Los obispos paraguayos expresan su preocupación por la reunión de las Naciones Unidas sobre familia, población y desarrollo en El Cairo, argumentando que podría relativizar el concepto de familia y promover medidas antinatalistas y de planificación familiar inmorales como el aborto y la esterilización forzada. Instan al Estado a fortalecer la familia formada por el matrimonio entre hombre y mujer, y piden educación que promueva los valores familiares y la dignidad humana.
Mensaje sobre familia, población y desarrollo. julio de 1994
1. Mensaje sobre "Familia, población y desarrollo"
A nuestros fieles cristianos y a las
personas de buena voluntad:
Los Obispos del Paraguay reunidos en la 138a. Asamblea Plenaria
Extraordinaria hemos reflexionado con interés y no pocas
preocupaciones sobre un tema actual y determinante para el futuro
de la humanidad. Se trata de la familia considerada dentro del marco
de la población y el desarrollo a tratarse en una reunión cumbre a
realizarse en la ciudad de El Cairo, Egipto.
En efecto, la Organización de las Naciones Unidas ha establecido
este año como el Año Internacional de la Familia. Una de las
actividades conmemorativas de este año es justamente la reunión de
representantes de los países miembros a realizarse en la ciudad
mencionada. También nuestro país estará representando en esta
reunión cumbre. A propósito de la cumble internacional, los Obispos
queremos ofrecer las conclusiones de nuestras reflexiones sobre un tema tan
importante.
1. LA FAMILIA EN PROYECCIÓN DE FUTURO
Según el documento conclusivo que antecede a esta reunion, podemos
calificar juntamente con el Santo Padre como una "dolorosa sorpresa"
tanto porque las Naciones Unidas desconocerían con él posiciones
sostenidas en conferencias mundiales anteriores y en instrumentos
solemnemente proclamados, cuanto por "temer funestas
consecuencias morales que podrían llevar a la humanidad hacia una
derrota y cuya primera víctima sería el hombre mismo".
Se nota en el documento una mentalidad, y objetivo de relativizar el
concepto y el rol de la familia. De hecho, el mismo concepto de familia
puede sufrir un cambio fundamental al relativizar el sentido de la
unión conyugal entre marido y mujer garantizando por la ley civil y/
o eclesial y pasar a aplicar el mismo concepto de familia a las uniones
libre e inestables o a grupos de uniones homosexuales en detrimento
de la estabilidad del núcleo familiar y hasta de la misma sociedad.
Todo esto favorece, además a una corriente antinatalista efectiva e
impuesta y una no escondida confabulación mundial que detener el
crecimiento poblacional a cualquier costa y por cualquier medio.
Asimismo, en el afan de resolver el problema poblacional se recurre
a medios desde todo punto de vista inmorales, como ser: el aborto y
su consecuente legalización. Se fomenta la esterilización masiva tanto
2. del hombre como de la mujer y se ofrecen cuantiosas sumas de dinero
para que los gobiernos puedan implementar estos medios de control poblacional.
Uno de los temas más insistentes es el control de la natalidad por
medio artificiales. Estos se constituyen como verdadera presiones
sobre los cónyuges que se pliegan a políticas demográficas definidas
por técnicos sin el concurso de las propias familias.
Ante esta problemática que es un real atentado contra la persona
humana, y muy particularmente contra la mujer y la familia, la Iglesia
eleva su más enérgica protesta. En efecto, desintegrar el concepto de
la familia, minimizar el valor de su misión, como lo hace el documento
preparatorio a la reunión del El Cairo, abriendo además explícitos
caminos a una libertad sexual sin criterio, a la práctica del aborto y a
los métodos inmorales de planificación familiar, no parecen ser
caminos adecuados para robustecer el crecimiento humano; es más,
va en contra de los designios del Creador y no condice con los ideales
espirituales de nuestro país y de las propias Naciones Unidas.
2. LA "SALUD REPRODUCTIVA" DE NUESTRO PUEBLO
Un segundo punto que queremos ofrecer es el que se refiere a la
salud reproductiva de nuestro pueblo.
Pensamos que no pocos hábitos sexuales de hombres y mujeres de
nuestro medio deben ser progresivamente orientados desde sus raíces
culturales para lograr efectivamente una salud reproductiva racional
fundamentada en una ética sólida que ampare a la familia y que sea
educativa de los ciudadanos del futuro. Pero no podemos admitir que
ésta, que debe ser una paciente renovación, pueda convertirse en un
momento dado en un plan sistemático de reducción de la natalidad.
En efecto, sendas campañas antinatalistas forman parte de la
planificación poblacional en nuestro país y permitida por el Gobierno.
Esto se decuce de las expresiones y procedimientos manifestados
públicamente. Estas campañas se realizan sin la atención debida a la
libertad y la voluntad de los cónyuges, quienes a menudo, llevados
por la ignorancia y la pobreza, acuden al uso de los medios artificiales
de efectos irreparables y que no podemos aceptar.
Creemos que en vez de ser víctimas de campañas de control
democráfico impuestas desde organismos internacionales,
necesitamos de políticas familiares y educativas realmente constructivas y
eficaces.
Hacemos un llamado al Estado para que se comprometa en fortalecer
a la familia, esa unión libre y duradera, amorosa y fecunda del hombre
y la mujer, porque es allí donde se cimenta la base de la sociedad. La
3. familia es el lugar donde las personas profundizan sus
relacionamientos y desarrollan su capacidad de socialización. Es por
eso que los poderes públicos pueden y deben ayudar a las parejas a
ejercer sus responsabilidades conyugales y paternales con el respeto
a la dignidad de sus miembros, del hombre, de la mujer y los hijos.
Exhortamos a todos a colaborar en la promoción de un sistema
educativo que promueva los valores de la familia y proteja la
integridad de la vida desde su concepción. Solamente con una
educación que exalte la dignidad de la persona humana se podrá
resolver los grandes problemas que aquejan a la familia y a toda la humanidad.
Pedimos a los agentes pastorales: sacerdotes, religiosos, religiosas,
laicos evangelizadores para que, con su testimonio de vida, y con
una predicación explícita sobre el valor de la vida y de la familia,
vivencien los valores humanos y cristianos y ayuden a formar una
conciencia ética capaz de resistir a las propuestas destructivas de la
dignidad de la persona humana.
Queremos concluir con las palabras del Papa Juan Pablo II en su
alocución dominical del 19 de junio del corriente año, antes del rezo
del Angelus, en la Plaza de San Pedro: "A menudo la insistencia de la
Iglesia sobre la ética del matrimonio y de la familia es mal interpretada,
como si la comunidad cristiana quisiera imponer a toda la sociedad
una persceptiva de fe válida solo para los creyentes. En realidad, el
matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer, no es
solo un valor cristiano, sino un valor originario de la creación".
3. LLAMADO A LA REFLEXION Y A LA ACCIÓN
Con estos puntos, frutos de nuestra reflexión, creemos poder contribuir
en esta ocasión al discernimiento sobre estos temas que tienen relación
con el Año Internacional de la Familia. Estamos seguros de que
nuestras propias convicciones cristianas nos guiarán hacia la solución
de los problemas que tocan a la familia y que son de suma
trascendencia para el futuro de nuestro país y del mundo.
En fin, aseguramos a todos nuestra mejor intensión y disponibilidad
para promover una equilibrada orientación y eduación sexual y
fomentar el apoyo incondicional a la familia según los designios del Creador.
Invitamos a todos los fieles católicos a apoyar eficazmente estas
orientaciones surgidas de nuestra reflexión. Pedimos a todas las
personas de buena voluntad que pongan el mejor de sus esfuerzos
para contribuir a mantener el equilibrio social a través de una familia
sólidamente constituida.
Contamos con las sabias y sanas sugerencias de todos y depositamos
4. nuestra confianza en la ferviente oración que los fieles cristianos
elevarán al Señor por el bien de las familias en el mundo y en nuestra Patria.
Con afecto les saludamos y bendecimos a todos en Jesús, José y María.
Asunción, Julio de 1994
Por mandato de la 138a. Asamblea Plenaria
+Pastor Cuquejo
Obispo Castrense
Secretario General de la CEP