2. La Ira.
La Ira es una emoción de enfado muy grande y violento, una emoción que
se expresa a través del resentimiento o de la irritabilidad. Los efectos físicos de la
ira incluyen aumento del ritmo cardíaco, de la presión sanguínea y de los niveles
de adrenalina y noradrenalina. Algunos ven la ira como parte de la respuesta
cerebral de atacar o huir de una amenaza o daño percibidos.
3. Localización de la Ira en el Cerebro.
La corteza prefrontal, región del cerebro justo detrás de los ojos, tiene una
función ejecutiva, integra la información e inhibe los impulsos emocionales que
surgen de centros más profundos del cerebro, como el sistema límbico. También
existen personas que experimentan ataques de enojo como síntoma de una
importante depresión. Los hay también que los sufren después de heridas
traumáticas en el cerebro, esto quedó demostrado con el famoso caso de Phineas
Gage, un ferroviario que recibió el golpe de una barra de hierro en la cabeza y se
transformó de un ser amable y gentil en otro agresivo y antisocial, como resultado
del daño en la corteza prefrontal. Es interesante también el hecho de que la
conducta impulsiva agresiva está íntimamente ligada al neurotransmisor,
serotonina.
4. Influencias del Aprendizaje.
Aunque la ira sea en principio una respuesta natural de los mamíferos para
defenderse o resguardarse de alguna amenaza, es también cierto que puede ser
controlada a través del aprendizaje no solo de alguna técnica, sino con un
autocontrol que se puede ir adquiriendo con el paso del tiempo, mientras que
algunos lo aplican de manera más espontánea y con mayor grado de facilidad. El
aprendizaje influye de modo significativo en el control de la ira, y aun cuando se es
niño es posible comenzar tal emprendimiento de concientización de las “rabietas”
con lo cual en una vida futura el dominio puede llegar a ser de gran avance, sin
necesidad de usar la represión, sino la observación de sí mismo, la
concientización de los pensamientos que despiertan la ira y el momento preciso en
el que esta se desencadena, también poner atención a las consecuencias que la
ira puede incorporar en determinados momentos donde se hace un uso
desbordado y desmedido de ella.
5. Las personas enojadas tienden a centrarse en los hechos y en las
conclusiones que, muchas veces son del todo inexactas. Lo primero que debemos
hacer en una discusión acalorada es reducir la velocidad y el volumen de nuestro
discurso y pensar bien lo que decimos, no decir lo primero que se nos venga a la
cabeza. Al mismo tiempo hay que escuchar al otro. También puede ayudar
Técnicas sencillas de relajación como el control de la respiración y la visualización
de imágenes agradables, así como ejercicios de control como el yoga y la
meditación.
El humor puede ayudar a calmar la rabia, nos ofrece una perspectiva más
equilibrada y relativiza los hechos. El doctor Deffenbacher comenta que el
discurso subyacente de las personas enfurecidas suele coincidir con afirmaciones
como “las cosas son como yo digo” “es lo lógico, lo moralmente correcto”. El
doctor nos anima a imaginarnos como dueños del mundo y de la situación con el
resto de las personas a nuestros pies hasta que la idea resulte absurda e irrisoria,
no poseemos verdades absolutas, no somos dioses.
6. Modificaciones y Tolerancia.
El objetivo del manejo de la ira es reducir los sentimientos y el despertar
fisiológico que provoca. A veces no podemos deshacernos de las cosas o las
personas que nos enfurecen, ni se pueden cambiar, pero podemos aprender a
controlar nuestras emociones. La palabra tolerancia es de mucha importancia en
esta área, puesto que aunque en ocasiones el entorno o las personas que nos
rodean desatan el volcán de la ira, también es cierto que hay momentos en que la
ira es injustificada y un reflejo de otros problemas o malestares subyacentes del
sujeto, que producen explosiones al menor descuido afectando a veces a
personas que no tienen nada que ver con la molestia original.
Es menester también saber colocarse en el lugar de los otros, comprender
que un arrebato de furia la mayoría de las veces no soluciona el problema y que
lejos de ayudar empeora casi siempre la situación, concientizar como había
expresado anteriormente y tratar de hallar soluciones creativas y positivas a los
conflictos.
7. Tratamiento a estas Reacciones.
El tratamiento puede conllevar una mezcla de terapia cognitivo-conductual y
tratamiento farmacológico. La terapia puede ayudar al paciente a reconocer los
impulsos para facilitar la adquisición de un mayor nivel de conciencia y control de
los accesos de ira, así como a tratar el estrés emocional que acompaña estos
episodios. Existen diversos tratamientos farmacológicos indicados para este tipo
de pacientes. Los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (ISRS) como la fluoxetina, la fluvoxamina y la sertralina
parecen aliviar algunos de los síntomas psicopatológicos. Los estabilizadores de
ánimo gabaérgicos y las drogas anticonvulsivas como la gabapentina, el litio y la
carbamazepina parecen ayudar a controlar la aparición de los accesos de ira. Los
ansiolíticos ayudan a aliviar la tensión y pueden favorecer la reducción de los
ataques de ira mediante el incremento de la tolerancia a los estímulos que los
provocan, y están especialmente indicados en pacientes que también sufren de un
trastorno obsesivo-compulsivo, u otros trastornos de ansiedad.