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“Vos y yo y la noche”
Daniel Dagna
“El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en
que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca”
Víctor Ruiz Iriarte (1912 -1982) Dramaturgo español.
ÉPOCA:
Actual.
ESPACIO ESCÉNICO:
Dos espacios bien definidos:
En uno nos encontramos en un estudio de radio. Una mesa, libros sobre la mesa, sillas,
sillones, micrófonos, auriculares…
En el segundo espacio escénico es donde transcurrirán las historias. Dichos espacios
están especificados antes de cada una de ellas.
PERSONAJES:
(Por orden de aparición)
“Estudio radial”
Juana: Es una mujer de alrededor de 35 años, de buen cuerpo y muy linda voz.
Locutora y conductora del programa radial: “Vos y yo y la noche” Al hablar
al micrófono trata de emplear y de sostener un tono muy sensual. Con ritmo
apacible. La tranquilidad que intenta transmitir, y que sólo por momentos
logra, y los tiempos que se toma, dan la sensación de que el programa radial
nocturno que conduce durará toda la noche.
“Anti oxidante”
Alicia: Un anciana con mal carácter que ya ni se mueve. No por impedimentos
físicos, más bien por su actitud hacia la vejez.
Pedro: Tiene algunos años más que su mujer (Alicia). A pesar de su parkinson
trata de mantener un buen carácter. Intenta estar en actividad.
“Su sana costumbre”
Susana: Una joven provinciana muy bonita. De cabello largo y renegrido, de piel
blanca y muy buen cuerpo. Tiene un leve acento de provincia. Nació en
un pueblo de la provincia de Santa Fe.
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Claudio: Un señor de alrededor de 50 años. Dobla en edad a Susana. Viste con
ropa cara pero no del todo bien combinada; con saco sport, con una
remera y un pantalón de jean. Usa cadenas de oro tanto en la muñeca
como colgando del cuello. La del cuello tiene un enorme crucifijo
dorado. Trae consigo un portafolio.
“A buen cazador, liebre suelta”
María: Viejecita chiquitita e inquieta. Todos sus movimientos son como ella,
chiquititos.
Juan: Es un anciano pesado. No tanto por la masa corporal sino más bien por la
actitud. Ya se ha transformado en un viejo gruñón.
“El pomo flojo”
Hernán: Comerciante de aproximadamente 50 años. Intenta mantenerse joven y
atractivo. Es muy cuidadoso de su cabello y de su rostro bien afeitado.
Oculta casi permanentemente su abdomen. Esto lo lleva a mantener el
pecho y los hombros erguidos.
Ana: Esposa de Hernán. Tiene cuarenta y pico muy bien llevados. Cuida su
cuerpo y todo su aspecto en general. Es lo que se denomina una
apetecible mujer.
“Un kit revitalizador”
Lau: Pedicuro gay. Tiene alrededor de treinta y cinco años y está algo
excedido de peso. Su comportamiento y su voz son muy afeminados.
Inconcientemente realiza en forma casi constante un juego con su lengua,
ella casi nunca está absolutamente oculta en la boca. La punta de su
lengua, cuando él se queda observando o escuchando algo con atención,
se queda reposando entre sus labios.
Manu: Es la pareja de Lautaro y tiene edad similar. Abogado. Delgado y con
muy buena presencia. A diferencia de Lau no muestra feminidad en su
aspecto corporal. Sólo algún desliz sutil, muy tenue, en algunos giros al
hablar. Pierde sutilidad cuando algo lo pone nervioso o lo enoja mucho.
Bebe en exceso.
“Des Consuelo”
Consuelo: Una mujer muy atractiva de alrededor de 35 años. Es insinuante,
enigmática, muy sensual y por momentos subraya todos sus atributos
provocativamente.
Luis: Un apuesto señor de alrededor de 40 años. Viste con mucha elegancia. Es
muy cuidadoso con la gama de colores. Lleva sus trajes con mucha
prestancia. Aparenta seguridad y firmeza.
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“Vos y yo y la noche”
La cortina musical del programa radial llena el espacio.
Suavemente ingresa una tenue luz que ilumina el estudio de radio. Una mesa, unas
sillas, un micrófono…
Juana ingresa al espacio y enciende otra luz que nos permite verla moverse en su
espacio.
Trae consigo muchos libros que acomoda ordenadamente sobre la mesa de trabajo.
Muchos de ellos son material de consulta durante su audición radial.
La cortina musical irá disminuyendo su volumen hasta desaparecer.
Juana:- (Toma un libro y lo abre. Sin leer del libro comienza a hablar)
“El cliente siempre tiene la razón”; “mi amor: eres lo más importante en mi
vida”; “una empresa que piensa en usted”; “¡qué bueno era el finado!”;
“¡qué lindo bebé!”; etc., etc., etc.
(Breve pausa. Leyendo el libro que tiene entre sus manos)
La vida social es una suma casi infinita de medias verdades, de frases
hechas que siempre ocultan algo. Es decir, las relaciones humanas conllevan
estructuralmente un núcleo de engaño.
(Cierra el libro y pierde levemente el tono apacible de su voz)
Ello significa que todo, absolutamente todo vínculo interhumano es
engañoso.
(Pausa. Retoma su tranquilidad al hablar)
Queridos míos, muy buenas noches. ¿Cómo ha sido la semana? La mía
bastante alborotada. Sobrevolando, todavía, una zona de agitación. Pero,
bueno, ya hemos llegado al viernes, a las… 23 y seis minutos exactamente,
y ya nos sentimos en fin de semana. El lunes a la noche contamos historias
de amor apasionado y el miércoles de despedidas inevitables. Hasta el
martes no sabíamos que tema tratar hoy. Con Estela, mi amiga y productora
del programa, leíamos y leíamos hermosas historias que ustedes nos envían
a diario a nuestro mail. Afortunadamente, vosyyoylanoche@am1122.com. ,
rebalsa de relatos conmovedores. Anoche, exactamente a las 23 y 42,
recibimos un mail que nos regaló el tema a tratar hoy. Gracias a esa (carga
la palabra) “amiga”, pude mantener firme el volante en plena turbulencia y
tomar una decisión muy importante.
Queridos míos, esta noche sin luna visible, llena de paz y quietud, con la paz
y la quietud que solamente el inclemente frío puede producir a estas horas,
quiero que hablemos del “engaño”. Simplemente les voy a relatar seis
alegatos donde el tema central es “el engaño”
(Breve pausa, toma otro libro)
Historias vinculares, simples, cotidianas, de vos, de él, de todos nosotros.
Testimonios que, en algunos casos, hemos corregido y recreado para que
todos ustedes a través del éter puedan imaginarlas y vivirlas. ¿Quién no ha
sido víctima del engaño alguna vez en la vida?
(Se pone sería y pierde la sensualidad en la voz, leyendo)
El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos
dejan soñar que no nos engañarán nunca.
(Dejando el libro y resaltando el autor de la frase que acaba de leer)
“Víctor Ruiz Iriarte”
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(Vuelve al tono coloquial)
Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos. Hay una frase
célebre o a mí se me ocurre que así lo debería ser: “Se puede engañar a
todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo. Pero no
puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo” Creo que la dijo John
Fitzgerald Kennedy.
(Breve pausa. Vuelve a retomar el tono apacible. Toma un grueso
diccionario y busca entre sus hojas)
¿Qué nos produce el engaño? El desconsuelo. Según reza en la real
academia “desconsuelo” significa, dos puntos, angustia, coma, pena o dolor
por falta de consuelo punto y consuelo significa, dos puntos, descanso y
alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo punto.
(Cierra el diccionario)
Y tal como reza en la jerga popular: “Es preferible consolarse que
ahorcarse”; “un clavo saca a otro clavo”; “mal de muchos, consuelo de
tontos”; “poca cosa nos consuela cuando poca cosa nos aflige”; “frío e
insípido es el consuelo cuando no va envuelto en algún remedio”...
(Breve pausa)
Queridos míos ya es tiempo de ir a la primera historia, la que sospecho,
fuera enviada por un testigo habitual del acontecer de esta singular pareja, y
a la que hemos titulado: “Anti oxidante”
Se apaga la luz del estudio radial. Al mismo tiempo en que aparece la cortina musical
a muy bajo volumen, la luz nos traslada al segundo espacio escénico, donde ahora nos
encontramos con un pequeño living comedor.
“Anti oxidante”
Voz de Juana:- Pedro viene de la cocina con una bandeja plateada. En ella trae el
desayuno para Alicia. La bandeja plateada tiembla en el aire al ser sostenida
por las manos temblorosas de Pedro.
Pedro es un viejito muy simpático que padece el paso del tiempo. Pero que
por nada del mundo se entrega a los límites que le pone el paso del tiempo.
Alicia, su mujer, está sentada en un sillón de mimbre. Un sillón tan viejo y
destartalado como ella.
Desaparece la cortina musical.
Pedro:- Aquí te traje el desayuno. Ya que no quisiste venir a la cocina para
desayunar sentados a la mesa como Dios manda.
Alicia:- Ya no quiero desayunar. Se desayuna para tener energías para enfrentar el
día. Yo no necesito energías para estar sentada todo el santo día.
Pedro:- (Dándole de beber y de comer en la boca, con toda la paciencia del
mundo) Cada día más caprichosa. No sé de qué te quejás, si en lugar de
envejecer cada día que pasa, sos más nenita. (Ríe)
Alicia:- Vos y tus chistes tontos. Tus gracias fueron envejeciendo con vos. No eran
graciosas hace cuarenta años imaginate ahora.
Pedro:- ¡Bien que te reías de mis chistes!
Alicia:- Abrá sido la otra la que se reía.
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Pedro:- ¿Qué otra? Dale, comé algo que te hace bien. Hay que hacer trabajar el
estómago. Para que el mecanismo funcione hay que aceitarlo todos los días.
Voz de Juana:- Alicia como y bebe con ganas, juega voluntariamente a que no quiere, es
evidente que este juego lo juegan desde hace bastante tiempo y les ocupa
gran parte de la mañana.
Alicia:- ¡A tus manos le faltan aceite! Ya tiraste té por todo el piso.
Pedro:- No lo tiré, le di de desayunar también. (Ríe)
Alicia:- Vos tirá nomás, derrochá, te pasaste la vida despilfarrando. Si no hubiera
sido por mí viviríamos de los ochocientos pesos roñosos que nos devuelve el
gobierno.
Pedro:- ¿De dónde sacás que yo despilfarraba? ¿No abrá sido el otro?
Alicia:- ¿Qué otro? Ojalá hubiera tenido otro. A lo mejor ahora tendría las
articulaciones más aceitadas. Si nos guiamos por tu teoría, (señalando su
propio cuerpo), lo usaste bastante poco a este cuerpito.
Pedro:- ¡Qué hablás! Más de una vez tuvimos que cerrar la ventana de la pieza para
no molestar a los vecinos.
Alicia:- ¿Qué vecinos? Si nuestra pieza siempre dio al jardín del fondo.
Pedro:- ¡Es cómo una metáfora! (Viendo el rostro incrédulo de Alicia) ¡Un modo
de exponer! Vos siempre tomás las expresiones literalmente.
Alicia:- (Cambiando de tema) ¡Pasame la servilleta que me mojaste toda la blusa!
Pedro:- (Limpiándole la blusa con la servilleta) ¡Bueno! No es para tanto, son sólo
algunas miguitas…
Alicia:- (Sin darse cuenta empieza a reír) ¡Dejá de limpiarme que con el temblor
me hacés cosquillas!
Pedro:- (Alegrándose) Por fin una sonrisa para éste abnegado y sumiso esposo
servicial.
Alicia:- ¿Sumiso? ¿Vos sumiso? ¿Desde cuándo?
Pedro:- (Intenta darle un beso en la boca) Sometido al amor que siento por vos.
Alicia:- (Lo rechaza cariñosamente) ¡Dale, salí de acá! Haber si a esta altura del
campeonato me voy a creer eso.
Pedro:- Nunca te gustaron los besos en la boca…
Alicia:- Vos metías tu boca por cualquier lado…
Pedro:- ¡Ah, esta es una nueva! ¿Qué querés decir con eso?
Alicia:- Desde el día en que te vi en tu consultorio besando en la trompa a ése
perrito…
Pedro:- (Muy sorprendido) ¿A qué perrito?
Alicia:- ¡A un salchicha todo vendado y con una pata de madera!
Pedro:- ¿¡Al Buqui Hernández Urrutia!?
Alicia:- ¡Qué sé yo como se llamaba ése salchicha pulgoso!
Pedro:- Pero eso fue hace más de 35 años…
Alicia:- Después habrás seguido besando a otros…
Pedro:- Lo había atropellado el camioncito del sodero y le salvé la vida después de
dos operaciones…
Alicia:- No quiero ni imaginarme lo que le habrás besado a la “pequinesa” de la
viuda de Velásquez cuando se les murieron las crías adentro y tuviste que
hacerle una cesaria.
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Pedro:- ¡Alicia qué me está diciendo! ¡Mirá de qué me acabo de enterar después de
tantos años! Por besar a un perrito en la trompa me perdí 35 años de besos…
¿¡Qué otras cosas me habré perdido!? ¿¡Y por qué motivos irrelevantes!?
Voz de Juana:- Pedro deja la bandeja sobre la mesa y se sienta en un sillón. Abre el diario
con intenciones de leerlo. Alicia lo mira sin saber que hacer ni decir…
Alicia:- (Cambiando de tema) Digamos que vos no eras ningún Marcelo
Mastroiani por lo romántico. Creo que le demostrabas más afecto a tus
pacientes caninos, felinos o reptiles que a tu propia familia.
Pedro:- (Mirando el diario, se esfuerza para mantener la tranquilidad que lo
caracteriza) No pienso responder a semejantes acusaciones infundadas.
Alicia:- Te odio cuando te ponés a hablar en difícil.
Pedro:- (Con sarcasmo) Por lo visto me abominás todo el día y a toda hora.
Alicia:- ¡No sólo cuando te ponés en “profesional”!, ¡para que sepas eras sólo un
veterinario de barrio no un científico de Matachuten!
Pedro:- (Riéndose) ¡Masachusen! ¡Masachusen, Minesota! (Como para sí) Qué
ignorante…
Alicia:- ¡Sí! ¡Puedo ser una vieja ignorante! ¡Pero soy capaz de dar amor! El pobre
de Ariel no sabe más que hacer para recibir tu amor. Cuando era un niño lo
tratabás mucho peor que a cualquiera de tus pacientes reptiles. No lo dejabas
ni entrar a tu consultorio. (Emulándolo) ¡Ahí no! ¡Ahí no! ¡El Consultorio
del Doctor Pedro Poletti es sagrado! ¡Sólo puede entrar él con sus pacientes
y los “papis” de sus pacientes!
Pedro:- (Sin dejar de mirar el diario, tratando de sacarse el tema de encima) A
“tú hijito” lo único que le interesaba era acompañar a “su mami” a la
peluquería y a mirar vidrieras.
Alicia:- Nunca te sentaste con él para mirar sus cuadernos o para ayudarlo con
alguna tarea. ¡Ni siquiera cuando empezó el secundario y le iba mal en
biología lo ayudabas!
Pedro:- (Sin dejar de mirar el diario, restándole importancia al hecho) Sólo se
puede ayudar a quien desee ser ayudado.
Alicia:- (Tiene ganas de pelearse y al no encontrar contrincante cambia de
actitud corporal. Se pone de pie a duras penas) ¡Señores catedráticos!
¡Psicólogos del mundo! ¿¡Tomaron nota de la última máxima del eximio
Doctor Poletti!?
Pedro:- (Mirándola por encima del diario, con cierto sarcasmo) En tu caso el
resentimiento funciona como antioxidante de las articulaciones. (Vuelve a
su diario)
Alicia:- (Camina lenta y titubeante hacia el sillón de Pedro) ¡Hoy me resbalan tus
estúpidas monsergas!
Pedro:- (Sin dejar de mirar el diario, divertido por el hallazgo) ¡Monsergas!
Después de más de cuarenta años lograste acuñar un vocablo aceptable.
Alicia:- ¡Deja de hacerte que lees el diario! ¡Ése jueguito tuyo me lo tengo bien
manyado!
Pedro:- (Tratando de calmar a Alicia) No empecés a gritar desaforadamente.
Después te viene la taquicardia… (Baja el diario y mirando a Alicia,
conciliador en extremo) A ver mi amor, ¿qué es lo que te trae hacia mí?
Alicia:- (Apoyándose en el pasamanos del sillón donde está sentado Pedro, no
pudiendo contenerse) ¡Nunca voy a lograr que levantés el tono de tu voz!
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Pedro:- Qué yo sepa si el interlocutor no presenta alguna dificultad clínica y si
verdaderamente tiene deseos de escuchar puede oír hasta un susurro.
Alicia:- ¡Volvió el catedrático de Matachuten o como se llame ese maldito país! (Va
directamente a su objetivo) ¿Por qué no querés a tu hijo?
Pedro:- (Intenta subir el diario para taparse el rostro) ¿Y ahora? ¿A qué viene
eso?
Alicia:- (Le baja el diario de un manotazo, acción esta que le hace perder
estabilidad, para recuperarla se toma fuertemente del pasamanos) ¡Dejá
de esconderte detrás del diario! ¿Por qué no querés a Ariel?
Pedro:- (Con tranquilidad) ¿De dónde sacaste que no lo quiero?
Alicia:- Esta debe ser la quinicienta vez que te lo pregunto, hoy quiero saber la
verdad, quiero que seas sincero conmigo...
Pedro:- (Tratando de escapar de la situación) Alicia, Alicia, terminá tu desayuno,
dejáme leer el diario, y no continúes con...
Alicia:- ¡Quiero saber! ¡Vamos! ¡Sinceráte!
Pedro:- ¿Vas a lograr resistir la verdad?
Alicia:- ¿¡Qué verdad puede causar más dolor que la ignorancia!? (Pedro la mira
con grato asombro) Yo tengo mi teoría, mi forma de ver las cosas, nunca
pudiste aceptar que hubiera otro varón en la casa, para vos Ari siempre fue
tu competencia, tú enemigo; ¡pobre chico!, se fue criando con todo ese peso
encima...
Pedro:- (Simpáticamente) Como siempre tu forma de ver las cosas es la incorrecta.
Alicia:- Tu inseguridad no te permite involucrarte afectivamente, eso es lo que
pasa...
Pedro:- ¡Epa, Alicia! ¡Qué pensamiento tan froideano! Vos que sos tan segura
afectivamente, ¿podriás soportar que yo sepa algo que vos crees que lograste
ocultarme durante largos años?
Alicia:- No tuve y no tengo nada que ocultarte.
Pedro:- (Casi teorizando) Muy bien. Retomemos el supuesto o no afecto que yo
tengo por Ariel. A Ariel yo lo quiero mucho, aunque no lo parezca aprendí a
quererlo, y realmente le tengo mucho afecto. Lo que nunca pude, a pesar de
mis esfuerzos, es amarlo como a un hijo. Ya que como vos bien sabés, Ariel
no es mi hijo. (Alicia lo mira casi sin entender, hasta siente un pequeño
mareo) Es tú hijo sanguíneo y mí hijo por adopción. Le di mi apellido
porque soy un hombre de bien. Porque eximo al ser humano de cometer
errores. Por que tomé tu engaño como un error posible, redimible...
Voz de Juana:- Se produce un profundo silencio, sólo se escucha el raspar contra el piso
de los cansados pies de Alicia, que la conducen muy lentamente hacia su
viejo sillón de mimbre. Está muy aturdida...
Pedro:- El ser humano es el único capaz de engañar. De engañar y de sostener
durante largos años la farsa.
Alicia:- (Se desmorona en el sillón) ¿Desde cuándo lo sabes?
Voz de Juana:- El gesto de Pedro a las clara refleja que sabe la verdad desde siempre. Se
pone de pie y va hacia la mesa. Toma la bandeja entre sus manos
temblorosas y comienza su lento traslado hacia la cocina. Alicia lo mira
irse…
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Pedro:- (Gira lentamente sobre sus pasos y mira quedamente a Alicia) Alicia, sé
cuidadosa con tu vestuario.
Alicia:- ¿Qué cosa?
Pedro:- No es la muchacha quien te roba las prendas íntimas. (Va saliendo
lentamente)
Alicia:- (Aún está un poco aturdida) ¡¿Eh?! ¡Ah no! ¿Y quién va a ser?
Pedro:- Revisá la habitación de “tu hijo”...
Se apaga la luz del living comedor. Por unos instantes escuchamos la cortina musical.
La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana.
Juana:- (Leyendo) El autoengaño es cerrar los ojos a la realidad por ser más grato y
cómodo aceptar la mentira.
(Cierra el libro y busca entre las páginas de otro)
¿Habrá sido éste un caso de autoengaño?
(Leyendo)
La autosugestión es un propósito mediante el cual un individuo
autoalecciona a su subconsciente para llegar a creer algo, o fijar
determinadas asociaciones mentales. .
(Desaparece la cortina musical cuando cierra el libro)
Probablemente en el cerebro de Alicia la mentira ya se había constituido
como una verdad. Cómo algo cierto. De esta manera ya había olvidado
absolutamente su infidelidad.
La historia que viene ahora encierra un cúmulo de engaños. ¿Hasta dónde la
realidad es realidad y la ficción, ficción? Mejor vamos a dar comienzo con
el relato que hemos titulado: “Su sana costumbre”
Se apaga la luz del estudio radial y la luz nos traslada al segundo espacio escénico,
donde ahora nos encontramos con un pequeño mono-ambiente. Podemos apreciar la
pequeña cocina y el comedor diario. Un sillón de un cuerpo contra un biombo
desplegado que no nos permite ver el dormitorio.
“Su sana costumbre”
Voz de Juana:- Susana, con un delantal puesto, limpia y ordena desganadamente.
La radio despertador encendida está sobre la mesa. La cumbia
santafecina se escucha a todo volumen. Una valija y algunas bolsas
de cartón llenas de objetos y cosas se encuentran apoyadas contra
la pared y muy cerca de la puerta.
Susana:- (Barre desganadamente y poco a poco va transformando la escoba
en un compañero de baile. Ya no barre, baila entusiastamente. En el
marco de la puerta aparece Claudio. Se queda mirándola. Ella al
descubrirlo deja la escoba por alguna parte y comienza a realizar un
seductor strip tease al ritmo de la cumbia. Lentamente se desplaza
hasta donde se encuentra Claudio. Quien sin muchos deseos es
obligado a bailar al ritmo de la música. Él, casi con violencia, baja el
volumen de la música.)
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Susana:- (Se le cuelga del cuello e intenta besarlo en la boca) ¡Hola papi! ¡Hola!
¿Cómo estás hoy?
Claudio:- (Le rehúye al beso en la boca e intenta quitársela de encima) Hola
nena…
Susana:- ¡Te estaba esperando! ¡Te extrañé un montón! ¡Un montón! (Le quita el
portafolio y lo arroja sobre la mesa) ¡Vamos, ponéte cómodo!
¡Relajáte! ¡Estás en tú casa y con tú nenita! (Intenta quitarle el saco)
¡Sacáte esto!
Claudio:- (Quitándosela de encima de mala manera) ¡Basta Susi! (Intenta
calmarse) Suficiente nena… No estás entendiendo la situación…
Susana:- Sí que entiendo, nos tenemos que mudar. ¡Bueno y qué! Iremos a otro
departamento… No por eso me vas a tener que empujar ni tratar mal…
Claudio:- (Se le acerca tratando de recomponer la situación) Perdón mi nenita,
perdón, es que todo lo que pasó últimamente me tiene muy nervioso…
Susana:- (Dejándose abrazar) No merezco que me tratés mal…
Claudio:- (Le da un beso en la boca) No mi nenita… Vos merecés mucho más de
lo que yo te puedo dar, ¡Mucho más! (Toma distancia de ella)
Susana:- ¿Qué te pasa?
Claudia:- Problemas, problemas, muchos problemas…
Susana:- Bueno, te escucho papi. Cómo siempre. Siempre te escuché. A lo mejor
no puedo darte las soluciones a tantos problemas, pero, puedo escucharte.
Como decís vos: “Me hace tanto bien cuando me escuchás sin hablar”
(Se sienta) ¡Aquí estoy, soy todo oído!
Claudio:- (Se acerca por detrás y habla mientras le acaricia el cuello y los
hombros) Últimamente nada me sale bien. El lunes me cayó un inspector
municipal: “¡No están los precios en vidriera!” “La ley dice que los
precios tienen que estar a la vista del cliente, que el cliente tiene que
saber, que hay que ser transparente” ¡Qué son dos mil doscientos pesos
de coima! ¡La puta que los parió! ¿Cuándo mierda vieron los precios en
las vidrieras de Warnes? ¡Ningún local los tiene! (Susana se pone de
pie, le quita el saco y luego, sin hablar, obliga a Claudio a sentarse.
Él se deja hacer) Treinta y seis volantes deportivos en vidriera: ¡Treinta
seis precios! Dieciséis blister diferentes de lámparas: ¡dieciséis precios!
…Veintidós faros de distintas marcas… (Mira hacia arriba y hacia
atrás a Susana que le acaricia los hombros, el cuello, el pecho) ¡Ay
nenita! Si supieras la vergüenza que me da tener la única vidriera con
precios en toda la avenida Warnes. Y para completar la semana: ¡Lo tuyo
con Mabel! (Emulando a Mabel) ¡No hace nada! ¿Mira la tele todo el
santo día! ¡Limpia sobre lo limpio y lo demás lo deja todo sucio! ¡Le
estamos pagando al pedo! Yo no la soporto más y blá y blá y blá… Y vos
nenita no me la hiciste nada fácil…
Susana:- (Sus caricias irán subiendo en intensidad erótica y desde ahora y
hasta que Claudio cambie su juego, Susana actuará como una nenita
juguetona) ¡Me trató muy mal! Ni mi mamá me trató tan mal…
Claudio:- Un poco de razón tiene…
Susana:- ¿Quién, la señora?
Claudio:- Y sí… Yo te encontré muchas veces tirada en el sillón del living…
Susana:- (Las caricias se han transformado en un juego sexual subido de tono)
Y bien que te gustó encontrarme ahí tirada con el uniforme casi
desabrochado y sin la bombachita…
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Claudio:- (Se deja hacer) Pero eso fue antes, antes de que te trajera acá…
Susana:- La vieja se enojaba porque yo no rendía en el trabajo, ¡cómo iba a rendir
si no me dejabas dormir de noche!
Claudio:- Eso era antes, cuando dormías en el cuarto de servicio…
Susana:- Y que servicio, completo, muy completo…
Claudio:- (Interrumpe el juego y Susana deja de hacerse la nenita) Me estás
calentado, y hoy no puedo, basta de tocarme, basta. (Toma distancia
corporal) Tengo que contarte algo más…
Susana:- (Va hacia él) Tenemos quince minutos… ¿Tenemos un “express” ¿“un
higiénico”?, como decís vos…
Claudio:- (Se aleja y busca algo en el portafolio) ¡No Susana, suficiente!
Suficiente. No ando con mucho tiempo y tengo algo importante para
decirte. Todavía no pude encontrar un departamento.
Susana:- ¡Ah, no! ¿Y entonces?
Claudio:- Hay una pensión aquí a dos cuadras y media…
Susana:- (Burlonamente) ¿Y vos pensás que tu nenita se va a meter en una
pensión? ¡¿De verdad creés que después de lo nuestro yo voy a volver a
vivir en una roñosa pensión?!
Claudio:- Es sólo por unos días, una semana como máximo…
Susana:- (Sin dejar dudas) ¡Ni por un par de horas!
Claudio:- Es que me quedé sin un mango y me están pidiendo cuatro meses de
depósito. ¿De dónde querés que saque seis mil o siete mil pesos así de
golpe?
Susana:- (Cortante) ¡De la cartera de tú querida señora! ¡De tu negocio trucho de
Warnes! ¡O de dónde carajo sea! ¡No es mí problema!
Claudio:- (Defendiéndose) ¡Pará un poco la moto nena! Quien carajo te creés que
sos. ¿La reina de Java? ¡Haber si ponemos un poco las cositas en su
lugar!
Susana:- (Sin dejarse llevar por delante) ¡Pongamos las cosas en orden!
¡¡Pongamos los precios en la vidriera!!
Claudio:- (Evitando la discusión) Susi, perdón, perdón, estoy bastante nervioso,
últimamente no me están saliendo bien las cosas. En unas semanas todo
vuelve a ser como antes. Estoy hablando con algunos conocidos… Ahora
que me acuerdo al Ruso que vende amortiguadores me dijo que se le está
por desocupar un departamento: ¡de dos ambientes! ¡Aquí no más por
Chacarita, sobre la calle Corrientes!…
Susana:- (Poniendo las cosas en claro) ¡A ver Claudito! Pongamos los precios en
la vidriera. Vos me estás mintiendo. ¡Ni hay tal Ruso ni tal
departamento! Creés que soy tonta. ¡No mi tesoro! No te confundás. Vos
querés liberarte de mí.
Claudio:- ¿Qué estás diciendo? Susi, yo te quiero de verdad, me gustás un
montón…
Susana:- De a poco me fui transformando en un “montón” de problemas para vos.
Claudio:- (Va hacia ella) ¡No mi nenita! ¡No es así! Lo mío es un problema de
momento. Compré mucha “merca”, me entraron los “checonatos” y tengo
que cubrirlos con la poca venta que hay. ¡Hay un paráte de mierda! Se
está vendiendo muy poco. Pero, es un problema, de momento. Se reactiva
un cacho y todo vuelve a ser como antes.
Susana:- Nada vuelve a ser como antes. Tú querida mujercita me echó. ¡Ni
siquiera me indemnizó! Y vos, ¡me querés mandar a una pensión! ¿Por
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qué mejor no me das unos pesos y me sacás un pasaje de ida a Villa
Cañas?
Claudio:- ¿Querés eso? Sí querés eso te doy eso. (Busca en su portafolio)
Susana:- ¿Qué buscas?
Claudio:- Tengo unos pesos que saqué del banco…
Susana:- (Riéndose para no echarlo a la mierda) ¡Ay Claudito! ¡Qué boludo que
sos! Te creés tan piola y sos tan boludo...
Claudio:- (Cierra su portafolio y lo deja sobre la mesa) ¿Por qué me tratás así?
Susana:- ¿No era qué el problema era de guita? Te das cuenta que tengo razón. No
sabés como hacer para sacarme de encima tuyo. (Con mucha firmeza)
Tenés miedo de que te haga juicio por haberme echado sin causa
justificada y sin preaviso ni indemnización. Tenés miedo de que hable
con Mabel y le cuente todo lo nuestro. ¡Tenés un cagazo fenomenal! No
sabés como carajo salir todo este lío...
Claudio:- (Se deja caer en una silla, con honestidad) No sé que hacer, Susi, te
juro que no sé que hacer…
Susana:- Por ahí vamos mucho mejor… (Se sienta cerca de él) Mucho mejor. Si
venís con la verdad podemos hablar y entendernos. Pensemos juntos,
¿qué podemos hacer?
Claudio:- ¿Podés apagar la música? Por favor…
Susana:- (Apaga la radio) ¿Por qué querés terminar con lo nuestro?
Claudio:- Tengo miedo de que Mabel se entere.
Susana:- ¿Y por qué se tiene que enterar?
Claudio:- Me resultó raro que te haya echado así tan de repente, creo que sospecha
algo. Últimamente yo perdí el, como se dice, bueno, ya no tengo ganas de
cogerla.
Susana:- (Con un dejo burlón) Es que para cogerse semejante bicho no hay que
tener ni idea de lo que es el sexo.
Claudio:- (Continuando) Nunca me pidió más que una vez por semana.
Susana:- Menos mal…
Claudio:- Pero últimamente yo me hacía el boludo y ella me reclamó. Y lo hizo de
una manera, como, como dándome a entender de que yo estaba con otra.
¡Bah!, me lo dijo directamente: (Emulando a Mabel) “¿Con qué putita
andás esta vez? Y cuando empezó a describir a la supuesta las
características que daba…
Susana:- De la putita, se me parecían…
Claudio:- Mabel te echó por que sabe que me acostaba con vos. Aceptó que dejaras
de trabajar cama adentro creyendo que de ésa manera podía cortar lo
nuestro.
Susana:- Entonces que te preocupa. Primero me sacó de la pieza de servicio y
ahora me sacó del departamento. Nunca va a pensar que su querido
maridito va a mantener a una “doméstica”
Claudio:- Nos va a perseguir…
Susana:- ¿Cómo lo sabés?
Claudio:- Ya pasé por esto.
Susana:- Mirá de lo que me vengo a enterar…
Claudio:- Si no hubiera sido porque los chicos eran chiquitos me echaba a patadas
y me dejaba en la calle…
Susana:- Se hubieran divorciado…
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Claudio:- ¡Y yo me quedaba en la calle, sin un mango, sin negocio, sin donde ir a
dormir, sin poder ver a los chicos! No tenés idea de lo que es capaz
Mabel. Cuando me casé con ella me lo dijo clarito. “Si te gusta ser el
marido de la dueña, ¡portáte bien!, ¡no te mandés ninguna trastada!”
Susana:- (Se ríe burlonamente) ¡Con razón! ¡Ahora entiendo todo! Sos un pobre
“pelapollos” como yo. Mirálo a él. Mucha cadenita de oro. Muchos
relojes caros. (Vuelve a reír) ¿Cómo hacemos para que la “dueña” deje
vivir a estos dos pobres pelapollos?
Claudio:- (Con temor) Dejándonos de ver…
Susana:- Dejandonos de ver. ¡A no Claudito! De esa manera yo soy la única que
sale perdiendo.
Claudio:- (Va hacia ella, muy reconciliador) No mi nenita, yo a mi edad pierdo
mucho más que vos, nunca más voy a tener la oportunidad de estar con
alguien como vos…
Susana:- (Continuando la frase) Un pollito de carne firme como yo. A ver
Claudito, pongamos las cosas en claro. Yo me quedo sin donde vivir, sin
trabajo y sin dinero. Con una radio despertador viejo, algunos pantalones
más de los que traje de mi pueblo, algunas remeras más, pero sola y a la
buena de Dios…
Claudio:- (La acaricia) No mi nenita, ¡no! Yo te puedo dar algo de guita para que
tirés un par de meses y vayás viendo. Vas a conseguir trabajo enseguida.
Sos muy linda. ¡Muy bonita! Muy simpática. ¡Hasta podés conseguir de
vendedora en alguna parte!
Susana:- (Le devuelve las caricias) Y vos creés que una nenita tan bonita, cómo
vos decís; un pollito con la carne firme, cómo vos te comías; ¡se va a
quedar con las manos vacías! Después de haber tenido que soportar los
insultos de esa vieja horrible; después de haber tenido que comerse un
gallo viejo y desplumado cómo vos: ¡se va a quedar con las manos
vacías! ¡No mí Claudito! ¡No, eso sí qué no! ¡Sí eso es lo que pensás,
estás totalmente equivocado! O acaso vos creés que yo me encamaba con
vos por amor. Por qué sos bonito, un “ses simbol”, ¡no mí Claudito! Lo
hacía porque no me gusta limpiar la mierda ajena, prefiero cerrar los ojos
y besar a un gallo desplumado como vos o como tantos otros que andan
hambrientos de pollitos con carne firme como yo.
Claudio:- (Acorralado) ¿Qué querés Susana?
Susana:- (Con seguridad) Un departamento cómo éste con contrato por dos años.
Claudio:- Te podés quedar aquí por un tiempo…
Susana:- ¡¿No era que se lo tenés que devolver a tu amigo porque se divorció y no
tiene donde vivir?! ¡¡Basta de mentiras!! ¡¡Basta Claudito!! Suficiente,
como vos decís. Éste departamento es de “tú Mabel” ¡Cómo todo lo que
aparentás tener! Y vos le decís que está alquilado. Le mentís. ¡Vivís
mintiendo Claudito! ¡A mí ya no me importan tus mentiras! (Con mucha
tranquilidad y firmeza) Quiero un departamento en Barrio Norte, dos
años de contrato, amoblado, expensas y alquileres pagados por
anticipado.
Claudio:- ¡Eso es mucha guita!
Susana:- Pero vos te quedás tranquilo con tu gallina vieja, con tu negocio en
Warnes y con éste departamento alquilado de verdad. (Dándole una
solución) Con lo que sacás acá pagás allá.
Claudio:- Y yo cómo…
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Susana:- Quedate tranquilo que nunca más vas a escuchar hablar de mí…
Claudio:- Pero…
Susana:- La única garantía que te puedo dar es mi palabra y yo nunca te mentí.
Nunca te juré amor eterno, ni siquiera te dije alguna vez que te amaba o
que me gustabas, ¡nunca te mentí!
Claudio:- (Muy confundido, casi aturdido, se pone de pie, toma su portafolio)
Hoy mismo me pongo en campaña…
Susana:- Dejo la valija hecha y todo…
Claudio:- (Se le acerca para despedirse) Mañana, más o menos a esta hora, paso
para contarte como va todo…
Susana:- Aquí voy a estar esperándote, como siempre. (Se da cuenta de que él no
sabe como despedirse) Podés despedirte con un besito. ¡Aquí, en mi
mejilla! Un beso de amigos…
Claudio:- (Le da un beso en la mejilla) Hasta mañana…
Susana:- Hasta mañana…
Claudio:- (Se detiene ante la puerta) ¿Te puedo hacer una pregunta?
Susana:- Por supuesto.
Claudio:- ¿Por qué en Barrio Norte?
Susana:- (Se sonríe) Ahí viven muchos gallos viejos llenos de plumas…
Se apaga la luz del monoambiente. Aparece la cortina musical y paulatinamente irá
bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio
radial y nos devuelve el rostro de Juana.
Juana:- (Con voz sensual y apacible)
El engañador que es engañado por el supuesto engañado. Las diversas
aristas de la mentira. De la hipocresía. La ficción dentro de una realidad
donde no se termina por definir con claridad: ¿Qué es ficción y qué es
realidad? A veces la realidad de uno se transforma en la ficción del otro.
¿Hasta dónde somos capaces de convivir con la verdad?
(Pierde momentáneamente su tranquilidad, el tono de voz se exaspera)
Una de las fuentes donde se nutre el engaño es el egoísmo. Decimos y
hacemos para lograr algo. ¡Por algo! ¡Por algo que nos sirve! ¡Por algo qué
necesitamos! ¡Cuándo ya lo hemos logrado dejamos de decirlo o hacerlo!
¡Engañamos de puro egoístas que somos!
(Breve pausa. Vuelve con su tono de voz habitual)
El autoengañado trata de evitar el dolor. El dolor que causa concebir que
alguien que nos quiera nos mienta. La siguiente historia habla de esto.
¿Quién engaña a quién? ¿Es bueno decir la verdad? ¿Por qué, para qué, para
quién, cuándo, cómo, dónde? A esta pequeña historia la hemos titulado: “A
buen cazador, liebre suelta”
Se apaga la luz del estudio radial y una muy tenue luz nos traslada al segundo espacio
escénico, en donde entre penumbras descubrimos un pequeño living. La cortina
musical suena suave.
“A buen cazador, liebre suelta”
Voz de Juana:- María enciende un par de velas que se encuentran en un candelabro
plateado. Juan está sentado en su querida y antigua silla de roble forrada con
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cuero bordó. María luego de encender las velas y de colocar el candelabro
en la pequeña mesa ratona, toma asiento en el sillón de dos cuerpos. Toma
una revista he intenta ponerse a leer. Juan y María son dos ancianos llenos
de años, de recuerdos, de vida...
Desaparece la cortina musical.
María:- Es imposible leer a la luz de una vela...
Juan:- Y sobre todo sin anteojos.
María:- No puedo andar a tientas buscando los anteojos.
Juan:- Sobretodo por que ni sabés a dónde los dejaste.
María:- Sí que sé
Juan:- A ver, ¿dónde están?
María:- Sobre mi mesa de luz, al lado del reloj despertador...
Juan:- Frío, frío, muy frío.
María:- No voy a entrar en tu juego. No pienso levantarme para ir a ver si están
donde yo digo que están o donde vos vas a decir que los viste.
Juan:- No querés entrar en el juego porque sabés que siempre gano yo. Los habías
dejado al lado del helecho, fuiste a sacar las hojas secas y los dejaste ahí. Te
hubiera llevado mínimo dos días poder encontrarlos. El tiempo en que el
helecho pide agua.
María:- A ver vos que tenés memoria para todo, ¿estás seguro de que pagaste
Segba?
Juan:- ¡Hay María, María, qué antigüedad! Hace cerca de veinte años que no existe
Segba, y vos dale con Segba con Gas del Estado con Entel y con los
Australes.
María:- ¿Pagaste o no pagaste?
Juan:- Hace como una semana que estaba programado el corte. ¿No te acordás que
Raquelita nos había invitado a pasar unos días en su casa ya que por su zona
no hay cortes programados?
María:- ¡Eso fue otro día! Hace cómo un mes que nos había invitado. ¡Y fuiste vos
el que no quiso ir! No soportás ni a tus propios nietos.
Juan:- Son dos mocosos mal criados. Ni siquiera te dan un beso cuando llegás.
Gritan y corren como desaforados. Tienen el diablo en el cuerpo.
María:- ¿Jugamos a las cartas?
Juan:- Con vos no se puede jugar a nada. Sos una tramposa sin remedio.
María:- ¿Qué yo soy una tramposa? ¡Oia! Se asusta el muerto del degollado. Dale,
por favor, juguemos a algo. Es muy temprano para ir a dormir. (Juan se
niega con un movimiento de cabeza) ¿La radio? ¿Dónde está la radio?
Juan:- ¿Qué radio?
María:- La radio a pilas que nos regalaron para el último aniversario.
Juan:- ¿La que en ése mismo aniversario el dulce de tu nieto mayor estampó contra
el piso?, y que después se hizo el que se había tropezado y lloraba
desconsoladamente para que nadie lo retara.
María:- Pero lo radio no se rompió.
Juan:- No, que se va a romper, ¡se hizo mierda!
María:- Juguemos a algo, pensemos, pensemos...
Juan:- Juguemos a no hablarnos por media hora. Dale, ¡yo tomo el tiempo!
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Voz de Juana:- Mientras María piensa y piensa, Juan mira fijamente su viejo reloj pulsera.
Su antiguo reloj a cuerda. El rostro de Juan viaja por el tiempo. Tal vez las
gastadas agujas de su gastado reloj lo llevan a otro lugar, a otro tiempo.
María está ensimismada en sus pensamientos. Las imágenes de los
recuerdos de María y de Juan se desbordan expresivamente y se transforman
en enormes sonrisas dibujadas en sus rostros.
María:- ¡Ya sé a qué podemos jugar!
Juan:- ¡Perdiste! Siempre que jugamos a estar callados, ¡perdés! Pero hoy
superaste tu propia marca, no llegaste ni a cinco minutos, exactamente tres
minutos y veinte segundos...
María:- Juguemos a contarnos un secreto.
Juan:- ¿Qué?
María:- (Muy divertida) ¡A contarnos un secreto! En tantos años de vivir juntos los
dos tenemos secretos. Cosas que no nos hemos dicho nunca. Pero
contémonos alguno bien importante. Uno de esos imposible de contar en la
juventud. Uno bien… bien grueso. Algo que uno ocultó toda la vida. A
nuestra edad podemos perdonarnos lo que sea. Hasta la infidelidad.
Juan:- ¿Vos fuiste infiel?
María:- ¡Ah no! Primero decidamos si vamos a jugar a no.
Juan:- ¿Me pusiste los cuernos? ¿Con quién? ¡Ah! ¡Ya sé con quién, con el hijo de
puta de mi primo Esteban!
María:- ¿Querés jugar?
Juan:- Dale, juguemos, ¿me fuiste infiel?
María:- Si vamos a jugar tenemos que tener un reglamento básico. Y tenemos que
cumplirlo. ¿De acuerdo?
Juan:- Dale. ¿Qué reglamento? ¡Empezá a contar tu secreto!
María:- No pienso contar nada si antes no establecemos las reglas del juego.
Juan:- Vos inventaste el juego, inventá el reglamento.
María:- Regla número uno, no vale mentir. Regla número dos, no vale enojarse.
Juan:- Regla número tres, ¡empezá vos!
Voz de Juana:- María le quita el escarbadientes que Juan tiene en la boca, lo seca con un
pañuelo, lo parte en partes desiguales, coloca una parte en una mano y otra
en la otra...
María:- (Coloca sus manos cerradas por detrás de su espalda) El que saca el
palito más corto empieza.
Juan:- ¿Y por qué yo tengo que elegir?
María:- (Dejando las manos por detrás de su espalda) ¿Querés sortear vos y qué
yo elija? A mí me da lo mismo.
Juan:- ¡Está bien! Elijo yo.
María:- (Extiende hacia Juan sus manos cerradas) Regla número uno, no mentir;
regla número dos, no enojarse. Si estás de acuerdo, podés elegir.
Juan:- Vale.
Voz de Juana:- Juan duda, en que mano se encuentra el palito más largo. Mira las manos
de María. Amaga a pegarle en una mano he inmediatamente la mira a los
ojos, pensando que tal vez ella pueda delatarse. Amaga pegarle en la otra y
María entrando en el juego se ríe. Juan entiende que la risa delata el palo
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más largo y golpea la mano derecha de María. Ella abre su mano y un
minúsculo pedacito de escarbadientes queda a la vista de un desconsolado
Juan.
María:- (Abre su otra mano y muestra el pedazo más largo) Vos empezás Juan.
Juan:- (Ni siquiera se toma un minuto para pensar) No tengo ningún secreto
importante…
María:- Vamos Juan, tantos años viajando por tu trabajo, durmiendo en distintos
hoteles, almorzando y cenando solo…
Juan:- Aunque parezca estúpido nunca tuve nada que esconderte, en cambio vos,
seguro que con Esteban…
Maria:- ¡Regla número cero! Tenés que respetar el turno. Dale.
Juan:- No me acuerdo ninguno que valga la pena, que sea importante…
María:- Te voy a ayudar, ¿por qué viajabas tan seguido a Lobos? ¿Qué tenías ahí?
¿No habrás imaginado que me tragaba la píldora de que ibas a pescar?
Juan:- Iba a pescar a la laguna. Y si no me creías, ¿por qué me dejabas ir sin
problema?
María:- Porque me parecía natural que después de tantos años de casados, después
de haber criado a una hija, tuvieras un momento de privacidad, algo propio,
algo solamente tuyo…
Juan:- ¿No te hubiera importado que te hubiera sido infiel?
María:- No. Un poco de sexo. Alguna historia sin importancia Además, siempre
volvías a mi lado.
Juan:- Eso lo decís ahora, a tu edad…
María:- No Juan. Que yo sepa nunca te hice una escena. Nunca.
Juan:- Nunca te di un motivo.
Maria:- Si Juan, me diste varios. ¿Te acordás de la colorada que vivía al frente de
casa?
Juan:- (Sorprendido) Nunca me gustaron las coloradas.
María:- Vamos Juan. Aunque fueras caminando de mi brazo no podías evitar el girar
la cabeza para mirarle el culo.
Juan:- Nunca me gustaron las coloradas…
María:- Volvamos a nuestro juego. Seguro que ya te acordaste de algún “secretito
bien guardado”
Juan:- Sabés una cosa María, durante los cuarenta y dos años que llevamos de
casados nunca tuve sexo con otra que no fueras vos, y mira que tuve
oportunidades, pero no sé porque mierda me parecía que no debía faltarte el
respeto…
Voz de Juana:- Juan se queda pensativo por un momento, tal vez buscando en su interior
los motivos de su fidelidad sexual.
Juan:- Probablemente por temor a que me pagaras con la misma moneda. Ni
siquiera me di el permiso sabiendo que vos con Esteban…
María:- ¡Tu secretito!
Juan:- (Dispuesto a contarlo) Regla número dos: ¡No te tenés que enojar!
María:- ¡Prometido!
Juan:- Cuando tu mamá estaba internada en el Hospital tenían que hacerle una
transfusión de sangre. Era muy importante. En esa época no había banco de
sangre como ahora. Bueno eso creo. La única sangre compatible era la mía.
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El médico habló conmigo y me dijo que si se hacía la transfusión, si ella
recibía bastante sangre mía, sangre joven, sangre limpia, ya que yo no era ni
fumador ni alcohólico, era muy posible que Antonia pudiera vivir varios
años más. Después me dio datos clínicos que ni me acuerdo. Mi cabeza
empezó a pensar y a pensar, a mil por hora. No podía detenerla. Sólo
escuchaba el susurro de la voz del médico. Cómo si fuera una música
monótona que venía de otra parte. Y mi voz clara le dijo: Doctor, tengo
alergia crónica.
María:- ¿Y?
Juan:- Le mentí. Nunca tuve alergia crónica ni nada que se le parezca. Ni sé que es
la alergia crónica. No hice nada para salvarle la vida. O para intentar darle
un tiempo más de vida.
María:- ¿¡No tenés alergia crónica!?
Juan:- (Intuyendo el posible enojo de María) ¡Regla dos!
Voz de Juana:- María ha quedado como atontada. Es incapaz de tragar saliva. Mira a Juan
con ganas de estrangularlo. Pero sabe que ella misma creó las reglas del
juego. Juan la mira sin saber si hizo bien o mal en contar su historia y se
apresura haciendo su pregunta. Tal vez para evitar la reacción de María ante
la revelación de “su secretito”
Juan:- ¿Qué pasó con Esteban?
Voz de Juana:- Casi con rabia, tal vez en respuesta al enojo que le ha generado el secreto
bien guardado de Juan…
María:- ¡Parece que el Hospital tenía guardado nuestros secretos! ¿Te acordás
cuando Esteban estuvo internado? (Juan asiente con su cabeza) Lo habían
internado por una supuesta intoxicación con duraznos verdes. Porque tenía
fuertes náuseas, vómitos, fiebre, taquicardias…
Juan:- Evitá el parte médico…
María:- Resultó ser que tenía una peritonitis aguda y lo mandaron a quirófano de
urgencia.
Juan:- ¡Vamos a la cuerneada, lo que sufrió o no sufrió ese hijo de buena madre
poco me interesa!
María:- ¡Regla número dos!
Voz de Juana:- Juan traga saliva y se apresta a escuchar…
María:- (Inmersa en el recuerdo) Estaba acostado entre las sábanas blancas y me
miró sugestivamente a los ojos. Y me dijo:- “Hay María, creía que no te iba
a volver a ver. Al menos en esta vida. Porque estoy seguro que en la otra vas
a ser mía” Me conmovió. Tuve que hacer esfuerzos para contener una
lágrima.
Voz de Juana:- Ahora también lo hace…
María:- (Sumergida en las imágenes, tal como si estuviera sola con sus
recuerdos) Yo sabía que él andaba arrastrándome el ala…
Juan:- ¡Yo también lo sabía! ¡Cuánto me alegré el día que le agarro el infarto!
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María:- Sabía que le gustaba. Pero pensaba que su interés era superficial… con lo
picaflor que era…
Juan:- Murió solo como una rata. ¡Cómo lo que era!
María:- Sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, con esos enormes ojos negros que
tenía, me dijo:- “¿Te puedo pedir algo María? Lo qué quieras. Le respondí
sin pensarlo.” Tomó mi mano y la llevo debajo de las sábanas blancas y
ayudándose con su mano, comenzó a refregar mi mano en sus genitales…
Juan:- ¡Basta María! ¡No quiero jugar más! ¡Odio éste maldito juego!
María:- ¡Su miembro se iba poniendo cada vez más grande y más grande!
Voz de Juana:- Juan con todas sus fuerzas se abalanza sobre María…
Juan:- ¡No quiero saber! ¡No me interesa saber la verdad!
María.- (Aún en su recuerdo) ¡Se mojó en mí mano! ¡Se mojó en mí mano!
Voz de Juana:- Juan se deja caer al lado de Maria y sin saber bien porque se pone a llorar.
Juan:- ¡No me interesa saber la verdad! Me duele mucho, me duele todo el cuerpo,
no puedo ni respirar…
Voz de Juana:- María mira su mano seca, algunas lágrimas ruedan por sus mejillas.
Recién ahora sale de su recuerdo y mira a Juan que se cubre el rostro con
sus dos manos y no puede dejar de llorar…
María:- Pobre Mamá…
Voz de Juana:- De repente vuelve la luz he ilumina todo el living. María y Juan ni se dan
cuenta que la luz ha vuelto…
Juan:- ¿Por qué inventaste este maldito juego?
María:- Porque sin luz y sin mis anteojos no puedo leer…
Juan:- Te voy a comprar un par de anteojos para cada lugar de la casa…
María:- Y de seguro que me los olvido a todos al lado del helecho…
Se apaga la luz del living. Aparece la cortina musical que irá bajando su volumen
hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve
el rostro de Juana.
Juana:- (Con el correr de las palabras se va involucrando con lo que dice)
Cuando un secreto es guardado por tantos años, ¿develarlo es necesidad de
quien lo guarda?; escucharlo, ¿despeja la duda y calma la ansiedad que esta
producía?; o, ¿reaviva el odio y produce un dolor mayor que el que producía
la convivencia con la duda? Tal vez Juan hubiera preferido vivir con una
fantasía falta de imágenes que convivir ahora con la imagen viva de unas
sábanas blancas.
(Desaparece la cortina musical; largo suspiro de Juana, retoma el
aliento)
Queridos míos vamos a continuar con éste programa lleno de sorpresas.
Para quienes escriben las historias y para ustedes. Tal vez se encuentren
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reflejados en alguna de ellas. La próxima historia la hemos dado en llamar:
“El pomo flojo”
Aparece la cortina musical que paulatinamente irá perdiendo su volumen hasta
desaparecer. Se apaga la luz del estudio radial y la iluminación, en el segundo espacio
escénico, nos permite descubrir la habitación de un hotel alojamiento.
“El pomo flojo”
Voz de Juana:- Nos encontramos en una clásica habitación de un clásico hotel
alojamiento. Ella está sentada en la cama. Ya tiene puesta una blusa. Está
muy pronta a ponerse su pollera. Su rostro dibuja un gesto adusto, casi
trágico, casi sin poder ocultar su profundo enojo. Él aún permanece
semiacostado en la cama. Detrás de sus palabras podemos adivinar un dejo
de malestar. Tal vez en un grado ínfimo, pero malestar al fin...
El:- No entiendo que me está pasando. Creí que si veníamos aquí, como cuando
éramos novios, pero no hay caso. El médico me dijo que no tengo nada
clínico. Todos los análisis me dieron bien...
Ella:- (Abotonándose la blusa) Mejor vestite. A ver si tenemos que pagar dos
turnos y sólo por hablar...
El:- Bueno, ¡ponéle un poco de onda! Para ustedes las mujeres es más sencillo.
No tienen que poner duro nada, por el contrario, cuando más flojo mejor...
Ella:- ¿Qué estás insinuando?
El:- Que abren las piernas y eso, que pueden quedarse flojitas...
Ella:- Dale, vestite y vamos.
Voz de Juana:- Hernán se incorpora e insinuantemente se coloca detrás de ella. Con cierto
esfuerzo intenta recomenzar...
El:- Probemos de nuevo, el sábado pasado dio resultado...
Voz de Juana:- Ana, sin ocultarlo, se aleja súbitamente de él. Se pone de pie y lo deja a él
en cuclillas sobre la cama. En una posición algo ridícula, casi abrazando la
nada...
Ella:- Vestite y vamos que tengo mucho para hacer en casa.
El:- No me podés dejar tan desamparado. ¿Qué crees? ¿Qué lo hago a propósito?
Que le digo: ¡no te vas a poner duro! ¡Si ella tiene ganas no le vamos a dar
con el gusto! Estoy lleno de preocupaciones, eso es lo que pasa, tengo un
estrés fenomenal, el negocio va para el culo, ya no le puedo pagar a Miguel,
lo voy a tener que echar y ni siquiera tengo guita para despedirlo, me voy a
comer un juicio de la puta madre, ¡voy a perder hasta el auto! ¡Eso es lo que
pasa y a vos te preocupa si tenemos sexo o no tenemos sexo! ¡Eso es lo
único que te preocupa!
Ella:- ¿A vos no te preocupa si tenemos sexo o no tenemos sexo?
El:- Sí que me preocupa mi amor, cómo no me va a preocupar. Si hasta estuve
leyendo artículos sobre el libido, o como se llame, sobre el deseo sexual…
Ella:- ¡Eso lo leíste en la revista del diario del domingo!
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El:- Lo leí porque estoy preocupado por el tema, ¿cuándo me viste leer esa
revista? Pero, ¿sabés una cosa? Lo que más me preocupa es que no tratés de
entenderme, de comprenderme, de que no tratés de acompañarme en estos
difíciles momentos que estoy atravesando.
Ella:- Lo único cierto es que no te preocupa que no tengamos sexo. El último año
venías haciendo la plancha, uno por semana y la “señora” contenta, pero los
dos últimos meses se te complicaron...
El:- Nunca me pediste más de una vez por semana.
Ella:- No contabas con que a tu edad tal vez...
El:- ¿A mi edad, qué? ¡Estoy en la flor de la edad! ¡Tengo cuerda para rato! El
médico me dijo que no tengo nada clínico.
Ella:- ¿Cuándo fuiste al médico?
El:- ¿Cómo que cuándo fui al médico? Ahora estás dudando de sí fui o no fui.
Cuando el Doctor Peñalba vuelva del Congreso lo vamos a ver para que él
en persona te diga lo que me dijo.
Ella:- El Doctor Peñalba no atiende más por la Obra Social, hace dos años que...
El:- ¿Quién te dijo semejante barbaridad? ¿Con quién me atendí yo, con el
hermano mellizo? El Doctor Peñalba atiende todos los miércoles en su
consultorio privado, firmo una planillita y listo. A la clínica hace como dos
años que no va. Atiende directamente en su consultorio.
Ella:- ¿Dónde queda?
El:- ¿Qué cosa?
Ella:- ¡El Consultorio Privado del Doctor Peñalba!, ¡¿qué va a ser sino?!
El:- Magariños Cervantes 2140.
Ella:- Piso segundo.
El:- Estás diciendo cualquier cosa. En Planta Baja.
Ella:- El tema es que vos no tenés nada clínico.
El:- ¡Por supuesto que no!
Ella:- Tenés algo psicológico.
El:- La palabra precisa es: “estresado”
Ella:- Eso te lo dijo el Doctor Peñalba.
El:- Sí, me lo dijo el Doctor...
Ella:- Vestite y vamos, con todos los problemas económicos que tenés, vas a tener
que pagar dos turnos por no coger.
Voz de Juana:- Hernán se da cuenta que hasta aquí ha llegado el intento sexual y
comienza a vestirse.
El:- (Corrigiéndola) Con todos los problemas económicos que “tenemos”
querida...
Ella:- Cómo antes dijiste: (Imitándolo) “¡Ya no le puedo pagar a Miguel, lo voy a
tener que echar y ni siquiera tengo guita para despedirlo, me voy a comer un
juicio de la puta madre, voy a perder hasta el auto!” No le puedo pagar, lo
voy a echar, me voy a comer, voy a perder, ¡no caben dudas que los
problemas económicos son sólo tuyos!
El:- Es una manera de decir, después de todo el que trabaja en el negocio soy yo.
Ella:- ¿Por qué echar a Miguel y no a Isabel?
El:- Miguel tiene menos antigüedad, sale mucho menos guita indemnizarlo.
Ella:- Y no sirve para lo mismo.
El:- Y no, Isabel maneja mucho mejor la venta.
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Ella:- No sólo la venta.
El:- Es cierto, sabe contabilidad, bancos…
Ella:- Es soltera, no tiene problemas de “trabajar” los sábados y domingos, de
atender los stands en las ferias, ni de quedarse a dormir en “tu cama”, ni de
despertarte para que no llegués tarde a casa, ni de cambiar la voz cuando te
llama y atiendo yo, ni de ser la segunda. Aunque ahora es la primera porque
el pomo flojo lo recibo yo; ya que vos a los cincuenta años no podés tener
sexo más de dos veces a la semana y como a ella le viene bien cualquier día
y a cualquier hora, ella juega en primera con el pomo firme y yo juego de
suplente. ¡Cuándo el pomo ya no sirve para un pomo!
El:- ¡Pero que bicho te pico! ¿De dónde sacaste semejante disparate? Seguro que
fue Miguel el que te fue con ese cuento.
Ella:- Sí fue el pobre de Miguel que se sintió acorralado por un par de preguntas
que le hice el fin de semana pasado, mientras ustedes estaban vendiendo en
la bendita feria de Rosario.
El:- ¿¡No te das cuenta que te engañó?! Como sabe que lo voy a tener que rajar
porque no está vendiendo un pomo.
Ella:- ¡¡Y dale con el pomo y dale con el pomo!! El único que me engañó fuiste
vos. El Doctor Peñalba murió hace dos años. Él por solidaridad machista te
hubiera recetado viagra. Y gozaría de ayuda tu pobre aparatito. ¡Tu pomo no
miente! No puede con dos mujeres. ¡El pobre está pidiendo a gritos una
tregua! ¡Dos a la semana! ¡Dos a la semana! ¡Quiero sólo dos por semana!
El:- ¿Quién engañó primero a quién?
Ella:- Ahora te vas a poner en víctima, ¿¡qué historia vas a inventar!? Yo nunca te
fui infiel.
El:- ¡Nunca fuiste infiel a vos misma!
Ella:- ¡¿Qué estupideces vas a empezar a decir para cubrir tu engaño?!
El:- ¡Vos empezaste a engañarme!
Ella:- ¡Deja de decir estupideces!, a ver, ¡¿con quién?!
El:- ¡No se necesita a un otro para engañar! Cuándo éramos novios eras fogosa,
inagotable, te gustaba todo en la cama, ¡parecía que te habías estudiado el
Kamasutra de memoria! ¡Me hacías sentir un objeto sexual! Con el correr de
los años te convertiste en una puritana. La clásica puritana católica
apostólica y romana. ¡Tirada abajo como un bofe esperando al padrillo con
el pomo firme!
Ella:- ¡Estás dando vueltas las cosas!
El:- ¡No estoy dando vuelta nada! ¡Hace años que no tenemos sexo oral! ¡Y vos
bien sabés que me encanta! Pero es obvio que lo hacías para casarme.
Después que el ratón cayó en la trampa, ¡chau sexo oral!
Ella:- ¡¡No se puede tener sexo oral con una babosa!!
El:- ¡¡No se puede ser fiel a un bofe!!
Voz de Juana:- (Con voz sensual y apacible relata la escena) Largo silencio cargado de
hondos sentimientos contradictorios. Ni Hernán ni Ana saben como salir de
la situación. Ya están vestidos. Las miradas perdidas. Él se coloca el saco.
Ella toma su cartera y se coloca su par de anteojos oscuros.
El:- (Mirando su reloj) Vamos a tener que pagar doble turno.
Ella:- (Yendo hacia la puerta) Y sólo por hablar...
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Se apaga la luz de la habitación. Aparece la cortina musical que paulatinamente irá
bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio
radial y nos devuelve el rostro de Juana.
Juana:- (Con voz sensual y apacible)
Es evidente que el engaño va de la mano de la constitución humana misma;
el hecho mismo de hablar, de usar símbolos, nos torna en “mentirosos”
¿Existe el amor eterno? El amor eterno tantas veces jurado y jurado. ¿No
será que el amor debe renacer día a día? Entre dos personas que toman la
decisión de convivir, ¿no deberían renovar el pacto a diario? Sin perder
nunca al otro de vista.
(Pierde momentáneamente su tranquilidad, el tono de voz se exaspera)
Una de las fuentes donde se nutre el engaño es el egoísmo. Decimos y
hacemos para lograr algo. ¡Por algo! ¡Por algo que nos sirve! ¡Por algo qué
necesitamos! ¡Cuándo ya lo hemos logrado dejamos de decirlo o hacerlo!
¡Engañamos de puro egoístas que somos!
(Breve pausa. Vuelve con su tono de voz habitual)
El autoengañado trata de evitar el dolor. El dolor que causa concebir que
alguien que nos quiera nos mienta. La siguiente historia habla de esto.
¿Quién engaña a quién? ¿Es bueno decir la verdad? ¿Por qué, para qué, para
quién, cuándo, cómo, dónde? A esta pequeña historia la hemos titulado:
“Un kit revitalizador”
Se apaga la luz del estudio radial, mientras aparecen los últimos compases de “Ojos
verdes” el espacio escénico permanece a oscuras por unos instantes.
“Un kit revitalizador”
Voz de Juana:- A muy alto volumen se escuchan los compases finales de: “Ojos
verdes” en la provocativa voz de Manuel Bandera. La iluminación nos
introduce en un pequeño y coqueto living-comedor. Al finalizar “Ojos
Verdes”, seguidamente se escucha: “Te lo juro yo” por el mismo
intérprete; en ése preciso instante aparece Lautaro cantando encima de la
grabación. Lau va y viene de la cocina al comedor realizando todos los
preparativos…
Lau:- (Entra a escena con un mantel puesto como túnica. Canta con mucho
sentimiento mientras limpia la mesa)
Yo no me di cuenta de que te quería.
Hasta el mismo día en que te perdí.
(Coloca el mantel)
Y vi claramente lo que te quería.
Cuándo ya no había remedio pa’ mi.
(Trae de la cocina un arreglo floral casero y lo coloca en el centro de
la mesa)
Llévame por calles de hiel y amarguras.
Ponme ligaduras y hasta escúpeme.
(Trae de la cocina platos, cubiertos y copas. Los coloca sobre la
mesa)
Échame en los ojos un puñado de arena.
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Mátame de pena, (Se aleja para ver como queda el centro de mesa)
pero quiéreme.
(Sale hacia la cocina. Trae dos velas en dos pequeños candelabros y
los ubica a los costados del arreglo floral)
¡Por ti contaría la arena del mar!
(Al cantar el estribillo de la canción pone mucho más énfasis y
emoción)
¡Por ti yo sería capaz de matar!
(Enciende las velas)
¡Y que si te miento me castigue Dios!
¡Eso con la mano sobre el evangelio te lo juro yo!
(Dobla delicadamente las servilletas en forma de abanico sobre los
platos)
Y ahora vas con una distinta cabía.
Y en cambio yo muero de celos por ti.
(Toma distancia de la mesa y la observa, se acerca a ella acomoda
una copa, se vuelve a alejar y observa la mesa, vuelve hacia ella y
reacomoda la misma copa. Sin ser visto por Lau aparece Manu en
escena, se queda de pie observando)
Claro que la culpa de que esto pasara,
No la tuvo nadie… nadie más que yo.
Manu:- (Ensordecido por el sonido del equipo de música y el cantar de Lau
por encima, baja ostensible el volumen) ¡¿No te parece que está
demasiado alto?!
Lau:- (Interrumpe su canto y con un movimiento histérico de su cabeza)
¡Acaba de hacer su aparición el macho de la casa! (Sale hacia la cocina.
La música continuará durante toda la escena a muy bajo volumen)
Manu:- (Observando el espacio) ¿A qué se deben todos estos preparativos?
Lau:- (Desde la cocina) Dejá tus pertenencias en la habitación, no me
desordenés la casa…
Voz de Juana:- Manu va hacia el dormitorio, pero en ése instante aparece Lau que casi
corriendo le corta el paso...
Lau:- ¡Esperá, esperá! ¡No entrés todavía!
Voz de Juana:- Manu lo mira absorto. Lau entra solo en la habitación y al momento
sale escondiendo un paquete envuelto con papel de regalo y un moño
rosa…
Lau:- Manu, podés pasar. (Se para delante de Manu y le da un piquito leve
y ligero) ¿Cómo fue tu día tesoro? (Sin esperar respuesta sale hacia la
cocina) Los viernes para los “bogas” son de mucha… charla y café.
Voz de Juana:- Manu por unos instantes se queda de pie absorto, menea su cabeza, sin
comprender lo que está pasando y entra en la habitación en el mismo
momento en que reaparece Lau…
Lau:- ¡En cambio los viernes para mí son una locura! (Busca donde esconder
el paquete) Todas se acuerdan de sus uñas en día viernes. ¡Hoy tuve una
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uña encarnada espantosa! ¡La gorda sufrió más que cuando parió a los
mellizos! (Deja el paquete en la tercer silla. La que muestra su
respaldo al público y permite verlo a su través) Mirá que se lo digo
todo el tiempo: ¡Tesoro, no podés dejar pasar tanto tiempo! (Aparece
Manu, sin saco, sin corbata, sin portafolios y arremangándose la
camisa. Se queda de pie muy cerca de la puerta de la habitación) Las
clientas creen que uno se lo dice para ganar más, para que vengan más
seguido…
Voz de Juana:- Lau lo mira fijamente a Manu. Luego se sienta en una cabecera. Manu
va hacia la otra…
Manu:- (En la frase siguiente deja deslizar un leve amaneramiento) Lau,
ahora que apoyaste tus posaderas en el mullido sillón de la reina y
lograste aquietar los diecisiete músculos linguales, (Lau concientemente
oculta la punta de su lengua) ¿me podés contar qué es lo que
festejamos? (Se sienta)
Lau:- ¡Ay Manu! Vos nunca te acordás de ninguna fecha.
Manu:- ¡Ay Lau! Que yo sepa en febrero no cumplimos años ninguno de los dos,
ni es nuestro aniversario, ¡ni siquiera cumplimos mes!
Lau:- ¡No pienso decírtelo! Tendrás que vivir el agasajo sin saber de que se
trata. (Se pone de pie, muy teatralmente) “Es hora de dar comienzo al
servicio” (Sale hacia la cocina)
Manu:- (Busca con la mirada el regalo) ¿¡Qué vamos a cenar!?
Lau:- (Desde la cocina y con un teatral acento italiano) “¡Mangiaremos una
bella sinfonía italiana!”
Manu:- (Se pone de pie y busca por el espacio) ¿¡Qué hay de entrada?, ¿y de
plato principal!?
Lau:- (Desde la cocina y sin abandonar el acento italiano) Come primieri
plati: ¡Bruschettas capresse! Tostas cubiertas con mozzarella, cherrys y
albahaca. E dopo: ¡Spaguettis al limón!… (Entra con una fuente con
seis bruschettas. Descubre a Manu de pie y buscando el regalo) ¡¡Eso
es trampa!!
Manu:- (Sorprendido contesta lo primero que se le ocurre) Se me había…
caído la servilleta… (Se sienta)
Lau:- ¿Tan lejos? (Deja la fuente en la mesa) ¡Ay Manu, Manu! Entre
nosotros no hay trampas o al menos no las había…
Manu:- ¡No puedo con mi ansiedad! Lau, sabés que soy muy ansioso, que
necesito tener las cartas a la vista…
Lau:- (Sirviendo las bruschettas) ¡Serví el vino tesoro! Así que te “piache” el
pocker abierto. Bueno, está bien, hablemos a “calzone quitadi” mientras
“mangiamo cuesta bella sinfonía gastronómica” (Se sienta)
Manu:- (Levanta la copa proponiendo un brindis) ¿Brindamos?
Lau:- ¡Por supuesto! (Levanta la suya)
Manu:- ¿Por qué brindamos?
Lau:- ¿Cómo por qué brindamos?
Manu:- ¡Lau! Ya te dije que no sé que día es hoy…
Lau:- ¡Manu! Viernes, ¡hoy es viernes!
Manu:- (Deja su copa) ¡Odio cuando te transformás en un irónico enigmático!
Lau:- (Deja su copa) ¡Odio cuando me gritás!
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Manu:- (Tranquilizándose) Lautaro, no pienso comer si no me decís que es lo
que festejamos.
Lau:- (Comiendo su primera bruschetta) Manuel, vos te lo perdés.
(Saboreando exageradamente) ¡Hummm… esto es un manjar… el
toque de oliva es esencial, erótico, sensual…!
Manu:- (Se pone de pie) ¿Me estás jodiendo? ¡Lautaro, pará de provocarme!
¡Sabés que ése tonito me pone loco!
Lau:- (Sin inmutarse, comiendo su bruschetta) Hace tiempo que conmigo no
te ponés loquito.
Manu:- (Va hacia Lau tratando de intimidarlo) Basta… basta… ¡cortala! ¿Qué
carajo te pasa?
Lau:- (Intenta servirse otra) Pasa que estoy disfrutando de…
Manu:- (Le corre la fuente impidiéndole que se sirva) ¡De ponerme loco! ¡No
vas a seguir comiendo solo! ¿Qué es lo que estás festejando? (Se inclina
ante él, le coloca una mano sobre un hombro y lo mira fijo a los ojos)
¡Decímelo!
Lau:- (Conteniendo su ira) Alcanzame la fuente.
Manu:- No hasta que no me lo digás.
Lau:- (Subiendo su tono de voz) ¡Quiero comer!
Manu:- (De pie ante él y con violencia en la voz) ¡¡Decímelo!!
Lau:- Esa violencia me gustaría en la habitación y no en el comedor.
Manu:- ¡No vuelvas con tus ironías!
Lau:- (Provocativo) ¿Puedo seguir “mangiando”?
Manu:- (Conteniendo la violencia) Ufff… (Tranquilizándose) ¿Vas a
decírmelo?
Lau:- ¿Estás dispuesto a escuchar?
Manu:- (Va hacia su silla) Por supuesto. (Se sienta y bebe vino)
Lau:- (Irónico) Te olvidaste de brindar.
Manu:- (Lo mira desafiante) ¡Hablá!
Lau:- (Irónico) Me encantó ésa mirada. ¡Es la de tus escenas de celos! ¡Qué
bonito te ponías cuando me celabas! Tus preguntas, tus dudas: ¿ése salió
con vos y aquél y aquél otro? (Estira su brazo para tomar una
bruschetta)
Manu:- (Aleja la fuente) No vas a comer si no me mostrás tus cartas.
Lau:- ¡Está bien! ¡Juguemos pocker abierto! (Levanta su copa y brinda al
aire, sin pronunciar palabra y luego bebe) ¿Puedo servirme? (Manu le
alcanza la fuente) Están exquisitas, ¿vos no vas a comer?
Manu:- Después…
Lau:- (Comienza a hablar mientras come) Bueno, ya que querés saber... Te
lo voy a contar... (Manu bebe y lo mira desafiante) Hoy festejamos…
(Manu vuelve a tomar otro trago y le demuestra a Lau que no le está
gustando el juego) Hoy festejamos... Festejamos: “¡Mesario!”
Manu:- ¿De qué?
Lau:- (Disfrutando de lo que come) Hace exactamente un mes de un gran
descubrimiento. Todo empezó éste enero. Después de una mañana
agotadora, con mis pequeñas manos llenas de pies ajenos, llenas de
placas de piel engrosadas y de prominencias óseas de gran tamaño…
Manu:- ¡Lautaro! (Tranquilizándose) No quiero escucharte hablar de callos y
juanetes…
Lau:- ¡Manuel! Si querés que te cuente dejá que lo haga a mí manera.
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Manu:- (Se vuelve a servir vino y bebe) Perdón, seguí, seguí…
Lau:- ¿No vas a comer? (Manu niega con un movimiento de cabeza) ¿Puedo
comer de las tuyas? (Mientras bebe, Manu, asiente con la cabeza)
Bien, sigo. Necesitado de productos lo fui a ver a Pablo…
Manu:- ¿Qué Pablo?
Lau:- (Comiendo) Mi amigo, el encargado del local de la calle Santa Fe.
¡Dónde compré el torno! ¿No te acordás? Después lo pasamos a buscar y
vos me esperaste afuera en el auto. Pablo puso el torno en el baúl, lo
cerró con llave y a través de tu ventanilla te devolvió las llaves. Obvio, ni
lo registraste. Pero él a vos sí.
Manu:- ¿Y Pablo qué tiene que ver con esto?
Lau:- (Sigue comiendo) La distribuidora de Cosméticos abrió una Sucursal en
Belgrano y lo trasladaron. Si fueras más fisonomista lo hubieras
reconocido cuando fuiste a donde el trabaja del brazo de “tu amiguita”.
Manu:- (Repasando la escena en su mente y tratando de ganar tiempo) ¿De
qué hablás? ¿Esta es una escena de celos?
Lau:- En cierto modo, ¡sí! ¡Siempre te celé! ¡Se cela lo que se ama! Mi amigo
Pablo asesoró a tu amiga Virginia, ¡qué nombre tan estúpido para una
mujer sin virginidad!, diagnóstico: “uñas frágiles”. Deberías recordarle a
“tu amiguita” que tiene que cuidarse con la alimentación. ¡Flaca anémica
sin vitaminas ni minerales!
Manu:- ¡Ah, sí! Ahora me acuerdo de ése día. La acompañé a ése lugar porque
me pareció que ahí le podían dar el producto adecuado…
Lau:- (Se levanta y va con la fuente vacía hacia la cocina) Qué como es
español no había en stock. Pablo te pidió la dirección y vos, tal como si
fuera la de tu propia casa, no dudaste en dársela: Arévalo 2140 2do “I”
(Vuelve con más bruschettas que comerá desenfrenadamente) ¡“I” de
infiel! ¡¿Querías saber lo que festejábamos?! ¡Muy bien! ¡Ahora lo sabés!
¡Eso es lo que festejamos! ¡Un mes de tu vuelta a la bisexualidad! ¡Esa
mierda es la que festejamos! ¡Mi terapeuta siempre me lo decía! ¡Y yo
dejé terapia para no escucharla!
Manu:- (Se defiende) Virginia es una amiga, una amiga, una colega, la conozco
hace un tiempo y nunca pasó nada. ¡Somos amigos!
Lau:- ¡Sin dudas! ¡Y muy amigos! ¡Muy amigos! Yo “misma” llevé el kit de
tratamiento revitalizador de uñas al edificio de Arévalo. El encargado,
un divino, me dejó subir al solarium. “¡Si es para la doctora suba, suba, a
está hora está tomando sol!” ¡Y ahí estabas vos! ¡Con un short de baño
que yo nunca te regalé! ¡Al borde de la pileta y a los besos con ésa flaca
bulímica! (Toma el paquete de donde lo había ocultado) ¡Tomá!
¡Llevale éste regalito a la “doctora”! (Rompe el paquete) ¡Andá a
festejar el mesario con ella y llevále éste regalo! El qué le compraste ya
se le debe haber acabado. ¡Aquí tenés! ¡Un revitalizador! (Se lo arroja a
la cara y por lo inesperado hace impacto) ¡Un endurecedor de uñas!
(Se lo arroja a la cara. Manu lo ataja con una mano) ¡Y un quita
esmalte oleoso sin acetona! (Se lo arroja a la cara. Manu lo esquiva.
Lau se pone de pie y le tira con todos los pedazos de papel y hasta
con la caja) ¡Puto! ¡Puto!¡¡Puto de mierda!! (Pausa cargada. Toma la
bandeja de la mesa y se dispone a ir hacia la cocina. Reflexivamente
y con los ojos llenos de lágrimas) No digás nada porque no podés decir
nada conveniente. (Pausa) Yo voy a seguir con mi bella sinfonía italiana.
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Voy a la cocina por mis spaguettis al limón. ¿Los vas a probar? (Manu
niega con la cabeza) Vos te los perdés, ¿te traigo más vino? (Manu
asiente con la cabeza) Compré dos chablís porque supuse que en el
transcurso de la noche la garganta te iba a pedir más de uno. (Se lleva la
botella vacía y sale)
Voz de Juana:- Manu se ha quedado sin palabras, sin aliento, se echa hacia atrás en la
silla, como estirando su columna, los ojos llenos de lágrimas, la mano
temblorosa toma la copa vacía, la lleva hacia la boca, al darse cuenta de
que ya no hay vino en ella, la vuelve a dejar sobre la mesa…
Se apaga la luz del living comedor. Aparece la cortina musical que lentamente irá
bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio
radial y nos devuelve el rostro de Juana
Juana:- (Esforzándose por mantener su tono de voz sensual, dirigiéndose a sus
oyentes)
¿Todavía están ahí? Sin lugar a dudas, mis amigos trasnochadores. ¡Cómo
poder pegar un ojo con estos relatos! ¿Será más doloroso ser engañado con
alguien del otro sexo?
(Lo piensa por un instante)
Yo creo que sí. Ése alguien que estuvo a nuestro lado, sexualmente, tiene un
conducta diferente con el objeto del engaño. Cuánto engaño producido por
un solo acto…
Juana:- (Leyendo) El autoengaño es cerrar los ojos a la realidad por ser más grato y
cómodo aceptar la mentira.
(Cierra el libro y busca entre las páginas de otro)
¿Habrá sido éste un caso de autoengaño?
(Leyendo)
La autosugestión es un propósito mediante el cual un individuo
autoalecciona a su subconsciente para llegar a creer algo, o fijar
determinadas asociaciones mentales. .
(Desaparece la cortina musical cuando cierra el libro)
Juana:- El engañador que es engañado por el supuesto engañado. Las diversas
aristas de la mentira. De la hipocresía. La ficción dentro de una realidad
donde no se termina por definir con claridad: ¿Qué es ficción y qué es
realidad? A veces la realidad de uno se transforma en la ficción del otro.
¿Hasta dónde somos capaces de convivir con la verdad?
(Breve pausa)
Ahora bien, la historia que sigue y que pone el broche de oro al programa,
es la del mail que despertó el tema de hoy. Sin consultar a Estela, mi
productora y amiga, voy a relatar la historia exactamente como la recibimos
por mail. Perdón Estela, amiga mía estoy segura que sabrás comprender…
(Breve pausa en donde Juana intenta recobrar la calma)
Curiosamente quien firma el mail y quien es la protagonista de la historia se
llama “Consuelo”. Éste nombre de origen latino encierra en su significado:
"Aquella que aporta consuelo". Y vaya si lo aportó.
(Hablándole a Consuelo)
Consuelo, no voy a olvidar el día de tu santa.
(Luego de una breve pausa)
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Para continuar con el juego de palabras, me atreví a ponerle el siguiente
título: “Des Consuelo”
Se apaga la luz del estudio radial y la luz nos traslada al segundo espacio escénico, en
donde descubrimos un lujoso y minimalista living.
“Des Consuelo”
Voz de Juana:- Consuelo entra con un florero en sus manos. Un florero con seis rosas
rojas. Acomoda el florero en la mesa ratona. Acomoda las rosas...
Consuelo:- Gracias por las flores...
Luis:- Vos te mereces eso y mucho más...
Voz de Juana:- (Con sorna) Luis viste elegantemente dentro de su selecto traje gris y luce
una hermosa corbata haciendo juego con el todo. Está de pie con una copa
de whisky en una de sus manos.
Consuelo:- Es muy raro verte un martes por aquí.
Luis:- Hoy no es un martes cualquiera.
Consuelo:- ¿Y por qué no? ¿Si puede saberse?
Voz de Juana:- Consuelo se sirve una copa de whisky y luego tomará asiento en el sillón
de dos cuerpos…
Luis:- Espero a que te sientes.
Consuelo:- Estás muy misterioso. Llegaste con el ramo en la mano, echo inusual en vos
ya que siempre te dio vergüenza, por eso, seguramente, la encargada de esos
menesteres fue siempre la florería de la otra cuadra. Me diste un largo beso,
largo, pero desapasionado, obligatorio largo beso. (Se sienta) Y ahora me
pedís que me siente para comenzar a hablar en este martes tan especial. Bien
ya estoy sentada...
Luis:- No sé por donde empezar...
Consuelo:- Por el comienzo.
Luis:- Tuve un fin de semana algo complicado.
Consuelo:- Ella te lo complicó.
Luis:- No, no, yo mismo me lo compliqué. Me puse a pensar a destejer mis últimos
años y... Bueno, creo que soy un egoísta y que ninguna de las dos debe
seguir viviendo en estas condiciones.
Consuelo:- ¿Por qué se te ocurre pensar eso?
Luis:- Las dos son mujeres extraordinarias.
Consuelo:- En eso tenés razón, yo me considero una mujer extraordinaria, en todo el
significado del vocablo. Extra-ordinaria, fuera de lo ordinario. Sólo una
mujer extra-ordinaria puede ser parte, por más de tres años, en la vida
paralela de un hombre.
Luis:- Ella también lo es.
Consuelo:- Ella no sabe que es parte de una historia en paralelo. Ella no sabe que vos
tenés dos casas, dos camas, cuatro almohadas, imagino que con ella también
usas dos, dos semanas, dos celulares...
Luis:- No sé si ella no la sabe.
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Consuelo:- ¡Qué va a saber! Conociéndola como la conozco estoy segura de que si ella
hubiera tenido una mínima sospecha no hubieras podido entrar al
departamento. Como trabaja de noche te habría cambiado la cerradura para
que no pudieras entrar. No te hubiera dejado ni hacer las valijas. ¡Te habría
tirado las cosas por la ventana!
Luis:- Vos no la conoces tanto.
Consuelo:- Con lo que la conozco me basta. ¿Por qué se te ocurre que nosotras estamos
mal en la situación en que estamos?
Luis:- A esta altura de la relación deberíamos pensar en el futuro, que sé yo, los
tres estamos en edad como para ser padres, para pensar en formar una
familia...
Consuelo:- ¡A ver, a ver! Como dicen los gallegos: “¡Con tanto rollo a la final va a salir
más caro el arroz que el pollo!” ¿Ella te planteó que quiere ser madre?
Luis:- No, ella no me planteó nada, te dije que durante el fin de semana me fui
enredando solo.
Consuelo:- ¿Querés ser papá?
Luis:- No. Estoy pensando a futuro. Tal vez a vos o a ella...
Consuelo:- Estás tratando de poner el problema en nosotras y nosotras no somos el
problema; o al menos yo no lo soy, nunca te hice semejante planteo, ni te lo
insinúe; además, sería un tema a conversar. A vos te pasó algo el fin de
semana y no me lo estás pudiendo decir. Inventás justificativos que vos
mismo no te los crees. ¿Qué pasó ayer? ¿Por que hoy estás acá?
Luis:- Ayer no pasó nada, te estoy diciendo que el fin de semana...
Consuelo:- A ver Luis, ayer viniste muy contento, sin flores pero muy feliz. Me diste un
largo y apasionado beso. Estabas fogoso como todos los lunes. ¡No
llegamos ni a la cama! ¡Lo hicimos desaforadamente en el pasillo, contra la
pared, en el piso! ¿Qué pasó cuando llegaste hoy a la mañana?
Luis:- Pasó que cuando bajé del ascensor me estaba esperando.
Consuelo:- ¿De qué ascensor?
Luis:- ¡Del ascensor!
Consuelo:- ¿Del de acá o del de allá?
Luis:- ¡Del de acá!
Voz de Juana:- (Perdiendo la sensualidad y la tranquilidad) ¡Estaba en el edificio de
ella! ¡La espera duró sólo diez minutos! (Trata de tranquilizarse) ¡Sólo
diez minutos! Sabía exactamente a que hora él se iba todos los martes por la
mañana...
Consuelo:- ¿Y cómo supo dónde estabas?
Luis:- Nos hizo seguir durante quince días...
Consuelo:- ¿Por quién?
Luis:- Contrató un detective privado...
Consuelo:- ¿Existen?
Luis:- Sí que existen.
Voz de Juana:- (Totalmente involucrada con la historia) ¡Claro que existen! ¡Son el
terror de los infieles! ¡Son los verdugos del engaño!
Consuelo:- Y yo que creía que esas cosas sólo pasaban en las películas...
Luis:- Ya ves que no…
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Consuelo:- Pasemos las cosas en limpio. Ahora ella también sabe que es parte de una
historia paralela...
Luis:- Ella sabe que tengo una amante...
Consuelo:- ¡Perdón, yo no soy tu amante! ¡Soy una de tus mujeres! Imagino que se lo
habrás aclarado.
Luis:- Intenté. Pero ni me escuchó. ¡Me dijo de todo! Delante de Ariel…
Consuelo:- ¿Delante del portero?
Luis:- ¡Me escupió en la cara! Me dijo que no me quería ver más y se fue en un
taxi que la estaba esperando en la puerta.
Consuelo:- Todo delante del portero.
Luis:- ¡Sí! ¡Delante del portero! Cuando quise reaccionar el taxi había partido a
toda velocidad. Me quedé parado en la vereda como un estúpido. Encima
cuando llegué al departamento…
Consuelo:- No pudiste entrar…
Voz de Juana:- ¡Por supuesto que no!
Luis:- Había cambiado la cerradura y me había dejado un bolso con ropa en el
palier…
Consuelo:- ¿¡Y!? ¿¡La conozco o no la conozco!? Es una mujer como todas,
absolutamente normal y que reacciona como todas, ordinariamente.
Luis:- El hecho es que ahora estoy viviendo en un hotel…
Consuelo:- ¿El que te haya mojado el rostro con saliva te hizo oxidar las neuronas? Por
una semana te venís a vivir acá, hasta que encuentres un nuevo
departamento.
Luis:- ¿Cómo que por una semana?
Consuelo:- Y sí, hagamos de cuenta que ella se fue de vacaciones. Mientras tanto vas
buscando un departamento por acá cerca.
Luis:- ¡Ah! Ahora entiendo. Si ella me echó no significa que yo me venga aquí
tiempo completo.
Consuelo:- Exacto. Veo que no se te oxidaron las neuronas.
Luis:- Vos me querés mitad de tiempo.
Consuelo:- ¡A ver Luis! En mi vida no ha cambiado significativamente nada. En la tuya
parece que sí. ¡Mi amor, yo quiero seguir como hasta hoy por la mañana!
Yo te quiero mucho, la paso muy bien con vos, me gusta mucho esperarte
todos los lunes, miércoles y viernes. Me paso todos los fines de semana
fantaseando nuestro encuentro de los lunes…
Luis:- Cómo una amante.
Consuelo:- ¡No mi amor! ¡Cómo tú mujer! Vivimos en pareja tres días por semana. Tres
días conmigo y cuatro días con ella. Con la diferencia que en horas estás
más tiempo conmigo que con ella. ¿Si yo soy tú amante ella que es?
Luis:- Ella me echó cuando se enteró que vos existías…
Consuelo:- Yo te hice entrar sabiendo que ella existía.
Luis:- Yo tenía pensado quedarme a vivir con vos…
Consuelo:- Lunes, miércoles y viernes.
Luis:- Ya veo.
Voz de Juana:- (Disfrutando la situación) Sin decir una palabra más, Luis salió del
living rumbo a la cocina. Consuelo se volvió a servir otra copa de whisky.
Luis regresó de la cocina trayendo un papel de celofán. Ante la mirada
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atónita de Consuelo sacó las rosas rojas del florero y las envolvió con el
papel.
Consuelo:- ¿Qué estás haciendo? ¿No te das cuenta qué chorreas con agua todo el piso?
Luis:- (Controlando el enojo) Bastante caro me ha salido este piso durante más de
tres años.
Consuelo:- (Controlando el enojo) Bastante más barato que el departamento roñoso en
el que vivías con ella.
Voz de Juana:- (Bastante descontrolada) ¡Ah, no, Consuelo! ¡Vos ni sabés como es el
departamento! ¡Serás una mujer fuera de lo común pero no podes ser
vidente!
Luis:- Me apena mucho que terminemos de esta manera.
Consuelo:- A mí también me da mucha pena. Pero es evidente que sos un hombre
ordinario. Para tener bien en claro tu infidelidad necesitás una mujer y una
amante. Y yo no nací para amante ni para mujer de tiempo completo.
Luis:- Hasta hoy a la mañana era un hombre envidiable.
Consuelo:- Y en este momento nadie quisiera estar en tus zapatos. ¿Sabés que día es
hoy?
Luis:- 4 de septiembre
Consuelo:- (Tristemente) Santa Consuelo.
Luis:- ¿¡Eh!?
Voz de Juana:- (En el mismo instante en que Luis, casi involuntariamente, extiende
su brazo como para regalarle las flores a Consuelo) ¡¡Pedazo de…
ridículo!!
Consuelo:- (Negándose a recibirlas, subestimándolo) Chau Luis…
Se apaga la luz del living. Aparece la cortina musical. La luz nos instala nuevamente
en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana.
Juana:- (Con mucha rabia contenida) ¡Fahhh...! ¡Qué historia! ¡¡Qué historia!!
(Con mucho odio)¡¡¡Que historia de mierda!!!(Trata de controlar su
rabia) ¡No hay peor engañador que el engañado en su propio engaño!
¡¡Enredado en su propia tela!! (Mientras Juana lee de un libro que tiene
en su mano. Desaparece la cortina musical y Luis, inesperadamente,
ingresa en el estudio radial. Aún lleva puesto su traje gris y su corbata
haciendo juego. Luce algo desmejorado, como si no hubiera pasado
buenas noches. Trae en su mano un ramo de rosas rojas algo
deterioradas) “El arte de agradar es el arte de engañar” “Muchas veces el
“engañado” tiene tanto interés en creer la mentira como el autor del engaño”
(Deja de leer y al levantar la vista lo descubre a Luis) ¿¡Qué haces acá!?
¿¡Quién te dejó entrar!? ¡¡Ah, no!! ¡¡Sos un reverendo hijo de puta!!
¡¡Encima me traes el ramo de rosas que no le dejaste a ella!!
Luis:- (Le muestra el ramo de rosas) Las compré para vos…
Juana:- ¡¡Mentira!! ¡¡Consuelo me lo contó todo!! ¡¡Con lujo de detalles!! ¡¡Pedazo
de… estúpido!!
Luis:- ¿Estuviste con ella?