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1. El concepto de política a través de la historia
La explicación de los fenómenos arriba mencionados nos da una idea de las diversas esferas que componen la
política, pero la idea que nos ofrece es parcial y fragmentaria. Vamos a profundizar en la comprensión de aquellas
características donde todos los elementos descritos sean comprensibles, de manera que nos ofrezca la posibilidad
de saber en definitiva que es la política.
En primer lugar, diremos que uno de los significados importantes de lo política es el que la asocia por naturaleza a la
convivencia, la cual expresa una angustia cotidiana producida por la inseguridad, lo inestabilidad del mundo del
trabajo, la violencia social, la guerra y, en fin la intranquilidad general. Pedimos paz, resolución pacífica de
conflictos, igualdad social, oportunidades para todos, fin de la corrupción y de la mala administración política.
Pedimos un mundo radicalmente distinto.
Fijémonos que cuando se exalta la convivencia pacífica se resaltan unos valores específicos que son inexistentes en
lo que conocemos hoy como política. Por tanto, estamos anteponiendo a la mala política, la política buena, deseada
con ansiedad por todos. Es decir, que en la concepción lo político se involucran también elementos éticos.
Por consiguiente, cuando nos referimos a lo político, se tejen tres aspectos entre sí: de un lado, nuestra calificación
negativa de lo que creemos que es política; de otro las expectativas éticas que esto despierta cuando deseamos la
convivencia y, en tercer lugar, la realidad de una vida cotidiana que ni es tan negativa y corrupta como la
señalamos, pero que ofrece limitadas oportunidades para la realización de ideales de mejor vida. Entonces, en la
política se tejen dos elementos: la convivencia y la ética.
La política en la antigüedad
Los inicios de lo política, como una práctica reflexionada, en Occidente se remonta al periodo comprendido entre los
siglos V y IV a. de C. en Grecia, momento que corresponde al mayor florecimiento de la política de esta cultura.
Estos siglos hacen parte de la época de la Polis, tal como ha sido denominado por los historiadores.
La polis posibilitó el surgimiento de diversas concepciones políticas de la sociedad, entre los que sobresalieron las
de los sofistas y las de la trilogía Sócrates, Plafón y Aristóteles, particularmente en la polis de Atenas.
Estos filósofos aclaran que los seres humanos son distintos de los otros seres, porque tienden a vivir en comunidad
o estado político, en forma natural como una característica propia de la existencia del ser humano. Platón, utilizando
el mito de Prometeo en un diálogo muy famoso, el Protágoras, ilustró con gran elocuencia esta idea.
Para Platón, la política es definido como el arfe de lo convivencia, una condición natural del ser humano, es decir, la
vida humana organizada alrededor de la justicia y el respeto, como una forma de distinguir a los humanos de los
demás seres.
En el mismo sentido, Aristóteles define al ser humano como un “zoon politikon”, animal político, porque es un ser
dotado de alma, que a su vez vive en la Polis (sociedad). La expresión aristotélica encierra entonces el significado
del ser humano como un ser vivo cuyo modo de vida es en comunidad; pero, igualmente, significa una asociación
cuyos elementos constitutivos son el respeto y la justicia, pues, según él, el ser humano se caracteriza igualmente
por el don de distinguir lo bueno de lo malo y lo justo de lo injusto a través de la palabra. El ejercicio de este don
hace que las personas conozcan la naturaleza de las cosas humanas y no humanas, razón por la cual puede
apreciar la justicia, es decir, lo que corresponde por naturales a cada cosa y a cada persona.
Para los antiguos griegos, la política es ciencia de la sociedad que se ocupa no sólo del gobierno, de las leyes, de la
ciudadanía, de la llamadas instituciones políticas, sino también de la actividad humana en general: de la
2. procreación, de la familia como unidad reproductora cotidiana de la existencia, de la educación en todos sus niveles
y, especialmente, de la virtud política, de ética, de la justicia y del bien común como bien supremo de la sociedad.
La idea del ser humano como un ser político por naturaleza se hizo también dominante durante el lapso del llamado
medioevo, aunque se prefirieron formas de gobierno monárquicas y no de grupos.
La política en la modernidad
La época moderna (caracterizada por el Renacimiento, el Enciclopedismo, la Ilustración y la Revolución Industrial,
así como por la revolución política burguesa y el posterior desarrollo del capitalismo) es una época de cambio radical
en la concepción del político y de la disciplina del pensamiento que lo estudia.
La noción de política, que nos han legado los modernos en su momento clásico (siglos XVII a inicios del XIX), surge
de consideraciones sobre el ser humano opuestas a las que heredamos de la antigüedad Según ellos, el ser
humano es definido como un ser que por naturaleza vive aislado de sus semejantes en un estado de vida individual,
su individualidad y su egoísmo hacen que el ser humano se guíe únicamente por su autoridad, por sus inclinaciones
individuales, por lo que le dicta su propia libertad. Que el individuo viva inicialmente aislado quiere decir que la
naturaleza humana es apolítica, es decir, los humanos no viven por naturaleza en sociedad, tienden a conducirse
según su egoísmo, sin respetar a nada ni a nadie, lo que degenera en un estado de hostilidad entre unos y otros.
Del egoísmo a la convivencia
Thomas Hobbes (s. XIII) filosofo inglés, consideró la política es el resultado de una clara conciencia sobre la
imposibilidad de la prolongación de la vida humana sobre la base de un egoísmo natural. La comprensión de esta
circunstancia hace que los individuos busquen la paz, sin la cual se hace imposible la vida. Y la paz significa
convivencia.
La salida del estado de egoísmo es posible gracias a un pacto o convenio el que los individuos, antes aislados,
deciden ponerse en manos de una autoridad superior a la de cada uno de ellos. Esta nueva autoridad (soberanía o
poder supremo), constituida por el acuerdo entre todos los individuos, fue llamada por Hobbes Leviatán.
Leviatán es el Estado o la sociedad, cuyos significados son: primero, la unión de todas las libertades individuales
trasladadas a un poder superior o soberanía, que por lo mismo se convierte en absoluto; segundo, el acto mismo de
creación de la convivencia, que como tal es un contrato (si el ser humano vive aislado, no existe); tercero, la
consolidación de una dimensión de la vida basada en la ley civil promulgada por ese poder supremo o soberano (el
monarca), quien decide qué es lo tuyo, qué es el bien, qué es el mal, qué es la justicia y qué es la injusticia.
En conclusión, el poder superior o Estado es el orden, la ley, no sólo la autoridad suprema, sino la autoridad única y
total, es decir, el poder absoluto. Entre otras cosas, esta teoría del origen y naturaleza de la política tiene mucho que
ver con el gobierno de los llamados monarcas absolutos, en quienes se depositaba todo el poder político.
Hacía un contrato social
Otros pensadores modernos siguieron a Hobbes en sus postulados básicos, pero reformularon la idea del carácter
absoluto de la autoridad política, concibiendo un poder supremo, limitado por la ley (Locke, s XVII), e incluso una
soberanía localizada no en un monarca, sino en el individuo-ciudadano que unido a los otros ciudadanos forma el
gobierno (Rousseau, s. XVIII). Pero, en general, mantuvieron vivo el esquema de considerar al ser humano como un
ser que antes de decidir la vida en sociedad vive aislado como individuo.
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3. Según todos estos pensadores (Hobbes, Locke, Rousseau), del estado de egoísmo se evolucionó lentamente hacia
un estado social o estado civil, creado o garantizado por un contrato, del cual surgieron la sociedad, la convivencia
y, por ende, la política.
La forma moderna de considerar a la política como un producto de decisiones individuales unificadas en el pacto
social, posibilitó distinguir entre dos campos diferentes de existencia de la vida humana: la esfera pública,
correspondiente a los asuntos colectivos, y la privada, correspondiente a los individuales. La política se convirtió, por
estas razones, ya no en ciencia de todos los asuntos humanos, sino exclusivamente de aquellos que se refieren a la
vida en la comunidad política. De aquí nació la ciencia política moderna.
En definitiva, la noción de política de antiguos y modernos está asociada a la de comunidad, establecida natural o
artificialmente; involucra diversos significados de convivencia planteados como horizonte entre el orden y el
desorden, entre la paz y el conflicto. Cuando decimos que la política es convivencia estamos diciendo también que
es normalización, disciplinación para evitar el caos, es decir, sometimiento a parámetros bien definidos de intereses
sociales predominantes.
La convivencia como subordinación
Uno de los significados más usados de la política es aquel que la asocia con las relaciones de autoridad, de
gobierno, de subordinación y de sometimiento a un orden. Este orden puede ser pensado o asumido como un orden
natural, algo ya dado a la existencia humana, donde unos mandan y otros obedecen; o como una organización
política de la sociedad, donde las instituciones del Estado son neutrales frente a los diversos intereses sociales y
defienden el bien común. De ahí la expresión “No puede existir orden, sin mando”.
Como seres políticos nos concebimos una estructura social, donde unos dirigen y otros son dirigidos, donde unos
comandan y otros aceptan los mandatos. Pero la subordinación en política no es sólo una concepción; es tal vez
una de sus realidades más sabidas y menos dichas, pues la política indica en su más genuina naturaleza lucha,
confrontación, emergencia de fuerzas en disputa, dinámicas de sometimiento.
La política: entre el conflicto y la paz
El Estado perfecto, ideal, pensado y planteado muchas veces a través de la historia, dista mucho de asemejarse a la
historia real de la política. Pues, aunque la política pretende paz, en el fondo, parece más bien estar conformada por
una confrontación permanente entre grupos de personas con intereses distintos, cuya tensión termina siempre en la
imposición del poder de unos sobre otros.
Una definición sobre la guerra confirma este carácter contradictorio, de lucha por el reconocimiento de los intereses
y por lo tanto de relación de autoridad amo-esclavo de la política. “La guerra es la prolongación de la política por
otros medios”. Expresión que invertida nos da la clave de lo que aquí sugerimos: la política es la extensión de la
guerra por otros medios. Y en la guerra hay vencedores y vencidos, dominantes y dominados, gobernantes y
subordinados. La política se ha movido frecuentemente entre la guerra y la paz, entre la estabilidad y la revolución.
Formas de pertenecía en política
De igual manera, significamos la política como pertenencia a una comunidad nacional, ideológica o partidista.
Pertenencia ideológica
En este sentido, la política implica también diversos sistemas de pertenencia comunitaria o colectiva. La ideología es
uno de las más imperceptibles formas de cohesión social; involucra identidades espirituales y de conducta bien
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4. definidos que se hacen cultura colectiva, es decir, formas concretas de referencia para el comportamiento social,
prácticas cotidianas con sentidos determinados. Sus expresiones han sido diversas en la historia: liberalismo,
conservatismo, socialismo, ecologismo, comunitarismo, estatismo. La escuela, la religión, los modernos medios de
comunicación son mecanismos de producción ideológica.
Pertenencia nacional
Otra expresión político-práctica de la pertenencia es la nación. Envuelve determinaciones políticas, geográficas,
civiles, especificidades de identidad en territorios definidos. La gran mayoría de las personas somos nacionales de
un país. Esto tiene unos significados concretos en términos del carácter de la pertenencia, de las libertades, de la
ciudadanía, de las posibilidades de ser reconocidos en el ámbito internacional; pero, igualmente, en términos
ideológicos y culturales, identificados como etnia, lengua, religión, idiosincrasia. La nación es una identidad político-
cultural que constituye vínculos de pertenencia entre las personas.
Pertenencia partidista
Los partidos, grupos o movimientos sociales igualmente expresan este sentido de pertenencia de la política, pues
son organizaciones dinámicas del interés colectivo. Ideología, nación, partidos se han revalorado en un mundo que
se planetariza, es decir, que construye relaciones de mercado, de intercambio y de gobierno a niveles
supranacionales, globales, abriendo la posibilidad a formas políticas renovados de la identidad ideológica, cultural y
política.
Desde esta triple perspectiva, la política se ha cristalizado en el Estado y sus instituciones, en las leyes civiles y sus
normas, en los sistemas cerrados de acción colectiva: las ideologías, los partidos, las naciones. Pero, ¿agota aquí la
política todo su significado? Si ya está definida en cuanto a la ley, a la libertad, a procedimientos para formar
gobiernos, ¿bastaría únicamente con acogernos adecuadamente a sus “sagrados” principios, instituciones y
normas?
La dimensión constitutiva de la política
La política no es solo poder instaurado; es también potencia constitutiva, es decir, capacidad de construir una nueva
realidad diferente a una anterior establecida. No es sólo poder constituido, sino poder constituyente. Si no es así,
entonces, ¿qué hace distinta a la política antigua con respecto a la moderna? ¿Acaso el ser humano liberal,
individualista y egoísta, consumidor y ambicioso existió siempre? ¿No fue también lentamente moldeado por una
historia, donde fuerzas humanas reales lo construyeron y edificaron?
En general, la política como convivencia termina encerrando el significado de poder constituido, es decir, una
autoridad, dominación o gobierno político, que como su nombre lo indica, es un poder ya determinado, con principios
y fundamentos difícilmente variables.
Pero política también es transformación activa, creación. Cuando la política aparece como acto creativo de realidad,
deja ver la multiplicidad humana y su fuerza imaginativa. El poder constituyente transforma radicalmente la política y
el mundo humano en general. A esta faceta podríamos denominarla como la dimensión viva, edificante, éticamente
abundante de la política.
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5. Poder, autoridad y gobierno
Aunque no lo creas, el poder es uno de los términos más abusados e igualmente menos bien definidos por los
políticos, por la ciencia política y por todos aquellos, especialistas o no, que hablan de la política.
En sentido estricto, el poder -como expresión- es relativamente nuevo, pues no se encuentra en los textos clásicos y
antiguos de la política, lo que no quiere decir que el poder estuviera ausente en las sociedades antiguas, puesto que
en realidad el concepto de poder está asociado con el mundo político de la dominación.
La tradición nos legó, sin embargo, dos conceptos en los que, en gran medida, se desarrolló la problemática de la
dominación política. El concepto de autoridad y el concepto de gobierno. Veamos el entronque histórico de estas
naciones.
De la autoridad al gobierno coma arte de regir
Fue Aristóteles quien con mayor fuerza introdujo una distinción fundamental en el concepto de autoridad, cuando
habló del arte de regir o de gobernar. Debido o que durante tantos siglos el poder político en Grecia antigua fue
ejercido por un rey (más o menos del siglo XX a. de C. hasta el siglo V a. de C), la idea de autoridad política o
gobierno derivó de esta expresión. Y aunque en el momento en que vivió Aristóteles el sistema de gobierno era
democrático, la idea de la autoridad política tomó forma bajo la expresión “arte de regir”. Aristóteles comprende
cuatro formas posibles de autoridad: la del padre sobre los hijos, la del marido sobre la esposa, la del señor sobre el
esclavo, y la autoridad del rey sobre sus súbditos.
Todos ellos, si bien se complementan, son específicos y su diferencia radica no en la cantidad de autoridad, sino en
las diferentes condiciones naturales en los que se ejerce el poder.
La autoridad del padre sobre los hijos es provisional, mientras se hacen mayores de edad. Esto es lo natural para el
padre. Es la autoridad de una persona libre frente a personas potencialmente libres.
La del marido sobre la mujer es limitada, pues la mujer es también persona libre. Esto es lo natural para el esposo.
El padre, que es también marido, es igualmente el amo de los esclavos. Su autoridad como amo es completa y total
sobre ellos. Los esclavos, como instrumentos animados, no seres humanos, dependen de él para toda su vida. Esto
es natural para el señor.
Según Aristóteles, la autoridad es, en consecuencia, una relación de mando-obediencia, que se ejerce en virtud de
una disposición dictada por la naturaleza de las relaciones entre las personas. No son los seres humanos quienes
disponen por voluntad propia estas relaciones. Ellas están dadas por un orden superior a ellos, orden que debe ser
seguido. Entonces, el gobierno es, para los antiguos, el ejercicio práctico de esa autoridad dentro de la comunidad
política, el arte de regir la ciudad.
El gobierno fue entendido por la tradición antigua y clásica como una necesidad natural del orden social. Era el
ejercicio de ese arte de regir una comunidad política, donde unos estaban destinados al mando y otros a la
obediencia. El gobierno fue, por tanto, definido con base en la noción de autoridad.
En el Medioevo tardío (siglos XI al XV d. de C.) terminó dominando una noción similar, aunque matizada por la
hegemonía que ya en esa época ejerció el pensamiento cristiano y una práctica social que también se hizo
dominante, la del gobierno monárquico. Para la época, se consideraba que el rey era aceptado por Dios y digno
ante él. Por tanto, su autoridad emanaba de Dios.
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6. Del gobierno al poder
Modernamente, a partir del pensamiento de Maquiavelo (Siglo XV) se presenta un giro radical en la comprensión de
lo que son el gobierno y la autoridad. Giro que inspirará la posterior autonomía de un concepto como el de poder.
Según Maquiavelo, el gobierno es tan mundano como el hombre mismo y la realidad política es creada por el ser
humano, no por un poder natural que dispone el orden del mando y la obediencia, ni por un poder divino que se
revela en el alma del monarca que se ve premiado por Dios. El ser humano es un ser creador de realidad, es poder.
Desde esta óptica, Maquiavelo cambia la noción de la político, convirtiendo el concepto de gobierno en un concepto
técnico y el de autoridad en una noción que, al perder su carácter natural o sagrado, debe entenderse solamente
desde el poder.
Definición técnica de gobierno
Contemporáneamente, la noción de gobierno se expresa como una institución política denominada también rama
ejecutiva del poder público. Veamos esta definición.
Una primera aproximación a su comprensión nos dice que el gobierno es “El conjunto de las personas que ejercen el
poder político, o sea, que determinan la orientación política de una cierta sociedad.” (Diccionario de Política, N.
Bobbio)
Sin embargo, en la medida que el gobierno se asocia con el Estado como la realidad más determinante de la
política, hoy en día se habla del gobierno no sólo como el conjunto de personas que ejercen el poder político, sino
como un conjunto de órganos a los que se le confía el ejercicio del poder (Los ministerios, las gobernaciones, etc.).
Los organismos de gobierno son aquellos que tienen como función hacer realidad una orientación política de
Estado y también, hacer posible la organización política de una sociedad.
En Colombia, el gobierno lo constituyen personas como el Presidente y sus ministros, los gobernadores de
departamento con sus respectivos secretarios despachos, así como los alcaldes de las ciudades y de los municipios
y sus respectivos gabinetes.
El Gobierno, como institución política, cumple la función permanente de mantener la cohesión de la sociedad. Es un
órgano cuya tarea consiste en imponer las reglas de conducta y los procedimientos que sean necesarios para que
se mantenga el orden social y político.
En este sentido, el Gobierno tiene supremacía sobre los demás instituciones políticas de una sociedad, la cual está
garantizada por la tendencia a monopolizar el uso de la fuerza.
Los órganos de Gobierno no incluyen a todo el número de funcionarios que prestan servicios públicos o que hacen
parte de lo que se llama la administración pública, sino solamente a aquellos que están en la cúspide y rodean de
cerca al jefe del gobierno.
De esta manera, definiendo lo que técnicamente significa el gobierno en la actualidad, podemos comprender por qué
en su definición se reduce a una autoridad que administra unas instituciones, cuyo poder está dado por el grupo de
electores que imponen la institucionalidad, los procedimientos y las técnicas para su conservación.
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7. El poder como definición
El significado de la expresión poder nos traslada a los siguientes posibles sentidos:
Poder: "Dominio, imperio, facultad y jurisdicción que uno tiene para mandar o ejecutar una cosa. 2. Fuerza de un
Estado, en especial los militares (...) 5. Fuerza, vigor, capacidad, posibilidad, poderío. 6. Suprema potestad rectora
y coactiva del Estado.”
(Diccionario de la Real Academia Española).
Poder: "Ser más fuerte que otro, ser capaz de vencerle. El poder temporal es el gobierno civil de un Estado. Los
Poderes Públicos son el conjunto de las autoridades que gobiernan un Estado. (Diccionario Enciclopédico Abreviado
Espasa-Calpe).
En estas definiciones es común la referencia a la fuerza. Pues bien, el poder es ejercido por personas poderosas
sobre otras más débiles, primero por la misma fuerza bruta (la violencia) y después por la fuerza ordenada (el
derecho). La necesidad de difundir el poder constantemente hace de él un factor dinámico en toda la vida política.
Su difusión se hace cada vez más compleja y sofisticada, sometiendo históricamente a las personas primero a
través de la violencia y después a través de la cultura y de otras manifestaciones de la subjetividad humana.
Poder, Estado y política son tres términos que expresan Ia circunstancia de denominación en que el ser humano
vive y mediante la cual el que domina difunde y garantiza la plena realización de sus intereses particulares.
Formas de gobierno y poder
Problemática de las formas de gobierno
Intentar resolver lo concerniente a las teorías de las formas de gobierno requiere remontarnos nuevamente a la
Grecia antigua, especialmente en el siglo de la democracia (Aproximadamente 430 al 322 a. de C).
Empecemos por el pensamiento de Platón. Según él, la república perfecta es tan solo un ideal de vida política que
quizá únicamente exista en el cielo o en la imaginación, como guía de nuestras propias vidas, pero nunca en la
Tierra, donde los formas de gobierno reales son todas corruptas y, aunque no siempre igual de malas, no se
encuentra ninguna forma buena. El filósofo pensaba que en su época el ideal de un sistema político y social (politeia
ideal) se encontraba más allá de la historia.
En el libro octavo de la República, su obra política básica, Platón examina las siguientes formas de gobierno, que
están ordenadas sucesivamente de manera creciente, de acuerdo con su grado de abuso de poder, de tal manera
que la menos mala se encuentra al principio y la más mala se halla al final:
Timocracia. Es el gobierno de los más honorables. Platón toma como modelo de esta forma al gobierno de
Esparta, considerando que su defecto principal radicaba en que en esa ciudad se honraba más a los
guerreros que a los sabios.
Oligarquía o gobierno de las familias poderosas. Según él, es una forma llena de defectos y, por tanto,
detestable.
La democracia, en oposición a la anterior, se prestaba a la corrupción.
La tiranía, de todas las formas de gobierno, la más corrupta.
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8. Esta distinción radical de las diversas clases de gobierno como formas, unas más corruptas que otras, es posible
que haya surgido de la honda inconformidad de Platón con el gobierno democrático existente en su época, un
gobierno que reflejaba muy bien la división entre ricos y pobres y por, lo tanto, una guerra social latente que impedía
la paz y la estabilidad.
Aristóteles, su discípulo, formuló con mayor realismo la diversidad de formas de gobierno en su libro III de La
Política. Según él, existen gobiernos cuyo fin es el bien común, y gobiernos con arreglo a las necesidades egoístas
de los gobernantes, como muestra el cuadro de abajo.
El motivo que inspira esta clasificación, al igual que en Platón, es la distinción entre ricos y pobres, que está en la
base del gobierno democrático.
En cuanto al interés social de ricos y pobres, exceso que por naturaleza los primeros tienden a la oligarquía y los
segundos, también por naturaleza, a la democracia, más allá de si la proporción entre unos y otros es
verdaderamente la de una mayoría o la de una minoría. La desunión entre ricos y pobres solo puede resolverse en
una forma de gobierno de carácter mixto, llamado mesol que, según Aristóteles, es la forma de gobierno ideal, cuya
virtud estriba en combinar las mejores cualidades de las formas buenas de gobierno.
La clasificación aristotélica es de gran importancia porque influyó poderosamente en el pensamiento posterior,
como explicación de los diversos modos de la asociación política y como criterio de búsqueda de la forma ideal de
gobierno.
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9. El poder constituyente
Maquiavelo, 18 siglos después, constituye en la tradición europea una concepción nueva de las diversas formas de
gobierno. Según él, los gobiernos se clasifican en dos y no en tres, como clásicamente se dividieron: principado y
república. Es claro que la explicación de la novedad maquiavélica está muy relacionada con la realidad de su
tiempo, que ve surgir el Renacimiento.
Llama república al gobierno que está dirigido por un grupo mayor o menor de personas. Por esta razón, según su
teoría, la república puede ser una aristocracia o una democracia, diferencia que no es importante, pues cualquiera
de las dos sigue representando el gobierno de un grupo. Por el contrario, cuando el soberano es único, la llama
principado o reino.
En consecuencia, los Estados no se rigen sino por una persona o por varios. No cabe la posibilidad de formas
intermedias y es aquí donde podemos encontrar la verdadera diferencia con el modelo clásico de clasificación. La
voluntad del soberano único es la voluntad de una persona física; la voluntad del soberano colectivo es la voluntad
de una persona colectiva. Los Estados deben seguir y respetar una de las dos formas y la lógica propia de sus
cualidades. Si no se quiere caer en graves confusiones y originar estados “defectuosos”.
Lo preocupación de Maquiavelo por lo tensión entre ricos y pobres lo lleva a desarrollar una teoría sobre los
fundamentos de la política que rompe con la tradición anterior. Descubre que el poder colectivo es poder de
creación, capaz de formar o constituir nuevas realidades. A este poder lo llama constituyente, o potencia constitutiva
de poder político.
En este sentido, observa que existen las dimensiones del tiempo para la política: la primera es un tiempo vivo, que
es el que crea y transforma (potencia constitutiva); la segunda, es el poder constituido, es decir, el que ya está
establecido por las formas jurídicas, que asfixia al poder constituyente.
Los poderes públicos, su división y distribución
Cuando hablamos de los poderes públicos interpretamos que el poder político que reside en el Estado está
depositado, o mejor, está dividido en varias instituciones que hacen parte del mismo poder político.
Aunque en la antigüedad Platón habló del gobierno mixto, el primer pensador moderno que planteó la posibilidad de
una división de poderes en la organización política de una sociedad fue Montesquieu. Según él, la libertad depende
principalmente de la forma más adecuada como se organice el Estado y no tanto de un fin moral como el bien
común conscientemente perseguido. Esta idea, que muy seguramente proviene de sus observaciones de la realidad
política inglesa, país donde residía hacia 1739, es lo que da paso al planteamiento de su teoría de los poderes.
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10. Pero lo importante del planteamiento de Montesquieu no es la novedad de la formulación sino la conciencia práctica
que ella introduce, sobre un hecho que para su época ya era evidente en Inglaterra: la existencia de la separación
de los poderes como garantía de una mayor libertad.
La división de los poderes busca frenar los excesos del sistema político unitario y absolutista. Su objetivo más
llevado a cabo es la creación de instrumentos eficaces y legítimos que impidan cualquier despotismo, la cual dio
origen a la creación de una organización constitucional de poderes jurídicos y al nacimiento de la Constitución como
garantía del Estado moderno frente a los derechos inalienables de los ciudadanos y de los asociados.
Según la teoría de la división de los poderes, todas las funciones políticas han de ser clasificadas, por necesidad,
como Legislativas, ejecutivas o judiciales. Es natural que su distinción no indica la falta de un vínculo estrecho entre
los poderes o su separación. Los tres, a su manera, se implican y cumplen en determinadas situaciones funciones
que son naturales a los otros. La división del poder es una distribución del mismo en tareas determinadas.
El nacimiento de teorías que promulgan la divisibilidad del poder condujo lentamente surgimiento de gobiernos
republicanos y al nacimiento de la democracia moderna. Estos regímenes políticos basaron cada vez más en la ley
el poder que detentaban. De hecho el poder se divide para evitar el despotismo y garantizar la función pública del
Estado. El poder, como órgano de control, debía también ser controlado.
La difusión del poder
Ejercer el poder no es solo administrar y controlar todo el aparataje de las denominadas instituciones políticos
reconocidos. Significa también una labor cotidiana de creación ideológica y práctica de lo que los políticos modernos
han llamado "la religión civil”, es decir, un cuerpo de doctrinas, de valores, de representaciones, que a través de la
educación, de los medios de comunicación o de la religión edifican lentamente la mentalidad colectiva, haciendo
legítima e idónea la sociedad en que se vive.
El poder captura inicialmente, a través de la fuerza, la voluntad de los súbditos. Esa fuerza inicial posteriormente se
hace fuerza ordenada, es decir, derecho, un sistema de normas que le fijan horizonte, colocando limites a nuestro
comportamiento. Por ejemplo, primero se desató la revolución política (con las armas) en América, con lo que se
instauró un poder político nuevo. Posteriormente, se crearon leyes y constituciones que fueron sustituyendo
lentamente el poder de la fuerza bruta por el de una fuerza ordenada, basada en las normas legales.
La imagen de ese mismo poder se transmite por medio de racionalidades unificadoras, religiosas o ideológicas. El
poder supedita la mente y el cuerpo de los hombres hasta en sus lugares más íntimos.
Lo anterior quiere decir que el poder tiene la necesidad de reproducirse culturalmente. La omnipresencia de los
medios masivos de comunicación es un ejemplo de cómo el poder se difunde diariamente, propaganda sus formas
de concebir el bien, la paz o la guerra, el consumo y la oferta, el bien y el mal, la justicia y la injusticia. Otras formas
de reproducir o difundir el poder es a través de las ideologías, la educación en la escuela y por fuera de ella, y el
discurso ético y moral.
Esto significa que el poder no se refiere únicamente a las grandes instituciones del Estado, sino que se práctica
también en el micromundo de la vida cotidiana, a través de formas intangibles. Dispone al ser humano a realizar
comportamientos que le son beneficiosos, moldea su mente y su cuerpo para deshacer cualquier obstáculo que
impida la realización de sus fines. El poder se difunde.
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11. Los poderes políticos ocultos
Uno de los grandes secretos del poder y de los poderosos ha consistido en la capacidad de vigilar los gestos y
escuchar las palabras de sus súbditos, en lo posible, sin ser vistos ni oídos. De allí la famosa expresión: "Saber es
poder”. ¿No vendrá de allí esa fuerza enigmática que le atribuimos al poder? ¿No has sentido que el manejo de
determinada información y el dominio de ciertos conocimientos, te permiten manejar y dominar muchas
situaciones, sin que la gente que te rodea sea consciente de ello?
El hecho de que el poder mueva ocultamente sus hilos para garantizar y asegurar la prolongación de su dominio, es
una de las verdades más antiguamente conocidas y practicadas de la política. Lo que sucede es que la política
democrática moderna, para diferenciarse sustancialmente de todas las anteriores, prometió ser una forma de
gobierno transparente, con plena visibilidad y claridad de las acciones de los gobernantes, para que los ciudadanos
pudiesen controlar los excesos y desmanes de los poderes del Estado.
Se trataba, de un lado, de ofrecer verdaderas garantías de control político sobre los gobernantes y sus acciones y,
de otro, permitir un clara participación de las personas como ciudadanos en la labor de lo gestión política, algo que
durante muchísimos siglos estuvo prohibido a los súbditos, quienes soportaban un dominio unilateral y despótico de
sus gobernantes.
Sin embargo, la política moderna no solo incumplió estas promesas de transparencia y verdadera participación, sino
que llegó a desarrollar métodos electrónicos sofisticados de vigilancia y control de sus súbditos, nunca antes
conocidos por la humanidad. Si la democracia hace lo mismo que los demás formas de gobierno (controlar, incluso
con medios más eficientes, la conducta de los súbditos o asociados), ¿quién controla a los controladores? Es decir,
¿es la democracia un poder controlado por los ciudadanos o un poder controlador de los ciudadanos?
En los siguientes aportes encontramos un principio de respuesta a la problemática que aquí llamamos "los poderes
ocultos”.
¿Poder tras del poder?
El siglo XX nos ha llenado de manifestaciones escandalosas, de influyentes poderes tras el poder, que han inclinado
la balanza política a su favor. Uno de los ejemplos más elocuentes lo ha constituido el poder de las mafias, en el
caso de Italia, o de servicios secretos ultrapoderosos como lo KGB en lo antigua Unión Soviética o, en lustros
pasados, el poder del narcotráfico en Colombia.
Recuerda que la democracia moderna siempre quiso ser un procedimiento basado en la publicidad y absoluta
claridad tanto de sus postulados como de su ejercicio. Este ideal de la publicidad y claridad (visibilidad) del poder
democrático estaba fundad en la experiencia de la antigua democracia ateniense, donde los asuntos que
perjudicaban, beneficiaban o afectaban a todos se decidían a la luz pública en el ágora. En contra del absolutismo y
del despotismo feudal de la llamada Edad Media, la democracia moderna quería constituir una forma de gobierno
donde las decisiones no fueren tomadas en los gabinetes secretos, lejos de las miradas inoportunas del público,
sino en espacios visibles de deliberación, donde la transparencia fuese el principio rector. Sin embargo, nos
encontramos con que el ideal del control público, o control del público sigue estando distorsionado, impidiendo un
control efectivo sobre el poder. Pero, ¿es sólo esta cuestión de ideal?, o más bien, ¿se refiere a la tensión entre
fuerzas sociales que componen las relaciones de poder en una sociedad?
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12. La problemática del poder es casi siempre ambigua, pues compromete a distintas esferas y sectores de la sociedad
que representan intereses también diversos. Esto explica en parte la existencia de parapoderes. Pasados
acontecimientos políticos en Colombia dejan ver con claridad lo anteriormente expuesto. En primer lugar, el papel
activo que cada vez más juegan los medios con respecto a la política; la incidencia dinámica de la esfera
internacional, a través principalmente de la política de los Estados Unidos, y el poder del narcotráfico y su expresión
concreto en uno situación política dada.
Esta racionalidad del poder nos pone o reflexionar sobre lo complejidad de fuerzas materiales y organizadas, que
actúan en el teatro político bajo formas supuestamente inocentes y neutrales.
En lo actualidad, en el mundo entero, la llamada sociedad de la comunicación está inundada de computadores y
medios electrónicos; la información se ha convenido en un producto que se compra y se vende, antes que en un
instrumento al servicio de la formación de la libre opinión y de expresión del libre pensamiento.
Los poderes internacionales
El orden político mundial influye crecientemente en los comportamientos políticos de los Estados nacionales. En
buena parte del siglo XX ese orden estuvo supeditado a la confrontación entre capitalismo y comunismo,
representado por dos bloques mundiales de poder, liderados a su vez por dos superpotencias: los Estados Unidos y
la Unión Soviética.
Lo influencia del poder de esos grandes países en las decisiones de otros Estados fue clara y evidente y supeditó
muchas de las llamadas decisiones de los Estados nacionales a sus intereses. Colombia, por ejemplo, se vio
involucrada en la guerra de Corea, un conflicto bélico que a todas luces distaba mucho de hacer parte de nuestros
intereses reales como país, por citar un episodio casi que marginal de nuestra historia y no referirnos al caso de las
compañías bananeras a principio de siglo, o la llamada desmembración de Panamá, entre otros.
Estos poderes se hacen cada vez más intangibles en lo económico y en lo político, pues ya no sólo representan
países específicos, por decir los Estados Unidos de América, sino asociación de empresas transnacionales o grupos
económicos mundiales de carácter financiero. Los intereses de estos poderes imponen a los países más débiles
políticos y topes de crecimiento económico, reformas del mundo productivo o transformaciones de las instituciones
políticas para adoptar los Estados, según ellos, o un mundo globalizado.
El poder del parapoder
El poder es fuerzo que se ejerce con el fin de mantener un orden. Esa fuerza basa su eficacia en la capacidad de
asimilación de los diversos y complejos momentos de la relación política de dominación, en la sabiduría que logra
acumular en la sagacidad y percepción de la oportunidad, en la capacidad de hacer valer normas que a veces no
cumple y en dadas ocasiones transforma.
El parapoder, o poder oculto, no es nada distinto al poder mismo. Simboliza la llamada inteligencia estatal, la
revelación de presiones nuevas y emergentes sobre el Estado que representa unos sectores sociales determinados.
la invisibilidad del poder es la cara oculta de un mando que se ejerce contra toda presión y por encima de muchas
oposiciones sociales.
Un caso típico que ejemplifica esto es el de los llamados dictaduras militares producidos por golpes de estado.
Estas, surgen al interior del poder mismo, aunque son representantes aislados de las instituciones castrenses. la
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13. institución militar, al igual que la policía, concentra funciones de vigilancia y orden que le permiten desarrollar tareas
de inteligencia sobre la sociedad, para detectar los focos de malestar y de desestabilización del orden establecido.
Por otro porte, muchas de las acusaciones de desestabilización política recaen, en tiempos de gobiernos civiles,
sobre los organismos policiales y militares, pues ellos concentran tareas especiales de conservación del poder.
Históricamente, en diversas sociedades, el poder se ha valido, tanto de instrumentos legales oficialmente admitidos
como de acciones y organizaciones secretas, internacionalmente ocultas, para garantizar la pervivencia de sistemas
de dominación. En la ambigüedad de la actuación de instituciones como las policivas y las militares, especialmente
en casos extremos como los golpes militares, se percibe ese doble carácter del poder.
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