALES Revista 33(66), 49 - 56, 2010
LA CATEDRAL SUMERGIDA DE DEBUSSY:
UNA VISIÓN INNOVADORA
Recibido: 01-12-09 • Aprobado 22-03-10
Resumen
La obra del compositor francés Claude Debussy representa toda una revolución desde el punto de vista compositivo
y conceptual; de ella emerge una nueva visión de la música que rompe con su pasado, en busca de sonoridades
y de sensaciones novedosas. Su preludio para piano titulado La catedral sumergida me permite explorar esa nueva
visión musical y del mundo y relacionarlo con los significados que determinados elementos, sonoros, rítmicos o
armónicos, pueden adquirir.
Palabras claves: Debussy • impresionismo • La catedral sumergida • música.
Abstract
The work of the French composer Claude Debussy represents a whole revolution in composition and concept, from
here emerges a new vision of music that breaks away from its past in a search for new sonorities and sensations.
His prelude for piano “The Submerged Cathedral” lets me explore this new vision of music and of the world and
establish its relationship with the meanings that certain sonorous, rhythmic or harmonic elements can acquire.
Keywords: Debussy • impressionism • The Submerged Cathedral • music.
En la clara luz de la mañana, así dice la leyen-
da, se puede ver surgir de las olas la Catedral de
Ys. Las campanas doblan; los sacerdotes entonan
las plegarias y, lentamente, la catedral vuelve a las
profundidades del mar (Cross; Ewen, 1963: p. 225).
El sibilino sumergir de la catedral en el mar,
como castigo al pecado en que vivían los poblado-
res de la ciudad mitológica de Ys, en la región de
Bretaña (Francia), es el tema que Claude Debussy1
utiliza para delinear su Preludio N.° 10 para piano
de la primera serie de preludios compuestos entre
1910 y 1913.
No poseen una forma definida y algunas seccio-
nes parecen improvisadas. Son obras de notable sen-
sibilidad y color con estilización de escenas bucólicas
y simbolistas, en donde la atmósfera o la idea de la
anécdota es el efugio para su construcción musical.
Frases amorfas que evitan cadencias estereo-
tipadas, rubatos y ligaduras que suavizan el recal-
citrante pulso métrico, repeticiones variadas con
Ramonet Rodríguez
Guitarrista,
Profesor de la Escuela de Artes Musicales, UCR.
ramonet@racsa.co.cr
50
ARTES MUSICALES
Revista 33(66), 2010
cambios de intervalo, ritmo y registro.  Disonancias
sin resolución, tríadas con segundas, cuartas, sex-
tas y sétimas agregadas. Acordes, consonancias y
disonancias en movimientos paralelos, modalidad,
escalas de tonos enteros, evasión de sensibles e
indireccionalidad melódica, son algunas de las
características sonoras que acusan los preludios de
Debussy y lo colocan como deidad en el impresio-
nismo musical.
Este término de impresionismo procede del
campo de la pintura,  y su origen se remonta, según
algunos, a Claude Monet, quien dio a conocer un
cuadro titulado Impresión, exhibido en la Exposición
de París de 1874 junto a obras de Cézanne, Degas
y Renoir  y, según otros, a un catálogo de cuadros
de  Eduard Manet, el cual explicaba que la inten-
ción del pintor era dar su “impresión”. Este estilo
de pintura buscaba dejar, en un segundo término,
lo temático y llamar la atención hacia elementos
novedosos de luz, color y atmósfera. 
Para Adolfo Salazar (1985: p. 387):
“todo él está sugestionado por la fusión de la disonancia y del
color instrumental, en sensaciones nuevas, impresiones inéditas,
efectos nunca experimentados en el área de la música, de una
belleza fluida, sutil, delicada hasta un punto extremado, en la que
siempre palpita el eco de los poetas coetáneos o el reflejo de los
pintores que dieron a los músicos  el vocablo que los distingue”.
Los simbolistas Stéphane Mallarmé, Baudelaire,
Verlaine y los pintores Manet y Renoir mantenían
una relación de amistad con Debussy,  con quienes
discutía sobre la estética de los nuevos movimientos
artísticos de finales del siglo XIX. Él intentaba, en su
música, capturar la impresión y la imagen de las cosas
para desarrollarlas con su propio estilo. Como señala
Hugo Leichtentritt (1978: p. 331) “Su fórmula es la
transformación de las impresiones visuales, o aún de
las impresiones olfativas, con la asistencia de ritmos
primitivos y sonidos naturales en notas musicales”.
El propio Debussy se consideraba más un
compositor simbolista que impresionista. Con sus
amigos literatos recurría a un universo sobrenatural,
enigmático y fantástico para esculpir su obra. No les
interesaba lo lógico, lo incuestionable o lo sensato;
por el contrario, desarrollaban su trabajo con abso-
luta renuncia al naturalismo racionalista2.
La música posee gran riqueza simbólica (figu-
ras, leitmotiv) y puede convertir en sonidos lo
ambiental y lo emocional, tomando elementos
extramusicales que elabora y transforma en expre-
sión. Algunos estudiosos han señalado a Debussy
como un impresionista–simbolista o,  inclusive,
como un puntillista. Al respecto nos dice Adolfo
Salazar (1994: p. 219):
“De “puntillismo” armónico se ha calificado la armonía impre-
sionista de Debussy, en la cual los matices sonoros obraban
directamente sobre el oído, como los tonos disgregados sobre
la retina, sin fundirse unos con otros, sino que será el oído o la
retina quienes fundirían esos datos sonoros o cromáticos en el
fondo del sentido acústico o plástico, de la inteligencia musical
o pictórica, que pone de su parte lo que el músico o el pintor
han creído oportuno suprimir en su texto, a fin de dar a éste más
ligereza, más pied dans l’ air, como la frase en el poeta simbolis-
ta, en la cual cabe eliminar los habituales enlaces gramaticales,
cuyos regímenes pueden ser tildados de redundantes para el
buen entendedor a quien le basta media palabra”.
Debussy parte de la música francesa de su
tiempo, influido por Chopin y Wagner,  pero luego
se desliga de la ideología conceptual de la obra
romántica alemana y busca una nueva espontanei-
dad en la expresión, y encuentra su inspiración en la
música de Mussorgsky, en los sonidos de la orquesta
Gamelán3 del lejano oriente y en el círculo de sus
amigos, en el que destaca  Eric Satie.
Las características sonoras de Debussy lo
alejan del uso tradicional de la tonalidad como
vehículo de su expresión.
¿Por qué la armonía tonal, como medio de
expresión musical, fue considerada durante tantos
siglos como regidora del universo sonoro?
Un hecho relevante es que la  armonía  tonal 
era considerada  un  acontecimiento natural que
tiene su base en el fenómeno acústico de los
armónicos. El acorde mayor se encuentra en los
seis primeros armónicos naturales, producidos por
una cuerda o un tubo, de allí que se considerara
51
ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010
un producto de la naturaleza (Turina, 1946: p. 28).
Esta concepción de armonía tonal como hecho
natural la colocó en un reinado extenso y fructí-
fero, subordinando al ritmo, a la melodía y a la
polifonía4. Para Schumann, la música es como el
ajedrez;  la reina “melodía” tiene gran poder, pero
la decisión del juego depende siempre del rey
“armonía” (Zamacoiz, 1975: p. 52).
Para Hanslick5 la melodía, inagotable e inago-
tada, domina, sobre todo, como forma básica de la
belleza musical, pero la armonía gana dominio al
ofrecer siempre nuevos recursos con sus infinitas
posibilidades. A  ambas las anima el ritmo, arteria
de la vida musical, y les proporciona encanto el
colorido de múltiples timbres (Zamacoiz, 1975:
p.52). La superioridad de la armonía sobre otros
elementos musicales le proporcionó la capacidad
de producir una concreta expresión estética.  Era
considerada un vehículo fundamental de construc-
ción aunque, por sí misma, no era el único medio
de expresividad. Si se desarrollaba vinculada de
forma muy unida a la melodía, al ritmo y a la poli-
fonía, de tal forma que parecieran un solo elemen-
to, el resultado sería de una gran riqueza expresiva.
La melodía, el ritmo y la polifonía han tenido
su época de exaltación; sin embargo, cuando llegó
la armonía, no hizo desaparecer la polifonía, por
el contrario,  la utilización de  ambos elementos,
hizo que  la música ganara un extraordinario poder
expresivo. Esta concepción de la armonía es la que
ha predominado y ha presidido el desenvolvimien-
to de la música en todos sus géneros, desde la épo-
ca del barroco hasta finales del siglo antepasado.
Para uno de los más grandes teóricos  del siglo XX,
Heinrich Schenker (1868–1935), especialista en
música tonal, la música no tenía suficiente sentido
si no estaba regida por una estructura tonal que
determinara la jerarquía de los sonidos, de allí
que para él era válida únicamente la música desde
Bach a Brahms (Neumeyer, y Tepping 1992: p. 1). 
Es interesante analizar cómo en la literatura
romántica y moderna al autor se le consideraba
la fuente generadora y válida de toda su creación,
quien alimentaba  y abastecía su obra, en donde
toda explicación de esta se buscaba en él. Sin
embargo, con el surgimiento, en la literatura, del
movimiento posestructuralista de los años sesenta,
se logró liberar al lector de la autoridad que repre-
sentaba el autor. La función del lector ahora es
distinta, es ágil, activa y crítica. De manera similar
al impresionismo musical, logra romper con postu-
lados y estructuras del  pasado.  
Así  como en el texto clásico el escritor era
considerado el pasado de su propio libro, la armo-
nía tonal era considerada anterior a la obra;  no se
podía concebir una pieza que no estuviera dentro
de un tono determinado, claro y preestableci-
do: era mayor o menor; era imposible pensar en
atonalidad o politonalidad.
En  el  texto clásico, el autor era visto como el
centro de la  literatura, y en la armonía tradicional
la tonalidad era vista como el centro de organiza-
ción de sonidos.
El acorde presupone una estructura en la que
no solo todos sus componentes están unidos entre
sí por las relaciones internas de intervalos, sino que
cada acorde sigue  y es seguido por otros de una
manera prefijada, porque obedecen en su subordi-
nación al centro tonal que rige el funcionamiento
de todos los sonidos.
La armonía, como técnica,  se  sistematizó 
por postulados y por elementos perfectamente
definidos, entre los cuales importa destacar: tona-
lidad y modalidad, acordes constituidos tonal y 
modalmente, coordinación en la marcha sucesiva
de estos, diferenciación entre consonancia y diso-
nancia,  delimitación de sus funciones y normas
resolutivas de determinadas notas reales de acorde
y de las extrañas a ellos (Zamacoiz, 1975: p. 56).
El impresionismo fue vital para que variaran
significativamente las funciones de los acordes;
ahora se podían utilizar por su sonoridad, por la
atmósfera que se quería producir, libres de movi-
miento, no utilizarlos solo porque el acorde tuviera
52
ARTES MUSICALES
Revista 33(66), 2010
una función armónica determinada. El pluralismo
de estilos del siglo XX comenzó ya a finales del
siglo XIX. El simbolismo opone al naturalismo unas
profundas dimensiones psicológicas (generación de
Freud) que la sensibilidad del impresionismo refleja
en su contenido. Freud nos muestra que tras el velo
de la palabra, se esconde un discurso inconsciente,
que no nos permite ser dueños de nuestro interior,
ser dueños de una conciencia con la cual nos
relacionamos con el mundo. Somos fáciles presas
de la enajenación y la dependencia pero, además,
sucumbimos en un mundo en el que hemos seguido
el capricho enmarcado por tendencias dominantes
cuya fuerza nos inyecta una esclavitud de pen-
samiento, en donde es muy difícil despertar a la
claridad de los acontecimientos; estamos determi-
nados por la sociedad, por sus deseos, sus valores,
y establecemos nuestras condiciones de existencia
de acuerdo con sus leyes. De allí la importancia
del impresionismo en donde la música se hace más
libre, variada, no convencional y se produce una
gran ruptura con la tradición histórica.
Analicemos musicalmente el preludio N.° 10 de
Debussy, para escudriñar su técnica de composición.
Los arcos de la Catedral que asoman casi
imperceptibles de la majestuosidad del mar y
su imperioso dominio son representados por un
sujeto o tema musical constituido por acordes
disonantes y paralelos (organum) que materiali-
zan esas formas geométricas con su  sonoridad. 
A continuación los contrastes,  las modulaciones 
y los distintos planos sonoros se convierten en el
proemio a la siguiente sección en donde las agi-
tadas aguas y ágiles torbellinos nos anuncian la
catedral que emerge de las frías y profundas aguas
y cuyo desbordante oleaje nos lo sugiere Debussy 
con un pedal móvil disuelto en arpegios, y desa-
rrollos bitonales, modales y con distintos niveles
de sonido. Sólida, palpable, viva, como invitando
a comulgar con el creador, la catedral anuncia su
llegada, repican las campanas, las plegarias piden
por los hombres y los cantos por las almas.
Debussy  utiliza  segundas mayores superpues-
tas  que  sugieren el  repicar de campanas y sirven
de  transición a un pasaje que, abruptamente, cam-
bia de tono,  pero que es de suma expresividad  y
evocan las plegarias de aquellos cuyas  suntuosas
voces imploran a Dios. 
Llegó el momento del recelo,  resignados  por 
el  castigo  a  su poca fe;  los  pobladores temerosos
ven con desencanto el retorno de su catedral a las
profundidades.  Y yace allí, apacible en el fondo
del mar, esperando emerger de nuevo y ser alzada
por los brazos de la  devoción.  En  esta  última
sección  se presenta  la  atmósfera  modal  del ini-
cio con la recapitulación y un pedal móvil, que nos
recuerda el retorno de la catedral  y el asomo de
los arcos con la aparición del tema y la realización
de la cadencia final.
Inicio de La catedral sumergida de Claude Debussy.
En este análisis trabajan concomitantemente dis-
cursos musicales denotados y connotados.  El  primer
nivel de información que nos proporcionan los soni-
dos es el de características puras de lo escuchado, es
decir, descripciones sonoras en un nivel morfológico
como, por ejemplo, cambios de tono,  intervalos,
figuraciones rítmicas,  escalas de tonos, ligaduras, 
intensidades,  etc.  No obstante, en este nivel deno-
tativo no se están  diciendo significados de la música
escuchada. Los sonidos no pueden describir direc-
tamente objetos, paisajes o sensaciones porque los
sonidos solo tienen como referente al sonido mismo.
53
ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010
La música, sin embargo, puede despertar, en el
oyente, sensaciones, estados emocionales e imáge-
nes que responden a un segundo nivel de informa-
ción. Como señala Carlos Sagot (1997: p. 29):
“cuando se dan respuestas verbales asociadas con la música
y se atribuyen significados a una forma musical escuchada, se
pasa al plano de la connotación, es decir, al hablar del signifi-
cado de la música escuchada no hay un primer plano de deno-
tación o un significado denotado, sino que la pieza musical es
connotada inmediatamente”.
Cuando se dice que una tercera mayor es ale-
gre, que un intervalo disonante de cuarta aumenta-
da representa al demonio, o que una secuencia de
escalas descendentes son los rayos del sol, el inter-
valo o la escala no significan nada por sí mismos,
no tienen significado primario, sino que tienen solo
significados secundarios. Por lo tanto, este segun-
do nivel de información que nos proporcionan
los sonidos es de significados que se adjudican a
algo escuchado, y podemos decir, por ejemplo,
que la música es triste, alegre, tranquila, sufrida,
o que representa el mar, las olas, las campanas, el
viento, etc., y es en este campo  en donde Debussy
puede despertar, connotativamente con su música,
regiones muy profundas de nuestro ser, de nuestros
sentimientos y de nuestro inconsciente. 
No hay legado escrito que su autor  refiera
al aspecto connotativo de sus 24 preludios o de
su obra en general, salvo pocas excepciones;  sin
embargo, su música posee elementos comunes que
el análisis y el estudio musical asocian con deter-
minados significados, por ejemplo: figuras rítmicas
que suben y bajan para sugerir las ondulaciones de
las olas, un tumulto de ritmo y color para sugerir
movimiento, o segundas disonantes que evocan el
sonido de campanas. Además, el  título de muchas
de sus obras es totalmente evocativo, por ejemplo:
El mar, Nubes, Fiesta, Sirenas; o los preludios: La
niña de los cabellos de lino,  Pasos en la nieve y,
por supuesto, La catedral sumergida. En sus pre-
ludios, el nombre de cada uno está colocado al
final de la composición, como si su autor deseara
una implicación programática no impuesta, sino
sugerida. Sus preludios se destacan como un punto
culminante en la música pianística. Nadie, desde
Chopin, había cambiado de tal manera la técnica
y el carácter de la escritura del piano; dio prioridad
a la búsqueda de sonoridades (pedales y registros)
sobre el virtuosismo. Debussy representa una inno-
vación, un cambio, un desapego a reglas preesta-
blecidas y, en su búsqueda por encontrar nuevas
sonoridades, retó a sus maestros, a la crítica y a su
época. Su música invita al refinamiento del espíritu
que nos hace dar un salto cualitativo cuando nos
dejamos atrapar por el oleaje de sus sonidos, todos
ellos fastuosos y llenos de color. Una sugerencia,
una impresión, un reto a la imaginación, un desa-
fío intelectual y una sensación inefable es lo que
su música nos provoca. De modo casi romántico
explica Debussy que los músicos han sido elegidos
para captar toda la magia del día o la noche, la
tierra o el cielo. Solo ellos pueden revivir su atmós-
fera o su permanente latir (Michels, 1997: p. 515).
Claude Debussy
54
ARTES MUSICALES
Revista 33(66), 2010
La creación artística de Debussy influyó de
manera directa en compositores como Manuel
de Falla y Selim Palmaren6. Además, fue el máxi-
mo exponente de un movimiento cuyas técnicas
compartieron otros compositores como Mauricio
Ravel, Alexander Escriabin, Ottorino Respighi,
Frederick Delius y Cyril Scott; técnicas que revo-
lucionaron toda una época y proporcionaron un
mundo de sonidos novedosos que, además, mar-
caron, en su concepto sedicioso lineamientos por
seguir en futuros movimientos musicales.
La novedad, el color y la magia de sus sonidos
lo convirtieron en uno de los más grandes pintores
de la música. La capacidad de Debussy para captar
las impresiones de un lugar, escena o ambiente
era tan extraordinaria que no necesitó conocer
más que un poco de España para describir los
sentimientos que este país le marcó. Fue a través
de libros, cuadros, cantos y pequeñas experiencias
como escuchar guitarristas de flamenco y un viaje
fugaz a San Sebastián, que logró permearse de su
esencia y desplegarla en sonidos. Al respecto nos
dice Manuel de Falla: “...todo ello gira en el aire,
se aproxima y retrocede, y nuestra imaginación
permanece continuamente despierta y fascinada
por el poder de una música intensamente expresiva
y ricamente variada” (Cross; Ewen 1963: p. 252).
Claude Debussy, a propósito de su desapego a
lo convencional, comentó, en alguna ocasión, que
la música era un total de fuerzas esparcidas y que
le gustaban más algunas notas de la flauta de un
pastor, puras y carentes de sumisión que las notas
sometidas en su totalidad a los tratados de música.
Es decir, planteaba la necesidad de buscar la edu-
cación  en  la  libertad y no en métodos o tratados
que limitaran nuestra creación.
Notas
1.	 Claude Debussy (Laye, 1862–París, 1918), pia-
nista y compositor francés, alma y cerebro del
impresionismo musical. Mostró, desde muy joven,
un rechazo a las reglas armónicas establecidas.
Compuso música orquestal, música de cámara,
música vocal, ballets, ópera y una importante pro-
ducción para piano. La devolución a la música del
sentido de la precisión fónica, o sea, la conversión
de la pieza instrumental en un consistente objeto
sonoro en donde se cobijan los eventuales valores
expresivos sin menoscabo de su solidez, permite
considerar realmente a Debussy como el iniciador
de las tendencias musicales de la actualidad.
2.	 Reafirma la supremacía de la razón como el medio
natural y necesario para tener acceso a todo el
conocimiento y la sabiduría que el hombre pueda
alcanzar. El trabajo del artista consiste en relatar
y explicar lo que sucede en la naturaleza, el arte
debe tender a ser una transcripción literal de la
realidad y el artista puede conseguirla mediante
un estudio analítico del carácter, comportamiento
y motivaciones. El naturalismo cree que todos los
juicios de bondad y maldad son convencionales
y no tienen base real en la naturaleza. Por ello, el
arte debe tratar de comprender y no justificar. El
comportamiento humano es considerado como el
resultado de la acción del ambiente y las circuns-
tancias, y el artista debería pintar estas con todo
detalle, sin ninguna falsa idealización del carácter,
sin comentarios sobre lo feo y sin recurrir a supues-
tas fuerzas ocultas.
3.	 Nombre genérico con el que se designa en Indonesia
a las orquestas  acompañantes de las danzas de los
wayangs; estas danzas son piezas teatrales religiosas.
La orquesta se compone de una serie de instrumentos
de percusión afinados, entre los que suelen figurar
gongs de diversos tamaños, metalófonos (especie de
xilófonos cuyas láminas son metálicas, y no de made-
ra) y tambores, a los que pueden unirse otros instru-
mentos (violines, flautas y cítaras). La disonancia de
los acordes y de las escalas de la música de gamelán
en relación con los sistemas armónicos occidentales
ilustra bien la naturaleza irreducible de esta música.
La música de gamelán es hoy en Indonesia una ins-
titución cultural nacional que continúa cumpliendo
sus funciones tradicionales. Al mismo tiempo, se ha
integrado plenamente en el panorama audiovisual
moderno de Indonesia.
55
ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010
4.	 Eduard Hanslick (Praga, 1825–Viena, 1904) crítico
musical de Austria. Profesor de la universidad de
Viena. Partidario de Brahms y enemigo de Wagner y
Bruckner, autor del libro De lo bello en música con
gran repercusión en la estética musical.
5.	 Pieza a varias voces en estilo imitativo, en donde
cada una tiene igual relieve e importancia meló-
dica. En ella, pues, se considera más el aspecto
horizontal o lineal que el vertical de los acordes.
De aquí la preferencia en el aspecto contrapun-
tístico. Tal estilo, que brilló intensamente en los
siglos XV al XVII, encontró su punto culminante
en J. S. Bach.
6.	 Selim Palmgren (Björneborg, 1878–Helsinki, 1951)
compositor y pianista finlandés. Fue director coral en
Helsinki y profesor en la Eastman School de Rochester.
Influenciado por el impresionismo, compuso cerca
de 200 obras para piano, 5 conciertos para piano y
orquesta, así como obras corales y óperas.
Bibliografía
Cross, Milton y David Ewen. (1963). Los
grandes compositores. Buenos Aires:
Editorial Fabril.
Leichtentritt, Hugo. (1978). Música, historia e ideas.
La Habana: Editorial Arte y Literatura.
Michels, Ulrich. (1997). Atlas de Música. Madrid:
Editorial Alianza.
Neumeyer, David y Susan Tepping. (1992). A
Guide to Schenkerian Analysis. New
Jersey: Prentice Hall.
Runes, Dagoberto. (1981). Diccionario de Filosofía.
México: Editorial Grijalbo, S. A.
Sagot, Carlos. (1997). Música y significados.
Heredia: Editorial UNA.
Salazar, Adolfo. (1985). 	La Música en la sociedad
europea. Madrid: Editorial Alianza.
____________. (1994). 	 Conceptos fundamenta-
les en la Historia de la Música. Madrid:
Editorial Alianza.
Turina, Joaquín. (1946).	 Tratado de composi-
ción musical. Madrid: Unión Musical
Española.
Zamacois, Joaquín. (1975). Temas de estética y
de historia de la Música. Barcelona:
Editorial Labor.
56
ARTES MUSICALES
Revista 33(66), 2010

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  • 1. ESCENA. Revista de las artes E-ISSN: 2215-4906 escena.iiarte@ucr.ac.cr Universidad de Costa Rica Costa Rica Rodríguez, Ramonet LA CATEDRAL SUMERGIDA DE DEBUSSY: UNA VISIÓN INNOVADORA ESCENA. Revista de las artes, vol. 66, núm. 1, 2010, pp. 49-55 Universidad de Costa Rica Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=561158768005 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
  • 2. 49 ARTES MUSICALES Revista 33(66), 49 - 56, 2010 LA CATEDRAL SUMERGIDA DE DEBUSSY: UNA VISIÓN INNOVADORA Recibido: 01-12-09 • Aprobado 22-03-10 Resumen La obra del compositor francés Claude Debussy representa toda una revolución desde el punto de vista compositivo y conceptual; de ella emerge una nueva visión de la música que rompe con su pasado, en busca de sonoridades y de sensaciones novedosas. Su preludio para piano titulado La catedral sumergida me permite explorar esa nueva visión musical y del mundo y relacionarlo con los significados que determinados elementos, sonoros, rítmicos o armónicos, pueden adquirir. Palabras claves: Debussy • impresionismo • La catedral sumergida • música. Abstract The work of the French composer Claude Debussy represents a whole revolution in composition and concept, from here emerges a new vision of music that breaks away from its past in a search for new sonorities and sensations. His prelude for piano “The Submerged Cathedral” lets me explore this new vision of music and of the world and establish its relationship with the meanings that certain sonorous, rhythmic or harmonic elements can acquire. Keywords: Debussy • impressionism • The Submerged Cathedral • music. En la clara luz de la mañana, así dice la leyen- da, se puede ver surgir de las olas la Catedral de Ys. Las campanas doblan; los sacerdotes entonan las plegarias y, lentamente, la catedral vuelve a las profundidades del mar (Cross; Ewen, 1963: p. 225). El sibilino sumergir de la catedral en el mar, como castigo al pecado en que vivían los poblado- res de la ciudad mitológica de Ys, en la región de Bretaña (Francia), es el tema que Claude Debussy1 utiliza para delinear su Preludio N.° 10 para piano de la primera serie de preludios compuestos entre 1910 y 1913. No poseen una forma definida y algunas seccio- nes parecen improvisadas. Son obras de notable sen- sibilidad y color con estilización de escenas bucólicas y simbolistas, en donde la atmósfera o la idea de la anécdota es el efugio para su construcción musical. Frases amorfas que evitan cadencias estereo- tipadas, rubatos y ligaduras que suavizan el recal- citrante pulso métrico, repeticiones variadas con Ramonet Rodríguez Guitarrista, Profesor de la Escuela de Artes Musicales, UCR. ramonet@racsa.co.cr
  • 3. 50 ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010 cambios de intervalo, ritmo y registro.  Disonancias sin resolución, tríadas con segundas, cuartas, sex- tas y sétimas agregadas. Acordes, consonancias y disonancias en movimientos paralelos, modalidad, escalas de tonos enteros, evasión de sensibles e indireccionalidad melódica, son algunas de las características sonoras que acusan los preludios de Debussy y lo colocan como deidad en el impresio- nismo musical. Este término de impresionismo procede del campo de la pintura,  y su origen se remonta, según algunos, a Claude Monet, quien dio a conocer un cuadro titulado Impresión, exhibido en la Exposición de París de 1874 junto a obras de Cézanne, Degas y Renoir  y, según otros, a un catálogo de cuadros de  Eduard Manet, el cual explicaba que la inten- ción del pintor era dar su “impresión”. Este estilo de pintura buscaba dejar, en un segundo término, lo temático y llamar la atención hacia elementos novedosos de luz, color y atmósfera.  Para Adolfo Salazar (1985: p. 387): “todo él está sugestionado por la fusión de la disonancia y del color instrumental, en sensaciones nuevas, impresiones inéditas, efectos nunca experimentados en el área de la música, de una belleza fluida, sutil, delicada hasta un punto extremado, en la que siempre palpita el eco de los poetas coetáneos o el reflejo de los pintores que dieron a los músicos  el vocablo que los distingue”. Los simbolistas Stéphane Mallarmé, Baudelaire, Verlaine y los pintores Manet y Renoir mantenían una relación de amistad con Debussy,  con quienes discutía sobre la estética de los nuevos movimientos artísticos de finales del siglo XIX. Él intentaba, en su música, capturar la impresión y la imagen de las cosas para desarrollarlas con su propio estilo. Como señala Hugo Leichtentritt (1978: p. 331) “Su fórmula es la transformación de las impresiones visuales, o aún de las impresiones olfativas, con la asistencia de ritmos primitivos y sonidos naturales en notas musicales”. El propio Debussy se consideraba más un compositor simbolista que impresionista. Con sus amigos literatos recurría a un universo sobrenatural, enigmático y fantástico para esculpir su obra. No les interesaba lo lógico, lo incuestionable o lo sensato; por el contrario, desarrollaban su trabajo con abso- luta renuncia al naturalismo racionalista2. La música posee gran riqueza simbólica (figu- ras, leitmotiv) y puede convertir en sonidos lo ambiental y lo emocional, tomando elementos extramusicales que elabora y transforma en expre- sión. Algunos estudiosos han señalado a Debussy como un impresionista–simbolista o,  inclusive, como un puntillista. Al respecto nos dice Adolfo Salazar (1994: p. 219): “De “puntillismo” armónico se ha calificado la armonía impre- sionista de Debussy, en la cual los matices sonoros obraban directamente sobre el oído, como los tonos disgregados sobre la retina, sin fundirse unos con otros, sino que será el oído o la retina quienes fundirían esos datos sonoros o cromáticos en el fondo del sentido acústico o plástico, de la inteligencia musical o pictórica, que pone de su parte lo que el músico o el pintor han creído oportuno suprimir en su texto, a fin de dar a éste más ligereza, más pied dans l’ air, como la frase en el poeta simbolis- ta, en la cual cabe eliminar los habituales enlaces gramaticales, cuyos regímenes pueden ser tildados de redundantes para el buen entendedor a quien le basta media palabra”. Debussy parte de la música francesa de su tiempo, influido por Chopin y Wagner,  pero luego se desliga de la ideología conceptual de la obra romántica alemana y busca una nueva espontanei- dad en la expresión, y encuentra su inspiración en la música de Mussorgsky, en los sonidos de la orquesta Gamelán3 del lejano oriente y en el círculo de sus amigos, en el que destaca  Eric Satie. Las características sonoras de Debussy lo alejan del uso tradicional de la tonalidad como vehículo de su expresión. ¿Por qué la armonía tonal, como medio de expresión musical, fue considerada durante tantos siglos como regidora del universo sonoro? Un hecho relevante es que la  armonía  tonal  era considerada  un  acontecimiento natural que tiene su base en el fenómeno acústico de los armónicos. El acorde mayor se encuentra en los seis primeros armónicos naturales, producidos por una cuerda o un tubo, de allí que se considerara
  • 4. 51 ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010 un producto de la naturaleza (Turina, 1946: p. 28). Esta concepción de armonía tonal como hecho natural la colocó en un reinado extenso y fructí- fero, subordinando al ritmo, a la melodía y a la polifonía4. Para Schumann, la música es como el ajedrez;  la reina “melodía” tiene gran poder, pero la decisión del juego depende siempre del rey “armonía” (Zamacoiz, 1975: p. 52). Para Hanslick5 la melodía, inagotable e inago- tada, domina, sobre todo, como forma básica de la belleza musical, pero la armonía gana dominio al ofrecer siempre nuevos recursos con sus infinitas posibilidades. A  ambas las anima el ritmo, arteria de la vida musical, y les proporciona encanto el colorido de múltiples timbres (Zamacoiz, 1975: p.52). La superioridad de la armonía sobre otros elementos musicales le proporcionó la capacidad de producir una concreta expresión estética.  Era considerada un vehículo fundamental de construc- ción aunque, por sí misma, no era el único medio de expresividad. Si se desarrollaba vinculada de forma muy unida a la melodía, al ritmo y a la poli- fonía, de tal forma que parecieran un solo elemen- to, el resultado sería de una gran riqueza expresiva. La melodía, el ritmo y la polifonía han tenido su época de exaltación; sin embargo, cuando llegó la armonía, no hizo desaparecer la polifonía, por el contrario,  la utilización de  ambos elementos, hizo que  la música ganara un extraordinario poder expresivo. Esta concepción de la armonía es la que ha predominado y ha presidido el desenvolvimien- to de la música en todos sus géneros, desde la épo- ca del barroco hasta finales del siglo antepasado. Para uno de los más grandes teóricos  del siglo XX, Heinrich Schenker (1868–1935), especialista en música tonal, la música no tenía suficiente sentido si no estaba regida por una estructura tonal que determinara la jerarquía de los sonidos, de allí que para él era válida únicamente la música desde Bach a Brahms (Neumeyer, y Tepping 1992: p. 1).  Es interesante analizar cómo en la literatura romántica y moderna al autor se le consideraba la fuente generadora y válida de toda su creación, quien alimentaba  y abastecía su obra, en donde toda explicación de esta se buscaba en él. Sin embargo, con el surgimiento, en la literatura, del movimiento posestructuralista de los años sesenta, se logró liberar al lector de la autoridad que repre- sentaba el autor. La función del lector ahora es distinta, es ágil, activa y crítica. De manera similar al impresionismo musical, logra romper con postu- lados y estructuras del  pasado.   Así  como en el texto clásico el escritor era considerado el pasado de su propio libro, la armo- nía tonal era considerada anterior a la obra;  no se podía concebir una pieza que no estuviera dentro de un tono determinado, claro y preestableci- do: era mayor o menor; era imposible pensar en atonalidad o politonalidad. En  el  texto clásico, el autor era visto como el centro de la  literatura, y en la armonía tradicional la tonalidad era vista como el centro de organiza- ción de sonidos. El acorde presupone una estructura en la que no solo todos sus componentes están unidos entre sí por las relaciones internas de intervalos, sino que cada acorde sigue  y es seguido por otros de una manera prefijada, porque obedecen en su subordi- nación al centro tonal que rige el funcionamiento de todos los sonidos. La armonía, como técnica,  se  sistematizó  por postulados y por elementos perfectamente definidos, entre los cuales importa destacar: tona- lidad y modalidad, acordes constituidos tonal y  modalmente, coordinación en la marcha sucesiva de estos, diferenciación entre consonancia y diso- nancia,  delimitación de sus funciones y normas resolutivas de determinadas notas reales de acorde y de las extrañas a ellos (Zamacoiz, 1975: p. 56). El impresionismo fue vital para que variaran significativamente las funciones de los acordes; ahora se podían utilizar por su sonoridad, por la atmósfera que se quería producir, libres de movi- miento, no utilizarlos solo porque el acorde tuviera
  • 5. 52 ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010 una función armónica determinada. El pluralismo de estilos del siglo XX comenzó ya a finales del siglo XIX. El simbolismo opone al naturalismo unas profundas dimensiones psicológicas (generación de Freud) que la sensibilidad del impresionismo refleja en su contenido. Freud nos muestra que tras el velo de la palabra, se esconde un discurso inconsciente, que no nos permite ser dueños de nuestro interior, ser dueños de una conciencia con la cual nos relacionamos con el mundo. Somos fáciles presas de la enajenación y la dependencia pero, además, sucumbimos en un mundo en el que hemos seguido el capricho enmarcado por tendencias dominantes cuya fuerza nos inyecta una esclavitud de pen- samiento, en donde es muy difícil despertar a la claridad de los acontecimientos; estamos determi- nados por la sociedad, por sus deseos, sus valores, y establecemos nuestras condiciones de existencia de acuerdo con sus leyes. De allí la importancia del impresionismo en donde la música se hace más libre, variada, no convencional y se produce una gran ruptura con la tradición histórica. Analicemos musicalmente el preludio N.° 10 de Debussy, para escudriñar su técnica de composición. Los arcos de la Catedral que asoman casi imperceptibles de la majestuosidad del mar y su imperioso dominio son representados por un sujeto o tema musical constituido por acordes disonantes y paralelos (organum) que materiali- zan esas formas geométricas con su  sonoridad.  A continuación los contrastes,  las modulaciones  y los distintos planos sonoros se convierten en el proemio a la siguiente sección en donde las agi- tadas aguas y ágiles torbellinos nos anuncian la catedral que emerge de las frías y profundas aguas y cuyo desbordante oleaje nos lo sugiere Debussy  con un pedal móvil disuelto en arpegios, y desa- rrollos bitonales, modales y con distintos niveles de sonido. Sólida, palpable, viva, como invitando a comulgar con el creador, la catedral anuncia su llegada, repican las campanas, las plegarias piden por los hombres y los cantos por las almas. Debussy  utiliza  segundas mayores superpues- tas  que  sugieren el  repicar de campanas y sirven de  transición a un pasaje que, abruptamente, cam- bia de tono,  pero que es de suma expresividad  y evocan las plegarias de aquellos cuyas  suntuosas voces imploran a Dios.  Llegó el momento del recelo,  resignados  por  el  castigo  a  su poca fe;  los  pobladores temerosos ven con desencanto el retorno de su catedral a las profundidades.  Y yace allí, apacible en el fondo del mar, esperando emerger de nuevo y ser alzada por los brazos de la  devoción.  En  esta  última sección  se presenta  la  atmósfera  modal  del ini- cio con la recapitulación y un pedal móvil, que nos recuerda el retorno de la catedral  y el asomo de los arcos con la aparición del tema y la realización de la cadencia final. Inicio de La catedral sumergida de Claude Debussy. En este análisis trabajan concomitantemente dis- cursos musicales denotados y connotados.  El  primer nivel de información que nos proporcionan los soni- dos es el de características puras de lo escuchado, es decir, descripciones sonoras en un nivel morfológico como, por ejemplo, cambios de tono,  intervalos, figuraciones rítmicas,  escalas de tonos, ligaduras,  intensidades,  etc.  No obstante, en este nivel deno- tativo no se están  diciendo significados de la música escuchada. Los sonidos no pueden describir direc- tamente objetos, paisajes o sensaciones porque los sonidos solo tienen como referente al sonido mismo.
  • 6. 53 ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010 La música, sin embargo, puede despertar, en el oyente, sensaciones, estados emocionales e imáge- nes que responden a un segundo nivel de informa- ción. Como señala Carlos Sagot (1997: p. 29): “cuando se dan respuestas verbales asociadas con la música y se atribuyen significados a una forma musical escuchada, se pasa al plano de la connotación, es decir, al hablar del signifi- cado de la música escuchada no hay un primer plano de deno- tación o un significado denotado, sino que la pieza musical es connotada inmediatamente”. Cuando se dice que una tercera mayor es ale- gre, que un intervalo disonante de cuarta aumenta- da representa al demonio, o que una secuencia de escalas descendentes son los rayos del sol, el inter- valo o la escala no significan nada por sí mismos, no tienen significado primario, sino que tienen solo significados secundarios. Por lo tanto, este segun- do nivel de información que nos proporcionan los sonidos es de significados que se adjudican a algo escuchado, y podemos decir, por ejemplo, que la música es triste, alegre, tranquila, sufrida, o que representa el mar, las olas, las campanas, el viento, etc., y es en este campo  en donde Debussy puede despertar, connotativamente con su música, regiones muy profundas de nuestro ser, de nuestros sentimientos y de nuestro inconsciente.  No hay legado escrito que su autor  refiera al aspecto connotativo de sus 24 preludios o de su obra en general, salvo pocas excepciones;  sin embargo, su música posee elementos comunes que el análisis y el estudio musical asocian con deter- minados significados, por ejemplo: figuras rítmicas que suben y bajan para sugerir las ondulaciones de las olas, un tumulto de ritmo y color para sugerir movimiento, o segundas disonantes que evocan el sonido de campanas. Además, el  título de muchas de sus obras es totalmente evocativo, por ejemplo: El mar, Nubes, Fiesta, Sirenas; o los preludios: La niña de los cabellos de lino,  Pasos en la nieve y, por supuesto, La catedral sumergida. En sus pre- ludios, el nombre de cada uno está colocado al final de la composición, como si su autor deseara una implicación programática no impuesta, sino sugerida. Sus preludios se destacan como un punto culminante en la música pianística. Nadie, desde Chopin, había cambiado de tal manera la técnica y el carácter de la escritura del piano; dio prioridad a la búsqueda de sonoridades (pedales y registros) sobre el virtuosismo. Debussy representa una inno- vación, un cambio, un desapego a reglas preesta- blecidas y, en su búsqueda por encontrar nuevas sonoridades, retó a sus maestros, a la crítica y a su época. Su música invita al refinamiento del espíritu que nos hace dar un salto cualitativo cuando nos dejamos atrapar por el oleaje de sus sonidos, todos ellos fastuosos y llenos de color. Una sugerencia, una impresión, un reto a la imaginación, un desa- fío intelectual y una sensación inefable es lo que su música nos provoca. De modo casi romántico explica Debussy que los músicos han sido elegidos para captar toda la magia del día o la noche, la tierra o el cielo. Solo ellos pueden revivir su atmós- fera o su permanente latir (Michels, 1997: p. 515). Claude Debussy
  • 7. 54 ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010 La creación artística de Debussy influyó de manera directa en compositores como Manuel de Falla y Selim Palmaren6. Además, fue el máxi- mo exponente de un movimiento cuyas técnicas compartieron otros compositores como Mauricio Ravel, Alexander Escriabin, Ottorino Respighi, Frederick Delius y Cyril Scott; técnicas que revo- lucionaron toda una época y proporcionaron un mundo de sonidos novedosos que, además, mar- caron, en su concepto sedicioso lineamientos por seguir en futuros movimientos musicales. La novedad, el color y la magia de sus sonidos lo convirtieron en uno de los más grandes pintores de la música. La capacidad de Debussy para captar las impresiones de un lugar, escena o ambiente era tan extraordinaria que no necesitó conocer más que un poco de España para describir los sentimientos que este país le marcó. Fue a través de libros, cuadros, cantos y pequeñas experiencias como escuchar guitarristas de flamenco y un viaje fugaz a San Sebastián, que logró permearse de su esencia y desplegarla en sonidos. Al respecto nos dice Manuel de Falla: “...todo ello gira en el aire, se aproxima y retrocede, y nuestra imaginación permanece continuamente despierta y fascinada por el poder de una música intensamente expresiva y ricamente variada” (Cross; Ewen 1963: p. 252). Claude Debussy, a propósito de su desapego a lo convencional, comentó, en alguna ocasión, que la música era un total de fuerzas esparcidas y que le gustaban más algunas notas de la flauta de un pastor, puras y carentes de sumisión que las notas sometidas en su totalidad a los tratados de música. Es decir, planteaba la necesidad de buscar la edu- cación  en  la  libertad y no en métodos o tratados que limitaran nuestra creación. Notas 1. Claude Debussy (Laye, 1862–París, 1918), pia- nista y compositor francés, alma y cerebro del impresionismo musical. Mostró, desde muy joven, un rechazo a las reglas armónicas establecidas. Compuso música orquestal, música de cámara, música vocal, ballets, ópera y una importante pro- ducción para piano. La devolución a la música del sentido de la precisión fónica, o sea, la conversión de la pieza instrumental en un consistente objeto sonoro en donde se cobijan los eventuales valores expresivos sin menoscabo de su solidez, permite considerar realmente a Debussy como el iniciador de las tendencias musicales de la actualidad. 2. Reafirma la supremacía de la razón como el medio natural y necesario para tener acceso a todo el conocimiento y la sabiduría que el hombre pueda alcanzar. El trabajo del artista consiste en relatar y explicar lo que sucede en la naturaleza, el arte debe tender a ser una transcripción literal de la realidad y el artista puede conseguirla mediante un estudio analítico del carácter, comportamiento y motivaciones. El naturalismo cree que todos los juicios de bondad y maldad son convencionales y no tienen base real en la naturaleza. Por ello, el arte debe tratar de comprender y no justificar. El comportamiento humano es considerado como el resultado de la acción del ambiente y las circuns- tancias, y el artista debería pintar estas con todo detalle, sin ninguna falsa idealización del carácter, sin comentarios sobre lo feo y sin recurrir a supues- tas fuerzas ocultas. 3. Nombre genérico con el que se designa en Indonesia a las orquestas  acompañantes de las danzas de los wayangs; estas danzas son piezas teatrales religiosas. La orquesta se compone de una serie de instrumentos de percusión afinados, entre los que suelen figurar gongs de diversos tamaños, metalófonos (especie de xilófonos cuyas láminas son metálicas, y no de made- ra) y tambores, a los que pueden unirse otros instru- mentos (violines, flautas y cítaras). La disonancia de los acordes y de las escalas de la música de gamelán en relación con los sistemas armónicos occidentales ilustra bien la naturaleza irreducible de esta música. La música de gamelán es hoy en Indonesia una ins- titución cultural nacional que continúa cumpliendo sus funciones tradicionales. Al mismo tiempo, se ha integrado plenamente en el panorama audiovisual moderno de Indonesia.
  • 8. 55 ARTES MUSICALES Revista 33(66), 2010 4. Eduard Hanslick (Praga, 1825–Viena, 1904) crítico musical de Austria. Profesor de la universidad de Viena. Partidario de Brahms y enemigo de Wagner y Bruckner, autor del libro De lo bello en música con gran repercusión en la estética musical. 5. Pieza a varias voces en estilo imitativo, en donde cada una tiene igual relieve e importancia meló- dica. En ella, pues, se considera más el aspecto horizontal o lineal que el vertical de los acordes. De aquí la preferencia en el aspecto contrapun- tístico. Tal estilo, que brilló intensamente en los siglos XV al XVII, encontró su punto culminante en J. S. Bach. 6. Selim Palmgren (Björneborg, 1878–Helsinki, 1951) compositor y pianista finlandés. Fue director coral en Helsinki y profesor en la Eastman School de Rochester. Influenciado por el impresionismo, compuso cerca de 200 obras para piano, 5 conciertos para piano y orquesta, así como obras corales y óperas. Bibliografía Cross, Milton y David Ewen. (1963). Los grandes compositores. Buenos Aires: Editorial Fabril. Leichtentritt, Hugo. (1978). Música, historia e ideas. La Habana: Editorial Arte y Literatura. Michels, Ulrich. (1997). Atlas de Música. Madrid: Editorial Alianza. Neumeyer, David y Susan Tepping. (1992). A Guide to Schenkerian Analysis. New Jersey: Prentice Hall. Runes, Dagoberto. (1981). Diccionario de Filosofía. México: Editorial Grijalbo, S. A. Sagot, Carlos. (1997). Música y significados. Heredia: Editorial UNA. Salazar, Adolfo. (1985). La Música en la sociedad europea. Madrid: Editorial Alianza. ____________. (1994). Conceptos fundamenta- les en la Historia de la Música. Madrid: Editorial Alianza. Turina, Joaquín. (1946). Tratado de composi- ción musical. Madrid: Unión Musical Española. Zamacois, Joaquín. (1975). Temas de estética y de historia de la Música. Barcelona: Editorial Labor.