El documento resume la posición de los obispos paraguayos luego del golpe de estado de febrero de 1989. Reconocen que la situación política había llevado al país a un estado crítico y lamentan las vidas perdidas. Llaman a la unidad nacional, al diálogo sobre la justicia y los derechos humanos, y a dejar atrás rencores para reconstruir una sociedad más justa.