La ciudadanía comunicativa también deber ser una elección propia
1. La ciudadanía comunicativa también deber ser una elección propia
Por: Diana Sugey González Pidiache
Comunicadora Social, Esp. Gerencia de Proyectos
Continuamos hablando de la importancia de redefinir el concepto “ciudadanía” y de
adaptarlo a la sociedad actual, de involucrarlo con las nuevas maneras de ser, comunicar y
aprender; más cuando somos conscientes de que se ha avanzado en su ejercicio y hay
“nuevos” roles, escenarios y hasta derechos. Allí cobra importancia la comunicación como
base para el reconocimiento propio y la interacción social.
Sin embargo, también debo decir que hace falta dar más de parte del ciudadano, que
no es suficiente con que el Estado garantice el goce pleno de los derechos y ofrezca
herramientas para la participación y la acción comunitaria, lo cual en realidad no ocurre; en
ese sentido, pienso que los ciudadanos también debemos tener como lineamiento base ser un
individuo comunicativo, que propone, que transforma; pues el ambiente continúa marcado
por el rechazo y la indiferencia más que por la propuesta y la acción de parte de la mayoría,
la masa, la inmensa ciudadanía.
Creo que al lado de la queja por la falta de equidad y de garantías para el ejercicio
ciudadano debemos darle fuerza al interés personal y desprendido de ejercer una voz activa.
Sí debemos exigirle al Gobierno que cumpla, que propicie escenarios para la acción y la
comunicación, pero también debemos asumir nuestra responsabilidad y dejar de lado las
excusas comunes de para qué hacer si nadie apoya.
La comunicación hoy tiene un gran papel en el desarrollo de las comunidades, el cual
se puede potenciar desde el ejercicio de la ciudadanía, tal como lo ha sugerido la Maestría en
Comunicación de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), al valorar, estudiar
y promover la función transformadora de la comunicación, y que mejor que desde el ejercicio
ciudadano, pues en este se generan procesos e iniciativas que tienen la capacidad de motivar
el cambio social y el desarrollo.
2. Las actuales formas de difusión de información viabilizan un ambiente donde el
ciudadano no requiere esperar que lo empoderen sino debe empoderarse y tomar la decisión
de ejercer como interlocutor, ya nos decía Matta (2006) que podemos contar con los medios
de comunicación alternativos como herramientas de empoderamiento cívico en el ejercicio
de la ciudadanía comunicativa, en la medida en que se exterioriza la capacidad de ser sujetos
de derecho en el terreno de la comunicación pública.
La comunicación es inherente al hombre y más a la sociedad; solo a través de la
comunicación son posibles las relaciones personales y sociales en los diferentes ámbitos. La
comunicación es una necesidad que requiere formación, análisis y proyección; en ese sentido,
también decisión y voluntad ya que su gestión y la generación de procesos de comunicación
deben ser participativos e incluyentes, pero también voluntarios, respetuosos y responsables.
Mediante la comunicación es posible mover el conocimiento, transformarlo,
enriquecerlo y dar fuerzas a las comunidades de aprendizaje para la promoción de nuevos
actores, quienes reitero deben interesarse por tener voz, por comunicar, por generar
información no solo por recibir, por aprender y, también, por enseñar.
El ciudadano comunicativo es quien aborda las principales problemáticas de su
comunidad y orienta la búsqueda de respuestas, de soluciones; va más allá del análisis crítico
a los medios de comunicación tradicionales y propone nuevas ideas alternativas de
comunicar, acordes con su realidad y la de su grupo social.
Así como reconozco la responsabilidad del Estado y del Sistema Educativo,
principalmente, de formar verdaderos ciudadanos; también pienso que es responsabilidad
nuestra y de todos aprender no sólo a hablar, leer y escribir sino a escuchar, a pensar
críticamente y proponer, a saber cómo funcionan las estructuras sociales, políticas, culturales
y de comunicaciones para poder ejercer dicha ciudadanía y aportar a la transformación que
“a gritos” piden las comunidades latinoamericanas.
Hay que reconocer a la educación como el factor emancipador de la sociedad, por eso
desde la primera infancia se debe motivar la formación del pensamiento crítico, los niños y
los jóvenes deben ir desarrollando desde su entorno familiar y las aulas su capacidad
3. interpretativa y reflexiva para aportar al cambio. Por ello, debe ser labor del ciudadano
comunicativo propender por una educación que incluya lo social, cultural, político,
comunicativo y en sí todo lo que confluye en el saber democrático. Además de la
construcción de valores, el respeto por la diferencia, la promoción de la equidad y la
comunicación asertiva.
Importante recalcar sobre el pensamiento crítico y de no conformarse con tener acceso
a la información y estar enterado, sino actuar, participar, levantar la mano, hablar, elegir,
preguntar… cuestionar. Promover la participación política no politiquera, donde todos los
conciudadanos puedan asumir como sujetos capaces de aportar argumentos propios y
construir.
Recordemos que el ciudadano comunicativo ideal debe hacer buen uso de sus
derechos, tanto sociales como políticos, culturales y comunicativos, debe visibilizarse,
incluirse y promover narrativas diversas en las diferentes acciones comunicativas; además de
procurar el acceso a la información gubernamental y su análisis, y propiciar medios
ciudadanos. Debe vivir y convivir desde la expresión de ideas y la experimentación de los
niveles de acción (social, político y cultural), integrando redes y/o comunidades de
aprendizaje que se apropien de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación,
para acceder a información de calidad y puedan “masificar” sus mensajes, y aprovechen los
escenarios que les permiten dimensionar el acontecer y su impacto.
Esa mente crítica del ciudadano, a la que he me referido, debe empezar a desarrollarse
en los entornos familiar y escolar, allí el individuo debe aprender a construir y a defender lo
autóctono. En este proceso, debe garantizársele la participación en diálogos reflexivos
cotidianos, y en el análisis de la información circulante e incluso de la que no se difunde, así
más adelante será un ciudadano con conciencia colectiva y activa frente a la cultura política
y social.
Boaventura nos habla de la “ecología de saberes” y a eso me refiero, a la importancia
y necesidad de que el conocimiento no solo fluya de la academia hacia la sociedad, sino al
contrario, que sea la sociedad la que permita que el conocimiento fluya hacia la academia.
4. Los ciudadanos comunicativos deben aprender de las comunidades, su entorno y su cultura,
y compartir ese conocimiento para dar cabida a su fortalecimiento y transformación que
retribuya con procesos de cambio y mejora.
Allí hablamos de diálogo académico-social y de generación de redes de trabajo
articulado que conducen al desarrollo de acciones comunicativas y al fortalecimiento de las
competencias comunitarias, al reconocimiento del otro, la participación, la democracia y a
la construcción social.
En el mismo camino, se hace necesario retomar la vocación de los medios
comunitarios y generar otros canales que motiven la participación de los ciudadanos en la
construcción de políticas, y se pase de la queja o denuncia en redes sociales a la propuesta,
con el fin de contar con las herramientas que den garantía de pluralidad en la creación y
ejercicio de los medios y al valor por lo propio.
Vale la pena traer a colación el pensamiento de Freire “el hombre es sujeto de su
propia educación, no puede ser objeto de ella”; es decir, debe ser protagonista, un actor en
contexto, que basa su formación en su experiencia y proyecciones para ejercer como agente
de cambio social sin violentar su entorno.
Además de empoderarse a sí mismo, el ciudadano comunicativo también debe
trabajar para empoderar a sus comunidades para que sean gestoras de su propio desarrollo,
se movilicen por sus derechos con la libertad de expresión y la convivencia en la
multipluralidad como fondo; es decir, debe involucrarse e involucrar a su comunidad en una
verdadera dinámica social que rompa con el paradigma de rechazo a la política.
Y finalmente, reiteró que ser ciudadanos comunicativos también debe ser una
decisión propia más si en coherencia con Pasquali: “no queremos emisores sordos y
receptores mudos, sino interlocutores”.
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