2. DEBILIDAD Y FRAGMENTACION DEL DESARROLLO INDUSTRIAL.
EMERGENCIA DEL SISTEMA FINANCIERO. DEBILIDAD DEL
MERCADO NACIONAL. DESINDUSTRIALIZACIÓN Y NUEVOS
SECTORES EN GALICIA.
3. • El primer tercio del siglo XX fue la época de la
Segunda Revolución Industrial, en que la energía
del vapor fue sustituida por la electricidad y por
el petróleo y surgieron nuevos sectores
industriales ligados a una eclosión científicotécnica.
• En España, la introducción de estas novedades se
produjo a pesar del tardío y desequilibrado
proceso de industrialización y presentó una serie
de trazos característicos:
4. 1. — El crecimiento moderado del sector secundario,
acelerado sólo por el impacto de la Primera Guerra
Mundial, que, al posibilitar el aumento de las
exportaciones, fomentó el incremento productivo del
carbón, del hierro, de los alimentos, de las materias
primas, de los textiles y de los productos metalúrgicos.
Todo eso potenció el desarrollo de los centros
productores: País Vasco, Asturias, Santander e Cataluña.
2. — La escasa competitividad, condicionada por un
mercado interior poco expansivo e irregular, relacionado
aún con las crisis agrarias. El proteccionismo acentuó esta
tendencia, que se corrobora con la dependencia de
capitales, materias primes y tecnología extranjeras.
5. 3.
4.
5.
— La regionalización industrial, que consolidó la industria en las
zonas tradicionales. Así, Cataluña ramificó y diversificó su
producción en los sectores químico, hidroeléctrico, del cemento o
el metalúrgico. También en Vizcaya, donde la minería y la
siderurgia impulsaron otros sectores, se asentó un sólido núcleo
industrial y financiero. Madrid despuntó como la principal plaza
financiera.
— La disminución progresiva del peso de la industria de bienes
de consumo y el aumento de la industria de bienes de equipo.
— La consolidación del sector bancario, clave para expandir las
inversiones y los medios de pago. En estos años se crearon
algunos de los grandes bancos del país, lo que demuestra la fuerte
acumulación conseguida en los negocios y la importancia de los
capitales repatriados tras la pérdida colonial. La estrecha unión
que se inició en esos años entre la banca y la industria perduró
hasta la actualidad.
6. Los sectores industriales
• El sector puntero de la industrialización española desde el siglo XIX,
la industria textil del algodón, siguió concentrado en un 90% en
Cataluña, donde ocupaba una posición preeminente. Aunque sufrió
un proceso de desaceleración en estos años, contribuyó a impulsar
otros sectores: alimentación, química (blanqueadores y tintes),
electricidad etc. El sector de la lana modernizó sus técnicas y se
consolidó en Sabadell y en Tarrasa, que desbancaron a Castilla.
• Otras industrias de consumo, como la de alimentación
(especialmente conservas y harinas), papel o mueble,
experimentaron un crecimiento y un avance técnico notables,
estimuladas por el crecimiento de la demanda urbana y por la
merma de los costes energéticos que comportó la introducción de
la electricidad. Estas jóvenes industrias se situaron en ocasiones en
zonas que no habían experimentado la primera fase de la
industrialización, como Galicia, donde se desarrolló una importante
industria conservera, que además sirvió de dinamizadora de otras
actividades industriales, como la construcción naval.
7. • La industria siderúrgica, desarrollada gracias a los
capitales acumulados en la minería, se consolidó
en Vizcaya en detrimento de los núcleos
asturiano, santanderino y andaluz. Los grandes
beneficios de Altos Hornos de Vizcaya (1902)
estimularon la creación de Altos Hornos del
Mediterráneo (Sagunto, 1917). Las innovaciones
tecnológicas de la producción de acero
fomentaron el crecimiento de las empresas de
construcciones mecánicas, navales y de material
ferroviario.
8. Las nuevas industrias
• El elevado precio del carbón motivó que la energía eléctrica
alcanzara un gran desarrollo y desplazara rápidamente el vapor en
las industrias. Las innovaciones tecnológicas, que permitieron
transportar la electricidad a grandes distancias, y el establecimiento
de líneas de alta tensión fomentaron la construcción de grandes
centrales hidroeléctricas en los cursos fluviales. Las fuertes
inversiones de capital para explotar y distribuir el fluido eléctrico
potenciaron la creación de grandes empresas de capital vasco,
como Hidroeléctrica Española (1907), o extranjero, como Fuerzas y
Riegos del Ebro, conocida cómo La Canadiense (filial de la
Barcelona Traction, Light & Power).
• El sector químico experimentó un considerable impulso con la
fabricación de fertilizante (fosfatos), tintes, blanqueadores,
explosivos y fibras artificiales. Dependientes del capital extranjero y
orientadas al mercado interior a causa del proteccionismo, destacan
las empresas Cross y Solvay. También el cemento, vinculado a la
expansión de la construcción, alcanzó una grande difusión y
diversificación regional.
9. • El petróleo, una joven fuente de energía, y el motor de
explosión revolucionaron los medios de transporte
terrestres y se desarrolló la joven industria del automóvil
(coches, camiones...). Aunque en España se desarrolló
tarde, ya en 1904 la compañía Hispano-Suiza fabricaba
automóviles de lujo para la exportación.
• Por último, hay que mencionar el desarrollo de las
telecomunicaciones gracias a las grandes innovaciones del
sector: el teléfono, el telégrafo y la radio, que a partir de
1924, año en que se creó la primera emisora de radio,
Radio Barcelona, fue convirtiéndose en un medio de
comunicación de masas también en España.
11. • La sociedad española de los primeros treinta años
del siglo XX experimentó una serie de
transformaciones que repercutieron en su ritmo
de crecimiento y en su distribución espacial. El
crecimiento sostenido de la población permitió,
por fin, completar el modelo de desarrollo
demográfico característico de Europa occidental,
y su notable concentración en las ciudades
estimuló cambios urbanos considerables. La
modernización económica repercutió también en
la composición de la población.
12. El crecimiento de la población
• La población española aumentó fuertemente desde 1900,
con tasas de crecimiento vegetativo que incluso superaron
el 10 % al final del período, tirando por lo alto de las del
resto de los países de Europa occidental. La combinación de
unas elevadas tasas de natalidad, que sólo iniciaron la
tendencia a la baja tras la Primera Guerra Mundial, y un
acusado descenso de la mortalidad explica este fenómeno.
• Las causas de este comportamiento demográfico hay que
buscarlas, en lo que respecta a la natalidad, en la
modernización de la sociedad, que aumentó el control de la
natalidad para adaptarse a la vida urbana. La incorporación
de las mujeres al trabajo en las fábricas y la carga
económica que los hijos suponían en las sociedades
urbanas acentuaron esta tendencia.
13. • El descenso de la mortalidad está relacionado con los avances
higiénicos, sanitarios, de servicios públicos y de la alimentación, y
con el retroceso de la mortalidad catastrófica, ocasionada por las
grandes epidemias. La última que padeció España fue la llamada
gripe española, que se transmitió más ampliamente debido a los
movimientos de tropas de la Primera Guerra Mundial. Las cifras
oficiales ascendían a 147 144 muertos en España, aunque las cifras
reales superaron los 250 000 entre 1918 y 1919; se calcula que
provocó entre 50 y 100 millones de muertes en todo el mundo. De
este modo, entre 1900 y 1930, si bien con un retraso de casi un
siglo respeto al resto de Europa, se introdujo en España el modelo
demográfico occidental.
14. • El aumento de la población fue superior en las clases altas y en la
periferia peninsular, mientras que las clases bajas y las regiones del
centro (las dos Castillas, Aragón, León, Extremadura), excepto
Madrid, crecieron menos en relación con el grado de
industrialización. La población en Galicia presentó una tendencia de
crecimiento moderado pero continuo. Este aumento estuvo
fuertemente condicionado por un saldo migratorio de signo
negativo. Las elevadas tasas de natalidad y de mortalidad sufrieron
una importante reducción, sobre todo esta última, de modo que el
crecimiento vegetativo superó las pérdidas producidas por la
emigración transoceánica. No obstante, en algunas regiones con
unas estructuras económicas arcaicas, como Andalucía, la población
aumentó aceleradamente, lo que propició una corriente migratoria
hacia las regiones industrializadas de la periferia peninsular y la
Madrid. En las regiones más industrializadas (Cataluña, País Vasco)
el crecimiento poblacional se debió en gran medida a la
inmigración, como demuestra el hecho de que en 1920 un 40% de
la población de las grandes urbes no había nacido en ellas. La
composición de la población inmigrada, joven y en edad fértil,
tendió a rejuvenecer estas zonas.
15. Los movimientos migratorios. Efectos
de la migración en Galicia
• El aumento del crecimiento vegetativo suscitó
una mayor movilidad espacial de la población. Las
migraciones interiores se intensificaron
considerablemente, sobre todo en la década de
los años veinte. Aproximadamente, 1 200 000
personas abandonaron las zonas rurales para
desplazarse la zonas urbanas. Las regiones
industriales, País Vasco y Cataluña, además de
Madrid y las capitales de provincia, fueron las
más importantes receptoras de este contingente
humano. Las principales regiones emisoras de
población fueron Andalucía, Aragón y Murcia.
16. • Como consecuencia, si en 1900 sólo un 9 % de la población
vivía en ciudades de más de 100 000 habitantes, en 1930 la
proporción era de un 15 %. El rápido crecimiento urbano
aceleró el proceso de transformaciones urbanísticas
iniciado ya en el siglo XIX. Las ciudades no pudieron
absorber el rápido crecimiento, lo que provocó graves
desequilibrios y sus más y sus menos urbanísticos. La falta
de viviendas propició la autoconstrucción en barrios
obreros e industriales que carecían de todo tipo de
servicios y equipaciones. No obstante, la remodelación
urbanística y la construcción de jóvenes barrios estaba en
pleno desarrollo tras lo derrumbamiento de las murallas y
la apertura de los ensanches iniciados en el siglo anterior.
Estas actuaciones cambiaron acusadamente la morfología
urbana, que adoptó una joven configuración, con jóvenes
trazados cómo lo de las ciudades lineales o los barrios de
ciudad jardín.
17.
18. • Además, las ciudades incorporaron enseguida algunas innovaciones
técnicas, como la iluminación eléctrica, las conducciones de gas o
los ferrocarriles metropolitanos. En Galicia, aunque la tasa de
urbanización era muy baja (9,1% en 1900), las ciudades
comenzaron a crecer gracias al crecimiento demográfico, la que
acogen población del rural y a la creciente industrialización.
• La emigración exterior entre 1900 y la Primera Guerra mundial
alcanzó unas cifras sin precedentes. Se trató de una emigración
mayoritariamente de población joven masculina, principalmente de
campesinos, que se desplazaron hacia América Latina, sobre todo
Argentina, Cuba y Brasil, hacia el norte de África, en especial a
Argelia y a Francia. La principal área emisora de esta emigración fue
Galicia, pero aumentaron los emigrantes del centro y del sur de
España y de la zona de Levante. En los años treinta, la emigración
exterior se redujo bruscamente por el cierre de fronteras
propiciado por la crisis económica mundial.
19. EL MOVIMIENTO OBRERO Y LAS
ORGANIZACIONES CAMPESINAS. EL
AGRARISMO EN LA GALICIA CACIQUIL.
20. El problema agrario. La situación de la agricultura
• El enorme peso que la agricultura tenía en la vida
española y la desigual repartición de la propiedad de la
tierra constituyeron, como ya vimos, un problema
recurrente a lo largo de todo el siglo XIX y principios
del XX: La preocupación modernizadora, manifestada
en las reformas abordadas desde el Estado para
intentar acabar con el retraso agrario, que dificultaba el
crecimiento industrial, tuvo su culminación con la
reforma agraria de la Segunda República. No obstante,
las tensiones sociales en el campo español
evidenciaron la persistencia de las adversas
condiciones sociolaborales de los campesinos.
21. Estructura de la propiedad de la tierra: problema y
soluciones
• La realidad en el campo español del primer tercio del siglo
XX venía marcada por la enorme desigualdad, una de las
mayores de Europa, en la estructura de la propiedad y en
la distribución de la tierra. La desigual explotación de la
tierra incidía en los bajos rendimientos agrícolas y
dificultaba la extensión de una revolución técnica
comparable a la que se había dado en otros países
occidentales.
• La persistente situación de miseria de los agricultores sin
tierra provocó, como ya vimos, revueltas sociales de
importancia, como las de 1905, ocasionadas por la sequía,
o las del denominado trienio bolchevique (1918-1921), en
la crisis de la posguerra. Desde principios de siglo, los
gobiernos iniciaron tímidas reformas, que se sumaron a los
intentos reformistas llevados a cabo por los liberales en el
siglo XIX.
22. •
Además, toda una serie de medidas legislativas para
impulsar el regadío demuestran que se consideraba
necesaria y urgente la modernización de la agricultura.
Los regeneracionistas favorecieron la implantación del
regadío con el Plan de Obras Hidráulicas en 1902 y,
durante la dictadura de Primo de Rivera, se crearon las
Confederaciones Hidrográficas. El Plan de Obras
Hidráulicas (entre otros) de 1933 fue la contribución de
la Segunda República a esta política de riegos, truncada
por el inicio de la Guerra Civil. Todas estas medidas se
mostraron insuficientes.
23. La reforma agraria
• La reforma agraria tenía como objetivos redistribuir la
propiedad, asentando de 60 000 a 75 000 campesinos
cada año, y crear una clase de medianos propietarios.
Las tierras expropiadas pasaban a ser propiedad del
Instituto de Reforma Agraria (IRA), que se las
entregaba a las juntas provinciales para distribuirlas
entre las comunidades de campesinos, que decidían su
explotación colectiva o individual. La aplicación de la
reforma tuvo pocos resultados debido a la falta de
recursos, a la complejidad de la ley y a la lentitud de su
ejecución, lo que favoreció algunas revueltas
campesinas en Andalucía y en Extremadura.
24. • Además, a partir de 1935, se llevó a cabo una auténtica
contrarreforma que les permitió a los propietarios expulsar
los campesinos asentados en sus tierras. En 1936, con el
triunfo del Frente Popular, los campesinos ocuparon
espontáneamente miles de hectáreas que el IRA legalizó
posteriormente. De este modo, entre marzo y julio de 1936
se ocuparon 527 055 hectáreas y se asentaron 110 921
campesinos. Al iniciarse la Guerra Civil, este proceso se
aceleró en la zona republicana con la expropiación de
tierras de los sublevados y se completó con la experiencia
colectivista. En la zona sublevada, en cambio, los rebeldes
procedieron a la anulación de la reforma agraria,
devolviéndoles las tierras a sus antiguos propietarios.
25. La redención de los fueros (foros)
• En Galicia, subsistía el problema de los foros o contratos
por los que el propietario de las tierras se las cedía al
campesino a cambio del pago de una renta. Desde
mediados del siglo XIX se llevó a cabo a defensa de
posiciones antiforales que reivindicaban el acceso de los
contratados a la propiedad de las tierras a través de la
redención de los foros, es decir, su eliminación mediante el
pago de una indemnización a los perceptores de las rentas.
• Aún no sería en el primer tercio del siglo XX cuando se
solucionase de manera definitiva la problemática foral. Los
intentos de suprimir el sistema foral durante el siglo XIX se
encontraron con la oposición de los rentistas (los dueños).
Sin embargo, desde comienzos del siglo XX, la liquidación
del régimen foral se hizo más factible gracias:
26. 1. A la mayor concienciación del campesinado
sobre el problema foral. Los campesinos se
agruparon en sociedades agrarias, que
defendían la desaparición del foro y que
consiguieron una mayor capacidad de maniobra
a través del agrarismo.
2. A un cierto grado de prosperidad agraria gracias
a los beneficios obtenidos de la venta del
ganado vacuno.
3. Al dinero procedente de los familiares
emigrados a América.
27. •
Hubo que esperar incluso la aprobación del Decreto de Redención
Foral de 1926, durante la Dictadura de Primo de Rivera, para que
tuviera lugar la tan esperada reforma del régimen de propiedad de
la tierra. Este decreto contemplaba la redención de los foros, por
la que los pagadores de la renta podían convertirse, tras lo pago
de una indemnización, en propietarios de las tierras.
• No hubo protestas ante la ley, porque las redenciones ya se estaban
haciendo desde años atrás por acuerdo entre las partes y a partir de
1924 las redenciones fueron más numerosas.
• El dinero que necesitaban los campesinos para pagar las
indemnizaciones de las redenciones de los foros y convertirse en
propietarios de la tierra procedía de las remesas de dinero llegado
de América y de los ingresos derivados de la comercialización del
ganado.
• Gracias a este proceso redencionista, los campesinos gallegos
pasaron a ser propietarios de la tierra. Se formó así un grupo social
de pequeños campesinos propietarios y desapareció la hidalguía.
28. La evolución de la agricultura
• La crisis agraria de finales del siglo XIX, provocada por la llegada de
productos alimenticios a bajo precio desde Estados Unidos y Rusia,
se superó a base de establecer nuevas barreras arancelarias para
encarecer los productos foráneos. La producción experimentó un
crecimiento notable en los primeros 36 años del siglo, si bien la
productividad y los rendimientos eran aún bajos, sobre todo en los
cereales.
• El desarrollo agrario estuvo motivado por un aumento de la
superficie cultivada de un 23 % (2,5 millones de hectáreas
trabajadas) y por una intensificación de los cultivos conseguida por
un progreso moderado de las innovaciones técnicas: la utilización
creciente de fertilizantes químicos, la disminución del barbecho, el
avance de la maquinaria agrícola y el aumento del riego.
29. • En cuanto a la distribución regional de los cultivos y a su
evolución, el cereal y las leguminosas predominaban en
Andalucía, en Extremadura y en las dos Castillas.
• El incremento de la producción, sin embargo, no estuvo
acompañado de un desarrollo técnico. Los cultivos más
dinámicos y orientados a la exportación eran: la vid,
especialmente en Andalucía, Cataluña y La Rioja; el olivo, en
Andalucía y Cataluña; y los cítricos y los productos
hortofrutícolas, localizados en Levante. La expansión de estos
últimos estuvo en relación con el crecimiento del regadío. La
viña no alcanzó los niveles del siglo XIX, anteriores a la plaga
de la filoxera, pero el olivo triplicó su producción.
• Durante la Segunda República, estos sectores más avanzados
de la agricultura sufrieron un retraso debido a la caída de las
exportaciones por la crisis mundial. En cambio, la agricultura
del cereal tuvo un gran auge, con máximos de producción en
1932 y 1934.
30. • En líneas generales, la transformación de la agricultura no fue
suficientemente profunda como para generar una fuerte demanda
que impulsara el proceso de industrialización y lo situara a la altura
europea; no obstante, consiguió ser un estímulo para el desarrollo
de algunas ramas industriales.
• En Galicia, los avances técnicos afectaron a la reconversión del
sistema de cultivos, a la incorporación de maquinaria y de
fertilizante químicos, al crecimiento y a la especialización del
ganado vacuno y a su integración en el mercado.
• La reconversión del sistema de cultivos afectó a la desaparición del
barbecho, a la diversificación de la producción, al crecimiento del
espacio dedicado a leguminosas, patatas y productos de forraje, y al
aumento de las praderas artificiales; lo que implica el crecimiento
de la productividad agraria y un gran desarrollo del ganado. Con la
mercantilización de los excedentes ganaderos, que comienzan a
encontrar un mercado interior español, el labrador gallego obtuvo
una importante fuente de ingresos, mejoró las tierras, creó prados y
empleó maquinaria y la selección genética de las razas ganaderas.
31. El agrarismo
• El agrarismo fue un gran movimiento social gallego en el que participaron
de forma intensa y masiva los labradores, que se levantaron y se
organizaron para reclamar una reforma agraria. Se desarrolló desde
finales del siglo XIX hasta 1926.
• A finales del siglo XIX comenzaron a surgir, por toda Galicia, sociedades
agrarias parroquiales, sindicatos y federaciones municipales, comarcales y
provinciales, en las que se involucraron muchos sectores de la población
gallega. En 1923 llegaron a estar censadas 234 sociedades y 801 sindicatos
en toda Galicia. La movilización campesina estuvo canalizada por una serie
de asociaciones: Solidaridad Gallega, la Unión Campesina, el Directorio
Antiforalista de Teis, Acción Gallega y Basilio Álvarez y el agrarismo
católico.
• Amplias capas del campesinado participaron en estas organizaciones para
conseguir la redención de los foros. Las capas medias del campesinado
también nutrieron los sindicatos, con la pretensión de poder adquirir, con
ventajas, fertilizantes y maquinaria y de vender mejor los productos.
Militaron también destacadas personalidades con propuestas ideológicas
dispares, pero con el objetivo común de luchar por los avances de los
campesinos. Cada vez eran más las voces que pedían cambios: sectores de
la burguesía comercial afectados por la merma de las exportaciones,
clases medias y urbanas, emigrantes retornados etc.
32. • Demandaban la propiedad de la tierra a través de la redención de
los foros, la modernización técnica de las explotaciones, mejores
ayudas para la comercialización de los productos agrarios y la
eliminación del caciquismo. Sus principales opositores eran los
hidalgos propietarios. El agrarismo estimuló la conciencia política
de los campesinos a través de la prensa, de mítines y de
concentraciones agraristas, pero también generó una intensa
conflictividad en el mundo agrario.
• Dentro del agrarismo hubo diversidad ideológica y de tendencias
que se desarrollaron desde finales del siglo XIX y a lo largo del
primer tercio del XX, período en el que el rural gallego vivió un
momento de agitación. Fueron muy variadas y contrarias las
ideologías, desde los católicos a los anarquistas, todos ellos
interesados en lograr avances para los labradores y en resolver los
dos sus más y sus menos básicos: los foros y el caciquismo.
33. Etapas del agrarismo
Las etapas del agrarismo fueron las siguientes:
1. — Desde finales del siglo XIX hasta 1906. El agrarismo comenzó con la
creación de las primeras organizaciones agraristas, que fueron las
sociedades agrícolas, acogidas a la Ley de Asociación de 1887, y los
sindicatos agrarios, vinculadas a la Ley de Sindicatos Agrícolas de 1906.
Estas primeras asociaciones agrarias tenían varias funciones: asociar
agricultores, defender sus intereses comunes, crear formas de crédito para
la agricultura, etc.
2. — Entre 1907 y 1910. A partir de 1907 surgieron una serie de
asociaciones, de ámbito comarcal o provincial, que le dieron impulso al
movimiento agrarista: la Unión Campesina (1907-1910), de tendencia
anarquista, operó en las proximidades de La Coruña y defendió la
eliminación del fuero. Solidaridad Gallega, fundada en 1907, también tuvo
una actuación agrarista, además de electoral, ya que luchó por la
redención de los fueros y contra los caciques por medio de mítines,
asambleas, concentraciones, etc. Desapareció en 1912 como consecuencia
de las diferentes ideologías dentro del grupo (carlistas, regionalistas,
republicanos, etc.). El Directorio Antiforista de Teis (1907-1913) agrupaba
asociaciones agraristas de la provincia de Pontevedra y defendía la
eliminación do sistema foral y la lucha contra los caciques.
34. 3. — De 1910 a 1923. A partir de 1910, la movilización
agrarista experimentó un fuerte impulso gracias, en parte
a la creación de la asociación Acción Gallega (1912), en la
que militaba el principal líder del agrarismo, o sacerdote
Basilio Álvarez. El programa de Acción Gallega se
sintetizaba en diez puntos: la redención de los foros, la
extirpación del caciquismo, el fomento del turismo, el
establecimiento de Bancos y Cajas de Ahorro Agrícolas,
etc. Son momentos de numerosos mítines y
manifestaciones, de los que algunos acabaron con
violencia y con la muerte de varios campesinos, como los
sucesos que tuvieron lugar en Nebra (1916) o en Sobredo
(1922). En seguida comenzaron las persecuciones contra
el grupo, y en particular contra Basilio Álvarez.
35. 4.
5.
— Durante la dictadura de Primo de Rivera. Las sociedades y
sindicatos agrarios experimentaron un freno importante, excepto las
de orientación católica, que eran las únicas que se mantuvieron en la
legalidad. El agrarismo católico fue muy activo, ya desde 1906,
cuando comenzaron a implantarse sociedades agrarias católicas con
el objetivo de paliar por medio de cooperativas los efectos negativos
de la introducción del capitalismo en el campo y de preservar el
campo de los peligros del socialismo y del anarquismo. Las
Federaciones Católico-Agrarias de Mondoñedo, Lugo, A Coruña y Tui
agruparon docenas de sindicatos con un objetivo cooperativo y con
una actividad orientada hacia la adquisición de bienes industriales
(maquinaria, fertilizantes) y a la ordenación de la comercialización de
la producción ganadera. Fue durante esta época cuando tuvo lugar a
tan ansiada reforma del régimen de propiedad de la tierra con la
redención de los foros de 1926. Al final de la dictadura, el agrarismo
comenzó a paralizarse y la fragmentarse, incluidos los sindicatos
católicos.
— Durante la Segunda República: El agrarismo presentó una gran
diversidad ideológica, ya que contaba con sindicatos, sociedades y
federaciones de inspiración católica, republicana, galerista, etc. La
Guerra Civil puso fin al movimiento agrarista.
37. • La condición social de las mujeres al iniciarse el siglo XX no
había variado demasiado en España respeto a la segunda
mitad del siglo anterior. Las mujeres seguían careciendo de
los derechos legales de los que disfrutaban los hombres, a
los que continuaban sometidas, y estaban sumidas en la
incultura y en el analfabetismo. Como por ejemplo, en
1900 el 66% de las mujeres españolas eran analfabetas,
frente a un 47,5% de los hombres. Las mujeres de clase
baja, que representaban un 14 % de la población activa en
1930, se veían obligadas a realizar las tareas del hogar y el
trabajo en el campo, en la fábrica o en el servicio
doméstico. Además, las mujeres padecían una clara
segregación laboral y cobraban unos salarios incluso un 48
% inferiores a los de los hombres.
38. • El movimiento organizado de reivindicación de los derechos de las
mujeres, o movimiento feminista, no apareció en España hasta
después de la Primera Guerra Mundial, cuando en los países
occidentales ya se había conseguido su principal reivindicación, el
derecho al voto. En España, fue un movimiento minoritario y
carente de radicalización que sirvió para difundir el debate sobre el
papel social de la mujer y la defensa de sus derechos laborales,
sociales, económicos y políticos.
• Al coincidir con las tensiones sociopolíticas de estos años, el
movimiento se impregnó de connotaciones políticas, lo que hizo
imposible la existencia de un feminismo independiente. La primera
organización femenina, la Asociación Nacional de Mujeres
Españolas (1918), se inscribía en una corriente moral e idealista,
vinculada al catolicismo y a las asociaciones de caridad, que se
preocupaba por mejorar la educación de la mujer y exigir algunos
derechos legales. De carácter conservador, sus fundadoras
pertenecían a la aristocracia. Los partidos de izquierda, más
preocupados por las reivindicaciones de clase que por las de
género, no les dieron especial importancia la estos movimientos.
39. • En 1910 se estableció el libre acceso a la universidad y en 1918 se
permitió el ingreso de la mujer en la Administración pública,
medidas que favorecieron las mujeres de clase media y alta; no
obstante, incluso en la Segunda República no se plasmó, en gran
parte, la emancipación femenina. La equiparación legal con los
hombres en todos los planos, el derecho al sufragio (después de
fuertes debates), el matrimonio civil, el divorcio y la extensión de la
educación, que aumentó la escolarización femenina de un 14 % a
un 32 %, fueron logros alcanzados más por el afán renovador
republicano que por la presión del tímido feminismo. Los cambios
republicanos sirvieron para amplificar el discurso feminista, y hubo
una eclosión de organizaciones ligadas a los partidos políticos. De
este modo, se constituyeron la comunista Agrupación de Mujeres
Antifascistas, la anarquista Mujeres Libres y la republicana
Asociación Republicana Femenina.
40. •
Varias mujeres llegaron a ser parlamentarias, entre las que
destacan Clara Campoamor, defensora en solitario en el Parlamento
del sufragio femenino, Victoria Kent, que ocupó la Dirección
General de Prisiones, y Margarita Nelken. No obstante, no existía un
movimiento específicamente feminista y estas organizaciones
defendían el ideario de sus respectivos partidos.
•
Entre 1936 y 1939 el esfuerzo bélico marginó el discurso
emancipador de la mujer y dejó la un lado a controversia feminista.
En la zona republicana, la mujer se incorporó al frente con las
milicias populares hasta que se reorganizó el ejército en 1937 y,
después, participó en la organización de la retaguardia. La primera
mujer ministra de España fue Frederica Montseny, al frente del
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (1936-1937). En la zona
sublevada, la Sección Femenina de Falange, creada en 1934,
articuló también la participación de la mujer en la retaguardia, pero
bajo unos principios ideológicos diferentes: abnegación, disciplina,
entrega y subordinación al hombre.