1. Ética y Valores
Preocupa falta de valores en jóvenes
a instituciones de educación
superior.
Apatía, desinterés,
conformismo, poca solidaridad y
escaso compromiso con la
sociedad, son una problemática
que las instituciones de
educación superior han abonado
por no contar con instancias
adecuadas para impulsar los
valores en los universitarios Sólo
10 por ciento de los jóvenes están
interesados en la política; cuatro de
cada diez reconocen la importancia de
una sociedad cohesionada; apenas 5
por ciento participan en
organizaciones cívicas o de servicio
comunitario. Ése es el rostro de la
juventud y el reflejo de sus
convicciones
Apatía, desinterés, conformismo,
poca solidaridad y escaso
compromiso con la sociedad,
Ésa es la radiografía de los jóvenes
universitarios y ésa es una realidad a
la cual las instituciones de educación
superior también han abonado por no
contar con instancias adecuadas para
impulsar los valores entre la juventud.
Así lo reconocen los rectores. Entre
los jóvenes hay poca predilección por
temas como la democracia, la
participación ciudadana, la
transparencia, la fraternidad y el
deber con los sectores sociales más
débiles.
Se trata, explican, de un renglón en
el cual han fallado las instituciones
de educación superior. Pero también
es parte de una sociedad que adolece
de instrumentos adecuados para
formar ciudadanos comprometidos y
responsables.
Sólo 10 por ciento de los jóvenes
están interesados en la política, cuatro
de cada diez reconocen la importancia
de una sociedad cohesionada; apenas
2. 2
5 por ciento participan en
organizaciones cívicas o de servicio
comunitario. Ése es el rostro de la
juventud y el reflejo de sus
convicciones.
Y ahí las universidades públicas no
han sido capaces de dar a los
jóvenes las herramientas útiles
para enfrentarse a dilemas éticos
propios de suprofesión y de su papel
como ciudadanos. Una tarea
pendiente.
Y aunque las instituciones se han
preocupado por incidir en estos
aspectos, y saben que no son las
responsables directas del perfil
juvenil ni las instancias
exclusivamente transmisores de
valores, expresan su preocupación
ante a una problemática que no las
exime de su responsabilidad en la
configuración de ciudadanos.
En ese sentido, coinciden, ya no es
suficiente con brindar a los
estudiantes los conocimientos
necesarios para su desarrollo
profesional. En la actualidad, el
entorno social, la desintegración
familiar, los retos de la
globalización y las nuevas
tecnologías implican ofrecer a los
jóvenes valores adicionales a su
formación académica.
¿Qué pueden hacer las instituciones
de educación superior ante estos
problemas? Esa inquietud tiene que
discutirse a fondo y las universidades
públicas deben enfocarse aún más en
establecer los caminos adecuados
para potenciar los valores entre los
universitarios.
LOS NÚMEROS HABLAN
Enlas encuestas más recientes de valores y de
cultura política, sólo la mitadde los jóvenes se
identifica y valora la democracia y sólo 5 por
ciento de los jóvenes participan en organizaciones
cívicas o de servicio comunitario.
Este mismodato, al compararlo con otros países,
se observa una marcada diferencia, con 25 por
ciento en Colombia, 33 por ciento en Chile y 50
por ciento enEstados Unidos. Por ello, Enrique
Cabrero Mendoza, directordel Centro de
Investigación y Docencia Económica (CIDE),
sostiene que esa información llama la atención
porque los jóvenes que nacen en un proceso de
democratización, con todos los problemas
relacionados con dicho estado, tampoco están
impactados porésta.
“Eso llama la atención porquesignifica quetraemos
un déficit ahí, sobretodo, cuando uno compara esos
datos con las respuestas de jóvenes en otros países,
donde claramente la identificación y la valoración
de la democracia se va más arriba”, explica.
Precisa que cuando hablan de democracia,
únicamente se involucranen procesos electorales,
aunado a que sólo 10 por ciento estarían
interesados en política, entendida ésta como
promover causas, valores, transparencia o
reuniones comunitarias.
Quizá por ello, sólo cuatro de cada diez jóvenes
reconocen la importancia de una sociedad
cohesionada, locual refleja que, evidentemente,
hay una crisis de valores global para los jóvenes.
“En México tenemos un déficit enorme en la
capacidad de construir valores en lo que es
solidaridad, valores de involucramiento político y de
participación. Creo que en el sistema educativo, en
su conjunto, hemos fallado; desde la familia, pero
claramente el sistema de educación superior
todavía tiene una tarea muy grande”, advierte.
Y es que, como profundiza Cabrero Mendoza,
cuestiones como el apego a la norma, la cultura
de la legalidad, deben ser más impulsadas y
desarrolladas enlos jóvenes universitarios.
“También ahí hay datos alarmantes. Casi 50 por
ciento de la población, y no sólo de los jóvenes
sino de la población del país, considera que
cuando las leyes no sirven no hay que respetarlas,
sino transigirlas, porqueno sirven. Es decir, nuestra
cultura de la legalidad es muy baja.
“Eso empieza en todos los medios, ya lo sabemos,
en el padre que transmiteel valor, pero leda su
mordida al policía; en el profesor que transmite el
valor en el discurso, pero flexibiliza el cumplimiento
de los valores cuando sesale de clase”, señala el
director del CIDE.
Por ello, uno de los grandes retos para una
institución de educación superior es encontrarse
con jóvenes que modifiquen sus opiniones sobre
la vida pública, en general como ciudadano.
“Nosotros, como instituciones de educación
superior, hay que decirlo y reconocerlo, somos
estructuras y cultura institucional enla cual no
estamos, en principio, preparados para la
formación de ciudadanos responsables, solidarios y
comprometidos conun sistema democrático
transparente”, comenta.
Se trata, dice, de instituciones que acarrean
vicios de lasociedad de la cual están queriendo
escapar. Es decir, no pueden presentarse como
instituciones puras, capaces con suejemplo de
contagiar a los jóvenes tandesencantados de
dichos valores.
“Debemos reconocer como instituciones que senos
impone una transformación profunda, la cual
empieza por una reflexión en términos de la
responsabilidad de la enseñanza, aprendizaje y del
papel que la institución educativa está jugando en
la sociedad.
“Es muy difícil convencer a un alumno que
profese o acepte nuevos valores, cuando en
realidad la institución está ajena a la discusión, a
los grandes problemas. Por eso, creo debemos
refugiarnos en el ejemplo”, señala Cabrero
Mendoza.
Una situación, en suma, que parte de un país que
adolece de todo loque permea enlos jóvenes,
pues se trata de una “sociedad apática, poco
responsable en términos de ciudadanía y por ello es
muy complicado para las instituciones educativas
transformarnos”.
Cuando menos, apunta el director general del
CIDE, las universidades deben ser capaces de
crear las condiciones para generar un aprendizaje
entre los jóvenes, para que dicho proceso
consolide poco a poco algunos de estos valores.
3. 3
LAS LIMITACIONES Y LA
RESPONSABILIDAD
Mario García Valdez, rector de la Universidad
Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), afirma
que si bien las universidades públicas no pueden
pensar en unmétodo formal para establecer la
enseñanza de valores entre los jóvenes
universitarios, debe haber un propósito más
claro de transmitir aquellos compromisos que
deben permear a lasociedad.
“Anuestros egresados seles da mucha prioridad al
tema del conocimiento, y luego ese egresado, que
puede ser muy bueno, cuál comportamiento social
tendrá, cuál es su desempeño ante a los grandes
temas de actualidad a través de la pluralidad o la
diversidad, si tiene una conciencia clara del respeto
a las formas diferentes de pensar o de ser”, explica.
Por ello, comenta García Valdez, hace falta mayor
énfasis, pues se requiere de un trabajo más
estructurado en el ámbito de la educación
superior de loque hasta ahora se ha hecho.
No es que no existan los valores, sino que la
percepción de éstos entre los universitarios no es
tan clara y contundente.
“Creo que es una de las cosas que nos está
faltando; eso debe ser materia de preocupación y
ocupación”, comenta el rector de la UASLP.
Por suparte, Mario Alberto Ochoa Rivera, rector
de la Universidad Autónoma de Coahuila y
presidente del Consorcio de Universidades
Mexicanas (Cumex), dice que para impulsar de
manera más decidida los valores entre los
universitarios, en principio, se debe plantear de
qué manera la globalización ha impactado en la
formación de éstos y cómo se inculcan enlos
estudiantes.
“Los valores difícilmentelos podremos incorporar
como partede una curricula. Los valores hay que
vivirlos, por ello, debemos incorporarlos a
programas integrales en las instituciones, para que
permitan a los estudiantes entrar en contacto con
una realidad social y esto nos ayude a formar en
ellos valores que nos interesan”, explica el rector
de la UA de C.
Incluso, el presidente del Cumex habla de
incorporar a los padres de familia eneste proceso,
aun cuando se trate del nivel superior en el cual,
aparentemente, ya no hay una participación
directa de la familia enel desarrollo académico de
los universitarios.
“Hasta hace muy poco era raro encontrar en las
universidades públicas reuniones con padres de
familia. Hoy, creo que muchas instituciones lo
estamos haciendo porquevemos la necesidad
urgente de apuntalar esos valores de la familia y
orientarlos ante una problemática social de
violencia, de inseguridad, que existe en el país”,
asevera.
El otro aspecto a trabajar, añade Ochoa Rivera,
es fortalecer los valores cívicos de los
estudiantes universitarios, porque las
instituciones de educación superior deben acercar
a los jóvenes a esa realidady a esa diversidad
social que no pueden hacer a un lado y caer en la
indiferencia.
“No le puedo enseñar al muchacho las necesidades
que tiene una familia para sobrevivir en este país si
no lo llevo a que conozca, conviva y viva la realidad
social de la cual le hablo. Por eso, los programas de
servicio social y las prácticas profesionales deben
promover patrones que tienen relación con la
convivencia, con la democracia y que éstos incidan
directamente en valores para el desarrollo”,
considera.
Sinembargo, apunta el rector de la UA de C, los
esfuerzos hasta ahora son pocos, aunado a que de
nada sirve explicar a los jóvenes la necesidad de
médicos que tiene el país, por ejemplo, en
muchas áreas rurales, indígenas, si los alumnos
que estudian medicina piensan trabajar en las
grandes concentraciones urbanas.
Desgraciadamente, explica, son valores
relacionados con el éxito, con la superación
personal, pero que no establecen
correspondencia con la falta de compromiso e
interés de los jóvenes universitarios y que no
quieren asumir.
Rafael López Castañares, secretario
general ejecutivode la Asociación
Nacional de Universidades e
Instituciones de Educación
Superior (ANUIES), enfatiza que si bien
en este nivel educativo se transmiten
conocimientos y habilidades para la
solución de problemas, así como ciertas
pautas de conducta y comportamiento
ligadas básicamente a la ética profesional
de cada uno de los egresados, no
transfieren valores enesencia.
“La educación superior no se puede
asumirseplenamente como una instancia
transmisora de valores, pues cuando los
jóvenes llegan a cursar estudios de nivel
superior ya cuentan con una gran cantidad
de valores, principalmente del
hogar”, explica.
Sinembargo, dice, sí son fundamentales y
tienen una responsabilidad muy
importante porque la educación superior,
en el tema de valores humanos y sociales,
debe ser pertinente, pues la sociedad,
lejos de la retórica, necesita de
profesionistas capaces de transformar y
construir escenarios con equidad y
justicia.
“Esto —como partede la identidad
institucional queforma al individuo enel
respeto a la tolerancia y la diversidad de
ideas — es algo fundamental que a veces la
vorágineles llega a través de la televisión,
los periódicos, etcétera; los desconcierta
una situación quenos lleva decir ‘dónde
quedan los valores ’, esa ética a la cual
generalmente estamos acostumbrados”,
sostiene.
Para López Castañares la principal tarea
de las universidades e instituciones de
educación superiordel país es asumir
esa realidad buscar las alternativas para
reforzar, desde ese nivel educativo, los
valores y retomarlos.
“Las instituciones estamos hechas para
salir adelante ante los problemas, gracias a
los diferentes niveles de educación; gracias
a la
SOLO PARTE DE LA
SOLUCIÓN