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DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO 
Diagnóstico y tratamiento 
de la parálisis facial 
M. Noya y J. Pardo 
El diagnóstico topográfico de las lesiones en el nervio 
facial se basa en los síntomas asociados a la parálisis, 
que permiten localizarlas en la protuberancia, ángulo 
pontocerebeloso, canal facial o trayecto distal al 
foramen estilomastoideo. La mayoría de casos de 
parálisis facial periférica no tienen una causa aparente 
(parálisis facial periférica idiopática o de Bell). Sin 
embargo, la parálisis facial también puede ser 
manifestación de neuroborreliosis, esclerosis múltiple, 
diabetes, infección por VIH y neurinomas. Los estudios 
neurofisiológicos son complementos de la clínica para 
establecer el pronóstico; a partir del quinto día 
permiten reconocer la degeneración axonal, 
relacionada con recuperación incompleta. La 
resonancia magnética identifica lesiones del nervio; 
sólo es útil en casos atípicos. El tratamiento más 
aceptado de la parálisis de Bell es prednisona (1 mg/kg, 
5 días, y supresión gradual). El aciclovir está indicado 
en el síndrome de Ramsay-Hunt. En general no se 
acepta que sea beneficiosa la descompresión quirúrgica 
precoz del facial en casos de mal pronóstico. Las 
parálisis faciales permanentes son graves por la 
alteración de la expresión facial. 
Palabras clave: 
Diabetes mellitus; Diagnóstico; Diagnóstico diferencial; 
Electrofisiología; Enfermedad de Lyme; Esclerosis múltiple; 
Factores pronósticos; Herpes simple; Infecciones por VIH; 
Neurilemoma; Neurocirugía; Neurofisiología; Parálisis facial; 
Prednisona 
INTRODUCCIÓN 
La parálisis facial es un trastorno muy frecuente, 
de diagnóstico a primera vista. Sin embargo se trata de 
un síndrome complejo en su etiopatogenia y contro-vertido 
en su tratamiento. Aunque en la mayoría de los 
casos su pronóstico es benigno, puede tener secuelas 
graves especialmente por la importancia psicológica y 
social de la alteración de la expresividad de la cara, 
con frecuencia infravalorada por los clínicos1. Dada la 
diversidad de la patología causal y las opciones de tra-tamiento, 
se ha propuesto la creación de clínicas mul-tidisciplinarias 
para el manejo de las parálisis fa-ciales2. 
Revisamos algunos aspectos del diagnóstico topo-gráfico 
y etiológico de las parálisis faciales, los méto-dos 
complementarios neurofisiológicos y de imagen 
con su posible valor pronóstico, y los principios de su 
tratamiento. 
ANATOMÍA 
El núcleo motor del nervio facial está situado en la 
parte lateral de la protuberancia, de donde sus fibras 
se dirigen hacia atrás formando un asa que rodea al 
núcleo del VI par, y vuelven hacia delante para salir 
por la parte inferior y externa de la protuberancia 
(fig. 1). Cruza el ángulo pontocerebeloso junto al ner- 
Servicio de Neurología. Hospital General de Galicia-Clínico Universitario. 
Complejo Hospitalario Universitario. Santiago de Compostela. 
Correspondencia y solicitud de separatas: Dr. M. Noya. 
Servicio de Neurología. Hospital General de Galicia-Clínico Universitario. 
Complejo Hospitalario Universitario. 
Galeras, s/n. 15705 Santiago de Compostela. 
Recibido el 5-6-96. 
Aceptado para su publicación el 10-10-96. 
Diagnosis and treatment of facial palsy 
The topographic diagnosis of facial nerve lesions is 
based on the symptoms that accompany paralysis, 
allowing lesions to be located in the protuberance, 
pontocerebellar angle, facial channel or trajectory 
distal to the stylomastoid foramen. Most cases of 
peripheral facial palsy have no apparent cause 
(idiopathic, or Bell’s, peripheral facial palsy). 
However, facial palsy can sometimes be a 
manifestation of neuroborreliosis, multiple sclerosis, 
diabetes, HIV infection or neurinoma. 
Neurophysiologic studies complement physical 
examination to establish a prognosis; after the fifth 
day axonal degeneration related to incomplete 
recovery can be recognized. Magnetic resonance 
identifies nerve lesions but is useful only in atypical 
cases. Prednisone 1 mg/kg over 5 days, with gradual 
weaning, is the most widely accepted treatment for 
Bell’s palsy. Acyclovir is indicated in Ramsay-Hunt 
syndrome. Early surgical decompression in cases with 
poor prognosis is not generally considered beneficial. 
Cases of permanent facial palsy have serious 
consequences, particularly because facial expression 
is altered.
vio intermediario de Wrisberg y al VIII par, penetra en 
el conducto auditivo interno y sigue un trayecto dentro 
del hueso petroso temporal llamado canal facial o 
acueducto de Falopio que, en la proximidad del oído 
medio, forma un ángulo o rodilla donde se sitúa el 
ganglio geniculado. Produce una pequeña rama que 
inerva al músculo estapedio (cuya función es aumen-tar 
la tensión en la cadena de huesecillos del oído 
medio para proteger de ruidos intensos), y después 
sale del cráneo por el agujero estilomastoideo, cruza la 
glándula parótida y se distribuye en ramas por los 
músculos faciales, el vientre posterior del digástrico y 
el estilohioideo. 
Al núcleo motor facial llegan fibras supranucleares 
de dos orígenes: a) vía corticobulbar (corticonuclear), 
que controla la motilidad voluntaria; la parte corres-pondiente 
a la mitad inferior de la cara recibe esta vía 
cruzada de la corteza motora del lado opuesto; la parte 
superior de la cara (músculos frontal y orbicular de los 
párpados) recibe fibras de ambos hemisferios, y b) vía 
no corticobulbar, con fibras procedentes del diencéfa-lo 
y de los ganglios de la base, que modulan las expre-siones 
mímicas de las emociones. 
El componente sensitivo y las fibras secretomotoras 
del nervio facial constituyen el nervio intermediario. 
Las fibras aferentes, cuyas neuronas residen en el gan-glio 
geniculado, transmiten el gusto de los dos tercios 
anteriores de la lengua a través del nervio lingual, una 
rama de la división mandibular del trigémino, que se 
anastomosa con otro nervio, la cuerda del tímpano. 
También recibe sensación cutánea de una pequeña 
área de la pared anterior del conducto auditivo exter-no. 
Su terminación central es el núcleo del tracto soli-tario 
en el bulbo. Las fibras secretomotoras eferentes 
se originan en el núcleo salival superior, próximo al 
núcleo motor facial. En la proximidad del ganglio 
geniculado se separan del tronco principal, constitu-yendo 
el nervio petroso superficial mayor, que alcanza 
el ganglio pterigopalatino y controla la secreción de la 
glándula lagrimal. Otras fibras secretomotoras se unen 
a la cuerda del tímpano para dirigirse a las glándulas 
sublingual y submaxilar. 
DIAGNÓSTICO TOPOGRÁFICO 
Y SEMIOLOGÍA CLÍNICA 
Los datos anatomofisiológicos mencionados permi-ten, 
en teoría, localizar con precisión el lugar donde 
ocurren las lesiones del nervio facial. 
La parálisis facial central, supranuclear o de neurona 
motora superior, frecuentemente acompañada de 
hemiplejía del mismo lado, afecta al movimiento 
voluntario de la parte inferior de la cara, pero no a los 
músculos frontal y orbicular de los párpados por su 
control bilateral. Además, suelen ser normales los 
movimientos faciales reactivos a emociones. 
La parálisis facial nuclear frecuentemente se asocia a 
déficit de vías largas y afectación del VI par. 
La parálisis facial periférica, o de neurona motora 
inferior, origina la pérdida del movimiento voluntario 
y emocional en todos los músculos faciales del lado 
afectado, tanto superiores como inferiores. La cara es 
asimétrica tanto en reposo como en los intentos de 
movimiento voluntario; las arrugas de la frente están 
borradas, la hendidura palpebral está ampliada, el cie-rre 
de los ojos es imposible en el lado afectado y al 
intentar cerrar los párpados, la contracción sinérgica 
fisiológica del recto superior hace girar hacia arriba al 
NEUROLOGÍA. VOLUMEN 12, NÚMERO 1, ENERO 1997 
24 
Glándula lagrimal 
Protuberancia 
Nervio petroso superficial 
mayor 
Ganglio geniculado 
Nervio lingual 
Lengua 
Cuerda del tímpano 
Músculo 
estapedio 
Núcleo motor facial 
Núcleo saliva superior 
Núcleo del tracto 
solitario 
Ángulo pontocerebeloso 
Conducto auditivo interno 
Peñasco 
Agujero estilomastoideo 
Fig. 1. Esquema anatómico del 
nervio facial. (Noya M. Patología 
general de los nervios cranea-les 
y del tronco del encéfalo. 
En: García-Conde J,Merino 
Sánchez J,González Macías J, 
editores. Patología general. 
Semiología clínica y Fisiopato-logía. 
Mc Graw-Hill, 1995; 949- 
962. Reproducida con permiso 
editorial.)
M. NOYA Y J. PARDO.- DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS FACIAL 
globo ocular y se descubre la esclerótica (fenómeno de 
Bell); la posición descendida del párpado inferior 
separa el punto lagrimal del fondo del saco conjuntival 
y las lágrimas se deslizan al exterior (epífora). En 
paresias ligeras, al cerrar los ojos con fuerza se apre-cian 
mejor las pestañas en el lado afectado (signo de 
Souques). La respuesta motora del reflejo corneal y el 
reflejo de oclusión de los párpados a la amenaza están 
disminuidos o abolidos, aunque es normal la sensibili-dad 
corneal. La parálisis de la parte inferior de la cara 
se reconoce por el borramiento del pliegue nasogenia-no, 
la caída de la comisura labial, la retracción de la 
boca hacia el lado sano, la incapacidad para sonreír, 
hinchar la mejilla del lado paralizado o para silbar; se 
dificulta la articulación de la palabra y los alimentos 
se retienen entre la mejilla y las encías; el músculo 
cutáneo del cuello no se contrae cuando se abre la 
boca contra oposición (signo cutáneo de Babinski). La 
asimetría de la boca hace que la lengua parezca des-viada 
al ser protruida, pero se aprecia que está en la 
línea media comparando su situación con la de los 
dientes. 
Si la lesión es proximal al nervio petroso superficial 
mayor, se afecta la secreción lagrimal. Si la lesión es 
proximal al nervio del estapedio, se producirá hiper-acusia 
o intensificación molesta de la percepción de 
ruidos. Se pierde el reflejo audiométrico del estapedio. 
La intolerancia al ruido no se relaciona exclusivamen-te 
con la parálisis del estapedio; probablemente repre-senta 
pérdida de inhibición de la cóclea a través del 
VIII par3. Si la lesión es proximal a la cuerda del tím-pano 
(fracturas de peñasco, infecciones del oído me-dio) 
se pierde el gusto en los dos tercios anteriores de 
la hemilengua. 
Estos síntomas acompañantes de la parálisis facial 
no existen en las lesiones del agujero estilomastoideo o 
de la glándula parótida. 
Debe señalarse que la validez del diagnóstico topo-gráfico 
basado en estos criterios clínicos tiene limita-ciones. 
Por ejemplo, puede haber disminución de 
lagrimeo pese a conservarse el reflejo del estapedio y el 
gusto, o puede faltar la secreción lagrimal mientras es 
normal la secreción de saliva. 
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL 
El primer paso del diagnóstico diferencial ante un 
paciente con parálisis facial es distinguir las formas 
supranucleares de las nucleares o periféricas (véase 
“Diagnóstico topográfico y semiología clínica”). Entre 
las causas más frecuentes de una parálisis facial cen-tral, 
frecuentemente acompañada de hemiplejía del 
mismo lado, figuran los accidentes cerebrovasculares, 
tumores e infecciones. En la tabla 1 se exponen las 
principales causas de parálisis facial nuclear y periféri- 
25 
TABLA 1. Localización y causas de parálisis facial nuclear y periférica 
Localización Síntomas asociados Causas 
Protuberancia Parálisis VI par Congénita (Möbius) 
Hemiparesia contralateral Vascular 
Nistagmo Esclerosis múltiple 
Hipostesia termoalgésica contralateral Tumor 
Síndrome de Foville Encefalitis 
Síndrome de Millard-Gubler Siringobulbia 
Síndrome de Gasparini Enf. neurona motora 
Ángulo pontocerebeloso Afectación VIII, V, IX, X, XI Neurinoma acústico 
o meato auditivo interno Pérdida de gusto, salivación y lagrimeo Meningiomas 
Hiperacusia Epidermoide 
Tumor de glomus 
Canal facial Pérdida de gusto y salivación Fracturas 
Vesículas conducto auditivo Otitis, mastoiditis 
Herpes zoster (síndrome de Ramsay-Hunt) 
Metástasis, leucemia 
Parálisis de Bell 
Infección VIH 
Borreliosis 
Diabetes 
Síndrome de Guillain-Barré 
Agujero estilomastoideo Preservación de gusto, salivación y lagrimeo Sarcoidosis 
y trayecto extracraneal Afectación parcial de grupos musculares Lepra 
Edema facial, lengua plicata Tumores de parótida 
Síndrome de Melkersson-Rosenthal 
Trauma, cirugía
ca, según el lugar de afectación. De ellas, la más fre-cuente 
es la parálisis de Bell (parálisis facial periférica 
idiopática). En el síndrome de Ramsay-Hunt, debido a 
una infección del ganglio geniculado por herpes zos-ter, 
la parálisis facial periférica (a menudo severa) se 
acompaña de una erupción vesicular en el conducto 
auditivo externo. En casos de compresión externa del 
nervio facial por tumores del hueso temporal o neuri-nomas 
del acústico, la parálisis facial suele tener un 
comienzo insidioso y un curso progresivo, al igual que 
ocurre en los raros casos de neurinoma del VII par. 
Más frecuente es la etiología traumática y tampoco es 
excepcional su aparición tras la cirugía del oído. Las 
formas congénitas de parálisis facial, asociadas a afec-tación 
del VI par, constituyen el síndrome de Möbius. 
La ausencia congénita unilateral del músculo depresor 
anguli oris del labio inferior puede ser confundida con 
una parálisis facial. Lo mismo ocurre en casos de lige-ras 
asimetrías faciales (presentes de forma casi univer-sal), 
en donde será de utilidad comprobar su existen-cia 
en fotografías previas del paciente. 
En el síndrome de Melkersson-Rosenthal se asocia 
una parálisis facial recurrente a edema facial y lengua 
plicata. Otras causas de parálisis recurrentes incluyen 
sarcoidosis, algunas formas hereditarias y menos fre-cuentemente 
formas idiopáticas (10%). La parálisis fa-cial 
bilateral puede ocurrir en el síndrome de Guillain- 
Barré, neuroborreliosis, sarcoidosis, neurolúes, mono-nucleosis, 
poliomielitis, esclerosis lateral amiotrófica, 
lepra, difteria, sarampión, parotiditis, tétanos, y algu-nas 
formas de meningitis basilar. También existe debi-lidad 
de los músculos faciales, no debida a lesión neu-rógena, 
en la miastenia gravis, distrofia miotónica, 
facioscapulohumeral y oculofaríngea. 
ALGUNAS FORMAS ETIOLÓGICAS 
DE PARÁLISIS FACIAL PERIFÉRICA 
Parálisis facial periférica idiopática 
(parálisis de Bell) 
Es la causa más frecuente de parálisis facial periféri-ca. 
Su fisiopatología sigue siendo desconocida, aunque 
la hipótesis más difundida es que la inflamación del 
nervio, cualquiera que sea su origen, daría lugar a una 
compresión e isquemia dentro del conducto de Falo-pio, 
produciendo primero desmielinización y, con 
mayores grados de compresión, degeneración axonal4. 
Durante años se intentó relacionar el virus del herpes 
simple con la parálisis de Bell5. Recientemente, Mura-kami 
et al6 han demostrado mediante PCR la presen-cia 
de genoma del virus del herpes simple tipo 1 en 
muestras de líquido endoneural del nervio facial y de 
músculo inervado por el nervio facial en el 79% 
de sujetos con parálisis de Bell intervenidos entre 12 y 
87 días después del comienzo de la parálisis, conclu-yendo 
que este virus es el principal agente etiológico a 
través de su reactivación en el ganglio geniculado; si la 
hipótesis es correcta, es intrigante el hecho de que la 
parálisis repite en raras ocasiones, en contraposición 
con lo que ocurre con el herpes labial. Hyden et al7 
encuentran en el 13% de casos de parálisis facial un 
patrón de anticuerpos que sugiere reactivación del 
virus Epstein-Barr. En ocasiones se presenta la paráli-sis 
facial después de intervenciones dentarias8. 
La clínica puede precederse de pródromos de infec-ción 
viral inespecífica. El comienzo es agudo. Es 
común la presencia de dolor retroauricular, y pueden 
asociarse parestesias faciales (sin signos objetivos sen-sitivos), 
disgeusia e hiperacusia. El estudio clínico no 
mostrará otros signos neurológicos acompañantes9, 
aunque para la exclusión de patologías subyacentes 
será necesario recurrir a las pruebas de laboratorio. 
Menos del 1% de los casos son bilaterales. La fre-cuencia 
de recurrencia (del mismo lado o del contra-rio) 
se estima en un 10%. Las posibles complicaciones 
y secuelas se presentan en la tabla 2, aunque éstas son 
más frecuentes en el síndrome de Ramsay-Hunt. 
Parálisis facial e infección 
por Borrelia burgdorferi 
Entre las etiologías de parálisis facial periférica ais-lada 
figura la infección por Borrelia burgdorferi, orga-nismo 
responsable de la enfermedad de Lyme, trans-mitida 
por mordedura de garrapata, y que origina eri-tema 
crónico migratorio, artritis, carditis y mani-festaciones 
neurológicas, entre las que destaca una 
polirradiculoneuritis asociada a meningitis linfocita-ria. 
La presentación de parálisis facial aislada como 
manifestación de la neuroborreliosis ha sido objeto de 
numerosos estudios, que muestran las diferencias geo-gráficas 
en la epidemiología de la enfermedad. 
En nuestro país, Biurrun et al10 encontraron un 7% 
de neuroborreliosis como causa de parálisis facial ais-lada 
en un estudio prospectivo; el diagnóstico se basa 
en la pleocitosis linfocítica y presencia de anticuerpos 
IgG contra Borrelia en el líquido cefalorraquídeo, reali-zado 
en aquellos casos en que la serología sanguínea 
es positiva. En un estudio realizado en 49 centros fran-ceses11 
se concluyó que la realización de serología 
para Borrelia en un paciente con parálisis facial de Bell 
únicamente estaría justificada en pacientes con pecu- 
NEUROLOGÍA. VOLUMEN 12, NÚMERO 1, ENERO 1997 
26 
TABLA 2. Complicaciones de la parálisis 
facial periférica 
Ulceración corneal 
Paresia permanente 
Contractura 
Reinervación anómala: 
Sincinesias 
Lágrimas de cocodrilo 
Síndrome de Marin-Amat (Marcus-Gunn inverso) 
Espasmo hemifacial (posparalítico)
M. NOYA Y J. PARDO.- DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS FACIAL 
liaridades sugestivas de borreliosis (antecedentes de 
exposición a garrapatas, diplejía facial, presencia de 
signos articulares o meningorradiculitis). En Suecia 
hay áreas endémicas de enfermedad de Lyme, y se 
estimó en un 6% la frecuencia de parálisis facial de 
esta etiología, más frecuentemente en niños; sólo en 
una minoría de casos hay antecedentes conocidos de 
mordedura de garrapata o eritema migrans12. 
Desde el punto de vista clínico, se señala que los 
pacientes con parálisis facial con serología positiva 
para Borrelia tienen más frecuentemente dolor en el 
cuello y en la espalda7 y que en la mitad de los casos 
la afectación es bilateral13. El diagnóstico de neurobo-rreliosis 
es más seguro por la técnica de ELISA que 
por PCR14. 
La principal importancia de considerar esta etiolo-gía 
es que el tratamiento de elección no son los corti-coides, 
sino las cefalosporinas de tercera generación, 
como 2 g al día i.m. durante 14 días de ceftriaxona15. 
Parálisis facial y esclerosis múltiple 
La frecuencia de paresia facial oscila entre el 1,4 y el 
5% como manifestación de comienzo de la esclerosis 
múltiple (EM), entre el 2,6 y el 14,4% en el curso de la 
enfermedad y llega al 52% de los casos confirmados en 
la autopsia16. Si se considera solamente la parálisis 
facial periférica aguda como síntoma aislado y precoz 
de la EM, las observaciones son esporádicas, y pueden 
tratarse de coincidencias, ya que la incidencia de la 
parálisis facial es como mínimo 10 veces mayor que 
la de la EM. En algún caso se acompaña de parálisis 
de los nervios oculomotores, y se señala la ausencia de 
dolor, la preservación del gusto y una rápida recupera-ción, 
pero no son datos distintivos. 
Parálisis facial y diabetes 
La incidencia de parálisis facial en diabéticos es sig-nificativamente 
más alta que en no diabéticos. Sin 
embargo, guarda menos relación con otras complica-ciones 
de la diabetes que la que tiene la oftalmoplejía 
diabética17. 
Parálisis facial e infección por virus 
de la inmunodeficiencia humana 
Una parálisis facial periférica aislada puede ocurrir 
en varios estadios de la infección por el virus de la 
inmunodeficiencia humana (VIH). En algún caso es 
la primera manifestación de la enfermedad o el sínto-ma 
que la revela18. Puede ser uni o bilateral, completa 
o incompleta, y se acompaña de anormalidades del 
LCR. Los tests de excitabilidad nerviosa muestran axo-notmesis 
o neurapraxia. 
Parálisis facial y tumor del nervio 
En raras ocasiones una parálisis facial es debida a 
neurinomas del propio nervio situados en cualquier 
punto de su trayecto desde el tronco cerebral a los 
músculos faciales, pero especialmente dentro del 
hueso temporal, al cual pueden erosionar penetrando 
en la cavidad timpánica. Se sospechan por el curso 
progresivo de la parálisis y se reconocen por pruebas 
de neuroimagen19. La cirugía no debe intentarse sin 
un estudio diagnóstico completo y siempre por un 
cirujano capacitado para un acceso translaberíntico o 
por la fosa craneal media20. 
PRONÓSTICO DE LA PARÁLISIS 
FACIAL. PAPEL DE LAS PRUEBAS 
ELECTROFISIOLÓGICAS 
La gravedad de una parálisis facial periférica puede 
estimarse clínicamente21. La persistencia de contrac-ción 
voluntaria, aunque sea mínima, implica una recu-peración 
completa, mientras que la abolición de la 
motilidad facial sería el indicador clínico de mal pro-nóstico. 
Sin embargo, muchos pacientes con parálisis 
completa evolucionan favorablemente, por lo que es 
necesario recurrir a métodos más sensibles. La valora-ción 
electrofisiológica de la parálisis facial fue emplea-da 
por primera vez por Duchenne en 1872. Desde 
entonces, se han desarrollado diversas técnicas con el 
fin de demostrar y cuantificar el grado de afectación 
del nervio facial, como son el test de excitabilidad ner-viosa, 
la electromiografía convencional, el reflejo trigé-mino- 
facial, la electroneurografía y la estimulación 
magnética transcraneal. 
Test de excitabilidad nerviosa 
Consiste en la estimulación percutánea del nervio 
facial a la salida del agujero estilomastoideo, aumen-tando 
progresivamente la intensidad hasta lograr una 
contracción muscular visible22. Se anota la intensidad 
de estimulación requerida y se compara con la del 
lado sano. Con este método, la inexcitabilidad nerviosa 
indicaría denervación completa (axonotmesis total), 
mientras que valores semejantes en ambos lados o 
diferencias de menos de 3,5 mA traducirían un blo-queo 
funcional (neurapraxia). Este método tiene la 
ventaja de detectar la presencia de degeneración ner-viosa 
a partir de los 3 días de evolución, aunque se han 
descrito casos en que la pérdida de excitabilidad ner-viosa 
no aparece hasta la tercera semana. Algunos 
autores23 recomiendan aplicar una intensidad supra-máxima 
(test de excitabilidad máxima). Pese a su sen-cillez, 
los tests de excitabilidad nerviosa tienen el 
inconveniente de no cuantificar el número de axones 
que han sufrido degeneración. 
27
Electromiografía convencional 
Consiste en el registro de la actividad eléctrica del 
músculo mediante un electrodo de aguja coaxial. Se 
valoran fundamentalmente dos parámetros: la presen-cia 
o no de actividad muscular espontánea y el patrón 
voluntario. En cuanto a la primera, la aparición de 
fibrilaciones u ondas positivas traduce la existencia 
de degeneración axonal. Sin embargo, la actividad 
espontánea no suele aparecer hasta las 2-3 semanas y 
la recuperación de la parálisis facial puede ser incom-pleta 
en casos que no presentan dicha actividad, por lo 
que su valor pronóstico aislado es escaso. El grado de 
actividad electromiográfica durante la contracción 
voluntaria se correlaciona con el número de axones 
funcionantes, por lo que su presencia es un dato de 
buen pronóstico. La electromiografía de detección per-mite, 
además, investigar el comienzo y evolución de la 
reinervación motora en pacientes que hayan sufrido 
axonotmesis total24. 
Reflejo trigémino-facial (blink reflex) 
Esta técnica permite valorar el estado funcional del 
nervio facial en todo su recorrido. Tras estimular 
el nervio trigémino, los impulsos aferentes alcanzan el 
tronco cerebral y llegan al nervio facial, que constituye 
la vía eferente. Se obtienen dos respuestas (R1 y R2) 
en el lado estimulado y una respuesta contralateral 
(Rc) en los músculos orbiculares de los ojos25. Cuando 
se obtienen respuestas en el lado parético después del 
quinto día, aunque sea con aumento de latencias, o el 
reflejo reaparece en las primeras semanas de evolu-ción, 
el pronóstico es siempre bueno. Su abolición, por 
contra, carece de valor pronóstico ya que no distingue 
entre axonotmesis y neurapraxia. El reflejo trigémino-facial 
también se puede utilizar como indicador de rei-nervación 
tras denervaciones totales y en el estudio de 
la sincinesia posparalítica. 
Electroneurografía 
Es uno de los métodos más utilizados en la actuali-dad. 
Consiste en registrar el potencial motor de un 
músculo facial parético estimulando el nervio facial 
afectado y comparar la amplitud o área con la del lado 
sano26. El potencial evocado motor del lado parético, 
expresado en porcentaje del lado sano, representa el 
tanto por ciento de axones estimulables, es decir, los 
normales o los que sólo sufrieron neurapraxia. Lo que 
resta hasta cien es el porcentaje de axones que han 
sufrido degeneración walleriana. Según un estudio 
prospectivo que incluyó a 500 pacientes con parálisis 
facial periférica27, al quinto día de evolución ya puede 
adelantarse un pronóstico favorable en el 60% de los 
casos si la amplitud del lado afectado es de al menos 
un 50% con respecto al lado sano, aunque se ha de 
tener en cuenta la posibilidad de que pueda existir 
degeneración tardía. A los 10 días de evolución, el pro-nóstico 
podrá establecerse en el 100% de los casos. Si 
la amplitud relativa del potencial evocado motor en el 
lado afectado es de un 50% o más, se produce una 
recuperación completa en un plazo máximo de 4-8 
semanas. Si el porcentaje es de un 25-50%, la recupe-ración 
es habitualmente completa y sin secuelas en un 
plazo de 3 a 6 meses. Para porcentajes entre el 10-25%, 
el pronóstico es incierto. La mayoría de los pacientes 
quedan con un grado variable de secuela, que suele 
guardar relación con la edad avanzada o con la coexis-tencia 
de enfermedades sistémicas como diabetes o 
hipertensión arterial. Por debajo del 10% el pronóstico 
es siempre sombrío, y aunque se produce un cierto 
grado de recuperación, aparecen secuelas en forma de 
sincinesia, contractura y paresia residual. 
Estimulación magnética transcraneal 
Desde que Murray et al28 describieron su aplicación 
al estudio del nervio facial, ha sido utilizada por diver-sos 
autores en la parálisis facial periférica, con resulta-dos 
poco satisfactorios de cara a la valoración pronós-tica29. 
Al igual que otras pruebas que exploran el ner-vio 
proximalmente a la lesión, no permite distinguir 
entre neurapraxia y axonotmesis. 
PARÁLISIS FACIAL AGUDA E IMAGEN 
DE RESONANCIA MAGNÉTICA 
Hay pocas indicaciones para estudios de imagen en 
la evaluación de las parálisis faciales30, por lo que su 
uso se reserva para casos atípicos31. Diversas publica-ciones 
señalan hallazgos positivos en la imagen de 
resonancia magnética (RM), especialmente reforzada 
con gadolinio32. Sin embargo, el nervio facial puede 
verse reforzado por la administración de gadolinio 
tanto en la parálisis de Bell como en el síndrome de 
Ramsay-Hunt e incluso en sujetos normales33. 
Yanagida et al34 muestran anormalidad en la IRM en 
el 95% de parálisis de Bell en los segmentos del nervio 
situados en la parte distal del conducto auditivo inter-no 
y a la altura del laberinto. Si se repite el estudio, 
aparece una hiperseñal en las porciones más distales, 
lo cual indicaría la extensión de un incremento en la 
permeabilidad vascular. 
La imagen de RM ofrece pocas opciones de anorma-lidad: 
mayor o menor intensidad y aumento o dismi-nución 
de volumen, por lo que no puede interpretarse 
sin tener en cuenta el cuadro clínico. Un síndrome de 
Ramsay-Hunt puede imitar en la RM un neurinoma35. 
TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS 
FACIAL 
Tratamiento médico 
El paciente debe ser tranquilizado con la seguridad 
del diagnóstico y la explicación del pronóstico. Es 
NEUROLOGÍA. VOLUMEN 12, NÚMERO 1, ENERO 1997 
28
M. NOYA Y J. PARDO.- DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS FACIAL 
importante la protección del ojo de la sequedad e irrita-ción 
por cuerpos extraños. Durante el día el paciente 
debe llevar gafas oscuras e instilar lágrimas artificiales. 
Durante el sueño se aconseja una pomada protectora, 
pero no la oclusión del ojo. Las queratitis deben detec-tarse 
precozmente. Se aconsejan masajes, pero no se 
recomienda la estimulación eléctrica de los músculos 
paralizados, ya que retrasa la regeneración nerviosa. 
No es posible predecir cuáles son los pacientes que 
tendrán formas graves con secuelas. Por este motivo, 
en general se aconseja el tratamiento inmediato con 
corticoides. La dosis total recomendada de prednisona 
en adultos es de 1 mg por kilo de peso durante 5 días. 
Si la parálisis es incompleta, se disminuye diariamente 
hasta suspenderla totalmente en otros 5 días. Si hay 
dudas sobre la gravedad o progresión de la enferme-dad, 
se mantiene 10 días la dosis total, para ser rebaja-da 
después de otros 5 días36. Hay datos en modelos 
animales con parálisis facial experimental que apoyan 
la eficacia de las dosis elevadas de corticoides37. Sin 
embargo, siguen apareciendo publicaciones en las cua-les 
no se aprecian diferencias significativas entre 
pacientes que reciben esteroides comparados con los 
que no los reciben, en cuanto a la frecuencia de recu-peración 
completa a las 6-8 semanas38. 
La prednisona se aconseja también en el tratamiento 
de la parálisis facial de los diabéticos39, el síndrome de 
Heerfordt (sarcoidosis con fiebre, uveítis y tumefac-ción 
de parótidas)40 y la parálisis que sigue a la cirugía 
odontológica8. El buen pronóstico de las parálisis 
faciales en niños hace innecesario el tratamiento con 
esteroides41. En el síndrome de Melkersson pueden 
tener utilidad los corticoides inyectados localmente; la 
tumefacción puede mejorar con clofazimina, pero sin 
cambios en la parálisis42. 
En el síndrome de Ramsay-Hunt al tratamiento con 
prednisona se añade aciclovir, 800 mg cinco veces al 
día por vía oral, o aciclovir por vía intravenosa. 
La eficacia de añadir aciclovir al tratamiento con 
prednisona en la parálisis de Bell no está determinada; 
Adour36 propone la dosis de 200 a 400 mg por vía oral, 
cinco veces al día, especialmente en los casos con 
dolor intenso, de peor pronóstico. Ramos Macías et 
al43 encuentran una reducción significativa de secuelas 
en los pacientes con síndrome de Ramsay-Hunt trata-dos 
con aciclovir, pero no en el grupo con parálisis de 
Bell. 
Tratamiento quirúrgico 
En general, el tratamiento quirúrgico de la parálisis 
facial periférica (cirugía de reinervación y medidas de 
cirugía plástica) debería reservarse para aquellos casos 
de parálisis completas de causa no inflamatoria en las 
que, por causa traumática o quirúrgica, se ha produci-do 
una sección del nervio facial. Aunque fue objeto de 
múltiples controversias, en la actualidad no se reco-mienda 
la descompresión del nervio facial en la paráli-sis 
de Bell36. 
Tratamiento de la sincinesia 
posparalítica 
La sincinesia posparalítica es una de las secuelas 
objetivadas en aquellas parálisis faciales que cursaron 
con un grado de degeneración axonal mayor al 80%. 
Es debida a una reinervación aberrante y consiste en 
la activación sincrónica de varios músculos del lado 
afectado, tras la activación voluntaria o refleja de algu-no 
de los músculos faciales. El tratamiento de elec-ción, 
en caso de precisarlo, es la inyección de toxina 
botulínica en el músculo orbicular de los párpados44. 
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NEUROLOGÍA. VOLUMEN 12, NÚMERO 1, ENERO 1997 
30

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Diagnóstico y tratamiento

  • 1. 23 DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO Diagnóstico y tratamiento de la parálisis facial M. Noya y J. Pardo El diagnóstico topográfico de las lesiones en el nervio facial se basa en los síntomas asociados a la parálisis, que permiten localizarlas en la protuberancia, ángulo pontocerebeloso, canal facial o trayecto distal al foramen estilomastoideo. La mayoría de casos de parálisis facial periférica no tienen una causa aparente (parálisis facial periférica idiopática o de Bell). Sin embargo, la parálisis facial también puede ser manifestación de neuroborreliosis, esclerosis múltiple, diabetes, infección por VIH y neurinomas. Los estudios neurofisiológicos son complementos de la clínica para establecer el pronóstico; a partir del quinto día permiten reconocer la degeneración axonal, relacionada con recuperación incompleta. La resonancia magnética identifica lesiones del nervio; sólo es útil en casos atípicos. El tratamiento más aceptado de la parálisis de Bell es prednisona (1 mg/kg, 5 días, y supresión gradual). El aciclovir está indicado en el síndrome de Ramsay-Hunt. En general no se acepta que sea beneficiosa la descompresión quirúrgica precoz del facial en casos de mal pronóstico. Las parálisis faciales permanentes son graves por la alteración de la expresión facial. Palabras clave: Diabetes mellitus; Diagnóstico; Diagnóstico diferencial; Electrofisiología; Enfermedad de Lyme; Esclerosis múltiple; Factores pronósticos; Herpes simple; Infecciones por VIH; Neurilemoma; Neurocirugía; Neurofisiología; Parálisis facial; Prednisona INTRODUCCIÓN La parálisis facial es un trastorno muy frecuente, de diagnóstico a primera vista. Sin embargo se trata de un síndrome complejo en su etiopatogenia y contro-vertido en su tratamiento. Aunque en la mayoría de los casos su pronóstico es benigno, puede tener secuelas graves especialmente por la importancia psicológica y social de la alteración de la expresividad de la cara, con frecuencia infravalorada por los clínicos1. Dada la diversidad de la patología causal y las opciones de tra-tamiento, se ha propuesto la creación de clínicas mul-tidisciplinarias para el manejo de las parálisis fa-ciales2. Revisamos algunos aspectos del diagnóstico topo-gráfico y etiológico de las parálisis faciales, los méto-dos complementarios neurofisiológicos y de imagen con su posible valor pronóstico, y los principios de su tratamiento. ANATOMÍA El núcleo motor del nervio facial está situado en la parte lateral de la protuberancia, de donde sus fibras se dirigen hacia atrás formando un asa que rodea al núcleo del VI par, y vuelven hacia delante para salir por la parte inferior y externa de la protuberancia (fig. 1). Cruza el ángulo pontocerebeloso junto al ner- Servicio de Neurología. Hospital General de Galicia-Clínico Universitario. Complejo Hospitalario Universitario. Santiago de Compostela. Correspondencia y solicitud de separatas: Dr. M. Noya. Servicio de Neurología. Hospital General de Galicia-Clínico Universitario. Complejo Hospitalario Universitario. Galeras, s/n. 15705 Santiago de Compostela. Recibido el 5-6-96. Aceptado para su publicación el 10-10-96. Diagnosis and treatment of facial palsy The topographic diagnosis of facial nerve lesions is based on the symptoms that accompany paralysis, allowing lesions to be located in the protuberance, pontocerebellar angle, facial channel or trajectory distal to the stylomastoid foramen. Most cases of peripheral facial palsy have no apparent cause (idiopathic, or Bell’s, peripheral facial palsy). However, facial palsy can sometimes be a manifestation of neuroborreliosis, multiple sclerosis, diabetes, HIV infection or neurinoma. Neurophysiologic studies complement physical examination to establish a prognosis; after the fifth day axonal degeneration related to incomplete recovery can be recognized. Magnetic resonance identifies nerve lesions but is useful only in atypical cases. Prednisone 1 mg/kg over 5 days, with gradual weaning, is the most widely accepted treatment for Bell’s palsy. Acyclovir is indicated in Ramsay-Hunt syndrome. Early surgical decompression in cases with poor prognosis is not generally considered beneficial. Cases of permanent facial palsy have serious consequences, particularly because facial expression is altered.
  • 2. vio intermediario de Wrisberg y al VIII par, penetra en el conducto auditivo interno y sigue un trayecto dentro del hueso petroso temporal llamado canal facial o acueducto de Falopio que, en la proximidad del oído medio, forma un ángulo o rodilla donde se sitúa el ganglio geniculado. Produce una pequeña rama que inerva al músculo estapedio (cuya función es aumen-tar la tensión en la cadena de huesecillos del oído medio para proteger de ruidos intensos), y después sale del cráneo por el agujero estilomastoideo, cruza la glándula parótida y se distribuye en ramas por los músculos faciales, el vientre posterior del digástrico y el estilohioideo. Al núcleo motor facial llegan fibras supranucleares de dos orígenes: a) vía corticobulbar (corticonuclear), que controla la motilidad voluntaria; la parte corres-pondiente a la mitad inferior de la cara recibe esta vía cruzada de la corteza motora del lado opuesto; la parte superior de la cara (músculos frontal y orbicular de los párpados) recibe fibras de ambos hemisferios, y b) vía no corticobulbar, con fibras procedentes del diencéfa-lo y de los ganglios de la base, que modulan las expre-siones mímicas de las emociones. El componente sensitivo y las fibras secretomotoras del nervio facial constituyen el nervio intermediario. Las fibras aferentes, cuyas neuronas residen en el gan-glio geniculado, transmiten el gusto de los dos tercios anteriores de la lengua a través del nervio lingual, una rama de la división mandibular del trigémino, que se anastomosa con otro nervio, la cuerda del tímpano. También recibe sensación cutánea de una pequeña área de la pared anterior del conducto auditivo exter-no. Su terminación central es el núcleo del tracto soli-tario en el bulbo. Las fibras secretomotoras eferentes se originan en el núcleo salival superior, próximo al núcleo motor facial. En la proximidad del ganglio geniculado se separan del tronco principal, constitu-yendo el nervio petroso superficial mayor, que alcanza el ganglio pterigopalatino y controla la secreción de la glándula lagrimal. Otras fibras secretomotoras se unen a la cuerda del tímpano para dirigirse a las glándulas sublingual y submaxilar. DIAGNÓSTICO TOPOGRÁFICO Y SEMIOLOGÍA CLÍNICA Los datos anatomofisiológicos mencionados permi-ten, en teoría, localizar con precisión el lugar donde ocurren las lesiones del nervio facial. La parálisis facial central, supranuclear o de neurona motora superior, frecuentemente acompañada de hemiplejía del mismo lado, afecta al movimiento voluntario de la parte inferior de la cara, pero no a los músculos frontal y orbicular de los párpados por su control bilateral. Además, suelen ser normales los movimientos faciales reactivos a emociones. La parálisis facial nuclear frecuentemente se asocia a déficit de vías largas y afectación del VI par. La parálisis facial periférica, o de neurona motora inferior, origina la pérdida del movimiento voluntario y emocional en todos los músculos faciales del lado afectado, tanto superiores como inferiores. La cara es asimétrica tanto en reposo como en los intentos de movimiento voluntario; las arrugas de la frente están borradas, la hendidura palpebral está ampliada, el cie-rre de los ojos es imposible en el lado afectado y al intentar cerrar los párpados, la contracción sinérgica fisiológica del recto superior hace girar hacia arriba al NEUROLOGÍA. VOLUMEN 12, NÚMERO 1, ENERO 1997 24 Glándula lagrimal Protuberancia Nervio petroso superficial mayor Ganglio geniculado Nervio lingual Lengua Cuerda del tímpano Músculo estapedio Núcleo motor facial Núcleo saliva superior Núcleo del tracto solitario Ángulo pontocerebeloso Conducto auditivo interno Peñasco Agujero estilomastoideo Fig. 1. Esquema anatómico del nervio facial. (Noya M. Patología general de los nervios cranea-les y del tronco del encéfalo. En: García-Conde J,Merino Sánchez J,González Macías J, editores. Patología general. Semiología clínica y Fisiopato-logía. Mc Graw-Hill, 1995; 949- 962. Reproducida con permiso editorial.)
  • 3. M. NOYA Y J. PARDO.- DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS FACIAL globo ocular y se descubre la esclerótica (fenómeno de Bell); la posición descendida del párpado inferior separa el punto lagrimal del fondo del saco conjuntival y las lágrimas se deslizan al exterior (epífora). En paresias ligeras, al cerrar los ojos con fuerza se apre-cian mejor las pestañas en el lado afectado (signo de Souques). La respuesta motora del reflejo corneal y el reflejo de oclusión de los párpados a la amenaza están disminuidos o abolidos, aunque es normal la sensibili-dad corneal. La parálisis de la parte inferior de la cara se reconoce por el borramiento del pliegue nasogenia-no, la caída de la comisura labial, la retracción de la boca hacia el lado sano, la incapacidad para sonreír, hinchar la mejilla del lado paralizado o para silbar; se dificulta la articulación de la palabra y los alimentos se retienen entre la mejilla y las encías; el músculo cutáneo del cuello no se contrae cuando se abre la boca contra oposición (signo cutáneo de Babinski). La asimetría de la boca hace que la lengua parezca des-viada al ser protruida, pero se aprecia que está en la línea media comparando su situación con la de los dientes. Si la lesión es proximal al nervio petroso superficial mayor, se afecta la secreción lagrimal. Si la lesión es proximal al nervio del estapedio, se producirá hiper-acusia o intensificación molesta de la percepción de ruidos. Se pierde el reflejo audiométrico del estapedio. La intolerancia al ruido no se relaciona exclusivamen-te con la parálisis del estapedio; probablemente repre-senta pérdida de inhibición de la cóclea a través del VIII par3. Si la lesión es proximal a la cuerda del tím-pano (fracturas de peñasco, infecciones del oído me-dio) se pierde el gusto en los dos tercios anteriores de la hemilengua. Estos síntomas acompañantes de la parálisis facial no existen en las lesiones del agujero estilomastoideo o de la glándula parótida. Debe señalarse que la validez del diagnóstico topo-gráfico basado en estos criterios clínicos tiene limita-ciones. Por ejemplo, puede haber disminución de lagrimeo pese a conservarse el reflejo del estapedio y el gusto, o puede faltar la secreción lagrimal mientras es normal la secreción de saliva. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL El primer paso del diagnóstico diferencial ante un paciente con parálisis facial es distinguir las formas supranucleares de las nucleares o periféricas (véase “Diagnóstico topográfico y semiología clínica”). Entre las causas más frecuentes de una parálisis facial cen-tral, frecuentemente acompañada de hemiplejía del mismo lado, figuran los accidentes cerebrovasculares, tumores e infecciones. En la tabla 1 se exponen las principales causas de parálisis facial nuclear y periféri- 25 TABLA 1. Localización y causas de parálisis facial nuclear y periférica Localización Síntomas asociados Causas Protuberancia Parálisis VI par Congénita (Möbius) Hemiparesia contralateral Vascular Nistagmo Esclerosis múltiple Hipostesia termoalgésica contralateral Tumor Síndrome de Foville Encefalitis Síndrome de Millard-Gubler Siringobulbia Síndrome de Gasparini Enf. neurona motora Ángulo pontocerebeloso Afectación VIII, V, IX, X, XI Neurinoma acústico o meato auditivo interno Pérdida de gusto, salivación y lagrimeo Meningiomas Hiperacusia Epidermoide Tumor de glomus Canal facial Pérdida de gusto y salivación Fracturas Vesículas conducto auditivo Otitis, mastoiditis Herpes zoster (síndrome de Ramsay-Hunt) Metástasis, leucemia Parálisis de Bell Infección VIH Borreliosis Diabetes Síndrome de Guillain-Barré Agujero estilomastoideo Preservación de gusto, salivación y lagrimeo Sarcoidosis y trayecto extracraneal Afectación parcial de grupos musculares Lepra Edema facial, lengua plicata Tumores de parótida Síndrome de Melkersson-Rosenthal Trauma, cirugía
  • 4. ca, según el lugar de afectación. De ellas, la más fre-cuente es la parálisis de Bell (parálisis facial periférica idiopática). En el síndrome de Ramsay-Hunt, debido a una infección del ganglio geniculado por herpes zos-ter, la parálisis facial periférica (a menudo severa) se acompaña de una erupción vesicular en el conducto auditivo externo. En casos de compresión externa del nervio facial por tumores del hueso temporal o neuri-nomas del acústico, la parálisis facial suele tener un comienzo insidioso y un curso progresivo, al igual que ocurre en los raros casos de neurinoma del VII par. Más frecuente es la etiología traumática y tampoco es excepcional su aparición tras la cirugía del oído. Las formas congénitas de parálisis facial, asociadas a afec-tación del VI par, constituyen el síndrome de Möbius. La ausencia congénita unilateral del músculo depresor anguli oris del labio inferior puede ser confundida con una parálisis facial. Lo mismo ocurre en casos de lige-ras asimetrías faciales (presentes de forma casi univer-sal), en donde será de utilidad comprobar su existen-cia en fotografías previas del paciente. En el síndrome de Melkersson-Rosenthal se asocia una parálisis facial recurrente a edema facial y lengua plicata. Otras causas de parálisis recurrentes incluyen sarcoidosis, algunas formas hereditarias y menos fre-cuentemente formas idiopáticas (10%). La parálisis fa-cial bilateral puede ocurrir en el síndrome de Guillain- Barré, neuroborreliosis, sarcoidosis, neurolúes, mono-nucleosis, poliomielitis, esclerosis lateral amiotrófica, lepra, difteria, sarampión, parotiditis, tétanos, y algu-nas formas de meningitis basilar. También existe debi-lidad de los músculos faciales, no debida a lesión neu-rógena, en la miastenia gravis, distrofia miotónica, facioscapulohumeral y oculofaríngea. ALGUNAS FORMAS ETIOLÓGICAS DE PARÁLISIS FACIAL PERIFÉRICA Parálisis facial periférica idiopática (parálisis de Bell) Es la causa más frecuente de parálisis facial periféri-ca. Su fisiopatología sigue siendo desconocida, aunque la hipótesis más difundida es que la inflamación del nervio, cualquiera que sea su origen, daría lugar a una compresión e isquemia dentro del conducto de Falo-pio, produciendo primero desmielinización y, con mayores grados de compresión, degeneración axonal4. Durante años se intentó relacionar el virus del herpes simple con la parálisis de Bell5. Recientemente, Mura-kami et al6 han demostrado mediante PCR la presen-cia de genoma del virus del herpes simple tipo 1 en muestras de líquido endoneural del nervio facial y de músculo inervado por el nervio facial en el 79% de sujetos con parálisis de Bell intervenidos entre 12 y 87 días después del comienzo de la parálisis, conclu-yendo que este virus es el principal agente etiológico a través de su reactivación en el ganglio geniculado; si la hipótesis es correcta, es intrigante el hecho de que la parálisis repite en raras ocasiones, en contraposición con lo que ocurre con el herpes labial. Hyden et al7 encuentran en el 13% de casos de parálisis facial un patrón de anticuerpos que sugiere reactivación del virus Epstein-Barr. En ocasiones se presenta la paráli-sis facial después de intervenciones dentarias8. La clínica puede precederse de pródromos de infec-ción viral inespecífica. El comienzo es agudo. Es común la presencia de dolor retroauricular, y pueden asociarse parestesias faciales (sin signos objetivos sen-sitivos), disgeusia e hiperacusia. El estudio clínico no mostrará otros signos neurológicos acompañantes9, aunque para la exclusión de patologías subyacentes será necesario recurrir a las pruebas de laboratorio. Menos del 1% de los casos son bilaterales. La fre-cuencia de recurrencia (del mismo lado o del contra-rio) se estima en un 10%. Las posibles complicaciones y secuelas se presentan en la tabla 2, aunque éstas son más frecuentes en el síndrome de Ramsay-Hunt. Parálisis facial e infección por Borrelia burgdorferi Entre las etiologías de parálisis facial periférica ais-lada figura la infección por Borrelia burgdorferi, orga-nismo responsable de la enfermedad de Lyme, trans-mitida por mordedura de garrapata, y que origina eri-tema crónico migratorio, artritis, carditis y mani-festaciones neurológicas, entre las que destaca una polirradiculoneuritis asociada a meningitis linfocita-ria. La presentación de parálisis facial aislada como manifestación de la neuroborreliosis ha sido objeto de numerosos estudios, que muestran las diferencias geo-gráficas en la epidemiología de la enfermedad. En nuestro país, Biurrun et al10 encontraron un 7% de neuroborreliosis como causa de parálisis facial ais-lada en un estudio prospectivo; el diagnóstico se basa en la pleocitosis linfocítica y presencia de anticuerpos IgG contra Borrelia en el líquido cefalorraquídeo, reali-zado en aquellos casos en que la serología sanguínea es positiva. En un estudio realizado en 49 centros fran-ceses11 se concluyó que la realización de serología para Borrelia en un paciente con parálisis facial de Bell únicamente estaría justificada en pacientes con pecu- NEUROLOGÍA. VOLUMEN 12, NÚMERO 1, ENERO 1997 26 TABLA 2. Complicaciones de la parálisis facial periférica Ulceración corneal Paresia permanente Contractura Reinervación anómala: Sincinesias Lágrimas de cocodrilo Síndrome de Marin-Amat (Marcus-Gunn inverso) Espasmo hemifacial (posparalítico)
  • 5. M. NOYA Y J. PARDO.- DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS FACIAL liaridades sugestivas de borreliosis (antecedentes de exposición a garrapatas, diplejía facial, presencia de signos articulares o meningorradiculitis). En Suecia hay áreas endémicas de enfermedad de Lyme, y se estimó en un 6% la frecuencia de parálisis facial de esta etiología, más frecuentemente en niños; sólo en una minoría de casos hay antecedentes conocidos de mordedura de garrapata o eritema migrans12. Desde el punto de vista clínico, se señala que los pacientes con parálisis facial con serología positiva para Borrelia tienen más frecuentemente dolor en el cuello y en la espalda7 y que en la mitad de los casos la afectación es bilateral13. El diagnóstico de neurobo-rreliosis es más seguro por la técnica de ELISA que por PCR14. La principal importancia de considerar esta etiolo-gía es que el tratamiento de elección no son los corti-coides, sino las cefalosporinas de tercera generación, como 2 g al día i.m. durante 14 días de ceftriaxona15. Parálisis facial y esclerosis múltiple La frecuencia de paresia facial oscila entre el 1,4 y el 5% como manifestación de comienzo de la esclerosis múltiple (EM), entre el 2,6 y el 14,4% en el curso de la enfermedad y llega al 52% de los casos confirmados en la autopsia16. Si se considera solamente la parálisis facial periférica aguda como síntoma aislado y precoz de la EM, las observaciones son esporádicas, y pueden tratarse de coincidencias, ya que la incidencia de la parálisis facial es como mínimo 10 veces mayor que la de la EM. En algún caso se acompaña de parálisis de los nervios oculomotores, y se señala la ausencia de dolor, la preservación del gusto y una rápida recupera-ción, pero no son datos distintivos. Parálisis facial y diabetes La incidencia de parálisis facial en diabéticos es sig-nificativamente más alta que en no diabéticos. Sin embargo, guarda menos relación con otras complica-ciones de la diabetes que la que tiene la oftalmoplejía diabética17. Parálisis facial e infección por virus de la inmunodeficiencia humana Una parálisis facial periférica aislada puede ocurrir en varios estadios de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En algún caso es la primera manifestación de la enfermedad o el sínto-ma que la revela18. Puede ser uni o bilateral, completa o incompleta, y se acompaña de anormalidades del LCR. Los tests de excitabilidad nerviosa muestran axo-notmesis o neurapraxia. Parálisis facial y tumor del nervio En raras ocasiones una parálisis facial es debida a neurinomas del propio nervio situados en cualquier punto de su trayecto desde el tronco cerebral a los músculos faciales, pero especialmente dentro del hueso temporal, al cual pueden erosionar penetrando en la cavidad timpánica. Se sospechan por el curso progresivo de la parálisis y se reconocen por pruebas de neuroimagen19. La cirugía no debe intentarse sin un estudio diagnóstico completo y siempre por un cirujano capacitado para un acceso translaberíntico o por la fosa craneal media20. PRONÓSTICO DE LA PARÁLISIS FACIAL. PAPEL DE LAS PRUEBAS ELECTROFISIOLÓGICAS La gravedad de una parálisis facial periférica puede estimarse clínicamente21. La persistencia de contrac-ción voluntaria, aunque sea mínima, implica una recu-peración completa, mientras que la abolición de la motilidad facial sería el indicador clínico de mal pro-nóstico. Sin embargo, muchos pacientes con parálisis completa evolucionan favorablemente, por lo que es necesario recurrir a métodos más sensibles. La valora-ción electrofisiológica de la parálisis facial fue emplea-da por primera vez por Duchenne en 1872. Desde entonces, se han desarrollado diversas técnicas con el fin de demostrar y cuantificar el grado de afectación del nervio facial, como son el test de excitabilidad ner-viosa, la electromiografía convencional, el reflejo trigé-mino- facial, la electroneurografía y la estimulación magnética transcraneal. Test de excitabilidad nerviosa Consiste en la estimulación percutánea del nervio facial a la salida del agujero estilomastoideo, aumen-tando progresivamente la intensidad hasta lograr una contracción muscular visible22. Se anota la intensidad de estimulación requerida y se compara con la del lado sano. Con este método, la inexcitabilidad nerviosa indicaría denervación completa (axonotmesis total), mientras que valores semejantes en ambos lados o diferencias de menos de 3,5 mA traducirían un blo-queo funcional (neurapraxia). Este método tiene la ventaja de detectar la presencia de degeneración ner-viosa a partir de los 3 días de evolución, aunque se han descrito casos en que la pérdida de excitabilidad ner-viosa no aparece hasta la tercera semana. Algunos autores23 recomiendan aplicar una intensidad supra-máxima (test de excitabilidad máxima). Pese a su sen-cillez, los tests de excitabilidad nerviosa tienen el inconveniente de no cuantificar el número de axones que han sufrido degeneración. 27
  • 6. Electromiografía convencional Consiste en el registro de la actividad eléctrica del músculo mediante un electrodo de aguja coaxial. Se valoran fundamentalmente dos parámetros: la presen-cia o no de actividad muscular espontánea y el patrón voluntario. En cuanto a la primera, la aparición de fibrilaciones u ondas positivas traduce la existencia de degeneración axonal. Sin embargo, la actividad espontánea no suele aparecer hasta las 2-3 semanas y la recuperación de la parálisis facial puede ser incom-pleta en casos que no presentan dicha actividad, por lo que su valor pronóstico aislado es escaso. El grado de actividad electromiográfica durante la contracción voluntaria se correlaciona con el número de axones funcionantes, por lo que su presencia es un dato de buen pronóstico. La electromiografía de detección per-mite, además, investigar el comienzo y evolución de la reinervación motora en pacientes que hayan sufrido axonotmesis total24. Reflejo trigémino-facial (blink reflex) Esta técnica permite valorar el estado funcional del nervio facial en todo su recorrido. Tras estimular el nervio trigémino, los impulsos aferentes alcanzan el tronco cerebral y llegan al nervio facial, que constituye la vía eferente. Se obtienen dos respuestas (R1 y R2) en el lado estimulado y una respuesta contralateral (Rc) en los músculos orbiculares de los ojos25. Cuando se obtienen respuestas en el lado parético después del quinto día, aunque sea con aumento de latencias, o el reflejo reaparece en las primeras semanas de evolu-ción, el pronóstico es siempre bueno. Su abolición, por contra, carece de valor pronóstico ya que no distingue entre axonotmesis y neurapraxia. El reflejo trigémino-facial también se puede utilizar como indicador de rei-nervación tras denervaciones totales y en el estudio de la sincinesia posparalítica. Electroneurografía Es uno de los métodos más utilizados en la actuali-dad. Consiste en registrar el potencial motor de un músculo facial parético estimulando el nervio facial afectado y comparar la amplitud o área con la del lado sano26. El potencial evocado motor del lado parético, expresado en porcentaje del lado sano, representa el tanto por ciento de axones estimulables, es decir, los normales o los que sólo sufrieron neurapraxia. Lo que resta hasta cien es el porcentaje de axones que han sufrido degeneración walleriana. Según un estudio prospectivo que incluyó a 500 pacientes con parálisis facial periférica27, al quinto día de evolución ya puede adelantarse un pronóstico favorable en el 60% de los casos si la amplitud del lado afectado es de al menos un 50% con respecto al lado sano, aunque se ha de tener en cuenta la posibilidad de que pueda existir degeneración tardía. A los 10 días de evolución, el pro-nóstico podrá establecerse en el 100% de los casos. Si la amplitud relativa del potencial evocado motor en el lado afectado es de un 50% o más, se produce una recuperación completa en un plazo máximo de 4-8 semanas. Si el porcentaje es de un 25-50%, la recupe-ración es habitualmente completa y sin secuelas en un plazo de 3 a 6 meses. Para porcentajes entre el 10-25%, el pronóstico es incierto. La mayoría de los pacientes quedan con un grado variable de secuela, que suele guardar relación con la edad avanzada o con la coexis-tencia de enfermedades sistémicas como diabetes o hipertensión arterial. Por debajo del 10% el pronóstico es siempre sombrío, y aunque se produce un cierto grado de recuperación, aparecen secuelas en forma de sincinesia, contractura y paresia residual. Estimulación magnética transcraneal Desde que Murray et al28 describieron su aplicación al estudio del nervio facial, ha sido utilizada por diver-sos autores en la parálisis facial periférica, con resulta-dos poco satisfactorios de cara a la valoración pronós-tica29. Al igual que otras pruebas que exploran el ner-vio proximalmente a la lesión, no permite distinguir entre neurapraxia y axonotmesis. PARÁLISIS FACIAL AGUDA E IMAGEN DE RESONANCIA MAGNÉTICA Hay pocas indicaciones para estudios de imagen en la evaluación de las parálisis faciales30, por lo que su uso se reserva para casos atípicos31. Diversas publica-ciones señalan hallazgos positivos en la imagen de resonancia magnética (RM), especialmente reforzada con gadolinio32. Sin embargo, el nervio facial puede verse reforzado por la administración de gadolinio tanto en la parálisis de Bell como en el síndrome de Ramsay-Hunt e incluso en sujetos normales33. Yanagida et al34 muestran anormalidad en la IRM en el 95% de parálisis de Bell en los segmentos del nervio situados en la parte distal del conducto auditivo inter-no y a la altura del laberinto. Si se repite el estudio, aparece una hiperseñal en las porciones más distales, lo cual indicaría la extensión de un incremento en la permeabilidad vascular. La imagen de RM ofrece pocas opciones de anorma-lidad: mayor o menor intensidad y aumento o dismi-nución de volumen, por lo que no puede interpretarse sin tener en cuenta el cuadro clínico. Un síndrome de Ramsay-Hunt puede imitar en la RM un neurinoma35. TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS FACIAL Tratamiento médico El paciente debe ser tranquilizado con la seguridad del diagnóstico y la explicación del pronóstico. Es NEUROLOGÍA. VOLUMEN 12, NÚMERO 1, ENERO 1997 28
  • 7. M. NOYA Y J. PARDO.- DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA PARÁLISIS FACIAL importante la protección del ojo de la sequedad e irrita-ción por cuerpos extraños. Durante el día el paciente debe llevar gafas oscuras e instilar lágrimas artificiales. Durante el sueño se aconseja una pomada protectora, pero no la oclusión del ojo. Las queratitis deben detec-tarse precozmente. Se aconsejan masajes, pero no se recomienda la estimulación eléctrica de los músculos paralizados, ya que retrasa la regeneración nerviosa. No es posible predecir cuáles son los pacientes que tendrán formas graves con secuelas. Por este motivo, en general se aconseja el tratamiento inmediato con corticoides. La dosis total recomendada de prednisona en adultos es de 1 mg por kilo de peso durante 5 días. Si la parálisis es incompleta, se disminuye diariamente hasta suspenderla totalmente en otros 5 días. Si hay dudas sobre la gravedad o progresión de la enferme-dad, se mantiene 10 días la dosis total, para ser rebaja-da después de otros 5 días36. Hay datos en modelos animales con parálisis facial experimental que apoyan la eficacia de las dosis elevadas de corticoides37. Sin embargo, siguen apareciendo publicaciones en las cua-les no se aprecian diferencias significativas entre pacientes que reciben esteroides comparados con los que no los reciben, en cuanto a la frecuencia de recu-peración completa a las 6-8 semanas38. La prednisona se aconseja también en el tratamiento de la parálisis facial de los diabéticos39, el síndrome de Heerfordt (sarcoidosis con fiebre, uveítis y tumefac-ción de parótidas)40 y la parálisis que sigue a la cirugía odontológica8. El buen pronóstico de las parálisis faciales en niños hace innecesario el tratamiento con esteroides41. En el síndrome de Melkersson pueden tener utilidad los corticoides inyectados localmente; la tumefacción puede mejorar con clofazimina, pero sin cambios en la parálisis42. En el síndrome de Ramsay-Hunt al tratamiento con prednisona se añade aciclovir, 800 mg cinco veces al día por vía oral, o aciclovir por vía intravenosa. La eficacia de añadir aciclovir al tratamiento con prednisona en la parálisis de Bell no está determinada; Adour36 propone la dosis de 200 a 400 mg por vía oral, cinco veces al día, especialmente en los casos con dolor intenso, de peor pronóstico. Ramos Macías et al43 encuentran una reducción significativa de secuelas en los pacientes con síndrome de Ramsay-Hunt trata-dos con aciclovir, pero no en el grupo con parálisis de Bell. Tratamiento quirúrgico En general, el tratamiento quirúrgico de la parálisis facial periférica (cirugía de reinervación y medidas de cirugía plástica) debería reservarse para aquellos casos de parálisis completas de causa no inflamatoria en las que, por causa traumática o quirúrgica, se ha produci-do una sección del nervio facial. Aunque fue objeto de múltiples controversias, en la actualidad no se reco-mienda la descompresión del nervio facial en la paráli-sis de Bell36. Tratamiento de la sincinesia posparalítica La sincinesia posparalítica es una de las secuelas objetivadas en aquellas parálisis faciales que cursaron con un grado de degeneración axonal mayor al 80%. Es debida a una reinervación aberrante y consiste en la activación sincrónica de varios músculos del lado afectado, tras la activación voluntaria o refleja de algu-no de los músculos faciales. El tratamiento de elec-ción, en caso de precisarlo, es la inyección de toxina botulínica en el músculo orbicular de los párpados44. BIBLIOGRAFÍA 1. Smith IM, Mountain RE, Murray JA. An out-patient review of facial palsy in the community. Clin Otolaryngol 1994; 19: 198-200. 2. Mountain RE, Murray JA, Quaba A, Maynard C. The Edinburgh facial palsy clinic: a review of three year’s acti-vity. J R Coll Surg 1994; 39: 275-279. 3. Citron D, Adour KK. Acoustic reflex and loudness dis-comfort in acute facial paralysis. Arch Otolaryngol 1978; 104: 303-306. 4. Bláquez Menes B. Nervio facial. En: Codina Puiggros A, editor. Tratado de neurología. Madrid: Editorial Libro del Año, 1994; 759-763. 5. McCormick DP. Herpes-simplex virus as cause of Bell’s palsy. Lancet 1972; 1: 937-939. 6. Murakami S, Mizobuchi M, Nakashiro Y, Doi T, Hato N, Yanagihara N. Bell palsy and herpes simplex virus: identi-fication of viral DNA in endoneurial fluid and muscle. Ann Int Med 1996; 124: 27-30. 7. 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