2. VOCACIÓN Y DISCIPLINA
El muralista Ernesto Rios se inclina por este género de expresión plástica,
no únicamente por el sentido monumental de su estructura sino porque
encuentra por esta vía una manera directa para compenetrarse con el pueblo
de México incluyendo su identidad polivalente en la concepción global del
mundo de hoy.
Gran dibujante, escultor y pintor, Rios inicia desde 1986 su obra mural en
diversos sitios y monumentos de la república descubriendo ya desde estos
primeros trabajos extraordinaria habilidad de ejecución para el arte público.
Su primer mural titulado “Pasa hombre” (Temple, 28 m2) plasmado en el
Templo de Santo Tomás de Aquino de la ciudad de Oaxaca, lo distingue
como un artista genio para esta disciplina y señala su gusto por el tema del
hombre y de la vida mexicana, a saber, el pueblo, sus ocupaciones, sus
fiestas, su modo de vivir, sus luchas, sus aspiraciones, su geografía, su
naturaleza, síntesis que integra cosmología y filosofía para animar y dar
estructura a su obra mural.
A la fecha, en más de veinte murales realizados por el artista el espacio
arquitectónico, urbano y geográfico ha resultado variado y diverso pero
Rios resuelve los problemas del lenguaje mural en dichos ámbitos y
superficies (Oaxaca, Culiacán, Guamúchil, Acapulco, Chilpancingo,
Mazatlán, Colombia) de acuerdo con diseños geométricos y escenas
naturalistas cuyas imágenes principales corresponden a los lineamientos
básicos establecidos para crear una expresión original y singular por su
forma y contenido.
Discípulo y ayudante de muralistas como Arturo García Bustos, Arturo
Estrada, Rina Lazo y Enrique Estrada, Rios adopta como método de trabajo
resolver paño por paño como parte de un detallado plan que puede
interpretarse fragmentariamente o en su conjunto tal como ocurre en las
siguientes importantes obras:
Desarrollo y transformación académico-revolucionaria (Fresco
desmontable 24m2, 1988) Biblioteca UAS, Guamúchil.
Historia, deporte, cultura y recreación, Parque Ernesto Millán, Culiacán
1989.
Creación de la idea (Acrílico sobre lienzo, 20m2) Casa de Gobierno José
Francisco Ruiz Massieu, Chilpancingo, Gro.
Resurgimiento de la Medicina Municipal (Mixta sobre lienzo, 70m2 1991)
Dirección Municipal de Salud, Acapulco, Gro.
Mocorito. Una historia, una familia (Acrílico desmontable, 1995) Sala
Academia de la Cultura Hernández Tyler, Culiacán.
Granito de Oro (Acrílico desmontable, 34m2, 2000) Ayuntamiento de
Mocorito, Sin.
3. Culiacán. Raíces históricas y culturales (Acrílico desmontable,
15m2, 2002)
Agua de vida (Escultopintura, cerámica exterior, 50m2, 2004)
Country Club JAPAC, Culiacán.
Adiós Polio (Escultopintura, cerámica exterior, 77m2, 2005)
Boulevard Enrique Sánchez Alonso, Culiacán.
Esencia del Espíritu (Acrílico sobre lienzo, 25m2, 2007) Auditorio
Universidad Surcolombiana de Neiva, Huila, Colombia, entre
otros murales más.
El diseño de estas obras es siempre el que exige la pintura
monumental y la arquitectura del edificio la cual cobra nuevas
dimensiones convirtiéndose sus imágenes sobre historia, cultura,
humanismo, naturaleza, geografía y otros de gran multiplicidad y
movimiento en impactante aportación visual gracias a su técnica y
a su significado.
Todo en suma, en esta etapa de la obra mural de Rios nos habla
un gran artista capaz de expresarse con formas sintéticas y
originales, estructura intelectual a la vez clásica y moderno, libre
geometrismo, líneas fluidas de composición, imaginación aguda,
y sentido actual del tiempo.
Respecto al colorido desarrollado en estos espacios y en otros
posteriores, puede decirse que Ernesto Rios es un artista sensible
al encanto de los tonos sutiles y hábil en modelar el blanco con el
blanco. Asocia a los azules puros y a los verdes y los sienas –
trabajados en veladuras mediante toques horizontales de materia
fluida- tonos locales, sonoros y consistentes como esmaltes, de
naranja, carmín, ocre dorado y negros vid, extendiéndose por
ellos (también en su obra de caballete y retratos) resplandores de
rojo fuego, azul, amarillo o ese almagres morado que es una tierra
de óxido de hierro muy mexicana. Se trata de gamas ardientes o
heladas, de modo que no solo la pericia sino también lo fantástico
conforman el lenguaje plástico de este gran artista.
Otra de sus disciplinas preferidas es el retrato expresión a través
de la cual Ernesto Rios se ha convertido en un destacado maestro
tallerista para trabajar efigies, con motivo de lo cual ha recorrido
casi todo Sinaloa, a saber, Mocorito, Concordia, Badiraguato y El
Rosario, analizando con sus alumnos la mejor forma de retratar
4. personajes ilustres y personas comunes y corrientes así como el
autorretrato, para desvelar el apasionante enigma de plasmar la
figura humana que ha intrigado a todos los artistas del mundo a
través del tiempo.
Además de pintor, filósofo y escritor, Ernesto Rios es músico y
compone corridos sinaloenses. Su hijo Ernesto Rios López, ha
escrito sobre su padre lo siguiente:
“Cuando abrí los ojos a la vida y tuve razón de lo que veía, me
pareció ver un hombre dando pinceladas cerca de mí.
Era mi padre, quien desde que tengo uso de razón, no ha dejado
de pintar. Creo que se le podrá olvidar lo que sea, pero de su
cerebro jamás se apartarán las imágenes y el sabor del color.
Lo vi treparse en andamios, subir y bajar, destruir y construir
lienzos; además pasando las noches alternas escribiendo y
sonando la guitarra, componiendo canciones y cantando.
Estoy seguro de que le hubiera gustado tomar cualquiera de estos
caminos, pero del que no puede jamás liberarse es el de la
pintura”.
OBRAS RECIENTES
Durante el periodo 2008-2009 Rios ha concluido dos importantes murales
para el Mazatlan International Center (antes CECOMA, Centro de
Convenciones y Exposiciones de Mazatlán) titulados: “Sinaloa Siglo XXI.
Fusión Histórica de Dos Razas (5 x 7 acrílico desmontable) mural para el
interior del edificio; y “Desarrollo Histórico, Económico y Turístico del
Mar de Cortés (escultopintura mixta, cerámica, cantera y herrería
desmontable) obra para la fachada exterior con estructura de 115 paneles de
concreto desmontables de 3 x 5 m cada uno para un total de 1700 m2 de
superficie escultopintada de 25 m de alto por 70 m de largo, plástica
heroica que contribuye tanto por su temática como por sus dimensiones a
enriquecer el espléndido corredor cultural del Pacífico Mexicano que se
extiende a través de museos, galerías y diversos eventos artísticos y
deportivos, por Colima, Puerto Vallarta, Nayarit, Sinaloa y Sonora, hasta
Baja California Sur y Norte y el Mar de Cortés.
En el mural interior, Rios desarrolla temas de lo antiguo y lo moderno a
base de planos que se suceden yuxtapuestos y sobrepuestos. Los niveles
curvos o verticales resultan también elemento principal contribuyendo a la
dinámica del relato, en tanto que vivos escorzos e ímpetus alcanzan la
5. mayor unidad y la mayor fuerza expresiva para plasmar la idea
fundamental para la historia de México, de la fusión de dos grandes razas
(la indígena y la hispana) con el característico estilo de Rios, elemental,
intenso y expresivo.
Por lo que se refiere al gran muro sobre el Mar de Cortés, en esta obra,
Rios logra una serie de imágenes excepcionales que integran una
aportación importante y trascendente para el arte contemporáneo.
El mítico Mar de Cortés habitado en sus costas por antiguos pescadores
antes de la llegada de los misioneros españoles en el Siglo XVI, resulta
motivo mas que fecundo para el desarrollo de este mural. La pesca ha sido
factor importante en la ceremonia de la región a la que ahora se añade el
turismo atraído por la riqueza ecológica del área que va desde El Corredor
de Los Cabos en el sur, hasta San Felipe y el Valle de Los Gigantes en el
norte. No en vano el explorador francés Jacques Cousteau descubridor de
los tesoros marítimos del planeta tierra declaró que el Mar de Cortés es el
acuario del mundo, ya que se trata realmente, a escala mundial, de uno de
los lugares más impresionantes por su geografía, su belleza y su explosión
de vida.
Con estos elementos ricos y diversos Ernesto Rios ha construido una obra
importante en la que fascina el equilibrio de formas y colores en armonía
con la brillante luz solar matutina y la intensa sombra vespertina
provocadas por la orientación del edificio.
Los 115 paneles de cerámica, cantera y hierro alojan majestuosamente
expresivas relaciones de tonos y figuras realzadas por originales modos de
toque en los que el empleo de materia translucida se contrapone
escultóricamente a materias corpóreas que permanecen opacas creando un
escenario impactante de luz y sombra, claridad y misterio, inquietud y
certeza que contribuye a definir el lenguaje plástico de Ernesto Rios como
poco común en el panorama plástico de estos tiempos.
Lo figurativo encanta como alusión en estos paneles dominados por
enormes manchas de vibrantes colores –rojos. Azules, verdes, dorados,-
exuberancia cromática cuya extraordinaria luminosidad contrasta en tramos
con un fondo mas apagado y ambiguo, como ya se dijo.
Contemplando el muro panorámicamente se comunica una tensión muy
impactante, entre las manchas de colores sólidos y la superposición de
líneas y planos casi caligráficos que parecen evocar los diagramas
científicos de tantas investigaciones que se llevan a cabo hoy día, y que
desbocan la fantasía del espectador. El espacio visual parece seguir su
propia lógica, la perspectiva resulta desorientadora, sugerente y el que mira
tiene la impresión de que la composición prosigue más allá de los límites
que establece el marco, ayudada por el ambiente del entorno.
6. En esta obra, como en murales anteriores, el paisaje y la historia continúan
siendo puntos de referencia aunque no sólo en un sentido realista o lírico,
sino también conceptual y abstracto, que deja al público completa libertad
de interpretación.
Aun así, cabe subrayar que ecológicamente esta obra sugiere la necesidad
de preservar los tesoros de la tierra, mares y costas, bosques y sierras,
cuencas, ríos desiertos, atmósfera, santuarios de flora y fauna, en suma,
todos los ecosistemas que contribuyen a hacer posible la vida humana en el
planeta que habitamos.
BERTA TARACENA
Historiadora y Crítica de Arte