Revista Güemesina

LILAS
QUE
ALETEAN
Un homenaje a Alejandra Pizarnik
Revista Literaria del Instituto Gral. M.M. de Güemes
N° 1 – 2019

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“Tú haces el silencio de las lilas que aletean
en mi tragedia del viento del corazón”.
Alejandra Pizarnik – Reconocimiento
Lilas que aletean, son letras volando desde las
voces de los estudiantes del Instituto General
Martín Miguel de Güemes. Voces ciertas, inciertas,
que buscan interrogarnos, darnos respuestas o
sencillamente mostrarnos los senderos que habitan
o los habitan.
Lilas que aletean es una antología poética (y algo
más) que tiene como objetivo el reconocimiento a
los estudiantes que nos confían en palabras: sus
sueños, sus desvelos, sus certezas, sus miedos, sus
amores, sus desencantos, su saber, su construcción
del conocimiento.
“Lilas que aletean… son pretextos de
ceremonias adorables”

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VOCES POÉTICAS
Deus Vult
En la esquina de una iglesia
Un pequeño niño reza
Por miedo o convicción
No puedo saberlo yo.
En clase la maestra pregunta:
“¿Qué van a hacer de su vida adulta?”
Y el niño responde con altura:
“Dictador de esta llanura”.
Los niños miran y ríen
Y él tan solo sonríe
Pues sabe que algún día
Todos estarán en sus filas.
Su padre, correcto cristiano
Y un alcohólico insano
Golpea a su madre con descargo
Y lo mira con descaro.

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Caminando por el barrio
Le pregunta un hombre anciano:
“¿Vos creés en dios, pero dios cree en vos?
Y dudó.
Al llegar a su casa el niño lloró
La biblia rompió
Su ira descargó
A su dios él asesinó.
Como Nietzsche lo hizo
Abandonó todo lo que quiso
“Dios castiga”
Su padre le dijo.
Golpeándolo sin parar
Con su vida al final termina.
Fidel

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Viendo el alba en la playa
El mar golpea la orilla,
humedece mis pies
recordándome que estoy vivo
El viento me atraviesa.
A lo lejos, un canto de nereidas,
cual canción de cuna,
duerme al tiempo
y lo recuesta en la inmensidad del vacío,
vacío que de mi alma brota,
como llanto de niño.
Mi corazón, silencioso,
en carne viva se desangra bajo el alba
Roja mi sangre, roja la luz del sol que nace.
El mar,
El alba,
La quietud,
Yo,
El vacío,
somos lo mismo.
Frida

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RELOJ
Por favor vete,
que quiero ahogar mi llanto
en tus viejas gafas,
sin escuchar todos tus reproches
que tanto bien me hacen
y que de tantos relojes viejos ya escuché.
Las flores que trajiste siguen en mi mesa
¿Acaso no escuchas?
La primavera no es mía
Y no es tuya.
Llévatela en los hombros,
junto a las tazas de té
que jamás terminaste.
Por favor vete,
que quiero grabar tu nombre
en cada centímetro
de mi piel,
sin sentir el filo de tus agujas
que marcan la hora
de tu partida,
de tu llegada,
o quizás de la mía.
Vuela nena

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FRUSTRACIÓN DE UN DICTADOR
En un pequeño pueblo,
Un niño se encontraba, ambicioso
Y muy seguro de lo que deseaba.
Su padre trabajador.
Le imponía su profesión, cual dictador.
Pues él quería que sea contador.
El joven un diestro en el arte.
Le dice a su padre muy firme.
“Ya no tengo razones para amarte”.
Inundado de tristeza.
Marcha hacia su escuela.
Pues el pensamiento de su padre no le interesa.
Rechazado por los grandes.

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Su carrera termina en desastres.
Y regresa a su hogar murmurando hacia adelante.
Lleno de dudas.
En su cabeza ya no caben más preguntas.
Pues él está desahuciado por las opiniones
injustas.
Pero sus otras ambiciones siguen latentes,
Y crecen como yerba mala en el pasto.
Pues nunca pensaron que con una ira entre sus
dientes.
Sería partícipe de tal horroroso holocausto.
Agustín E.

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PEQUEÑAS PLUMAS DE FANTASÍA
Despliego mis alas hacia el futuro,
Mis pequeñas y débiles alas,
Intentan llevarme más allá del cielo.
Quebraré las barreras, todas aquellas…
Que me impidan llegar más allá del horizonte,
Mis sueños se doblegarán más allá de mi vista.
Voy a estar en medio del día y la noche,
Atravesaré el atardecer, y lo haré mío.
Y cuando la oscura estela llegue,
Voy a iluminar el cielo nocturno.
Brillaré, con mis alas cual plumas de cristal,
En las cuales las estrellas se reflejan.
Pero… aún insatisfecha estoy, podría haber más…
Desde aquí aún puedo observar,
Los edificios, los rascacielos, y las luces,

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Como también los callejones oscuros,
Y los insignificantes hombres cometiendo actos
crueles,
Aún no puedo observar la escoria humana,
Y la oscura tempestad que a arrea esta sociedad.
Entonces pienso… podría haber muchísimo más,
Podría romper las cadenas que nos cubren,
Quebrar los estereotipos, e ir más allá de esta galaxia,
Recorrer el universo, conociendo cada estrella.
Cada día sería una bellísima aventura,
Haría grandes hallazgos…
¡Por Dios!, Qué bello sería, poder llegar hasta allí;
Si tan solo mis alas pudieran volar,
Si tan solo fuera un cuento de hadas,
Solo un cuento de hadas que mi imaginación creó.
サクラさん

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SOMOS
Somos libros perdidos,
Abandonados, cerrados, sin leer,
Al final del largo estante,
mientras seguimos escribiendo nuestra historia.
Y prefiero ser eso, un libro sin leer, impredecible,
Indescifrable, en continuo avance,
a ser un libro abierto, simple y sencillo,
de pocas páginas, igual al resto.
Porque somos los héroes de nuestro tiempo.
Hacemos historia, somos historia
y prefiero ser la más grande jamás contada
a ser un detalle en mí enemigo, el tiempo.
Uno más del montón,
resguardado en la cotidianeidad de las cosas.
Voy a ser lo mejor de mí mismo,

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y si no veo nada bueno en mí
conseguiré un mejor espejo,
Y cuando mire atrás voy a poder decir
que soy un graduado de la clase “lo logramos”.
Ya que yo escribo mi destino,
Elijo ser lo que el resto nunca será.
porque cuando su falso escenario se derrumbe,
mi oscuridad hará de luz
y cuando lo comprendan, entenderán
que mi fuerza radica en saber bailar
con mis demonios.
Somos esos apagados de palabras que nunca se
dirán: Somos gente fritando en silencio.
Simplemente somos.
Kami – sama

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Pensamientos hacia el mundo
Sus labios gritaban,
pero su boca estaba muda.
Su llanto le ahogaba;
pero su alma ya estaba muerta.
Se había decidido a dejar de soñar
y de hablar.
No quería ser vista como una diosa,
y pagó con sus pensamientos.
Su mente tenía que olvidar
todo su interior y sus sueños de
libertad.
No buscaba engrandecerse,
pero el precio, el precio de sus líneas,
era ese.
Tenía que recordar su propósito
y ser como los demás.
No debía sobresalir y no era crueldad,
era recordar su recompensa final,
que valía más que todo lo demás.
Mario Josá

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NARRATIVAS
EL QUE VA A MORIR SALUDA
Muchos dirán que lo más importante a la hora de resolver
un crimen son las evidencias, y están en lo correcto, pero
¿cómo resolverlo cuando la única evidencia que se tiene en las
manos es una simple foto?
Me llamo Héctor Micelli y soy detective desde hace más de
veinte años, desde que tengo memoria las historias de crímenes
me han atraído mucho, tengo el recuerdo de encerrarme en el
cuarto más aislado de la casa para leer la sección policial del
diario de mi ciudad hasta que llegaba mi madre y con sus manos
de arpía me arrastraba del brazo hasta la cocina, donde
golpeaba mis manos con cualquier cosa que tuviera a su alcance.
La secuencia se repetía todas las semanas cuando mis escondites
fracasaban y, entonces, mis manos quedaban marcadas a golpes.
Mi padre era un alcohólico con el don de destruir lo que se le
cruzaba en su vida, y por pura mala suerte quien se cruzó en su
camino fue mi madre y más tarde yo como fruto de un
noviazgo de dos años y una botella de tequila. Como
consecuencia de la mala vida y un cáncer de hígado que lo
consumió totalmente, murió.
Al terminar la secundaria comencé a estudiar Ciencias
Criminalísticas en la universidad de mi ciudad, obtuve el título
y a los treinta y dos años ya me encontraba trabajando como
detective de una comisaría local. Nunca llegué a investigar un
caso de gran importancia, lo más grave siempre se trataba de

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un niño desaparecido mientras volvía a su casa porque se había
quedado con los amigos.
Los años pasaban y las paredes de mi oficina no tenían nada
interesante que contemplar, el escritorio de madera se llenó de
polvo por la falta de uso y lo único que quedaba con vida allí
era un hombre de cincuenta y cinco años sentado en un su
sillón de cuero revisando archivos que nadie más leería.
Mi vida se había vuelto monótona y el sueño de un niño que
quería investigar crímenes estaba en un cajón cubierto por
cenizas de cigarrillos, nada cambiaba en esa ciudad, hasta aquel
día.
El teléfono de mi casa sonó la mañana de un miércoles,
todavía recostado extendí el brazo y levanté el tubo, una voz
familiar se escuchó del otro lado.
-“Micelli, disculpe la hora pero lo necesitamos en la casa
Dimmer, es urgente”. Era Federico Reick el oficial desde la
comisaría. Me senté al borde de la cama y le contesté:
-“Buenos días para usted también, en diez minutos estoy ahí.
¿Qué ocurrió?”
-“Necesito que lo vea con sus propios ojos. Pero en lo que tarda
en llegar, trate de familiarizarse con el nombre de Alexia
Dimmer”.
Unos minutos más tarde me encontraba en mi auto
manejando en dirección a la calle Merten, allí se encontraba la
casona de la familia Dimmer. Mi cabeza trataba de rebobinar
algún recuerdo sobre ese nombre, el apellido me era vagamente
familiar. De repente se me vino a la mente una pareja que había
sido amiga de mis padres cuando todavía éramos una familia,
tenían una hija que era unos años más pequeña que yo pero no
recordaba su nombre.
Tuve que estacionar en la esquina, el paso estaba cerrado con
cintas de seguridad y las personas trataban de acercarse a la casa

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que estaba rodeada de patrullas y una ambulancia. Reick estaba
parado en la puerta hablando con una mujer anciana, al verme
llegar, sin decir palabra alguna, me tomó del brazo y me llevó
hasta el interior de la casa, eché mi vista hacia atrás y vi a la
mujer encender un cigarrillo mientras me miraba fijo, noté que
era Lilith Dimmer. Lo había recordado, su marido había muerto
años antes en circunstancias desconocidas. La noticia del hecho
había llegado a mis oídos pero el caso nunca se resolvió ni
tampoco llegó a mis manos para investigarlo.
El oficial me llevó hasta una sala cubierta de cuadros
familiares, alfombras llenas de polvo, dos sillones de cuero
carmesí y una vieja chimenea. Me senté mientras mis ojos se
chocaban con los de las fotos de los cuadros y luego con los de
Federico.
-“Micelli, antes que usted diga algo le pido que me escuche. La
señorita Alexia Dimmer fue encontrada muerta por su madre,
estaba recostada con los ojos abiertos en su cama, no había
sangre, tampoco ningún tipo de herida, sólo estaba allí pálida y
sin respirar. A pesar de que este caso debe estar en sus manos,
quiero que sepa que también usted es un sospechoso clave. Y
antes de que pregunte por qué, vea con sus propios ojos esta
foto tenía la víctima cuando la encontramos”.
Se guardó en silencio, extendió su brazo y me entregó una
vieja foto desgastada. En ella se encontraban, de pie, los
Dimmer con su hija en brazos de su padre. A juzgar por su
apariencia la foto databa de hace, al menos, treinta años. Alexia
no aparentaba más de ocho años, sus padres eran aún jóvenes;
se encontraban en las escaleras de la Catedral. Junto a ellos
había un hombre robusto, pelirrojo y de traje desgastado
sosteniendo por el hombro a un niño de rostro delgado, camisa
gris por fuera del pantalón y con el cabello despeinado.
Mantuve mi mirada en estos últimos personajes. Un escalofrío
me recorrió todo el cuerpo al darme cuenta que ese hombre
era mi horroroso padre y aquel niño era yo. Volví mis ojos

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hacia Reick y con el hilo de voz que brotaba de mí en ese
momento le contesté:
-“Bueno, claramente en la foto aparezco yo, si mal no recuerdo
fue un domingo de Pascua al que asistí con mi padre, pero no
tengo presente el momento en que sacaron esa foto; sin
embargo me pregunto ¿Por qué me involucraría como
sospechoso del crimen?”.
-“Mire lo que está escrito en la parte posterior de la foto”
Al darla vuelta sentí como la sangre se me helaba mientras leía:
Dios ampare a quienes se encuentran aquí, saludos.
Atte. Elías Gustavo Dimmer
Y unos centímetros más abajo, escrito en lápiz había algo más:
Aquí está su culpable, saludos a ustedes.
Atte. Emile Alexia Dimmer
No sabía qué pensar ni qué decir, sentía que el aire se volvía
denso y la mirada seria de Reick estaba clavada sobre mí.
-“No soy detective, pero tres de las personas de la foto están
muertas, lo que nos deja como sospechosos a usted y a la señora
Dimmer”
-“Es una simple foto, no creo que esto sea una evidencia
concreta”
-“No lo es, pero es la única prueba que tenemos y hasta que
encontremos otra, usted vendrá conmigo a la comisaría”
No sentí el momento en que me levanté del sillón y crucé la
puerta hacia la patrulla en la que nos esperaba Lilith. El viaje
fue silencioso y mi cabeza era un gran caos que trataba de
ordenar. ¿Por qué mataría yo a los Dimmer? Sentía que había
muchas cosas que se me estaban pasando por alto.

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Al entrar a la comisaría una oficial se llevó a Lilith hacia una
oficina. Conociendo los protocolos que se llevan a cabo cuando
llega un sospechoso, suponía que el oficial Reick me llevaría
también a una oficina para hablar, pero me encerró en una
celda que se encontraba al final de un pasillo en el que solo se
respiraba humedad.
-“¿Tan peligroso soy que tengo el honor de tener una celda en
mi primer día? Reick, no tengo nada que ver en este asunto, la
autopsia tendría que revelar min inocencia”
Esbozó una media sonrisa y suspiró.
-“¿Quién dijo que se haría una autopsia? Micelli, para ser
detective a veces crio que es usted muy lento, la señora Dimmer
nos entregó una importante cantidad de dinero por mantener
la confidencialidad con la muerte de su esposo y espera lo
mismo con la de su hija. La única interferencia en este asunto
era usted. Planeábamos dejarlo fuera del caso como con la
muerte de Gustavo pero al verte también en esa foto
encontramos al culpable”
-“Entonces durante todos estos años usted la encubrió. ¿Y
ahora qué? ¿Piensa encerrarme hasta el día que muera?”
-“Tenemos los medios suficientes para hacerlo, sus padres están
muertos y no tiene familia que derrame una sola lágrima por
usted. Supongo que leyó las suficientes historias de niño para
entender lo que ocurrirá con usted”
Le di la espalda y cerré los ojos. Una vida de mierda
totalmente desperdiciada. En mis adentros repudiaba esa
maldita foto que me condenó y en mis afueras sentía el frío
metal de un arma que se apoyaba en mi nuca. Recordé un viejo
dicho que mi madre me decía de niño: “El que va a morir
saluda”.
-“Envíele mis saludos cordiales a Lilith Dimmer, y saludos a
usted Reick”.

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NUNCA VOY A DESPRENDERME DE VOS
Su vaso de agua se había volcado. ¡Qué desastre soy! pensó, y
una vaga silueta se le vino a la mente. La de aquella mujer que
ahora no era más que una sombra. Agarró el repasador y secó
la mesada. Sacó una píldora de un frasco, la incorporó a su
cuerpo y luego fue a sentarse al sofá del living. Su mirada se
perdió en cuanto vio por la ventana. Una ventana que daba a
la avenida, que siempre estaba inundada de esa espesa
cacofonía de bocinazos y gritos de gente desesperada.
Aquella mujer que miraba más allá y veía el pequeño parque,
que según ella, rebalsaba de vida y colores. Él volvió a la
realidad, se puso de pie y con pasos tristes se acercó a esa
melancólica ventana. Más allá de esa asquerosa avenida no
había más que una plaza con juegos oxidados y árboles
moribundos, según él. Y se desprendió de ese portal que sólo
lo hacía pensar en ella.
Miró el reloj, 5:35 p.m. El debería estar en el trabajo, pero
faltó todo el mes. En ese tiempo ni siquiera había abierto la
puerta del apartamento. No desde que aquella mujer se fue. Se
acercó a la entrada, apoyó su hombro en ella y esperó. Esperó
a que timbre sonara, o alguien tocara. Esperó a que ella
apareciera, tal vez para hablar, tal vez para abrazarlo o escupirlo
en la cara. Daba igual, él sabía que por más que lo deseara, no
volvería a escuchar su voz.
Alguien golpeó, un golpe fuerte y seco, pero no venía desde
afuera sino desde adentro. Él había golpeado su cabeza contra

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la puerta mientras mordía su labio inferior en un agrio intento
de contener la impotencia, en realidad la tristeza disfrazada de
rabia. Se alejó de allí, se encaminó a la cocina y dejó caer el
peso de su cuerpo contra la pared. Su frente apuntaba al suelo,
al igual que todo en su vida desde que ella se fue. Con la mirada
derrotada levantó la cabeza y allí la vio.
Ahí estaba aquella mujer que era capaz de cocinar los
manjares más deliciosos con cualquier cosa que encontraba en
la heladera. El ingrediente secreto siempre el cariño que ponía
y las canciones que entonaba mientras preparaba la cena. Esos
pequeños conciertos expresaban las emociones que ella cargaba
en su interior, los últimos fueron los más desgarradores. Aun
así, ella siempre se daba la vuelta cuando lo escuchaba
asomarse, y sin importar su ánimo lo recibía con una sonrisa.
Ella estaba allí esa tarde, moviendo sus caderas al ritmo de su
cantar. Entonces, sus ojos de derrota, los de él, se iluminaron
como estrellas cuando la vio y sin poder creerlo se acercó y la
abrazó por la espalda. Pero ella, esta vez, no se había volteado
para recibirlo, ni tampoco sonrió al verlo. Lo único que salió de
su interior fueron palabras que se clavaron profundamente en
la conciencia del derrotado.
-¿Cómo pudiste hacerme esto? -Ella se despegó de él y, con el
cuchillo apuntándolo, se acercó lentamente.
-Yo no quería hacerlo, pero no me dejaste opción –dijo él
dando pasos torés hacia atrás. En su mirada se figuraban el
miedo y la culpa.
-¡¿Cómo pudiste hacerlo?! –su grito se fundió con aquel
estruendoso relámpago que trajo consigo la tormenta.
El rugido lo volvió a la realidad. Ella no estaba ahí. Él cayó de
rodillas, lamentándose. Odiándose.
-Yo te amaba…

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Cuando acabó de llorar, secó sus lágrimas y se puso de pie.
No le quedaba más opción que seguir vagando por la casa como
un alma en pena. Miró nuevamente el reloj, 8:51 p.m. Miró
nuevamente por la ventana, la noche había sido invadida por
monstruosas nubes negras que iluminaban el cielo lanzando
relámpagos amenazantes. Ella le temía a los relámpagos, a él
siempre le gustaron. Ellos nunca pudieron ponerse de acuerdo.
Ojalá lo hubieran hecho, al menos la última vez.
Aquella noche, la última, la tormenta eléctrica había acallado
la discusión, los gritos y el llanto. Desde ese momento, desde
que se desprendió de aquella mujer todas las noches había
tempestad y relámpagos.
Se paró frente al pasillo. Estaba oscuro y frío. Al final del
pasillo lo esperaba la luz del baño. Dio un paso, y pudo escuchar
su llanto a lo lejos, el de ella. Dio otro paso, y pudo escuchar el
grito. Mientras avanzaba, las palabras del recuerdo caían como
piezas de rompecabezas que armaban esa última y mortal
discusión.
Dio otro paso y oyó su propia voz a lo lejos -¡No te vayas por
favor! Adentrándose más en la oscuridad la escuchó a ella “¡No
puedo seguir viviendo con vos!” Tragó saliva, tenía los puños
tan apretados que sus nudillos estaban pálidos. Siguió adelante
y se escuchó a sí mismo _Sos todo lo que tengo y todo lo que
merezco. No me dejes solo. _ ¡Sos un monstruo!, y paró en
seco.
El eco resonó en su mente, igual a aquel momento. –No me
llames así, puedo mejorar.
-Hagas lo que hagas vas a tener estos ataques siempre. ¡Estás
arruinándome la vida!
Ya ni siquiera sabía por qué seguía avanzando. Sabía la historia
de memoria. –“¡Monstruo!”. Un paso más y estaría frente a la
puerta. -¡Basta! Y él se detuvo. Y las voces tras la puerta
también, pero sólo para darle paso a algo mucho peor.

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Sus palabras se habían convertido en golpes y las de ella en
gritos. Él había desencadenado al monstruo. Ella pedía auxilio.
Ahora, hoy, este día; él y su versión real. Su mano en el
picaporte. Sollozando por la monstruosidad que había desatado
aquel día último.
Empujó la puerta del baño, el lavamanos seguía roto y la
sangre… La sangre, seca e inamovible, esparcida por todos
lados, y lo que era peor aún, marcaba el camino hacia la
habitación contigua. Y siguió el rastro, abrió la puerta pero no
encendió la luz. Ya sabía lo que había ahí, más allá de todo el
desorden y del hedor, al cual su nariz se había acostumbrado.
Con pasos lentos y angustiados se acercó a la cama
matrimonial. Se sacó las zapatillas, se acomodó en la cama y
abrazó el peso muerto, literalmente muerto, que había del lado
en el cual dormía aquella mujer. La destapó y se acercó a su
rostro; su frente, la de ella, estaba abierta y la recorría un
rosario hecho de coágulos. Él le besó la mejilla y abrazándola,
aún con más firmeza, le susurró al oído:
“Nunca voy a desprenderme de vos”.
Corazón de papel

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UN ÁNGEL EN LA TIERRA
No tengo nombre porque las almas jamás necesitamos uno.
Los humanos me llaman Clara.
Vengo acá a contar una historia muy importante para mí, mí
historia. Caí en este mundo sin saber que era ni quiénes eran
ellos. Me vi en situaciones incomprensibles, pasé de un lugar
en el que la sola calidez del recuerdo era capaz de hacerme
feliz. Hoy después de diecisiete años en este mundo ya esa
dulce memoria de lo que los humanos llaman cielo, y al que las
almas decimos hogar, me duele más de lo que me reconforta.
Cuando llegué jamás pensé que iba a ser así, tan difícil y
doloroso. Me dijeron que en noventa años terminaría la misión,
que tendría pistas hechas recuerdo o de sueños para lograr el
propósito. Hoy después del tiempo pasado soy incapaz de
seguir, la mitad de mi alma se ahogó en el fuego, el dolor y la
tristeza que los humanos me mostraron. La otra mitad pelea
por sobrevivir a lo que soy, a lo que siento y a lo que vivo, mi
mente se nubla por la amargura. Estoy ligada a pensamientos
horribles y dolorosos.
Ahora me pregunto qué sentido tuvo todo. Por qué no
borraron mi memoria por completo, por qué no me dieron esa
feliz ignorancia que los demás tienen. Quisiera dejar atrás, al
menos por un momento, ese dulce recuerdo que hace viva mi
desdicha todos los días. Perdida entre lágrimas, buscando dar
amor y felicidad a los otros y al llegar el día rogando que alguien
me ayude a encontrar el camino, quisiera volver al cielo.
Sé que en este mundo hay gente que me ama pero yo puedo
ver lo que ellos no, yo no puedo amarlos como se lo merecen
porque una parte de mí se quedó en ese otro mundo. Estoy
obligado a vivir con mi alma dividida.
Aquí, está el recuero de lo que fui. Hay huellas de mi pasado,

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un rostro y las fotos… me arrastran a una melancolía errante y
profunda de la que no puedo escapar.
Cuando era pequeña, porque volví pequeña, aún podía
comunicarme con mi otra parte y escuchar su voz en forma de
tonos y melodías (las almas se comunican a través de
canciones) que los humanos no pueden comprender ni
escuchar porque al perder la memoria celestial les es casi
imposible percibir a esa parte que los espera, el alma que
habla.
En estos diecisiete años, aquí en la tierra, encontré a un solo
ser como yo, pero por alguna razón perdió su angelada
memoria. No recuerda. Ella empezó en este mundo como yo
pero algo sucedió cuando era una niña. Los humanos la llaman
Lara.
Sé que mucha gente no comprende qué significamos las
almas sin embargo es bastante simple, somos eso inexplicable
que los humanos tienen en su interior, somos lo que les da
vida. Cuando debemos volver y tocamos nuevamente la tierra
nos obligan a olvidar lo que fuimos y dónde estuvimos antes.
Sólo a algunos pocos se nos deja recordar, el precio por ese
don es más alto de lo que cualquiera quisiera pagar.
Lo único que me mantiene es esa otra alma que ha olvidado,
ella es lo que me mantiene en este lugar. La he anhelado más
tiempo del que ella pueda comprender, la observo como a una
flor única en el mundo. Mirándola, simplemente
contemplándola, pierdo mis miedos. Su belleza envuelve a
este mundo con un color diferente. Es por ella que aún sigo
aquí, es por ella que quiero terminar lo que se me ha
encomendado y es por ella que lo haré.
Hoy, aquí, mi historia. Deseo ser digna, algún día, de ver el
final y lo único que pido es poder se lo que se me ordenó ser
para este mundo tan dolido y comido por el fuego mismo de la
furia.
Tenty

26
El pasillo oscuro
Era una noche de lluvia, fría y oscura. Un niño
dormía en su cama cuando un fuerte trueno lo
despertó y dejó sin luz la casa.
Él quería seguir durmiendo. Un ruido en la mira.
El niño sale del cuarto buscando a sus padres,
pero no los encuentra. Buscó en las habitaciones
alguna pista que le dijera dónde podían estar,
pero nada.
Todo estaba en silencio, sólo se escuchaban las
gotas de la lluvia cayendo. Quería volver a la
habitación, se dio cuenta que estaba perdido en un
pasillo oscuro, Lo único que tenía era una vela
que había encontrado mientras buscaba a sus
padres. POR ALGÚN MOTIVO ESTABA PRENDIDA, PERO EL
NIÑO EN NINGÚN MOMENTO SE PUSO A PENSAR EN ESO.
En una de las ventanas vio la sombra. De un salto
estaba en el piso. Lo miraba fijamente con sus verdes
ojos.
Lo vio bien, era un gato negro que de repente
salió corriendo. El pequeño, sin saber por qué, lo
siguió escaleras arriba hasta que lo perdió de
vista. Sólo SE oía el eco de sus pasos. Asustado,
decidió volver a su cuarto, su caminar se aceleró
mientras percibía que la vela estaba
consumiéndose, apagándose.

27
Un fuerte maullido lo detuvo, en el suelo un
charco de agua y huellas del animal, las sigue.
Llegó a un lugar con tuberías que goteaban
metálicamente, el ventanuco hacía un ruido
escalofriante al ser golpeado por el vendaval.
La vela CASI sin vida y el niño abrazado por un
vacío que lo consumía. Se sentó e intentó
recordar, se dio cuenta que no tenía en su
memoria el rostro de sus padres. El niño sintió una
inmensa soledad.
Se puso de pie, se encaminó hacia un vestigio de luz.
Al acercarse se percató que era un destello que
entraba por la ranura de la llave de una puerta,
ESTABA ENTREABIERTA. La empujó y entró, por fin su
habitación. Se sentó en su cama, el vacío era aún
más fuerte. Una lágrima se desparramó en su
mejilla, Y RECORDÓ, recordó a sus padres
llorando frente a una tumba.
El gato negro lo miraba mientras él viajaba en los
abismos de la memoria, la vela se apagó
definitivamente. El niño se durmió. El pequeño
felino se va por la ventana.
EL GATO NEGRO

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Una profesora que huele a azucenas
Valeria Zurano
La vida privada de los trenes
Al igual que las palabras
los trenes
son el sintagma ferviente del espacio,
una sucesión de vagones
en las pretensiones de la velocidad.
Las palabras son trenes que intentan desplazarse
pero les cuesta,
la máquina a vapor:
esa mano inerte que se equivoca tanto,
como una locomotora empuja la formación
y atraviesa las impiedades del tiempo.
Esa mano a vapor
sofocada por un silbato
encendiendo las pupilas de los lobos.
Un tren escribe en la llanura
como si fuera la superficie de una hoja:
una cuenca de un lado a otro escrita
sobre los viajes en que iba a buscarte,
un surco en el papel sobre el cual pensaba tu nombre
que apenas fue
una flor de cardo entrando locamente por la ventanilla

29
una mariposa atrapada en la jaula del vuelo
una mosca transitando el sonido blanco de la luz.
Lo efímero ante la estría del viaje
lo inalcanzable
el verde de la hierba
aquello que no te dije.
NUESTRA POETA-PROFE
Porque, sí, es nuestra. Desde su mirada, desde su palabra,
desde su enseñanza, desde su sabiduría, desde su
simpleza; desde allí donde su pluma aletea para liberarnos,
para hacernos mejores, para permitirnos vernos y verla.
Desde allí es que nos permitimos decir que es nuestra.

30
Valeria Zurano: poeta, escritora, profesora de
Literatura, magíster en escritura creativa. Ha editado los
siguientes libros: La vía circular, La vida privada de los
trenes, La belleza del resentimiento. Conjuro para detener
el temblor. Operación Claridad. El libro de las hormigas.
El Gran Capitán-Crónica de un viaje al Litoral. Las
Damas Juegan Ajedrez. Barco en Llamas.
Obtuvo las siguientes distinciones: Premio de Poesía de
la Municipalidad de Córdoba 2017. Primer Premio del
Fondo Nacional de las Artes 2010. Tercer Premio de
Cuento Concurso Nacional Leopoldo Marechal 2010.
Primer Premio de Cuento Breve Babel 2009, Córdoba.
Primer Premio Concurso Nacional Leopoldo Marechal
2008. Primer Premio de Poesía Concurso Dr. Alberto Luis
Ponzo de la Universidad de Morón, 1996. Primer Premio
en Narrativa y Poesía en el Concurso Nacional Discépolo,
Secretaría de Cultura de La Matanza, 1995. Premio de
Poesía Concurso Nacional de Poesía Alejandra Pizarnik,
Asociación de Escritores Argentinos ADEA, 1994.
Integra antologías nacionales e internacionales, algunas
de ellas son “Voces con vida”, I Concurso de Cuento
Breve, Salón del libro Hispanoamericano Ciudad de
México. “Tránsito de fuego”, Jóvenes Poetas
Latinoamericanos 1972-1990, por la Casa Nacional de
Letras Andrés Bello, Caracas 2009, Venezuela.

31
Palabras que vuelan
Un estudio sobre mujeres y versos
A través de la Literatura, y en especial desde el espacio poético,
lo femenino ha levantado su voz para enfrentar el silencio
atronador que ha dominado y domina.
Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonsina Storni, Delmira Agustini y
Alejandra Pizarnik son algunas de esas voces posibilitadoras de
nuevas formas de mirar y mirarnos.
Lo femenino, dentro del corpus poético de 3° año, ha llegado
para mostrarnos otras formas del decir, otras formas de
denunciar, otras formas de contar entre metáforas.
Ya a mediados del 1600, Sor Juana, en sus Redondillas reprocha
a esa sociedad masculina que juzga aquello que provoca y por lo
tanto es responsable; cuando ella debería juzgarse en primer
lugar.
“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis. (…)
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia”.
(Redondillas)
En Van pasando mujeres o La loba o Tú me quieres blanca, el yo
poético femenino creado por Alfonsina Storni se eleva, se aleja y
vuelve para ser libre. El ser femenino se representa diferente

32
a otros, un ser que ha perdido la inocencia y que se apena de las
otras, esas que le temen; está orgullosa de sí misma pero observa
el corazón y el dolor de cada mujer.
“Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano. (…)
Mirad cómo se ríen y cómo
me señalan
Porque lo digo así: (Las
ovejitas balan
Porque ven que una loba ha
entrado en el corral
Y saben que las lobas vienen
del matorral)”.
(La loba)
“Ahora van pasando mujeres
a mi lado cuyos ojos
trascienden la divina ilusión.
(…)
…Son pequeñas criaturas,
mañana tendrán dueños,
y ella pedirá flores..., y él no
comprenderá. (…)
Les llevo una ventaja que
place a mi conciencia:
los sueños que ellas tejen no
los supe tejer,
y en mis manos ignorantes
no perdí mi inocencia.
Como nunca la tuve, no la
pude perder”.
(Van pasando mujeres)
Delmira Agustini en Lo inefable muestra un sentimiento de
tristeza imposible de expresar pero tampoco de contener, solo la
palabra poética puede liberarla, de algún modo, de ese morir por
dentro.
“Yo muero extrañamente… No me mata la Vida,
No me mata la Muerte, no me mata el Amor;
Muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor
de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?”

33
Y Alejandra Pizarnik, en Soy mujer, construye un yo lírico que
encuentra el acompañamiento de otras que han luchado y luchan
y acompañan. Surge un sentimiento agradecido y admirado hacia
esas mujeres. Aún en el anonimato se siente contenido en medio
de la oscuridad.
“Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando
el mundo me golpea. Es el calor de las otras
mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este
rincón sensible, luchador, de piel suave y
corazón guerrero”.
Mujeres poetas que han abierto las alas o se han cobijado por
medio de la palabra. No importa la época, siempre han estado y
están intentando que sus voces se escuchen y nos escuchen.
Daniela Sánchez – Melina Anzoleaga / 3° AÑO “A”
DESNUDO AZUL – Pablo Picasso
(En representación de esas mujeres)

34
Filosofía joven
LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO
¿Qué es la política? ¿Acaso lo político y la política se relacionan tan
estrechamente como creemos?
¿Somos todos políticos? ¿O es la política y lo político algo pura y
exclusivamente reservado para una “elite”? Son estas sólo algunas
preguntas que nosotros como sociedad, y en especial el estrato más
progresista y joven de la misma, debemos plantearnos, y buscar casi
imprescindiblemente las respuestas. En tan necesario como que de
esas respuestas depende no solo el bienestar y la justicia sociales,
sino también el valor de nuestra sociedad a partir del entendimiento
de estas cuestiones.
La política puede ser vista o entendida como el arte de gobernar, la
ciencia dedicada a liderar u organizar, la capacidad o poder
(concibiéndola como poder político) que poseen un grupo de
individuos de comandar por encima de otros. Esta, sin embargo, no
es así para todos, muchos son los jóvenes y adultos que si se les pide
opinión alguna sobre la política, no emitirán sino oraciones
negativas, calumnias, desinterés o simplemente evitarán la
pregunta.
Pero ¿a qué debemos que una actividad tan noble y cara, así
también como indispensable, se tornara para el grueso de la
sociedad en sinónimo de crimen, objeto de rechazo o incluso para
algunos un término meramente repulsivo? En mi humilde opinión
hay tres posibles causantes: la democracia, lo políticamente
correcto y una sociedad extremadamente débil y egoísta.
Mi opinión, aunque se plantee de manera controversial, no será
presentada sin argumentos claros ni sin mostrar una relación entre
las mencionadas causantes.
La democracia fue concebida como el más pulido y puro estado de
la política moderna, utilizando la Carta Magna y el lema de la
Revolución Francesa “Liberté, egalité, fraternité” como escudos y
espadas; encapotadamente protegida o instaurándola a la fuerza ha

35
sido convertida en un puño de acero en Estados como Francia y
Estados Unidos entre otros.
La doctrina democrática se basa en la libertad de opinión, en el libre
accionar y la intervención si es necesaria. Esta libertad, falsa y
excesiva, no da nada más a la sociedad que una sobre mesurada,
altamente perjudicial y dañina dosis de libre albedrío.
Contrario a la creencia de Jean-Jacques Rousseau, quien pensaba
que el hombre es bueno por naturaleza, pero que actúa mal forzado
por la sociedad que lo corrompe, el ser humano ha logrado
demostrar, en innumerables oportunidades, inclusive en condiciones
inmejorables, que su esencia es meramente violenta y agresiva. Por
ejemplo en las calles de ciudades como Zurich o Born (Alemania) o
establecimientos como los Kibutz israelíes, que a pesar de
presentarse como urbanizaciones utópicas, presentan, aunque en
menor medida, ciertos niveles de crimen. Esto está ligado al sistema
capitalista del cual deriva la corrupción, relacionada directamente
con los sistemas democráticos.
En esos mismos sistemas democráticos se han creado innumerables
leyes con el “noble” fin de proteger a estos perpetradores del orden
social, que no han hecho otra cosa más que ignorar, vulnerar y violar
los mismos derechos, que ellos como políticos corruptos plantean y
defienden, cuando el perpetrador es un ciudadano común. Esas
jurisprudencias no otorgan otra cosa más que inmunidad o piedad
para los poderosos, quienes, en realidad, no merecen más que
repudio y castigo de nuestra parte.
Ignacio Almirón – 6° AÑO B

36
Y si es literatura, también es arte en todas
sus formas
Acto de homenaje
al General
MARTÍN MIGUEL DE
GÜEMES

37
¿Qué sería del muñeco sin aquel ser convencido
de que puede darle vida, ponerlo a contar
historias y hacérselo creer a los demás?
TITIRITEROS

38
ENCUENTRO TEATRAL
“El teatro… es el
único arte donde
la humanidad
se enfrenta a sí misma”
Arthur Miller

39
“El teatro es la poesía que se levanta del libro y se
hace humana”
Federico García Lorca

40
“HACEMOS AGUA”
ES UN PROYECTO DE ESTUDIANTES DEL INSTITUTO GÜEMES
QUE FUE PRESENTADO EN LA FERIA DE ARTE, CIENCIA Y
TECNOLOGÍA A NIVEL REGIONAL.

41
“Con miras a la universidad”

44
ÍNDICE
Presentación………………………………………. 3
VOCES POÉTICAS
Deus Vult……………………………………………. 4
Viendo el alba en la playa…………………… 6
Reloj…………………………………………………… 7
Frustración de un dictador…………………. 8
Pequeñas plumas de fantasía……………. 10
Somos……………………………………………….. 12
Pensamientos hacia el mundo………..... 14
NARRATIVAS
El que va a morir saluda…………………….. 15
Nunca voy a desprenderme de vos……. 20
Un ángel en la tierra………………………….. 24
El pasillo oscuro…………………………………. 26
Una profesora que huele a azucenas
La vida privada de los trenes……………… 28
Biografía: Valeria Zurano……………………. 30
Palabras que vuelan
Un estudio sobre mujeres y versos……. 31
Filosofía joven
La política y lo político………………………. 34
El arte en todas sus formas………………. 36

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