La práctica reflexiva tiene sus orígenes en los filósofos griegos Sócrates y Platón, quienes promovieron el diálogo como método para formar la reflexión y el pensamiento crítico. Más tarde, Dewey propuso que el aprendizaje se da a través de la experiencia y la acción, uniendo teoría y práctica. Hoy en día, la práctica reflexiva implica la autoevaluación de la enseñanza mediante la observación sistemática de otros, la redacción de diarios y textos reflexivos.