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SECCIÓN DE OBRAS DE POLÍTICA Y DERECHO
POLÍTICA COMPARADA
.l
Traducción de
MERCEDES CóRDOBA
BERTRAND BADIE Y GUY HERMET
POLÍTICA COMPARADA
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
MÉXICO
Primera edición en francés, 1990
Primera edición en espafiol, 1993
Título original:
Politique comparée
© 1990, Presses Universitaires de France
ISBN 2-13-043156-9
D. R.© 1993, PoNDO DE CULTURA EcONÓ~I~A, S. A. DE C. V.
- Carretera Picacho Ajusco, 227; 14200 Mex1co, D. F.
ISBN 968-16-3474-X
Impreso en México
INTRODUCCIÓN
];a política comparada no constituye sólo un sector de la ciencia política con
métodos, objetos de análisis y autores de referencia propios; asimismo -y tal
;~~ít~~~;eu~ad~!i~~~~~~~~áTI~g~~~c*·~~~~~~I~1~~~~~~
llhca en"todo~ lós~;l;;ctor~-aêl'côrocliiíféRtó:'farvez~eso'~ê-Cfe!Je'eí"l~r
àpãrte queõc;;_r;·ên-í~ -~ieneia'IóôliHéâ; y'ei' carácter casi tabú que la roJea
hace tiempo, a juzgar por la escasa ensefianza que se desprende explícita-
mente de ella y por el retraso con que ha inspirado la publicación de obras. Es
verdad que esta reserva es más propia de los franceses que de los francó-
fonos, y que la política comparada tuvo mejor suerte en las universidades
anglosajonas, donde se !lama Comparative Politics o Comparative Government.
En ambos casos, la reflexión compar€1~- 11QJ2!g_têll~de ,_iJJJJ1Q!l~t~~=ÇQJ!l2---JJJ:m
subdisciplina, sinQ_comq '-!!J!L!!.l@!:!H~~ê~!-~!,'j~&~~~<?,lítica.
--"Se pueden i irTãS'§.r:!Si~nes 'de esta inanera de seiTom.E!'!~~~y~da
~'!!'..!2!11/,P ''º"~C~IJ~~.!!g~g[~ conocer ai otro, desde luego, ai deJ.:::je
k~;~:~:~c~j~~lit;;~i~ti*~~~rhrP~~~~~1~~rat!g-~fr:i'sff:!~~irs:~
aunque cômodas de lo exótico. T~~_2~é~'"~~d_a ~..s_g~~es ~s cie~to
~~~píiiâ!~~~~H~~~rHári~<f'2~;~g~fãl5~~r~fK~~~~h~::
S'I ei ~íüera monocromático, ~.?E el,K~E~!ll;5~n8,º!~!i<;~..;l .!!l~~~~.~~-
~iii~~~f;i[iif::i~~ii1<~~~~~~~,;~5~~~~~para asfâestacar lo que1enga,~.~-!,Th~l!!_!,íile, de smgular o de particular.
~~~Gfe~:"i~ã~t:rr~~e~f~~~!~t!g1r~i,1tiüiiti~:b~~~;::;;universallSta o etnocentrica en la cualpeligrancaer los investi,lliL®.r~s; inter-
prctlrr'tiii'lF<!!'êltl!t15 ei1nncronãmiêri«rae"a'e!ei'míilàããlíi'stihicióíi";õincluso
e! que se recurra a tal o cual práctica, pues ningún objeto político remite a un
significado universal, sino antes que nada ai sentido que le confieren sus
:~:~r:~r~i~~l'~f!ra~Jft7Jn~·~~~~~~l1f;r1!~1j~~9
ê~f~iy~~~só~it:ti~=
delõsõ'ãiY~~-artiâos'modosd.e"ffiüviliZãción"rõ"iô7creotros~-~,,..
A8~"ãcelõnfilesê~;;pflegá-én"eTsen7l';i~~;;a;·;J;o y su man~ra de
funcionar ocultan una parte distintiva e indiscutible, y e! hecho de no cono-
cerla puede conducir a una mala interpretación de! juego que efectúan sus
actores.
c?,~:f~~ft~~fa~~~:tr%~Yâe~~~-~~-~~9~~~;~~~~~tr~f~V~
üiüVêrSãrneTã'CíêfiêiaP~Titi~:i::cpU:~S'·n~:rtod~··fõ·sJ'CõílCeptos pueden univer-
7
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I
I
l~
-~
I
8
INTRODUCCIÓN
salizarse a priori, y menos que nada con base en definiciones estrictas y limi-
tantes. No existen los determinismos universales, pues las histonas son
demasiado numerosas para ello, demasiado complejas y, en realidad, dem~­
siado independientes unas de otras. N~.~!Y•.!~~E!~ .1?.~.!!~~:!~.!.2!!'!men~ uru-
VJi:FS~s, pues ninguna teoria puede intentar ser mdepend1ente delãcu'l'hifa
de'r sociólogo que la establece, y rungllil_a <;'lltura pue~e I'retender haber
alcanzado el universalismo. Por ello, el anal181S comparativo tiene. como prm-
cif.,~~a~~~:r'!~~;~f:;;~~~'#N~·8·~~~~~~Yl3~~~~~d;~~~
tarfõrmiFã ue'~e··aifíosd'O'mmiôs'éle'tüJtmrveftãr· ~êTõãrh"fillifr:-­
·"'l'ê''IT!.,;]••rJ'om""!ra'êi3íltieií.e'êãmüüflyêtiyg1;1lerar.~Te-rodo, liberar
de1~1<õ~;,~é~ü~err&s'§'õ:·q_U'e'yã'fiêffiõ5'~ãl~'â;·peró tãmõ~en-aelpe"go
íllãS'1lls1ê!íôsõ'aê'!ouillV!;~~lY.!!:?.~~or~e. Al.:nos.tr.·a·r·· la·. p.. '·.u·.·ra···l..'.da.d. o.la dl-
versidad, el metõê!ÕêÕillpara!ivo <festaca tamb1en )~,~P,'?!!~:'S!!~~el aconte-
cimiento, de la invenciól!t_9._~ l~"TY:],~!1~~<;1J;~ID,RY~l2~~~~;la
ãé(iôit~rãnlliSlSêõffiPáfâíiVõ :..:Síempre y cuando no ca1ga en nna ex~hca­
cí6ntotalitaria más, por ejemplo ai querer explicar las diferencias mediante
un determinismo cultural tan simplista como terrible- muestra que s1 '.:'.:
trayectorias delj.,~i:!I2ll2,EQ.!iiS1~~'~~Jf!:!'~t;l~Jeds, ndo e
1
s porque los hom'br1~ess
s<êãlt-d'ífê'rênfês c'í"porque no hayan interpreta o e a nusma manera a
leyes de la historia, sino ~~~~ô~a~i~l'stfirt:'ffi~~~~"ãm}s,~~!~~~
s10nes, porque han reacc10na .. . ., , .,, . , . ''"'''"-'''~""''"'-"""4 1díferentes" ·"or'J:ie'fian'esf1!.tileciÔ.iY'fí'§:âJ'/'íÕneS 'âJferêúteS. 101 propOSltO ae
t'diTL'pârãfisf!~rn:õãqüei"g'üiaqUet'êtffiínõ"'éi·"féCõiTído ~~ístico de unos
franceses por un país lejano expresando su deseo de que el vlaje por lo menos
les hubiera enseftado que 11
Francia sólo está en Francia"- es el de prese~~r
primero aquello que es, en determinado lugar y momento,.como la ex~;res10n
de lo que hubiera podido no ser y que, en todo caso, no ex1ste en nmgun otro
lado y en ningún otro momento. • • . • .
Esta es, que comparar compete más ai metodo cnbco que ~1 metodo posi-
tivo y que, por ello, jlU.a.!:l'A..$)~~ta ..cons1ste !]l~t.'l....~~'O!tar
~e en analizar: Tanto mas cuanto que;lffiãl'i'íleitê, sabemos meJoflo
que este êõíilP~fati'Síâ no debe hacer que lo que d<;be ser. El método ~ompa­
rativo, que suele confundirse con la yuxtap.~s1c1on de.estud10s reg10nales,
debe ir más aliá debe confrontar la informac10n proven1ente de d1cha yuxta-
posición; por e~de, implica el conocimiento de v.a~rios ~~bitos. En ocasiones
se confunde ai método comparativo con la reflex10n ~eonca, pera no ~y que
Jimitarlo a eso; es necesario demostrar que este metodo puede haberselas
con la información empírica y verificaria. El método compa~ativo a veces.se
limita a la historia comparada, como para expresar meJor la md1scutible sm-
gularidad de cada modelo de desarrollo; tambié? h~y qw; distingmrlo de
ella con e! fin de resolver el falso dllema de la CienCla pohbca sempiterna-
mente universalista y de la única historia que puede marcar las sin~lari­
dades. El método comparativo, que de vez en cuand? se hmlta al ~nalis1s
institucional (acaso se presta a ello meJOr que otros metodos):_tamb1en debe
intentar definir las prácticas políticas del poder y de la opos1c10n.
INTRODUCCIÓN 9
Esta obra no pretende resolver todos estas problemas y mucho menos
llenar los vacíos descubiertos. Tampoco intenta hacer e! balance de todos los
trabajos que, en mayor o.menor medi~a, han servido para el análisis compa-
rativo de las c1ene1as políticas, tanto mas cuanto que, si bien faltan las síntesis
respectivas, son numerosísimos los trabajos especializados y más todavía las
obras que pueden ayudar ai comparatista en su empresa. Mucho menos trata
de descubrir los diferentes sistemas políticos construidos en la historia: estas
son innumerables y a cada uno podría dedicársele justificadamente un libra
aparte. Nuestro l?f,2P.§gito es mucho más modesto: en la primera parte sefia-
laremos los problemas específicos de! método comparativo y efectuaremos
una recapitulación de los mismos; enseguida indicaremos los ejes que com-
prueben este método en el âmbito de! análisis de! poder político (en la
segunda parte) y en el análisis (eco de! anterior) de la expresión política (ter-
cera parte). Como hemos comprobado que el método comparativo se aplica
sobre todo a las instituciones, limitamos o dejamos de lado el análisis de las
instituciones constitucionales o administrativas. Puesto que-decidimos escri-
bir un libra -y no un ensayo-, de ninguna manera pretendemos crear un
unuevo método comparativo"; quisimos más bien efectuar un balance crítico
de los prin~ipales hallazgos, establecer bases para la investigación y presen-
tar una gma de todo lo que queda por descubrir en este âmbito que sigue
siendo nuevo.*
ÜBSERVACIONES GENERALES RESPECTO DE LAS REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Por sup~esto, los ar~culos, obras~ colaboraciones ~ndícados al final de cada capítulo
no constltuyen relaciones exhaustivas de los trabaJOS acerca dei tema analizado. Por
una parte, se trata esencialmente de obras de los autores mencionados en el texto.
Por la otra, se incluyen también estudios no citados pero que son interesantes desde
elpunto de vista dei m~t~do comparativo. En consec:uencia, y desde esta perspectiva
mas que nada metodolog~ca, no se pretende proporciOnar allector un repertorio más
o menos sistemático de las obras que contienen información básica respecto a los
diferentes âmbitos p~lí~cos habidos o por haber de este mundo. En pocas palabras:
presentamos estas b1bhografías como clave para la "biblioteca de iniciación" dei
comparatista, en un terreno que por fuerza implica decisiones subjetivas.
Dad~s !as m:Utiples :oincidencias que impiden efectuar subdivisiones tajantes en
estas b1bhograflas, los títulos presentados al final de cada capítulo no están clasifica-
dos de manera interna, salvo en un caso.
Por .último, hay varias obras que se registran en más de un capítulo. La principal
razón mtelectual de esta repetición es que dichas obras pueden ser objeto de muchas
lecturas. Por lo dernás, nos ha parecido cômodo para ellector permitirle la posibili-
dad de referirse a cada capítulo o a cada parte de esta obra por separado, y que
encuentre siempre una base bibliográfica suficientemente completa acerca dei tema
examinado. '
*Los autores agradecen a Sylvie Haas-Blaise que ayudara a darle forma definitiva a este volu~
men y colaborara con ellos en la recopilación de la bibliografia. En muchos sentidos, ella también
es "autora" de este libra.
10 INTRODUCCIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Algunas obras generales acerca de política comparada
Almond, Gabriel A., y G. Bingham Powell, Comparative politics: adevelopmental approach,
Boston, Little, Brown & Co., 1966.
Blondel, Jean, An Introduction to comparative government, Londres, Weidenfeld and
Nicolson, 1969.
Dogan, Matei, y Dorninique Pelassy, Sociologie politique comparative, Probli!mes et pers-
pectives, París, Economica, 1982.
---, La comparaison internationale en sociologie politique, Paris, LITEC, 1980 (recopi-
lación).
Eckstein, H., y David Apter (cornps.), Comparative politics: a reader, Nueva York, The
Free Press, 1963.
Finer, Samuel E., Comparative govemment, Harmondsworth, Penguin Books, 1977.
Grawitz, Madeleine, y Jean Leca, Traité de science politique, París, PUF, 1985, 4 tomos.
Holt, Robert T., y john E. Tumer (comps.), The methodology of comparative research,
Nueva York, The Free Press, 1970.
La Palombara, Joseph, Politics within nations, Englewood Cliffs, Prentice Hall, 1974.
Macridis, Roy, The study ofcomparative govemment, Nueva York, Doubleday and Co.,
1955.
Meny, Yves, Politique comparée, París, Monchrestien, 1988.
Merkl, P. H., Modern Comparative Politics, Nueva York, Holt, Rinehart & Winston,
1970.
Robin, M., Histoire comparatíve des idées politiques, Paris, Economica, 1988.
Rokkan, Stein (comp} Comparative research across cultures and nations, Paris, The
Hague, Mounton and Co., 1968 (casos de trabajos comparativos).
Seiler, Daniel-Louis, La politique comparée, Paris, A. Colin, 1982 (co!. "U2").
---,De la comparaison des partis politiques, París, Economica, 1986.
---, Comportement politique comparé, París, Economica, 1985.
PRIMERA PARTE
LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
!
!
I
'I
i
I
La ambición dei método comparativo se inscribe prioritariamente en un
esfuerzo de naturaleza metodológica, ya que la mera acumulación de es~­
dios monográficos aislados entre sí en e! plano intelectual, en el fondo solo
equivale a la confesión de una carencia en este ámbito. Desde luego, ai em-
prender la interpretación comparativa se da un buen paso cuando, por lo me-
nos, se traduce en ese estado de ánimo que lleva ai investigador a adnutu que
~2!'?.J;,.'!~.:~J:?..!'~!.cífi~l:..lerreno .~rJsu~l?.D.21!1!
~li1!?~L,.Ye•.~-~~-P~!;~<:ii'?~..~:2;~~WJ!Dj~~~~!.s'!~...§:!'..,!;;:'Pcl~~ifga
~1-,H~~~i:ro-~~ãt?ffi~1~~~~9;,~~~~~~~;fe~~~f~s5;f.Pâ~m;:kf~.ta
~itif~~~"'tOsd.ô:S'êâpfhiíôsí:!;;'ê5ft'p"ãí'f~pfé~âr"s1tener~nã"este requisito prev~o
y científico para efectuar la comparación. En e! prirner capítulo, que es ';'as
abstracto o teórico, se analizan la validez dei método comparativo, las múlh-
ples maneras de concebido y, desde luego, su alcance heurístico frente a_ la
contradicción que necesita superar, entre lo universal de algunas instanClaS
prirnordiales de lo político y lo particular de cada situación real. Por su parte,
el capítulo siguiente examina con detenimiento los rnismos asuntos, aunque
los incluye en la preocupación más empírica de definir las referendas de las
variables de análisis más importantes en la diferenciación de los procesos po-
líticos observables.
13
L EL MÉTODO COMPARATIVO
EN GRAN parte, la ciencia política se constituyó gradas ai método compara-
tivo, que no tardó en imponerse como sustituto de la experimentación:
puesto que e! sociólogo no puede ver los objetos sociales en ellaboratorio, se
propone comparar los hechos sociales pertenecientes a las mismas catego-
rías, aunque insertándolos en contextos diferentes, con e! finde explicar de
esta manera su génesis y sus diferencias de configuración y de arreglo. Por
e!Io, con frecuencia se ha intentado comparar a las instituciones constitucio-
nales francesas con las inglesas, y también a los sistemas de los partidos
surgidos por toda Europa, a los sindicatos y los grupos de presión. Aunque
esta iniciativa más que nada dio lugar, en e! seno de la ciencia política, ai
nacimiento de la disciplina especializada de las instituciones políticas com-
paradas, inaugurada a finales de! siglo XIX por Lowell, y proseguidos por
Bryce, los comportamientos políticos a su vez han pasado a ser objeto de!
mismo tipo de empresa: aunque, a este respecto, la comparación no fue por
fuerza transnacional y, por ejemplo, la escuela francesa de análisis electoral
intentó organizarse efectuando la comparación de los votos emitidos en
unidades geográficas diferentes, con el fin de volver a encontrar, mediante
las variables que puede ofrecer la geografía (la naturaleza de! suelo, el tipo
de propiedad y e! tipo de actividad económica o e! nível de la práctica reli-
giosa), los principies que explican las diferencias comprobadas en e! com-
portamiento de! elector.
Todas estas orientaciones muestran que ~OmE,~'iS~éJJ-~f!~...J$IJl~~2,.,m-*~
como método que como objeto. Su propósito no era realizar e! inventario de
~~arvet'enaâséüiRprôoà6lê"Sãelií1"1Jãísa"ü'trO:"~?'liâflS:.
tonhafêSteillVe~ãrtoen~rconauctor'âeun~e~'~nCaêlõn'cte~lõ"S ~erôCêSOssô-
·~"~'"'""'"'''''"'''"·······-······-··r·····""'''"'''''''"E.,.......d••••.•.-.-·!···-..!?·-~·····cr~~e:s. ~ntonces, que unporta que os oojetos compara os per enezcan o no a
pruses diferentes, a países vecinos o distantes, con tal que se pueda decir que
son comparables -o sea, que tienen suficientes puntos comunes para
pertenecer a la misma categoría y hacer válida la comparación- y que ai
mismo tiempo se distinguen de tal manera que la comparación es útil. Así, .<;!,
~~.{) C':?~-~!~J~yo se inspira directamente en el método de las variaciones
éõilcoíiUfãi'ifêSeiaborado por John Stuart Mill: su propósit~_!S ,!!!!~retar las
~:~~~~~q~~b~;~~êrnr'J':O!~;~~~~;r~~,5~tf1r'ra2~H~H;~1~
'àêc'lrcunsr~cras~'rür'êilõ;fâgeõg~alfiteleêtüratãiõalllz"ufi'êliffililü'ãe
'mvê'Snga'êtones"ehipótesis comparativas: por ejemplo, e! canónigo Boulard
intentó explicar los diferentes matices políticos de las unidades geográJkas
aislando la variable religiosa y elaborando e! mapa de la difusión de! cris-
tianismo en Francia. Antes, en la corriente de! siglo XIX, Tof~uev!~e abriód
camino cuando comparó a Francia con_Inglaterra en El an_}:2f_'!.}'!!.íl!!!!..?JíYia~"U~"<~"-"""'"""·'""""'"i'~~~~""'""''"'"'''•"•"'"'""'"~"''>c,'.;e<=<,-,,,<·-"'""=w'''~"""'~..,.,."'""="''"'""'-~'"""'""'"'
15
16 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
Revolución y quiso explicar algunas diferencias que eran objete; de su inves-
tigación: ]a importancia de! proceso revo!ucwnar10, la expanswn del.~stado
de la democracia de este lado de la Mancha, hacien.do la comparacwn con
~I curso de la historia sociopolítica delotrolado. Asi pues, e! autor destaca
la fuerza de las divisiones sociales en Franc1a, relacwnada sobre todo con la
perpetuación de los derechos feudales. • . .
Un método como éste tiene sus límites, sobre todo en el ambllo de las Cien-
cias sociales: e! media en e! cual se elabora un obj~to social es tan compleJO e
incluye tal cantidad de variables, cada una potencialmente explicativa,.que es
muy difícil ais]ar a una de ellas y asegurarse de que todas las demas sean
neutras. Así pues, el método de las variaciones con~omltantes e~, 7n ~~
mejor de ]os casos, aproximativo. Cuando mucho permite elaborar hipotesiS
sin que e! comparatista pueda por ello comprobar sin lugar a dudas SI s~n
exhaustivas y si se encuentran entre las :n:á~ pertine.r:tes para la exphcacwn
dei objeto analizado. Por ejemplo, e! anahsiS dei desigual desarrollo de los
partidos comunistas en e! seno de la Europa Occidental puede resaltar
las características comunes de las sociedades que ~enen o t~vie.ron ~par­
tido comunista fuerte: su pertenencia al mundo latino y al ambito cnstiano
romano, y la existencia de un Estado fuert:_ en su ,seno. ~o obst~te, la con-
comitancia nunca ha sido absoluta: el caso f:inlandes de_brera consi?-erarse ex-
. ]· e! caso de Alemania donde hubo un partido comumsta fuerte,
cepcwna , ' · · d d
apenas cabe en esta hipótesis. Por lo demás, el comparahsta .esta es~arma ?
cuando tiene que demostrar que no pasó por alto otra vanable. n_>as perti-
nente y más adecuada con esta lógica de la co~com~tanCia. Por u~hmo,~y.en
primer lugar, nada ]e permite confirmar la pertinencia de una vanable unzca,
pues acaso e! desarrollo de los partido~ comunistas se deba a factores dife-
rentes en cada sociedad y en cada h1stona. . ~ . . ~ . .~
Así pues, es azaroso anquilosar la comparacwn en ~~e~oa pohtica asocian-
dola a un método dado, por riguroso que éste sea a prwrz. So~re todo, curu:do
más allá de estas incertidumbres el método comparativo clasico se ha VIs~o
cada vez más zarandeado desde los anos setenta y haconfrontado una sene
de crisis de las que a duras penas surgen nuev~s onentacwnes .que ahora
fundamentan la renovación de! método comparativo.
EL MÉTODO COMPARATIVO 17
francês y e! partido baath sirio, de la vida política de Francia y Ia vida polí-
tica de Burkina-Fasso? Por una parte, es forzoso reconocer que la diferencia
~;;~~~:~~!i'a;~;;~~~ll>~~~Ê~~r&~~~~~~_:I nes.9,o de_p2J;!~.IJ.t!~~Jq!,:'!~~~~Ios ~~s re~_>:.!'fêT~~n~ent~ y
~~~"~~í'~~~~â~~%2?e~~â1~~~fi~~~~!~~íl~~~~~~,~~,E~~~-'r~!ó
--Ftentea"êsTé'ãescônCíertóp"ªeà~iõfi'Ç[2s"'àê~1lili~'"2-,§~&l!?.&e~a.- ~e"la
aen;K:~~:a~~~;n~r!~t1a~~f~!<5ssfã~~a~fJ~~;;H"~~;t~:~i-UleVãs---su--üesramente·.-meor"ãdã'~"tãaas~tã"''<><Hrnerã·'sâ'lidã'WõnsiSHã~ê:õre­
mazar et~ríSls'âe'las'saêi;ifii'dés~Xtrâoccid~t:m;8e;;''ciãmti!t:;"d~'fâ8"~;;a
Sí"úales:Taesp~êllko·2í~1a;,;ü2i~cta;r;;S'':ifi:Iêânâs;cre1'1Vlearü·tJnénle'''lã'ST~IF
noamenêafiãSSêilil"tlt"-u·e;····~·Qr 'Urlâ'V'-''·artt'"Sõ10">#"õãriãires-ru·Cfiãf'Iõ'1oses-'e..""'""""-~-~~~·1·'''""""'"'"9., ..p ...,R..........,.•.,.J;.,,.,~.,,~.,......,""""".P...,d,.,.....,.,,,."""'"""'"=''~'~~"""··=·-"'I·.~
ClctuSlas y, por a orra, su conocinuenLO se cons1 erana como un ana 1s1s
l!tô!Wgráfico dei terreno y no como una comparación con otras sociedades,
cuyas conclusiones tendrían que ser formales. Aunque esta actitud aún !iene
fervientes partidarios y ha inspirado excelentes investigaciones empíricas en
las que ha destacado la riqueza de los métodos antropológicos, tiene sus
~~~~11?e~~f~í~~;Jk"u~a;~~~:fr'~~;;T~fr';r;:~~~!'~~;~;:7~~
cênírfêoãef~ljl[s''J;tcõmparâêíõ'fioõllgaâ'dêsfaêãfia~"'Cilf'éten'êiâs"'y'p'br
eii"ãêãütit1Zar con precaución los conceptos; por lo contrario, se corre el ries-
go de elaborar la monografía a partir de prejuicios, utilizando de nuevo y sin
criterio antiguas categorias y métodos cuya compatibilidad con e! objeto o la
situación estudiados no se hayan establecido antes. Por otra parte, a medida
que e] análisis monográfico se multiplica desemboca en un cúmulo de cono-
cimientos yuxtapuestos y desarticulados que impiden e! conocirniento de lo
político. De esta manera, la ciencia política se torna un espacio de conoci-
mientos cada vez más desestructurados y se arriesga a lirnitarse ai arte de la
descripción. ..
se~~~~~~~~~Mfd~~~f~F1~~;~~~-~Hií~i~r~~J~â;~~
áfgumenfüei:'fmuy séncffio~sná'cornpafãCl.OnêntrtiãSSãcledadesextraocci-
dentales y Ias occidentales del.inúfiãoc"õnl:êm"'ê)rãfieõ''õafà':Ser'd'êsÇo!í'C'~'r­
tante, en caffiõróerãmãs'eficãz ''Tê.. Wiilo' ostiTâr'''uePrãs'conâiClonês''re-
sêitlesaeriilléTõiú!mlentô'Ciêj;gX~!era;t~níân ciedáana!o íâsr··n;;;~a
~íofm"ôdõ"ãi,"lunêlon&entõ'ile'fàirsê iillâas:"l'iú~hne~;J;s so-
C.eaaae:s·. europeãs''se''en1reníâron"'af'mlsmo''á"~sãfi(;''que las sociedades
africanas o asiáticas de hoy: e! absolutismo monárquico recuerda la natura-
leza autoritaria de los regímenes; la venalidad de los cargos es pariente de la
corrupción; la inestabilidad de las fronteras europeas, cuando menos hasta fi-
nales de! siglo pasado, remite a las dificultades de la construcción nacional.
Así pues, sostener esta tesis equivale a postular que .!tn to~ los ór<!~n!s
políticos existe un proceso de desarrollo tc,olítico y sue comparar Sll:lcirjsa
~los dêsf~~!~"" d:s(E<,<f§~~1~2l'?:f!":~l[§§!.~~~!§"§:~~]~·og~~~
18 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
·~~1:stf~~se~a~!ti~~~§~~r}s~~~~~1a~~tã~.,~ch~!r{tr'2ff~~nu~;;ãi~...,.. f'. "''•· ·············~···~····E······-~·~-····~···········9.........•..P-•.•••• q
:~~~~~t~-~~~t~E2~.~~E~?·9:~.;~.~.~~2 Úllico.~!R9~~~~ política
·····ouranrltlà'epôêltãefdêsarrollismo triunfante, esta perspectiva dio pábulo
a varios tipos de comparaciones. En algunos análisis se investigaban más
bien las causas de! desarrollo político para explicar la desigualdad de las con-
diciones en que éste se realiza, de sociedad en sociedad. De esta manera,
equiparando e! desarrollo político con la construcción de la poliarquía
b~Ís~.h.~:.:;~1~~~~;a~~-ti~:~~;;~;el~:;;Ir:'i~~ãt~:;;l.~~~i~1};'j~I~Llll~s.r rnencra po11t1ca ue e evar rcno PNB. or su parte,
RUemsch Q. Lemer roceden a comparar los níveles de movilización so-
ciárà~os'"j)'Or·· tia sociedad, es decir, los grados de decadencia de!
vasallaje comunítario tradicional. Por lo contrario, otros análisis se dedican a
identificar los sindromes de desarrollo político, con e!Jin~g~ostrar su des-
igualdad de sociedad en sociedad; tal es e! caso de ~mond ~d.Q esta-
blece los criterios de secularización y diferenciación de lo po ztzco; y dE:,_fl:e ~uan­
do fragua los de capacidad e igualdad política, para apreciar asimisrriil'cómo
y en quê medida ha superado cada sociedad las seis crisis que en sus postula-
dos presentan como inherentes de todo proceso de desarrollo: crisis de iden-
tidad, de legitimidad, de penetración, de participación, de integración y de
distribución.
.lJLÇ91LS~~P19.~.X.P9~~eort~.e ~ c~~~a.~!!!t_satuvieron una carga
i~<2!2.~~S'!~!~ íii.~!!~8~~~T~,~r,r~![t~mP:..&E.~1nciJ?i~~·F
~~~2~-~~~;~9na:~.!~l.S.~~.J?,r2aS!d~'l)}~,J!~;.;',~~'l!Sdi[[el~IT~durul~~d8
~$.,~<lin_vlo ·_:po l_nco: lO as as saCie a es camman a esp azarse e a tra 1c10n
''illillffftí~modernídad uníforme comparable ai orden contemporáneo
de las sociedades occidentales. Así, la primera carga ideológica se refiere a
esta concepción acabada de! desarrollo que postula la orientación de éste ha-
cia ~,!$':i'<!SSi1!',J23:2S!.!<.~!.l:"ii de la~,diferensi~~paran a las socied'~
extraocódentales d~ las occiC!entà'!es. Así pues, se niega o desprecTãla per-
''fffiéilêlaê!e"lãâpãr!ãêl<Sn'êferaii.trõpólogo: e! análisis de las tradiciones esse-
cundado respecto de la realización progresiva de la modernidad. <?.!1:'cJ;~S~,
*1~~~~~~,'~!~~~~li~:~k;~(e4~~,~i~K~~l'J;::~~~~~2ff.rtr~~
·'Illaterratãl"'·~ercerrvtlTil.'ãoesnet!e~sãrrã-"'fa-'·'que·--noso1õ~'erm:rr;';u progreso
econômico, sino además.que logre un modelo d~,g<l,~po liberal Xpluralis-
ta; por esta razón, supori~ied'aâes e'fi'vladeCíesãrroflo importen
íiiãsivamente los modelos occidentales de gobierno.. Por último, e! desarro-
llista contribuye de manera inmediataa,legitir;tar etpõd.erdêTos princii;es
en el seno de las sociedades extraocciãélltãl'éSt'Côffiõ~lõ'"'tiêilêflüilãeSarrôllõ
'~~ao·ãaO,êry~g~Xhi~,-a~~arioü~~~e~~~~.~-~"';~plicable; también
s1rve para mov1tizar lOs recufSoS necesanos para re111eãiaTiõS"ahasos.
De esta manera se advierten todos l9s peligrosqu~efrd'í'!ão de una
empresa que, para rehabilitar el método comparativo, tiende a confundir las
é"''-~o>''-''·~CZ'C>•F'"'"'i-'<<~~=<>="--"''=----
EL MÉTODO COMPARATIVO
19
~s. Ahora bien, no todo lo que e! comparatista ad-
ncuc que es mstmto entre uno y otro orden político, puede reducirse
fuerza a estados mcompletos ní puede borrarse por obra de una mera técJ:~~
gu?ername~tal. La actualidad política lo demuestra de manera mu clara·
s:na superficial considerar que los conflictos islâmicos, los fracasos d~ ai w-;
regimen afnc~no o e! funcionamiento peculiar de la vida política de la Jdia
sof ~~os resi
1
fuos, se?ales de atrasos en e! orden político racional y univer-
~ esarro _Ista, m:'s. que salvar ai método comparativo, ha acelerado su
~sta c_nsis, P~y evid~nciada or estos procedimientos tiene
es caractensticas· crisis de! . r . . '
1."'·=.·-.··.'.f"""'~"''.-~.· , . -.--.--1-!!l!.Y.~.!ê.é!.!§l!l,~~~~~ ~~--~~pucacron ).:: cns1s ãe
..?-!..re a~_wnes~;~~~~1s Çà!IDJ?álJ~!!yg de Ia histona-:---~ --==---=.,..~........
La crisis dei universalismo
E! 'li ·
ana SlS comparativo clásico, y particularmente su faceta desarrollista des-
~ansa':' en un doble postu_l!:do: lo uníversal de los con~tos y lo uníver;al de
-~~~as. Êsta dôble proiesión de Ie uruvefsaTISfãrern1te a una'"~c~o-n·v-~-..~
eplSLemmógj.ca· d h b Iccwn
... -~-·-· --i~l;!!l...~L~. er en ella una ciencia de lo oolíti~ ·
de conceptos aphcables ai cofijüi1tõ"éfe~iã8"S!1uaâones-·blrt'·~-7~!!:' ~ s~ge
rresporn:!l;" a tn"preiúíêíõ:erâe""uelã~éulrufãnô"lntfrvl~~:s, ta.mbien. co-
mente en la. e ab.or.a~ci·--=--r·--···-·'1:.........~·-.,·~-êl..--~· ~- Sigmficativa-- . . . .. on ue 1as categonas nara anansisru~ -··1-·n=~,
los oi"ãenEene--,'t'"~"'"""'"?''"'""'"'"""· --------"·~~-"""--- . en a 'ecaura de~J20l!_Icos conrormados y que si=en co =--"-""""-'"'"!~-~
cw y el2o. -----·--..........,.........~ ---..~q.;;.........,,.__:l_~~~!::Z~~<;;OS!;'.~!:,~.-e,,ê_Pa-
--rstã7 tima afirmación es más paradójica y más frágil. AI declarar de esta
:era I~ tra~c';lltur~l de los conceptos y las prácticas políticas, e! método
parati~o c asico solo pudo refugiarse en los axiomas desarrollistas· una
:;: descubiertas~-cY,ferencias culturales, sólo tenían un valor residuai des-
. do a ser_::!_erse a meâi'ê!ã9..Ue8e êl'ectuaralamõãerruza--",_'"""ef'""'""~
~s, os c~êpfcís-seelàl)õ'fàrõn"ség;rnêr;n.rrüa:aw-e~W~:~~efc:;~r~=
~~al~s, ~s_de~Ir_. como una racionalización utópica, acentuando su aspfcto
.::,s s~gmficativo Ypermitiendo interpretar aquello que los separaba de las
t
si a~wf~esilcdoncretas y reales, como debido a los restos de una tradición tan
omasac eaisla 1 d , .. ' -. , r par:' postu ar espues su desaparición progresiva. Por
;jl~~plo, s~sul?oma I~ existencia de un tipo ideal de burocracia racional-legal
ef tose Istinguma de la burocracia camerunesa o china más que por e!
b;' 0 resid~al
1de las J?rácticas patrimoníales que, como tales, no modifica-
E
para na a a esencia uruversal de! fenômeno burocráti"co
sta · . . ·
perspectiva no pudo resJStir un doble ataque. Primero e! de las rácti-
cas nohticas aue.. en. l..u""ar d . --..~-~............~..,..·:r·"'"'""'"'"''"'''"'"'"'"'·"'"'"'""'"''•"•E..........-*"'-""""""'""""'~- ' 0 , e acercarse a un moue1o universal no de· d
c...orr.ob.o.. ra..r y am.'·"'-'li"'a""'"'l""d·~·"t'"'·"'"'"'"'"'''""''""''''''"''''"""'"''·"'v'-'"'"- .. ' - ''an e-.- r a IS anc1a ue - ---·a- ..,..... _,,.,.y,.,"'''"''""""~'~--'·-'~-'"--"'·'-"""'«:.:k--,.-,_.,,~,,
êfuêlõ'rãror"'1"'~'(('='·""'''"'"?'""'"$L,,,~,~,~..~P...'r~....!~~~' Los estados afncanos
model~ . . a ~ epen~encra ai pnncrpw deios afios sesenta casi calcaron e!
ést fu mstifucwnal occrdental: a medida que construyeron su vida política
0~, e mostrando los procedimientos de surgimiento de una política que n~
P Ia reducrrse a l~s modelos conocidos y que se expresaba por medio de un
conJunto de mecarusmos de hibridación, y también de apropiación e inven-
. i
20 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
ción, que muestran sin lugar a dudas que e! cambio político no corresponde a
la obra de una matriz universal. Cada vez más, los movimientos de ~içi_ón
fuera de Occidente se or!!anizan v movilizan á""pãftirde-unãlemátióiaelo
:~~e~ü;"'Sillquese·pu~aa~oo-n~iaerãr"r-az<Wíãõremente,,que~'S(;fi'~Tliftiffio
coletazo de una tradición que agoniza.
su~M~%~icã!~t~~:lira~F.Ftt<fM!~s!f~1'ãl~~~~~~~t~iª-c!~~~~~~~
~áesües"pecifichtaa·y-·aeTa"iffipôsiOThãáãcl<!""urnv~salizarlo, tuvieron,dos
efectos en e! propio seno de las ciencias sociales. Para empezar, un renovãdo
~l~Ji~Icf~~c~~~~i,lõ~;'1~-~~~~~~g~~~ta~~@r!l2~:-<fti;{re1~~ad~aa~;~
variedad de los escenarios políticos; de ahí también, y en esa misma direc-
ción, e! redescubrimiento dei concepto de cultura y dei análisis cultural que,
sobre todo a iniciativa de Clifford Geertz, vuelve a inscribirse en el análisis
comparativo desde princípios de los aftos setenta. E! segundo efecto fue e! de
precipit~dr~dtr~!:'l,Ç,~~el';•.~.~':!-
1c~~!!:.i2,!!,~•.hi~!?2:!;~,;_d<;.J2
0. !;?f,~-~~ci<5J1.~~-!.?-
moderru a po 1_tica oc_ciuenla__ . oi esta encuentra tantas 11cunaues para
'üfllVe:rS'ál~ã'!Sêc'Y'llflàliDellféªt!ãcasa en dicha empresa, acaso sea necesario
analizarla de otra manera, destacando las circunstancias particulares de su
surgimiento. Esta nueV').JlRSl~12&,!l!Jlist<)rica dei Estado y de lo político occi-
dental fue iniciada po(_~a~~[~~~que se inteE!~g~çerca dei na-
Clffilento de la democracia, y me contrrUaãa tanto p~erryAriderso ·~
objeto de estudio es la aparición dei Estado absolutista, COJ!}QJ?,2 Tilly,J
que se interroga acerca de la génesis dei Estado-nación, y po{R,!_I~IJ:2J>:~ ue
efectúa investigaciones respecto de la legitimidad popular:::t::os po1Itólo,
gos occidentales, ai regresar a su propia historia, descubren que su jerga,
que consideraban universal, en gran parte sólo sirve para explicar una tra-
yectoria de desarrollo político. Así,
1§.~E:.~.2~.~~,~~g~,,d.ts
1..!;'lii.9.S!~~j~~E:~~~.~!;;.!:l;
1,
tativa esnacio núblico v sociedad civi son categonas e a stona occiaenta"""""""""'~~jr'&.''"""'"""",J;;~:'"~.;.S<••'"'"''~""'"';co<~;";-"'-','';~c''"~·~·'<7':"•-o:-">'"'-"*"-"~""·"'''"'">;"'·''f'· ,,,~_,,,w."r"•'''-'•"'''"·"''"'"'·"'''-"','<'~-·~r·.<e;":<''-'~-"'"-'~~H"I>W•))!i*''-"i':'li'i
~S~~;~~2~t'Js1~~lmi8~~~rr~~~~f~Pc;;~~~Í~~~do com~rativo..clási-
co: sus partidarioscreraí1CJ.l!<têmn1e~'[ªil:íi.n~~çQ:Jiill:Y'~.L~it4~:1~:9;üêià
)JO!Iríêâ;-ffi~ieãfí~air~sõtô·eíêcf1laoà!tsú"c~2wv<trasiqnç~..c~r !<tJ~~~a.a:ê~a
·.·..cíenêía~i>:§!~H<:aoss~a.~ri~~~-~J?Iff:~n.a~!§~iQtr!'!>."'~~ a!.i~~go..e~!~:tJI~~:so,~-
..;~~~~:~e~~~hlifl~~~~xM~ldi~t~l~W~êt~;ã:~;~li~~~~~~icf!Rt~L~t~m:
""Jiéfi'êôn!íiàêFadó hÕmo ~neo cqri(fêfu~siadá.íJreê'ipitãdórf. EI efêêtó"dê
"""des-'compôSiêíOn"que ªgúio aesfâ prhnerã Cfisis f1le âptl!iúllante: e! des-
cubrinüento de lo específico afectó profundamente a la definiGión de lo
político, que ya no podía presentarse como algo diferenciado universal-
mente, ni territorializado, ni tampoco relacionado con la hipótesis weberiana
dei monopolio de la violencia física legítima. Cada vez es más azaroso pensar
que lo político por fuerza remite a un ámbito definido de acciones, a un espa-
cio territorial cerrado, a la construcción de un monopolio, ai cumplimiento de
una forma de legitimidad. zEs posible entonces ponerse de acuerdo en una
definición universal de lo político? zResisten la crítica de lo universal las
EL MÉTODO COMPARATIVO
21
definiciones prop':est~s por los políticos de los anos sesenta (todas muy rufe-
rentes, por lo demas), epoca en la que e! behaviorismo y e! desarrollismo esta-
ban relacro;>adas con ~lmismo triunfo? zSe puede afirmar en rigor que es
posible defmir a la pohhca y reflexionar acerca de e11a independientement
d': las cultur~ y de las.~istorias, y que éstas, para producir lo político, rinde~
tributo a una junsdrccwn uruversaJ? lES pues razonable fundar · ·
Políf ti d f' · ~ una Cienc1a
rca co:npara va en una e Inicion de lo político ai mismo tiempo bas-
tante amplia, extensa, rigurosa y funcional para aplicarse con provecho orlo
menos.a todas las so.ciedades ~on~emporáneas? En realidad mucho!mal-
entendr~os sed~~Ipanan y se evitanan muchas simplificaciones si se recono-
Ciera la ~posibJ!i~una definición universal de lo político; si se aceptara
que ~ljil!f lo_E<J]IIi~~~ !ieney~J2t~~~pátirol'lãrãàõordar la investi ación
de. ias Ciencras J?.õllticas sino qu.e por 1· -----~t..•&,......~--··~·,..-~····~~~~-7 -~ • -=- __ , ·- .' o con rano, sena1ar sus def1rucwnes
.~~~~Q.Jlll~<~_das_co~!i!':IX"-'~!lo de los o~ de la
a;r;;slí!j!C~9!en__s!~!l!2_aS soci~es. En efecfu, eSfo equivàie a aecir queTaeriSTs
e uruversahsmo por ~ âfravresa la política comparada supone que se
dude dei des?los~ a pnon dei objeto político, su aislamiento demasiado pre-
ma:uro en e! mtenor dei todo social; uno y otro corresponden a modalidades
vanables de cultu~a.en cultura, lo que obliga ai comparatista a emprender
una empresa socwlogzca mtegrada.
Este recurrir a I~ cultura~ ~ Ia ant!.2i?_~~l' a la historia su iere el des- ·.
I
r ~.t dei conocimielJ:~!;ruanz;.'!..qiZ.Il:'!_l·!··E<:.S•.i?.·•.!;.!'!sc9.,e! s9.nocimie~z;'lilvérsa-l·l·
'el!!:f~rn~~~jQ_que=~Ê~!!}~~~~i~}::~! !~~~)õ "conqetO sin'-la?ã"CôStas i
1
1. ~~ersãl abst~cto . Este traslado: aunguenecesârió;_~ d~ de en- I j
~: illal110~J?!ljgr~~'--<J?2.'C.~!:.~!'.s!:!!!:~!>l":!'dose de ciencias sodãles âünãue j Idesaparezca to o lo universal? ·C· ··· · 7 .......... ,c-·····--a···~-···- ·· .,.,_ ' '__. - - • ~==;"'""""'-''"""-""·..~··,~·-;·-~~,~~,.-~"'"'""" • t orno sena una Jerga e CienCias põlihcas •
que~~ hmztara,a reu:':r los vocabularios políticos particulares de cada cul-
t~ra. tPar~ que serVIria u~a compa_ración que se limitara a yuxtaponer los
drferentes tipos que se consideraran mcuestionables?
r Por e~_:;~ones,L~_crític~~~' u':';iy!;rs~li~~-debe ser moderada, sobre
I toéi'Onõrnue es evú1ente nue numeroso a:·· ~~·~~.."..·-·=·..............,..,~--· 1r----.r:rti.---:c:
1
..._.,........................,;_............... ,•......•..~1'.~2,Ç~.~lffilentos SOCI<Ues v nolí.ticos I
l
~11,2a_ cu .ar 10s aue nertenecen a un nivel ab t ···'"-"''~"'-~"-"""",;.'~"="'"'-~'·'·""'"~"4"'"",J;,.=~ '
··s·.'.·· .-...-,-·.··-··r·.."...•...~"............................._..........,.........,............~U...'!.Ç$QLÇQ.!lti.eJ:1ep lna dzm.en-
wn ';!!llv..ersar:~'?~.;onç.!:l212~' c9~el d~êciõnsõciã'C;~··;I;;Ta"d~Hne
' "!reoerf,y~...<:ll!lSt: _a: normii)I<I:J~í[centrõ"''"êrífii!ã'âe!Ôbll'ac!ó;{
tI po~ d~moviig:.ªçión slsFen la crítica <IêTare1·E~..~ ~-- ·!
r qllêcõmpe1e arrilétodo cêírri!JaraHvóeleétilarilllaCia~frr~~~1§lf·~~;~~ar~;~: 1
1
no se ha emprendido de manera sistemática y que consista en distinguir ~ los
l
~~~~J2s transculturales: los primeros estaríanre-
·. r.:~cton~dos con determinada hi~to~ía """Põrêii:êl"e, no pÕdrían e~ortarse; en
camm(), .I<J~ co~tos transc;:~!_urales podrí~ unfvers~lizars<:..Y ~nde­
ftm1ãscül~ EStãrabor cntica eSiiidíspênsable para superar los procedi-
mientos de! metodo co;nparativo clásico y para elaborar un nuevo método
compar~hvo que sea vahdo. Empero, se aclivinan sus dificultades, ya que la
drstmcwn entre concepto monocultural y concepto transcultural no dejà de
ser ambigua. Puede definirse como transcultural a un concepto de dos ma-
neras: ya sea porque ha sido elaborado dentro dei marco de una teoría o de
22 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
un modelo analítico cuya pretensión universal resista la crítica (este es e! caso
de los conceptos de acción social o de obligación política); ya sea por<;~ue re-
presente en lo abstracto a una_c~nstrucción pol~tica situada en e! ~spac10 y e~
e! tiempo pera que, en la practzca, haya adqumdo un valor umversal. As1
como la primera acepción no produce demasmdas confuswne~, la seg~da
puede dar lugar a malentendidos: si bien es eviderü':' que lo~ Objeto~ políticos
inventados por determinada cultura pueden adqumr una drmen~IOn ~mver­
sal también conviene establecer hasta qué grado de desnaturahzacmn o de
hibridación conserva su identidad el objeto en cuestión y puede ser represen-
tado por un concepto único y singular. Los conceF:tos deburocracia,. ideo-
logía, de exigencia, de reivindicación y de p~lítica pubhca tienen una h1stona
y un modo de incluirse en la escena política, pera que poco a poco se
universalizaron. En cambio, los conceptos de Estado, gob!emo representati-
vo, nación y soberanía pertenecen a una historia de la que no pueden des-
ligarse sin modificar profundamente su contemdo. N'? s':' sabe el resultado de
conceptos como totalitarismo, democracia o legihmidad popular, cuya
evolución es muy confusa. Estas aspectos delicados muestran que e! meollo
dei asunto está en e! nivel de la definición, es decir, en el enunciado de las
características dei concepto. Así pues~~~garat!!ta.l:.;;!?rresponde consi-
derar la cultura y la histo;:}a_pa;:a distm~~ esJ4!,S.ÉL.~e~t~ los mveles õe
"ãõsTrãi"ctl55lctenmãêoncet!ô, y no.~:!~.~!:!;,!!,h!~ '!flêre~~~mos
~ve!eS.Tor eJempfõ, orêfen pohtico o escena ~
' tica son !êrmmos más 'a'6stractos y umversales que Estado, palabra que
indica un modo específico de estructu;ar dicho orden,o escena. ........... .
,,1ª segvnda_dificultad consiste pre~Is~J:.!;,~~':SIC~rse ~!l e~te labernüo
, )?rod;;~d,?ct'Jr la J;T~Iiêlaâ êle Ias ãetrm_99~es que L~Cibe r~~
. concee os .e a CiencJa política. Porello: ~I metodo.coml?~ativo supone la re-
'Clücc"iõn prêvlàêle eS!l!15'b1l'Seffila que dificulta la dJstincmn entre lo monocul-
tural y lo transcultural. Según como se defina:'~ Estado, és!" puede pare~er
universal (como mero sinónimo de escena política) o especifico (~1 se. d~fme
mediante los atributos que marcaron su invención en una .trayectonahi~tonca
dada). Así pues, este riesgo de confusión orienta el trabaJO de defin!ciOn qu~
debe efectuarse respecto delcontenido histórico de losobjet':s analiz_a.dos: SI
éste no se define bien mediante un concepto y una terrnmolog~a específicos, la
comparación resulta irnposible e ilusoria. Eã. c.o.~a..~a.~.·~ta ge~~ftalar, nom~.•
~
brar y definir lo específico de cada etapa e s~t!~~l'-t;,'ia~ar,su.s
· ", · - ible"e"%'or!ad6n su osible efecto de híbnda- I
-~r:~~~~~~~~sk~~::::::.ren:~~ã]eaütàc ono. . a. , cc1on suitêri'iã 1ca. e estasaT~eiiguajê dei compa~
·taJta suele crear una ilus1on,de transculturahdad e nnphca por e~lo un desli
zamiento de sentido. Por lo contrano, con e! uso en la len . a on ai se corre
e! riesgo de declararia incuestiona e s eCI ci a de su SI ca .o: n reãli-
a , a ope n e a ucc1on constituye un pe gro flar.a e. _ana ISIS compa-
rativo y debe vigílarse muy d~ cerca paraconservar I;> dislincmn entre los con-
ceptos universales y los especificas. Por ejemplo, esta claro que e! concepto de
EL MÉTODO COMPARATIVO
radicalismo es específico de la cultura francesa y que no debe confundirse
con lo que expresa e! térmirlo inglés radical. Ei término libéral, que en Francia j
expresa elliberahsn:o econon:Ico y una concepción restrictiva de la interven- G
cron ~e! Estado~ enCierra la rmsma trampa, pues en la cultura estadunidense ,,,
se r~f1e_re a.un Sistema de actitudes de izquierda, que propicia la intervención ~~
red1stnbutJva dei poder político. De la misma manera, la palabra árabe !,· -
Umma md1ca un modo espec~fico de construir lo social ai designar a la comu- )'
mda~ cornpuesta por e! conjunto ~e creye1ües, con lo que impugna la con- ''-
cepcmn terntonal de orde;t socmpohtico. As1 pues, por sus implicaciones polí-
ticas rermte a una categona pr.op!a qm; no puede confundirse con la categoria
de Igles1a o con la decom':·:udad rehgwsa. Otro ejernplo, la palabra dawla, ..Y
que con~ ~xcestva prec1p1tacwn se tradujo como Estado, conceptualiza un or-"'('21
den político que no pue_de expresarse con los conceptos de la sociología polí- !:; .
tlca occrdental y que solo se traduce con una larga perífrasis· este ténnino t.;.J
debe ~onservarse.~ara expr:sar un_concei:to específico de una ccltura. t;:::
As1 pues, la cns1s dei universalismo solo puede superarse reordenando a' .·~ ··
fondo las J~rgas de la sociología política y, ante todo, abandonando la ilusión '
de q~e I~ Jerga 1deada por la ciencia política occidental para explicar su
prop1a h1ston~ es uni.v~rsal. Desde luego, este tipo de trabajo corresponde a
una obra de critica teor~~~X~~~Il2,mie!!~2lóa.eero tarn~~~ slle~üf co
'Yde manera g~Qnlar~a,1a~.~~92!!lEJ:~"'·'~;:~!'-~9:~~i§!'L.~ínca, gu~r
una parte c<;ns!:':te e':!.S~.'Dft9.!:'.~~!L!'?~.~?nc!'Etos de lá soélõ!ôg~a pofítica cone!
sên!iâo ~e ã'anTos autóctonos a lós'o15etos····oiíticôs''~lf'-~·~"'~---cr.;:
Signan r~ p~~~0~~~!i'"'C?iúPãffi~"IaS?Jéã~:rélêríS'ti~1~md~!Ttf'ifj-~íhTnr:s:defiruCionesãé'lôsôõ[efôsreãles'ltrusl'iuésellU''on''''''~'-·~"···cr--'-
--"-"'"'"'"'"'='"-""''~"'O/r.--,.--.,-,~',-..,_,,,.",,,,,,.."------·""'"'·-.%·'~"""""""""Cl'l""-''"""":e"''k";,"!;~;.~;~)?,2~en.
La crisis de la explicación
lnevitablemente, la crisis dei universalismo que afecta ai método comparati-
vo ?esemboca en la cns1s de su fa~ultad explicativa; ~dmitir !l~!:2,ç~os
f:scF~~t:~r1~~~f~ii~~]~~~~~irNt1~$~~~p- p~r_Icu)ar,_el~:sa~tnsi?,!;>,;. Por lo m1srno,la nueva tendencia explicativa
.que se ~e ellD cu1i'Rüla en un modo de exposición rnucho más modes-
to, aunque rndudablemente más válido.
En efecto, la explicación política ya no puede afirmar la existencia de un
factor detem;Ypanteiw;tiY,~sal que tr.as~ienda las culturas y las historias. Es
fofzoso a~rnitir quea h!pofeSIS ya se msrnuaba en Ja mayoría de Jos trabajos
cornl?arahvo~. ;EUuga!_9_1:1~-~~e_o~o~gaba ~~~er~~.2:~~$>_m!f,~_g~~~e
<;2_,nsJdera umve'!~·''E~J:iã!!ICii!ãrll'íen!Impo_mmTe y nó se encontraba sólo
':n' Ia fraãiciÔÍÍffiafXTsl~fiiünisrno rnêdlante Ias Hifi'ãéstrüêtür:15,
~rocTamado pôr' éstã8,1ãl vez ha sido muy nocivo para e! análisis compara-
tivo denvado de ellas y ha trasplantado a las más diversas realidades históri-
cas e! misrno tip<.> de cuestionamiento explicativo, creando así la ilusión de
una transformación parecida de las sociedades. Sin embargo, y de rnanera
~-~
24 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
paradójica,~n~-~~-~a~n,· ~~1_!Ll~~a2_,,2!}~p.~~~~I.!~t2-flq~J~j=~S.~~~Q~""des­
arrollistas, que ramoien parten âel pasMado de un desarrollo pohtico que
rmàêtn15lito ai desarrollo económico.
E! postulado, que es e! núcleo de un esfuerzo comparativo, es doblemente
azaroso. Supone que en todas las culturasse consi!z.çw~!l.!',COnomía de. una
misma mãnêrã~···u:e-s1Cãf'ticwããon'êon1õ'sõc1ârjr lo político es de la misma
·naturruêzaTtruv~~ãr.1lsta..cõnêepClõn'êl!illinã'unâ'parteeséncia! âel objêTo
·ae!'mêlôd.o''cõmpârãtivo, que es el de comparar los diferentes mo.dos de ar-
ticulación entre las instancias que componen e! JUego sacra!. Adernas, encuen-
tra una fuerte oposición en la antropología que, por lo contrario, demuestra
una gran variedad <l~.lllQçigs de construc_S$;14g,lp ~-ç2nómico y de sus rela-
ciones con lo sociaf"~arl f§WY lueg~ Dull'_~~~ost~;,a,nmgue lo
~.!'2!!!ls2..!19JI;f?.~~.~~~~~!2!'.2~~X.~.~~~~':'~'l~~!;..~~.!,~ttoue la hiStoria occrdenta1 v aue, en camuw, en e1 seno ue ouascw<was ~ •= o-
~·ríã·s··se~êflêüêfltrã'tí:fillêfii~l:e u encajonado'' en el orden social. En su análisis
de Tanzania, Goran Hyden demostró que en el seno dei campesinado el j~ego
económico no puede distinguirs~ de las relaciones sociales comu~tanas y
que así no apoya ni su autononua como _mercado, .ru la mterv~ncton, en su
seno, de los actores políticos, que por lo m!Smo considera extran1eros.
Por lo demás, e! determinismo económico da por hecho lo lmiversal de las
estrategias, las cuales sin embargo se elaboran de manera histórica, conlo <J,Ue
remiten a lo específico. Si e! determinismo ha goza?o ~,,,J favor de las ciencras
occidentales, probablemente se deba a que la exphcacwn con base en lo eco-
nómico reflejaba.una dimensión importante de la ~storia o.ccidentai: y que
sobre todo remitia a la estrategm deteruda por las burguesias conqmstado-
ras" cuando relacionaban de manera consciente su éxito econômico con el
ejercicio de un contrai activo dei funcion~ento de.las institucion~s pol~ti~a~,
y por ello cone! proceso de democratizacwn. Este vmculo, establecrdo histori-
camente entre la empresa ec~mómica y la empresa política, ya no es ru ~v.er­
sal ni exclusivo de los demas factores para explicar el desarrollo economico
europeo: su extensión forzada a las demás historias plantea la lmifo.rJ7lidad
de las estrategias desplegadas_POr los actores y~ P?r eJemplo, supon~na que.e!
empresario saudita o indonesw adapta a przon, solo por su profeswn, el rrus-
mo comportamiento que e! seguido antes por su colega europeo.
Todo esta indica qu~'":.!J:>'"~,!gi[~~'"'~~~l~&lltiX,_2",!12"t~lt~[~},tJ.!;~,~f:lj~
En realidad, la referencra à la cultura sug.ere que e! mismo tactor no siempre
es pertinente, ni tiene siempre la misma pertinencia; que no todos_ lo~ actores
sociales lo perciben de la rnisma manera, y que por ello su papel hrrutante no
se reconoce de la misma manera en cualquier parte; que su modo de Inser-
tarse en los procesos sociales no es objetivamente e! mismo dondequiera;
que, por ejemplo, en un contexto de individualización de la~ relaciones socm-
les, la pertinencia y el alcance explicativo dei factor economicO no son los
mismos que en un contexto dominado por la fuerza de lassohdandades co-
munitarias.-~~li<fad, e! propi~CD_I1_c!"pto_~J- determ:ru~mo _tiene 'TL.
~.2!1 culturaJ7F que descrd5e1â-á~-~'l,d~à<;!~!T!Il:;.~o!acfor en
--~istema de si~;}fi~~~!ls q~~Qüe en a gunas cillturas, como p~
EL MÉTODO COMPARATIVO
25
la otom~a, el determi~1ismo militar se prefiera al econômico, sugiere Ia im-
portancia de las conqmstas y los recursos armados en la historia dei mundo
tur;o. En todo caso, e! método comparativo puede establecer como objeto de
anahsis a esta plurahdad de los modos de organización de los determinis-
mos social7s. En cam_bio, si su objetivo es comparar los hechos sociales, tiene
que r,<;J?';'diar ~lqmerm~~o monocausal de explicación, so pena caer en
e! artiliéw.
. Esta interferencia entr~ la ~ultura y la explicación y esta indiscutible diver-
s~dad de los modos e~J;hcativos contribuyeron a poner en duda las prettm-
swnes causales dei aná!ISIS clásico. Así lo evidencian los
hacia e!
se interroga acerca las a los
sistemas políticos e;uopeos, distingue entre la vía y la dictadura,
que mcluye a las VIas fascista y comurusta, e intenta explicar por qué las so-
ciedades europeas emprendieron caminos diferentes. Cada uno de estas ca-
minos proviene de una secuencia revolucionaria diferente: Ia revolución bur-
~en el caso de la primera; y}a re~~!~~~~,~~"~'~J4iRa, por ~âi:lvãd'êl
prmc1p:, en el caso de la segund:ã;Ia,r~;;BlV~!~~tL'I!;"W~~g~s con predomínio
campesmo en el caso de la tercera. Aunque Nfoore se inspira en conceptos
que toma prestados de la socwlogía marxista, se cuida de indicar un determi-
nismo apriori y de refe;irse a una lógíca causal. Con más prudencia, pretende
establecer las caractensticas que constituyen lo específico de las secuencias
que precedieron a cada una de estas tres revoluciones, y por ello e! principio
de estas tres regímenes. Esta lo lleva a evidenciar la pertinencia de los mo-
dos de organización de las formaciones rurales preindustriales y a situar en
el tip?.de ordenanue~to que caracteriza a éstas los elementos que explican la
divisiOn de estas reg1menes. Los aspectos de estas formaciones sociales se
prec~saron con b~se en t:es criteriOs elaborados teóricamente: Ia importancia
r~l~hva de Ia aristocracia y de la burguesía, e! tipo de economía rural de-
flllldo esencialmente por la relación sostenida con e! Estado y la orientación
más o menos revolucionaria dei campesinado. Por ello, el análisis_ efectq~_do
~n~rJn&~aõ~~~~E&a~r~~1ti~~~ctê!i~~~l
crl5iiTa"'nalúraFe2:ãêlê éâ'da"lir1â'd'e'ê'8íâ:8'IõrffiâêTO;:;es;pues é! ~õósTiüd'e
~raãreVê1ârTã''éorrês'anãênCiãseciienrzaren!Pe ún~.fe forma:
~po de régiffien:l'or eje~plõ~mueStrãqu;;TãrevõfücioncampeShta
~ue greearõ]Ls~mift~]tL.éKLfll~<:o~istaesilivô-[!r~l!,ill.IIma::Je­
~~~~iza2~!?.';;:,!.'!ª-"SQ19.~5!E.E~~:5!.~12.li!!f@.'}'s1'!<2Jl!:li'·.e'i!.s~<;.n-
__k_________
26 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
cia de una agricultura rej?!!,~~ por la tradición revolucionaria del cam-
pesinado. Erãutor, consCiente e a realidad de las mdlVlduâlidades históri-
~4ülmite que la revolución burguesa predemocrática está precedida por
dos tipos posibles de secuencias: el tipo inglés, caracterizado por la apertura
de la aristocracia hacia la burguesía comerciante, el establecimiento de la
economía agrícola comercial y la escasa tradición revolucionaria del campe-
sinado; y el tipo francés, caracterizado por la agricultura mucho más repri-
mida Y-122':.una tradición campesina revolucionaria.
Er(Rokfa--;;),ncontramos una iniciativa de la misma naturaleza cuando
recur·ntar'i'ríé(odo de las "diacronías retrospectivas" para elaborar su "carta
conceptual de Europa" y explicar así la diferenciación de los modos de des-
arrollo político practicados en Europa. Esta iniciativa es radicalmente opues-
ta a la del determinismo a priori: Rokkan comprueba de manera empírica
las diferencias entre los modos de construcción estatal y nacional tal como se
efectuaron a través de Europa y luego se remonta en el tiempo para indicar
las varíables que pueden explicar esta distribución. Rokkan describe esta dis-
tribución de manera geográfica, y comprueba una fuerte oposición entre el
Oeste, caracterizado por una construcción estatal precoz, y la Europa Orien-
tal, donde confirma el orden imperial agrarío; en cambio, en el centro domina
un modelo de construcción estatal tardío, contenido durante mucho tiempo
por la resistencia del sistema de ciudades-Estado. Otra oposición distingue
una construcción nacional rápida y más bien consensual en el norte de Eu-
ropa, y en el sur una construcción nacional más tardía y conflictiva. Esta
comprobación empírica !leva a Rokkan a deducir la pertinencia de cierto
número de variables que contribuyeron a estructurar de manera diferente el
pasado de cada uno de estas tipos de sociedad. Así, parece que la oposición
Este-Oeste fue preparada por otro modo de economía, que provocá el triunfo
de la economía mercantil cerca del Atlántico y el de la economía rural en las
regiones orientales. Las diferencias en el centro (la "espirra dorsal"), desde el
mundo germánico hasta el mundo italiano, fueron preparadas por un orde-
namiento territorial diferente, caracterizado por la proximidad y competen-
cia de los centros potenciales, es decir, por las ciudades que podian ser el
punto de partida de una construcción estatal, mientras que tanto en el Este
como en el Oeste, la extensión de las zonas rurales impide este tipo de com-
petencia. En cuando a las oposiciones entre el Norte y el Sur, remiten al
juego de la Reforma y por ende a una variable de tipo religioso.
Esta iniciativa le permite a Rokkan dar una explicación comparativa en
la que repudia al determinismo. El interés de su trabajo es sobre todo mos-
trar que ninguna instancia es el origen a priori de los procesos políticos: la
variable económica explica el proceso de construcción de un centro estatal en
Europa, aunque en combinación con una variable territorial; en cambio, no
interviene en la explicación de las modalidades de construcción nacional que
incluyen una variable religiosa. La elección de cada una de esas varíables y la
definición de su grado de pertinencia no se efectúan en función de una teoria
causal a priori, sino mediante la lectura de las diferencias comprobadas de
manera empírica y de su interpretación con base en proposiciones de natura-
EL MÉTODO COMPARATIVO 27
leza histórica que permiten situar lo que caracteriza la secuencia que pre-
cede a cada uno de los tipos sefia~ados. De esta mat;era, la oposición entre el
Norte y el Sur de Europa no sup1ere ~mguna pertmencia económica, pues
desde este punto de vista la soc1edad mglesa y las sociedades escandinavas
son sumam~nte diferentes; en cambio, el episodio del renacimienlo religioso
Yla oposJcion. de l~s países de la Reforma y la Conlrarreforma sí le dieron
bases. La distrib';'cion de los modos estatales no se explica sólo a partir de los
tipos de ec~nOima que preced1eron a la modernidad política, ya que enlonces
las diferencias entre la Europa Occidental y la "espirra dorsal" de E · _d · ·fi d . . uropa per
en su SI~! ca o: la histona que preparó esta distinción no es sólo una his-
tona eco~ormca, sino también una historia territorial. Así, la construcción de
estas vanables se hace al abrigo de toda pretensión universal que es pertinen-
te en la explicación de "la carta conceptual de Europa", y a e;o se limita.
Ento~ces ~e plantean varias problemas. El prímero es el de la naturaleza de
la exphcacwn. Tal como se elabora, se limita a destacar las secuencias histó-
n_c_as: la ~eforma precede a una secuencia temprana y consensual de conslruc-
cion nacw~al; laContrarreforma precede a una secuencia tardía y difícil de
constr.':ccwn naciOnal. Aunque Rokkan no habla de ninguna causa, siente la
lentacwn de aventurarse un poco y de racionalizar esta concordancia buscando
aquello de la secuencia pasada que explique la secuencia histórica siguiente;
por eJemplo, ?bserva que un factor unporlanle para la socialización nacional
fue el s':'gnruento de las Iglesias nacionales divorciadas de Roma como con-
se~uencra de la Refonna. Así, sin darse cuenla, el autor pasa del ~ero sefiala-
miento de la concordancia histórica a una deducción cuya fragilidad ya se
conoce ~ que ~opper denuncia más que nadie, llamando la atención en su
caráct~r mlmtivo. La concordancia de la Reforma con la construcción nacio-
nal: lComo .f:enmte.deducir que la formación de las Iglesias nacionales causá
la mte17acwn nacional? No obstante, la prudencia de Rokkan evita que
desvane: SI ~my una causa, no la presenta como única, y sobre todo la muestra
como una sm!?lll~dad histórica, pues es muy cierlo que sólo es pertinente
~~ntr? de la ~sl?':a europea, que no sírve más que para un tipo de explica-
cwn situada hisloncamente, y que no puede generalizarse al conocimienlo de
lodos los tipos de orden político.
Otro problema.se debe precisamente al modo de construcción de este obje-
to ~mgular .constituido aquí por el proceso de diferenciación de las trayec-
tonas segmdas por la histeria europea. Su sefialamienlo es empírico y se
comprende gr~c1as a la dislribución geográfica, cuya coherencia busca el
autor.-~ora b1en, nada permite establecer la pertinencia de una distribución
geograf1ca; la J?roximidad territorial no puede considerarse a priori para un
factor de smulitud que tiende a clasifica_r en la misma categoría a los países
vecmos. Sm em~argo, esta lectura geografica es la que le permite al autor en-
contrru: ~iferen~1as y concebir las secuencias que las establecen. Esta manera
de cla_sificar, fragil en realidad, !leva.a ~okkan a fijar tipos geográficos que le
perm!len superar la mera yuxtaposicion de los casos conslituidos por cada
uno de losEs_tados europeos. Ahora bien, precisamente el reconocimienlo de
la carga histonca que contiene cada modelo de desarrollo político !leva al
28 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARAOÓN
comparalista a un análisis que, a medida que ~': afma, hace qu<; cada ~~lado
constituya un caso particular cuya comparacwn con los demas JUsliflca la
movilización de un número de variables que aumenta- sin cesar. En esto cae
inevitablemente Rokkan conforme define su modelo y rebasa las grandes
tendencias que advierte en la distribución geográfic~. LN? es ellímite pnnC1-
pal de la explicación secuenC1al -para aclarar la diversida~ de las concor-
dancias históricas- el distinguir siempre las trayectorms políl!cas, encontrar
siempre otras nuevas, en realidad tantas como Estados ha~ en el mundo: es
decir como colectividades marcadas por una histona propm? Para defmrr a
estas' especificidades históricas, el comparat~sta tendrá que recu~~ir a un
número creciente de variables, superar las facilidades de la deduccwn y, en
realidad, inclinarse por la 5~JJ;!!i.~, ,. .
Casi en lo mismo incid~ Pe;:ry ~;l~~?lYEn L Etat absoluttste nos muestra
cómo la constru;si~!:'~9!Ut~":I!2~R~2}~!:!~!~.!E~.R!de~'C5!i.d~J:d2!.d~r.!!.~~Ia
de fuerte1eu'ãahzaciÓ!l'lue..~Ig~!l.9~2.'l!l'!~.!;!,~~~--~~ auton a .. a compro-
ba:êlón-êmpíficã;"êonstruiãa én esfe'rtiVefC!e gerterallãaã,pfõp~c~a una de-
ducción: la fuerza del Estado..s<:Ef~.f'l!:'El~r!.s!'"-Ji!..l'!,!!'.E.!~l!:!<:Lsi!'..,!ttS.~~ de miridad y, põrtâítfõ;ãêfgràd~"'!<:_!eE~~~~~-~.:?.?ll!'da~. ~'",é~,~~peran as
'tenaenCTàS"~§~ãf~}t[i€2~~~,S2!i~@!!ar ~tr~e~tona fustonc~ real, la __
ã''á' ''"7
'' ' •="''fiá~~s variab~s~oJ:lfuJ:den y secomplican. Por r'
lr..
i~t.·~.-.I.~~~&.n.:.t;~.~.~.·.:I>.•~.•~..•.·.~.·.·...~.~-..n·t·n·.·····1··.~.-~..-.s.·····.~.ms..•..:..·.~.Í.·Qd;·ri,··.·.··.~...·.···o.-.~.
2
.-.·~.•.:.-.;.t.~.-...~...:·s··u.~.d.!'·····o·~.·.~~'.S!~I···..·.·.,
yae·reu'la!lsffiõ;"'etcétera) ,{,~~f~;í~~~~hl~~ci{;81~;iJ.~i6§~~~~~ 1
1~~.;;~1S~*'5~ri~~&~tisn·de esiae-üípa illterffieJfãnó"ê'"rseCURCf'!t'fb~ ·
qüêpermite construir el análi~is de casos si~ares co~ _otras b_ases distuüa~
de las monográficas, al perrmtir la comparacwn y propiciar hipotes1s exphca
tivas, aunque sean parciales. .
El se do modo de expli~ción al que recurre el método comp~o es
e'M'!~~ra'sâ}irilaaaeseleê!~ii9roveniente de la obra de ~a>(~_e~:r;y, :n
particular, de~'f:t!ú!f!fe"p'Yo1êstithte. La ruptura con la pretenswn cauSll:t-es aun
más tajante: erj?royedõãe'Weõ"l!r no e!:!$~~~-eJ <;.W.t;!hsTo d_:ter· ,.
minaba al rotestantismo o viceversa, smo buscar los elementosde ai'lnlâad .
~ClabanTaSoiTãanâãdãêüllõfõtrõ."Esteproyeéf<JIIl!VõiiTsociólogo
' alemán àiii.'õSt.rârâe'"'<fté'"'ffiâll'êra'e1prôtéstãntismo, al ren?;ar las ~onstruc­
ciones teológicas del cristianismo y ro~per con la co:'cepcwn m~diadora de
una Iglesia dispensadora de indul?enCias, transformo la Salvacwn eterna en
la principal preocupación del mdividuo, haciendo que se de:"ostrara en la
tierra que formaba parte de los elegidos Y. que ?esplegara un Sistema de acti-
tudes compuesto de ascetismo, de mvesl!gacwn_ del comportamie~to y, por
ende, de racionalización de sus acciones. Estas onentacmnes se anahzan como
otras tantas afinidades con el espíritu del capitalismo y, por ello, como funda-
mentos de la solidaridad que une a estos dos indivíduos históricos. .
El provecho que el comparatista puede o?tener de ~sta lectura es ~;arl!cu­
larmente valioso porque, sobre todo, perm!le constrmr de manera logica el
EL MÉTODO COMPARATIVO 29
!azo que une a un tipo de cultura con un tipo de construcción de lo político.
Por ejemplo, este es el proyecto de quienes estudian el vinculo entre la cultura
cristiano-romana y la invención del modelo estatal occidental o, en una pers-
pectiva más estrictamente comparativa, el fundamento de las tipologias esta-
blecidas para mostrar cómo diferentes tipos de religión remiten a diferentes
tipos de orden político. Así, Samuel Eisenstadt distingue Ires tipos de articu-
lación de esta vida con la otra y observa su afinidad con Ires tipos de concep-
tos del orden político, el cual es valorado en tipos religiosos como el chino,
que se orienta principalmente a la vida en este mundo; se margina y apenas
se considera legítimo en religiones como el budismo y el hinduísmo, que se
orientan principalmente a la otra vida; se construye en forma de tensiones
con lo espiritual en religiones como las de la familia judeo-cristiana; que lla-
man al hombre a actuar en la tierra para ganar su salvación en el más aliá.
El método de las_~~~.'!.<!~~.electivas, igual que el método secuencial, ti!;!!e
~~~~~~"~~;1~"~1~~~~~~::~~~:i9ti-!rakJ~~-d:6&r:~~
aeveTiflcacíõn:·;;rbíenéü~erãn:msrsêffiiJiricõ"fe-~-v;;;:m;;ã;::~a-
CiõnãeiOSãõstipos que se consideran afines, es mucho más difícil establecer
con referenda a quê principias se basa esta correlación; si en efecto hay corre-
lación entre la expansión del capitalismo y la del protestantismo, lesta afi-
nidad se explica con referenda a la preocupación por la salvación, con referen-
da a otra característica o, por lo contrario, como sugería Trevor-Roper,
mediante la incompatibilidad del capitalismo y de la Contrarreforma? Si exis-
te una afinidad entre los tipos de religión y los tipos de órdenes políticos, lSe
explica ésta siempre con base en el modo de articulación de esta vida con la
otra? El alcance explicativo del método comparativo termina cuando se corre
el riesgo de reestablecer el universalismo, la causalidad simple o el evolucio-
nismo.
La crisis de la relación con la historia
I
Por último, el ~odo comparativo clá~ico resui!§.2!:Eillll~X!t!'~tad<;>~r su l~êapàãdadpara definirse respecto delãiílsroria e inle!í!:_ar en su análisis la
Ji.~~:§~~l!Tfõf.'?!>J~~~~l~~~-~"S<JiB?..e~~?]õill arâr::g!:~~­
~.n..ocnn.i:!:'!~··ª·:1.:st~-~m:;.~~1.5?.!!-.!~"l~."~E~!~~r:"i!'l~2:~~-~~al~;."~g~E!'- .rac1pn, ya que a no cons1aerar mas que ma1westaCiones mme latamente
··ron1e1nporáneas, el análisis corre el riesgo de dejar de lado todo lo que la
profundidad histórica revela de excepcional y singular.
La decisión de no considerar a la historia se ha expresado de dos diferentes
maneras en las tradiciones del método comparativo clásico: una ha sid<2_E~U­
rriendo a una e,Est:,';);?h~~behavi~~.!.::.~ l~J!!.Jl!.Si~!'~!:J?.2!t~Wa
]ü~tona SOll dos WSCIE_1inas ~fita~ lll~~n({i~!:;~t;:e SI; la ot_ra~ f€CU-
rriendÕ a po~tu~~~cuãlês lãlUsto!:~'L.'l!:'.•senJ.lã'!.f!EYlOrt_l'J'Or
ello está sÕirietlâa·a determmaa:ãte'õríããe1a sociedad. La pnmerãêlê estas
~uê predõi'illiló-Sô1írerõãoen'êrêonfextôãelos anos sesenta, define
el papel del politólogo y le atribuye la misión de observar el funcionamiento
...........· · - - - - - - - - -
30 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARAOÓN
dei sistema político, fijar su medida y delimit~r sus normas medi~t': técnicas
de cuantificación. Esta iniciativa pudo aphcarse tanto al anahs1s de los
mecanismos de la vida política como ai de los comportamientos políticos. En
uno y otro casos, los resultados de las comparaciones efectuadas son las-
timeros y a veces delicados. . . • .
EJ análisis beh viorista e los mecarusmos de la v1da pohtica tuvo como re-
sUl:tãdo"pãr ·cu ar os anâlisis sistémicos, que conforman ai conjunto de los
papeles políticos propios de una soC1edad como un s1stema, es decrr, como un
conjunto de elementos interdependientes que forman un to~o coherente,
identificable y destinado a prevalecer. Sólo desde e! punto de v1sta compara-
tivo, estos postulados encerraban cuando meno~ tre~E!;I!.o~J:'~!".".;~pezar,
la construcción sistémica se basa en una defiruc1ón a prwrz de lo .!?Ph~co, por
éfeffipíõlaãs;giíãcióilãUtõrilãrá:'(í'êVãiOr;;8ã1ãqüêSerefíereJJaVlã~ast'?n,
que se considera válida en todo momento y en todo luga~ y supo~e ~ue ru el
tiempo ni la cultura la afectan; así, establece una concepcw!'- esenc1alísta de lo
político, es decir, nominalista. Desd"' lu~l'o, lacomparacwn r~sulta conside-
rablemente insulsa: postular una definicwn uruversal de lo político !leva a un
ejercicio meramente formal que consiste en -~contr~r ~n cada e~~acw c~tural
los elementos que pueden avalar la defimcwn apnorz de lo político; as1 no se
consideran otras manifestaciones más significativas de lo político propias de
cada una de las culturas.
E! segundo peligro es que esta definición ~sencialísta de I'? político, a~ada
ai postulado de SU persístencia, lleva a COnsiderar transhiS~.'JS!!!.e.).".~J?,!a'i!'-
caS olíticas y, or ende, a restar 1mponãilêia ãSi:i8'!§~!§1~~!2!JliS-La aes-
cnpcw que e ana s1s co '<fél'lãstõrlô'frec1!"ll.elo poTitico es la de una
secuencia histórica relacionada con un estado prec1so dei amb1ente que Easton
en realidad no analiza y cuyas trasformaciones competen J?rec~samente ai
análisis histórico. Ahora bien, este análísis revela que la descnpcwn de lo po-
lítico propuesta por Easton, igual que los mod~s de articulación en e! med~o
social, convienen a un momento preCiso, es decrr, pertenecen a una s1tuac10n
y un contexto dados. Finalmente, la asignación autoritaria de val~res y la
mancuerna pregunta-respuesta, que constituye la base de .la analog1a ciber-
nética dei modelo de Easton describen los logros de lo pohtico en la fase dei
Estado benefactor, el cual su'pone la centralización de las funcio":es políticas,
e! que éstas se hagan cargo de las demandas de la sociedad, la e'."stenc1a pre-
via de un comportamiento de la demanda que impulse a los md1V1d_uos a
transformar en exigencias de asignación las insatisfacc10nes que expenmen-
tan en sus propias experiencias, y I;' clara difere~ci~ción de un espacio priva-
do demandante y de un espacio pubhco beneflc~ano: es dec1r, elementos que
remiten a una historia singular: la de la aventura occ1dental. Inev!lablemente,
e! que este modelo se utilice para las comparaciones lleva a efec~a.r una des-
cripción totalmente falsa dei flmcionamiento de.loss1stemas pohhcos extra-
occidentales y de los tradicionales: una descnpc~on a1en~ a la real1dad. .•
El último peligro es que el postulado de per~1stenc1a inherente a la gestion
sistémica lleva a disimular o rest~ri~_E.?!.!~c!a ~]a~.:!:.~tu~~~ y a_}edu':~ lo
es~~~!s2SJE!.-~l:!.91:~~~~S~J!-~..9E~J:§!!!'~~ esTa
•'...<" -----
EL MÉTODO COMPARATIVO 31
manera condiciona estrechamente lo singular de su trayectoria. Las crisis que
distinguen a la hístoria china, y que en particular marcaron e! reemplazo de
una dinastia por otra, no pueden compararse con las crisis que han marcado
la transformación de la sociedad dei mundo musulmán y están lejos de re-
mitir a modalidades universales de autorregulación, como sugiere la pers-
pectiva sistémica. Así pues, e! comparatista debe ~cliente no só!ode la
~i~~;:~fr~fct~e~f~~r~~2~!J~í~*th~<;~~~~
como por!a"mêliferenciación-, ~tam~J:_§~.e t~~~l2-~~fico~<!e
1;y~:s'TH~[r~fo~,t;~c'Ie~~r~Í2~~~~:~:- roduce las mis-
rn~um-,;re~~ncieiiãiõSinifrnõEt'~êlr"~~õs:lSise·erêFmãoon~maen­
cra,aãpOrrêSUitãrolülãcde~pcron=M<f!mFo~üs préciSiones~ de fos com-
portamientos electorales correlacionados con un conjunto ·de variables
sociológicas como la práctica religiosa, la clase social a la que se pertenece y,
en menor grado, e! sexo, la edad y el nivel de educación. Esta configuración
puede dar la ilusión de que es posible la comparación; más que nada muestra
diferentes correlaciones entre = y otra región, entre uno y otro país. Así
pues, también esta prolongación comparativa depende de que se considere a
la historia, como por lo demás lo sugieren las últimas orientaciones de la so-
ciología electoral. Para empezar, el análisis múltiple de los comportarnientos
electorales sólo es válido cuando considera al contexto social y político y a la
manera en que modula Ias correlaciones. Ahora bien, incluir esta variable
contextual significa sobre todo que se atiendan las tradiciones políticas de
cada unidad geográfica, es decir, sus traducciones históricas, que se expli-
quen sus correlaciones y que se dé sentido a las comparaciones. Por lo
demás, sólo el análisis histórico contrarresta las ilusiones producidas por la
correlación, pues permite elaborar hipótesis acerca de la naturaleza de los
vínculos que unen a las variables. En un célebre análisis dei comportamiento
político dei departamento de Sarthe, Paul Bois mostró que dicho comporta-
miento precedía ai comportamiento religioso, que e! acontecimiento acti-
vador que fue la Revolución francesa dio pie a alineaciones políticas que, a su
vez, provocaron alineaciones religíosas: la hostilidad hacia la Revolución ac-
tivó sobre todo las prácticas religiosas. No obstante, en otras situaciones
puede verse que e! comportamiento religioso antecede ai comportamiento
político; gracias ai análisis histórico, e! Voto republicano y el voto de ízquier-
da de las minorias protestantes dei Alto Loira parecen una manera de prote-
ger la identidad religíosa. Así, cuando los comportamientos se analizan sin
atender a la historia se corre e! riesgo de no lograr sino una explicación sen-
cilla; cuando se pasa a la comparación se corre el riesgo dei contrasentido y
de establecer, con base en correlaciones parecidas, analogías entre situa-
ciones distintas en realidad y remitir, por ejemplo en el caso de la región de
Sarthe y dei Alto Loira, a acontecimientos políticos que dependen de pro-
cesos sociales muy diferentes.
~~~d:1-~,E~~l~,~i~!2;,ir,~~~~~~~~:I~~is~~"L~~,.!:~~s
~r_arativ,~~-9l!!'.êl?..,.~.e~.!.!:~~~!.'?.~~'?••'?&:f~ 9~; ~- !...!::};~.!!..er~qU,!:!!:' s!:n-
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32 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARAOÓN
tido .!l!l1J~oria. E~te,,~~'~álisis ma~~ist.~_r de ~s sociologías
"'êVV!ucwrustas:'E! anlilisis marxista afirma la suceswn lmeâlde Ios modos de
p~s sociologías evolucionistas han dado lugar a una pluralidad
de sociologías de la modernización, todas las cuales se basan en una defini-
ción precisa, armoniosa y universal de la modernidad hacia la cual conver-
gen todas las sociedades. Como ya se vio a propósito dei desarrollismo, no
todas estas perspectivas culminan en una verdadera comparación, pues se
limitan a medir los desfases.
Quizá !a soci2)ogía marxista se encuentra aquí con e! principal freno a sus
posibilidactescomparativas, pues tiende a efectuar la comparación a partir de
dos postulados en particular limitantes: considerar a priori 911e todas las his!g-
r~!~izan bakelefecto de la c:!usal,i;dad econômica y_que a_!ravies~ P!/!
las rnismas etapas,~ue_se definen con Sase en modos de prõãiicciOn_unn_':er-
-~.-mprríllêroe estos pos!ulããõses particülãfffienrepellgrosõ;pues
_,,.. supone q~~?~g}i~.R~~~~is~!.~' en t_~d~~~~~~~X,.;D~-,~9~q2J1!~!4
~~;,}~~Q_!fl;f'_EE:~-çg~1~-gQXl€ljittE.~f!:?.?~.~~~·~!~.J~~,3~.-~. ~S~L~,~-~Y~~9:?~~!1-
]i'!:~i'?_~·qê;~rqui~d~~rnii;a ~iem_Ere a i~~~~-~d~más instancias. El segun-
·'do postlilàâà't'õnsictera Insigmn'::.,antesa T?,YlOYii~rferenCilS qu<:jacuJtura, ia
políti~ y cualqUlerÕtrâ,}'jSfãill;-l!.E,Ued_a':'~ab ~~.~~~.l!.._gg.~,l~,ll~-
~.9l!'C!'e1ãSêl11l!tl11][1f.~.Ç,l,!l.nas histoncas. Asrmismo, el propos!lo de m-
'êluir ef ''moã'ôãeprõclucCíón asiático" para analizar a la sociedad china y a la
sociedad india revela más la confusión que una verdadera posibilidad de
sacar al método comparativo marxista de su claro etnocentrismo. En cambio,
hay evoluciones más reç!~J~~~"g~e _p2r~s~rpá_s decis!~-~-~j~ 1ue Sêo/põflên
cons~~d~ ~uevg)a pl~'§.;[§~]:~ J:tist~i~~ãSé_u tura~.. ara em-
pezar, esteêSel"Caso~marxismo cu1tu"'fã! que preten'ile"con..:iliar, sobre
todo en la historiografia británica, la inclusión de las condiciones socioeconó-
micas y la de las características culturales propias de cada cla~l]lO ~Jllii­
ción de la manera en que se forma la conciencia de clase. As(E" p;~~sort
muestra cómo la experiencia social, la experiencia vivida por"ã!ttã"""'éoiecn'Tf-
dad, y por ende cada clase social, conforma su particularidad y explica sus
diferencias. Desde esta perspectiva, el sociólogo, en lugar de subrayar lo que
tienen en común las clases obreras, destaca las e,~l!J;.!Jar· de los modos
de formación de cada una. Con la misma lógic<!; Per~~~~ê.'?E: n su inves-
tigación respecto a la formación dei Estado absôlmíslà, se esfuerza por modi-
ficar la teoría marxista en que se apoya con el propósito de establecer que en
cada trayectoria cada uno de los modos de producción se construye de mane-
ra particuiar y que esta manera específica se toma la base dei análisis compa-
rativo. Por esto, e! autor modifica la orientación explicativa dei marxismo al
establecer que ésta no se interesa tanto por la pertinencia de las categorías
universales en que se basa como en la particularidad de la construcciónde
dichas categorías en cada historia: el orden político, las ideologías y e! derecho
coinciden en esta construcción y, se toman elementos aclaratorios y de___çqm-
paración. E! autor aplica este.proyecto ai análisis. de la diversidad de los mo-
dos de producción feudales en la historía medieval europea, de donde obtiene
la explicación de la pluralidad de los modos de construcción dei Estado.
EL MÉTODO COMPARATIVO 33
34
LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
tiempo por esperas precisas, intereses particulares, frustraciones y fracasos,
y también por e1 efecto de un contexto formado por las relacwnes de poder y
las conexiones sociales entre los actores, así como por !?s mo~elos cul~ales
aprendidos. Analizar como tal unJ'~~ de mvencwn J;Oh.tica eg~val!'.a
aislar sus"_f!lspêêtoS'nl~S[~~~f§,~~.I. a~!~car lo p~ecano de su mven-
~1les:y'WillaJ?1acwnes ue s?J.oE.!:l!'~:.~J?,:'?.:~J!je la duracri'l'n,
~-··' • nte de la mo · cacwn aêlos narametros ãe su on~.
;;~~,~~=~~enciãaeTaíliStõriã:àm<§"!~~~~~~~!~et 'l~fis com)lt
rativo un descubrunJeri~.i!~!~~s."Cõmo.mâ.Jco CRar1eSTII y, otogra J.ar
t!fi~Cõên uil momento dado eqmvale a prefenr e! p_oder ):' no la
· " 1 JegJ'ti'mo y no lo ilegítimo la relación y no la accwn social. EnopOSlClOll, O ' , . · · J J
efecto, la representación estatal de un orden político penrute aJSar a estructu-
ra y la organización que garantizan la e~cac1a ~elJ?oder, m1entras que la
0
osición no remite a la misma permanenc1a, o mas b1en no adqtuere per~­
n~ncia más que en su aspecto más actualizado y, por ende, menos desesta_b!li-
zador. Por las mismas razones, toda descripción fija de un orden pohtico
permite deducir la existencia de una fórmula de legJtirmdad que haga que lo
acepten los gobemados; en cambio, tiende a ocultar (o, en todo caB?; a restar
importancia) a los fracasos de esta fórmula, a su desigual pe~etracJO? en los
diferentes espacios de la sociedad, así co':'? a ':>. elaboracwn de formulas
coincidentes de deslegitimación o contraleg1~acwn. Fmahnente, la perspec-
tiva estatal de determinado orden sug~ere que este descansa en un modo dado
de estructuración de las relaciones sociales, dejando así de ~~~o las produc-
ciones estratégicas y el establecirniento de nuevos tipos de ~ccror~, y dudando
de lo perenne de las relaciones soc1ales e mcluso la pertinencm de que se
consideren. , 1 f
,Finalmente, la historia consti~!:'~-~~-!'."'~'él!!.a os e ectos
ne~'õsã'e'íllí'~~soi:l~gt· Una comparacwn 51ue'lli5ã&êri'11~
a a histona ede suponer la existencia real de grandes conjuntos o totah-
d d O e! 11mundo musulmán" o el 11
mundo occidental". La mtroduc-
a es com d ·1· ·
ción de la historia multiplica casi al infinito las unidades ,e ana JSJS, esos es-
pacios políticos que merece~ ~islarse y co?'pararse. No s~lo esta divers1dad
compete a cada espacio poh!ico que asp1ra.a la soberania y, por ello, a la
elaboración de una escena política propia, smo que dentro de cada uno de
estos espacios de soberania apa~ecen h~storias pro~ias que producensu
propia tradición política y su propm relacwn con lo pclítico. Por eJemplo, s1 se
declara que la Revolución francesa. tuvo un efecto estruc~ador en l.a c_ons-
tru " de la escena y e! 1·uego pohticos de Francra, e! anabsJS socrohistonco
ccwn · 1 ··asrthmuestra que este efecto estructura~or no fue el rmsm.o en a re~on e a e,
estudiada por Bois, en la de Vendee, estudmda por T~ll~, en Pans Y~e! Alto
Loira. Así, la referenda histórica lleva en una re reswn mfmlta a umda~
análisis c~ãSfilla~~~ê~ll§.É~,~S!,~.S2!P-J?!r~_ '"~.~~;:1.~~~~!!!~n-"-"''""~"'~ti'~w,._..,. · · 'tigadón i;_on.Siste i>n erectuar a comoaracJO
ClOneS YlOS ~,l!J~ ·-~"~~ .9-,~ ,~~~'"~;:~~: _$0-~"'"-""·"''tl'',J);A:<"'"'2"i"'*"'·~~,.,'"';.~'>"~"""''"~""""='P"'"'~'~~~'-"~~"'""
·'"""""""''·'•'""'='"""."m'".·v.eT N.ln"ún mv.. elde onahs!S es ~timo en SI, E!'fio S!;l !:!'C.c-en ut::~.errmnauo . ~,.,;.~""~"'"""""'"'-"'"''"'·"~""o.;:,.,,,..,_,,_..,,..,""""1~--- -'a""'·~,,~,.,._~ t ·a -."".-'~"'-·"'"ti""
Y'-~-...~~~-"'-~ ·' d · la definiçión previa e ooje o e a mves -aon smo eSJ?i;>ê!!?J.~,'!,l,,.,,,,S}gl},,.,.,~.•,.,,..,,,.,#...·"'•'"f' ,,,,,..,,.,,.,d,.'~d·-e't'e''rYm'-'J'n"'.·'a'·"a''~o·"n'"J,-,ve
_.,""''"'''~"''''""···--··-a··,. -----~ · " pane apre erenCia e 1ve1.
,_8~S!,e~I.;:.,~--"-""';,~E~~~J2I~-~;;!,._$l'!;l,~.~-~'<······-~---'·--=-~-:. ,.._'-~:-;- ..-.:-.·c--", ,.-_,,,-.,,,.•_,,.,.,.,.,"'·'·Y-?;'""''/,~.::"'"'""'''·"';u-,,-,~.~~
EL MÉTODO COMPARATIVO 35
36 LA COMPOS!CIÓN DE LA COMPARACIÓN
solver estos asuntos varía según los autores: si bien Tilly se inclina cad~ vez
más por mezclar su tarea con la de! historiador,.los autores de la ~ornente
marxista permanecen mucho más cerca del cuestion~m;.ento s~ci?lo~pco, so-
bre todo practican e! análisis tipológico y basan su practica en hip?tes1s mera-
mente sociológicas. Si bien para todos, menos para Tilly, la f'nond~d corres-
ponde a la macrohistoria, hay una gran dlfere~c1~ entre la <:lin;ensJOn de sus
comparaciones: Rokkan se limita a Eurof'a y E1serr:st~dt, Bend1x y Anderson
declaran la pertinencia de un cuestionam1ento sm limites espaC!ales o tem~?"
rales. Por su parte, Moore y Skocp':'l consid~ran pertinente una explicac10n
fundada en la elección de las vanables pnmeras, en tanto que Bend1x Y
Eiseinstadt se oponen a ello y se limitan a la orientación e interpretaClón de l~s
diferentes trayectorias históricas. En pocas palabras: p~ece ~'2!~
histórica carece.de m~;stg~~!:l['/.~S'l~]!Çe~~~~'!~:'-~?~'t~~~
~rêgrãsSTªõCoffiúnes~<;~,,~;~~-~,!~e~~-~~2~~=~,-,~.J~m~~~J;,2!.ca_ a uno
''fôS'fmemõ'ttlS'tlê"ê'§!fw~C!ptmá.
''O''c'--''~}! ,,-,+,'C-f.;o,',.,;,_-<"fi•' ,-,•c,,'C_.E;,"C-'-"""'·-~-
LAS NUEVAS ORIENTAClONES DEL MÉTODO COMPARATIVO
Tanto ]a crisis de! universalismo como las imprecisiones de los modos clásicos
de explicación y la necesidad d~ considerar de nuevo a la historia han llevad~
al comparatista a renovar su meto~o, sm que~ la fe~a s~ cuente con un :naru
fiesto de! nuevo método comparativo. En reahdad, este hende a constrmrse ai
contado con los nuevos paradigmas de la ciencia politica: e! redescubnrm.ento
de! análisis cultural y la reconstrucción de la sociologia dan lugar ai anális1s
estratégico. En este camino parecen conformarse algunas tendencms cuya per-
tinencia conviene apreciar. En reahdad, parece que las .actuales ~endencms
consagran e! regreso a la sociologia weberiana y conshtuyen e! mtento de
volver a utilizar e! paradigma de! maestro alemán para establecer las nu~vas
bases de! método comparativo renovado. Se sabe 9ue Weberno el~boro su
teoria sociológica con base en la enganosa enteleqma de la soczedad smo en_Ia
acción social, que se considera una acción desplegada por~ actor ~ ~ecc10n
de otro a partir de un sentido compartido por ambos. As1, Weber md1ca que
e! jueg~ social a! mismo tiempo que es interactivo tiene una base ~!""al._Po­
dría decirse que e! nuevo auge de los conceptos de cultura y de acc10n sen~l~
la vigencia de la obra de! sociólogo alernán: no obstante, los problemas teon-
cos y metodológicos planteados por e! us.o conjugado de estos.dos.conceptos
y por los análisis provenientes de ellos md1can las mconvemenClas de que
estos conceptos sean las bases de la nueva empresa comparativa.
El regreso del análisis cultural
E! análisis cultural tiene ya un siglo de existencia, pues 1?inician;n durat;te la
segunda mitad de! sigla XIX los antropólogos anglosaJones. D1cho aná!JsJs
provocá conflictos en las definiciones, las cuales conoCleron una amphtud
EL MÉTODO COMPARATIVO 37
raramente igualada por los demás sectores de las ciencias sociales. Este con-
cepto, cuyo propósito fue analizar las sociedades primitivas caracterizadas
por su reducido tamafto y por su gran integración comunitaria, clifícihnente
podía ~ervir, sin un previo examen crítico, para explicar el fun<;ionamiento de
las soCiedades modernas y efectuar comparaciones entre ellas. En particular,
era rnenester superar tres perspectivas. La primera tieite que ver con la
definición normativa de la cultura, considerando a ésta como e! conjunto de
los valores compartidos por todos los miembros de una sociedad. Si se define
un valor como un concepto de lo deseable, es difícil reconocer por decreto
que las soCiedades mdustrmles modernas, complejas, diferenciadas y conflic-
tivas, puedan definirse con base en un sistema de valores impuestos de
manera uniforme y unânime en su seno. De la misrna manera, la definición
histórica de la cultura parece poco pertinente, ya que supone concebida como
Ia herencia transmitida de generación en generación de acuerdo con un
modo riguroso de reproducción social. Esta construcción, aceptable en e!
caso de las sociedades traclicionales, en las que sólo se considera legítimo a!
orden que se apega a la traclición, de ninguna manera conviene a las so-
ciedades modernas en las cuales, por lo contrario, prevalecen e! cambio social
y la innovación que se opondrían artificiahnente a la cultura. Ahora bien, ésta
también se encuentra sornetida al cambio y a la innovación: así, Ia compara-
ción fundada en una concepción histórica y reproductora de la cultura seria
engaftosamente estática, postularia la perennidad de las culturas y, por ende,
de los modelos políticos con los que tiene afinidad. Habrá que expresar otras
reservas, esta vez respecto de la construcción behaviorísta de la cultura,
comparándola con un modelo de comportamiento que, si no es e! que siguen
todos los rniembros de una sociedad, sí es e! dominante. Además de que con
las técnicas de observación -y sobre todo e! sondeo- se corre e! riesgo de
exagerar la importancia y la difusión de este modelo de comportanúento, es
decir, de invocar su existencia, es imprudente situar a la cultura en el nivel de
lo inmediatamente observable, segmentaria según los tipos de comporta-
miento, y sobre todo relacionaria de manera tan estrecha a! efecto revelador
de las conjeturas. No obstante, esto es lo que hicieron Almond y Verba en su
gran_investigación comparativa acerca de la "cultura cívica", con la cual pre-
tendJeron destacar e! comportarniento político de cinco países (Gran Bretafta,
Estados Unidos, Alemania, Italia y México). La (relativa) regularidad obser-
vada en la producción de los comportamientos sociales, delimitada de mane-
ra dudosa y frágil, se integra arbitrariamente a una cultura sin considerar las
interacciones sociales, la perspectiva que se tiene de las instituciones y córno
se originan las situaciones en las que se despliegan los comportarnientos. La
comparación se falsea en todos los niveles, no se concede la debida importan-
cia a lo específico de los modos de construcción de lo político propios de cada
soc1edad y se invoca engaiíosarnente lo universal de los cornportamientos
mediante un cuestíonamiento único, que se aplica a todos los indivíduos de
las sociedades estudiadas. '
Recientemente se precisó una perspectiva semiótica del análisis cultural
que ha permitido superar varias de estas dificultades y propiciá su uso con
38 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN
fines comparativos. Clifford Geertz, qu~en también rede.scubrió a W~ber,
definió a la cultura como el sistema de s1gmficados conoCido por los miem-
bros de un grupo, el cuallo aplica en sus interacciones. Esta ~onstrucción es
menos limitante que la definición normativa: Geertz destaca jUStamente que
e! juego social no supone que los actores sociales compartan los mismos ';alo-
res sino, más sencillamente, que dichos actores se comprenden entre s1. De
esta manera, la cultura remite a un código de significados que, como Weber
sugería, le da una orientación social a la acción. Asimismo s7,.acaba con las
trampas dei historicismo: un códigoremite,a una construccwn lo bastante
abstracta para ser compatible con la ~ncluswn dei cambiO social, lo~ efectos
de la innovación y la ruptura. Tamb1en se evltan los peligros dei anal!S!S dei
comportamiento pues la construcción semiótica permite, distinguir cl~r~­
mente cultura y comportamiento: la cultura sirve de gramatica, de prmc1p10
estructurante de] comportamiento y remite a la abstracción; e! compor-
tamiento se refiere a lo inmediatamente observable; la cultura pertenece ai
patrimonio común; e! comportamiento a lo plural y conflictivo. Geertz u~a
la metáfora weberiana que considera ai hombre como un ammal suspendido
"en las redes de! significado" que é! mismo ha tejido e indica todo e! prove-
cho analítico que puede obtenerse de esta construcción semiótica de la cul-
tura: para actuar, y sobre todo para renovar su acción, el individuo-actor
debe producir sentido; a continuación, éste organiza e! juego social, !e da
poco a poco su configuración específica.y así ayud~ .aestructurar e! compor-
tamiento dei conjunto de los adores soCia!es. E! anai!SIS cultural renovado de
esta manera permite que e! anális~scomparativo I:onga e~ perspectiva los
diíerentes sentidos que dan a lo políhco, en e! espacw y e! hempo, diferentes
colectividades, y, por ende, las diíerentes construcciones de lo político que de
aquí se derivan. La consideración global de este s;ntido pernut~ observar
que Ia diversidad de estas construcc~ones de lo político guardaafrmdad con
Ias construcciones de los otros espacws de! juego soem!; en particular, llega a
conceder una importancia particular a lo religioso; organiza los ritos Ylas
creencias que se refieren a lo sagrado colectivo -que en las Formas elementales
de la vida religiosa Durkheim definia como "la expresión concisa de la vida co-
lectiva" y, por ende, como la cristalización de este sistema de si~cados que
se produce con el ritmo de la historia particular de cada colectiv1dad.
No obstante, esta construcción no resuelve todos los problemas que
plantea ai comparatista e! uso -a pesar.~etodo necesario- dei concepto
de cultura. Es más, e! nuevo auge de! anahs1s cultural ha provocado nume-
rosas discusiones que no se han zanjado verdaderamente.. Algunos.críticos
destacan las dificultades dei método, ai cualllaman operacwnahzacwn de la
perspectiva semiótica, sin dudar de sus ba~es. Otros se sitúan .~n un nivel
más teórico y llegan a rechazar la vahdez m1sma de la cons1rucCion Y, el pr';;
yecto derivado de ella. Los primeros, que podemos llamar metodolog~cos ,
plantean e! problema dei conocimiento y, por ende, de la .c,onstrucción.de la
cultura dei otro. Esta dificultad es la verdadera culmmaCion de la cns1s dei
universalismo que hemos analizado y se debe a su traducción en e! conte~to
propio de! análisis semiótico: zse puede despojar a! s1stema de los s•gmfl-
EL MÉTODO COMPARATIVO 39
cados que forman la base de una cultura extranjera ai expresarla en la lengua
dei investigador, es decir, a partir de su propio sistema de significados? E!
problema que ya encontramos, a propósito de la reconsideración de la uni-
versalidad de los conceptos, se plantea de manera más sistemática, ya que así
se extiende a la representación de todos los elementos de! sistema de sentidos
utilizados por los demás. Para resolver esta dificultad, e] análisis cultural
recurre cada vez más a Ia lingüística; al usar los métodos de esta ciencia social
logra que no se pierda e! sentido por efecto de la integración precipitada (y
sobre todo torpe) de otros sistemas de significado a! código cultural propio.
De esta manera, e! análisis de los vocabularios políticos permite identificar
mejor las características específicas que distinguen a unas culturas de otras:
así se abre un nuevo campo de investigación para la política comparada, e!
cua], ai poner en perspectiva los términos empleados en cada lengua para
designar a las instituciones y las prácticas, ai interrogarse acerca de su eti-
mologia y de los sucesivos deslizamientos de sentido de dicho léxico, puede
conocer cómo se construyen en cada sociedad las expectativas políticas de los
indivíduos, sin que se definan con demasiada precipitación mediante las ca-
tegorias de! sociólogo occidental.
Otro problema de método se refiere a la dimensión de las culturas y, por
tanto, de cómo construye sus modalidades e! investigador comparatista. zA
partir de qué momento, con base en qué criterios puede considerarse que una
colectividad social posee una cultura propia, es decir, un sistema de significa-
dos que la distingue de otras colectividades? En realidad, e] concepto de cul-
tura se emplea anárqulcamente para designar tanto a conjuntos amplios ("la
cultura islâmica", "la cultura occidental") como a colectividades muy reduci-
das, ya que de la misma manera se puede hacer referenda, por ejemplo, a la
cultura propia de una aldea. Desde luego, e! problema puede resolverse me-
.diante criterios objetivos: así, uno puede declarar que, para poseer una cul-
tura propia, una colectividad debe caracterizarse por interacciones sociales ai
mismo tiempo bastante concretas y autônomas. Lo bastante concretas para
que tengan sentido y por ende produzcan modelos culturales; asimismo, lo
bastante autônomas para que sus modelos culturales sean diferentes de los
transmitidos por otras colectividades. De esta manera, en una sociedad mar-
cada por una gran movilidad social, las oporl!midades de que los modelos
culturales particulares de los grupos sociales se conserven tienden a dismi-
nuir entanto aumentan las culturas de dimensión nacional.
No obstante, lo esencial compete a la estrategia dei investigador y a la na-
turaleza y extensión de los objetos que desea analizar o comparar. Si su
propósito es e! conocimiento de determinado objeto político, la variable cul-
tural que determine habrá de tener la dimensión de dicho objeto: el análisis
monográfico de la estrudura de poder en una aldea supone que se determine
y considere su cultura particular; e! análisis de! sistema político marroquí lle-
vará ai investigador a establecer la cultura marroquí como e! sistema de sig-
nificados que contiene la explicación pertinente; el análisis de la construcción
de! Estado en e! mundo occidental ai fmal de la Edad Media lleva a expresar
la hipótesis de ia'pertinencia de la cultura cristiana occidental que abarca ai
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Geometría analítica (charles h. lehmann limusa, 1989)
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Libro de geometria analitica de lehmann
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Politica comparada

  • 1. SECCIÓN DE OBRAS DE POLÍTICA Y DERECHO POLÍTICA COMPARADA
  • 2. .l Traducción de MERCEDES CóRDOBA BERTRAND BADIE Y GUY HERMET POLÍTICA COMPARADA FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO
  • 3. Primera edición en francés, 1990 Primera edición en espafiol, 1993 Título original: Politique comparée © 1990, Presses Universitaires de France ISBN 2-13-043156-9 D. R.© 1993, PoNDO DE CULTURA EcONÓ~I~A, S. A. DE C. V. - Carretera Picacho Ajusco, 227; 14200 Mex1co, D. F. ISBN 968-16-3474-X Impreso en México INTRODUCCIÓN ];a política comparada no constituye sólo un sector de la ciencia política con métodos, objetos de análisis y autores de referencia propios; asimismo -y tal ;~~ít~~~;eu~ad~!i~~~~~~~~áTI~g~~~c*·~~~~~~I~1~~~~~~ llhca en"todo~ lós~;l;;ctor~-aêl'côrocliiíféRtó:'farvez~eso'~ê-Cfe!Je'eí"l~r àpãrte queõc;;_r;·ên-í~ -~ieneia'IóôliHéâ; y'ei' carácter casi tabú que la roJea hace tiempo, a juzgar por la escasa ensefianza que se desprende explícita- mente de ella y por el retraso con que ha inspirado la publicación de obras. Es verdad que esta reserva es más propia de los franceses que de los francó- fonos, y que la política comparada tuvo mejor suerte en las universidades anglosajonas, donde se !lama Comparative Politics o Comparative Government. En ambos casos, la reflexión compar€1~- 11QJ2!g_têll~de ,_iJJJJ1Q!l~t~~=ÇQJ!l2---JJJ:m subdisciplina, sinQ_comq '-!!J!L!!.l@!:!H~~ê~!-~!,'j~&~~~<?,lítica. --"Se pueden i irTãS'§.r:!Si~nes 'de esta inanera de seiTom.E!'!~~~y~da ~'!!'..!2!11/,P ''º"~C~IJ~~.!!g~g[~ conocer ai otro, desde luego, ai deJ.:::je k~;~:~:~c~j~~lit;;~i~ti*~~~rhrP~~~~~1~~rat!g-~fr:i'sff:!~~irs:~ aunque cômodas de lo exótico. T~~_2~é~'"~~d_a ~..s_g~~es ~s cie~to ~~~píiiâ!~~~~H~~~rHári~<f'2~;~g~fãl5~~r~fK~~~~h~:: S'I ei ~íüera monocromático, ~.?E el,K~E~!ll;5~n8,º!~!i<;~..;l .!!l~~~~.~~- ~iii~~~f;i[iif::i~~ii1<~~~~~~~,;~5~~~~~para asfâestacar lo que1enga,~.~-!,Th~l!!_!,íile, de smgular o de particular. ~~~Gfe~:"i~ã~t:rr~~e~f~~~!~t!g1r~i,1tiüiiti~:b~~~;::;;universallSta o etnocentrica en la cualpeligrancaer los investi,lliL®.r~s; inter- prctlrr'tiii'lF<!!'êltl!t15 ei1nncronãmiêri«rae"a'e!ei'míilàããlíi'stihicióíi";õincluso e! que se recurra a tal o cual práctica, pues ningún objeto político remite a un significado universal, sino antes que nada ai sentido que le confieren sus :~:~r:~r~i~~l'~f!ra~Jft7Jn~·~~~~~~l1f;r1!~1j~~9 ê~f~iy~~~só~it:ti~= delõsõ'ãiY~~-artiâos'modosd.e"ffiüviliZãción"rõ"iô7creotros~-~,,.. A8~"ãcelõnfilesê~;;pflegá-én"eTsen7l';i~~;;a;·;J;o y su man~ra de funcionar ocultan una parte distintiva e indiscutible, y e! hecho de no cono- cerla puede conducir a una mala interpretación de! juego que efectúan sus actores. c?,~:f~~ft~~fa~~~:tr%~Yâe~~~-~~-~~9~~~;~~~~~tr~f~V~ üiüVêrSãrneTã'CíêfiêiaP~Titi~:i::cpU:~S'·n~:rtod~··fõ·sJ'CõílCeptos pueden univer- 7 I I I l~ -~ I
  • 4. 8 INTRODUCCIÓN salizarse a priori, y menos que nada con base en definiciones estrictas y limi- tantes. No existen los determinismos universales, pues las histonas son demasiado numerosas para ello, demasiado complejas y, en realidad, dem~­ siado independientes unas de otras. N~.~!Y•.!~~E!~ .1?.~.!!~~:!~.!.2!!'!men~ uru- VJi:FS~s, pues ninguna teoria puede intentar ser mdepend1ente delãcu'l'hifa de'r sociólogo que la establece, y rungllil_a <;'lltura pue~e I'retender haber alcanzado el universalismo. Por ello, el anal181S comparativo tiene. como prm- cif.,~~a~~~:r'!~~;~f:;;~~~'#N~·8·~~~~~~Yl3~~~~~d;~~~ tarfõrmiFã ue'~e··aifíosd'O'mmiôs'éle'tüJtmrveftãr· ~êTõãrh"fillifr:-­ ·"'l'ê''IT!.,;]••rJ'om""!ra'êi3íltieií.e'êãmüüflyêtiyg1;1lerar.~Te-rodo, liberar de1~1<õ~;,~é~ü~err&s'§'õ:·q_U'e'yã'fiêffiõ5'~ãl~'â;·peró tãmõ~en-aelpe"go íllãS'1lls1ê!íôsõ'aê'!ouillV!;~~lY.!!:?.~~or~e. Al.:nos.tr.·a·r·· la·. p.. '·.u·.·ra···l..'.da.d. o.la dl- versidad, el metõê!ÕêÕillpara!ivo <festaca tamb1en )~,~P,'?!!~:'S!!~~el aconte- cimiento, de la invenciól!t_9._~ l~"TY:],~!1~~<;1J;~ID,RY~l2~~~~;la ãé(iôit~rãnlliSlSêõffiPáfâíiVõ :..:Síempre y cuando no ca1ga en nna ex~hca­ cí6ntotalitaria más, por ejemplo ai querer explicar las diferencias mediante un determinismo cultural tan simplista como terrible- muestra que s1 '.:'.: trayectorias delj.,~i:!I2ll2,EQ.!iiS1~~'~~Jf!:!'~t;l~Jeds, ndo e 1 s porque los hom'br1~ess s<êãlt-d'ífê'rênfês c'í"porque no hayan interpreta o e a nusma manera a leyes de la historia, sino ~~~~ô~a~i~l'stfirt:'ffi~~~~"ãm}s,~~!~~~ s10nes, porque han reacc10na .. . ., , .,, . , . ''"'''"-'''~""''"'-"""4 1díferentes" ·"or'J:ie'fian'esf1!.tileciÔ.iY'fí'§:âJ'/'íÕneS 'âJferêúteS. 101 propOSltO ae t'diTL'pârãfisf!~rn:õãqüei"g'üiaqUet'êtffiínõ"'éi·"féCõiTído ~~ístico de unos franceses por un país lejano expresando su deseo de que el vlaje por lo menos les hubiera enseftado que 11 Francia sólo está en Francia"- es el de prese~~r primero aquello que es, en determinado lugar y momento,.como la ex~;res10n de lo que hubiera podido no ser y que, en todo caso, no ex1ste en nmgun otro lado y en ningún otro momento. • • . • . Esta es, que comparar compete más ai metodo cnbco que ~1 metodo posi- tivo y que, por ello, jlU.a.!:l'A..$)~~ta ..cons1ste !]l~t.'l....~~'O!tar ~e en analizar: Tanto mas cuanto que;lffiãl'i'íleitê, sabemos meJoflo que este êõíilP~fati'Síâ no debe hacer que lo que d<;be ser. El método ~ompa­ rativo, que suele confundirse con la yuxtap.~s1c1on de.estud10s reg10nales, debe ir más aliá debe confrontar la informac10n proven1ente de d1cha yuxta- posición; por e~de, implica el conocimiento de v.a~rios ~~bitos. En ocasiones se confunde ai método comparativo con la reflex10n ~eonca, pera no ~y que Jimitarlo a eso; es necesario demostrar que este metodo puede haberselas con la información empírica y verificaria. El método compa~ativo a veces.se limita a la historia comparada, como para expresar meJor la md1scutible sm- gularidad de cada modelo de desarrollo; tambié? h~y qw; distingmrlo de ella con e! fin de resolver el falso dllema de la CienCla pohbca sempiterna- mente universalista y de la única historia que puede marcar las sin~lari­ dades. El método comparativo, que de vez en cuand? se hmlta al ~nalis1s institucional (acaso se presta a ello meJOr que otros metodos):_tamb1en debe intentar definir las prácticas políticas del poder y de la opos1c10n. INTRODUCCIÓN 9 Esta obra no pretende resolver todos estas problemas y mucho menos llenar los vacíos descubiertos. Tampoco intenta hacer e! balance de todos los trabajos que, en mayor o.menor medi~a, han servido para el análisis compa- rativo de las c1ene1as políticas, tanto mas cuanto que, si bien faltan las síntesis respectivas, son numerosísimos los trabajos especializados y más todavía las obras que pueden ayudar ai comparatista en su empresa. Mucho menos trata de descubrir los diferentes sistemas políticos construidos en la historia: estas son innumerables y a cada uno podría dedicársele justificadamente un libra aparte. Nuestro l?f,2P.§gito es mucho más modesto: en la primera parte sefia- laremos los problemas específicos de! método comparativo y efectuaremos una recapitulación de los mismos; enseguida indicaremos los ejes que com- prueben este método en el âmbito de! análisis de! poder político (en la segunda parte) y en el análisis (eco de! anterior) de la expresión política (ter- cera parte). Como hemos comprobado que el método comparativo se aplica sobre todo a las instituciones, limitamos o dejamos de lado el análisis de las instituciones constitucionales o administrativas. Puesto que-decidimos escri- bir un libra -y no un ensayo-, de ninguna manera pretendemos crear un unuevo método comparativo"; quisimos más bien efectuar un balance crítico de los prin~ipales hallazgos, establecer bases para la investigación y presen- tar una gma de todo lo que queda por descubrir en este âmbito que sigue siendo nuevo.* ÜBSERVACIONES GENERALES RESPECTO DE LAS REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Por sup~esto, los ar~culos, obras~ colaboraciones ~ndícados al final de cada capítulo no constltuyen relaciones exhaustivas de los trabaJOS acerca dei tema analizado. Por una parte, se trata esencialmente de obras de los autores mencionados en el texto. Por la otra, se incluyen también estudios no citados pero que son interesantes desde elpunto de vista dei m~t~do comparativo. En consec:uencia, y desde esta perspectiva mas que nada metodolog~ca, no se pretende proporciOnar allector un repertorio más o menos sistemático de las obras que contienen información básica respecto a los diferentes âmbitos p~lí~cos habidos o por haber de este mundo. En pocas palabras: presentamos estas b1bhografías como clave para la "biblioteca de iniciación" dei comparatista, en un terreno que por fuerza implica decisiones subjetivas. Dad~s !as m:Utiples :oincidencias que impiden efectuar subdivisiones tajantes en estas b1bhograflas, los títulos presentados al final de cada capítulo no están clasifica- dos de manera interna, salvo en un caso. Por .último, hay varias obras que se registran en más de un capítulo. La principal razón mtelectual de esta repetición es que dichas obras pueden ser objeto de muchas lecturas. Por lo dernás, nos ha parecido cômodo para ellector permitirle la posibili- dad de referirse a cada capítulo o a cada parte de esta obra por separado, y que encuentre siempre una base bibliográfica suficientemente completa acerca dei tema examinado. ' *Los autores agradecen a Sylvie Haas-Blaise que ayudara a darle forma definitiva a este volu~ men y colaborara con ellos en la recopilación de la bibliografia. En muchos sentidos, ella también es "autora" de este libra.
  • 5. 10 INTRODUCCIÓN REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Algunas obras generales acerca de política comparada Almond, Gabriel A., y G. Bingham Powell, Comparative politics: adevelopmental approach, Boston, Little, Brown & Co., 1966. Blondel, Jean, An Introduction to comparative government, Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1969. Dogan, Matei, y Dorninique Pelassy, Sociologie politique comparative, Probli!mes et pers- pectives, París, Economica, 1982. ---, La comparaison internationale en sociologie politique, Paris, LITEC, 1980 (recopi- lación). Eckstein, H., y David Apter (cornps.), Comparative politics: a reader, Nueva York, The Free Press, 1963. Finer, Samuel E., Comparative govemment, Harmondsworth, Penguin Books, 1977. Grawitz, Madeleine, y Jean Leca, Traité de science politique, París, PUF, 1985, 4 tomos. Holt, Robert T., y john E. Tumer (comps.), The methodology of comparative research, Nueva York, The Free Press, 1970. La Palombara, Joseph, Politics within nations, Englewood Cliffs, Prentice Hall, 1974. Macridis, Roy, The study ofcomparative govemment, Nueva York, Doubleday and Co., 1955. Meny, Yves, Politique comparée, París, Monchrestien, 1988. Merkl, P. H., Modern Comparative Politics, Nueva York, Holt, Rinehart & Winston, 1970. Robin, M., Histoire comparatíve des idées politiques, Paris, Economica, 1988. Rokkan, Stein (comp} Comparative research across cultures and nations, Paris, The Hague, Mounton and Co., 1968 (casos de trabajos comparativos). Seiler, Daniel-Louis, La politique comparée, Paris, A. Colin, 1982 (co!. "U2"). ---,De la comparaison des partis politiques, París, Economica, 1986. ---, Comportement politique comparé, París, Economica, 1985. PRIMERA PARTE LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN ! ! I 'I i I
  • 6. La ambición dei método comparativo se inscribe prioritariamente en un esfuerzo de naturaleza metodológica, ya que la mera acumulación de es~­ dios monográficos aislados entre sí en e! plano intelectual, en el fondo solo equivale a la confesión de una carencia en este ámbito. Desde luego, ai em- prender la interpretación comparativa se da un buen paso cuando, por lo me- nos, se traduce en ese estado de ánimo que lleva ai investigador a adnutu que ~2!'?.J;,.'!~.:~J:?..!'~!.cífi~l:..lerreno .~rJsu~l?.D.21!1! ~li1!?~L,.Ye•.~-~~-P~!;~<:ii'?~..~:2;~~WJ!Dj~~~~!.s'!~...§:!'..,!;;:'Pcl~~ifga ~1-,H~~~i:ro-~~ãt?ffi~1~~~~9;,~~~~~~~;fe~~~f~s5;f.Pâ~m;:kf~.ta ~itif~~~"'tOsd.ô:S'êâpfhiíôsí:!;;'ê5ft'p"ãí'f~pfé~âr"s1tener~nã"este requisito prev~o y científico para efectuar la comparación. En e! prirner capítulo, que es ';'as abstracto o teórico, se analizan la validez dei método comparativo, las múlh- ples maneras de concebido y, desde luego, su alcance heurístico frente a_ la contradicción que necesita superar, entre lo universal de algunas instanClaS prirnordiales de lo político y lo particular de cada situación real. Por su parte, el capítulo siguiente examina con detenimiento los rnismos asuntos, aunque los incluye en la preocupación más empírica de definir las referendas de las variables de análisis más importantes en la diferenciación de los procesos po- líticos observables. 13
  • 7. L EL MÉTODO COMPARATIVO EN GRAN parte, la ciencia política se constituyó gradas ai método compara- tivo, que no tardó en imponerse como sustituto de la experimentación: puesto que e! sociólogo no puede ver los objetos sociales en ellaboratorio, se propone comparar los hechos sociales pertenecientes a las mismas catego- rías, aunque insertándolos en contextos diferentes, con e! finde explicar de esta manera su génesis y sus diferencias de configuración y de arreglo. Por e!Io, con frecuencia se ha intentado comparar a las instituciones constitucio- nales francesas con las inglesas, y también a los sistemas de los partidos surgidos por toda Europa, a los sindicatos y los grupos de presión. Aunque esta iniciativa más que nada dio lugar, en e! seno de la ciencia política, ai nacimiento de la disciplina especializada de las instituciones políticas com- paradas, inaugurada a finales de! siglo XIX por Lowell, y proseguidos por Bryce, los comportamientos políticos a su vez han pasado a ser objeto de! mismo tipo de empresa: aunque, a este respecto, la comparación no fue por fuerza transnacional y, por ejemplo, la escuela francesa de análisis electoral intentó organizarse efectuando la comparación de los votos emitidos en unidades geográficas diferentes, con el fin de volver a encontrar, mediante las variables que puede ofrecer la geografía (la naturaleza de! suelo, el tipo de propiedad y e! tipo de actividad económica o e! nível de la práctica reli- giosa), los principies que explican las diferencias comprobadas en e! com- portamiento de! elector. Todas estas orientaciones muestran que ~OmE,~'iS~éJJ-~f!~...J$IJl~~2,.,m-*~ como método que como objeto. Su propósito no era realizar e! inventario de ~~arvet'enaâséüiRprôoà6lê"Sãelií1"1Jãísa"ü'trO:"~?'liâflS:. tonhafêSteillVe~ãrtoen~rconauctor'âeun~e~'~nCaêlõn'cte~lõ"S ~erôCêSOssô- ·~"~'"'""'"'''''"'''"·······-······-··r·····""'''"'''''''"E.,.......d••••.•.-.-·!···-..!?·-~·····cr~~e:s. ~ntonces, que unporta que os oojetos compara os per enezcan o no a pruses diferentes, a países vecinos o distantes, con tal que se pueda decir que son comparables -o sea, que tienen suficientes puntos comunes para pertenecer a la misma categoría y hacer válida la comparación- y que ai mismo tiempo se distinguen de tal manera que la comparación es útil. Así, .<;!, ~~.{) C':?~-~!~J~yo se inspira directamente en el método de las variaciones éõilcoíiUfãi'ifêSeiaborado por John Stuart Mill: su propósit~_!S ,!!!!~retar las ~:~~~~~q~~b~;~~êrnr'J':O!~;~~~~;r~~,5~tf1r'ra2~H~H;~1~ 'àêc'lrcunsr~cras~'rür'êilõ;fâgeõg~alfiteleêtüratãiõalllz"ufi'êliffililü'ãe 'mvê'Snga'êtones"ehipótesis comparativas: por ejemplo, e! canónigo Boulard intentó explicar los diferentes matices políticos de las unidades geográJkas aislando la variable religiosa y elaborando e! mapa de la difusión de! cris- tianismo en Francia. Antes, en la corriente de! siglo XIX, Tof~uev!~e abriód camino cuando comparó a Francia con_Inglaterra en El an_}:2f_'!.}'!!.íl!!!!..?JíYia~"U~"<~"-"""'"""·'""""'"i'~~~~""'""''"'"'''•"•"'"'""'"~"''>c,'.;e<=<,-,,,<·-"'""=w'''~"""'~..,.,."'""="''"'""'-~'"""'""'"' 15
  • 8. 16 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN Revolución y quiso explicar algunas diferencias que eran objete; de su inves- tigación: ]a importancia de! proceso revo!ucwnar10, la expanswn del.~stado de la democracia de este lado de la Mancha, hacien.do la comparacwn con ~I curso de la historia sociopolítica delotrolado. Asi pues, e! autor destaca la fuerza de las divisiones sociales en Franc1a, relacwnada sobre todo con la perpetuación de los derechos feudales. • . . Un método como éste tiene sus límites, sobre todo en el ambllo de las Cien- cias sociales: e! media en e! cual se elabora un obj~to social es tan compleJO e incluye tal cantidad de variables, cada una potencialmente explicativa,.que es muy difícil ais]ar a una de ellas y asegurarse de que todas las demas sean neutras. Así pues, el método de las variaciones con~omltantes e~, 7n ~~ mejor de ]os casos, aproximativo. Cuando mucho permite elaborar hipotesiS sin que e! comparatista pueda por ello comprobar sin lugar a dudas SI s~n exhaustivas y si se encuentran entre las :n:á~ pertine.r:tes para la exphcacwn dei objeto analizado. Por ejemplo, e! anahsiS dei desigual desarrollo de los partidos comunistas en e! seno de la Europa Occidental puede resaltar las características comunes de las sociedades que ~enen o t~vie.ron ~par­ tido comunista fuerte: su pertenencia al mundo latino y al ambito cnstiano romano, y la existencia de un Estado fuert:_ en su ,seno. ~o obst~te, la con- comitancia nunca ha sido absoluta: el caso f:inlandes de_brera consi?-erarse ex- . ]· e! caso de Alemania donde hubo un partido comumsta fuerte, cepcwna , ' · · d d apenas cabe en esta hipótesis. Por lo demás, el comparahsta .esta es~arma ? cuando tiene que demostrar que no pasó por alto otra vanable. n_>as perti- nente y más adecuada con esta lógica de la co~com~tanCia. Por u~hmo,~y.en primer lugar, nada ]e permite confirmar la pertinencia de una vanable unzca, pues acaso e! desarrollo de los partido~ comunistas se deba a factores dife- rentes en cada sociedad y en cada h1stona. . ~ . . ~ . .~ Así pues, es azaroso anquilosar la comparacwn en ~~e~oa pohtica asocian- dola a un método dado, por riguroso que éste sea a prwrz. So~re todo, curu:do más allá de estas incertidumbres el método comparativo clasico se ha VIs~o cada vez más zarandeado desde los anos setenta y haconfrontado una sene de crisis de las que a duras penas surgen nuev~s onentacwnes .que ahora fundamentan la renovación de! método comparativo. EL MÉTODO COMPARATIVO 17 francês y e! partido baath sirio, de la vida política de Francia y Ia vida polí- tica de Burkina-Fasso? Por una parte, es forzoso reconocer que la diferencia ~;;~~~:~~!i'a;~;;~~~ll>~~~Ê~~r&~~~~~~_:I nes.9,o de_p2J;!~.IJ.t!~~Jq!,:'!~~~~Ios ~~s re~_>:.!'fêT~~n~ent~ y ~~~"~~í'~~~~â~~%2?e~~â1~~~fi~~~~!~~íl~~~~~~,~~,E~~~-'r~!ó --Ftentea"êsTé'ãescônCíertóp"ªeà~iõfi'Ç[2s"'àê~1lili~'"2-,§~&l!?.&e~a.- ~e"la aen;K:~~:a~~~;n~r!~t1a~~f~!<5ssfã~~a~fJ~~;;H"~~;t~:~i-UleVãs---su--üesramente·.-meor"ãdã'~"tãaas~tã"''<><Hrnerã·'sâ'lidã'WõnsiSHã~ê:õre­ mazar et~ríSls'âe'las'saêi;ifii'dés~Xtrâoccid~t:m;8e;;''ciãmti!t:;"d~'fâ8"~;;a Sí"úales:Taesp~êllko·2í~1a;,;ü2i~cta;r;;S'':ifi:Iêânâs;cre1'1Vlearü·tJnénle'''lã'ST~IF noamenêafiãSSêilil"tlt"-u·e;····~·Qr 'Urlâ'V'-''·artt'"Sõ10">#"õãriãires-ru·Cfiãf'Iõ'1oses-'e..""'""""-~-~~~·1·'''""""'"'"9., ..p ...,R..........,.•.,.J;.,,.,~.,,~.,......,""""".P...,d,.,.....,.,,,."""'"""'"=''~'~~"""··=·-"'I·.~ ClctuSlas y, por a orra, su conocinuenLO se cons1 erana como un ana 1s1s l!tô!Wgráfico dei terreno y no como una comparación con otras sociedades, cuyas conclusiones tendrían que ser formales. Aunque esta actitud aún !iene fervientes partidarios y ha inspirado excelentes investigaciones empíricas en las que ha destacado la riqueza de los métodos antropológicos, tiene sus ~~~~11?e~~f~í~~;Jk"u~a;~~~:fr'~~;;T~fr';r;:~~~!'~~;~;:7~~ cênírfêoãef~ljl[s''J;tcõmparâêíõ'fioõllgaâ'dêsfaêãfia~"'Cilf'éten'êiâs"'y'p'br eii"ãêãütit1Zar con precaución los conceptos; por lo contrario, se corre el ries- go de elaborar la monografía a partir de prejuicios, utilizando de nuevo y sin criterio antiguas categorias y métodos cuya compatibilidad con e! objeto o la situación estudiados no se hayan establecido antes. Por otra parte, a medida que e] análisis monográfico se multiplica desemboca en un cúmulo de cono- cimientos yuxtapuestos y desarticulados que impiden e! conocirniento de lo político. De esta manera, la ciencia política se torna un espacio de conoci- mientos cada vez más desestructurados y se arriesga a lirnitarse ai arte de la descripción. .. se~~~~~~~~~Mfd~~~f~F1~~;~~~-~Hií~i~r~~J~â;~~ áfgumenfüei:'fmuy séncffio~sná'cornpafãCl.OnêntrtiãSSãcledadesextraocci- dentales y Ias occidentales del.inúfiãoc"õnl:êm"'ê)rãfieõ''õafà':Ser'd'êsÇo!í'C'~'r­ tante, en caffiõróerãmãs'eficãz ''Tê.. Wiilo' ostiTâr'''uePrãs'conâiClonês''re- sêitlesaeriilléTõiú!mlentô'Ciêj;gX~!era;t~níân ciedáana!o íâsr··n;;;~a ~íofm"ôdõ"ãi,"lunêlon&entõ'ile'fàirsê iillâas:"l'iú~hne~;J;s so- C.eaaae:s·. europeãs''se''en1reníâron"'af'mlsmo''á"~sãfi(;''que las sociedades africanas o asiáticas de hoy: e! absolutismo monárquico recuerda la natura- leza autoritaria de los regímenes; la venalidad de los cargos es pariente de la corrupción; la inestabilidad de las fronteras europeas, cuando menos hasta fi- nales de! siglo pasado, remite a las dificultades de la construcción nacional. Así pues, sostener esta tesis equivale a postular que .!tn to~ los ór<!~n!s políticos existe un proceso de desarrollo tc,olítico y sue comparar Sll:lcirjsa ~los dêsf~~!~"" d:s(E<,<f§~~1~2l'?:f!":~l[§§!.~~~!§"§:~~]~·og~~~
  • 9. 18 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN ·~~1:stf~~se~a~!ti~~~§~~r}s~~~~~1a~~tã~.,~ch~!r{tr'2ff~~nu~;;ãi~...,.. f'. "''•· ·············~···~····E······-~·~-····~···········9.........•..P-•.•••• q :~~~~~t~-~~~t~E2~.~~E~?·9:~.;~.~.~~2 Úllico.~!R9~~~~ política ·····ouranrltlà'epôêltãefdêsarrollismo triunfante, esta perspectiva dio pábulo a varios tipos de comparaciones. En algunos análisis se investigaban más bien las causas de! desarrollo político para explicar la desigualdad de las con- diciones en que éste se realiza, de sociedad en sociedad. De esta manera, equiparando e! desarrollo político con la construcción de la poliarquía b~Ís~.h.~:.:;~1~~~~;a~~-ti~:~~;;~;el~:;;Ir:'i~~ãt~:;;l.~~~i~1};'j~I~Llll~s.r rnencra po11t1ca ue e evar rcno PNB. or su parte, RUemsch Q. Lemer roceden a comparar los níveles de movilización so- ciárà~os'"j)'Or·· tia sociedad, es decir, los grados de decadencia de! vasallaje comunítario tradicional. Por lo contrario, otros análisis se dedican a identificar los sindromes de desarrollo político, con e!Jin~g~ostrar su des- igualdad de sociedad en sociedad; tal es e! caso de ~mond ~d.Q esta- blece los criterios de secularización y diferenciación de lo po ztzco; y dE:,_fl:e ~uan­ do fragua los de capacidad e igualdad política, para apreciar asimisrriil'cómo y en quê medida ha superado cada sociedad las seis crisis que en sus postula- dos presentan como inherentes de todo proceso de desarrollo: crisis de iden- tidad, de legitimidad, de penetración, de participación, de integración y de distribución. .lJLÇ91LS~~P19.~.X.P9~~eort~.e ~ c~~~a.~!!!t_satuvieron una carga i~<2!2.~~S'!~!~ íii.~!!~8~~~T~,~r,r~![t~mP:..&E.~1nciJ?i~~·F ~~~2~-~~~;~9na:~.!~l.S.~~.J?,r2aS!d~'l)}~,J!~;.;',~~'l!Sdi[[el~IT~durul~~d8 ~$.,~<lin_vlo ·_:po l_nco: lO as as saCie a es camman a esp azarse e a tra 1c10n ''illillffftí~modernídad uníforme comparable ai orden contemporáneo de las sociedades occidentales. Así, la primera carga ideológica se refiere a esta concepción acabada de! desarrollo que postula la orientación de éste ha- cia ~,!$':i'<!SSi1!',J23:2S!.!<.~!.l:"ii de la~,diferensi~~paran a las socied'~ extraocódentales d~ las occiC!entà'!es. Así pues, se niega o desprecTãla per- ''fffiéilêlaê!e"lãâpãr!ãêl<Sn'êferaii.trõpólogo: e! análisis de las tradiciones esse- cundado respecto de la realización progresiva de la modernidad. <?.!1:'cJ;~S~, *1~~~~~~,'~!~~~~li~:~k;~(e4~~,~i~K~~l'J;::~~~~~2ff.rtr~~ ·'Illaterratãl"'·~ercerrvtlTil.'ãoesnet!e~sãrrã-"'fa-'·'que·--noso1õ~'erm:rr;';u progreso econômico, sino además.que logre un modelo d~,g<l,~po liberal Xpluralis- ta; por esta razón, supori~ied'aâes e'fi'vladeCíesãrroflo importen íiiãsivamente los modelos occidentales de gobierno.. Por último, e! desarro- llista contribuye de manera inmediataa,legitir;tar etpõd.erdêTos princii;es en el seno de las sociedades extraocciãélltãl'éSt'Côffiõ~lõ'"'tiêilêflüilãeSarrôllõ '~~ao·ãaO,êry~g~Xhi~,-a~~arioü~~~e~~~~.~-~"';~plicable; también s1rve para mov1tizar lOs recufSoS necesanos para re111eãiaTiõS"ahasos. De esta manera se advierten todos l9s peligrosqu~efrd'í'!ão de una empresa que, para rehabilitar el método comparativo, tiende a confundir las é"''-~o>''-''·~CZ'C>•F'"'"'i-'<<~~=<>="--"''=---- EL MÉTODO COMPARATIVO 19 ~s. Ahora bien, no todo lo que e! comparatista ad- ncuc que es mstmto entre uno y otro orden político, puede reducirse fuerza a estados mcompletos ní puede borrarse por obra de una mera técJ:~~ gu?ername~tal. La actualidad política lo demuestra de manera mu clara· s:na superficial considerar que los conflictos islâmicos, los fracasos d~ ai w-; regimen afnc~no o e! funcionamiento peculiar de la vida política de la Jdia sof ~~os resi 1 fuos, se?ales de atrasos en e! orden político racional y univer- ~ esarro _Ista, m:'s. que salvar ai método comparativo, ha acelerado su ~sta c_nsis, P~y evid~nciada or estos procedimientos tiene es caractensticas· crisis de! . r . . ' 1."'·=.·-.··.'.f"""'~"''.-~.· , . -.--.--1-!!l!.Y.~.!ê.é!.!§l!l,~~~~~ ~~--~~pucacron ).:: cns1s ãe ..?-!..re a~_wnes~;~~~~1s Çà!IDJ?álJ~!!yg de Ia histona-:---~ --==---=.,..~........ La crisis dei universalismo E! 'li · ana SlS comparativo clásico, y particularmente su faceta desarrollista des- ~ansa':' en un doble postu_l!:do: lo uníversal de los con~tos y lo uníver;al de -~~~as. Êsta dôble proiesión de Ie uruvefsaTISfãrern1te a una'"~c~o-n·v-~-..~ eplSLemmógj.ca· d h b Iccwn ... -~-·-· --i~l;!!l...~L~. er en ella una ciencia de lo oolíti~ · de conceptos aphcables ai cofijüi1tõ"éfe~iã8"S!1uaâones-·blrt'·~-7~!!:' ~ s~ge rresporn:!l;" a tn"preiúíêíõ:erâe""uelã~éulrufãnô"lntfrvl~~:s, ta.mbien. co- mente en la. e ab.or.a~ci·--=--r·--···-·'1:.........~·-.,·~-êl..--~· ~- Sigmficativa-- . . . .. on ue 1as categonas nara anansisru~ -··1-·n=~, los oi"ãenEene--,'t'"~"'"""'"?''"'""'"'"""· --------"·~~-"""--- . en a 'ecaura de~J20l!_Icos conrormados y que si=en co =--"-""""-'"'"!~-~ cw y el2o. -----·--..........,.........~ ---..~q.;;.........,,.__:l_~~~!::Z~~<;;OS!;'.~!:,~.-e,,ê_Pa- --rstã7 tima afirmación es más paradójica y más frágil. AI declarar de esta :era I~ tra~c';lltur~l de los conceptos y las prácticas políticas, e! método parati~o c asico solo pudo refugiarse en los axiomas desarrollistas· una :;: descubiertas~-cY,ferencias culturales, sólo tenían un valor residuai des- . do a ser_::!_erse a meâi'ê!ã9..Ue8e êl'ectuaralamõãerruza--",_'"""ef'""'""~ ~s, os c~êpfcís-seelàl)õ'fàrõn"ség;rnêr;n.rrüa:aw-e~W~:~~efc:;~r~= ~~al~s, ~s_de~Ir_. como una racionalización utópica, acentuando su aspfcto .::,s s~gmficativo Ypermitiendo interpretar aquello que los separaba de las t si a~wf~esilcdoncretas y reales, como debido a los restos de una tradición tan omasac eaisla 1 d , .. ' -. , r par:' postu ar espues su desaparición progresiva. Por ;jl~~plo, s~sul?oma I~ existencia de un tipo ideal de burocracia racional-legal ef tose Istinguma de la burocracia camerunesa o china más que por e! b;' 0 resid~al 1de las J?rácticas patrimoníales que, como tales, no modifica- E para na a a esencia uruversal de! fenômeno burocráti"co sta · . . · perspectiva no pudo resJStir un doble ataque. Primero e! de las rácti- cas nohticas aue.. en. l..u""ar d . --..~-~............~..,..·:r·"'"'""'"'"''"'''"'"'"'"'·"'"'"'""'"''•"•E..........-*"'-""""""'""""'~- ' 0 , e acercarse a un moue1o universal no de· d c...orr.ob.o.. ra..r y am.'·"'-'li"'a""'"'l""d·~·"t'"'·"'"'"'"'"'''""''""''''''"''''"""'"''·"'v'-'"'"- .. ' - ''an e-.- r a IS anc1a ue - ---·a- ..,..... _,,.,.y,.,"'''"''""""~'~--'·-'~-'"--"'·'-"""'«:.:k--,.-,_.,,~,, êfuêlõ'rãror"'1"'~'(('='·""'''"'"?'""'"$L,,,~,~,~..~P...'r~....!~~~' Los estados afncanos model~ . . a ~ epen~encra ai pnncrpw deios afios sesenta casi calcaron e! ést fu mstifucwnal occrdental: a medida que construyeron su vida política 0~, e mostrando los procedimientos de surgimiento de una política que n~ P Ia reducrrse a l~s modelos conocidos y que se expresaba por medio de un conJunto de mecarusmos de hibridación, y también de apropiación e inven- . i
  • 10. 20 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN ción, que muestran sin lugar a dudas que e! cambio político no corresponde a la obra de una matriz universal. Cada vez más, los movimientos de ~içi_ón fuera de Occidente se or!!anizan v movilizan á""pãftirde-unãlemátióiaelo :~~e~ü;"'Sillquese·pu~aa~oo-n~iaerãr"r-az<Wíãõremente,,que~'S(;fi'~Tliftiffio coletazo de una tradición que agoniza. su~M~%~icã!~t~~:lira~F.Ftt<fM!~s!f~1'ãl~~~~~~~t~iª-c!~~~~~~~ ~áesües"pecifichtaa·y-·aeTa"iffipôsiOThãáãcl<!""urnv~salizarlo, tuvieron,dos efectos en e! propio seno de las ciencias sociales. Para empezar, un renovãdo ~l~Ji~Icf~~c~~~~i,lõ~;'1~-~~~~~~g~~~ta~~@r!l2~:-<fti;{re1~~ad~aa~;~ variedad de los escenarios políticos; de ahí también, y en esa misma direc- ción, e! redescubrimiento dei concepto de cultura y dei análisis cultural que, sobre todo a iniciativa de Clifford Geertz, vuelve a inscribirse en el análisis comparativo desde princípios de los aftos setenta. E! segundo efecto fue e! de precipit~dr~dtr~!:'l,Ç,~~el';•.~.~':!- 1c~~!!:.i2,!!,~•.hi~!?2:!;~,;_d<;.J2 0. !;?f,~-~~ci<5J1.~~-!.?- moderru a po 1_tica oc_ciuenla__ . oi esta encuentra tantas 11cunaues para 'üfllVe:rS'ál~ã'!Sêc'Y'llflàliDellféªt!ãcasa en dicha empresa, acaso sea necesario analizarla de otra manera, destacando las circunstancias particulares de su surgimiento. Esta nueV').JlRSl~12&,!l!Jlist<)rica dei Estado y de lo político occi- dental fue iniciada po(_~a~~[~~~que se inteE!~g~çerca dei na- Clffilento de la democracia, y me contrrUaãa tanto p~erryAriderso ·~ objeto de estudio es la aparición dei Estado absolutista, COJ!}QJ?,2 Tilly,J que se interroga acerca de la génesis dei Estado-nación, y po{R,!_I~IJ:2J>:~ ue efectúa investigaciones respecto de la legitimidad popular:::t::os po1Itólo, gos occidentales, ai regresar a su propia historia, descubren que su jerga, que consideraban universal, en gran parte sólo sirve para explicar una tra- yectoria de desarrollo político. Así, 1§.~E:.~.2~.~~,~~g~,,d.ts 1..!;'lii.9.S!~~j~~E:~~~.~!;;.!:l; 1, tativa esnacio núblico v sociedad civi son categonas e a stona occiaenta"""""""""'~~jr'&.''"""'"""",J;;~:'"~.;.S<••'"'"''~""'"';co<~;";-"'-','';~c''"~·~·'<7':"•-o:-">'"'-"*"-"~""·"'''"'">;"'·''f'· ,,,~_,,,w."r"•'''-'•"'''"·"''"'"'·"'''-"','<'~-·~r·.<e;":<''-'~-"'"-'~~H"I>W•))!i*''-"i':'li'i ~S~~;~~2~t'Js1~~lmi8~~~rr~~~~f~Pc;;~~~Í~~~do com~rativo..clási- co: sus partidarioscreraí1CJ.l!<têmn1e~'[ªil:íi.n~~çQ:Jiill:Y'~.L~it4~:1~:9;üêià )JO!Iríêâ;-ffi~ieãfí~air~sõtô·eíêcf1laoà!tsú"c~2wv<trasiqnç~..c~r !<tJ~~~a.a:ê~a ·.·..cíenêía~i>:§!~H<:aoss~a.~ri~~~-~J?Iff:~n.a~!§~iQtr!'!>."'~~ a!.i~~go..e~!~:tJI~~:so,~- ..;~~~~:~e~~~hlifl~~~~xM~ldi~t~l~W~êt~;ã:~;~li~~~~~~icf!Rt~L~t~m: ""Jiéfi'êôn!íiàêFadó hÕmo ~neo cqri(fêfu~siadá.íJreê'ipitãdórf. EI efêêtó"dê """des-'compôSiêíOn"que ªgúio aesfâ prhnerã Cfisis f1le âptl!iúllante: e! des- cubrinüento de lo específico afectó profundamente a la definiGión de lo político, que ya no podía presentarse como algo diferenciado universal- mente, ni territorializado, ni tampoco relacionado con la hipótesis weberiana dei monopolio de la violencia física legítima. Cada vez es más azaroso pensar que lo político por fuerza remite a un ámbito definido de acciones, a un espa- cio territorial cerrado, a la construcción de un monopolio, ai cumplimiento de una forma de legitimidad. zEs posible entonces ponerse de acuerdo en una definición universal de lo político? zResisten la crítica de lo universal las EL MÉTODO COMPARATIVO 21 definiciones prop':est~s por los políticos de los anos sesenta (todas muy rufe- rentes, por lo demas), epoca en la que e! behaviorismo y e! desarrollismo esta- ban relacro;>adas con ~lmismo triunfo? zSe puede afirmar en rigor que es posible defmir a la pohhca y reflexionar acerca de e11a independientement d': las cultur~ y de las.~istorias, y que éstas, para producir lo político, rinde~ tributo a una junsdrccwn uruversaJ? lES pues razonable fundar · · Políf ti d f' · ~ una Cienc1a rca co:npara va en una e Inicion de lo político ai mismo tiempo bas- tante amplia, extensa, rigurosa y funcional para aplicarse con provecho orlo menos.a todas las so.ciedades ~on~emporáneas? En realidad mucho!mal- entendr~os sed~~Ipanan y se evitanan muchas simplificaciones si se recono- Ciera la ~posibJ!i~una definición universal de lo político; si se aceptara que ~ljil!f lo_E<J]IIi~~~ !ieney~J2t~~~pátirol'lãrãàõordar la investi ación de. ias Ciencras J?.õllticas sino qu.e por 1· -----~t..•&,......~--··~·,..-~····~~~~-7 -~ • -=- __ , ·- .' o con rano, sena1ar sus def1rucwnes .~~~~Q.Jlll~<~_das_co~!i!':IX"-'~!lo de los o~ de la a;r;;slí!j!C~9!en__s!~!l!2_aS soci~es. En efecfu, eSfo equivàie a aecir queTaeriSTs e uruversahsmo por ~ âfravresa la política comparada supone que se dude dei des?los~ a pnon dei objeto político, su aislamiento demasiado pre- ma:uro en e! mtenor dei todo social; uno y otro corresponden a modalidades vanables de cultu~a.en cultura, lo que obliga ai comparatista a emprender una empresa socwlogzca mtegrada. Este recurrir a I~ cultura~ ~ Ia ant!.2i?_~~l' a la historia su iere el des- ·. I r ~.t dei conocimielJ:~!;ruanz;.'!..qiZ.Il:'!_l·!··E<:.S•.i?.·•.!;.!'!sc9.,e! s9.nocimie~z;'lilvérsa-l·l· 'el!!:f~rn~~~jQ_que=~Ê~!!}~~~~i~}::~! !~~~)õ "conqetO sin'-la?ã"CôStas i 1 1. ~~ersãl abst~cto . Este traslado: aunguenecesârió;_~ d~ de en- I j ~: illal110~J?!ljgr~~'--<J?2.'C.~!:.~!'.s!:!!!:~!>l":!'dose de ciencias sodãles âünãue j Idesaparezca to o lo universal? ·C· ··· · 7 .......... ,c-·····--a···~-···- ·· .,.,_ ' '__. - - • ~==;"'""""'-''"""-""·..~··,~·-;·-~~,~~,.-~"'"'""" • t orno sena una Jerga e CienCias põlihcas • que~~ hmztara,a reu:':r los vocabularios políticos particulares de cada cul- t~ra. tPar~ que serVIria u~a compa_ración que se limitara a yuxtaponer los drferentes tipos que se consideraran mcuestionables? r Por e~_:;~ones,L~_crític~~~' u':';iy!;rs~li~~-debe ser moderada, sobre I toéi'Onõrnue es evú1ente nue numeroso a:·· ~~·~~.."..·-·=·..............,..,~--· 1r----.r:rti.---:c: 1 ..._.,........................,;_............... ,•......•..~1'.~2,Ç~.~lffilentos SOCI<Ues v nolí.ticos I l ~11,2a_ cu .ar 10s aue nertenecen a un nivel ab t ···'"-"''~"'-~"-"""",;.'~"="'"'-~'·'·""'"~"4"'"",J;,.=~ ' ··s·.'.·· .-...-,-·.··-··r·.."...•...~"............................._..........,.........,............~U...'!.Ç$QLÇQ.!lti.eJ:1ep lna dzm.en- wn ';!!llv..ersar:~'?~.;onç.!:l212~' c9~el d~êciõnsõciã'C;~··;I;;Ta"d~Hne ' "!reoerf,y~...<:ll!lSt: _a: normii)I<I:J~í[centrõ"''"êrífii!ã'âe!Ôbll'ac!ó;{ tI po~ d~moviig:.ªçión slsFen la crítica <IêTare1·E~..~ ~-- ·! r qllêcõmpe1e arrilétodo cêírri!JaraHvóeleétilarilllaCia~frr~~~1§lf·~~;~~ar~;~: 1 1 no se ha emprendido de manera sistemática y que consista en distinguir ~ los l ~~~~J2s transculturales: los primeros estaríanre- ·. r.:~cton~dos con determinada hi~to~ía """Põrêii:êl"e, no pÕdrían e~ortarse; en camm(), .I<J~ co~tos transc;:~!_urales podrí~ unfvers~lizars<:..Y ~nde­ ftm1ãscül~ EStãrabor cntica eSiiidíspênsable para superar los procedi- mientos de! metodo co;nparativo clásico y para elaborar un nuevo método compar~hvo que sea vahdo. Empero, se aclivinan sus dificultades, ya que la drstmcwn entre concepto monocultural y concepto transcultural no dejà de ser ambigua. Puede definirse como transcultural a un concepto de dos ma- neras: ya sea porque ha sido elaborado dentro dei marco de una teoría o de
  • 11. 22 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN un modelo analítico cuya pretensión universal resista la crítica (este es e! caso de los conceptos de acción social o de obligación política); ya sea por<;~ue re- presente en lo abstracto a una_c~nstrucción pol~tica situada en e! ~spac10 y e~ e! tiempo pera que, en la practzca, haya adqumdo un valor umversal. As1 como la primera acepción no produce demasmdas confuswne~, la seg~da puede dar lugar a malentendidos: si bien es eviderü':' que lo~ Objeto~ políticos inventados por determinada cultura pueden adqumr una drmen~IOn ~mver­ sal también conviene establecer hasta qué grado de desnaturahzacmn o de hibridación conserva su identidad el objeto en cuestión y puede ser represen- tado por un concepto único y singular. Los conceF:tos deburocracia,. ideo- logía, de exigencia, de reivindicación y de p~lítica pubhca tienen una h1stona y un modo de incluirse en la escena política, pera que poco a poco se universalizaron. En cambio, los conceptos de Estado, gob!emo representati- vo, nación y soberanía pertenecen a una historia de la que no pueden des- ligarse sin modificar profundamente su contemdo. N'? s':' sabe el resultado de conceptos como totalitarismo, democracia o legihmidad popular, cuya evolución es muy confusa. Estas aspectos delicados muestran que e! meollo dei asunto está en e! nivel de la definición, es decir, en el enunciado de las características dei concepto. Así pues~~~garat!!ta.l:.;;!?rresponde consi- derar la cultura y la histo;:}a_pa;:a distm~~ esJ4!,S.ÉL.~e~t~ los mveles õe "ãõsTrãi"ctl55lctenmãêoncet!ô, y no.~:!~.~!:!;,!!,h!~ '!flêre~~~mos ~ve!eS.Tor eJempfõ, orêfen pohtico o escena ~ ' tica son !êrmmos más 'a'6stractos y umversales que Estado, palabra que indica un modo específico de estructu;ar dicho orden,o escena. ........... . ,,1ª segvnda_dificultad consiste pre~Is~J:.!;,~~':SIC~rse ~!l e~te labernüo , )?rod;;~d,?ct'Jr la J;T~Iiêlaâ êle Ias ãetrm_99~es que L~Cibe r~~ . concee os .e a CiencJa política. Porello: ~I metodo.coml?~ativo supone la re- 'Clücc"iõn prêvlàêle eS!l!15'b1l'Seffila que dificulta la dJstincmn entre lo monocul- tural y lo transcultural. Según como se defina:'~ Estado, és!" puede pare~er universal (como mero sinónimo de escena política) o especifico (~1 se. d~fme mediante los atributos que marcaron su invención en una .trayectonahi~tonca dada). Así pues, este riesgo de confusión orienta el trabaJO de defin!ciOn qu~ debe efectuarse respecto delcontenido histórico de losobjet':s analiz_a.dos: SI éste no se define bien mediante un concepto y una terrnmolog~a específicos, la comparación resulta irnposible e ilusoria. Eã. c.o.~a..~a.~.·~ta ge~~ftalar, nom~.• ~ brar y definir lo específico de cada etapa e s~t!~~l'-t;,'ia~ar,su.s · ", · - ible"e"%'or!ad6n su osible efecto de híbnda- I -~r:~~~~~~~~sk~~::::::.ren:~~ã]eaütàc ono. . a. , cc1on suitêri'iã 1ca. e estasaT~eiiguajê dei compa~ ·taJta suele crear una ilus1on,de transculturahdad e nnphca por e~lo un desli zamiento de sentido. Por lo contrano, con e! uso en la len . a on ai se corre e! riesgo de declararia incuestiona e s eCI ci a de su SI ca .o: n reãli- a , a ope n e a ucc1on constituye un pe gro flar.a e. _ana ISIS compa- rativo y debe vigílarse muy d~ cerca paraconservar I;> dislincmn entre los con- ceptos universales y los especificas. Por ejemplo, esta claro que e! concepto de EL MÉTODO COMPARATIVO radicalismo es específico de la cultura francesa y que no debe confundirse con lo que expresa e! térmirlo inglés radical. Ei término libéral, que en Francia j expresa elliberahsn:o econon:Ico y una concepción restrictiva de la interven- G cron ~e! Estado~ enCierra la rmsma trampa, pues en la cultura estadunidense ,,, se r~f1e_re a.un Sistema de actitudes de izquierda, que propicia la intervención ~~ red1stnbutJva dei poder político. De la misma manera, la palabra árabe !,· - Umma md1ca un modo espec~fico de construir lo social ai designar a la comu- )' mda~ cornpuesta por e! conjunto ~e creye1ües, con lo que impugna la con- ''- cepcmn terntonal de orde;t socmpohtico. As1 pues, por sus implicaciones polí- ticas rermte a una categona pr.op!a qm; no puede confundirse con la categoria de Igles1a o con la decom':·:udad rehgwsa. Otro ejernplo, la palabra dawla, ..Y que con~ ~xcestva prec1p1tacwn se tradujo como Estado, conceptualiza un or-"'('21 den político que no pue_de expresarse con los conceptos de la sociología polí- !:; . tlca occrdental y que solo se traduce con una larga perífrasis· este ténnino t.;.J debe ~onservarse.~ara expr:sar un_concei:to específico de una ccltura. t;::: As1 pues, la cns1s dei universalismo solo puede superarse reordenando a' .·~ ·· fondo las J~rgas de la sociología política y, ante todo, abandonando la ilusión ' de q~e I~ Jerga 1deada por la ciencia política occidental para explicar su prop1a h1ston~ es uni.v~rsal. Desde luego, este tipo de trabajo corresponde a una obra de critica teor~~~X~~~Il2,mie!!~2lóa.eero tarn~~~ slle~üf co 'Yde manera g~Qnlar~a,1a~.~~92!!lEJ:~"'·'~;:~!'-~9:~~i§!'L.~ínca, gu~r una parte c<;ns!:':te e':!.S~.'Dft9.!:'.~~!L!'?~.~?nc!'Etos de lá soélõ!ôg~a pofítica cone! sên!iâo ~e ã'anTos autóctonos a lós'o15etos····oiíticôs''~lf'-~·~"'~---cr.;: Signan r~ p~~~0~~~!i'"'C?iúPãffi~"IaS?Jéã~:rélêríS'ti~1~md~!Ttf'ifj-~íhTnr:s:defiruCionesãé'lôsôõ[efôsreãles'ltrusl'iuésellU''on''''''~'-·~"···cr--'- --"-"'"'"'"'"'='"-""''~"'O/r.--,.--.,-,~',-..,_,,,.",,,,,,.."------·""'"'·-.%·'~"""""""""Cl'l""-''"""":e"''k";,"!;~;.~;~)?,2~en. La crisis de la explicación lnevitablemente, la crisis dei universalismo que afecta ai método comparati- vo ?esemboca en la cns1s de su fa~ultad explicativa; ~dmitir !l~!:2,ç~os f:scF~~t:~r1~~~f~ii~~]~~~~~irNt1~$~~~p- p~r_Icu)ar,_el~:sa~tnsi?,!;>,;. Por lo m1srno,la nueva tendencia explicativa .que se ~e ellD cu1i'Rüla en un modo de exposición rnucho más modes- to, aunque rndudablemente más válido. En efecto, la explicación política ya no puede afirmar la existencia de un factor detem;Ypanteiw;tiY,~sal que tr.as~ienda las culturas y las historias. Es fofzoso a~rnitir quea h!pofeSIS ya se msrnuaba en Ja mayoría de Jos trabajos cornl?arahvo~. ;EUuga!_9_1:1~-~~e_o~o~gaba ~~~er~~.2:~~$>_m!f,~_g~~~e <;2_,nsJdera umve'!~·''E~J:iã!!ICii!ãrll'íen!Impo_mmTe y nó se encontraba sólo ':n' Ia fraãiciÔÍÍffiafXTsl~fiiünisrno rnêdlante Ias Hifi'ãéstrüêtür:15, ~rocTamado pôr' éstã8,1ãl vez ha sido muy nocivo para e! análisis compara- tivo denvado de ellas y ha trasplantado a las más diversas realidades históri- cas e! misrno tip<.> de cuestionamiento explicativo, creando así la ilusión de una transformación parecida de las sociedades. Sin embargo, y de rnanera ~-~
  • 12. 24 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN paradójica,~n~-~~-~a~n,· ~~1_!Ll~~a2_,,2!}~p.~~~~I.!~t2-flq~J~j=~S.~~~Q~""des­ arrollistas, que ramoien parten âel pasMado de un desarrollo pohtico que rmàêtn15lito ai desarrollo económico. E! postulado, que es e! núcleo de un esfuerzo comparativo, es doblemente azaroso. Supone que en todas las culturasse consi!z.çw~!l.!',COnomía de. una misma mãnêrã~···u:e-s1Cãf'ticwããon'êon1õ'sõc1ârjr lo político es de la misma ·naturruêzaTtruv~~ãr.1lsta..cõnêepClõn'êl!illinã'unâ'parteeséncia! âel objêTo ·ae!'mêlôd.o''cõmpârãtivo, que es el de comparar los diferentes mo.dos de ar- ticulación entre las instancias que componen e! JUego sacra!. Adernas, encuen- tra una fuerte oposición en la antropología que, por lo contrario, demuestra una gran variedad <l~.lllQçigs de construc_S$;14g,lp ~-ç2nómico y de sus rela- ciones con lo sociaf"~arl f§WY lueg~ Dull'_~~~ost~;,a,nmgue lo ~.!'2!!!ls2..!19JI;f?.~~.~~~~~!2!'.2~~X.~.~~~~':'~'l~~!;..~~.!,~ttoue la hiStoria occrdenta1 v aue, en camuw, en e1 seno ue ouascw<was ~ •= o- ~·ríã·s··se~êflêüêfltrã'tí:fillêfii~l:e u encajonado'' en el orden social. En su análisis de Tanzania, Goran Hyden demostró que en el seno dei campesinado el j~ego económico no puede distinguirs~ de las relaciones sociales comu~tanas y que así no apoya ni su autononua como _mercado, .ru la mterv~ncton, en su seno, de los actores políticos, que por lo m!Smo considera extran1eros. Por lo demás, e! determinismo económico da por hecho lo lmiversal de las estrategias, las cuales sin embargo se elaboran de manera histórica, conlo <J,Ue remiten a lo específico. Si e! determinismo ha goza?o ~,,,J favor de las ciencras occidentales, probablemente se deba a que la exphcacwn con base en lo eco- nómico reflejaba.una dimensión importante de la ~storia o.ccidentai: y que sobre todo remitia a la estrategm deteruda por las burguesias conqmstado- ras" cuando relacionaban de manera consciente su éxito econômico con el ejercicio de un contrai activo dei funcion~ento de.las institucion~s pol~ti~a~, y por ello cone! proceso de democratizacwn. Este vmculo, establecrdo histori- camente entre la empresa ec~mómica y la empresa política, ya no es ru ~v.er­ sal ni exclusivo de los demas factores para explicar el desarrollo economico europeo: su extensión forzada a las demás historias plantea la lmifo.rJ7lidad de las estrategias desplegadas_POr los actores y~ P?r eJemplo, supon~na que.e! empresario saudita o indonesw adapta a przon, solo por su profeswn, el rrus- mo comportamiento que e! seguido antes por su colega europeo. Todo esta indica qu~'":.!J:>'"~,!gi[~~'"'~~~l~&lltiX,_2",!12"t~lt~[~},tJ.!;~,~f:lj~ En realidad, la referencra à la cultura sug.ere que e! mismo tactor no siempre es pertinente, ni tiene siempre la misma pertinencia; que no todos_ lo~ actores sociales lo perciben de la rnisma manera, y que por ello su papel hrrutante no se reconoce de la misma manera en cualquier parte; que su modo de Inser- tarse en los procesos sociales no es objetivamente e! mismo dondequiera; que, por ejemplo, en un contexto de individualización de la~ relaciones socm- les, la pertinencia y el alcance explicativo dei factor economicO no son los mismos que en un contexto dominado por la fuerza de lassohdandades co- munitarias.-~~li<fad, e! propi~CD_I1_c!"pto_~J- determ:ru~mo _tiene 'TL. ~.2!1 culturaJ7F que descrd5e1â-á~-~'l,d~à<;!~!T!Il:;.~o!acfor en --~istema de si~;}fi~~~!ls q~~Qüe en a gunas cillturas, como p~ EL MÉTODO COMPARATIVO 25 la otom~a, el determi~1ismo militar se prefiera al econômico, sugiere Ia im- portancia de las conqmstas y los recursos armados en la historia dei mundo tur;o. En todo caso, e! método comparativo puede establecer como objeto de anahsis a esta plurahdad de los modos de organización de los determinis- mos social7s. En cam_bio, si su objetivo es comparar los hechos sociales, tiene que r,<;J?';'diar ~lqmerm~~o monocausal de explicación, so pena caer en e! artiliéw. . Esta interferencia entr~ la ~ultura y la explicación y esta indiscutible diver- s~dad de los modos e~J;hcativos contribuyeron a poner en duda las prettm- swnes causales dei aná!ISIS clásico. Así lo evidencian los hacia e! se interroga acerca las a los sistemas políticos e;uopeos, distingue entre la vía y la dictadura, que mcluye a las VIas fascista y comurusta, e intenta explicar por qué las so- ciedades europeas emprendieron caminos diferentes. Cada uno de estas ca- minos proviene de una secuencia revolucionaria diferente: Ia revolución bur- ~en el caso de la primera; y}a re~~!~~~~,~~"~'~J4iRa, por ~âi:lvãd'êl prmc1p:, en el caso de la segund:ã;Ia,r~;;BlV~!~~tL'I!;"W~~g~s con predomínio campesmo en el caso de la tercera. Aunque Nfoore se inspira en conceptos que toma prestados de la socwlogía marxista, se cuida de indicar un determi- nismo apriori y de refe;irse a una lógíca causal. Con más prudencia, pretende establecer las caractensticas que constituyen lo específico de las secuencias que precedieron a cada una de estas tres revoluciones, y por ello e! principio de estas tres regímenes. Esta lo lleva a evidenciar la pertinencia de los mo- dos de organización de las formaciones rurales preindustriales y a situar en el tip?.de ordenanue~to que caracteriza a éstas los elementos que explican la divisiOn de estas reg1menes. Los aspectos de estas formaciones sociales se prec~saron con b~se en t:es criteriOs elaborados teóricamente: Ia importancia r~l~hva de Ia aristocracia y de la burguesía, e! tipo de economía rural de- flllldo esencialmente por la relación sostenida con e! Estado y la orientación más o menos revolucionaria dei campesinado. Por ello, el análisis_ efectq~_do ~n~rJn&~aõ~~~~E&a~r~~1ti~~~ctê!i~~~l crl5iiTa"'nalúraFe2:ãêlê éâ'da"lir1â'd'e'ê'8íâ:8'IõrffiâêTO;:;es;pues é! ~õósTiüd'e ~raãreVê1ârTã''éorrês'anãênCiãseciienrzaren!Pe ún~.fe forma: ~po de régiffien:l'or eje~plõ~mueStrãqu;;TãrevõfücioncampeShta ~ue greearõ]Ls~mift~]tL.éKLfll~<:o~istaesilivô-[!r~l!,ill.IIma::Je­ ~~~~iza2~!?.';;:,!.'!ª-"SQ19.~5!E.E~~:5!.~12.li!!f@.'}'s1'!<2Jl!:li'·.e'i!.s~<;.n- __k_________
  • 13. 26 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN cia de una agricultura rej?!!,~~ por la tradición revolucionaria del cam- pesinado. Erãutor, consCiente e a realidad de las mdlVlduâlidades históri- ~4ülmite que la revolución burguesa predemocrática está precedida por dos tipos posibles de secuencias: el tipo inglés, caracterizado por la apertura de la aristocracia hacia la burguesía comerciante, el establecimiento de la economía agrícola comercial y la escasa tradición revolucionaria del campe- sinado; y el tipo francés, caracterizado por la agricultura mucho más repri- mida Y-122':.una tradición campesina revolucionaria. Er(Rokfa--;;),ncontramos una iniciativa de la misma naturaleza cuando recur·ntar'i'ríé(odo de las "diacronías retrospectivas" para elaborar su "carta conceptual de Europa" y explicar así la diferenciación de los modos de des- arrollo político practicados en Europa. Esta iniciativa es radicalmente opues- ta a la del determinismo a priori: Rokkan comprueba de manera empírica las diferencias entre los modos de construcción estatal y nacional tal como se efectuaron a través de Europa y luego se remonta en el tiempo para indicar las varíables que pueden explicar esta distribución. Rokkan describe esta dis- tribución de manera geográfica, y comprueba una fuerte oposición entre el Oeste, caracterizado por una construcción estatal precoz, y la Europa Orien- tal, donde confirma el orden imperial agrarío; en cambio, en el centro domina un modelo de construcción estatal tardío, contenido durante mucho tiempo por la resistencia del sistema de ciudades-Estado. Otra oposición distingue una construcción nacional rápida y más bien consensual en el norte de Eu- ropa, y en el sur una construcción nacional más tardía y conflictiva. Esta comprobación empírica !leva a Rokkan a deducir la pertinencia de cierto número de variables que contribuyeron a estructurar de manera diferente el pasado de cada uno de estas tipos de sociedad. Así, parece que la oposición Este-Oeste fue preparada por otro modo de economía, que provocá el triunfo de la economía mercantil cerca del Atlántico y el de la economía rural en las regiones orientales. Las diferencias en el centro (la "espirra dorsal"), desde el mundo germánico hasta el mundo italiano, fueron preparadas por un orde- namiento territorial diferente, caracterizado por la proximidad y competen- cia de los centros potenciales, es decir, por las ciudades que podian ser el punto de partida de una construcción estatal, mientras que tanto en el Este como en el Oeste, la extensión de las zonas rurales impide este tipo de com- petencia. En cuando a las oposiciones entre el Norte y el Sur, remiten al juego de la Reforma y por ende a una variable de tipo religioso. Esta iniciativa le permite a Rokkan dar una explicación comparativa en la que repudia al determinismo. El interés de su trabajo es sobre todo mos- trar que ninguna instancia es el origen a priori de los procesos políticos: la variable económica explica el proceso de construcción de un centro estatal en Europa, aunque en combinación con una variable territorial; en cambio, no interviene en la explicación de las modalidades de construcción nacional que incluyen una variable religiosa. La elección de cada una de esas varíables y la definición de su grado de pertinencia no se efectúan en función de una teoria causal a priori, sino mediante la lectura de las diferencias comprobadas de manera empírica y de su interpretación con base en proposiciones de natura- EL MÉTODO COMPARATIVO 27 leza histórica que permiten situar lo que caracteriza la secuencia que pre- cede a cada uno de los tipos sefia~ados. De esta mat;era, la oposición entre el Norte y el Sur de Europa no sup1ere ~mguna pertmencia económica, pues desde este punto de vista la soc1edad mglesa y las sociedades escandinavas son sumam~nte diferentes; en cambio, el episodio del renacimienlo religioso Yla oposJcion. de l~s países de la Reforma y la Conlrarreforma sí le dieron bases. La distrib';'cion de los modos estatales no se explica sólo a partir de los tipos de ec~nOima que preced1eron a la modernidad política, ya que enlonces las diferencias entre la Europa Occidental y la "espirra dorsal" de E · _d · ·fi d . . uropa per en su SI~! ca o: la histona que preparó esta distinción no es sólo una his- tona eco~ormca, sino también una historia territorial. Así, la construcción de estas vanables se hace al abrigo de toda pretensión universal que es pertinen- te en la explicación de "la carta conceptual de Europa", y a e;o se limita. Ento~ces ~e plantean varias problemas. El prímero es el de la naturaleza de la exphcacwn. Tal como se elabora, se limita a destacar las secuencias histó- n_c_as: la ~eforma precede a una secuencia temprana y consensual de conslruc- cion nacw~al; laContrarreforma precede a una secuencia tardía y difícil de constr.':ccwn naciOnal. Aunque Rokkan no habla de ninguna causa, siente la lentacwn de aventurarse un poco y de racionalizar esta concordancia buscando aquello de la secuencia pasada que explique la secuencia histórica siguiente; por eJemplo, ?bserva que un factor unporlanle para la socialización nacional fue el s':'gnruento de las Iglesias nacionales divorciadas de Roma como con- se~uencra de la Refonna. Así, sin darse cuenla, el autor pasa del ~ero sefiala- miento de la concordancia histórica a una deducción cuya fragilidad ya se conoce ~ que ~opper denuncia más que nadie, llamando la atención en su caráct~r mlmtivo. La concordancia de la Reforma con la construcción nacio- nal: lComo .f:enmte.deducir que la formación de las Iglesias nacionales causá la mte17acwn nacional? No obstante, la prudencia de Rokkan evita que desvane: SI ~my una causa, no la presenta como única, y sobre todo la muestra como una sm!?lll~dad histórica, pues es muy cierlo que sólo es pertinente ~~ntr? de la ~sl?':a europea, que no sírve más que para un tipo de explica- cwn situada hisloncamente, y que no puede generalizarse al conocimienlo de lodos los tipos de orden político. Otro problema.se debe precisamente al modo de construcción de este obje- to ~mgular .constituido aquí por el proceso de diferenciación de las trayec- tonas segmdas por la histeria europea. Su sefialamienlo es empírico y se comprende gr~c1as a la dislribución geográfica, cuya coherencia busca el autor.-~ora b1en, nada permite establecer la pertinencia de una distribución geograf1ca; la J?roximidad territorial no puede considerarse a priori para un factor de smulitud que tiende a clasifica_r en la misma categoría a los países vecmos. Sm em~argo, esta lectura geografica es la que le permite al autor en- contrru: ~iferen~1as y concebir las secuencias que las establecen. Esta manera de cla_sificar, fragil en realidad, !leva.a ~okkan a fijar tipos geográficos que le perm!len superar la mera yuxtaposicion de los casos conslituidos por cada uno de losEs_tados europeos. Ahora bien, precisamente el reconocimienlo de la carga histonca que contiene cada modelo de desarrollo político !leva al
  • 14. 28 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARAOÓN comparalista a un análisis que, a medida que ~': afma, hace qu<; cada ~~lado constituya un caso particular cuya comparacwn con los demas JUsliflca la movilización de un número de variables que aumenta- sin cesar. En esto cae inevitablemente Rokkan conforme define su modelo y rebasa las grandes tendencias que advierte en la distribución geográfic~. LN? es ellímite pnnC1- pal de la explicación secuenC1al -para aclarar la diversida~ de las concor- dancias históricas- el distinguir siempre las trayectorms políl!cas, encontrar siempre otras nuevas, en realidad tantas como Estados ha~ en el mundo: es decir como colectividades marcadas por una histona propm? Para defmrr a estas' especificidades históricas, el comparat~sta tendrá que recu~~ir a un número creciente de variables, superar las facilidades de la deduccwn y, en realidad, inclinarse por la 5~JJ;!!i.~, ,. . Casi en lo mismo incid~ Pe;:ry ~;l~~?lYEn L Etat absoluttste nos muestra cómo la constru;si~!:'~9!Ut~":I!2~R~2}~!:!~!~.!E~.R!de~'C5!i.d~J:d2!.d~r.!!.~~Ia de fuerte1eu'ãahzaciÓ!l'lue..~Ig~!l.9~2.'l!l'!~.!;!,~~~--~~ auton a .. a compro- ba:êlón-êmpíficã;"êonstruiãa én esfe'rtiVefC!e gerterallãaã,pfõp~c~a una de- ducción: la fuerza del Estado..s<:Ef~.f'l!:'El~r!.s!'"-Ji!..l'!,!!'.E.!~l!:!<:Lsi!'..,!ttS.~~ de miridad y, põrtâítfõ;ãêfgràd~"'!<:_!eE~~~~~-~.:?.?ll!'da~. ~'",é~,~~peran as 'tenaenCTàS"~§~ãf~}t[i€2~~~,S2!i~@!!ar ~tr~e~tona fustonc~ real, la __ ã''á' ''"7 '' ' •="''fiá~~s variab~s~oJ:lfuJ:den y secomplican. Por r' lr.. i~t.·~.-.I.~~~&.n.:.t;~.~.~.·.:I>.•~.•~..•.·.~.·.·...~.~-..n·t·n·.·····1··.~.-~..-.s.·····.~.ms..•..:..·.~.Í.·Qd;·ri,··.·.··.~...·.···o.-.~. 2 .-.·~.•.:.-.;.t.~.-...~...:·s··u.~.d.!'·····o·~.·.~~'.S!~I···..·.·., yae·reu'la!lsffiõ;"'etcétera) ,{,~~f~;í~~~~hl~~ci{;81~;iJ.~i6§~~~~~ 1 1~~.;;~1S~*'5~ri~~&~tisn·de esiae-üípa illterffieJfãnó"ê'"rseCURCf'!t'fb~ · qüêpermite construir el análi~is de casos si~ares co~ _otras b_ases distuüa~ de las monográficas, al perrmtir la comparacwn y propiciar hipotes1s exphca tivas, aunque sean parciales. . El se do modo de expli~ción al que recurre el método comp~o es e'M'!~~ra'sâ}irilaaaeseleê!~ii9roveniente de la obra de ~a>(~_e~:r;y, :n particular, de~'f:t!ú!f!fe"p'Yo1êstithte. La ruptura con la pretenswn cauSll:t-es aun más tajante: erj?royedõãe'Weõ"l!r no e!:!$~~~-eJ <;.W.t;!hsTo d_:ter· ,. minaba al rotestantismo o viceversa, smo buscar los elementosde ai'lnlâad . ~ClabanTaSoiTãanâãdãêüllõfõtrõ."Esteproyeéf<JIIl!VõiiTsociólogo ' alemán àiii.'õSt.rârâe'"'<fté'"'ffiâll'êra'e1prôtéstãntismo, al ren?;ar las ~onstruc­ ciones teológicas del cristianismo y ro~per con la co:'cepcwn m~diadora de una Iglesia dispensadora de indul?enCias, transformo la Salvacwn eterna en la principal preocupación del mdividuo, haciendo que se de:"ostrara en la tierra que formaba parte de los elegidos Y. que ?esplegara un Sistema de acti- tudes compuesto de ascetismo, de mvesl!gacwn_ del comportamie~to y, por ende, de racionalización de sus acciones. Estas onentacmnes se anahzan como otras tantas afinidades con el espíritu del capitalismo y, por ello, como funda- mentos de la solidaridad que une a estos dos indivíduos históricos. . El provecho que el comparatista puede o?tener de ~sta lectura es ~;arl!cu­ larmente valioso porque, sobre todo, perm!le constrmr de manera logica el EL MÉTODO COMPARATIVO 29 !azo que une a un tipo de cultura con un tipo de construcción de lo político. Por ejemplo, este es el proyecto de quienes estudian el vinculo entre la cultura cristiano-romana y la invención del modelo estatal occidental o, en una pers- pectiva más estrictamente comparativa, el fundamento de las tipologias esta- blecidas para mostrar cómo diferentes tipos de religión remiten a diferentes tipos de orden político. Así, Samuel Eisenstadt distingue Ires tipos de articu- lación de esta vida con la otra y observa su afinidad con Ires tipos de concep- tos del orden político, el cual es valorado en tipos religiosos como el chino, que se orienta principalmente a la vida en este mundo; se margina y apenas se considera legítimo en religiones como el budismo y el hinduísmo, que se orientan principalmente a la otra vida; se construye en forma de tensiones con lo espiritual en religiones como las de la familia judeo-cristiana; que lla- man al hombre a actuar en la tierra para ganar su salvación en el más aliá. El método de las_~~~.'!.<!~~.electivas, igual que el método secuencial, ti!;!!e ~~~~~~"~~;1~"~1~~~~~~::~~~:i9ti-!rakJ~~-d:6&r:~~ aeveTiflcacíõn:·;;rbíenéü~erãn:msrsêffiiJiricõ"fe-~-v;;;:m;;ã;::~a- CiõnãeiOSãõstipos que se consideran afines, es mucho más difícil establecer con referenda a quê principias se basa esta correlación; si en efecto hay corre- lación entre la expansión del capitalismo y la del protestantismo, lesta afi- nidad se explica con referenda a la preocupación por la salvación, con referen- da a otra característica o, por lo contrario, como sugería Trevor-Roper, mediante la incompatibilidad del capitalismo y de la Contrarreforma? Si exis- te una afinidad entre los tipos de religión y los tipos de órdenes políticos, lSe explica ésta siempre con base en el modo de articulación de esta vida con la otra? El alcance explicativo del método comparativo termina cuando se corre el riesgo de reestablecer el universalismo, la causalidad simple o el evolucio- nismo. La crisis de la relación con la historia I Por último, el ~odo comparativo clá~ico resui!§.2!:Eillll~X!t!'~tad<;>~r su l~êapàãdadpara definirse respecto delãiílsroria e inle!í!:_ar en su análisis la Ji.~~:§~~l!Tfõf.'?!>J~~~~l~~~-~"S<JiB?..e~~?]õill arâr::g!:~~­ ~.n..ocnn.i:!:'!~··ª·:1.:st~-~m:;.~~1.5?.!!-.!~"l~."~E~!~~r:"i!'l~2:~~-~~al~;."~g~E!'- .rac1pn, ya que a no cons1aerar mas que ma1westaCiones mme latamente ··ron1e1nporáneas, el análisis corre el riesgo de dejar de lado todo lo que la profundidad histórica revela de excepcional y singular. La decisión de no considerar a la historia se ha expresado de dos diferentes maneras en las tradiciones del método comparativo clásico: una ha sid<2_E~U­ rriendo a una e,Est:,';);?h~~behavi~~.!.::.~ l~J!!.Jl!.Si~!'~!:J?.2!t~Wa ]ü~tona SOll dos WSCIE_1inas ~fita~ lll~~n({i~!:;~t;:e SI; la ot_ra~ f€CU- rriendÕ a po~tu~~~cuãlês lãlUsto!:~'L.'l!:'.•senJ.lã'!.f!EYlOrt_l'J'Or ello está sÕirietlâa·a determmaa:ãte'õríããe1a sociedad. La pnmerãêlê estas ~uê predõi'illiló-Sô1írerõãoen'êrêonfextôãelos anos sesenta, define el papel del politólogo y le atribuye la misión de observar el funcionamiento ...........· · - - - - - - - - -
  • 15. 30 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARAOÓN dei sistema político, fijar su medida y delimit~r sus normas medi~t': técnicas de cuantificación. Esta iniciativa pudo aphcarse tanto al anahs1s de los mecanismos de la vida política como ai de los comportamientos políticos. En uno y otro casos, los resultados de las comparaciones efectuadas son las- timeros y a veces delicados. . . • . EJ análisis beh viorista e los mecarusmos de la v1da pohtica tuvo como re- sUl:tãdo"pãr ·cu ar os anâlisis sistémicos, que conforman ai conjunto de los papeles políticos propios de una soC1edad como un s1stema, es decrr, como un conjunto de elementos interdependientes que forman un to~o coherente, identificable y destinado a prevalecer. Sólo desde e! punto de v1sta compara- tivo, estos postulados encerraban cuando meno~ tre~E!;I!.o~J:'~!".".;~pezar, la construcción sistémica se basa en una defiruc1ón a prwrz de lo .!?Ph~co, por éfeffipíõlaãs;giíãcióilãUtõrilãrá:'(í'êVãiOr;;8ã1ãqüêSerefíereJJaVlã~ast'?n, que se considera válida en todo momento y en todo luga~ y supo~e ~ue ru el tiempo ni la cultura la afectan; así, establece una concepcw!'- esenc1alísta de lo político, es decir, nominalista. Desd"' lu~l'o, lacomparacwn r~sulta conside- rablemente insulsa: postular una definicwn uruversal de lo político !leva a un ejercicio meramente formal que consiste en -~contr~r ~n cada e~~acw c~tural los elementos que pueden avalar la defimcwn apnorz de lo político; as1 no se consideran otras manifestaciones más significativas de lo político propias de cada una de las culturas. E! segundo peligro es que esta definición ~sencialísta de I'? político, a~ada ai postulado de SU persístencia, lleva a COnsiderar transhiS~.'JS!!!.e.).".~J?,!a'i!'- caS olíticas y, or ende, a restar 1mponãilêia ãSi:i8'!§~!§1~~!2!JliS-La aes- cnpcw que e ana s1s co '<fél'lãstõrlô'frec1!"ll.elo poTitico es la de una secuencia histórica relacionada con un estado prec1so dei amb1ente que Easton en realidad no analiza y cuyas trasformaciones competen J?rec~samente ai análisis histórico. Ahora bien, este análísis revela que la descnpcwn de lo po- lítico propuesta por Easton, igual que los mod~s de articulación en e! med~o social, convienen a un momento preCiso, es decrr, pertenecen a una s1tuac10n y un contexto dados. Finalmente, la asignación autoritaria de val~res y la mancuerna pregunta-respuesta, que constituye la base de .la analog1a ciber- nética dei modelo de Easton describen los logros de lo pohtico en la fase dei Estado benefactor, el cual su'pone la centralización de las funcio":es políticas, e! que éstas se hagan cargo de las demandas de la sociedad, la e'."stenc1a pre- via de un comportamiento de la demanda que impulse a los md1V1d_uos a transformar en exigencias de asignación las insatisfacc10nes que expenmen- tan en sus propias experiencias, y I;' clara difere~ci~ción de un espacio priva- do demandante y de un espacio pubhco beneflc~ano: es dec1r, elementos que remiten a una historia singular: la de la aventura occ1dental. Inev!lablemente, e! que este modelo se utilice para las comparaciones lleva a efec~a.r una des- cripción totalmente falsa dei flmcionamiento de.loss1stemas pohhcos extra- occidentales y de los tradicionales: una descnpc~on a1en~ a la real1dad. .• El último peligro es que el postulado de per~1stenc1a inherente a la gestion sistémica lleva a disimular o rest~ri~_E.?!.!~c!a ~]a~.:!:.~tu~~~ y a_}edu':~ lo es~~~!s2SJE!.-~l:!.91:~~~~S~J!-~..9E~J:§!!!'~~ esTa •'...<" ----- EL MÉTODO COMPARATIVO 31 manera condiciona estrechamente lo singular de su trayectoria. Las crisis que distinguen a la hístoria china, y que en particular marcaron e! reemplazo de una dinastia por otra, no pueden compararse con las crisis que han marcado la transformación de la sociedad dei mundo musulmán y están lejos de re- mitir a modalidades universales de autorregulación, como sugiere la pers- pectiva sistémica. Así pues, e! comparatista debe ~cliente no só!ode la ~i~~;:~fr~fct~e~f~~r~~2~!J~í~*th~<;~~~~ como por!a"mêliferenciación-, ~tam~J:_§~.e t~~~l2-~~fico~<!e 1;y~:s'TH~[r~fo~,t;~c'Ie~~r~Í2~~~~:~:- roduce las mis- rn~um-,;re~~ncieiiãiõSinifrnõEt'~êlr"~~õs:lSise·erêFmãoon~maen­ cra,aãpOrrêSUitãrolülãcde~pcron=M<f!mFo~üs préciSiones~ de fos com- portamientos electorales correlacionados con un conjunto ·de variables sociológicas como la práctica religiosa, la clase social a la que se pertenece y, en menor grado, e! sexo, la edad y el nivel de educación. Esta configuración puede dar la ilusión de que es posible la comparación; más que nada muestra diferentes correlaciones entre = y otra región, entre uno y otro país. Así pues, también esta prolongación comparativa depende de que se considere a la historia, como por lo demás lo sugieren las últimas orientaciones de la so- ciología electoral. Para empezar, el análisis múltiple de los comportarnientos electorales sólo es válido cuando considera al contexto social y político y a la manera en que modula Ias correlaciones. Ahora bien, incluir esta variable contextual significa sobre todo que se atiendan las tradiciones políticas de cada unidad geográfica, es decir, sus traducciones históricas, que se expli- quen sus correlaciones y que se dé sentido a las comparaciones. Por lo demás, sólo el análisis histórico contrarresta las ilusiones producidas por la correlación, pues permite elaborar hipótesis acerca de la naturaleza de los vínculos que unen a las variables. En un célebre análisis dei comportamiento político dei departamento de Sarthe, Paul Bois mostró que dicho comporta- miento precedía ai comportamiento religioso, que e! acontecimiento acti- vador que fue la Revolución francesa dio pie a alineaciones políticas que, a su vez, provocaron alineaciones religíosas: la hostilidad hacia la Revolución ac- tivó sobre todo las prácticas religiosas. No obstante, en otras situaciones puede verse que e! comportamiento religioso antecede ai comportamiento político; gracias ai análisis histórico, e! Voto republicano y el voto de ízquier- da de las minorias protestantes dei Alto Loira parecen una manera de prote- ger la identidad religíosa. Así, cuando los comportamientos se analizan sin atender a la historia se corre e! riesgo de no lograr sino una explicación sen- cilla; cuando se pasa a la comparación se corre el riesgo dei contrasentido y de establecer, con base en correlaciones parecidas, analogías entre situa- ciones distintas en realidad y remitir, por ejemplo en el caso de la región de Sarthe y dei Alto Loira, a acontecimientos políticos que dependen de pro- cesos sociales muy diferentes. ~~~d:1-~,E~~l~,~i~!2;,ir,~~~~~~~~:I~~is~~"L~~,.!:~~s ~r_arativ,~~-9l!!'.êl?..,.~.e~.!.!:~~~!.'?.~~'?••'?&:f~ 9~; ~- !...!::};~.!!..er~qU,!:!!:' s!:n- i 1 1
  • 16. :'i 32 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARAOÓN tido .!l!l1J~oria. E~te,,~~'~álisis ma~~ist.~_r de ~s sociologías "'êVV!ucwrustas:'E! anlilisis marxista afirma la suceswn lmeâlde Ios modos de p~s sociologías evolucionistas han dado lugar a una pluralidad de sociologías de la modernización, todas las cuales se basan en una defini- ción precisa, armoniosa y universal de la modernidad hacia la cual conver- gen todas las sociedades. Como ya se vio a propósito dei desarrollismo, no todas estas perspectivas culminan en una verdadera comparación, pues se limitan a medir los desfases. Quizá !a soci2)ogía marxista se encuentra aquí con e! principal freno a sus posibilidactescomparativas, pues tiende a efectuar la comparación a partir de dos postulados en particular limitantes: considerar a priori 911e todas las his!g- r~!~izan bakelefecto de la c:!usal,i;dad econômica y_que a_!ravies~ P!/! las rnismas etapas,~ue_se definen con Sase en modos de prõãiicciOn_unn_':er- -~.-mprríllêroe estos pos!ulããõses particülãfffienrepellgrosõ;pues _,,.. supone q~~?~g}i~.R~~~~is~!.~' en t_~d~~~~~~~X,.;D~-,~9~q2J1!~!4 ~~;,}~~Q_!fl;f'_EE:~-çg~1~-gQXl€ljittE.~f!:?.?~.~~~·~!~.J~~,3~.-~. ~S~L~,~-~Y~~9:?~~!1- ]i'!:~i'?_~·qê;~rqui~d~~rnii;a ~iem_Ere a i~~~~-~d~más instancias. El segun- ·'do postlilàâà't'õnsictera Insigmn'::.,antesa T?,YlOYii~rferenCilS qu<:jacuJtura, ia políti~ y cualqUlerÕtrâ,}'jSfãill;-l!.E,Ued_a':'~ab ~~.~~~.l!.._gg.~,l~,ll~- ~.9l!'C!'e1ãSêl11l!tl11][1f.~.Ç,l,!l.nas histoncas. Asrmismo, el propos!lo de m- 'êluir ef ''moã'ôãeprõclucCíón asiático" para analizar a la sociedad china y a la sociedad india revela más la confusión que una verdadera posibilidad de sacar al método comparativo marxista de su claro etnocentrismo. En cambio, hay evoluciones más reç!~J~~~"g~e _p2r~s~rpá_s decis!~-~-~j~ 1ue Sêo/põflên cons~~d~ ~uevg)a pl~'§.;[§~]:~ J:tist~i~~ãSé_u tura~.. ara em- pezar, esteêSel"Caso~marxismo cu1tu"'fã! que preten'ile"con..:iliar, sobre todo en la historiografia británica, la inclusión de las condiciones socioeconó- micas y la de las características culturales propias de cada cla~l]lO ~Jllii­ ción de la manera en que se forma la conciencia de clase. As(E" p;~~sort muestra cómo la experiencia social, la experiencia vivida por"ã!ttã"""'éoiecn'Tf- dad, y por ende cada clase social, conforma su particularidad y explica sus diferencias. Desde esta perspectiva, el sociólogo, en lugar de subrayar lo que tienen en común las clases obreras, destaca las e,~l!J;.!Jar· de los modos de formación de cada una. Con la misma lógic<!; Per~~~~ê.'?E: n su inves- tigación respecto a la formación dei Estado absôlmíslà, se esfuerza por modi- ficar la teoría marxista en que se apoya con el propósito de establecer que en cada trayectoria cada uno de los modos de producción se construye de mane- ra particuiar y que esta manera específica se toma la base dei análisis compa- rativo. Por esto, e! autor modifica la orientación explicativa dei marxismo al establecer que ésta no se interesa tanto por la pertinencia de las categorías universales en que se basa como en la particularidad de la construcciónde dichas categorías en cada historia: el orden político, las ideologías y e! derecho coinciden en esta construcción y, se toman elementos aclaratorios y de___çqm- paración. E! autor aplica este.proyecto ai análisis. de la diversidad de los mo- dos de producción feudales en la historía medieval europea, de donde obtiene la explicación de la pluralidad de los modos de construcción dei Estado. EL MÉTODO COMPARATIVO 33
  • 17. 34 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN tiempo por esperas precisas, intereses particulares, frustraciones y fracasos, y también por e1 efecto de un contexto formado por las relacwnes de poder y las conexiones sociales entre los actores, así como por !?s mo~elos cul~ales aprendidos. Analizar como tal unJ'~~ de mvencwn J;Oh.tica eg~val!'.a aislar sus"_f!lspêêtoS'nl~S[~~~f§,~~.I. a~!~car lo p~ecano de su mven- ~1les:y'WillaJ?1acwnes ue s?J.oE.!:l!'~:.~J?,:'?.:~J!je la duracri'l'n, ~-··' • nte de la mo · cacwn aêlos narametros ãe su on~. ;;~~,~~=~~enciãaeTaíliStõriã:àm<§"!~~~~~~~!~et 'l~fis com)lt rativo un descubrunJeri~.i!~!~~s."Cõmo.mâ.Jco CRar1eSTII y, otogra J.ar t!fi~Cõên uil momento dado eqmvale a prefenr e! p_oder ):' no la · " 1 JegJ'ti'mo y no lo ilegítimo la relación y no la accwn social. EnopOSlClOll, O ' , . · · J J efecto, la representación estatal de un orden político penrute aJSar a estructu- ra y la organización que garantizan la e~cac1a ~elJ?oder, m1entras que la 0 osición no remite a la misma permanenc1a, o mas b1en no adqtuere per~­ n~ncia más que en su aspecto más actualizado y, por ende, menos desesta_b!li- zador. Por las mismas razones, toda descripción fija de un orden pohtico permite deducir la existencia de una fórmula de legJtirmdad que haga que lo acepten los gobemados; en cambio, tiende a ocultar (o, en todo caB?; a restar importancia) a los fracasos de esta fórmula, a su desigual pe~etracJO? en los diferentes espacios de la sociedad, así co':'? a ':>. elaboracwn de formulas coincidentes de deslegitimación o contraleg1~acwn. Fmahnente, la perspec- tiva estatal de determinado orden sug~ere que este descansa en un modo dado de estructuración de las relaciones sociales, dejando así de ~~~o las produc- ciones estratégicas y el establecirniento de nuevos tipos de ~ccror~, y dudando de lo perenne de las relaciones soc1ales e mcluso la pertinencm de que se consideren. , 1 f ,Finalmente, la historia consti~!:'~-~~-!'."'~'él!!.a os e ectos ne~'õsã'e'íllí'~~soi:l~gt· Una comparacwn 51ue'lli5ã&êri'11~ a a histona ede suponer la existencia real de grandes conjuntos o totah- d d O e! 11mundo musulmán" o el 11 mundo occidental". La mtroduc- a es com d ·1· · ción de la historia multiplica casi al infinito las unidades ,e ana JSJS, esos es- pacios políticos que merece~ ~islarse y co?'pararse. No s~lo esta divers1dad compete a cada espacio poh!ico que asp1ra.a la soberania y, por ello, a la elaboración de una escena política propia, smo que dentro de cada uno de estos espacios de soberania apa~ecen h~storias pro~ias que producensu propia tradición política y su propm relacwn con lo pclítico. Por eJemplo, s1 se declara que la Revolución francesa. tuvo un efecto estruc~ador en l.a c_ons- tru " de la escena y e! 1·uego pohticos de Francra, e! anabsJS socrohistonco ccwn · 1 ··asrthmuestra que este efecto estructura~or no fue el rmsm.o en a re~on e a e, estudiada por Bois, en la de Vendee, estudmda por T~ll~, en Pans Y~e! Alto Loira. Así, la referenda histórica lleva en una re reswn mfmlta a umda~ análisis c~ãSfilla~~~ê~ll§.É~,~S!,~.S2!P-J?!r~_ '"~.~~;:1.~~~~!!!~n-"-"''""~"'~ti'~w,._..,. · · 'tigadón i;_on.Siste i>n erectuar a comoaracJO ClOneS YlOS ~,l!J~ ·-~"~~ .9-,~ ,~~~'"~;:~~: _$0-~"'"-""·"''tl'',J);A:<"'"'2"i"'*"'·~~,.,'"';.~'>"~"""''"~""""='P"'"'~'~~~'-"~~"'"" ·'"""""""''·'•'""'='"""."m'".·v.eT N.ln"ún mv.. elde onahs!S es ~timo en SI, E!'fio S!;l !:!'C.c-en ut::~.errmnauo . ~,.,;.~""~"'"""""'"'-"'"''"'·"~""o.;:,.,,,..,_,,_..,,..,""""1~--- -'a""'·~,,~,.,._~ t ·a -."".-'~"'-·"'"ti"" Y'-~-...~~~-"'-~ ·' d · la definiçión previa e ooje o e a mves -aon smo eSJ?i;>ê!!?J.~,'!,l,,.,,,,S}gl},,.,.,~.•,.,,..,,,.,#...·"'•'"f' ,,,,,..,,.,,.,d,.'~d·-e't'e''rYm'-'J'n"'.·'a'·"a''~o·"n'"J,-,ve _.,""''"'''~"''''""···--··-a··,. -----~ · " pane apre erenCia e 1ve1. ,_8~S!,e~I.;:.,~--"-""';,~E~~~J2I~-~;;!,._$l'!;l,~.~-~'<······-~---'·--=-~-:. ,.._'-~:-;- ..-.:-.·c--", ,.-_,,,-.,,,.•_,,.,.,.,.,"'·'·Y-?;'""''/,~.::"'"'""'''·"';u-,,-,~.~~ EL MÉTODO COMPARATIVO 35
  • 18. 36 LA COMPOS!CIÓN DE LA COMPARACIÓN solver estos asuntos varía según los autores: si bien Tilly se inclina cad~ vez más por mezclar su tarea con la de! historiador,.los autores de la ~ornente marxista permanecen mucho más cerca del cuestion~m;.ento s~ci?lo~pco, so- bre todo practican e! análisis tipológico y basan su practica en hip?tes1s mera- mente sociológicas. Si bien para todos, menos para Tilly, la f'nond~d corres- ponde a la macrohistoria, hay una gran dlfere~c1~ entre la <:lin;ensJOn de sus comparaciones: Rokkan se limita a Eurof'a y E1serr:st~dt, Bend1x y Anderson declaran la pertinencia de un cuestionam1ento sm limites espaC!ales o tem~?" rales. Por su parte, Moore y Skocp':'l consid~ran pertinente una explicac10n fundada en la elección de las vanables pnmeras, en tanto que Bend1x Y Eiseinstadt se oponen a ello y se limitan a la orientación e interpretaClón de l~s diferentes trayectorias históricas. En pocas palabras: p~ece ~'2!~ histórica carece.de m~;stg~~!:l['/.~S'l~]!Çe~~~~'!~:'-~?~'t~~~ ~rêgrãsSTªõCoffiúnes~<;~,,~;~~-~,!~e~~-~~2~~=~,-,~.J~m~~~J;,2!.ca_ a uno ''fôS'fmemõ'ttlS'tlê"ê'§!fw~C!ptmá. ''O''c'--''~}! ,,-,+,'C-f.;o,',.,;,_-<"fi•' ,-,•c,,'C_.E;,"C-'-"""'·-~- LAS NUEVAS ORIENTAClONES DEL MÉTODO COMPARATIVO Tanto ]a crisis de! universalismo como las imprecisiones de los modos clásicos de explicación y la necesidad d~ considerar de nuevo a la historia han llevad~ al comparatista a renovar su meto~o, sm que~ la fe~a s~ cuente con un :naru fiesto de! nuevo método comparativo. En reahdad, este hende a constrmrse ai contado con los nuevos paradigmas de la ciencia politica: e! redescubnrm.ento de! análisis cultural y la reconstrucción de la sociologia dan lugar ai anális1s estratégico. En este camino parecen conformarse algunas tendencms cuya per- tinencia conviene apreciar. En reahdad, parece que las .actuales ~endencms consagran e! regreso a la sociologia weberiana y conshtuyen e! mtento de volver a utilizar e! paradigma de! maestro alemán para establecer las nu~vas bases de! método comparativo renovado. Se sabe 9ue Weberno el~boro su teoria sociológica con base en la enganosa enteleqma de la soczedad smo en_Ia acción social, que se considera una acción desplegada por~ actor ~ ~ecc10n de otro a partir de un sentido compartido por ambos. As1, Weber md1ca que e! jueg~ social a! mismo tiempo que es interactivo tiene una base ~!""al._Po­ dría decirse que e! nuevo auge de los conceptos de cultura y de acc10n sen~l~ la vigencia de la obra de! sociólogo alernán: no obstante, los problemas teon- cos y metodológicos planteados por e! us.o conjugado de estos.dos.conceptos y por los análisis provenientes de ellos md1can las mconvemenClas de que estos conceptos sean las bases de la nueva empresa comparativa. El regreso del análisis cultural E! análisis cultural tiene ya un siglo de existencia, pues 1?inician;n durat;te la segunda mitad de! sigla XIX los antropólogos anglosaJones. D1cho aná!JsJs provocá conflictos en las definiciones, las cuales conoCleron una amphtud EL MÉTODO COMPARATIVO 37 raramente igualada por los demás sectores de las ciencias sociales. Este con- cepto, cuyo propósito fue analizar las sociedades primitivas caracterizadas por su reducido tamafto y por su gran integración comunitaria, clifícihnente podía ~ervir, sin un previo examen crítico, para explicar el fun<;ionamiento de las soCiedades modernas y efectuar comparaciones entre ellas. En particular, era rnenester superar tres perspectivas. La primera tieite que ver con la definición normativa de la cultura, considerando a ésta como e! conjunto de los valores compartidos por todos los miembros de una sociedad. Si se define un valor como un concepto de lo deseable, es difícil reconocer por decreto que las soCiedades mdustrmles modernas, complejas, diferenciadas y conflic- tivas, puedan definirse con base en un sistema de valores impuestos de manera uniforme y unânime en su seno. De la misrna manera, la definición histórica de la cultura parece poco pertinente, ya que supone concebida como Ia herencia transmitida de generación en generación de acuerdo con un modo riguroso de reproducción social. Esta construcción, aceptable en e! caso de las sociedades traclicionales, en las que sólo se considera legítimo a! orden que se apega a la traclición, de ninguna manera conviene a las so- ciedades modernas en las cuales, por lo contrario, prevalecen e! cambio social y la innovación que se opondrían artificiahnente a la cultura. Ahora bien, ésta también se encuentra sornetida al cambio y a la innovación: así, Ia compara- ción fundada en una concepción histórica y reproductora de la cultura seria engaftosamente estática, postularia la perennidad de las culturas y, por ende, de los modelos políticos con los que tiene afinidad. Habrá que expresar otras reservas, esta vez respecto de la construcción behaviorísta de la cultura, comparándola con un modelo de comportamiento que, si no es e! que siguen todos los rniembros de una sociedad, sí es e! dominante. Además de que con las técnicas de observación -y sobre todo e! sondeo- se corre e! riesgo de exagerar la importancia y la difusión de este modelo de comportanúento, es decir, de invocar su existencia, es imprudente situar a la cultura en el nivel de lo inmediatamente observable, segmentaria según los tipos de comporta- miento, y sobre todo relacionaria de manera tan estrecha a! efecto revelador de las conjeturas. No obstante, esto es lo que hicieron Almond y Verba en su gran_investigación comparativa acerca de la "cultura cívica", con la cual pre- tendJeron destacar e! comportarniento político de cinco países (Gran Bretafta, Estados Unidos, Alemania, Italia y México). La (relativa) regularidad obser- vada en la producción de los comportamientos sociales, delimitada de mane- ra dudosa y frágil, se integra arbitrariamente a una cultura sin considerar las interacciones sociales, la perspectiva que se tiene de las instituciones y córno se originan las situaciones en las que se despliegan los comportarnientos. La comparación se falsea en todos los niveles, no se concede la debida importan- cia a lo específico de los modos de construcción de lo político propios de cada soc1edad y se invoca engaiíosarnente lo universal de los cornportamientos mediante un cuestíonamiento único, que se aplica a todos los indivíduos de las sociedades estudiadas. ' Recientemente se precisó una perspectiva semiótica del análisis cultural que ha permitido superar varias de estas dificultades y propiciá su uso con
  • 19. 38 LA COMPOSICIÓN DE LA COMPARACIÓN fines comparativos. Clifford Geertz, qu~en también rede.scubrió a W~ber, definió a la cultura como el sistema de s1gmficados conoCido por los miem- bros de un grupo, el cuallo aplica en sus interacciones. Esta ~onstrucción es menos limitante que la definición normativa: Geertz destaca jUStamente que e! juego social no supone que los actores sociales compartan los mismos ';alo- res sino, más sencillamente, que dichos actores se comprenden entre s1. De esta manera, la cultura remite a un código de significados que, como Weber sugería, le da una orientación social a la acción. Asimismo s7,.acaba con las trampas dei historicismo: un códigoremite,a una construccwn lo bastante abstracta para ser compatible con la ~ncluswn dei cambiO social, lo~ efectos de la innovación y la ruptura. Tamb1en se evltan los peligros dei anal!S!S dei comportamiento pues la construcción semiótica permite, distinguir cl~r~­ mente cultura y comportamiento: la cultura sirve de gramatica, de prmc1p10 estructurante de] comportamiento y remite a la abstracción; e! compor- tamiento se refiere a lo inmediatamente observable; la cultura pertenece ai patrimonio común; e! comportamiento a lo plural y conflictivo. Geertz u~a la metáfora weberiana que considera ai hombre como un ammal suspendido "en las redes de! significado" que é! mismo ha tejido e indica todo e! prove- cho analítico que puede obtenerse de esta construcción semiótica de la cul- tura: para actuar, y sobre todo para renovar su acción, el individuo-actor debe producir sentido; a continuación, éste organiza e! juego social, !e da poco a poco su configuración específica.y así ayud~ .aestructurar e! compor- tamiento dei conjunto de los adores soCia!es. E! anai!SIS cultural renovado de esta manera permite que e! anális~scomparativo I:onga e~ perspectiva los diíerentes sentidos que dan a lo políhco, en e! espacw y e! hempo, diferentes colectividades, y, por ende, las diíerentes construcciones de lo político que de aquí se derivan. La consideración global de este s;ntido pernut~ observar que Ia diversidad de estas construcc~ones de lo político guardaafrmdad con Ias construcciones de los otros espacws de! juego soem!; en particular, llega a conceder una importancia particular a lo religioso; organiza los ritos Ylas creencias que se refieren a lo sagrado colectivo -que en las Formas elementales de la vida religiosa Durkheim definia como "la expresión concisa de la vida co- lectiva" y, por ende, como la cristalización de este sistema de si~cados que se produce con el ritmo de la historia particular de cada colectiv1dad. No obstante, esta construcción no resuelve todos los problemas que plantea ai comparatista e! uso -a pesar.~etodo necesario- dei concepto de cultura. Es más, e! nuevo auge de! anahs1s cultural ha provocado nume- rosas discusiones que no se han zanjado verdaderamente.. Algunos.críticos destacan las dificultades dei método, ai cualllaman operacwnahzacwn de la perspectiva semiótica, sin dudar de sus ba~es. Otros se sitúan .~n un nivel más teórico y llegan a rechazar la vahdez m1sma de la cons1rucCion Y, el pr';; yecto derivado de ella. Los primeros, que podemos llamar metodolog~cos , plantean e! problema dei conocimiento y, por ende, de la .c,onstrucción.de la cultura dei otro. Esta dificultad es la verdadera culmmaCion de la cns1s dei universalismo que hemos analizado y se debe a su traducción en e! conte~to propio de! análisis semiótico: zse puede despojar a! s1stema de los s•gmfl- EL MÉTODO COMPARATIVO 39 cados que forman la base de una cultura extranjera ai expresarla en la lengua dei investigador, es decir, a partir de su propio sistema de significados? E! problema que ya encontramos, a propósito de la reconsideración de la uni- versalidad de los conceptos, se plantea de manera más sistemática, ya que así se extiende a la representación de todos los elementos de! sistema de sentidos utilizados por los demás. Para resolver esta dificultad, e] análisis cultural recurre cada vez más a Ia lingüística; al usar los métodos de esta ciencia social logra que no se pierda e! sentido por efecto de la integración precipitada (y sobre todo torpe) de otros sistemas de significado a! código cultural propio. De esta manera, e! análisis de los vocabularios políticos permite identificar mejor las características específicas que distinguen a unas culturas de otras: así se abre un nuevo campo de investigación para la política comparada, e! cua], ai poner en perspectiva los términos empleados en cada lengua para designar a las instituciones y las prácticas, ai interrogarse acerca de su eti- mologia y de los sucesivos deslizamientos de sentido de dicho léxico, puede conocer cómo se construyen en cada sociedad las expectativas políticas de los indivíduos, sin que se definan con demasiada precipitación mediante las ca- tegorias de! sociólogo occidental. Otro problema de método se refiere a la dimensión de las culturas y, por tanto, de cómo construye sus modalidades e! investigador comparatista. zA partir de qué momento, con base en qué criterios puede considerarse que una colectividad social posee una cultura propia, es decir, un sistema de significa- dos que la distingue de otras colectividades? En realidad, e] concepto de cul- tura se emplea anárqulcamente para designar tanto a conjuntos amplios ("la cultura islâmica", "la cultura occidental") como a colectividades muy reduci- das, ya que de la misma manera se puede hacer referenda, por ejemplo, a la cultura propia de una aldea. Desde luego, e! problema puede resolverse me- .diante criterios objetivos: así, uno puede declarar que, para poseer una cul- tura propia, una colectividad debe caracterizarse por interacciones sociales ai mismo tiempo bastante concretas y autônomas. Lo bastante concretas para que tengan sentido y por ende produzcan modelos culturales; asimismo, lo bastante autônomas para que sus modelos culturales sean diferentes de los transmitidos por otras colectividades. De esta manera, en una sociedad mar- cada por una gran movilidad social, las oporl!midades de que los modelos culturales particulares de los grupos sociales se conserven tienden a dismi- nuir entanto aumentan las culturas de dimensión nacional. No obstante, lo esencial compete a la estrategia dei investigador y a la na- turaleza y extensión de los objetos que desea analizar o comparar. Si su propósito es e! conocimiento de determinado objeto político, la variable cul- tural que determine habrá de tener la dimensión de dicho objeto: el análisis monográfico de la estrudura de poder en una aldea supone que se determine y considere su cultura particular; e! análisis de! sistema político marroquí lle- vará ai investigador a establecer la cultura marroquí como e! sistema de sig- nificados que contiene la explicación pertinente; el análisis de la construcción de! Estado en e! mundo occidental ai fmal de la Edad Media lleva a expresar la hipótesis de ia'pertinencia de la cultura cristiana occidental que abarca ai