Esperanzas y expectativas de un proceso hacia la democracia. 7 de abril de 1989.
1. Carta Pastoral
Esperanzas y expectativas de un proceso hacia la democracia
A todos los católicos y hombres de
buena voluntad que habitan el suelo paraguayo
1- Los Obispos del Paraguay, reunidos en Asamblea Ordinaria, en la
fraternidad y la alegría que brotan de una pascua vivida en plenitud,
queremos compartir con nuestro pueblo fiel, reflexiones y
orientaciones sobre la realidad que vive nuestro país, de cara a los
desafíos del presente y del futuro.
2- Lo hacemos, acogiendo de corazón las palabras que Su Santidad
Juan Pablo II, pronunciara a los Obispos del Paraguay en ocasión de
la visita Ad-Limina realizada en noviembre de 1984 "…sin duda
alguna, los dasafíos de la realidad son un llamado a la conciencia,
que debe hallar inspiración y guía en los principios de la fe. Por
eso, en momentos en que la sociedad paraguaya se pregunta sobre
sí misma, sobre su situación presente y sus perspectivas de futuro,
la palabra de los pastores habra de orientar a los fieles acerca del
Plan de Dios sobre las realidades temporales".
REFLEXIONES SOBRE UN ACONTECIMIENTO HISTÓRICO
3- Los acontecimientos vividos en nuestra patria el 2 y 3 de febrero
pasado, han cambiado la perspectiva histórica de nuestro pueblo en
la medida en que ha abierto un proceso de transición hacia una
democracia tan largamente anhelada por todos los paraguayos.
4- Los Obispos hemos reflexionado a la luz de la fe sobre estos hechos,
buscando discernir lo que nuestro Padre Dios quiere para el pueblo,
en esta hora de su historia.
5- Observamos con prudente optimismo el inicio de un proceso en el
que un gran sector del país pone muchas esperanzas; en la medida
que genera nuevas espectativas de participación ciudadana como
respuesta a los compromisos de democratizar el país y promover el
respeto de los derechos humanos asumidos por el nuevo gobierno provisional.
6- Los Obispos del Paraguay, apreciamos y valoramos igualmente, la
intención manifestada de respetar una institución como la Iglesia
Católica, tan identificada con la vida, la historia, los sentimientos y
los valores del pueblo paraguayo.
7- Un gran dinamismo esta caracterizando a los diferentes sectores
que componen la vida nacional. Logicamente hay diferencias entre
estos sectores, lo que refleja una pluralidad de voces y una posibilidad
2. de expresión y de disenso que no han podido emerger ni manifestarse
suficientemente durante muchos años.
8- Hay sin duda, un principio de libertad y una esperanza renovada
en la vida del Paraguay de hoy. Y a ello se suma una notoria ausencia
de un clima de violencia que tanto temíamos atendiendo a las
derivaciones que podría acarrear un cambio politico tan repentino
como el sucedido en nuestro país.
9- Es cierto que la tension crece, y por momentos en forma alarmante,
sobre todo cuando afloran vestigios de enconos pasados que dan lugar
a deseos de revanchismos y de venganza. Pero también es cierto que
el ejercicio de la libertad y la dinamización de la vida política
coinciden con un clima de dialogo y de respeto alentadores, en el que
se notan gestos de madurez cívica y de coordialidad ciudadana que
nos place destacar.
10- Observamos con aprecio e interes la vigencia de libertades
fundamentales como la libertad de reunión, de expresión y de prensa.
Es ponderable el esfuerzo realizado por algunos medios de la prensa,
la radio y la televisión para acompañar en este tiempo, la formación
y educación de la opinión pública, tan importante en todo proceso democrático.
11- Acompañamos con atención, los cambios efectuados en
organismos públicos con vistas a un mejoramiento en el
funcionamiento de organismos del Estado promotores del Bien
Común. La expresión de deseos de saneamiento de la moralidad
pública no puede menos que recibir el apoyo unánime de toda la
población, por cuanto en los últimos tiempos la corrupción en este
campo llegó a límites intolerables.
12- No hay dudas de que los cambios operados en todas las esferas
de la vida social, no permiten aun ver con claridad, la amplitud, la
complejidad y las perspectivas reales de los mismos.
LAS EXIGENCIAS DE LA HORA ACTUAL
13- La Iglesia, como portadora de valores que ayuden a una
dignificación de los hombres por el anuncio del evangelio, quiere
acompañar la vida del pueblo, compartiendo su suerte, sus problemas
cotidianos y sus dificultades concretas, sus gozos y esperanzas. Por
ello, con ánimo sencillo y espíritu de servicio, los pastores de esta
Iglesia queremos ofrecer algunas consideraciones relacionadas con
el futuro inmediato de este pueblo del que somos servidores en Cristo.
LA POSICIÓN DE LA IGLESIA
14- En esta oportunidad queremos reiterar algunas consideraciones
ya expresadas en documentos anteriores cuando manifestamos que
3. de una u otra manera todos somos responsables de la situación que
atravesó nuestro país en el pasado, algunos por acción, otros por
omisión, exhortando por ello a no eludir la responsabilidad que exige
la hora presente ni echar solamente a otros las culpas del pasado.
15- El grave problema del deterioro moral de nuestra sociedad, que
ha llegado incluso a socavar las bases de nuestra propia cultura es
alarmante y merece la decidida atención de todos los sectores que
componen la vida nacional, en especial de las clases dirigentes.
16- Esperamos pues, que la administración de justicia con aquello
responsables de delitos contra el Patrimonio del Estado sea objetiva
y ejemplificadora, y sin animo de venganza. De las misma manera,
se debería actuar en la investigación de delitos contra la dignidad de
la persona humana que dieran lugar a la aberrante práctica de la tortura,
las desapariciones y los asesinatos por razones políticas. Todo ello,
buscando la legítima restauración de un orden jurídico que responda
a las exigencias de una moral cristiana.
17- Asimismo, hace tiempo los Obispos hemos denunciado la
destrucción del tejido social de la nación, situación ésta que se pone
más aún de manifiesto a la hora de articular los canales de participación
ciudadana para un proceso de construcción de una verdadera democracia.
18- En esta hora presente parece oportuno recordar el magisterio de
Su Santidad Juan Pablo II a los Constructores de la Sociedad
Paraguaya cuando les recordaba que: "La vigencia simultanea y
solidaria de valores como la paz, la libertad, la justicia y la
participación, son requisitos esenciales para poder hablar de una
auténtica sociedad democrática, basada en el libre consenso de los
ciudadanos. No será posible, por tanto, hablar de verdadera libertad,
y menos aun de democracia, donde no exista la participación real de
todos los ciudadanos en poder tomar las grandes decisiones que
afectan a la vida y al futuro de la nación" (17 de mayo de 1988).
19- Por ello, lamentamos que los que conducen el país a la hora de
articular las medidas necesarias para su desarrollo y para la solución
de nuestros problemas, no den participación a representantes de los
sectores más necesitados, especialmente los obreros, campesinos e
indígenas. Esta situación se pone de manifiesto en la pobreza de
programas que ofrezcan verdaderas propuestas de cambio que den
respuestas eficaces a necesidades esenciales de la población como el
acceso a la tierra, a la vivienda, a la salud y a la educación.
20- De ahi que nos preocupa los repetidos hechos de ocupaciones de
tierra y otras no menos significativas situaciones que deben llamar a
la reflexión a los gobernantes, partidos políticos, organizaciones
4. sociales y gremios profesionales que tienen responsabilidades en este campo.
21- Hoy reiteramos a todos nuestros hermanos, ese llamado a deponer
enconos y rencores, a superar impaciencias y prejuicios, rechazando
toda tentación de desquite y venganza. Hoy más que nunca estamos
convocados todos los paraguayos a trabajar juntos por la superación
de los males que nos afligen, sin distinción de banderías políticas y
colaborando dentro de un espíritu de diálogo, para la construcción de
una sociedad más justa y fraterna.
22- Por ello reclamamos de los responsables de la vida nacional,
(autoridades nacionales, departamentales, municipales, educativas)
una actitud de nobleza y de desprendimiento, subordinando los
intereses y apetencias personales en aras del bien común, superando
los privilegios y marginaciones inaceptables, así como las
impaciencias y exigencias perentorias y maximalistas.
23- Es de esperar finalmente, que el conjunto de medidas que se
apliquen en la conducción del país repercutan en un beneficio real
para toda la población, en especial para aquellos sectores más
desposeídos y postergados.
ANTE LOS PRÓXIMOS COMICIOS DEL 1º DE MAYO
24- Creemos que el proceso de democratización iniciado en el país
exige la participación de todos sus habitantes. En este proceso, las
elecciones constituyen un paso importante pero no el único,
ciertamente. A este, deberán seguir otros, igualmente importantes
como el referente a la necesaria reforma constitucional.
25- Pero aun conociendo las limitaciones que se puedan señalar a los
próximos comicios, a realizarse en base a un ordenamiento electoral,
concebido en el pasado con el único fin de legitimar un sistema de
gobierno a través del fraude y la inmoralidad y que a su tiempo generó
la natural apatía, desinterés y escepticismo en la población,
consideramos importante la participación responsable de nuestros
ciudadanos en las futuras elecciones, de acuerdo con su deber cívico
y su conciencia cristiana.
26- Ello será posible, en la medida que se brinden condiciones
objetivas que garanticen la limpieza del proceso electoral ya sea a
través del acceso libre y responsable de todos los partidos politicos a
los medios de comunicación, a que el Estado guarde absoluta
imparcialidad en todo el proceso, a que exista un efectivo control por
parte de todos los partidos politicos en el acto eleccionario y en el
recuento de los votos.
27- Juzgamos como sano y alentador el clima de alegría, optimismo
5. y esperanza que viven grandes sectores de nuestra población. La
Iglesia comparte estos sentimientos y exhorta a los que tienen en sus
manos la conducción del país, a no defraudar las sanas esperanzas de
nuestra población.
28- Por ello no podemos menos que lamentar ciertas manifestaciones
públicas de personas ligadas a los organismos de decisión política
que vaticinan "elecciones libres pero no limpias". ¿Será ese el ejemplo
que se pretende ofrecer a los miles y miles de jóvenes que por primera
vez se acercan a ejercer el deber y el derecho del sufragio? . Si así
fuera, poco venturoso es el porvenir que aguarda a nuestra sufrida patria.
29- En momentos en que todo el país se apresta a vivir jornadas que
pondrían en juego nuestra capacidad de responder a las exigencias
de una convivencia democrática, conviene reiterar nuevamente al
Magisterio de Su Santidad Juan Pablo II a los Constructores de la
Sociedad al proclamar la certeza de que "la verdad debe ser la piedra
fundamental, el cimiento sólido de todo el edificio social".
30- Especial resposabilidad aguarda en esta tarea, a los medios de
comunicación. Ellos, a través de un ejercicio objetivo y responsable
de la delicada misión de informar y de formar a la opinión pública,
deben mostrar siempre el respeto a la verdad y a la dignidad de las personas e
instituciones.
31- Reiteramos hoy, la gravísima responsabilidad de dar cumplimiento
a la palabra empeñada en favor de un proceso electoral limpio, digno
de las mejores tradiciones civilistas y que hace tanto años se espera
en el ambito nacional. No creemos que sea momento de pesimismos,
pero tampoco de ingenuidad. Un pueblo sufrido y austero como el
nuestro, merece mayor respeto y mejor suerte.
EXHORTACIÓN FINAL
32- En nuestra condición de creyentes y como ciudadanos y Pastores
de este pueblo, ofrecemos estas reflexiones. Pero al mismo tiempo,
comprometemos también nuestras oraciones en favor de ese nuevo
Paraguay que queremos construir y que evangelizamos con la fuerza
que recibimos de Jesús Eucaristía. Ese Jesús, al que con tanta
esperanza hemos invocado durante las celebraciones del Año
Eucarístico Nacional, que en un histórico lema expresara la profunda
relación entre nuestra fe y nuestra labor temporal.
33- En esta hora tan importante para el futuro de nuestro país,
exhortamos a todos los cristianos a asumir con firmeza y confianza
el compromiso de anunciar con la palabra y testimoniar con la vida,
la presencia entre los hombres de Cristo, el Señor de la historia. "En
ese anuncio y ese testimonio, los fieles laicos tienen un puesto
6. original e iremplazable, pues por ellos la Iglesia de Cristo está presente
en los más variados sectores del mundo, como signo y fuente de
esperanza y de amor". (Christifidelis Laici, 7 - Juan Pablo II).
34- Exhortamos también, a todos los dirigentes de nuestro país, a
tomar como guía y modelo de servicio al más ilustre de los hijos de
esta tierra, San Roque González de Santa Cruz, quien dio su vida por
Cristo y por la Iglesia y supo vivir por y para sus hermanos,
especialmente los más pobres y necesitados, procurando una vida
digna para ellos, viviendo el respeto y la justicia, el trabajo, y la solidaridad.
35- Que María nuestra madre y guia y factor de unidad de nuestro
pueblo paraguayo bajo su advocación de Nuestra Señora de los
Milagros de Caacupé, desde su Santuario, lugar de encuentro y
coincidencias de los paraguayos en las horas felices como en las horas
tristes, nos acompañe y nos de el discernimiento necesario y la
fortaleza para asumir nuestra propia e intransferible responsabilidad,
en este compromiso común de construir un nuevo Paraguay en la
verdad, la justicia, el amor y la paz.
Con afecto de Padres, hermanos y amigos, a todos bendecimos.
Asunción, 7 de abril de 1989
Por mandato de la Asamblea Plenaria
+Jorge Livieres Banks
Obispo-Prelado de Encarnación y Secretario General de la CEP