Proceso Constituyente en Chile

EN DEFENSA DE LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA
IGLESIA EN EL PROCESO CONSTITUYENTE DE CHILE AÑO 2021
Asignatura: Panorama de la Doctrina Social de la iglesia.
Profesor: Sr. Eugenio Yañez R.
Estudiante: Daniel Manchileo Z.
I.- Introducción
Chile enfrenta un proceso histórico, en el marco del inicio del proceso de cambio
constitucional que se avecina. A lo largo de todo el territorio nacional se preparan más de mil
candidatos a participar del proceso eleccionario, para alcanzar un cupo dentro de las 155
personas que conformarán la convención constituyente. ¿Cuál será el acuerdo más favorable
para organizar la vida en sociedad de los chilenos? ¿Qué principios se deben defender o
rechazar en la nueva carta magna, para tener un país más justo? A mi juicio la Doctrina social
de la iglesia nos entrega una hoja de ruta que merece una detenida reflexión en beneficio
directo de la propia nación. La DSI establece los siguientes principios; Dignidad, Bien
común, Solidaridad y Subsidiariedad, los cuales revisaremos detalladamente a lo largo del
ensayo y que a mi parecer deben estar presente en la arena de la discusión política del proceso
constituyente. Es importante mencionar que la iglesia no tiene modelos políticos para
proponer, pero si ofrece una orientación ideal e indispensable desde la mirada de la DSI. Juan
Pablo II, nos enseñó que los verdaderos modelos pueden nacer solamente de las
circunstancias históricas, gracias al esfuerzo de quienes afronten los problemas concretos,
desde la morada política, social, económica y cultural, relacionados entre sí. 1
El método de
la DSI, basado en los conceptos del Ver, Juzgar y Actuar, nos permiten analizar el
panorama actual. Es primordial hacer un diagnóstico adecuado para entender el contexto
socio político actual que se vive en el país. Juzgar la realidad, siempre en virtud de la dignidad
humana respetando su fundamento de protección y promoción actuando con información
clara, viendo el bien que le permite el desarrollo de la persona y el mal lo que la perjudica.
Lo anterior implica responsabilidad en la construcción, organización y funcionamiento del
tejido social, denunciando todo lo que atente contra la persona humana, respetando sus
principios inalterables de validez permanente. Juan Pablo II en el aniversario 90 de la Rerum
Novarum, hace la siguiente referencia sobre la dignidad: “La iglesia considera deber suyo
recordar siempre la dignidad y los derechos de los hombres […], denunciar las situaciones
en las que se violan dichos derechos y contribuir a orientar estos cambios para que se realice
un auténtico progreso del hombre y la sociedad”. 2
1
Carta encíclica, Centesimus Annus, Juan Pablo II, 1991, p.36.
2
Carta Encíclica Laborem Exercens, Juan Pablo II, 1981, p.3.

El Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tuti, nos invita a vivir una vida con sabor a
evangelio y nos hace un llamado a entender que “Dios ha creado todos los seres humanos
iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como
hermanos entre ellos”.3
Es por lo anterior que la tesis presentada busca “Resolver si los
Cristianos debemos hacernos parte del proceso constituyente, defendiendo los
principios de la Doctrina Social de la Iglesia en nuestra nueva carta Magna”. Para nadie
es un misterio que el siglo XXI se ha caracterizado por una violencia política desmedida y
una fragmentación clara de la amistad cívica. Alcanzar un pacto social favorable para toda la
ciudadanía se hace bastante complejo en el presente escenario, donde la intolerancia se ha
impuesto sobre el respeto a quien puede pensar distinto a uno. Pero ¿Qué podemos hacer
nosotros frente a este contexto? ¿Los Cristianos estamos llamados a participar de la vida
política y preocuparnos prudentemente del bien común? ¿Los parlamentarios cristianos votan
sus leyes de acuerdo con el magisterio social, defendiendo por sobre todo y ante todo la
dignidad del ser humano? ¿Los Cristianos deben estar presentes en el debate público, e
incluso jurídico, sobre temas morales y éticos? A mi parecer actualmente tenemos un rol
clave y es evitar a que el remedio de una nueva constitución pueda ser peor que la propia
enfermedad que ha provocado la fragmentación política actual. Parafraseando a Aristóteles
“Un pequeño error al comienzo es un grave error al final”. Esperemos que la clase política
y la ciudadanía pueda estar a la altura de los nuevos tiempos.
II.- Desarrollo
El Expresidente Arturo Alessandri el año 1933 pronunció un discurso en la apertura de la
sesión del congreso nacional, haciendo referencia que las constituciones de los Estados no
son inmutables y sus instituciones fundamentales deben seguir la evolución del tiempo y las
circunstancias. Pero en todo momento “Los pueblos necesitan vivir la vida del orden, al
amparo de la autoridad moral de un código fundamental, para garantizar así la felicidad de
los hombres en sociedad”. 4
En base a la anterior cita ¿Seremos capaces de llegar a un
acuerdo de autoridad moral en una sociedad actual tan relativista? ¿Es posible hacer política
en una trinchera que no sabe diferenciar lo bueno de lo malo para el ser humano para alcanzar
su felicidad? ¿Es tan difícil entender que todo ser humano posee una dignidad inalienable,
que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural? 5
Para nadie es
un misterio que la clase política se encuentra en una crisis inminente de desconfianza y
desprestigio social, el propio “Estallido Social” fue una clara derrota al sistema político
vigente sea de izquierda, derecha o independiente. A mi pensar cuando el dialogo deja de ser
la vía concreta para resolver problemas que nos competen a todos y emerge la violencia y
destrucción de nuestros propios símbolos, lo que ha fracasado es el ejercicio de plantear y
hacer política. Lamentablemente para muchos parlamentarios es más fácil buscar culpables,
plantear acusaciones constitucionales, que proponer soluciones. De esta manera hemos visto
un escenario de todos contra todos, “toda guerra o conflicto civil entre hermanos es un
fracaso de la política y la humanidad”. 6
El Papa Francisco se pregunta en su última
encíclica; ¿Puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la
3
Carta Encíclica, Fratelli Tutti, Francisco, 2020, p.2.
4
Mensaje leído por Arturo Alessandri en la apertura de la sesión ordinaria del congreso nacional, Santiago,
1933, p.6.
5
6

fraternidad universal y la paz social sin una buena política?7
Para muchos la política es una
palabra con una connotación negativa, sin embargo, es un ataque a quienes ejercen la política
no a su propio fundamento. Lamentablemente nuestra naturaleza imperfecta ha permitido
errores humanos, como; el abuso de poder, egoísmo, corrupción, avaricia e ineficiencia de
los organismos públicos, sin embargo, el fin que sustenta la política se mantiene inalterable,
considerando que es una vía necesaria para el desarrollo de las naciones y el bien de los
pueblos. El Papa León XIII afirmaba que “La Política es la actividad humana más noble en
la procura del bien común”. Es una actividad moral, que permite la propia perfección
humana. Lo que debe diferenciar a un cristiano en política de otras ideologías es su
concepción del hombre y su búsqueda del bien común, no entendido como la suma de bienes
particulares o garantizados por un Estado omnipresente, sino el bien común entendido como
un conjunto de condiciones que posibilitan la vida buena humana, espiritual, moral y política.
El único camino favorable que se vislumbra es reconstruir la cultura del dialogo y la amistad
cívica, en un espacio de armonía y no de violencia, en donde la mala forma de hacer política
pueda ser superada y se deje de ver a la persona como un mero voto, defendiendo principios
y no más privilegios, siendo consecuente entre lo que se dice y se hace. Juan Pablo II nos
decía que cualquier sistema político que respete y promueva la dignidad humana y se
enmarque en el Estado de derecho, la iglesia lo apoyaría como alternativa, confiando en la
doctrina y no en las ideologías. El académico Eugenio Yáñez nos propone una diferencia
clara entre los políticos cristianos y los cristianos en política. Los primeros pueden ser los
diputado o senadores, que al decidir temas importantes votan de manera diferente a lo que le
pide el magisterio social, no son totalmente fiel o coherente de lo que se pide y a diferencia
de los cristianos en política, son quienes defienden los principios decisivos en cualquier
votación y su deber ineludible es refractar los principios del evangelio de manera
consecuente. Es por esto, que se hace importante conocer, promover y defender los principios
de la DSI, debido a que son válidos para todos y merecen una reflexión particular de cada
uno de ellos.
Principio de Dignidad:
El primer artículo de la declaración de los derechos humanos menciona que; “Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, dotados de razón y conciencia,
deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Para la DSI la Dignidad es su
centro y corazón, preocupándose de la vida humana en la sociedad. La concepción cristiana
del ser humano nos habla de un ser merecedor de dignidad por el solo hecho de existir, único
e irrepetible dotado de voluntad y libertad. Jacques Maritain, filósofo católico francés
señalaba; “Una de las condiciones requeridas para la construcción de un mundo más digno
del hombre y la llegada de una nueva civilización, es que volvamos a las auténticas fuentes
del conocimiento. 8
También el Papa Juan XXIII nos relata; “En toda convivencia humana
bien ordenada y provechosa hay que establecer como fundamento el principio de que todo
hombre es persona […] Dotado de inteligencia y libre albedrío, y que, por tanto, el hombre
tiene por sí mismo derechos y deberes […] Universales e inviolables y no pueden renunciarse
por ningún concepto”.9
La mayor inquietud es darse cuenta ¿Cuándo nuestras acciones o
7
8
Maritain, “El alcance de la Razón”, p 17-18.
9
Carta encíclica, Pacem in Terris, Juan XXIII, 1963, p. 2.

decisiones afectan directamente a la dignidad del ser humano? ¿Qué hacemos para resguardar
la dignidad entre las personas? ¿En el proceso constituyente es importante reconocer la
igualdad de dignidad y de trato entre las personas? Juan Pablo II nos llamó a naufragar por
la cultura de la vida y evitar la cultura de la muerte, sin embargo, los avances de leyes en
distintos países, que atentan contra la vida de las personas, es una clara demostración de
fracaso en base a lo que nos pedía el Papa peregrino. Lamentablemente para muchos el ser
se ha convertido en un objeto o un medio y no un fin en sí mismo dado por su naturaleza.
Estamos frente un peligro de incongruencia de líderes políticos que se comprometen con los
derechos humanos de las personas visibles, pero dejan de lado el clamor de los embriones
que habitan en los vientres maternos.10
Todos los seres humanos nacemos en esta tierra con
la misma dignidad, sin importar las diferencias de color, religión, residencia, entre otros.
Nada puede anteponerse para justificar los privilegios de unos sobre los derechos de todos,
cada persona debe vivir con dignidad y con las oportunidades necesarias para su desarrollo
integral.11
El ser humano mientras se empeñe en dominar, controlar y transformar el mundo
exterior, corre el peligro de incurrir por negligencia en el olvido de sí mismo y de debilitar
las energías de su espíritu y de su cuerpo.12
Es verídico el inmenso progreso de la ciencia y
la técnica, pero al mismo tiempo preocupante el retroceso experimentado en la concepción
del hombre y el sentido de su propia dignidad. Es una lástima ver como los seres más
inocentes pueden llegar a ser sacrificados en nombre del progreso y la libertad.
El ser humano es una persona naturalmente social, inclinado al bien, abierto a la
trascendencia y llamado a vivir en la verdad y el amor. Lamentablemente la búsqueda de la
verdad últimamente parece oscurecida y con muy mala prensa, basado en el convencimiento
de que todas las posiciones son igualmente válidas. 13
Existiendo una desconfianza a la
verdad por causa del agnosticismo y el avance del relativismo moral. Sin embargo, Juan
Pablo II nos indicó que el hombre es aquél que busca la verdad, considerando que nadie
podría fundar su propia vida sobre la duda, incertidumbre o mentira. 14
Muchas ideologías
han propuesto su propia visión del hombre, dejando en claro sus errores antropológicos al
considerar a la persona como un simple elemento y una molécula del organismo social, de
manera que el bien del individuo se subordina al funcionamiento del mecanismo económico-
social. El hombre queda reducido así a una serie de relaciones sociales, despareciendo el
concepto de persona como sujeto autónomo de decisión moral.15
La dignidad en el nuevo
proceso constituyente debe ser el pilar fundamental en que se centren todas las discusiones,
entendida como el fundamento al derecho a la vida, desde su concepción hasta su muerte
natural. Es lo que resguarda la existencia de nuestra propia especie sin discriminación de
orígenes, razas o poder socioeconómico, evitando un nuevo tipo de esclavitud de tiempos
modernos donde el ser humano corre el riesgo de transformarse en una cosa o instrumento
para otros fines. El ser humano desde su concepción unicelular es poseedor de vida y por
ende es persona, no en potencia sino un ser con un valor intrínseco en sí mismo, merecedor
de respeto y con las facultades necesarias que requiere de un tiempo para ejercerlas con
voluntad. Por ende, nunca puede ser decisión de un tercero determinar la muerte prematura
10
Testimonio De Verdad, Libro Homenaje a Fernando Moreno Valencia, Santiago, 2009, p. 170.
11
12
Carta Encíclica, Mater Et Magistra, Juan XXIII, 1961,p.50.
13
Carta Encíclica Fides Et Ratio, Juan Pablo II, 1998, p. 4.
14
15

de un ser, teniendo siempre en consideración que;” Lo legitimo siempre va a prevalecer por
sobre lo legal”. El Papa Francisco, anticipa que los ideólogos necesitan a las personas vacías,
desarraigadas y desconfiadas de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se sometan a
sus planes. De esta manera se destruye todo lo que sea diferente y reinar sin oposiciones. 16
Si nos arrebatan el concepto de dignidad de la persona nos arrebatan todo y quedaríamos en
una condición de destrucción de todos contra todos, en un Estado de naturaleza salvaje propio
de Thomas Hobbes en su libro Leviathan al señalar que “El hombre es un lobo para el
hombre” o lo que señala Albert Camus, al indicar que; “Un hombre sin ética es una bestia
salvaje soltada en el mundo”. Para reflexionar sobre este punto anterior, nunca se debe
olvidar la norma suprema, conocida como la regla de oro propuesta por muchas religiones y
de igual manera en el evangelio; “Traten en todo a los demás como ustedes quieren ser
tratados” (Mt,7,12).17
Bajo esta ley natural se espera gobernar nuestra voluntad y que la Fe
y la Razón como propuso Juan Pablo II en su carta encíclica “Fides Et Ratio”, nos ayuden
“Al ser como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación
de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en
definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndole y amándolo, pueda alcanzar también la
plena verdad sobre sí mismo. 18
Principio de Solidaridad:
La solidaridad debe prevalecer en el orden interno de cada nación desde una mirada política
y social. León XIII lo enuncia como “Amistad”, Pío XI como “Caridad Social” y Pablo VI
como la “Civilización del amor”.19
La iglesia como madre y maestra no puede desentenderse
de lo que les pasa a sus hijos. Desde sus orígenes ha estado preocupada de los más
desfavorecidos e institucionaliza sus acciones en la Encíclica Social Rerum Novarum, como
una respuesta a los problemas de la cuestión social provocados al alero de la emancipación
de la industrialización. La Solidaridad, es una palabra que expresa mucho más que algunos
actos de generosidad esporádicos. 20
Para una sana organización política, el Estado debe
brindar apoyo y cuidado desde la esfera de la intervención pública a los individuos más
indefensos de la sociedad. 21
Los privados por otra parte también deben contribuir, desde su
rol en búsqueda del anhelado bien común. No basta con hablar de producción y redistribución
de recursos, debido a que no es algo que la economía pueda solucionar con más economía.
Es difícil avanzar cuando se sigue hablando de dinero y transacción y no de las personas que
están detrás y sufren día a día la carencia de bienes y servicios. Recordemos que la economía
es para el hombre y no el hombre para la economía, el dinero es un mero medio y nunca un
fin en sí mismo. Si el Estado y el Mercado tuvieran a la persona en su centro nos daríamos
cuenta de que ambos son totalmente complementarios y no excluyente uno del otro, el
mercado necesita regulación y el Estado, competencia e incentivos. Pablo VI en Populorum
Progressio señalaba que la actividad económica, que ciertamente es necesaria, debe estar al
servicio de la persona humana y ser “Fuente de fraternidad y signo de la providencia
divina”. El llamado es a hacer más no a tener más y entender que la verdadera Felicidad
jamás se encontrará en la posesión de bienes de consumo y adquisición permanente de bienes
16
17
18
19
Carta encíclica, Cetesimus Annus, Juan Pablo II, 1991, p.9.
20
21
Carta encíclica, Cetesimus Annus, Juan Pablo II, 1991, p.9.

materiales. El Papa Francisco nos enseña que: “El ser humano está hecho de tal manera que
no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud, si no es en la entrega sincera
de sí mismo a los demás”.22
La solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; ha de ser
conquistado cada día. 23
Lo más necesario en estos días para ser realmente solidario de
manera individual no es la entrega de recursos sino la entrega de tiempo, expandiendo nuestro
sentido humanitario. Cuando los individuos son capaces de organizarse para ir en ayuda de
otros, se produce una mayor justicia y fraternidad para todos, se hace carne la caridad política
en búsqueda para alcanzar un orden social y político cuya alma sea la caridad social como
una altísima vocación en búsqueda del bien común.24
El evangelio nos comparte las siguientes
enseñanzas sobre esta materia: “El hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir
y a dar su vida como rescate de muchos” (Mc. 10,45) y “Cuantas veces hagáis estas cosas a
uno de mis hermanos más pequeños, lo habéis hecho a mí” (Mt 24,40) En un mundo
globalizado en el que el mercado que de por sí tiene un papel positivo para la libre creatividad
humana en el sector de la economía, tiende sin embargo a desentenderse de toda
consideración moral, asumiendo como única norma la ley del máximo beneficio. Por lo
mismo aquellos cristianos que se sientan llamado por Dios a la vida política tienen la tarea
ciertamente bastante difícil pero necesaria, de doblegar las leyes del mercado “salvaje” a las
de justicia y solidaridad. Es el único camino para asegurar en nuestra sociedad un futuro
pacifico, arrancando de raíz las causas de conflictos entre hermanos. La paz siempre será
fruto de la justicia y la solidaridad, por lo mismo este principio debe estar presente en la
nueva constitución. A mi parecer es necesario soñar con un Chile más justo, donde los
organismos públicos, privados, comunidades y la persona individual dejen de llegar tarde y
puedan entregar mejores oportunidades y más apoyo a las personas que viven en condiciones
de vulnerabilidad social, dejando de ser los olvidados y día tras día estén presente en nuestras
palabras y acciones sinceras.
Principio del Bien Común:
El actual desafío político, es la prudente preocupación por el bien común, aportando
soluciones cristianas a las discusiones políticas, conscientes de la propia imperfección de la
naturaleza humana que dificulta la propia búsqueda del bien. El Papa León XIII nos hizo un
llamado a participar de la vida pública y ser entes activos en problemas que nos competen a
todos como la pobreza, desigualdad y discriminación. También señalaba que no se podía
permitir que la autoridad civil sirva el interés de unos pocos, porque está constituida para el
bien común de todos. 25
El bien común el Papa Francisco lo define como; “El conjunto de la
vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más
pleno y fácil de la propia perfección”.26
La moral y la ética juegan un rol clave, las cuales
no pueden concebirse como subjetivas, en el sentido que cada uno determina a su arbitrio lo
que está bien o mal, extinguiendo todo sentido de justicia natural. Entonces se define que la
moral es objetiva en valorar el bien y oponerlo a todo mal.27
Parafraseando a Aristóteles, el ser humano es un animal político que tiene la capacidad de
lograr fines comunes dentro de una sociedad que fomenta su propio desarrollo y perfección.
22
23
24
25
Carta encíclica, Pacem in Terris, Juan XXIII,1963, p. 12.
26
Carta Encíclica, Laudato Sí, Francisco, 2015, p. 118.
27

De igual manera Pablo VI, menciona que: “El hombre y la mujer, seres sociales, construyen
su destino a través de una serie de agrupaciones particulares que requieren para su
perfeccionamiento y como condición necesaria para su desarrollo, una sociedad más vasta,
de carácter universal, la sociedad política. Toda actividad particular debe colocarse en esta
sociedad ampliada, y adquiere con ello la dimensión del bien común”. 28
La política debe
encaminar a una economía del bien común, dentro de un marco institucional que enfatice la
relación Mercado-Estado, identificando las fallas de ambos, considerando que el Estado no
puede lograr que sus ciudadanos vivan correctamente sin mercado; y el mercado necesita al
Estado: no solamente para ampliar la libertad de los ciudadanos en un Estado de Derecho,
sino también para corregir sus propias fallas. A mi juicio en el proceso constituyente se prevé
un cierto riesgo de parte de distintas ideologías respecto a las distintas interpretaciones de
este principio. Por ejemplo, la creencia ciega en el individualismo radical, que nos hace más
libres, más iguales, más hermanos, donde todo consiste en dar rienda suelta a las propias
ambiciones, como sí acumulando más pudiéramos construir el verdadero bien común. 29
Respecto a las visiones de una sociedad más planificada, se nos hablan de una voluntad
general de las personas, reflejada en la autoridad política del Estado por sobre la del hombre,
convirtiendo al ser humano en un simple engranaje de la vida social, donde los propios
cuerpos intermedios y las familias pueden sufrir la perdida de autonomía en nombre del bien
común y en nombre de la mayoría por sobre otras comunidades. La DSI se diferencia de las
ideologías al reconocer que siempre se necesitará de los demás para desarrollarnos de mejor
manera en sociedad, respetando la libertad y asociaciones de todo individuo, donde el Estado
siempre debe estar al servicio de la persona humana y nunca al revés, considerando que el
hombre es y será por su naturaleza siempre anterior al propio Estado. El Papa Francisco en
“Laudato Sí” nos trasmite el siguiente mensaje que afirma lo expuesto anteriormente; “El
bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos
e inalienables ordenado a su desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el
desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el principio de subsidiariedad […]
El Estado tiene la obligación de defender y promover el bien común […] acogiendo el
llamado a la solidaridad en una opción preferencial por lo más pobres. 30
En resumen, bajo
mi mirada una verdadera política se construye sobre la base de la moral y respeto de la
dignidad de la persona, teniendo una referencia clara del bien y del mal sin ambigüedades.
Nunca se podrá comprender el bien común y la política como tal, sino se acepta seriamente
la exigencia implícita o explicita de juzgarlo en termino de bondad o maldad, de justicia o de
injusticia. 31
Principio de Subsidiariedad:
El hombre no ha sido creado para vivir solo, nace y crece en una familia para insertarse más
tarde con su trabajo en la sociedad. 32
Santo Tomás de Aquino afirmaba desde sus estudios
aristotélicos que el hombre es por naturaleza un animal social, en donde deben convivir unos
con otros y procurar cada uno el bien de los demás, alcanzando su propio desarrollo y
perfección. La propia familia, es el núcleo material y espiritual de la sociedad misma, donde
28
Carta Apostólica, Octogesima Adveniens, Pablo VI, 1971,p.11.
29
30
31
¿Qué es Filosofía política? Leo Strauss, Madrid, 1070, p.14.
32

se debe aprender a vivir en la virtud y cultivar los valores que acompañarán a la persona por
siempre. El Estado en su rol social debe promover el bien común, protegiendo los cuerpos
intermedios que son agrupaciones sociales que emergen entre la familia y el propio Estado,
para satisfacer necesidades públicas como privadas de las personas. Pero ¿Qué relación tiene
esto con el principio de subsidiariedad? ¿Por qué este concepto ha tenido tan mala prensa?
¿Están en lo correcto algunos candidatos que proponen cambiar el Estado Subsidiario de
Chile por un Estado solidario? Para responder todas estas dudas, lo primero es aclarar que
dicho concepto ha sido tergiversado por distintos grupos ideológicos que difícilmente
parecen conocer su origen propio de la doctrina. Los principios de la DSI que se han
abordador; Dignidad, Solidaridad, Bien Común y Subsidiariedad están totalmente
relacionados entre sí y ninguno excluye al otro como aquellos que piensan que son
incompatibles sin adentrarse al estudio de cada uno de ellos. En primer lugar, hay que
recordar que la Biblia nos habla del Destino Universal de los bienes, como una concepción
en defensa de la propiedad privada, mirándola como un derecho social. Dios nos ha destinado
la tierra y cuanto ella contiene para el uso de todos los hombres y su pueblo, en la encíclica
Rerum Novarum se nos habla que el derecho de poseer bienes en privado no ha sido dado
por ley, sino por naturaleza, y, por tanto, la autoridad pública no puede abolirlo, sino
solamente moderar su uso y compaginarlo con el bien común. 33
León XIII, afirmaba el
derecho natural de la propiedad privada, permitiendo autonomía y desarrollo a la persona,
siendo defendido constantemente por el magisterio oponiéndose a ideal propias del
comunismo y socialismo. 34
Pío XI señalaba que el Comunismo recurre a todos los medios,
incluso los violentos para abolir la propiedad privada y fomentar la lucha de clases y con el
poder en sus manos es monstruoso lo atroz e inhumano que se puede llegar a ser. 35
Y respecto
al socialismo simplemente suaviza los conceptos, pero no renuncia a ellos, ambas ideologías
son incompatibles con los dogmas de la iglesia católica, puesto que concibe la sociedad de
una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana. 36
Sin embargo, un problema a analizar
es que las democracias liberales, respetando el derecho de propiedad privada y la libre
iniciativa económica, han implementado el principio de subsidiariedad respetando la
existencia y autonomía de los cuerpos intermedios. Pero lamentablemente el mal uso de la
libertad humana en algunos casos en la iniciativa privada ha traído consigo un cierto grado
de ambición y avaricia que ha llevado a un abuso desmedido de parte del propio principio.
Se han producido problemas de monopolio, colusión y abuso del poder económico por sobre
el político. Afectando incluso al propio medio ambiente, llegando tarde con leyes propias del
Estado de Derecho que protejan a las personas y a las comunidades más desfavorecidas. Bajo
el argumento anterior, es importante recordar que el magisterio siempre ha criticado el
capitalismo salvaje y la teoría del chorreo propia del liberalismo, el propio Papa Juan Pablo
II hablaba de evitar una mala política de egoísmos, cálculos errados y decisiones económicas
imprudentes, debido a que provocaría un grave obstáculo al desarrollo. Las fallas propias del
mercado sin una clara regulación han desprestigiado la forma de organizar la vida en
sociedad, provocando que el socialismo del siglo XXI promueva nuevamente con más fuerza
una presencia fuerte del Estado en los espacios de educación, salud, vivienda, construcción,
entre otras instancias. Levantando la bandera de los derechos sociales garantizando un mejor
33
Encíclica social, Rerum Novarum, León XIII, 1891, p.36.
34
35
Carta encíclica, Quadragesimo Anno, Pío XI, 1931, p. 31.
36
Carta encíclica, Quadragesimo Anno, Pío XI, 1931, p. 33.

funcionamiento desde la esfera pública, siendo totalmente cuestionable dado los errores
propios de las personas que conforman la burocracia estatal. De esta manera se destruye la
propia autonomía de los grupos sociales y se reduce la posibilidad de contribuir a un bien
común mayor. El Estado siempre tendrá el derecho a intervenir, cuando situaciones
particulares de monopolio creen rémoras u obstáculos al desarrollo, como también ejercer
funciones de suplencia cuando los cuerpos intermedios sean débiles o inadecuados en su
cometido, por las propias razones del bien común.37
El derecho de formar tales sociedades es
parte del derecho natural del hombre y la sociedad civil ha sido instaurada para defender tal
derecho y no aniquilarlo, respondiendo a la naturaleza sociable del ser humano. 38
Entre los
derechos inalienables de la persona, se encuentra la libertad para constituir asociaciones, que
el Estado debe tutelar y no destruir.39
Los organismos intermedios, nacen para alcanzar ciertos
fines que por sí solos no son capaces de lograr, ayudando a mejorar las debilidades de las
comunidades. Tales asociaciones y organismos deben considerarse como instrumentos
indispensables en grado sumo para defender la dignidad y libertad de la persona humana.
40
En base a la doctrina social de la iglesia, la socialidad del hombre no se agota en el Estado,
sino que se realiza en diversos grupos, comenzando por la familia y continuando por las
organizaciones sociales, políticas, económicas y culturales, poseedores de su propia
autonomía. 41
Dicho principio se puede desarrollar en el marco de una economía social del
mercado, que combina la libre competencia con la justicia social. 42
Este tipo de economía es
una vía alternativa a lo propuesto por el socialismo y liberalismo, es un sistema que requiere
respeto y amistad cívica entre ciudadanos, políticos y empresarios, en búsqueda no solamente
de una mayor igualdad social y crecimiento económico, sino que sobre todo producir una paz
social entre hermanos.
La subsidiariedad como principio de eficiencia social, busca crear las condiciones favorables
al libre ejercicio de la actividad económica al servicio de la persona, encauzada hacia una
oferta abundante de oportunidades de trabajo y de fuentes de riqueza, poniendo en defensa a
los más débiles, complementándose con el principio de solidaridad.43
El Estado puede
moderar o intervenir en la situación cuando el privado no puede, no quiere o no tiene las
condiciones necesarias para actuar de manera favorable. Esta excepción surge cuando el
Estado pueda asumir aquellas actividades que teóricamente podrían ser desempeñadas por
particulares, pero no son llevadas satisfactoriamente por estos. Bajo esta circunstancia el
Estado debe proseguir su estímulo a la iniciativa privada para que remedie tal vacío, en
medida que lo consiga el Estado se liberará de esta tarea de suplencia. Pío XI señalaba que,
si las asociaciones de la vida social desaparecieran y quedaran solamente el Estado frente a
los individuos, debería soportar todas las cargas sobrellevadas antes por las extinguidas
corporaciones, se vería oprimido en un sinfín de atenciones diversas. 44
Las organizaciones
de menor rango complementan la acción del Estado en búsqueda del bien común y mayor
realización de la persona humana. A través de este principio se demuestran gestos admirables
37
38
Encíclica Social, Rerum Novarum, León XIII, 1891, p. 36.
39
40
Carta encíclica, Pacem in Terris, Juan XXIII,1963, p. 5.
41
42
43
44
Carta Encíclica, Quadragesimo Anno, Pío XI, 1931, p. 23.

y heroicos, capaces de reflejar cuanta belleza puede entregar nuestra humanidad. 45
El hombre
no puede ser separado de lo que hace, la actividad humana que el hombre realiza lo
perfecciona así mismo.
El Papa Pío XI, nos habla de la relación que existen entre los principios de la DSI y que su
complemento crea una manera favorable de organizar la vida en sociedad para tener presente
en nuestro proceso constituyente; “A los individuos y a las familias debe permitírsele una
justa libertad de acción, pero quedando siempre a salvo el bien común y sin que se produzca
injuria para nadie. A los gobernantes de la nación compete la defensa de la comunidad y de
sus miembros, pero en la protección de esos derechos de los particulares deberá sobre todo
velarse por los débiles y necesitados”. 46
“Conviene, por tanto, que la suprema autoridad
del Estado permita resolver a las asociaciones inferiores aquellos asuntos y cuidados de
menor importancia, en los cuales, por lo demás perdería mucho tiempo, con lo cual logrará
realizar más libre, más firme y más eficazmente todo aquello que es de su exclusiva
competencia, en cuanto que sólo él puede realizar, dirigiendo, vigilando, urgiendo y
castigando, según el caso requiera y necesidad exija”. 47
En base a estas palabras se debe
tener presente, que el Estado siempre debe estar al servicio de la persona humana y evitar por
sobre todo la concepción totalitaria del hombre al servicio del Estado, como un medio erróneo
para una sociedad más feliz.
III.- Conclusión
A modo de conclusión al llegar a este punto del ensayo, creó con más convicción que
necesitamos más cristianos en política, coherentes con sus creencias y que no solamente sean
espectadores del proceso constituyente que vive Chile, sino que nos podamos convertir en
los protagonistas, capaces de defender por sobre todo “Los principios de la Doctrina Social
de la Iglesia en nuestra nueva carta magna” afirmando la tesis planteada. Las voces
Cristianas del siglo XXI deben hacerse oír y participar activamente en la vida pública.,
consientes que los principios cristianos jamás pueden abandonarse ni suprimirse. 48
La
invitación es a replantearnos las preguntas y dejar de pensar que puede hacer la DSI por mi
y preguntarnos ¿Qué podemos hace nosotros por la DSI y por el bienestar de nuestro país?
El mayor riesgo que podemos enfrentar es el silencio de las personas que buscan el bien y no
anticipar el peor mal de la sociedad, que es “No amar y no ser amado por nadie”. Por lo
anterior se aconseja avanzar en la construcción de una civilización del amor como nos
invitaba el Papa Pablo VI, donde los hombres de razón busquen la fe como su complemento,
capaces de desarrollar la virtud, como actitud moral que permite un adecuado orden, donde
el hombre llega a ser bueno como hombre, 49
queriendo el bien del otro por el bien del otro
mismo, siendo este siempre difusivo y capaz de ser intencionado en un nuevo orden jurídico
del Estado Chileno. La mala actividad política no busca el bien común, frenando el desarrollo
de los países, provocando la falla de las naciones, superada por la debilidad de sus
instituciones. Pablo VI nos decía que “Se puede construir una sociedad sin Dios, pero una
45
46
47
48
49
Carta Encíclica Laborem Exercens, Juan Pablo II, 1981, p.14.

sociedad sin Dios a la postre terminará convirtiéndose en una sociedad en contra la persona
humana”. La verdadera política positiva, debe estar al servicio de la persona humana,
mirándola como un fundamento y fin. Trabajando ante todo por el reconocimiento y respeto
de su dignidad, mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e
inalienables del hombre. La dignidad como principio fundamental debe prevalecer, ante
todo, pues el ser humano es el autor, centro y el fin de toda la vida económica y social. 50
Pío
XI nos aconsejó: “Tener presente los gobernantes que, mientras más vigorosamente reine,
salvado este principio de función subsidiaria, el orden jerárquico entre las diversas
asociaciones tanto más firme será no sólo la autoridad, sino también la eficiencia social, y
tanto más feliz y próspero el estado nación”. 51
Sin embargo, el crecimiento económico más
prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelve de
igual manera contra el hombre. 52
Jacques Maritain decía que; “El peligro que amenaza a las
sociedades modernas es un debilitamiento del sentido de la verdad”.53
Sin embargo para
todo ser humano es imposible vivir en lo aparente y en lo falso, la verdad existe y se puede
descubrir como comunicar, siendo necesaria para la vida humana. “La verdad no se impone
más que por la fuerza de la verdad misma, que penetra el espíritu con tanta dulzura como
potencia”. 54
Muchos problemas no se tratan solamente de modernizar el Estado o de
preocuparnos de la producción económica o de organización jurídica y social garantizada.
Sino que se requiere un cambio de mentalidad, de comportamiento y estructuras, de ser
amables unos a los otros, desde un plano personal y laboral. Seamos nosotros mejores y los
tiempos serán mejores nos enseñó San Agustín. Necesitamos de una comunidad política que
nos ayude a mirar hacia adelante, ser capaz de soñar juntos como una única humanidad, como
caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a
todos.55
Tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se
construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos.56
Las personas debemos
trabajar en la búsqueda del anhelado bien común y de la verdad, cultivando una vida para el
bien propio, del prójimo y el entorno. Los grandes cambios, deben comenzar por micro
cambios y no existe nada mejor que comenzar por uno mismo, dejándose guiar por Dios
como un instrumento de paz y amor, construyendo nuestros acuerdos futuros sobre una roca
humanitaria firme, recordando la bella oración de San Francisco de Asís que nos invite a
reflexionar en estos tiempos de arenas movedizas:
“Señor, haz de mi un instrumento de paz”
Donde haya odio, ponga yo amor
Donde haya ofensa, ponga yo perdón
Donde haya discordia, ponga yo armonía
Donde haya duda, ponga yo fe
Donde haya error, ponga yo verdad
Donde haya desesperación, ponga yo alegría
Donde haya tinieblas, ponga yo luz”.
50
Carta Encíclica, Caritas In Veritate, Benedicto XVI, 2009, p. 39.
51
52
53
Maritain, j., Le Philosophe dans la Cité, Alsacia, Paris, 1960, p. 35.
54
Dignitatis Humanae, Declaración del Concilio Vaticano II, 1966. P.930.
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