BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
Tema 10. Lecciones 4-9
1. TEMA 10. LECCIONES 4-7
LECCIÓN 4. LAS FUERZAS POLÍTICAS MARGINADAS DEL SISTEMA
Durante la Restauración, los republicanos, carlistas, socialistas y nacionalistas quedaron
relegados a la oposición y nunca consiguieron obtener un número suficiente de diputados para
formar gobierno o constituir una minoría parlamentaria influyente.
En la práctica, el sistema de la Restauración marginó de la vida política a amplios sectores de la
sociedad. Para eso, se formuló una doble estrategia:
• Por un lado, integrar en el juego político a las facciones más acomodaticias de la oposición,
otorgándoles un espacio reducido en el Parlamento.
• Por otro, marginar del sistema a los elementos más radicales.
Carlistas:
• Este es uno de los sectores que se decidieron por el enfrentamiento con la Restauración, la
dirección de los cuales, tras su fracaso bélico, optó por el exilio en Francia y por constantes
conspiraciones; de esta manera, se formaron partidas de combatientes y se introdujeron
armas clandestinamente, pero los carlistas carecían de capacidad y de apoyos para
organizare levantamientos con fuerza; sin embargo, en algunas ocasiones, llegaron a
colaborar con las insurrecciones republicanas para derrocar a la monarquía.
• Vencido militarmente, el carlismo pretendió presentarse ante la opinión pública como la
única fuerza política auténticamente católica. Pero el apoyo explícito de una buena parte
de la jerarquía eclesiástica y del Vaticano a la dinastía alfonsina dificultó el éxito de esta
operación y condujo al movimiento carlista a una escisión. En el año 1888, un sector
carlista de carácter integrista, encabezado por Ramón Nocedal, creó el Partido
Tradicionalista, definido por el antiliberalismo y por la defensa a ultranza de la tradición y
de la religión católica.
El Republicanismo:
El gran vencido por el golpe de Estado de 1874, se debió enfrentar:
• Al desencanto de una buena parte de sus seguidores.
• A una fuerte represión por parte de las autoridades.
• A las divergencias y divisiones dentro del propio partido:
o Una pequeña parte del republicanismo, dirigida por Emilio Castelar, fundó el
llamado Partido Posibilista, y optó por entrar en el juego político de la
Restauración, aceptando un papel sencillamente testemonial.
o Los núcleos más radicales formaron el Partido Republicano Progresista
encabezado por Ruíz Zorrilla, que desde el exilio fue protagonista de varios
pronunciamientos a finales de la década de los ochenta.
o El resto del republicanismo unitario se organizó alrededor de Salmerón.
o Los federales, que era el grupo más numeroso, siguió bajo la influencia de Pi i
Margall, su líder histórico.
2. LECCIÓN 5. EL AUGE DE NACIONALISMOS Y REGIONALISMOS
Uno de los fenómenos más destacados de la Restauración fue la emergencia de movimientos
de carácter nacionalista y regionalista en diversas zonas de España, como Cataluña, País Vasco
o Galicia. La gestación de estos nacionalismos se debe comprender como una reacción frente a
las pretensiones uniformadoras del sistema político y administrativo adoptado por el
liberalismo y su pretensión de imponer una cultura oficial castellanizada, que ignoraba la
existencia de otras lenguas y culturas.
El Catalanismo
• Hacia el año 1830, dentro del contexto cultural del Romanticismo y en el marco de un
Estado liberal español con dificultades para vertebrar un desarrollo económico armónico,
surgió en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario, conocido como la
Renaixença.
• En sus comienzos, tenía como fin la recuperación de la cultura catalana y carecía de
aspiraciones y proyectos políticos. Sin embargo, las primeras formulaciones catalanistas de
contenido político vinieron de mano de Valentí Almirall, un republicano federal
decepcionado, que fundó el Centre Catalá (1882):
o Pretendía sensibilizar a la opinión pública catalana con el fin de conseguir la
autonomía, por lo que en el año 1885 impulsó la redacción de un “Memorial de
Agravios”, que le fue presentado a Alfonso XII. El memorial denunciaba la opresión
de Cataluña y reclamaba la armonía entre los intereses y las aspiraciones de las
diferentes regiones españolas.
• Un grupo de intelectuales, vinculados al periódico La Renaixença y contrarios al
progresismo de Almirall, fundaron la Unió Catalanista (1891), una federación de entidades
de carácter catalanista de tendencia conservadora. Su programa quedó fijado en las Bases
de Manresa, que defendía una organización confederal de España y la soberanía de
Cataluña en política interior.
• El impacto de la crisis del año 1898 fue decisivo para la maduración y expansión social del
catalanismo. La convergencia de intereses entre los sectores catalanistas favorables a la
intervención electoral y la burguesía industrial y comercial, cada vez más alejada de los
partidos dinásticos y más próxima al regionalismo, dereivó en la creación en 1901 de un
nuevo partido, la Lliga Regionalista (Francesc Cambó):
o La Lliga presentaba un programa político conservador, centrado en la lucha contra
el corrupto e ineficaz sistema de Restauración y a favor de un reformismo político
que le otorgase autonomía a Cataluña.
El nacionalismo vasco
En el País Vasco, el fortalecimiento de una corriente de defensores de la lengua y la cultura
vascas (euskeros) surge como reacción a:
• La abolición de los foros tras la última guerra carlista dio origen al nacimiento de una
corriente de reivindicaba la reintegración foral.
• Por otro lado, el proceso industrializador favoreció una fuerte inmigración, que supuso una
ruptura de la sociedad tradicional vasca.
3. Sabino Arana, recogiendo la tradición foralista y éuscara, formuló los principios originarios del
nacionalismo vasco y fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV. 1894):
• Su ideología se articulaba en torno a los principios de: La raza vasca, los foros y la
religión.
• Su lema era “Dios y Leyes antiguas” y defendía la vieja sociedad patriarcal desde una
perspectiva antiliberal y tradicionalista, al mismo tiempo que abogaba por la total
reintegración de los foros.
• En sus últimos años de vida, su discurso se fue moderando, para impulsar la creación
de un partido autonomista.
Galeguismo
La sociedad gallega, diferenciándose de la catalana o de la vasca, seguía siendo
eminentemente rural. Presentaba una débil burguesía frente a una clase dominantes,
compuestas básicamente por una vieja hidalguía y por la Iglesia.
El regionalismo fue más débil y tardío en Galicia, a pesar de contar con una sociedad mucho
más homogénea y con una población mayoritariamente campesina en la que la lengua y las
tradiciones culturales estaban muy arraigadas.
A mediados del siglo XIX, se inició una corriente que dio lugar al Rexurdimento; Esto significó
el redescubrimiento literario de la lengua y de la cultura gallegas. Solamente unas minorías
cultas, insatisfechas ante la situación del país, comenzaron a responsabilizar a la subordinación
política de Galicia de su atraso económico, que forzaba a muchos gallegos a emigrar.
Este grupo, introduce en el pensamiento gallego el historicismo, esto es, la convicción del
carácter singular de cada pueblo, que se manifiesta en una trayectoria histórica propia e
irrepetibles caracteres étnicos. Todo esto implicaba que Galicia era un organismo colectivo
que, por existir objetivamente, tenía una derechos culturales, económicos y políticos.
Fue durante la última etapa de la Restauración, cuando el galeguismo fue adquiriendo un
carácter más político, pero este movimiento se mantuvo minoritario, a pesar del prestigio de
algunas de sus figuras (Manuel Murguía, Alfredo Brañas ou Rosalía de Castro). Estos jóvenes
recogían la herencia ideológica de sus precursores y recuperan el discurso galeguista, tratando
de promover el resurgimiento literario del gallego. Este provincialismo no será más que una
corriente de opinión en la prensa (El Clamor de Galicia, Galicia: Revista Universal de este
Reino, La Ilustración Gallega y Asturiana, etc.) y en la intelectualidad gallega hasta la aparición
del regionalismo (años ochenta del siglo XIX).
Regionalismo (Rexionalismo):
Con el regionalismo, el galeguismo deja de estar políticamente subordinado para adquirir un
programa y organización propia (social y políticamente).
En estos años pasa a tener tres corrientes distintas:
• La liberal: heredera del provincialismo y encabezada por Manuel Murguía, fundador de las
primeras organizaciones del galeguismo. Su programa reclamaba:
o La autonomía política de Galicia.
o La erradicación del caciquismo.
4. o La cooficialidad del gallego.
o La regaleguización del funcionariado y de la cultura del país.
o Políticas superadoras del atraso económico y de la emigración.
• La tradicionalista, dirigida por Alfredo Brañas.
• La federalista, representada por Aureliano Xosé Pereira.
Valencianismo y Andalucismo
Más débiles resultaron los movimientos regionalistas valenciano y andaluz:
El valencianismo adquirió cierta importancia a partir de la creación de Valencia Nova (1904) y
de la Juventut Valenciana (1908), primeros pasos hacia la creación de un movimiento político.
En Andalucía se empezó a forjar un regionalismo andalucista alrededor del Ateneo de Sevilla,
al que Blas Infante le dio un fuerte impulso a partir de 1910, pero no consiguió tener una
influencia política importante antes de la Guerra Civil.
LECCIONES 6-8. LA CRISIS DE 1898
EL IMPERIO COLONIAL ESPAÑOL
• A principios del siglo XIX España únicamente contaba con las colonias de Cuba y Puerto
Rico en el Caribe y con las Filipinas y algunas pequeñas islas más en el Pacífico.
• Cuba era la principal posesión española y concentraba numerosos intereses y negocios
españoles y un gran flujo de migración procedente de la metrópoli. Su economía se
basaba en una agricultura de plantación, especialmente azúcar de caña, café y tabaco
para la exportación; todo ello constituía una importante fuente de ingresos para el
Estado y algunas empresas españolas.
• Cuba lo tenía muy complicado para exportar hacia Europa o EEUU debido a la extrema
política arancelaria española, la cual, además, elevaba el precio de productos
españoles, por lo que también resultaba cara la importación de productos como trigo
castellano o tejidos catalanes.
• El caso de Filipinas fue distinto, puesto que la población española era escasa y los
intereses económicos en la isla se basaban en la producción del tabaco y el acceso a
intercambios con el continente asiático. Las Filipinas estaban controladas por un
contingente del ejército y contaban con una gran presencia de órdenes religiosas.
• Políticamente, ambos territorios recibían trato colonial y no tenían ningún derecho a
enviar representantes a las Cortes españolas ni a tener instituciones de gobierno o a
intervenir en la elaboración de las leyes que afectaban a las islas.
EL PROBLEMA CUBANO
• En la Paz de Zanjón de 1878 se habían pactado medidas para facilitar la autonomía de
la isla cubana, la abolición de la esclavitud y la presencia de diputados cubanos en el
Parlamento español.
• En la isla, el sector más intransigente, opuesto a las reformas e integrado –sobre todo-
por españoles y por los grandes latifundistas azucareros, formó el Partido Unión
5. Constitucional, mientras que los grupos más progresistas, principalmente criollos
partidarios de la autonomía, crearon el Partido Liberal Cubano.
• La mayoría de los políticos españoles no querían conceder autonomía a Cuba. Aunque
los gobiernos de Sagasta eran partidarios de introducir mejoras en la Isla, solo
concretaron la abolición de la esclavitud en 1888. En 1893, el Plan de Reformas
Coloniales, elaborado por el ministro conservador Antonio Maura, fue rechazado por
la oposición de su propio partido en las Cortes.
• El malestar de la población cubana se incrementó a partir de 1895, cuando España
introdujo en Cuba un impuesto a la importación de productos no procedente de
España (el “Arancel Cánovas”). Esta medida incomodó a EEUU, que adquiría la mayor
parte del azúcar y el tabaco isleño, pero debía pagar fuertes aranceles por los
productos que vendía a Cuba.
EL ESTALLIDO DE LA GUERRA
El comienzo de la insurrección cubana y el éxito experimentado por la misma a lo largo de
1895, tuvo como consecuencia inmediata la sustitución de Sagasta por Cánovas del Castillo. La
tarea gubernamental quedó concentrada de forma automática en la guerra de Cuba.
Cánovas envió a la isla al general Martínez Campos, esperando que pudiese repetir la
pacificación de los años setenta (Paz de Zanjón 1878), pero éste se dio cuenta de que la
situación era diferente. Martínez Campos llegó a recomendar una política de mayor dureza
que él no se sentía capaz de llevar a cabo. Así, en 1896 fue sustituido por Valeriano Weyler
quien llegó con un mayor contingente de tropas españolas (superaba los 2000 soldados). Su
llegada supuso la transición de un género de guerra convencional a la dureza de la lucha
antiguerrillera. Lejos de acabar con la insurrección cubana, el sistema empleado por Weyler
provocó una elevada mortandad entre la población civil y militar, además de afectar
seriamente a la economía cubana.
Tras el asesinato de Cánovas, el nuevo gobierno liberal cambió de estrategia decantándose por
la conciliación, es decir, en 1897 se concedió a Cuba la Autonomía (sufragio universal, igualdad
de derechos, autonomía arancelaria, con todo, estas medidas llegaron tarde y la rama
independentista cubana, apoyada por Estados Unidos, se negó a aceptar el fin de la guerra. De
este modo, en 1898 España y Estados Unidos comenzaron una guerra por el control de Cuba.
El pretexto de entrada de Estados Unidos en al Guerra fue el hundimiento (por parte de
España) de uno de sus buque de guerra, el Maine, acorazado en el puerto de La Habana.
Paralelamente a la guerra cubana, también se produjo la insurrección de Filipinas. La presencia
e intereses españoles en este archipiélago eran menores que en las Antillas, quedando
limitado a la explotación de recursos naturales y a su utilización como punto comercial
estratégico con China. El principal dirigente del levantamiento sería José Rizal.
En abril de 1898 los americanos intervinieron en Cuba y Filipinas, y llevaron a cabo una rápida
guerra que acabó con la derrota de la escuadra española en Cavite (Filipinas) y Santiago de
Cuba. En diciembre de 1898 se firmó el Tratado de de París, por la que España renunciaría a
sus últimas colonias en Cuba, Filipinas y Puerto Rico, que quedaban, a partir de entonces, bajo
la influencia estadounidense.
LAS CONSECUENCIAS DE 1898
6. La crisis colonial favoreció la aparición de movimientos que, desde una óptica cultural o
política, criticaron el sistema de la Restauración y propugnaron la necesidad de una
regeneración y modernización de la política española, destacando en este ámbito el
pensamiento de Joaquín Costa que hablaba de la necesidad de dejar atrás los mitos de un
pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad y alfabetizar a la población (“escuela y
despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”).
En el contexto interno el “Desastre do 98” abrió un debate sobre las responsabilidades de la
guerra, el revisionismo político y el regeneracionismo nacional. Los escritores de la
“Generación del 98” produjeron una “literatura del Desastre”, que era una autocrítica
nacional. El 98 cerró una etapa y abrió otra nueva para España.
Entre las consecuencias podemos subrayar:
• Las pérdidas humanas, unos 60.000 soldados españoles perdieron la vida. Los perjuicios
psicológicos también fueron importantes, los soldados volvieron heridos y fueron
pésimamente atendidos, muriendo de hambre, mutilados o tarados por la guerra. A esto
se le añade la desmoralización de un país consciente de la propia debilidad y de lo inútil
del sacrificio.
• El pueblo español vivió la derrota como un trauma nacional, extendiéndose el sentimiento
de inferioridad, desmoralización e impotencia. La incertidumbre alcanzó incluso a la
prensa de la época, que llegó a temer un ataque y posterior ocupación de las Islas
Canarias.
• Las pérdidas materiales. La derrota supuso la pérdida de los ingresos procedentes de las
colonias, así como de los mercados privilegiados que éstas suponían y de las mercancías
que, como el azúcar o el cacao o el café deberían comprarse a precios internacionales de
ahora en adelante.
• La crisis política resultó inevitable. El desastre político afectó a ambos partidos, pero sobre
todo al Liberal, a Sagasta, a quien le tocó firmar la derrota.
• Consecuencia inmediata fue la pérdida de prestigio y el final de la primera
generación de dirigentes de la Restauración, que debía ceder el terreno a los
nuevos líderes “regeneracionistas”, como Francisco Silvela y Antonio Maura en el
Partido Conservador, y Segismundo Moret, Eugenio Montero Ríos, y José
Canalejas en el Partido Liberal.
• Tras el gobierno liberal de Sagasta, se inició una política reformista de manos de
Silvela, basada en:
o Diversos proyectos de descentralización administrativa.
o El impulso de una política impositiva que aumentaba los tributos sobre los
productos de primera necesidad y creaba otros nuevos para hacer frente a las
deudas contraídas en la guerra.
• El espíritu regeneracionista duraría poco, ya que estas cargas fiscales acabarían
provocando la huelga de los contribuyentes y, consecuentemente, la dimisión de los
ministros más renovadores, conscientes de la dificultad de continuar la reforma. Las
promesas de regeneración apenas tenían incidencia en la vida política del país, que
continuaría llevando a cabo su sistema de turnos.
7. • Fue también muy grave el desprestigio militar, derivado de la dureza de la derrota.
Aunque la responsabilidad era más política que militar, el Ejército saldrá muy dañado
en su imagen. La mentalidad militar se inclinará hacia posturas más autoritarias a la
vuelta a su intervencionismo en la vida política española.
• Frente al fracaso del nacionalismo español, crecerán con fuerza en el siglo XX los
nacionalismos catalán (Lliga Rexionalista desde 1901) y vasco (PNV) y, en menor
medida, el gallego, andaluz y valenciano (Valencia Nova).
• En el aspecto intelectual y literario, el desastre colonial influyó el desarrollo del
“Regeneracionismo”, así como en las amargas y pesimistas reflexiones de los autores
de la Generación del 98.
• En conclusión, la crisis del 98 expuso la necesidad de importantes cambios:
o Conocer y mejorar las condiciones de vida del pueblo (la “España real”).
o Modernizar la sociedad y la economía.
o Reformar el sistema político.
o Recuperar el prestigio perdido en el 98.