1. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES
AZCAPOTZALCO
Historia de México 1
LOS AZTECAS.
Profesora:
Susana Huerta González.
Alumno:
Denisse Arista Escobar.
Grupo:
315
Ciclo Escolar: 2010-2011
2. LOS AZTECAS.
A comienzos del siglo XII, los aztecas (o mexicas) eran uno de los pueblos
más numerosos de lengua náhuatl que habitaban en América Central. En
ese momento era un pueblo nómada y guerrero, que vagaba por el norte
del actual México y subsistía mediante la recolección de frutos y la caza
de animales. A veces, migraban hacia el sur para obtener alimentos o para
servir como mercenarios en los conflictos de otros grupos más
organizados, es decir, de agricultores sedentarios. Los aztecas
desarrollaron sus habilidades militares para defenderse de los otros
pueblos.
Se vincularon con otras etnias y fueron dominados por los toltecas y
debieron ocupar zonas marginales de los territorios del valle, como por ej.
las tierras bajas e inundables cercanas al lago Texcoco.
Una ciudad en el lago.
A principios del siglo XIV los principales rivales de los aztecas, entre ellos
los tlaxcaltecas y algunas ciudades mayas, entraron en conflicto entre
ellos. Los aztecas, a pesar de constituir un grupo marginal, aprovecharon
para construir la ciudad de Tenochtitlán, sobre una isla en el lago
Texcoco. Llegó a ser la ciudad más importante del continente americano
antes de la llegada de los europeos. Ocupaba parte de lo que actualmente
es la ciudad de México. Según la propia historia azteca, los fundadores
provenían del norte y recorrieron un largo camino que duró muchos años.
En poco tiempo, la ciudad creció y estaba más poblada que otras ciudades
europeas de esa época.
En el momento de mayor esplendor, Tenochtitlán tenía medio millón de
habitantes, diversos templos monumentales y un enorme mercado de
bienes lujosos, llamado Tlatelolco, que, en algunos momentos del año,
3. recibía a más de cincuenta mil personas.
En 1426, encabezaron una alianza con las ciudades de Tlacopán y
Texcoco, y construyeron un imperio que llegó a dominar el centro y el sur
del actual México. El esplendor duró menos de cien años, hasta la llegada
de los españoles, en 1519.
El Estado azteca tuvo una importante fuerza militar con la que logró una
gran expansión territorial. La máxima extensión de los dominios se
produjo en tiempos de Moctezuma, el emperador azteca hasta la llegada
de los españoles.
Organización y distribución de los alimentos. Todos comían
Los aztecas se expandieron porque sumaban organización y capacidad
guerrera. Se hicieron famosos por sus habilidades en el campo de batalla
y su capacidad como estrategas. Su potencia militar se reforzaba,
además, por sus convicciones religiosas. Pronto, el Estado, llegó ser un
verdadero imperio cuya influencia se extendía a gran parte de América
Central.
La organización imperial azteca reproducía, en una mayor escala, el
sistema de la capital. Una vez instalados en Tenochtitlan los aztecas
crearon una eficaz organización social, base de su expansión posterior. El
sistema se relacionaba con la estructura urbana de la ciudad que se
encontraba dividida en 20 calpulli o barrios, cuyos pobladores,
originalmente, estaban vinculados por lazos de parentesco. El calpulli
constituía la unidad mínima de organización social y económica en el
imperio azteca y era también un espacio definido dentro de la ciudad.
Las tierras de los calpulli se dividían, a su vez, en parcelas de uso privado y
parcelas de uso estatal. Los jefes militares de cada calpulli concentraban
la mayor cantidad de tierras, mientras que los habitantes de los barrios
recibían todos los años una porción de terreno para cultivarla y vivir de
ella. Sin embargo, se reservaba también una gran cantidad de tierras que
los habitantes de los calpulli debían labrar en beneficio del Estado. Cada
capulli era responsable por su tributo y tenía un jefe que recaudaba y
organizaba el trabajo comunal.
4. En cada barrio, además de las tierras de cada familia, había tierras
comunales que eran trabajadas por la comunidad. Pero en la sociedad
azteca, no todas las personas tenían las mismas obligaciones. Para
mantener las ciudades, con sus canales y sus diques, sus chinampas, es
decir porciones de tierra de forma rectangular, rodeadas por agua y su
ejército, los habitantes entregaban a las autoridades una parte de lo que
producían, es decir, un tributo. Pero no todos tributaban. Los pilli o nobles
que formaban el grupo privilegiado, comprendía a los gobernantes, los
sacerdotes y los guerreros tenían el privilegio de no pagar tributo y
controlaban el Estado. En cambio, los macehuales o trabajadores
comunes que constituían la mayor parte de la población y formaban el
grupo de los no privilegiados. Eran los campesinos, los comerciantes y los
artesanos de las ciudades. Debían entregar tributos al Estado en
alimentos y trabajo. De esta manera, sostenían al resto de la sociedad
entre ellos, los gastos militares y religiosos. Los varones, mujeres y niños
capturados en las batallas, eran esclavos así como también existía la
esclavitud por deudas.
Una parte de la producción se destinaba al comercio y otra parte era
redistribuida.
Las ciudades conquistadas por la maquinaria militar azteca eran obligadas
a pagar tributo, pero, además, sus habitantes pasaban a funcionar como
partes del sistema de sus conquistadores. Durante una porción del año,
contribuían con su trabajo para labrar una parte de las tierras que el
Estado dominador se había reservado para sí. Su potencia militar se
reforzaba, además, por sus prácticas religiosas. Pronto el Estado llegó a
ser un verdadero Imperio, cuya influencia se extendió a gran parte de
América Central.
Cultivar en medio del agua
Chinampa, significa seto o cerca de cañas. Los aztecas acomodaban
troncos y sobre ellos colocaban césped y lodo. A su alrededor plantaban
unos árboles que se llaman ahuejotes y las reparaban de los vientos. A
técnica de cultivo permite que se filtre el agua y se mantenga la humedad
necesaria para los cultivos.
5. Los productos cultivados se transportaban desde la chinampa hasta la
tierra firme en unas canoas llamadas trajineras.
Actividad comercial
Los aztecas también extendieron a todo el imperio el sistema de
redistribución que existía en Tenochtitlán. El comercio ocupaba un lugar
importante en el desarrollo de las ciudades aztecas. Los bienes que se
obtenían por medio del comercio en las zonas más lejanas eran
concentrados en la capital y, desde allí, llegaba a otros lugares igualmente
lejanos. A la vez, a medida que el imperio se extendía, la influencia de los
aztecas llegaba a regiones más remotas, de las que se podían obtener
bienes más raros y lujosos. Eso se hizo evidente en la intensa actividad de
los mercados de bienes suntuarios de Tenochtitlán, en los que la cantidad
de objetos y la actividad comercial aumentaron en la misma proporción
en que se extendía el imperio. Comerciaban también con otros pueblos. A
los mercados concurrían artesanos, productores agrícolas, cazadores,
pescadores y recolectores. El intercambio se había por trueque o bien, por
el uso de monedas, como el cacao o las mantas de algodón. Los
encargados de esos intercambios eran los mercaderes profesionales, que
llevaban los productos aztecas a puertos extranjeros y comerciaban en
esos mercados. La actividad de los comerciantes no sólo tenía valor
económico sino también importancia estratégica, ya que actuaban como
espías del estado. El colorido y la variedad de productos eran
característicos de los mercados.A la capital del imperio entraban
anualmente dos millones de mantas de algodón, objetos de lujo y
alimentos. Una carga con 20 mantas permitía vivir a un hombre durante
más de un año.
Este sistema funcionó exitosamente durante la dominación azteca antes
de la llegada de los españoles. Sin embargo, la lealtad de las ciudades
dominadas era débil y siempre resistieron a sus enemigos, ahora
convertidos en señores. Esto tuvo graves consecuencias para los aztecas
cuando llegaron los españoles, ya que las ciudades dominadas por los
aztecas transfirieron su lealtad a los nuevos conquistadores.
6. Para estos grupos subordinados, someterse a un poder extranjero tenía
las mismas ventajas y desventajas que someterse a cualquier otro pueblo:
por una parte, los conquistadores los protegían de otros poderosos; por
otra parte, les exigían tributos y riquezas. De hecho, para muchas de estas
ciudades, tanto los aztecas como los españoles eran sólo el ejemplo más
reciente de una larga historia de dominaciones extranjeras.
Religión y poder
Los aztecas, como los demás pueblos de América, eran politeístas, es
decir creían en varios dioses. Además, un aspecto de sus creencias
religiosas era particularmente útil para su capacidad guerrera. Los aztecas
creían que sus dioses exigían ofrendas de sangre de guerreros valientes y
que los favorecían porque recibían ese tributo. Por eso, se veían
impulsados a anexar nuevas tribus para satisfacer las exigencias divinas
con sacrificios de guerreros enemigos. De la misma forma, para un
guerrero azteca, la muerte durante una batalla significaba el sacrificio de
la propia vida en honor de sus dioses.
Por otra parte, el emperador era considerado de origen divino. Los
sacerdotes eran los responsables de la preparación de las ceremonias
religiosas y de los juegos rituales Los sacerdotes eran también los
encargados de controlar el cumplimiento de las normas y de hacer
justicia. Las leyes del Estado azteca eran muy severas y los castigos
variaban según el delito y el infractor.
Quetzacoátl, la serpiente emplumada era uno de los dioses principales de
los aztecas. La religión formaba parte de cada momento de la vida de este
pueblo, las conquistas la hacían en nombre de estos dioses y en su
nombre también realizaban sacrificios humanos. Con ellos alimentaban a
los dioses con la sangre humana.
La infracción a las leyes estaban castigada con penas muy duras. A los
traidores, homicidas y violadores se los castigaba con la pena de muerte.
Entre los aztecas los sacerdotes eran los dueños del conocimiento
conservado en códices. Conocían la astronomía, la medicina y la escritura.
La mayoría de la población no tenía acceso a los saberes.
7. Para estos grupos subordinados, someterse a un poder extranjero tenía
las mismas ventajas y desventajas que someterse a cualquier otro pueblo:
por una parte, los conquistadores los protegían de otros poderosos; por
otra parte, les exigían tributos y riquezas. De hecho, para muchas de estas
ciudades, tanto los aztecas como los españoles eran sólo el ejemplo más
reciente de una larga historia de dominaciones extranjeras.
Religión y poder
Los aztecas, como los demás pueblos de América, eran politeístas, es
decir creían en varios dioses. Además, un aspecto de sus creencias
religiosas era particularmente útil para su capacidad guerrera. Los aztecas
creían que sus dioses exigían ofrendas de sangre de guerreros valientes y
que los favorecían porque recibían ese tributo. Por eso, se veían
impulsados a anexar nuevas tribus para satisfacer las exigencias divinas
con sacrificios de guerreros enemigos. De la misma forma, para un
guerrero azteca, la muerte durante una batalla significaba el sacrificio de
la propia vida en honor de sus dioses.
Por otra parte, el emperador era considerado de origen divino. Los
sacerdotes eran los responsables de la preparación de las ceremonias
religiosas y de los juegos rituales Los sacerdotes eran también los
encargados de controlar el cumplimiento de las normas y de hacer
justicia. Las leyes del Estado azteca eran muy severas y los castigos
variaban según el delito y el infractor.
Quetzacoátl, la serpiente emplumada era uno de los dioses principales de
los aztecas. La religión formaba parte de cada momento de la vida de este
pueblo, las conquistas la hacían en nombre de estos dioses y en su
nombre también realizaban sacrificios humanos. Con ellos alimentaban a
los dioses con la sangre humana.
La infracción a las leyes estaban castigada con penas muy duras. A los
traidores, homicidas y violadores se los castigaba con la pena de muerte.
Entre los aztecas los sacerdotes eran los dueños del conocimiento
conservado en códices. Conocían la astronomía, la medicina y la escritura.
La mayoría de la población no tenía acceso a los saberes.