1) La historia cuenta la historia de Chichi, una niña que se fue a vivir con la amiga de su madre Julia y sus dos hijas cuando su madre tuvo que viajar para cuidar a su abuela. 2) Con el tiempo, Chichi descubre que Julia y sus hijas no son buenas y la obligan a hacer todo el trabajo de la casa mientras ellas van a la escuela. 3) En la fiesta de disfraces, las hijas de Julia arruinan el disfraz de Chichi, pero Miguel y sus padres deciden llevarla a vivir con ellos.
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Me llamo Tíata. Fui vecina de Julia. Vine
a contarles la historia de Chichi, que
sucedió hace algún tiempo. Empezó cuando
la abuela de Chichi, nuestra protagonista,
enfermó en una ciudad muy lejana. Como la
mamá de Chichi tuvo que viajar a cuidarla,
pensó en dejar a su hija con Julia, una
conocida suya que, desde hacía mucho,
vivía con sus dos hijas en Campos del sol...
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Chichi, ¿todo listo?
Mirá que salimos a
primera hora.
Sí, mamá…
puse poca
ropa.
¡Qué lindo
lugar!
¡Sí! Vas a estar
muy bien aquí con
mi amiga.
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Julia, te agradezco
que recibas a Chichi.
Vuelvo pronto.
No me agradezcas,
Aurora.
¡Pero qué lindas
son!
Chichi ambién
es bonita.
Gracias,
señora.
¡Chicas,
vengan!
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Pero Aurora se fue y, un
año más tarde, todavía
cuidaba a la abuela de
Chichi. Ella descubrió que
la amiga de su mamá no era
buena y tampoco
sus hijas.
Chicha,
quiero una
taza de té.
Sí, señora. Pero
me llamo Chichi.
¡Ja!, ¡qué ridícula
sos!, Chicha yo te
digo Chicha...
...y repito Chicha
con toda mi
vooozzz.
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Chicas, se
hace tarde.
¿Por qué yo
no voy a la
escuela...?
Porque no,
Chicha.
Porque tenés
que limpiar,
Chicha.
Porque tenés
que cocinar,
Chicha.
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Chicha, andá a
comprar una
escoba...
¿Querrá
viajar?
Mientras tanto
en la escuela, Nora y
Jorgelina ven a
Miguel...
Vamos, ahí viene
Miguel.
Sí, que vean que
somos sus amigas.
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10. ¡Aurora! ¿Cómo estás? ¿Chichi?
En la escuela. Muy bien, sí, muy
bien. No hay apuro. Tomate todo
el tiempo que necesites.
Chaucito.
¿Era mi mamá?
¡Qué va a ser!
Nunca llama.
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Pasaron los meses. Las clases
terminaron. Poco a poco, Chichi
se hizo cargo de todas las
tareas de la casa. Compró,
cocinó, lavó, planchó y limpió.
Julia nunca le dijo que su mamá
llamaba a diario.
Chichi estaba muy triste, hasta
que un día...
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Voy al bosque
a buscar
flores.
Voy a casa de
Fede.
Bueno,hijo
Pensé que
habíachocado
con un poste...
Igual yo,
ja ja.
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Chichi, ¿qué hay
que hacer cuando
un elefante está
por estornudar?
No sé... Salir
corriendo.
Si me ven acá con
vos, se enojan.
¿Quiénes?
¿Tus papás?
No, una amiga de mi
mamá y sus hijas.
Estoy por un tiempo en
su casa. Son malas.
Bueno, tengo
que irme...
Chau.
Chau...
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Quería hablar con
ustedes... La respuesta
es “no”.
Yo digo
que “sí”.
Quiero organizar
una fiesta de
disfraces para
Carnaval.
¿Puedo invi ar a
todos l s chicos
y chicas del
lugar?
Yo digo que “sí”.
A ver qué dice tu
padre.
Y... bueno.
También digo
que “sí”.
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Tíata dijo que les va a
prestar unos lindos
disfraces.
Nosotras dos
vamos a ser las
mejores.
Sí, las mejor
disfrazadas.
Las mejor
disfrazadas,
tal vez, pero
no las mejores
personas...
¡Megustaríair
esebaile. !
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Chichi, acá están los tres
disfraces para la fiesta.
¡Son hermosos,
muchas gracias!
¡¡¿QUÉ ES ESO,
CHICHA?!!
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¡Hola, Aurorita!
¿Cómo estás?
Bien, Julia.
¿Puedo
hablar con
Chichi?
¡Otra vez!
Pero nunca la
encuentro…
Es que justo
fueron a
comprar sus
disfraces.
Sí, se lo voy
a decir. Chau,
chau
¿Era mamá?
¡No preguntes
tonterías,
Chicha! Tu madre
no llama.
¡Lo pasan tan
bien juntas!
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24. Tenemos que
devolver el
disfraz de Chicha.
Sí, vamos a decirle
a mamá...
Que esta noche Chicha
no vaya al baile.
Y menos que menos
vestida igual que
nosotras.
No se preocupen, chicas.
¿Dónde stá el disfraz?
Ya te lo
traigo.
Les prometo que
Chicha no va a
usar este traje.
¡Bien,
mamá!
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¿Dónde está Julia?
Se acostó
porque le duele
la cabeza.
Te traje este vestido... ¡Es precioso!
Gracias.
Deben tener cuidado al moverse y es
mejor que no tarden en volver porque
los trajes se van a empezar a despegar.
Sí, pero... ¡Ay, por favor!
¡No sé cómo me olvidé de
decirles! Ninguno de los
tres vestidos está cosido.
Los pegué con col
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Mirá, ¡es Chicha!
¿Quién le dio ese
vestido?
La metida de
Tíata, claro...
¡Hola, Miguel!
¿Cómo estás?
¡Viniste!, ¡qué
bueno!
¡Vamos a
descoserle
el disfraz!
Tengo que irme.
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¡Ay! Se nos rompe
la ropa.
¡Otra vez no
le pregunté
dónde vive!
¡Ayúdenme!
Hijo, contanos qué pasa. ...y estoy
seguro
de que la
tratan mal...
Vamos a ver
en el camino. ¡E otro zapato!
Fue culpa de Chicha, mamá,
los disfraces estaban
pegados.
¿Querés venir a mi casa
hasta que vuelva tu mamá?
Me pasó lo
mismo...
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Voy a dar parte
a la policía...
Y yo voy a decir lo
malas que son…
¡Está bien, pueden
llevársela!
Chichi, traé tus
cosas.
Mami, ¡qué suerte
lo de la abuela!
Decile qu mis
papás les ofrecen
una casa…
También te
conseguí una
vacante en la
escuela.
¡Vamos a poder
ir juntos!
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Y sí señor, por fin después todo terminó muy bien. Por mi parte, me mudé
de Campos del sol para ir a vivir a otro lugar. Pero supe que Miguel y
Chichi, además de ser vecinos e ir juntos hasta la escuela, fueron grandes
amigos. ¿Si se casaron después? No sé. Tal vez. Pero si quieren saberlo,
podemos visitarlos y preguntarles si, juntos, comen perdices.
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32. El hijo del rey, que la siguió, encontró el calzado. Lo tomó y fue a ver a su padre.
—Me casaré con la dueña de este zapato —le dijo.
En cuanto se enteraron de la noticia, las hermanastras se prepararon para convertirse en
reinas. Confiaban en que al llegar el príncipe, una de las dos lo conseguiría. Pero no fue así.
Entonces, el hijo del rey, que sabía que en esa casa vivían tres chicas, preguntó por la joven
que faltaba. A su pesar, la madrastra no tuvo más remedio que llamarla. Cenicienta entró con
la cabeza baja, se sentó en una humilde silla y se probó el zapato que le calzó a la perfección.
Cuando se puso de pie, el príncipe la miró a los ojos y la reconoció al instante.
—¡Es ella! ¡Es la joven que quiero! —exclamó.
La madrastra y sus dos hijas se pusieron pálidas de rabia y n pudieron mpedir que el hijo del
rey subiera a Cenicienta a su caballo y que cabalgara co ella hasta el palacio de su padre.
Pronto, se celebró la boda y después de los fest jos, los r cién casados salieron a recorrer
la región en una carroza de cristal tirada por ocho caba os. Cuentan que cuando pasaron por
el avellano, un pájaro blanco cantó la má h rmosa canción que jamás nadie había escuchado
hasta ese día.
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